Asradi
Völva
17-11-2024, 03:02 PM
Según tenía entendido, zarparían al día siguiente. Dejarían atrás Kilombo y se embarcaría junto con Airgid y los chicos en una nueva ruta. O a una boda, eso tenía entendido. Tenía curiosidad, todo sea dicho. Y, parecía, que ahora Kilombo les iba a despedir de una manera bastante llamativa. A ver, no a ellos específicamente, pero había comenzado una especie de colorido y vibrante festival que le había llamado la atención. ¿Por qué no disfrutar de él en las últimas horas que le quedaban en esa isla? Y vaya que no se había arrepentido, ahora que se paseaba por las calles llenas de vida y color. El ambiente era cálido, festivo. La gente disfrutaba de la música y llevando banderines de colores con alguna especie de efigie de algún dios local, quizás, impreso en dichas telas.
Al ir atravesando las calles principales, también pudo observar a dicha efigie pintada en los muros, con una expresión serena y pacífica. Como una especie de cuidador o protector de aquella isla, donde los lugareños también le rendían culto con bailes quizás ceremoniales bajo aquellas ropas y máscaras tan características. Asradi sonrió de manera suave, cómoda. Nadie se estaba fijando en ella sobre todo por su peculiar forma de caminar. El mercado también estaba abarrotado, con los mercaderes ofreciendo sus jugosas frutas, de varios colores. En definitiva, el lugar exudaba alegría, y ella estaba bastante fascinada con todo eso. Se detuvo en uno de los puestos, comprando algo de comida callejera local. Unos aperitivos, mientras continuaba inmersa en esa vorágine festiva. Lo único que era algo incómodo, era la cantidad de gente por la calle, con la que, definitivamente, rozaba o la golpeaban ligeramente en alguna ocasión, aunque tampoco le molestaba tanto.
Pronto comenzó una especie de procesión, donde llevaban la efigie tallada de Sumpa, por lo que Asradi se colocó con el resto de la gente, o con parte de ella, en el lateral de la calle principal por donde estaba pasando aquel colorido espectáculo. El silencio había copado la escena en cuanto la procesión había comenzado, y ella se dedicó a contemplar con una mezcla de respeto y admiración todo el proceso. El día avanza y las festividades continúan. Hay algo en el aire extraño, pero no desagradable. Como si fuese algo más solemne, algo que no fuese capaz de explicar. Estaba contemplando tranquilamente la procesión, cuando sintió un tironcito, casi tímido, en su ropa. Eso le hizo volverse, y el corazón de Asradi se encogió y fascinó al mismo tiempo cuando sus ojos azules se toparon con ese par de soles preciosos en un rostro tímido y compungido.
Una simple niña pequeña que, ahora, la miraba como si fuese una especie de salvavidas.
— ¿Tu mamá? ¿Te has perdido? — Y como para no perderse, con toda la gente que había por la calle.
No tardó en sentir que el agarre de la niña cambiaba de objetivo y ahora era su mano lo que estrechaba. Un gesto que la sirena le regresó con delicadeza. Y, con la otra mano, acarició la mejilla suave de la pequeña.
— Vamos a hacer una cosa... — Porque ahora ya la gente se comenzaba a amontonar y a medio empujar a la niña. Asradi la apartó del gentío todo lo que pudo, acercándola protectoramente contra su cuerpo. — Vamos a buscar a tu mamá, pero tienes que decirme como es. — O, al menos, que le diese los pocos detalles que la niña supiese.