Lemon Stone
MVP
16-11-2024, 10:58 PM
Efectivamente, cuentas con poco más de media hora para realizar los preparativos necesarios para la posible invasión de los Piratas de Sentis. Cuando le solicitas las prendas al alcalde te mira extrañado, pero asiente en silencio y le pide a la asistenta que se encargue de tu petición. Al cabo de unos pocos minutos, te pasa ropas holgadas, polvorientas y con un olor para nada agradable, aunque podrás soportarlo. Si tu intención es parecer uno de los lugareños, lo conseguirás.
Por el momento, ninguno de los piratas ha desenfundado sus armas y pareciera que están bastante tranquilos, o al menos dispuestos a entablar una conversación relativamente civilizada. La pregunta es ¿qué harás? ¿Aprovecharás que están distraídos para sorprenderlos y atacar, o negociarás? Por cierto, el alcalde nunca mencionó nada sobre una hija. ¿Se estarán confundiendo estos piratas, o saben algo más que tú no? ¿Y por qué la esposa de Lautaro parece estar tan tranquila?
La mujer, gruñendo para ella misma, te conduce hasta la bodega. Desciendes por unas chirriantes escaleras de madera que se quejan con cada peldaño que bajas. Enciende la luz -tienen electricidad, no son tan bárbaros como puedes pensar- y descubres un sitio rectangular, repleto de estanterías con alimentos enlatados y un montón de botellas de agua, como si fuera un almacén de supervivencia. También hay vendas, algunos frascos con pastillas en su interior, un montón de cuerdas, unas cuantas tablas y otros artículos.
Minutos más tarde, una vez en la superficie, llamas a los marines con los que llegaste a la isla y esperas atento a la respuesta. Los segundos pasan lentamente y pronto se convierten en una especie de tortura psicológica, pronto se convierten en minutos acompañados de un silencio incómodo. No hay respuesta. Te invade la incertidumbre, desconoces el estado de tus compañeros y puede que, si hubieras estado con ellos, todo estaría bien.
Luego de cuarenta minutos, puedes percibir que las Voces están cada vez más cerca y, si tu vista no te engaña, comienzas a ver las siluetas de los peligrosos Piratas de Sentis que han atacado ya varias veces el Pueblo costero de Ushu. Al parecer, no les preocupa entrar de frente en el atemorizado pueblo; al parecer, caminan sin preocupaciones como si lo hicieran por su casa.
Poco a poco, las siluetas ensombrecidas comienzan a revelarse una a una. Primero, tus ojos se fijan en el hombre que va justo en medio del grupo. Es alto, bastante más que tú, y delgado como una hoja de esgrima. Su cabello lacio y cobrizo es sacudido por la templada brisa costera, y puedes notar que sus profundos ojos celestes se posan sobre ti por tan solo un segundo. Va vestido con una especie de túnica gris, perfectamente planchada y larga, y en su cinturón descansa un bastón aparentemente hecho de madera. El hombre camina junto a una mujer que consigues reconocer sin ninguna dificultad: es la esposa del alcalde. Es bastante más bonita que en la foto, su cabello ondulado y rubio dorado le cae por encima de los hombros y, a juzgar por su vestimenta y aparente estado físico, no ha resultado dañada.
Otros tres hombres de diferentes aspectos avanzan sincronizadamente y, particularmente, te llama la atención un hombre-mono de casi tres metros. Sonríe de par en par, despreocupado por la situación, y se está zampando una tremenda banana. A su lado, y de aspecto serio y malhumorado, avanza un tipo de piel oscura, completamente calvo e incluso más alto que el hombre de cabello cobrizo; una gigantesca guadaña descansa en su espalda. También te fijas en una mujer de cabellos negros, que parece portar dos revólveres, y un hombre bastante gordo y de aspecto amable.
-¡Hemos regresado tal como lo anticipamos, buena gente de Ushu! ¡Nuestras exigencias son las mismas: entréguennos al alcalde y a su hija! -anunció el hombre del cabello cobrizo, su voz resonando fuertemente por todo el lugar. Si posas tu Haki de Observación sobre él, te llamará la atención su increíble y poderosa Voz interna.