Asradi
Völva
17-11-2024, 04:43 PM
Por inercia, Asradi se chupó un poquito el dedo donde se había llevado el chispazo. Todavía escocía pero no era nada grave. Incluso, un poco indignada, le echó una mirada no muy amigable al pobre caracol que, al fin y al cabo, no tenía la culpa de nada. Su mano fue tomada por la de Alistair, más grande y protectora que la suya, pero pudo sentir la calidez y el cuidado con el que el lunarian ahora intentaba revisar si le había dejado alguna quemadura o herida. Ese gesto tan suyo provocó que el gesto de la sirena se suavizara y esbozase una muy suave sonrisa.
— Estoy bien, solo ha sido un pequeño chispazo, ¿ves? — Fue ella la que, ahora, extendió la palma para mostrarle su totalidad a Alistair. No había nada de quemaduras como tal, ni de heridas. Solo una pequeña rojez en la punta de los dedos indice y pulgar que no revestía gravedad.
Tras eso, retomaron la lección hacia el Den Den Mushi. Era un caracol pequeño y bastante tímido, aunque ahora permanecía dormitando tranquilamente, mientras le hacían el mantenimiento. Asradi retomó la atención, también, cuando Alistair empezó una vez más con la práctica y las explicaciones de por sí. Poco a poco, el pequeño escozor en sus dedos fue remitiendo.
— La verdad es que este Den Den Mushi no es nuevo. — Por decirlo de alguna manera. Era uno ya usado que había conseguido en cuanto llegaron a Oykot y que les serviría, en ese momento, para que los grupos se mantuviesen comunicados. Así que, probablemente, el molusco no había recibido un mantenimiento decente desde hacía tiempo. Y sumado al desconocimiento que Asradi tenía al respecto. Así que aquello le vendría bien a los dos.
Una para aprender y el otro para recibir dichos beneficios.
— Al menos ha funcionado hasta ahora y no le ha pasado nada más grave. — Le dió una caricia breve al durmiente molusco con uno de sus dedos, antes de apartar la mano y seguir, con la mirada todo el proceso que Alistair estaba haciendo. Como retiró la pieza que fallaba y que a ella le había dado el chispazo y la dejaba a un lado.
Ahora, fuera de toda conexión peligrosa, Asradi tomó dicha pieza y la examinó en su mano, por delante y por detrás, con expresión minuciosa, tratando de entender lo que estaba mal con ella, la colocación y lo que pudiese aprender. Sí lo vió, entonces, el motivo del chispazo. Había un cable bastante pelado y en mal estado. Supuso que ese era el problema. Ahora el caracol tendría una pieza totalmente nueva.
Lo que no se esperó tampoco fue que Alistair la animase a intentarlo de nuevo, pero en sentido contrario. Es decir, a montarlo de nuevo con las piezas nuevas que el lunarian le estaba proporcionando.
— ¿Estás seguro? Ya viste que no salió muy bien la cosa cuando quise desmontar una pieza. — Lo había hecho torpemente, todo sea dicho.
Aunque entendía que, a la larga, tendría que aprender. Por desgracia, Alistair no iba a estar siempre allí para ayudarla. Fue con ese pensamiento en mente que se terminó de decidir. Asradi tomó aire y suspiró un poco, mentalizándose. Además, Alistair le iba a guiar, así que no debería haber demasiado problema.
— Está bien, intentaré hacerlo mejor. — Su expresión, ahora, era más segura, más decidida. Tomó las herramientas que el lunarian le había puesto al alcance y primero contempló y examinó las piezas nuevas. Tomó la correspondiente y pasó los dedos por la misma, también luego por la concha del molusco, allí donde debía ir la susodicha. No solo era ponerla, sino que también tendría que juntar los cables entre sí para que hiciese el consabido contacto.
La expresión de la sirena era concentrada. Logró montar y colocar bien la pieza en sí. Y luego procedió a hacer lo mismo con la conexión. Supuestamente, todo estaba bien. O eso era lo que creía.
— … ¿Alistair...? — Llamó, mientras sus ojos se abrían de par en par. La expresión de ella había variado a una de preocupación y “temor”.
¿Porqué? Porque el pobre caracol se había despertado en el momento en el que, literalmente, había comenzado a humear. Y no por el calor, precisamente. Los ojos celestes de la pelinegra seguían, consternada, la pequeña columna de humo y chisporroteo que nacía desde el pobre Den Den Mushi, como si fuese a estallar en cualquier momento.
Había creado, sin pretenderlo, una pequeña bomba de relojería.
— Estoy bien, solo ha sido un pequeño chispazo, ¿ves? — Fue ella la que, ahora, extendió la palma para mostrarle su totalidad a Alistair. No había nada de quemaduras como tal, ni de heridas. Solo una pequeña rojez en la punta de los dedos indice y pulgar que no revestía gravedad.
Tras eso, retomaron la lección hacia el Den Den Mushi. Era un caracol pequeño y bastante tímido, aunque ahora permanecía dormitando tranquilamente, mientras le hacían el mantenimiento. Asradi retomó la atención, también, cuando Alistair empezó una vez más con la práctica y las explicaciones de por sí. Poco a poco, el pequeño escozor en sus dedos fue remitiendo.
— La verdad es que este Den Den Mushi no es nuevo. — Por decirlo de alguna manera. Era uno ya usado que había conseguido en cuanto llegaron a Oykot y que les serviría, en ese momento, para que los grupos se mantuviesen comunicados. Así que, probablemente, el molusco no había recibido un mantenimiento decente desde hacía tiempo. Y sumado al desconocimiento que Asradi tenía al respecto. Así que aquello le vendría bien a los dos.
Una para aprender y el otro para recibir dichos beneficios.
— Al menos ha funcionado hasta ahora y no le ha pasado nada más grave. — Le dió una caricia breve al durmiente molusco con uno de sus dedos, antes de apartar la mano y seguir, con la mirada todo el proceso que Alistair estaba haciendo. Como retiró la pieza que fallaba y que a ella le había dado el chispazo y la dejaba a un lado.
Ahora, fuera de toda conexión peligrosa, Asradi tomó dicha pieza y la examinó en su mano, por delante y por detrás, con expresión minuciosa, tratando de entender lo que estaba mal con ella, la colocación y lo que pudiese aprender. Sí lo vió, entonces, el motivo del chispazo. Había un cable bastante pelado y en mal estado. Supuso que ese era el problema. Ahora el caracol tendría una pieza totalmente nueva.
Lo que no se esperó tampoco fue que Alistair la animase a intentarlo de nuevo, pero en sentido contrario. Es decir, a montarlo de nuevo con las piezas nuevas que el lunarian le estaba proporcionando.
— ¿Estás seguro? Ya viste que no salió muy bien la cosa cuando quise desmontar una pieza. — Lo había hecho torpemente, todo sea dicho.
Aunque entendía que, a la larga, tendría que aprender. Por desgracia, Alistair no iba a estar siempre allí para ayudarla. Fue con ese pensamiento en mente que se terminó de decidir. Asradi tomó aire y suspiró un poco, mentalizándose. Además, Alistair le iba a guiar, así que no debería haber demasiado problema.
— Está bien, intentaré hacerlo mejor. — Su expresión, ahora, era más segura, más decidida. Tomó las herramientas que el lunarian le había puesto al alcance y primero contempló y examinó las piezas nuevas. Tomó la correspondiente y pasó los dedos por la misma, también luego por la concha del molusco, allí donde debía ir la susodicha. No solo era ponerla, sino que también tendría que juntar los cables entre sí para que hiciese el consabido contacto.
La expresión de la sirena era concentrada. Logró montar y colocar bien la pieza en sí. Y luego procedió a hacer lo mismo con la conexión. Supuestamente, todo estaba bien. O eso era lo que creía.
— … ¿Alistair...? — Llamó, mientras sus ojos se abrían de par en par. La expresión de ella había variado a una de preocupación y “temor”.
¿Porqué? Porque el pobre caracol se había despertado en el momento en el que, literalmente, había comenzado a humear. Y no por el calor, precisamente. Los ojos celestes de la pelinegra seguían, consternada, la pequeña columna de humo y chisporroteo que nacía desde el pobre Den Den Mushi, como si fuese a estallar en cualquier momento.
Había creado, sin pretenderlo, una pequeña bomba de relojería.