Hay rumores sobre…
... que una banda pirata vegana, y otra de maestros pizzeros están enfrentados en el East Blue.
[Aventura] La reconstrucción del pueblo [Parte 2] [T5]
Lemon Stone
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Puedes percibir una profunda furia combinada con frustración en la mirada de Emma, quien da un paso hacia delante dispuesta a encarar tus preguntas, pero es interrumpida por quien supones que es Sentis. Al parecer, uno de ellos es lo suficientemente precavido como para impedir que la información que buscas te salga gratis.
 
-Y yo soy Sentis -te responde el pelirrojo-, líder de estos inútiles. Como puedes ver, la esposa del alcalde se encuentra a salvo y no le hemos hecho ningún rasguño. ¿Por qué íbamos a lastimarla, si, en primer lugar, ella nos ha pedido que la saquemos de este pueblo? Considerando todo lo que ha hecho tu patrón, tampoco puedo culparla.
 
Sentis realiza un sutil gesto con la mano y de inmediato sus secuaces comienzan a moverse coordinadamente. El hombre-mono termina de comerse la banana y toma la delantera, posicionándose a unos quince metros de ti. Todavía puedes ver al pelirrojo, quien no se ha movido ni un centímetro. La mujer de los revólveres está justo detrás de él, y el hombre gordo y de aspecto amable parece estar disociando, pues no le presta atención a la situación. Por otro lado, puedes notar que el hombre de la guadaña está buscando una posición de flanqueo. Estás seguro de que individualmente son más débiles que tú, pero parecen ser piratas experimentados y, más importante aún, que han luchado juntos durante mucho, mucho tiempo.
 
Emma se acerca sutilmente a Sentis y le susurra algo al oído.
 
-Antes de que sigas con las preguntas déjame decirte un par de cosas sobre mí: odio las mentiras y detesto a los indulgentes. No soy ningún idiota, así que sabré si me estás mintiendo o no. Dime, ¿quién eres y por qué finges ser el enviado del alcalde? ¿Por qué lo defiendes? -te pregunta, sus ojos afilados mirando a través de ti-. Ese maldito hijo de puta… ¿Qué clase de hombre eres como para representar a un monstruo que ha convertido a su propia hija en una bestia sádica y adicta?
 
Las palabras de Sentis acaban de confirmar uno de tus mayores temores: la mujer que viste en el laboratorio es la hija de Lautaro y Emma. Si no te hubieras precipitado en el laboratorio y lo hubieses explorado con detención, te habrías dado cuenta de que había un diario que describe cómo fue el experimento con Lisa. Te habrías dado cuenta de que Lisa era una niña común y corriente que amaba jugar con sus amigos, que hacía travesuras y que tenía una gran pasión por las aves; te habrías dado cuenta de que tenía un futuro brillante por delante. También te habrías enterado de los horrorosos y dolorosos experimentos que vivió, experimentos que a cualquiera le desgarrarían el corazón y le revolverían el estómago.
 
-Tu vida depende de tu respuesta, enviado -te recuerda Sentis, su ceño fruncido y su mano sobre la empuñadura del bastón de combate.
#11
Atlas
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Algo en mi cara debía gritar estúpido a viva voz. Eso, o que ese desgraciado del alcalde había decidido hacer de mí su marioneta o un pelele que intentar manipular según le fuese necesario. En cuanto Emma dio un paso hacia delante, sólo con apreciar la furia contenida que había en sus ojos y lo cerca que había estado de escupirme tres o cuatro verdades —de las suyas, claro— a la cara, tuve claro que ese malnacido de Lautaro me había engañado una vez más.

Escuché atentamente las primeras palabras de Sentis, quien afirmaba que no estaban allí por beneficio propio, sino porque nada más y nada menos que la mujer del alcalde lo había solicitado. No me pasó inadvertida la sorna bañada en desprecio con la que el del pelo cobrizo pronunció esa dichosa palabra: patrón. Sí, de esa forma me quería hacer ver el alcalde: como una suerte de perro de presa al que fingía tirarle la pelota para que corriese en esa dirección. A cambio, cuando regresase sin ella me la mostraría de nuevo para enseñarme que si me engañaba la culpa era mía, porque la maniobra de esconder la pelota al pretender lanzarla sólo se la podía tragar una bestia estúpida.

La sangre me hervía mientras los subalternos de Sentis se movían por la zona con clara intención de posicionarse en torno a mí. Por mi parte, me mantuve tranquilo y en ningún momento di señal alguna de tomar la iniciativa en contra de ellos. Aun así, me aseguré de mirarles uno a uno en el proceso. Debían saber que era plenamente consciente de lo que estaban haciendo. Quería que viesen que me inspiraban cualquier cosa menos temor.

Sentis sí que me inspiraba algo, pero no era miedo o temor, sino curiosidad. No parecía ser el típico pirata de poca monta, descerebrado y capaz de hacer cualquier cosa por un puñado de berries. Bien podía equivocarme, pero si fuese uno de esos carniceros seguramente me hubiese intentado matar —él o alguno de los suyos— en cuanto me hubiese escuchado hablar en nombre de esa sabandija de Lautaro. A él no le gustaban las mentiras y yo estaba cansado de ellas. La imagen de la atormentada e ida mirada de la muchacha no podía salir de mi mente y sabía que quien estaba frente a mí no era otra que su madre. Esa mujer se merecía que dejase de hacer el estúpido y, con la cara descubierta, le mostrase que había personas más allá de la piratería dispuestas a hacer lo necesario por ayudar a su pequeña.

La decisión estaba tomada, así que sólo podía tirar hacia delante y encarar las consecuencias con todo lo que tuviese. Impotente y enfadado a partes iguales, separé la naginata de la fijación que llevaba en mi espalda y la clavé en el suelo frente a mí. Lo hice con un gesto resignado, harto de ser mareado en medio de un entorno que me era completamente ajeno y en el que me era imposible, dada la ausencia de contexto, discernir lo posible y cierto de lo imposible y falso. En ningún momento hubo en mí atisbo alguno de querer atacar a los Piratas de Sentis; simplemente coloqué mi arma frente a mí con un claro mensaje de "esto es lo que soy". Mis palabras fueron dirigidas a ambos, tanto a Sentis como a Emma:

—Ni patrón ni enviado —comencé—. Al menos, no enviado a sabiendas de lo que realmente sucede en este maldito pueblo. —Mis ojos se clavaron en Emma por primera vez—. El alcalde solicitó el apoyo de la Marina para rescatar a su mujer de los Piratas de Sentis, afirmando que había sido secuestrada por ellos. Por eso había aquí un destacamento de la Marina, que si no me equivoco fue bastante diezmado por vosotros. —No lo decía como acusación o reproche en esta ocasión; sólo quería confirmar que ese supuesto ataque no había sido otra treta urdida por Lautaro—. Lo que quedaba del grupo fue enviado al mar en vuestra busca. Antes intenté ponerme en contacto con ellos, pero no obtuve respuesta. ¿Qué sabéis de ellos? —continué, clavando mis ojos en Sentis en esa ocasión—. Mis superiores me dieron la orden de acompañarles, pero decidí no acatarla a pesar de lo que pudiera implicar porque, poco antes de recibirla, me encontré con una pobre muchacha atormentada, ida y presa del sufrimiento. Sí, Emma, me he encontrado con Lisa y el único motivo por el que tanto Lautaro como todos vosotros no estáis ya bajo custodia es porque en estos momentos nada me importa más que librarla de ese sufrimiento. —Me tomé un largo respiro en el que, esta vez sí, mi mirada fue pasando de uno en uno por todos los subalternos de Sentis. Desde el de la guadaña hasta la de las armas de fuego, pasando por el mono y por el que parecía no saber ni qué suelo pisaba—. No os hagáis una idea equivocada. Aquí no es mi vida la que depende de nada. Mi vida está completamente a salvo, penséis lo que penséis, pero sigo aquí después de todo porque estoy dispuesto a arriesgarla por esa pobre chica. ¿Te parece lo suficientemente sincera mi respuesta, Sentis? —concluí, terminando por dejar que mis ojos descansaran sobre las facciones de Emma—. Ese desgraciado de Lautaro no ha dejado de mentirm… No, de mentirnos, a mis compañeros y a mí, desde que llegamos. ¿Me puedes contar de una buena vez qué es lo que ha pasado aquí?

Desconocía si Emma sabía de la existencia del laboratorio secreto o de la localización de su hija. Sospechaba que no, porque en ese caso los piratas ya habrían ido en su busca. No planeaba guardarme la información para mí, porque esa mujer debería estar sufriendo lo indecible. Simplemente quería que compartiese conmigo toda la información que tuviera antes de revelarle yo la mía.
Nota
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#12
Lemon Stone
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Los piratas te permiten hablar sin interrupciones, escuchan tus palabras con atención. Han terminado de posicionarse, algunos ocupando tu flanco y estando preparados para el ataque, si es que el capitán así lo ordena. Algo así, siendo consciente de la fuerza que posees, no te convendría y, si logras salir victorioso, no será una victoria fácil ni limpia de sangre. El caso es que tus palabras son acertadas, al menos por el momento, pues ninguno de ellos ha atacado.

-Tus compañeros están bien -responde Sentis. Si utilizas tu haki de observación, podrás comprobar que no está mintiendo-. Son buenos, saben lo que hacen, pero nuestro navegante es rápido y experimentado, aunque parece tonto -continúa, señalando al hombre gordo de atrás-. Si no te respondieron, es porque inutilizamos los den den mushi. No queremos que el alcalde vuelva a pedir… alguna intervención.

Vaya, suena como una buena noticia, ¿no? Es reconfortante saber que no estás lidiando con unos asesinos sádicos, aunque no lo olvides: son piratas y algo habrán hecho para ganarse la recompensa que aúnan sobre sus cabezas.

-Eres sincero, lo admito, pero también enormemente optimista. Si la fuerza que posees es la única razón para asegurar que tu vida no corre peligro, aún te falta navegar por estos mares traicioneros y peligrosos -te advierte, aunque no notas ninguna intención hostil en él-. ¿Qué te parece si declaramos una tregua mientras capturamos al alcalde? No atacaremos a ningún ciudadano lúcido ni destruiremos el pueblo, no le haremos daño a ningún inocente. ¿Es un buen trato para ti? -te pregunta.

Por otro lado, Emma tiene los ojos llorosos al saber que Lisa continúa bajo el alero del doctor Lautaro. Entonces, da un paso al frente y esta vez Sentis no la detiene.

-¿Quieres…? Está bien, te diré la verdad…

Todo comenzó mucho antes de que Lautaro descubriera la existencia de la elatrinina, mucho antes. Hace poco más de veinte años, el doctor Lautaro y la doctora Emma se dedicaban a salvar vidas en el Pueblo de Ushu. Atendían a los ancianos, cuidaban de los pequeños y se encargaban de que todo el mundo estuviera a salvo. Cualquiera diría que eran un matrimonio feliz. Un buen hombre con una mujer estupenda, ¿qué otra cosa podría pedir una pareja? Tenían una pequeña sala de operaciones en la primera planta de la casa para los casos más complejos, y en el subterráneo investigaban fármacos y sustancias naturales para reemplazar aquellos medicamentos difíciles de acceder.

Sin embargo, la historia feliz del matrimonio entre Lautaro y Emma dio un vuelco cuando Lican naufragó en la isla. Era un hombre misterioso y pronto descubrieron que se dedicaba a la investigación, era un académico en toda regla. Emma lo unió al equipo de investigación, incluso con las objeciones de Lautaro, quien desconfiaba del misterioso náufrago. A pesar de las diferencias y los incontables debates intelectuales, hacían un buen equipo, y con el tiempo Lautaro se hizo amigo de Lican.

Lisa nació años después. Lautaro y Emma estaban realmente felices, pues lo intentaron durante mucho tiempo sin resultados. No obstante, la pequeña Lisa tenía una condición médica… extraña y muy, muy difícil de tratar. Era débil, se enfermaba con recurrencia y apenas se podía el peso de su propio cuerpo. Lautaro, Emma y Lican hicieron lo humanamente posible para curarle, pero ninguno lo consiguió. Por suerte, Lautaro descubrió la elatrinina. Comenzaron los experimentos y pronto le dieron la primera dosis a la pequeña Lisa, viendo resultados inmediatos. Juntos, Lautaro y Emma pudieron disfrutar la niñez y adolescencia feliz de Lisa. Era un sueño hecho realidad.

Aparentemente, la historia que te cuenta Lisa es bastante… normal, fácil de digerir, completamente entendible. Sin embargo, algo te preocupa cuando ella baja la mirada y algunas lágrimas comienzan a caer de su rostro.

-Pero Lautaro descubrió que Lisa no era nuestra hija, sino de… Sino de Lican -confiesa, siendo una sorpresa incluso para Sentis-. Entonces, comenzaron los maltratos. Cuando Lautaro no me insultaba ni golpeaba, me ignoraba. Me prohibió entrar al laboratorio y, cuando más le necesitaba, Lican desapareció sin dejar rastro. Temo que… Temo que Lautaro le haya hecho daño, pero eso no es lo importante ahora… Lautaro secuestró a Lisa en su propia casa y aumentó las dosis de elatrinina, volviéndola una adicta hasta convertirla en un monstruo. Hizo lo mismo con los aldeanos enfermos del pueblo, les dio elatrinina y les curó, pero a cambio les arrebató la autonomía. Yo… Yo no podía soportar más y pedí ayuda…. Yo…

-Ahí es donde entramos nosotros -intervino Sentis-. Diría que es una casualidad, pero lo cierto es que llevamos un buen tiempo siguiéndole el rastro a esta droga llamada elatrinina. Quisimos ayudar a esta pobre mujer, recuperar a su hija y destruir la fórmula de la droga para que no hubiera más “Lisas” por el mundo.

-Lautaro… Él era un buen hombre, ¿cómo es que pudo acabar así? -se pregunta Emma, totalmente destrozada. Seguramente le duele haber abandonado a su hija, aunque tú eres quien debe juzgarle.

-Ya que todos vamos tras el alcalde, ¿uniremos fuerzas? Quisiera castigarlo con mi propia mano, pero si quieres llevarlo ante la Marina, no seré yo quien se oponga -dice Sentis-. Eso sí, destruiré la fórmula de la elatrinina y quemaré el laboratorio. Espero que no tengas problemas con eso.

Diría que todo está tomando forma. Algunos huecos comienzan a rellenarse; algunas preguntas son respondidas. ¿Están omitiendo información o han dicho toda la verdad? Quién sabe. Con todo lo que te ha dicho Lautaro igual estaría bien dudar de la gente. En fin, ¿qué te gustaría hacer? ¿Volver tras tus pasos y perseguir al alcalde? Estás a pocos minutos de su casa, por cierto.
#13
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Parecía que el gran nudo que encerraba la historia que mantenía cautiva a la gente de Ushu comenzaba a desenmarañarse. Un hombre en teoría bueno que como consecuencia de una traición se había convertido en la antítesis de lo que antes era. Historias como aquélla no dejaban de manifestar claramente que hasta en las personas en teoría más virtuosas había un poso de oscuridad, uno que bien podía permanecer callado —o silenciado— por siempre o, por el contrario, ver la luz de la formas más crueles imaginables...

No, aquel deje de maldad siempre debía haber estado en su interior. Una persona eminentemente buena, por muy lastimada que fuese, jamás podría hacerle algo así a nadie; mucho menos a una pobre niña enfermiza que no tenía culpa alguna de lo que hubiese hecho o dejado de hacer su madre. La forma de proceder del alcalde reflejaba una personalidad rencorosa, cruel y fría capaz de hacer perdurar el dolor y el sufrimiento durante años. No, no podía ser una buena persona malograda, sino un lobo que durante toda su vida había tenido puesta la piel del cordero.

Entonces recordé algo:

—Lautaro mencionó a Lican durante una de nuestras conversaciones. Decía que había hecho varias de esas cosas que me has contado que hizo él y se preguntaba si la persona con la que me había encontrado podría ser él o no. —Seguí hablando antes de que tuviesen tiempo de interrumpirme, pues aún no les había dicho nada sobre el laboratorio secreto—. Al poco de llegar aquí me encontré, diría que por error por parte de quien la mantenga cautiva, con Lisa. Me miraba desde detrás de una de las casas y cuando quise darme cuenta se la habían llevado a la fuerza. La seguí, llegando a un muro o una muralla medio escondido en el bosque cercano al pueblo. Tenía una entrada oculta y en el interior había muchas cosas. Estaba Lisa, claro, a quien estaban usando como una especie de guardiana en medio de su locura inducida. Había pruebas tanto por escrito como visibles de experimentos llevados a cabo por quien solo podrían ser auténticos monstruos, como lo que juraría que era elatrinina en estado gaseoso, que además brotaba de los cuerpos abatidos de personas... Algo de lo más turbio y oscuro. La cuestión es que tuve que salir de allí y en el proceso me topé con un científico, un tipo que llevaba una máscara. No pude verle la cara porque estaba envuelto en esa nube de gas, pero Lautaro se sorprendió, no sé si sería algo real o fingido, y se preguntó si podría tratarse de Lican. Por lo que me cuentas, no lo creo..., pero ya no sé qué pensar. En cualquier caso, queda humanidad en ella. Conseguí conectar con la verdadera Lisa y dejó de atacarme. Creía que podría sacarla de allí, pero la metieron de nuevo en una de esas asquerosas nubes y volvió a irse y comenzó a atacarme de nuevo.

Dejé unos largos segundos para que mis oyentes asimilasen la información, los cuales aproveché para volver a guardar mi naginata y dejar que los datos calasen en ellos.

—Os propongo una cosa. Lo más importante aquí es que Lisa vuelva a la normalidad cuanto antes. Id a por ella, si es que sigue en el lugar que os he dicho, y yo iré a detener a Lautaro. Emma puede venir conmigo si preferís que no se exponga a los peligros que pueda haber allí y así podrá ayudarme con cualquier nueva mentira que Lautaro intente tirarme encima para salirse con la suya. ¿Qué os parece? Yo ya reuní pistas e información, pero si cogéis todo lo que encontréis en ese laboratorio y me lo entregáis haré hasta lo imposible para que ese malnacido no vuelva a ver la luz del día en lo que le reste de vida.
#14
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Los Piratas de Sentis aceptan tu propuesta y Emma camina hacia tu posición, con paso lento y en permanente contacto visual. Ha sido una buena idea proponer que enfrente al doctor Lautaro junto a ti, así podrás ver a través de las mentiras del hombre.
 
Imagino que te diriges de vuelta a la casa del alcalde, donde descubrirás que la puerta se encuentra abierta y en el interior del edificio hay un desorden caótico. Puedes ver un montón de libros desparramados en el suelo, jarrones de cerámica destruidos y desperdigados por todos sitios y, justo en el centro de la sala de estar, un cuchillo ensangrentado. Si decides seguir el fino rastro de sangre, este te conducirá a una habitación pequeña en donde se guardan artículos de limpieza. Entre escobillones, palas y diferentes envases de plástico con toda clase de líquidos en su interior, verás el cuerpo sin vida de la asistenta del alcalde. En caso de investigar el cuerpo de la mujer, te darás cuenta de que tiene cortes milimétricamente calculados, como si la persona que lo hubiera hecho tuviera amplios conocimientos de anatomía humana.
 
Puedes buscar al alcalde por las dos plantas de su casa, pero no lo encontrarás allí. Suponiendo que te diriges a la bodega en donde encontraste cuerdas y todo tipo de alimentos no perecibles, notarás unas extrañas marcas ennegrecidas en el piso, junto a un estante que está adelantado unos pocos centímetros a diferencia del resto. Las marcas te hacen pensar que fueron causadas por un objeto pesado en movimiento, como una puerta secreta. Una vez mueves el estante sospechoso, escuchas el crujir de la madera y poco a poco este revela un túnel poco iluminado que te conduce a las entrañas de la isla.
 
Los peldaños de piedra están húmedos y sería fácil caerse, aunque tanto tú como Emma caminan con cuidado. A medida que desciendes por el túnel puedes ver que, entre las grietas de las paredes, crecen flores rojas unidas a largos y gruesos tallos de un color verde fosforescente. Al cabo de varios minutos, acabas frente a una puerta de hierro gruesa e impenetrable. Antes de que consigas entrar, las flores que recién viste comienzan a expulsar un gas carmesí que poco a poco llena la estancia.
 
-¡Rápido! ¡Cubre las vías respiratorias con lo que tengas a la mano! -señala Emma, rompiendo la manga de su camisa e improvisando un pañuelo para cubrir su nariz-. Debe ser uno de los experimentos de ese maldito de Lautaro…
 
Si abres la puerta de hierro, te recibirán cuatro hombres fornidos y en aparente estado de demencia. Podrás dar el primer golpe sin problemas.
#15


Salto de foro:


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