Airok
La Reina Rubí
17-11-2024, 02:31 AM
Airok permaneció en su lugar, con la mirada fija en los dos hombres de Rodrik mientras su jarra descansaba entre sus manos. El pescador, un hombre decrépito con más ron que cerebro, tambaleándose, y el rufián de Rodrik aprovechando la oportunidad para marcar territorio, era un espectáculo que Airok había visto demasiadas veces, y le provocaba una mezcla de repulsión y hastío.
Desde su mesa tenía una vista perfecta de la barra y de los dos subordinados, suficiente para evaluar cada uno de sus movimientos. Sabía que con hombres como esos, la paciencia era la clave. Si intervenía demasiado pronto, podría arruinar la oportunidad de seguirlos hasta el resto del grupo. Pero si dejaba que las cosas escalaran demasiado, podría complicarse su plan.
Mientras dejaba que la escena se desarrollase con naturalidad, de soslayo controlaba a quien no le quitaba el ojo de encima. La Mink no se mezclaba del todo con el entorno, pero tampoco llamaba la atención de forma obvia. Sin embargo, había algo en su postura y movimientos que la hacían destacar lo suficiente como para mantenerse en el radar de Airok.
De pronto, el rufián de Rodrik empujó al pescador contra una silla, y el hombre cayó pesadamente, soltando un gruñido de dolor. La taberna, llena de bullicio hasta hacía unos instantes, cayó en un silencio tenso. Las miradas se giraron hacia la barra, expectantes, como si todos aguardaran el desenlace inevitable.
Airok, desde su mesa, no hizo ningún movimiento para levantarse. Ni siquiera apartó las manos de su jarra. En cambio, dejó que el silencio se asentara un par de segundos más antes de hablar, su voz clara y firme cortando el aire como un cuchillo.
—Qué impresionante. Dos hombres grandes y rudos mostrando su fuerza con un borracho inútil —dijo, con un tono cargado de sarcasmo— De verdad, debe de ser un logro para recordar.
Las palabras parecieron detener el aire en la sala. El matón, el más alto de los dos, giró la cabeza hacia ella, frunciendo el ceño mientras su compañero lo miraba con una expresión inquisitiva.
Airok mantuvo su posición relajada, recostada en la silla y con la jarra aún en la mano. La luz tenue de la taberna jugaba con los destellos de la joya que llevaba al cuello, atrayendo más atención hacia su figura.
—Si estáis buscando problemas, tal vez deberíais intentarlo con alguien que pueda responderos. Aunque, claro, entiendo que prefiráis a alguien más... manejable. —La última palabra la acompañó con un gesto deliberado hacia el pescador, sin apartar los ojos del hombre.
El ambiente estaba tenso, pero Airok sabía que tenía la ventaja: si manejaba la situación con suficiente confianza, podría redirigir la atención sin perder el control de su verdadero objetivo. Quizás picándolos un poco podría conseguir que se delatasen y la llevasen frente a Rodrik directamente.