Marvolath
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16-11-2024, 10:34 PM
A pesar de la gran tormenta que se desató apenas tres días después de partir de Loguetown, habían conseguido llegar a Demontooth. La pericia de Silver y la entrega de la tripulación les había salvado una vez más, y a pesar de las diferencias que los separaban tenía que admitir que eran la mejor tripulación con la que había compartido navío. Habían decidido pasar poco más de una semana en la isla, donde la tripulación esperaba aprender de los famosos dojos que coronaban los picos que daban nombre.
Marvolath fue el primero en partir, despidiéndose sin demasiada ceremonia. Al fin y al cabo sólo serían unos días, y si alguno necesitaba ayuda tenían los den den mushi. Había recorrido ya una larga distancia cuando notó que la montaña no parecía estar más cerca, y se preguntó qué tan grande sería y si habría estimado mal la duración del viaje. Un camino serpenteante medio oculto, y un camino bien formado que parecía llevar a una taberna se abrían ante él.
Un camino como este lo han debido formar muchos pies, y una taberna de camino no estaría bien emplazada si no fuera en el buen camino. Y si mi equivoco siempre habrá tiempo de regresar. - se dijo antes de continuar, no sin un pinchazo de arrepentimiento por no saciar su curiosidad.
La taberna, de aspecto rústico y antiguo, se le antojó acogedora. No es que lo fuera, pero tras años en tugurios atestados donde los fluidos del suelo no eran mucho peores que los de las jarras esto era incluso bueno, y la acostumbrada congregación de marineros que trataban terribles asuntos y jugosos secretos - al menos en su opinión - le era ya tan familiar como el olor del desinfectante. No le vendría mal un poco a este lugar, desde luego.
Se acercó a la barra, encaramándose con agilidad al taburete que, por extrañezas de la vida, le dejaba a una altura apropiada para ser usada.
- Me dejo sorprender. Siempre que me permita continuar después mi camino hacia el dojo. - respondió con lo que podría considerarse cordialidad.
Habría pedido agua si no supiera la reacción que causaría, pero la bebida era lo de menos, tan solo un medio para comenzar una conversación. Por suerte, quién poco espera poco se decepciona, y dio un breve trago por cortesía ante la extraña bebida.
- Algo que tiene viajar es que siempre encuentras nuevas experiencias - valoró con educación, antes de cambiar de tema con un carraspeo - Vine a Demontooth al escuchar sobre el dojo, aunque es poca la información que se escucha, y si te dicen dos palabras de seguro se contradicen. Lo único que he sacado en claro es que no hay mejores luchadores en todo el Blue, y que su uso de las piernas es impresionante. Debe de pasar mucha gente por aquí buscando aprender con ellos. Excepto los que se pierden por aquel camino tan tentador.
Los taberneros malhumorados solían cojear del mismo pie: la falta de paciencia. Un cliente con verborrea fácilmente podía desquiciarlos, por lo que si les dabas pie a tomar ellos la palabra a menudo se iban de la lengua con tal de no escuchar al charlatán. Y Marvolath, con su inexpresiva voz, apenas necesitaba unas pocas palabras para exasperar.