Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
[Aventura] [T4] Hot Slag
Arthur Soriz
Gramps
Al escuchar tus nuevas órdenes, tanto Lynx como Pomeroy se volvieron a cuadrar como siempre hacían, sus movimientos reflejando la disciplina que les había inculcado a la fuerza los instructores en la Marina. "¡Sí, señor!" respondieron al unísono demostrando su disposición de seguir tus órdenes sin dudar. Con rapidez ajustaron sus pertenencias asegurándose de que sus equipos estuvieran listos para lo que se avecinara. Pomeroy se adelantó sin vacilar ante tu indicación de que liderara el camino, a paso firme listo para mostrarles el rastro. Lynx aunque no se mostraba nervioso caminaba con la cautela propia de un soldado experimentado a pesar de ser tan solo un joven soldado de bajo rango. Su rifle descansando en sus manos mientras sus ojos escaneaban el entorno atentos a cualquier posible amenaza.

El camino no tardó en abrirse para ustedes, con Pomeroy guiando de manera segura. La dirección era clara y las huellas en el suelo no dejaban lugar a dudas. Primero les mostró las marcas profundas de la jaula siendo arrastrada. Avanzando sin prisas mostraba también dónde las huellas de arrastre desaparecían y dejaban un patrón diferente... de marcas de ruedas de carreta y pezuñas de caballo. Los restos de sardinas esparcidas en el suelo, todo era tal y como te lo había descrito tu compañero marine. No tenía razones para mentirte o exagerar a fin de cuentas... tenías la ligera sospecha de que también quería causar una buena impresión... tal vez así lograría ascender de rango.

La travesía continuó adentrándose más en el terreno. El camino que hasta entonces había sido relativamente accesible comenzó a tomar una ligera pendiente, pero nada muy empinado o seguramente habría sido imposible para esta gente llevar a los News Coo en carreta. A lo lejos la silueta de estructuras comenzaba a aparecer, destacándose en el horizonte al principio figuras vagas... pero pronto quedó claro que eran almacenes, antiguos y abandonados. Este era el lugar que los ladrones habían elegido para refugiarse... un lugar apartado de la civilización.

Tanto Lynx como Pomeroy se pusieron de rodillas para evitar que les vieran aunque estuvieran lejos aún. Te miraron de reojo, expectantes de las siguientes órdenes. Tú desde tu posición podías ver que en un costado de esos almacenes se veía un antiguo logo de Parker's & Co, ¿quizás antiguas edificaciones antes de que fueran una empresa muchísimo más grande como lo es ahora? También lograbas ver a simple vista al menos a cinco o seis hombres que se encontraban fuera. Sus ropas eran simples, nada que indicara un entrenamiento militar o de seguridad, pero su presencia era significativa. Parecían estar de guardia o quizás meramente observando el entorno sin mucho propósito más allá de mantener el área relativamente vigilada.

No se ven muy profesionales. —susurró Lynx.
Se ven como peleles... carne de cañón. —inquirió Pomeroy— ¿Qué hacemos, señor? —te preguntó en voz baja, sin perder de vista al grupo de hombres. Lynx, con los ojos fijos en el objetivo también aguardaba instrucciones listo para actuar de inmediato. De momento tenías la situación bajo control, y el objetivo en la mira. Estabas casi cien porciento seguro que allí se encontraban los News Coo robados, solamente quedaba responder una incógnita... ¿por qué demonios se robarían News Coo?

resumen
#11
Henry
Tigre Rojo de la Marina
A este punto ya estaba agradecido de que el Teniente Iscariote hubiese seleccionado a tan buenos soldados como lo eran Lynx y Pomeroy. Estos habían demostrado su valía cada segundo desde que salimos del G-17, siempre dispuestos a cumplir con sea lo que se les ponga en el camino. Mientras seguíamos el rastro de pescado y ruedas del carro llegamos a una pendiente, cosa que era lo más novedoso hasta el momento.
 
Aquél poco tiempo que he estado con aquellos dos soldados me ha dado la sensación de que estos desean un ascenso con todas sus fuerzas y para ser sincero creo que se lo merecen, al fin y al cabo había visto a Murray tener más fallos que estos dos. Me haría cargo de que al terminar con aquella misión le reportaría a Iscariote que tanto Lynx como Pomeroy estaban listos para tomar cualquier exámen y convertirse en sargentos de la marina. Si la marina no se hacía responsable y premiaba a los buenos hombres con el reconocimiento que estos se merecen, entonces que sentido de justicia le estaríamos inculcando a los nuestros.
 
Siguiendo por aquella pendiente nos ocultamos en unos arbustos al ver que habían unas estructuras mucho más adelante. Pero eso no era todo, estos "almacenes" parecían estar siendo patrullados por varios hombres. Tanto Lynx como Pomeroy susurraron sus opiniones sobre la situación, esperando por órdenes. — Haremos los siguiente. Lynx rodeará estos edificios por la derecha siguiendo la ilera de arbustos. Pomeroy, tu harás lo mismo hacía la izquierda, puedes retirarte más atrás para que no te vean si lo ves apropiado. Tengan sus Den Den Mushi activados, yo les daré órdenes vía caracol. Por el momento mantendrán sus posiciones y estarán a cargo de que nadie escape.
 
Yo iré de frente en cuanto ustedes tomen sus posiciones, viendo que hemos dejado la ciudad os demostraré de lo que es capaz un casi oficial. Vayan. — Desde aquél punto ya habíamos salido de lugares de gran importancia y todo lo que quedaba era un grupo de tipos potencialmente hostiles, pero tampoco los mataría o dañaría mortalmente, ya había aprendido de previos errores. Al recibir los positivos de que ambos soldados estaban en sus posiciones me levanté de mi escondite y caminé directo hacia aquél grupo de hombres con la mayor calma del mundo.
 
Estoy aquí en nombre de la Marina, estamos en medio de una investigación y necesitamos de su cooperación. — Estábamos a un paso más cerca de rescatar a esas aves.
 
Datos a Futuro
#12
Arthur Soriz
Gramps
Tanto Lynx como Pomeroy sabían que no era necesario ni prudente cuadrarse y gritar de nuevo "¡Sí, señor!", mucho menos en la situación que se encontraban ahora... aunque gracioso hubiera sido que lo hicieran por pura inercia. En su lugar, ambos asintieron casi al mismo tiempo con gestos firmes pero silenciosos, tomando la iniciativa de seguir tus órdenes. Con movimientos cuidadosos, cada uno comenzó a desplazarse con sigilo hacia los puntos estratégicos que les habías indicado.

Cada uno poniéndose cuidadosamente entre los arbustos, tomando posiciones elevadas entre la maleza desde donde podían tener una visión más amplia del área y de paso ofrecerte fuego de cobertura si llegaba a ser realmente necesario. Finalmente cuando sintieron que se habían posicionado bien, levantaron una mano cada uno con discreción. El gesto era claro y solo visible para ti.

Desde allí ambos soldados tenían una visión privilegiada del escenario, con cada uno de los individuos allí presentes a simple vista. Confiaban en ti a pesar de considerar que ir directo hasta estos sujetos podía no ser muy buena idea, pero tampoco es que se imaginaran que alguien iba a venir a por unos pájaros ... o de eso estaban convencidos. No solo confiaban en ti por ser su superior, también porque aunque nunca habían presenciado en primera persona tus habilidades de combate, las historias sobre ti eran suficientes para inspirar tanto respeto como precaución. Sabían que eras poseedor de la temible Magu Magu no Mi, y más de uno en la Marina había sido advertido que estar cerca de ti en el calor de la batalla no era precisamente recomendable.

Aún así, ellos estaban listos para respaldarte desde sus posiciones. Lynx y Pomeroy apuntaron hacia dos hombres que parecían los más corpulentos y resistentes entre los seis que patrullaban el exterior de los almacenes. Sus dedos descansaban cerca de los gatillos sin apretar, manteniéndose alerta mientras te observaban desde sus ángulos.

El impacto de tus palabras y tu presencia allí fue inmediato. Los hombres que hasta ese momento parecían estar pasando el rato sin demasiada preocupación se estremecieron visiblemente y hasta tensaron sus cuerpos. Algunos apretaron los dientes, no con odio, sino claramente con el nerviosismo que les provocaba ver a alguien de la Marina allí. Uno de ellos, un hombre flaco y desgarbado que apenas parecía tener fuerza para levantar un saco de harina dio un paso al frente. Aclaró la garganta de manera torpe, tragando saliva como si las palabras se le atoraran antes de salir.

Cla-claro... oficial, ¿en qué le podemos ayudar? —preguntó, su voz temblando ligeramente mientras intentaba mantener la compostura. Su mirada iba y venía entre ti y sus compañeros, buscando algún tipo de apoyo o guía. Los otros hombres no parecían más tranquilos que él. Sus posturas tensas, y uno de ellos retrocedió un paso como si quisiera poner algo de distancia entre ellos y tu figura que ahora los enfrentaba.
#13
Henry
Tigre Rojo de la Marina
Aquellos dos fieles soldados asintieron y cada uno se dirigió a tomar su posición asignada sin decir una sola palabra. La estrategia era algo esencial para este tipo de ocasiones y era algo que desde Conomi venía practicando para algún día volverme un gran oficial. Ya había aprendido bastante sobre el valor de los pequeños detalles en el campo de batalla gracias a errores del pasado, cosa que me hacía tan humano como cualquier otro marine. Al rato pude ver las señales de brazo tanto de Pomeroy como de Lynx, lo que me decía que estaban listos para ofrecerme apoyo desde la maleza.
 
Si hay algo que aprendí en mis 3-4 años en la marina era la importancia de llevar a cabo nuestros objetivos con la menor cantidad de recursos posibles, ya sea de hombres, recursos o provisiones. Mientras tanto la situación en aquél claro parecía marchar de forma calmada, Lynx y Pomeroy estaban listos para disparar bajo mis órdenes y solo faltaba a que hiciera mi propio movimiento. Afortunadamente parecía que todos en el G-17 fueron advertidos de ante mano de nuestra brigada de novatos, lo que alertó a gran parte de los soldados, los cuales habrán aprendido sobre lo peculiar de nuestro grupo y como interactuar con nosotros en el campo de batalla, en especial conmigo y Zirko, pues los gigantes siempre eran una unidad poderosa en el combate.
 
Viendo que todo estaba en su lugar salir de aquél tumulto de arbustos y me dirigí directamente hacia aquél grupo de personas. Para mi sorpresa, mis primeras palabras parecían haberlos asustado a estos sujetos, lo que me pareció raro pero seguí de igual forma. — Bien, gracias por la amabilidad, pero no hace falta estar asustados de mí. Voy a necesitar que se reúnan todos en un área y entreguen sus armas mientras inspeccionamos estos almacenes, prometo darlas de vuelta en cuanto termine. — 
 
Parecían estar dispuestos a hablar las cosas como personas civilizadas, lo que me pareció gracioso y conveniente al mismo tiempo. — Solo les pido, por favor no hagan nada estúpido y todo estará bien. — Les di una sonrisa para intentar calmarlos aunque también sabía lo que mucha calma podía incitar en tipos armados y es que estos vendrán con un plan. — En cuanto hagan lo que les pido haganme el favor de seguirme y mantenerse a dos metros de mi. — Por último quedaba garantizar la seguridad de mis hombres manteniendo a estos tipos cerca mía.
#14
Arthur Soriz
Gramps
El grupo de hombres intercambiaba miradas furtivas y nerviosas entre sí, como si esperaran que por arte de magia alguno de ellos supiera exactamente qué hacer para evitar lo inevitable. Pero no había un plan oculto, ninguna táctica silenciosa que pudiera salvarlos de la situación en la que estaban metidos. Apenas unos segundos atrás su trabajo se limitaba a vigilar y asegurarse de que nadie se acercara demasiado a los almacenes. Ahora tenían a un oficial de la Marina de frente, y sin saberlo ellos... un par de soldados escondidos entre la maleza listos para disparar si les dabas la orden.

Se notaba que además no estaban preparados para algo de esta índole, no tenían siquiera armas de fuego, solamente cuchillos al cinto y poco más. Mano de obra barata, carne de cañón para lo que consideraban tareas menores. No eran soldados ni mercenarios; siquiera parecían criminales con experiencia, solo matones de bajo rango. Lo más probable es que los verdaderos peces gordos estuvieran en otro lado, ocupándose de lo que fuera se habían robado.

A regañadientes hicieron caso a tus órdenes, reuniéndose en un punto sin protestar demasiado. Algunos murmuraban entre dientes, otros miraban de reojo los almacenes como si intentaran calcular si les convenía hacer algo estúpido. Y efectivamente, no tardaron en demostrar que la prudencia no era su fuerte.

Justo cuando estabas por avanzar hacia uno de los almacenes, lo escuchaste. No fue más que un fragmento de una conversación mal transmitida, un error que alguien comentó al no silenciar a tiempo su Den Den Mushi y mandar un mensaje demasiado cerca de donde estabas tú.

Llévense a los putos bichos que llegó la Marina…

Luego, una interferencia breve y un grito sofocado de incredulidad.

"¡¿QUÉ?!"

El sonido fue fugaz, pero suficiente. Con la experiencia que tenías reconocías de inmediato lo que significaba. Allí adentro alguien acababa de dar la orden de mover a los News Coo. No había margen para dudas. Los otros guardias al parecer no se dieron cuenta del error garrafal de su compañero, o tal vez fingieron ignorarlo. No hubo miradas de advertencia ni amenazas veladas hacia el que había hablado de más. Solo intentaron seguir con su farsa, como si todavía creyeran que podían ganar tiempo.

El primero que te había hablado, el flacucho desgarbado, hizo lo que pudo para mantener su mejor cara de póker. Se encogió de hombros y esbozó una sonrisa que pretendía ser despreocupada, aunque su nerviosismo era palpable... sudaba frío ya a estas alturas.

Viejo... aquí no pasa nada, de verdad. Mira.

Sin hacer movimientos bruscos se acercó a la entrada de uno de los almacenes y comenzó a levantar el portón con ambas manos. La estructura chirrió con un sonido metálico y oxidado, revelando lo que había dentro... Cajas de madera apiladas, tablones viejos, herramientas oxidadas y el inconfundible olor a polvo acumulado con los años. Era un almacén común y corriente, aparentemente en desuso.

El hombre se giró un poco hacia ti, aún manteniendo la distancia que se le había indicado antes y añadió con un tono que pretendía sonar relajado.

Solo venimos aquí a pasar el rato, emborracharnos... ya sabes, lo clásico, viejo... sí, justamente eso.

Pero ya no tenías razones para prestarles atención. Sabías que te estaban intentando distraer. Sabías que el verdadero problema estaba detrás de otra puerta, dentro de otro almacén. No podías perder ni un segundo más con este grupo de imbéciles. Además, ya escuchabas no muy lejos el sonido apresurado de algo moviéndose en el interior de uno de los almacenes, se nota que ya estaban apresurándose para probablemente escapar cuanto antes.
#15
Henry
Tigre Rojo de la Marina
El nerviosismo reinaba entre aquél grupo de tipos buenos para nada. Al verlos un poco mejor me di cuenta de lo obvio de su situación pues no eran más que don nadies armados con cuchillos y sin ningún tipo de entrenamiento militar. Estos no tenían de otra más que hacerme caso al no estar preparados para una situación del estilo. Sabía que intentaban planear algo para safarse de dicha situación pero nada productivo saldría de allí, no contra sus brillantes mentes.
 
Antes de poder dirigirme a uno de los almacenes pude escuchar como alguien de aquél grupo habló aparentemente a través de un Den Den Mushi ya que la respuesta que obtuvo se escuchó claramente, con algunos toques de interferencia propia de una transmisión de Den Den Mushi. Paré en seco mientras miraba al piso, pensando rápidamente en mi próximo movimiento cuando uno de los tipos del grupo se dignó a hablarme.
 
Este hacía todo lo posible para pretender que no estaba pensando nada, tanto así que me llevo delante de la puerta de uno de los almacenes para abrirla. Obviamente no había nada de mi interés, pues obviamente no era el almacén correcto. — Se acabaron los juegos. — En cosa de un segundo mi cuerpo se transforma en uno de lava, rápidamente distorsionando el aire a mi alrededor y rajando el piso donde estaba parado. Aquél tipo que decidió jugar conmigo calló al piso rápidamente, como si fuese un saco de maíz. De ahí caminé de vuelta hacia donde estaba el resto de ellos, los cuales sufrieron la misma consecuencia que su compañero, caer desmayados por el semejante calor.
 
Estiré mi brazo derecho y dejé caer de este la suficiente lava como para derretir las armas que estos tipos habían dejado. — Pomeroy, encárgate de sujetar bien a estos tipos los unos con los otros. Lynx, toma posición frente a las puertas de los almacenes y cúbrete detrás de los arbustos, es hora de capturar a estos malnacidos.
 
Al terminar con las órdenes volví a mi estado normal y dejé que la lava que cayó en las armas se enfríe, pudiendo así dejar que Pomeroy pase por aquella zona. La estrategia era simple, yo abriría puerta por puerta mientras tenía a Lynx apuntando a cualquier cosa que intente escapar.
#16
Arthur Soriz
Gramps
El calor residual de tu lava seguía elevándose en el aire, deformando la imagen de todo a tu alrededor con ondas distorsionadas. El suelo aún marcado por las grietas ardientes donde estabas parado, emitía un leve resplandor anaranjado. Lynx y Pomeroy a pesar de la distancia que los separaba de ti, sintieron la opresión del ambiente. Una fina capa de sudor les cubrió la frente y aunque intentaron mantenerse firmes era evidente que la demostración de poder los había dejado algo intimidados incluso con lo ligera que fue. No todos los días se veía a alguien convertirse en una masa viviente de magma capaz de doblegar a un grupo entero con su mera presencia.

En medio de ese momento de aparente control cuando se empezaban a acercar, el mundo se sacudió de golpe.

¡BOOM!

El estruendo fue ensordecedor. Uno de los portones de los almacenes salió despedido por los aires como si hubiera sido arrancado por una explosión. El metal retumbó al chocar contra el suelo levantando una nube de polvo que dificultó la visibilidad por un instante. Y entonces emergieron. Cuatro caballos salieron galopando del interior del almacén, sus cascos martilleando la tierra con violencia, levantando piedras y polvo a su paso. La imagen era caótica... cada corcel llevaba dos jinetes sobre su lomo. Uno de ellos sujetaba las riendas con fuerza inclinándose para dirigir al animal en maniobras precisas mientras que el segundo cargaba con lo que parecía ser una gran jaula cubierta con una lona gruesa.

¡Una distracción!

¡Eh, que se escapan! —gritó Lynx, llevando su rifle al hombro en un intento por reaccionar a tiempo.

Pomeroy fue más rápido. Apuntó y disparó sin dudarlo, su bala cortó el aire a una velocidad endemoniada alcanzando a uno de los fugitivos justo en la oreja. El hombre soltó un alarido de dolor, inclinándose por reflejo y perdiendo la sujeción de la jaula. La jaula casi de inmediato se le escapó de las manos y cayó al suelo en un estrépito, la lona se levantó levemente con el impacto, dejando su interior vacío.

¡Era una trampa!

Si no llevaba nada esta jaula, y los otros tres también llevaban las suyas significa que estaban buscando marearles. Una maniobra para hacerles perder el tiempo, porque los caballos seguían adelante a toda velocidad a unos setenta kilómetros por hora. Aprovechando la confusión para escapar por la misma ruta que tu grupo había usado para llegar.

Si no hacían algo en ese instante, desaparecerían en la distancia.
#17
Henry
Tigre Rojo de la Marina
Luego de aquella demostración de poder solo quedaba ver lo que había detrás de aquellas puertas y resolver aquél caso de una buena vez. Justo antes de poder dar un paso más se sintió como si el mundo se sacudiera pues los portones de aquellos almacenes habían salido volando a causa de fuese lo que fuese aquello. Desde aquella nube de humo blanco salieron cuatro caballos a gran velocidad con dos jinetes en cada uno.
 
Estos parecían estarse llevando jaulas consigo, lo que daba la impresión de que huían con las aves. Aunque Lynx advirtió sobre su intento de escape, Pomeroy fue mucho más rápido y logró efectuar un tiro hacia los escapistas, dándole a uno por la oreja provocando que este suelte su jaula. Al dejarla caer se pudo ver como esta estaba vacía por completo, lo que nos dejaba saber que estos jugarian con nuestras mentes. Sin devorarme un segundo más usé una de mis más reciente habilidades, una la cual me permitía ir más rápido, "Red Flash". 
 
Red Flash
161U402
ÚNICA
Buff
Tier 4
21/12/2024
53
Costo de Energía
1
Enfriamiento
Usando los poderes de la Magu Magu no Mi, Henry crea rápidas y poderosas erupciones en las plantas de sus pies, permitiéndole ir a gran velocidad y atacar. Esto le ofrece al usuario un incremento a su [AGI], haciendo un dash de hasta 20 metros en una ofensiva inmediata.
+9 [AGI]

 
Con esta técnica puedo generar poderosas erupciones en las plantas de mis pies, lo que me impulsaba hacia adelante a gran velocidad. — ¡Revisen los almacenes, no dejen la zona! — Grité con todas mis fuerzas justo antes de abandonar la zona para que así tanto Lynx como Pomeroy puedan poner aquellos almacenes bajo control de la Marina. Pese a la velocidad de aquellos caballos había reaccionada lo suficientemente rápido como para estar mas o menos a una distancia donde podía maniobrar.
 
Viendo que debía de capturarlos a todos con vida debía de ser inteligente al usar mi lava, por lo que estiré mis brazos y lancé grandes cantidades de lava la cual cubría un área de 10 metros, lo que era suficiente para transmitir su calor y desmayar a todo ser vivo a su alrededor. El plan había salido a la perfección, tanto los caballos como sus jinetes se habían desmayado como resultado del calor que estos habían recibido. 
 
Magma Pool
161U201
ÚNICA
Utilidad mantenida
Tier 2
26/1/2025
35
Costo de Energía
25
Costo de Energía por Turno
1
Enfriamiento
Henry pone sus manos en el piso para expulsar grandes cantidades de magma, que se extiende por un área de 10 metros alrededor del usuario.
Crea un área de lava en 15 metros alrededor del usuario.

 
Una vez volviese mi cuerpo a la normalidad y la lava en el suelo se enfríe era hora de arrestar y decomisar como un buen marine. — Aquí el suboficial Henry a base. Hemos descubierto un operativo en medio de un bosque más al norte de Peter's & Co. Necesitamos un pelotón para asegurar la zona y proceder con los arrestos, Henry fuera.
 
EN
#18
Arthur Soriz
Gramps
El aire parecía vibrar con el calor abrasador que se desprendía del magma, distorsionando la imagen del suelo y las figuras que intentaban escapar. Los caballos en su desesperada carrera comenzaron a reducir su velocidad con buena razón. Sus movimientos se volvían torpes, sus patas titubeaban y casi que trastabillaban sobre la tierra que antes firmemente golpeaban con fuerza y ritmo. Primero uno de ellos dejó escapar un resoplido agónico, sus fosas nasales abiertas intentando desesperadamente buscar oxígeno en un ambiente donde el calor parecía absorberlo todo. Luego otro, y otro más. En cuestión de segundos las bestias comenzaron a tambalearse, perdiendo la estabilidad con cada nuevo galope que daban hasta que finalmente sus rodillas cedieron. Cayeron uno tras otro pesadamente, levantando una nube de polvo y tierra al impactar contra el suelo.

El peso de los cuerpos de los caballos al desplomarse fue suficiente para hacer que los jinetes sobre ellos se zarandearan con violencia. Algunos intentaron sujetarse de las riendas con desesperación pero fue algo en vano. La inercia los hizo rodar por el suelo como muñecos de trapo golpeándose entre si, chocando contra la tierra reseca y sintiendo en su piel el calor que aún emanaba del suelo. Al principio gruñían y se removían tratando de levantarse pero poco a poco sus respiraciones se volvieron erráticas, el sudor cayeron de sus frentes en gruesas gotas enrojeciendo sus pieles por el abrasador calor que los invadía. Sus ojos comenzaron a perder enfoque y en un lento pero inexorable descenso hacia la inconsciencia sus cuerpos cayeron pesadamente sobre la tierra. Aún no estaban del todo fuera de combate, pero era solo cuestión de otros segundos más antes de que la combinación del calor y la fatiga terminara por llevarlos al mismo destino que sus monturas.

Sin embargo, la repentina caída de los caballos no solo afectó a los jinetes y sus acompañantes. Las jaulas que llevaban se sacudieron violentamente al desprenderse de sus amarres. Varias de ellas volaron por el aire, girando sin control mientras el metal rechinaba con cada vuelta. La lona que las cubrían se alzó levemente y una nube de plumas blancas se dispersó por el aire siendo arrastradas por el viento. ¡Ahí estaban los News Coo! Dentro de la jaula se podía ver a las aves que parecían o inconscientes, o muertas... una de dos.

Pero entre todas ellas, una aún permanecía consciente.

¡Gordi! El más regordete de los News Coo parecía haber resistido de alguna forma. A pesar de que su pecho subía y bajaba con dificultad y su cabeza colgaba ligeramente de lado, sus ojos seguían abiertos. Aturdido pero despierto, el ave ladeó la cabeza con esfuerzo, dejando escapar un sonido débil, un gorgoteo agotado que apenas era audible en medio del caos.

¡Señor! —gritó Lynx, alarmado—. ¡La lava, la puta lava! ¡Que se quema el bosque!

Pomeroy no esperó una orden para reaccionar, y honestamente Lynx tampoco. De inmediato sacaron sus cantimploras y comenzaron a verter el agua sobre las brasas que habían comenzado a encenderse entre los arbustos secos. Pisoteaban los puntos donde la llama amenazaba con propagarse, pero el avance del fuego no era tan sencillo de contener. Aunque pequeños, los focos ardientes podrían extenderse con rapidez si no hacían algo al respecto. La desesperación se reflejaba en sus rostros, conscientes de que un incendio aquí podía salirse de control en cuestión de minutos.

Por otro lado la caja de hierro que contenía a los News Coo mostraba evidentes daños por el impacto. Algunas de las aves de su interior parecían algo maltrechas. Nada que indicara heridas de gravedad, pero era evidente que el violento golpe al caer había dejado a unas cuantas aturdidas.

La situación estaba bajo control ... al menos por ahora, pero tendrían que encargarse rápido de este último problema o lo que había sido un exitoso operativo de rescate y captura podría transformarse en un desastre de proporciones mayores.
#19
Henry
Tigre Rojo de la Marina
Aunque nuestros escapistas comfiaban en la velocidad de sus corceles no se esperaban tener que lidiar con una fuerza de la naturaleza como yo. Rápidamente aquellas majestuosas criaturas cayeron a falta de aire y su dificultad de respirar, soltando unos gritos de agonía al no poder hacer mucho más. Aquellos tipos tampoco se libraron del calor, pues estos siguieron los mismo pasos que sus monturas al no poder soportar el calor de mi castigo. Sinceramente lo único que me sabía mal de aquella situación era que aquellos pobres caballos debían de pasar por lo mismo que aquellos malandros, pero ese era el precio de la justicia y yo me encargaría de que todo su peso caiga en mis propios hombros.
 
Afortunadamente y con algo de sorpresa de mi parte vi como el resto de jaulas que aquellos tipos tenían con tenían al resto de News Coo robados. Una de estas cajas resaltaba por encima del resto, pues se trataba de Gordi, aquella gordinflona ave aún seguía resistiendo los efectos del calor lo que dibujó una sonrisa en mi cara. Era impresionante la resistencia de tan pequeño animal, seguramente gracias a su arduo entrenamiento atragantandose de comida siempre y cuando era la hora. 
 
Todo parecía finalmente terminar, los almacenes había sido asegurados y pronto llegarían los refuerzos para tomar posesión y control de dichos lugares. Sinceramente no creía que nada de esto hubiese terminado aún, esta operación parecía mucho más grande e importante como para que unos don nadies fuesen responsables de todo esto. Pero todo a su tiempo, pues era probable que alguno de ellos hablaría de más en cuanto se les interrogue dentro del G-17. Mientras pensaba en lo que pasaría en la próxima hora no me había dado cuenta de que mi lava habia empezado a extenderse por el pasto, acercándose peligrosamente hacia el bosque.
 
Gracias a la intervención de Lynx y Pomeroy pude reaccionar a tiempo y ayudarles con dicha tarea. —Soldados Lynx y Pomeroy, aseguren los News Coo y a los ladrones, yo me encargo de esto. — Para evitar que la lava residual hiciera más estragos puse mi mano sobre ella y lo absorbí por completo, ya solo quedando aquél fuego escurridizo. Mi método para detenerlo era sencillo, lanzaría una decente cantidad de lava de mis brazos en forma de arco para rodear este fuego y rápidamente enfriar esta lava, evitando así que el fuego siga su camino hacia el bosque, creandose un nuevo problema. — Disculpen, siempre me tengo que contener por el posible daño al medio ambiente o a estructuras, supongo que ahora saben el porqué, es todo un fastidio jajajaja.
 
Ya era hora de ir a casa y reportarse ante el Teniente Iscariote, al cual le recomendé el ascenso de tanto el soldado Lynx y Pomeroy, los cuales parecían estar calificados de sobra para el cargo. Los News Coo, incluido Gordi, volvieron a su hogar, Parkers & Co, donde los esperaba su dueña, la señorita Featherstone y sus mimos. La misión había sido un éxito tremendo y era hora de tomarme una gran siesta para celebrarlo.
#20


Salto de foro:


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