Asradi
Völva
16-11-2024, 06:29 PM
Hacía varias horas que había dejado atrás el pueblo y, junto con ello a Ragnheidr y Airgid. No les iba a dejar todavía, puesto que todavía quería vigilar un poco más al grandullón. Su fiebre había remitido el mismo día y parecía haberse repuesto en su totalidad, pero Asradi todavía quería vigilarle y revisarle un poco más si era necesario. Por fortuna, el grandullón no solía poner bastantes pegas.
Para ese momento, la sirena había dejado atrás el pueblo con la excusa de que necesitaba recolectar algunas hierbas más, sobre todo algas marinas. Unas en específico que solo había encontrado en ls inmediaciones de las orillas de Kilombo. Refugiada con una falda larga que cubría toda su cola y la escondía de miradas indiscretas, Asradi se dirigió y llegó a dicho lugar varios minutos después, tras casi una hora de “caminata”. Recordaba ese lugar porque había llegado a Kilombo justo a través de esa playa, y le sorprendió ver que, ahora algo estaba pasando. La sirena se aproximó, primero con cautela. Podría dar media vuelta e irse en cuanto vió todo el percal. ¿Piratas, quizás?
O más bien, ¿quien era aquel tipo? Tenía unas pintas realmente extrañas, y el animal que se encontraba a su lado tampoco parecía muy amistoso. Luego la mirada celeste de la sirena se dirigió un poco mejor a la escena. El tipo estaba en pie, en medio de toda aquella gente. Un uno contra uno, aparentemente, contra otro hombre.
Por norma general, Asradi no se inmiscuiría en todo eso. Bien podía pasar de largo y dejar que ambos solucionasen sus asuntos. El problema era que tenía que pasar por ahí sí o sí. E hiciese lo que hiciese, la verían de igual modo.
— Menuda suerte la mía. — Masculló para sí.
Aunque si se fijaba mejor, el tipo que tenía el pájaro parecía el típico abusón rarito. Los dos no tenían la mejor pinta, todo sea dicho, ¿pero quien era ella para juzgar? Además, el otro parecía bastante mayor, casi un anciano.
Eso hizo que la sirena frunciese levemente el ceño.
— ¡Ey! ¿No ves que es un pobre viejo? Deberías meterte con alguien de tu tamaño. — Le increpó al chico.
Al final no se había aguantado.
Para ese momento, la sirena había dejado atrás el pueblo con la excusa de que necesitaba recolectar algunas hierbas más, sobre todo algas marinas. Unas en específico que solo había encontrado en ls inmediaciones de las orillas de Kilombo. Refugiada con una falda larga que cubría toda su cola y la escondía de miradas indiscretas, Asradi se dirigió y llegó a dicho lugar varios minutos después, tras casi una hora de “caminata”. Recordaba ese lugar porque había llegado a Kilombo justo a través de esa playa, y le sorprendió ver que, ahora algo estaba pasando. La sirena se aproximó, primero con cautela. Podría dar media vuelta e irse en cuanto vió todo el percal. ¿Piratas, quizás?
O más bien, ¿quien era aquel tipo? Tenía unas pintas realmente extrañas, y el animal que se encontraba a su lado tampoco parecía muy amistoso. Luego la mirada celeste de la sirena se dirigió un poco mejor a la escena. El tipo estaba en pie, en medio de toda aquella gente. Un uno contra uno, aparentemente, contra otro hombre.
Por norma general, Asradi no se inmiscuiría en todo eso. Bien podía pasar de largo y dejar que ambos solucionasen sus asuntos. El problema era que tenía que pasar por ahí sí o sí. E hiciese lo que hiciese, la verían de igual modo.
— Menuda suerte la mía. — Masculló para sí.
Aunque si se fijaba mejor, el tipo que tenía el pájaro parecía el típico abusón rarito. Los dos no tenían la mejor pinta, todo sea dicho, ¿pero quien era ella para juzgar? Además, el otro parecía bastante mayor, casi un anciano.
Eso hizo que la sirena frunciese levemente el ceño.
— ¡Ey! ¿No ves que es un pobre viejo? Deberías meterte con alguien de tu tamaño. — Le increpó al chico.
Al final no se había aguantado.