Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Aventura] [Tier 2] Un Musico, un brócoli y un tesoro
Terence Blackmore
Enigma del East Blue
La taberna se había transformado en una melodía dulce de tensiones veladas y alianzas aún no descubiertas, y en el centro de este crisol yo me encontraba en mi elemento, versado durante los años en las disputas diplomáticas y palaciegas más insólitas.
Los movimientos sutiles y las palabras cuidadas se convirtieron en herramientas de un juego más grande, un tablero donde las piezas no siempre eran lo que parecían. Mientras observaba a los comensales que continuaban llenando el local, supe que cada uno de ellos, en mayor o menor medida, podría ser parte de una trama que, si se manejaba con la precisión adecuada, me permitiría desenmascarar los secretos que aquí se cocían.


La gyojin, con su nativa y exótica gracia, había desviado la atención de muchos, incluido el patético músico cuya actuación había caído en saco roto a pesar de su esfuerzo por captar el favor del público. Tal fue así, que su intento de acercarse a la joven marina había sido interrumpido por un chico desgarbado de semblante impasible que, con una familiaridad inquietante, lo había arrastrado a una mesa apartada. Este acto, aunque aparentemente inofensivo, no era más que un movimiento en un juego turbio, y yo no podía permitir no ser uno de sus celebrantes.

Mi interés se dirigió rápidamente hacia esta nueva dinámica. Había algo en la rigidez del joven desgarbado, en la forma en que había interceptado al músico, que indicaba una relación más compleja que la de simples conocidos. Quizás era un acreedor, alguien con quien el músico había contraído una deuda, o tal vez un cómplice en un asunto menos legítimo. Cualquiera que fuera la relación, era evidente que había una historia detrás, y yo tenía la intención de desenterrarla, aunque fuera por acallar mis pensamientos acerca de la nueva pareja de cantantes, más pésimos si caben que la anterior. Una pena que con lo bonito y tranquilo que es este pueblo, tenga un ocio tan banal... 

Pan y Circo, supuse.

Con la copa aún en mano, me levanté de mi asiento y comencé a acercarme a su mesa. Mis movimientos eran calculados, diseñados para proyectar una imagen de casualidad, pero también de inevitabilidad. Sabía que al insertar mi presencia en su conversación, los forzaría a revelarse, aunque solo fuera para defender su territorio recién establecido.
El bullicio de la taberna proporcionaba la cobertura perfecta. Los comensales, sumidos en sus propias conversaciones y en el ruido de fondo, no prestaban atención al intercambio silencioso de miradas y gestos que se desarrollaba en nuestra pequeña parte del local. La música y las risas eran distracciones útiles, velos que permitían que los verdaderos jugadores maniobraran sin ser detectados.

Al llegar a la mesa, dejé que mi mirada se posara brevemente en el joven desgarbado. Su semblante, aunque inicialmente relajado, traicionaba una tensión latente. El músico, por otro lado, parecía dividido entre la incomodidad y el alivio. Evidentemente, mi llegada había interrumpido algo, y eso era precisamente lo que pretendía.

Presto, el joven Shiro acudió también a este enclave, acallando mi intención, pero curiosamente con una idea similar a la mía en mente:
- Perdonad mi intromisión - comentó preguntando en un tono astuto  - ¿Os sobra alguna de esas sillas vacías? - procedió mientras señalaba los asientos vacíos al lado de ellos. - Hombre, pero si es el cantante de antes - continuó con gracia social, de manera inteligente - A nuestra amiga le ha gustado mucho tu actuación y le encantaría que tomases algo con nosotros - dijo enfocándose en el músico.


El joven desgarbado nos observó con una mezcla de recelo y curiosidad. Pude ver cómo evaluaba la situación, sopesando si nuestra presencia era una amenaza o una simple coincidencia. Sabía que lo que dijera a continuación podría inclinar la balanza, así que continué sin darle tiempo a formar una respuesta.

-De hecho - añadí, con una sonrisa que pretendía desarmar, pero que llevaba un filo oculto, - me preguntaba si podría también unirme a ustedes por un momento. Este lugar está tan concurrido hoy que es difícil encontrar una mesa libre, y la conversación parece ser mucho más interesante aquí. - repliqué sin dar apenas tiempo a una respuesta, resquebrajando la situación como el hielo lo hacía en mi copa.

No esperé una invitación formal. Me senté con un gesto fluido, un movimiento que podría ser interpretado como un intento de camaradería o una muestra de autoridad. Lo importante era establecer mi presencia como un hecho consumado, algo que los obligaría a adaptarse a mi ritmo.

El músico, aun con su expresión de confusión, parecía inclinarse hacia una aceptación pasiva. Su nerviosismo era palpable, una señal de que el joven desgarbado tenía algún tipo de poder sobre él. Este último, por su parte, permaneció en silencio durante un momento, evaluando mis intenciones. Sabía que para obtener lo que quería, tendría que desplegar una táctica más sutil que simplemente interrogarlo, no sin antes dedicar una afilada mirada cómplice a Shiro con una posterior mirada al hombre desgarbado que acompañaba al frustrado bardo.

Decidí comenzar por el flanco más débil: el músico. Mi intención era socavar su determinación, empujarlo a revelar algo que el joven preferiría mantener oculto. A veces, el camino hacia la verdad no se encuentra enfrentando al enemigo más fuerte, sino rodeando a su guardián más vulnerable.

- Tu interpretación fue interesante, y cargada de un rigor sorprendente - le dije al músico en un tono cuidadosamente neutral. - Es una lástima que el gentío no estuviese más receptivo... Aunque, claro, el arte no está al alcance de todos... - añadí, tras una breve pausa.
El músico se removió en su asiento, evidentemente incómodo con el tema. Sin embargo, también percibí un destello de vanidad herida, un resquicio por donde pudiera meterme, pero al mismo tiempo, dejando una ponzoña que impregnara de una ligera crítica hacia el público, una táctica para alinear su frustración conmigo. - Rizzo... ¿Verdad? - agregué recordando su nombre para acercarlo más a mi confianza y utilizar un refuerzo positivo en virtud de un alineamiento a mi favor.
#11
Lance Turner
Shirogami
Parecía que la noche iba a transcurrir sin sobresaltos, siendo hasta el momento lo más llamativo el cambio de color en el pelo de Terence. Me sorprendió, pero traté de no reaccionar a la primera de cambio para no resultar violento, no a todo el mundo le gustaba que le sobresaltasen comentándoles cambios de su apariencia.

Terence seguía siendo reservado, pero extrañamente cercano a su manera. Le gustaba mantener su posición ventajosa y observar todo a su alrededor, sin embargo, podía notar desde hace un tiempo que con Juuken era más cercano, e incluso actuaba como si fuese un hermano mayor. Debo reconocer que esto me agradaba, le había cogido mucho cariño a Juuken, y ver a Terence tratarle también así, me hacía sentir algo más feliz.

Le había explicado a Juuken qué eran los gyojins, puesto que el joven no había alcanzado a ver uno todavía. Quizá de una manera un tanto peculiar, e incluso demasiado rigurosa, pero al fin y al cabo, serviría para que el chico entendiese más sobre esta especie.

Shiro me había recriminado poco después que la próxima vez pediría él, algo que me hizo bastante gracia, pues no lo esperaba para nada. Mi respuesta, además de reírme, fue mirarle y darle un pequeño, pero cariñoso, golpe en la cabeza sin aplicar fuerza alguna.
- Calla, que aún eres un crío. Ya tendrás tiempo de beber. – Le respondí entre risas.

Realmente no tenía problema si bebían un poco, pero no me parecía razonable dejarles vía libre con la bebida a tan temprana edad. Si insistiesen, probablemente les dejaría pedirlo sin problemas, al fin y al cabo, muchas veces no aprendemos hasta que nos llevamos el golpe nosotros mismos.

El músico que estaba actuando parecía feliz al recibir los aplausos de la joven gyojin, hasta el punto de que tras terminar, se dirigió de frente hacia ella. Me parecía bonito que no se hubiese cortado ante la opinión del resto del público, para apoyarle, y que él se lanzase de inmediato para mostrar su gratitud, pero un joven con un aspecto bastante lamentable se interpuso para llevarse al músico con él.

- Que raro… ni siquiera se parecen, por lo que familiar suyo no será… - Pensé mientras les seguía con la mirada y empezaba a escucharles hablar de la letra de la música. Esto, denotaba incomodidad en el músico. ¿A caso estaría criticándole de una forma tan directa?

Decidí poner el oído para enterarme bien, ya que tenía la extraña sensación de que aquello terminaría en discusión, o incluso en pelea. Aunque la subida al escenario de los siguientes dos artistas casi me distraen del objetivo. Parecían bastante peculiares, pero quizá eso formase parte de su personaje artístico y nos sorprenderían gratamente.
- No podía estar más equivocado… - Pensé nada más que empezó a cantar ella. El ritmo del chico del tambor era muy bueno, pero la voz de la cantante no acompañaba para nada, quizá sacaría más potencial en otro estilo de música.

Costándome escuchar la otra conversación, la que realmente me importaba, decidí cambiar mi postura con toda la naturalidad posible. Me acerqué más a la mesa y giré la cabeza hacia la gyojin, no por interés en ella, si no por dirigir mi oído izquierdo hacia donde estaba teniendo lugar la conversación. Con la mano que tenía apoyada en la mesa, tapaba por completo mi oído derecho, intentando omitir en lo posible a la cantante. Sin darme cuenta, centrado en la conversación, parecía que estaba absorto mirando alrededor de la joven gyojin.

No obstante, para mi desgracia, la gyojin se había acercado a presentarse. Con lo cual, sonreí amablemente por compromiso. Por suerte para mi, ahí estaba Juuken, siempre particularmente social. Tras su presentación, alcé la mano izquierda sonriendo nuevamente.
- Yo me llamo Lance, ¡Encantado! – Dije rápido para que otro miembro del grupo pudiese tomar la palabra tras de mi y continuar esa conversación entre ellos.

Shiro había sido bastante gracioso con su comentario de la taxonomía, derivándola rápidamente a Terence, pero tuve ganas de matarle cuando me di cuenta que se había dirigido a la mesa del cantante para pedir una silla, y lo reconoció al instante.
- ¿¡Pero qué haces!? – Pensé desviando mi mirada hacia un lugar totalmente opuesto. – A ver si ahora retoman la conversación de nuevo… Espera ¿¡Qué!? ¡¿Pero quién te ha dicho que le invites?!

No pude mantener más la compostura y volví mi mirada a la cantante, contemplando cómo disfrutaba de su propio espectáculo lleno de orgullo. No estaba escuchándola realmente, trataba de pensar qué podría pasar a continuación, mientras intentaba seguir esa conversación desde la lejanía todavía.

Para mi sorpresa, Terence también se había levantado hacia la mesa, lo cuál me alarmó un poco al comienzo, pero dicha sensación fue seguida de un sentimiento de tranquilidad. Ese zorro sabía lo que se hacía siempre, así que trataría de ir a aprovechar la situación, regalándole el oído al cantante según llegué a alcanzar.

Me reí un poco yo solo, casi como si estuviese loco riéndome ante nada en apariencia. No sabía muy bien como había terminado así, pero menudo grupo más imprevisible habíamos terminado formando. Me pregunto que hubiese pasado si finalmente hubiésemos conseguido atar al grandullón de Hammond. Es posible que hubiese decidido romperles la mesa con la espada, y tuviésemos que partir de esta isla de inmediato. 
- Sí, sin duda tengo buen ojo para encontrar compañeros de banda. - Pensé riéndome de nuevo yo sólo al tiempo que volvía mi mirada a la gyojin, la cuál seguía con nosotros, quizá algo desconcertada al ver como dos se han ido a otra mesa y yo me estoy riendo como un loco.
#12
Rengetsu D. Tenji
Príncipe Ciego
Se extendían por todo el local esos canticos guturales de aquella mujer de una figura extraña y perturbadora que causarían traumas irremediables a cualquiera que se la encontrara de noche con una iluminación baja, aunque con una buena iluminación también. Una cosa sin duda que los presentes en ese día no lograrían olvidar jamás en su vida, no por lo menos sobrios. La actuación causo un incremento en la demanda de bebidas para poder tragarse y digerir eso, sumado a que algunos escupieron su bebida o la derramaron cuando empezó la canción de golpe y necesitaban repostar su copa, una suerte afortunada para los dueños del local o un fichaje muy medido para ese fin. Nada de eso tendría respuestas aparentemente. 

Respuestas poco claras debido al esperpento musical que estaba alcanzando todas las mesas y azotando al publico con su terrible canto, tanto que un hombre se canso y levanto avanzando hacia el escenario - Baja de ahí anda, ignorante de la vida, que no tienes ni puta idea de cantar - Le diria un hombre de avanzara edad mientras le tomaba el micrófono y la sacaba del escenario - Tu no hace falta rey, sigue tocándole

Lo que si tendría una respuesta para la joven promesa en la piratearía Lance, seria su inquietud curiosa y cotilla de fisgonear todo lo que le llamara mínimamente la atención. Y en ese caso su atención estaba puesta en el musico Rizzo y el extraño muchacho que se lo había llevado hacia un lado - Vamos... Estoy seguro que sabes más de lo que dices... Esa canción no pudo salir de ninguna parte... - Es lo que su oído llego a captar hasta que la aparición de una medusa que hasta hace un momento estuvo a punto de ser cortejada por el musico anterior.

La gelatinosa criatura se presentaría ante los jóvenes allí presentes, devolviéndose las salutaciones, pero interrumpiendo el momento de marujeo del futuro capitán. Y para sumar más leña al fuego Shiro avanzaría seguido de Terence hacia la posición de esa extraña pareja como si nada les importara, pero también impulsados por su curiosidad y sutiles intentos de practicar el arte de la guerra con palabras al que se llama diplomacia y manipulación, logrando así manipular a otros para que realicen tus deseos no teniendo tu que hacer nada más que articular las palabras correctas en el momento adecuado, como quien mueve las piezas sobre un tablero de ajedrez.

Por su parte el hombre que estaba buscando robarle el show a la mujer estrafalaria se había adueñado aparentemente del escenario - Guapo, dame ritmo - Le diría para que empezara de nuevo a entonar su rítmica percusión - Hola querido publico aquí Domenico Delgado, pensador y metrosexual os viene a deleitar con una modesta canción.

Soy yo, la que sigue aquí
Soy yo, te lo digo a ti
Mírame y díme qué es lo que ves
Esa mujer que perdiste una vez
Aquí estoy, sin mirar atrás
Sigo mi vida sin más
Sin comprender cómo ni por qué
Me dejaste marchar
Todo te pude dar

- Tu has tenido que hablar con él... Esa historia es demasiado parecida... venga dímelo todo y te dejare ir... - Shiro al acercarse podría captar un poco más de su conversación, al igual que el agujo oído de Lance también se lo permitía solo recostándose un poco sin tener que hacer ningún esfuerzo en particular como sus compañeros para quedar su presencia en incognito - Te digo que solo es una letra que invente no sig... - Una pequeña patada de parte del chico sombrío le haría callar en seco cuando la presencia de extraños se hizo demasiado cercana. Al parecer un joven pedía sillas, lo que no era un problema, pero luego ofreció una invitación que si lo era.

Deslizando su mano hacia la espalda del musico, quedando la misma fuera de la vista de Shiro y Terence se notaria como de golpe el musico palidecía y se ponía un poco más rígido de lo que ya estaba - Toma las sillas y vete, no ves que estamos hablando de algo importante - Le diría de forma seca intentando sacarse a Shiro de encima, cuando de golpe Terence se sentó proclamando que le parecía más interesante escuchar por esa mesa - ¿Disculpa? Es una conversación importante y privada, así que si no importa vuelve tomad las sillas que queráis y volved con vuestros amigos - El joven se había percatado de la mesa de la que venían.

Pero Terence pareció centrar su atención y palabras en el musico, buscando que el mismo soltara su lengua un poco, lo cual molestaría más al joven, el cual parecería dar palmaditas en la espalda al musico como pidiéndole que espabila - Veo que al parecer fuiste el musico estrella del día si tantos tienen interés en ti, pero como dije es una conversación privada, así que largo de aquí - El hombre trazaría gestos con su mano invitando a marchar a los dos nuevos llegados.

Estuve al borde del abismo por tu amor
Lejos de tu mar, me siento más firme
¡Quédate dónde estás!

Soy yo la que se marchó
Soy yo, sin pedir perdón
Mírame y díme cuál es la verdad
Esa será, tu sentencia final
Hoy al fin podré disfrutar
De lo que es libertad
Creo que llegado el final
No hay más que decir
Me despido de tí

Nuevo cantante

OFF
#13
Lance Turner
Shirogami
Era asombroso como incluso tratando de centrarme en otra cosa, la voz de la cantante provocaba estragos. Era probable que de seguir escuchándola un rato largo más, acabaría sufriendo dolores de cabeza.

Mientras trataba de escuchar la otra conversación me había visto obligado a beber la copa para al menos disfrutar algo con el resto de mis sentidos, haciéndole un gesto a un camarero desde mi posición para pedir otra copa. A duras penas lograba percibir algo de información en aquella otra mesa, donde el músico se veía bastante incómodo y presionado. No obstante, hubo una frase que sonó más otra que las demás en aquel local, una que provenía, no de la mesa que trataba de escuchar, si no del público que se encontraba más cerca del escenario.

Sin duda, había captado mi atención, provocándome una risa que difícilmente iba a poder contener. Se trataba de un hombre de avanzada edad y aspecto de haber sido aficionado a cerrar bares a última hora de la noche. Debía medir no más que la media, aunque su espalda encorvada me hacía pensar que quizá sería más alto de mantenerse recto. Desde luego, su aspecto tampoco acompañaba mucho, pero esa frase que le había soltado a la cantante había sido demasiado graciosa, captando mi atención por unos segundos.

En ese entonces, quizá por estar más relajado, alcancé a escuchar alguna frase más clara que las anteriores de parte de la mesa donde estaba el objetivo de mi oído. Parecía haber causado efecto que ese señor hubiese sacado a la cantante.
- Vamos... Estoy seguro que sabes más de lo que dices... Esa canción no pudo salir de ninguna parte... – Alcancé a oír con cierta dificultad.

- ¿Esa canción? ¿Qué tenía la canción de antes para haber captado tanto la atención del chico? – Pensé mientras nacía en mi un sentimiento de odio bastante intenso hacia mí mismo por no haber prestado suficiente atención al inicio cuando entramos.

A duras penas lograba recordaba algo de la piratería en esa canción. Sin embargo, este tipo de canciones son de una temática son muy típicas en las tabernas. Si a eso le sumamos que entramos sin prestar atención, y que la siguiente actuación había eclipsado todo en nuestras memorias, tenía como resultado no saber nada de la mencionada canción.

Miré entonces a la criatura que se había acercado a nosotros previamente, seguía ahí y ninguno había prestado demasiada atención hacia ella. Me daba bastante igual en ese momento, ya que me interesaba mucho más escuchar aquella conversación, pero luego caí en la cuenta de un detalle.
- Espera… ¡Ella había felicitado al cantante! – Recordé en un atisbo de iluminación que me provocó una inmensa alegría. Uno desea ser un bravo capitán pirata, pero el cotilleo, era vital siempre.

De inmediato le ofrecí asiento con mi sonrisa más amable, aun a sabiendas de que podía ser demasiado evidente si me lanzaba directo al tema, pero quería ahorrar tiempo.
- ¡Hola! ¿Por qué no te sientas con nosotros? No todos los días tenemos la oportunidad de conocer a una gyojin – Le comenté con una amplia sonrisa, dejando entrever que quizá mis intenciones o mi interés era otro.

En ese momento, tomó la voz cantante el hombre que antes había soltado ese comentario tan gracioso, presentándose como Domenico Delgado, un pensador metrosexual. Sin duda, este señor podría haber sido un cómico de cuidado en sus tiempos, de seguro tiene muchas historias interesantes que contar. En un futuro, quizá le busque para mantener una conversación.

No obstante, su canción me sorprendió bastante, ya que no era el tipo de letra que me esperaba de alguien así. Miré a la gyojin y vi ahí mi oportunidad de oro.
- Este suena un poco mejor que el anterior ¿Verdad? – Le dije entre risas poco antes de dar un sorbo a la bebida recién servida. – Aunque el que cantó antes que esa, sí que era mucho más talentoso, parecía mucho más profesional. – Comenté como si estuviese haciendo una conversación superflua por hablar de algo.

- Tu has tenido que hablar con él... Esa historia es demasiado parecida... venga dímelo todo y te dejare ir... – Insistía nuevamente aquella voz tan agobiante al cantante al que acababa de hacer referencia.

A pesar de haber interactuado con la gyojin, no había dejado de orientar uno de mis oídos hacia esa mesa, tratando de escuchar algo. Era un poco complicado intentar estar a dos conversaciones al mismo tiempo, pero lo cierto es que esa charla con la gyojin podía ser muy interesante si resultaba recordar la letra.

Tanto Shiro como Terence, parecían estar fracasando en su intento de involucrarse en aquella conversación, quizá les faltaba algo de suerte. Aunque confiaba especialmente en el nuevo pelinegro, creía que en esta ocasión se había precipitado demasiado yendo allí, y estaba deseando que se largasen para poder captar más de esa conversación que tenían el cantante con su particular acosador.

- Por cierto, mi nombre es Lance Turner, encantado. – Le dije a la gyojin cayendo en la cuenta que ni siquiera me había presentado antes. – Disculpa mi mala educación, estaba aún dándole vuelta a las anteriores actuaciones. Es curioso cómo hemos cambiado de una canción pirata a estas dos últimas, mucho más absurdas ¿No?
#14
Terence Blackmore
Enigma del East Blue
El hombre del rostro pálido y ojeroso hizo alguna mención sobre alguien poco tiempo antes de que nosotros nos acercáramos, pero fue lo suficientemente audible como para no caer como un regalo ante nuestros oídos. Simplemente, dediqué una mueca sonriente mientras acercaba mi cabeza al tenso músico, que claramente estaba visiblemente nervioso por la amenaza contra su vida, y establecí un contacto de miradas mientras le susurraba de manera muy simple una oferta que no podría rechazar.

¿Nos contarás la verdad a nosotros si te lo quitamos de encima? —comenté en casi un silbido de manera clara, calmada y taimada, mientras acariciaba una de mis nudilleras dentro del bolsillo del pantalón con la mano que no tenía al descubierto.

Mediante la oferta de esta simple premisa, no pude evitar entornar ligeramente los ojos en una mueca taimada, pero también altiva, aflojando el ceño de mi cara, y simplemente arqueando una ceja mientras el silencio entre ambos se alargaba. Noté cómo las palabras empezaban a trabajar en su mente, pero no había prisa. La urgencia no era mía, después de todo.

La suave presión del metal frío contra mis nudillos me recordó que el tiempo, sin embargo, sí era un recurso limitado. No para mí, sino para él. La vida era, por decirlo de alguna manera, un juego de tensión constante, y siempre había estado en la cúspide, aprendiendo a ser el que decidía cuando soltar la cuerda. Cuestión del ritmo, de aquella pulsión de ritmos regulares que sucedía cuando te jugabas la vida en cada momento. Afinar cada movimiento con precisión quirúrgica. 
Probablemente, desde fuera pareciera que me estuviera precipitando, pero encontrar el auténtico momento era un don. En este caso, la paciencia era la verdadera arma, pero también lo era la necesidad de urgencia. El silencio, bien utilizado, podía ser más delicioso que el ruido de una amenaza explícita.

Mis ojos se fijaron en los suyos, pero mi mente ya estaba mucho más adelante. Sabía que lo había acorralado con solo unas pocas frases, y eso era exactamente lo que necesitaba. El miedo era útil, pero había algo aún más poderoso: la desesperanza. Cuando un hombre cree que no le queda otra salida, cuando sus últimas esperanzas comienzan a desvanecerse, es entonces cuando se vuelve verdaderamente manejable. Lo había visto tantas veces, en tantas caras diferentes, que era casi una historia ya conocida para mí. El día a día en Tequila Wolf.

Mantuve mi postura relajada, casi desinteresada, como si toda la situación no fuera más que un inconveniente menor en mi día. Eso era clave: nunca mostrar urgencia, nunca mostrar impaciencia. Eso le hacía pensar que tenía margen de maniobra, cuando en realidad, todo lo que hacía era hundirse más en la red que yo había tejido para él. Dejé que mi sonrisa se desvaneciera lentamente, y en su lugar, adopté una expresión de fría expectación que escupían casi soberbia. Todo estaba en sus manos ahora, o al menos eso era lo que quería que creyera.

Esperé a ver durante unos instantes la reacción del hombre amortajado, con una mueca ociosa y casi burlona que denotaba la diferencia entre ambos mundos, su inferioridad situacional y mi porte regio. Trataba de provocarlo para tomar partido de una situación desafortunada, pues las personas solían apresurarse. Sin duda, no podía ocultar el efecto que nuestra pequeña invasión había proporcionado a su campaña, y no estaba contento.
  
Moví ligeramente la cabeza, apenas un gesto de asentimiento mientras devolvía la mirada al músico, como si le estuviera dando mi bendición para que hablara. Sabía que cualquier señal de aprobación, por pequeña que fuera, podría empujarlo en la dirección correcta. Al final, los hombres como él solo querían sobrevivir. Y yo era muy bueno en hacerles creer que esa supervivencia dependía únicamente de su cooperación.
No era una mentira completa, claro. Si jugaba bien sus cartas, tal vez podría salir de esta situación con algo más que su vida. Tal vez incluso con una pequeña promesa de protección. Pero eso no significaba que yo fuera a cumplirla. 
Las promesas eran, después de todo, herramientas más que compromisos… Igual que los vínculos.

La luz arrojada de la lámpara que se situaba sobre nuestras cabezas mostraba una iluminación focal que proyectaba sombras alargadas desde nuestra posición, y en ese momento, me sentí como un depredador acechando en la oscuridad. No era una sensación nueva, pero no por ella dejaba de ser menos divertida. Había aprendido a navegar por estos territorios sombríos desde mi nacimiento, a encontrar en la penumbra el lugar perfecto para esperar, para observar y para atacar cuando el momento era adecuado.

El frío del metal en mi bolsillo era un recordatorio constante de que siempre había una opción más directa si las cosas no salían como esperaba. Pero no necesitaba llegar a eso. La amenaza implícita del hombre velado era más que suficiente en la mayoría de los casos. Los hombres como él, los que se encontraban atrapados en situaciones desesperadas, siempre buscaban la salida más fácil, la que les prometía menos dolor, menos consecuencias. Y en este momento, yo era esa salida.

Mis dedos se deslizaron ligeramente sobre la superficie de la nudillera antes de insertar los dedos dentro y cerrar la mano disimuladamente, notando el frío roce del metal. La tensión en mis músculos se relajó, y volví a mirar al hombre de postura desgarbada, sonriéndole con una honestidad y sinceridad que rallaba la extrañeza.
#15
Nagaki
Medusa
Me encontraba maravillada en medio del bar, casi absorta en toda la mezcla de canciones, estilos y tonos de voz, cada cual más variado que el anterior pero, sin embargo, todo tenía su... ¿encanto? ¿esa era la palabra? Al menos este nuevo cantante parecía más la voz de un humano que una foca pidiendo comida. Bueno, un humano al que la vida le haya tratado muy mal... aun así era una mejora considerable. Pero no podía quejarme; lo estaba pasando en grande con la gran variedad de estilos y situaciones que estaban ocurriendo en este bar. ¿Serían todos los bares de la isla tan entretenidos como este? - Me hice esa pregunta en mi mente mientras deslizaba la mirada por el lugar, notando la emoción o las ganas de arrancarse los oídos que emanaba de cada rincón del bar. Las personas reían, bebían y disfrutaban (a veces), creando un ambiente casi mágico. Era un universo desconocido para mí.

Escuché un golpe sordo en una mesa cercana, donde el músico que tanto quería saludar, pero varias personas se interponían entre los dos dejándome sin ver muy bien la escena que pasaba a pocos metros de mí, y la nueva canción no me dejaba escuchar la conversación que estaban teniendo. Sólo me dejaba leer los labios del acompañante del músico sin poder obtener ninguna información relevante. Estaba frustrada por no poder acercarme tan rápido como quería, pero traté de no dejar que eso arruinara mi experiencia. 

Mientras intentaba acercarme, mi atención fue robada por un joven bastante alto (en consideración a mis 160 cm) de pelo blanco y ojos rojos, que me preguntaba sobre la canción y me cedía un asiento. Se presentaba de una forma tranquila que me hizo sentir a gusto de inmediato. -¡Hola! Soy Nagaki... Nagaki a secas. -dije mientras me sentaba en la mesa frente a ellos, en un asiento que tenían libre- Si os soy sincera, es la primera vez que estoy en un club y todo esto me está resultando una experiencia maravillosa. No sabía que teníais tanta variedad musical en la superficie y eso que llamáis... ¿ins.. tru.. mentos? -dije preguntando con cierta duda por si lo estaba diciendo bien- No tenemos de esos bajo el agua; allí solo podemos hacer música con nuestras voces... ¡como las ballenas! -dije pensando que era un ejemplo que todo el mundo podría entender-

Me acomodé en la silla, viendo al grupo variopinto que estaba en la mesa; 3 hombres jóvenes… no, 4. Juraría que había visto a aquel chico tan bien vestido que se encontraba ahora cerca de la mesa del cantante estar con ellos en esta mesa. -Comentabas que no suelen ver muchos gyojin. ¿Es tan raro verlos por Kilombo? Creía que era común vernos por todos lados, de hecho -me dije, acercándome más al centro de la mesa para decirlo bajito- ¡me han dicho que hay una tripulación pirata formada por gyojin! ¿Te lo puedes creer- Al decirlo, no pude evitar sentir que estaba revelando un secreto, aunque fuera una información que probablemente supiera todo el mundo.  La idea de una tripulación formada por mi gente era simplemente fascinante. Aunque fuera una pena que tuvieran que ser piratas.
#16
Shiro
Ninguno
Al parecer dentro de la banda hubo alguien con el mismo ímpetu que yo y antes de acabar mi estratagema apareció Terence con su propio plan en mente. Estaba acostumbrado a tratar con el carácter despreocupado de Juuken y de Lance, por lo que no había pensado en ningún momento que el refinado pelinegro fuese ese tipo de persona también. En un principio me había dado la sensación de que era alguien que estaba por encima de este tipo de cosas… aunque no tardó en demostrarme que estaba muy equivocado con mi idea inicial sobre él. Tendría que ponerle un ojo encima más adelante, pero había cosas que requerían mi atención con más rapidez. La misma con la que respondió Terence encabezando la conversación con aquella extraña pareja.

La excusa de las sillas quedó atrás con el nuevo juego mucho más directo impuesto por Terence. Si bien al principio me había funcionado el plan como había querido escuchando parte de la conversación, la cual parecía focalizarse sobre la letra del cantante y la veracidad de la misma, nunca supe si la segunda parte hubiese terminado ocasionando el mismo efecto; ya que la situación comenzó a tornarse tensa por parte del joven desarrapado por la intromisión de Terence y todo viró hacia una dirección que hizo ponerme algo tenso, centrando mis sentidos ante la escena que sucedía ante mí y dejando de lado lo que comenzaba a pasar entre bambalinas con el nuevo cambio de cantante.

Había visto demasiadas peleas en la Gray Terminal para saber que la cosa no podía acabar bien, por lo que me quedé al lado de Terence cuando este hizo caso omiso a la invitación que nos hizo el tipo a marcharnos. No iba a volver a dejar un compañero atrás. Me negaba a volver a vivir lo de Hayato y dada la propuesta que acaba de hacer Terence al cantante podría correr la sangre más pronto que tarde. El desarrapado no tenía pintas de dejarse amilanar así como así, pero no por ello iba a dejar solo a mi compañero.

No quería romper el clímax por lo que me coloqué en silencio a las espaldas del cantante, observando cómo se desarrollaba la trama que el pelinegro había tejido con suma maestría mientras me cruzaba de brazos a la altura del vientre en un gesto que parecía casual, pero con el que solo quería tener al alcance el mango de una mis katanas. Ver a Terence actuar era todo una maravilla nunca antes vista para mí. Esos jueguitos mentales no eran tan usuales de dónde venía y no estaba tan versado en ellos. Allí las cosas se solucionaban de manera más sencilla, mucho más directa y física, y no con esa danza no verbal que marcaba claramente que provenían de mundos distintos… Y he de admitir que ese juego de gestos y miradas fue mucho más duro que alguna de las peleas que había visto… Tan duro, que no dudé en tomar notas mentales de derroche de habilidades mentales. Uno nunca sabía cuando le iba a ser necesario algo así.

Quería ayudar a Terence a inclinar la balanza hacia nuestro favor, pero dudaba estar a la altura de aquel juego, por ahora era solo un aprendiz tomando nota. Lo mío normalmente era cortar los problemas por la mitad cuando se presentaban, por lo que de momento simplemente intenté emular parte de la actitud de mi acompañante mostrando un mutismo que no me era desconocido, mientras mantenía una aparente postura relajada al tiempo que lucía una sonrisa de lado con la que quise mostrar la misma confianza y superioridad que lucía Terence.
#17
Juuken
Juuken
La chica azul se presentó como Nagaki Asecas, y parecía estar tan extrañada con todo como yo. Inevitablemente sonreí al darme cuenta, aliviado, de que no era el único que a veces parecía no comprender nada de lo que pasaba a mi alrededor. Sin siquiera conocerla ya me empezaba a caer bien esa chica.

Por lo menos si había algo que yo sabía y ella no, y era la existencia de los instrumentos. La música desde que la conocí me encantó. Todavía recuerdo aquellos días sobre el barco de Marin y Tom, un pequeño grupo de la tripulación a menudo improvisaban algo de música haciendo ruido con algunos objetos que llamaban instrumentos. Algunos tenían cuerdas, otros simplemente hacían sonido golpeándolos. Siempre me había parecido maravilloso todo aquello.

Tanto Shiro, como Terence, se habían acercado a hablar con aquél músico, ni siquiera se habían dignado a mirar a Nagaki. Aunque no se si se marcharon antes de que ella llegara o después, lo cierto es que estaba demasiado atento a los artistas, que de hecho había vuelto a cambiar el cantante, ahora se trataba de un hombre con bigote. La verdad es que cantaba mejor que el anterior.

Me quedé mirando a Nagaki, había nombrado algo de una tripulación gyojin. ¡Claro! Ahora lo recordaba, ya había conocido algún gyojin, pero era muy distinto a esta chica de ahora. ¿Cuántos tipos habría de hombres-pez?

-Pues nunca he oído hablar de esa tripulación, de hecho apenas he conocido gyojin, pero debe ser interesante, me gustaría conocerlos. -Dudé sobre si hacer la siguiente pregunta o no, al final mi curiosidad me pudo.- Oye, Nagaki. ¿Sois todos tan diferentes el uno del otro?

Esperaba que mi pregunta no le ofendiera, y esperaba también que notara mi verdadero interés en su pregunta. Aunque se le veía bastante joven se debería de haber encontrado con cientos de ellos. Supongo que vivirán juntos en sus pueblos, o ciudades o como quiera que se llamen los sitios donde se juntan los de su especie. De todas formas, no quería incomodarla y si veía que no respondía pronto saltaría con otra cosa.

Aguardé la respuesta, pero también advertí que Lance parecía algo ido, más atento a la mesa donde estaban Shiro y Terence que a lo que estábamos hablando aquí. Estaba distraído, mirando algo de reojo hacia allí. No sabía si concentrándose, si pensando en sus cosas o temiendo por lo que esos dos le pudieran hacer al músico.

Por otro lado, había dicho anteriormente que estaba pensando en las actuaciones anteriores, igual solo eran imaginaciones mías, pero de igual forma me dirigí directamente a él, algo me decía que quería ir a ver al músico. Me levanté con, tal vez, demasiado entusiasmo.

-Oye Lance. Parece que han ido a felicitar al músico -dije ignorante de mí sobre los hechos reales.- Y aquí Nagaki parece que también le ha gustado. ¿Quieres que vayamos también a felicitarle?
#18
Suzuka D. Hanami
Dragón Floreciente
La situación en el interior de aquella taberna entro en un ligero punto muerto, lo cierto es que Terence era un experto en provocar a la gente e intentar juguetear con ellos. No obstante estaba forzando mucho la cuerda del violín y la tensión se estaba tornando insostenible. Jugar esta bien, pero no solo es saber que teclas pulsar y que cuerdas tirar, debes conocer bien el instrumento. Cada persona es un mundo y nunca sabemos como van a reaccionar y que esperar de ellos.

Soy yo la que sigue aquí
Soy yo ya te lo advertí
Mírame bien, es la última vez
Soy esa mujer que no podrás tener

El cantante seguía de fondo con lo suyo, aunque poco a poco los comensales iban acostumbrándose a las excentricidades de los cantantes y se enfrascaban más en sus asuntos y conversaciones. Como en la mesa donde se estaba profundizando en los gyojin y sus peculiaridades gracias a la presencia de la medusa Nagaki, la cual resaltaba en todo el local y tenia ahora mismo capturada la atención de Lance, aunque su interés seguía radicando en la mesa del fondo donde habían ido sus compañeros, y de Juuken, el cual si estaba completamente interesado en algo que no conocía como una persona pez, lanzando una que otra pregunta a la pescanova. Parecían estar haciendo buenas migas, pero como no, el interés de todos parecía querer dirigirse hacia la mesa donde estaba el cantante. Siendo Juuken quien tomaría la iniciativa de poner avanzar hacia ese lugar.

Soy yo la que se marchó
Soy yo, sin pedir perdón
Mírame y díme cuál es la verdad
Esa será, tu sentencia final

Por otro lado Terence soltó una firme y clara amenaza al individuo que parecía estar molestando al musico, sin decírselo directamente a él. Como si le restara importancia o directamente ignorara su presencia, al ofrecerle a Rizzo que les contase a ellos todo si se liberaban de aquel hombre, un claro desafío directo. Aunque el musico no respondería ante tal afirmación, porque había algo que Terence no contaba, una sola pieza que se le había escapado al Blackmore en el asunto. El propio Rizzo ya se encontraba bajo amenaza y sentía como su vida pendía del filo de una daga.

Soy yo la que se marchó
Soy yo, sin pedir perdón
Mírame y dime cuál es la verdad
Esa será, tu sentencia final
Pudiste tenerme...

- Bueno, no tenemos tiempo que perder con claramente niños de papa que han tomado copas de más, dejare pasar tu comentario porque aquí mi buen amigo y yo tenemos temas de que hablar, podéis quedaros con la silla, nosotros nos vamos, no? - Aun con su mano tocando la espalda del hombre le lanzaría aquella pregunta a la cual el musico contestaria a diferencia de las de Terence - S... si... - Fue un si dubitativo, incierto, no quería decirlo, pero claramente se forzó a ello. Pasando a levantarse ambos como si el cabeza lechuga estuviera ayudando al musico a incorporarse, más el único que vio la verdad fue Shiro, quien se había deslizado hacia la parte posterior de aquellos asientos, aprovechando que la atención estaba puesta en Terence y logro notar que bajo la mano que apoyaba el hombre en la espalda del musico se asomaba el centelleante brillo del filo de un arma que tocaba muy estrechamente la espalda del musico. Claramente debía sentir el filo a través de su ropa el hombre, seguramente cambiando un poco el gesto notaria la punta del arma clavarse levemente.

- Oigan que ya termine... - Diría el nuevo cantante que estaba en el escenario volviendo a captar la atención del publico recibiendo un par de modestos aplausos del publico - Gracias, gracias, I love this country - Diría lanzando besos al publico.

- Bueno si nos disculpáis, podéis quedaros con las sillas y las mesas, mi amigo y yo nos retiramos - Comentaría tranquilo el chico mientras se intentaba retirar de la mesa dejando atrás a Shiro y Terence atravesando el local en un cruce de personas que formaban casi un pequeño baile entre los cambios de mesa, los viajes a la barra a repetir sus pedidos, un cambio en el musico del escenario. Pero la pareja intentaría poner un ritmo forzado hacia la puerta si no eran interrumpidos o detenidos antes.

- Bueno, ¿cómo están los máquinas? Lo primero de todo - Preguntaría un hombre con alas al publico conforme se subiría al escenario, mientras se preparaba.

Nuevo Musico


OFF
#19
Lance Turner
Shirogami
La joven gyojin se mostraba algo cortada por la pequeña vergüenza que debía sentir, pero también se podía ver lo animada que estaba, recordándome a Juuken en ese afán por hablar sin cesar haciendo preguntas. Al parecer, era su primera vez en una taberna con espectáculo musical, y le estaba encantando.
- Así es, aquello con lo que hacen esa melodía musical, son instrumentos. – Le dije riéndome un poco con un gesto amable para que se sintiese más cómoda con nosotros.

Para mi sorpresa, resulta que entre los de su raza, la música sólo la hacían con la voz, nada de instrumentos o similares. Me pareció muy curioso, ya que nunca había escuchado el canto de un gyojin, pero sentí que era algo que merecía la pena escuchar.
- ¿Y por qué no subes al escenario y cantas? – Le pregunté con gesto de sorpresa, haciéndola partícipe de la sorpresa que era para mí la idea. – De seguro, a muchos nos encantará escuchar tu canto.

La conversación fluyó posteriormente con naturalidad, centrando el tema en esta ocasión sobre la frecuencia de ver gyojins en Kilombo. Con mucho cuidado de no faltar al respeto a su raza con mis palabras, pensé cada palabra que decía antes, explicándole que sabía que estaban en varios lugares del mar, pero no había tenido la suerte de ver a una gyojin hembra hasta ahora, y mucho menos escucharla cantar, con clara intención de retomar ese tema y provocar que ella misma tuviese ganas de hacerlo.

Poco después, la conversación se centró en una tripulación gyojin, de la cual sí que había escuchado hablar, pero muy de lejos, con información nada veraz. Juuken empezó a interactuar más con la gyojin ahora, preguntándole con cierto tacto si eran tan diferentes unos gyojins de otros.

Volqué nuevamente mi mirada al músico y el pequeño grupo que se acababa de formar alrededor de él mientras ellos continuaban hablando, aunque no tardé mucho en devolver mi atención a Juuken, cuando propuso ir a felicitar al músico también. Escuchando desde mi posición que el tono de la conversación iba a más, anunciando que no tenían tiempo que perder con niños, se me ocurrió un plan.
- Juuken, ve tú y adelántate, yo tengo algo en mente, luego te comento. – Me levanté de mi posición estirándome levemente y dejé unas monedas como propina al local en mi mesa. Posteriormente miré de nuevo a la gyojin y le guiñé un ojo. – Anda, piénsate eso de ir a cantar, ¡Seguro que lo haces genial!

Dicho esto, y mirando de reojo la situación en ese pequeño grupo donde se encontraba el músico, salí de la taberna, cerrando la puerta tras de mí. La calle parecía completamente vacía, todo lo contrario al local del que acababa de salir, y eso era algo que pensaba aprovechar. Apoyé mi espalda en la pared contigua a la salida del local, y suspiré un poco mientras esperaba. Pensaba aguardar hasta que saliesen, para después tomar la iniciativa con aquel extraño tipo que parecía tener acongojado al músico.
#20


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