Anko
Médica Despiadada
Hace 11 horas
Aquel muro que parecía indestructible finalmente cedió ante la fuerza de la peli marrón, causando un estruendo en donde “salpicaban” rocas y escombros. Anko sonrió sutilmente al ver que el muro pudo ser destruido, parecía que el trabajo dentro del grupo de demolición sería sencillo con contratiempos menores, pero más equivocada no podía estar. Cuando su mirada perezosa inspeccionó la zona, pudo ver a escasos metros de ella a uno de los carpinteros en el suelo, inconsciente y con una gran herida sangrante en su cabeza, esto hizo enfurecer a la médica, quien se acercó rápidamente hasta el hombre en el suelo.
— Carajo… ¡Por eso les dije que se apartaran! — Era evidente su molestia, no solo fue una orden para sentirse superior, fue una orden para salvaguardar la integridad de sus compañeros en el equipo de demolición, sumado que no le gustaba ser desobedecida cuando daba una orden, genera la molestia ya mencionada. Con movimientos rápidos, el alférez de la Marina se agachó para empezar un tratamiento de urgencia en el carpintero herido, rompiendo la ropa de éste para tener pedazos de tela a la mano y empezar por tratar de detener la hemorragia en su cabeza.
— ¡Alguno de ustedes! ¡Sean de utilidad y llamen a algún medico local! ¡Este hombre puede morir! — Gritó usando su tono autoritario, esperando que esta vez si fuera obedecido completamente mientras ella se hacía cargo del herido. El viento que golpeaba su cuerpo hacía que su capa ondeara sutilmente y se arrastrara en el suelo, manchándose levemente de tierra en los bordes inferiores debido a que estaba arrodillada a un lado del carpintero. Sus manos envueltas en la tela de la camisa del Carpintero hacían una sutil presión sobre su herida en la cabeza, ella podía sentir como sus manos se manchaban con aquel líquido rojo tan vital para la vida.
— Carajo… ¡Por eso les dije que se apartaran! — Era evidente su molestia, no solo fue una orden para sentirse superior, fue una orden para salvaguardar la integridad de sus compañeros en el equipo de demolición, sumado que no le gustaba ser desobedecida cuando daba una orden, genera la molestia ya mencionada. Con movimientos rápidos, el alférez de la Marina se agachó para empezar un tratamiento de urgencia en el carpintero herido, rompiendo la ropa de éste para tener pedazos de tela a la mano y empezar por tratar de detener la hemorragia en su cabeza.
— ¡Alguno de ustedes! ¡Sean de utilidad y llamen a algún medico local! ¡Este hombre puede morir! — Gritó usando su tono autoritario, esperando que esta vez si fuera obedecido completamente mientras ella se hacía cargo del herido. El viento que golpeaba su cuerpo hacía que su capa ondeara sutilmente y se arrastrara en el suelo, manchándose levemente de tierra en los bordes inferiores debido a que estaba arrodillada a un lado del carpintero. Sus manos envueltas en la tela de la camisa del Carpintero hacían una sutil presión sobre su herida en la cabeza, ella podía sentir como sus manos se manchaban con aquel líquido rojo tan vital para la vida.