Silver D. Syxel
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16-11-2024, 02:08 PM
Calles de Loguetown
Día 13 de Verano del año 724
Día 13 de Verano del año 724
La tarde comenzaba a transformarse en noche mientras cada uno de vosotros tomaba su propio rumbo, decidido a avanzar según sus propias ideas. Aunque la tensión entre vosotros era evidente, el objetivo seguía siendo el mismo: alcanzar a Ephraim Walsh y descubrir lo que sabía sobre las desapariciones en Loguetown. Porque el objetivo seguía siendo el mismo, ¿verdad?
La zona acomodada de la ciudad era muy distinta del bullicioso centro donde se encontraba el Trago del Marinero. Las calles estaban mucho más limpias, y los edificios reflejaban una opulencia que contrastaba con las zonas más... "humildes" de la ciudad. Después de caminar durante unos minutos, llegas al distrito de ocio, donde los bares elegantes, restaurantes exclusivos y tiendas de lujo dominaban el panorama. Un detalle importante es que no puedes evitar fijarte en que la gente te observa al pasar... ¿Quizás sea por tu aspecto? Definitivamente, no parece tu entorno habitual.
El acceso Plut-0 se distinguía incluso en este ambiente. El edificio, de dos plantas, estaba decorado con luces de neón y un cartel en la entrada que mostraba un nombre sencillo pero sofisticado. Dos guardias bien vestidos flanqueaban la puerta, controlando a los visitantes. De vez en cuando, los clientes llegaban en carruajes o a pie, mostrando invitaciones o simplemente siendo reconocidos por los porteros. Era evidente que el lugar estaba reservado solo para unos pocos privilegiados.
Sin embargo, no todos los que se acercaban tenían el mismo privilegio. Un hombre con ropa cara pero desgastada discutía con los guardias. Su tono era apremiante, casi suplicante, pero los porteros permanecían imperturbables, negándole la entrada. Tras un par de minutos, el hombre se rindió, murmurando maldiciones y alejándose cabizbajo hacia un callejón cercano.
El barrio rojo de Loguetown era un lugar completamente distinto al resto de la ciudad. Aquí, las luces eran más brillantes y las risas estridentes llenaban el aire. Los bares y prostíbulos competían por atraer a los transeúntes, con mujeres, hombres y okamas ofreciendo servicios de todo tipo en las puertas de los locales.
El prostíbulo más cercano, "La Rosa de Hierro", era un edificio de varias plantas con una fachada llamativa y pintada en tonos rojos y dorados. Una mujer corpulenta con un vestido ajustado y una sonrisa falsa vigilaba la entrada, fumando un cigarrillo con gesto distraído. Al verte, su sonrisa se volvió más amplia, pero también evaluadora.
—Bienvenido, caballero. ¿Qué desea esta noche? Tenemos de todo para satisfacer sus gustos —dijo, con un tono que oscilaba entre la cortesía y la persuasión.
Dentro, si es que decides seguirle el juego, el ruido era ensordecedor: música, risas y el tintineo de copas. En un rincón, dos hombres parecían estar en una discusión acalorada con una de las trabajadoras, mientras otras atendían a clientes o esperaban a que alguien las eligiera. Sea como sea, parece que estás donde querías. ¿Cual es la siguiente parte de tu plan? Porque tienes un plan, ¿verdad?