Alguien dijo una vez...
Donquixote Doflamingo
¿Los piratas son malos? ¿Los marines son los buenos? ¡Estos términos han cambiado siempre a lo largo de la historia! ¡Los niños que nunca han visto la paz y los niños que nunca han visto la guerra tienen valores diferentes! ¡Los que están en la cima determinan lo que está bien y lo que está mal! ¡Este lugar es un terreno neutral! ¿Dicen que la Justicia prevalecerá? ¡Por supuesto que lo hará! ¡Gane quién gane esta guerra se convertirá en la Justicia!
[Boda] Gertrudis Longbottom & Tofun Threepwood
Umibozu
El Naufragio
Unos días antes…



Tofun me había dado, o más bien, hecho llegar una carta. Extrañado la abrí. Al menos en esta ocasión había tenido en cuenta mi tamaño y le había personalizado. ¡Era un fastidio tener que coger cosas de humanos! ¡Ni que decir tiene si la hubiera hecho de su tamaño! Reí a carcajadas al pensar en cómo habría tenido que abrir una carta tamaño tontatta. Imaginarme con unas púas de erizo manipulando el objeto, ¡pues hasta mis escamas serían más grandes que eso! Por el contrario, imaginarme al diminuto ser escribiendo algo tan grande me resultó igual de gracioso, lo que aumentó el sonido de las carcajadas. ¿Se habría bañado en tinta y habría ido correteando por la carta? ¿Habría encargado a alguien escribirla? Preferí pensar en lo primero. Me resultaba más divertido.

Recordé vagamente nuestro encuentro y como algo tan hostil había terminado de una manera tan amigable. El Mar tenía su propio sentido del humor y sus mareas eran inescrutables. A pesar de su corta estatura, era un tipo grande. A poco que lo conocieses, era fácil entender porque lo llamaban El Largo. ¡En igual proporción era su cuerpo de pequeño, que de grande su leyenda! - ¡Púas de erizo-lurk! ¡Que se casa el nanoplancton-lurk! - continué leyendo la carta hasta el final, aunque ya de manera superficial y rápida a causa de la curiosidad que me había despertado el resto de la nota. ¡A saber qué más encontraría! ¿Se había rapado la barba? ¿Habría crecido dos centímetros más? ¡Seguro que además de casarse, iba a adoptar un pulpo!



18 de verano del año 724 a las 6 am,
Pueblo de Rostock,
East Blue.


Desperté aquella mañana con los mismos nervios que un alevín de pez linterna la mañana de Santa Shark. ¡Tofun se casaba! Por suerte había tenido la decencia de avisar varios días antes y había conseguido el disfraz perfecto para la ocasión. Me había costado encontrarlo de mi talla, pero con un poco de esfuerzo había dado con él. Debía admitir que me quedaba perfecto: temática, color… ¡Además era super cómodo! La boda sería a primera hora de la mañana, ¿qué tenía el nanoplancton en contra de las mañanas o las tardes? Por un momento pensé que sería debido a que se habría pasado la noche de borrachera como la primera vez que nos vimos, pero rápidamente desestimé aquella posibilidad. Ya tendría borrachera suficiente durante el día; aunque nunca era suficiente si hablábamos de alcohol para alguien que prácticamente es alcohol.

Me apresuré a terminar de prepararme. Con el atuendo ya puesto, tomé unas cuantas algas y me las froté. ¿Qué? Debajo del mar no había colonia, además que no había mejor aroma que unas algas recién arrancadas de la roca o del fondo marino. Miré el reloj. Era temprano, todavía quedaba algo de tiempo, pero todavía tenía muchas cosas que hacer. Nadé hasta el astillero dónde estaba el barco que se me había encargado remolcar - ¡Medusas urticantes-lurk! - ¿Y esto me lo tengo que llevar puesto-lurk? - pensé rascándome la parte superior de la cabeza. Yo era grande, ¡pero ese bicho lo era aún más! Agradecí que el lugar no estuviera demasiado lejos del acantilado dónde se iba a llevar a cabo la boda. Era el mismo en el que nos encontramos la primera vez. Sonreí burlón al recordar como una pelea a muerte podía acabar en amistad. Conseguí varias sogas y amarras que fui pasando por mi cuerpo para remolcar el barco. Difícilmente contaba con la fuerza necesaria para empujarlo o levantarlo, pero sí podría usar mi gran tamaño para remolcarlo. El avance fue mucho más lento de lo que creía al inicio - Me tenía que haber dado más prisa en decorarlo-lurk - me lamenté para no ser escuchado por nadie. Solo por desahogarme. No tardé en acusar cansancio; también era más pesado de lo que pensaba, pero el deseo de llegar a la boda del tontatta era mayor. Continué nadando. Ya veía el acantilado. A cierta distancia comencé a escuchar música y minutos más tarde estaba con los brazos apoyados en el acantilado, con la respiración agitada y jadeando. Tan solo se me veían los brazos cruzados entre sí y la cabeza apoyada en ellos - ¿He llegado tarde-lurk? ¡Necesito beber-lurk! - barrí el lugar con la mirada. ¡Había gente de todos los tamaños y razas! Pero frente a mí y de espaldas estaba el motivo último de mi presencia allí - ¡Mierda-lurk. Me lo he perdido-lurk!

Resumen


Disfraz


A tener en cuenta
#11
Galhard
Gal
Galhard, quien ya había asumido con dignidad su papel en la boda más excéntrica que había visto, mantenía su puesto de guardia vestido con el disfraz de banana que había tomado de último momento. Mientras recorría con la mirada el lugar, observaba cómo los invitados seguían llegando, cada uno con atuendos más pintorescos que el anterior. La festividad ya estaba en marcha, y el caos alegre que envolvía el ambiente era innegable.

Entre risas, brindis y gente disfrazada de alimentos, la boda parecía más una parodia del matrimonio que un evento solemne. Pero Galhard, a pesar de estar vestido como una banana, no dejaba de lado su tarea como custodio. La tensión entre los familiares de la novia y los invitados del enano era palpable, pero su presencia tranquila y su imponente porte mantenían a raya cualquier intento de conflicto. De hecho, su presencia intimidante lograba que cualquier mirada desafiante se disipara en cuanto se cruzaba con su mirada firme, recordándoles que, aunque estaban allí para celebrar, los marines no bajarían la guardia.

Mientras tanto, Galhard no pudo evitar sonreír al ver cómo los demás asistentes se incorporaban al caos. Asradi, vestida de nigiri de gamba, había llegado junto a su acompañante, Ubben, cuya apariencia era igualmente extravagante. El carruaje envuelto en un papel de regalo chillón, acompañado por caballos igualmente decorados, no pasó desapercibido para Galhard. Su agudo sentido del deber lo hizo vigilar con más atención aquel carruaje, preguntándose si aquello traía alguna amenaza. Sin embargo, pronto se relajó al ver la risa en los rostros de Asradi y Ubben, comprendiendo que se trataba simplemente de otro de los absurdos regalos de la boda.

Observando todo el escenario desde su posición, Galhard sentía una mezcla de incredulidad y fascinación. Entre los presentes, notaba a Tofun corriendo de un lado a otro, haciendo de las suyas, mientras los invitados disfrazados intercambiaban comentarios y risas. A pesar de la atmósfera caótica, los brindis con insultos cómicos, y los disfraces que parecían más salidos de una fiesta de disfraces que de una boda, había algo en todo aquello que le hacía sentir una conexión con las personas alrededor. A fin de cuentas, era parte de lo que los marines protegían: las extrañas, pero significativas celebraciones que unían a las personas, aunque estuvieran disfrazadas de sushi o frutas.

Un brindis resonó desde el área principal, acompañado por una serie de carcajadas y vítores. Entre el ruido de la celebración, el marine disfrazado de banana se mantuvo atento, mientras el comandante Aarganeo supervisaba la boda desde una posición destacada. No dejaba de ser un evento de alto perfil, con personalidades importantes tanto de la Marina como de otras facciones presentes, lo que significaba que la seguridad era una prioridad. Galhard no bajaría la guardia, aunque su disfraz y el ambiente festivo pudieran sugerir lo contrario.

Justo en ese momento, Asradi y Ubben se acercaron a la zona principal, donde el caos seguía creciendo a medida que más invitados se sumaban. Galhard observó la interacción desde su posición, asegurándose de que todo estuviera en orden. Cuando los ojos de Asradi se cruzaron con los suyos, una sonrisa cómplice se dibujó en sus labios mientras levantaba tímidamente una de sus manos como forma de saludo, de las últimas cosas que Galhard podía esperar era reencontrarse con su amiga en medio de aquella pintoresca boda, cuando todo el ambiente se relajase más se permitiría a si mismo hablar con ella y ponerse al día de sus vidas, el hecho de verla le había alegrado la boda. Sin duda, ambos sabían lo absurdo de la situación, pero en ese instante, Galhard entendió algo fundamental: el deber de proteger no siempre estaba relacionado con conflictos serios o amenazas inminentes. A veces, también implicaba estar presente en los momentos más extravagantes y mantener la paz en medio del caos.

El sargento Ahab, con su sombrero de gallina, se acercó a Galhard, echando un vistazo a su disfraz con una sonrisa burlona.

—No me digas que te estás divirtiendo, banana boy —comentó Ahab con tono irónico, dándole una palmada en la espalda.

Galhard soltó una pequeña risa y negó con la cabeza, aunque no podía negar que, en medio de todo el absurdo, había algo en esta boda que le hacía sentir parte de algo único.

—Sargento, nunca pensé que mi deber me llevaría a una situación como esta, pero aquí estamos — Galhard respondió mientras continuaba escaneando el área con sus ojos, manteniendo la profesionalidad a pesar del ambiente relajado.

—Bien dicho, chico. Mantén los ojos abiertos. Nunca sabes cuándo algo inesperado puede ocurrir —advirtió Ahab antes de alejarse, dejando a Galhard con la certeza de que, pese a las risas y los disfraces ridículos, el deber nunca debía ser tomado a la ligera.

La boda seguía su curso, y mientras la pareja del momento, Tofun y Gertrudis, se preparaba para dar el sí, Galhard se aseguró de que su disfraz de banana no le impidiera cumplir su misión. Porque, aunque pudiera parecer cómico, seguía siendo un marine, y su responsabilidad era proteger, incluso en los momentos más absurdos de la vida.

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#12
Asradi
Völva
La sonrisa de Asradi era esplendorosa. Eso si que era una boda en todo el sentido de la palabra. Aunque al principio rezongado un poco con el tema de los disfraces, pensando que iba a hacer el ridículo, ahora le parecía una excelente idea. Además, que gracias a que todos iban disfrazados podia disimular su cola sirénida de la mejor manera posible, adjuntándola al disfraz. Nadie que no conociese el secreto de la chica, adivinaría que, efectivamente, tenían una sirena delante de sus narices. Además, no estaba sola. Ubben la acompañaba y ya había visto a Airgid, a la que saludó efusivamente con una mano. Se le escapó una risita al ver que la rubia iba disfrazada de una colorida piruleta, siendo su única pierna funcional el palito. También vió (como para no) a Ragnheidr. Haciendo de las suyas.

¡Ragn! — Su voz se alzó ligeramente, viendo el desbarajusto del grandullón junto con Pepe. A ver, le caía bien el perrito, pero es que iba demasiado gracioso vestido así. Tanto el animal como su dueño. — ¡Se te ven los muslos! — Le gritó al Buccaneer, en el momento en el que aquel momento estrafalario sucedió. De refilón apenas y vió una de las nalgas peladas y blancas del imponente hombre.

La chica se llevó una mano a la cara, dejando que uno de sus ojos pudiese ver a través de un par de dedos separados. Antes de estallar en una carcajada abierta y divertida. Tuvo que enjugarse un tanto las lagrimitas que se le escaparon. Si la boda iba a estar así de movidita... ¡Había que disfrutar! La risa fue cortada, parcialmente, por Ubben, al cual le miró de forma risueña. Acababan de llegar y ya se lo estaba pasando en grande. Habían llamado la atención con el bailecito anterior y ahora el “Señor Soja” continuaba tirando de la carreta mientras se quedaban ya en la zona de invitados.

Al final, la boda dió comienzo, y la sirena se mantuvo muy entretenida viendo todo aquello. Aunque no pudo evitar que, al ver al novio se le arrugase ligeramente la punta de la nariz.

Ugh... Detesto las piñas. — Se le escapó el comentario, abiertamente, hacia Ubben que todavía estaba a su lado.

En realidad no tenía nada en contra de Tofun, que estaba super graciosete con aquel disfraz. Pero es que tenía una fuerte alergia a las piñas, precisamente. Le daba repelús de tan solo pensarlo. Pero era mejor no pensar en ello.

La boda fue transcurriendo de manera caótica, bonita y divertida al mismo tiempo. La atención de Asradi se había posado, en algunos momentos, sobre la novia en sí. ¿¡Ciento cuatro años!? ¿Los humanos vivían tanto? Tenía entendido que no pero, al parecer, había ciertos prodigios al respecto. Como esa señora.

Y como el tipo que estaba dando el discurso.

Menudos pulmones... — Susurró la chica, vestida de sashimi, mientras Stan daba todo el discurso con la parafernalia.

Miró de reojo a su acompañante, susurrándole casi cerca del oído.

Oye, ¿qué es Netflix? ¿Es algún plato exótico o algo así? — No, no tenía ni idea de a lo que se refería. Todavía no conocía mucho mundo y era algo inocente en algunos aspectos. Aunque demasiado pícara en otros.

Finalmente, la boda continuó, pero ya para dar lugar al festejo en sí. Asradi incluso lanzó, a los novios, unos puñados de arroz que formaban parte de su propio disfraz. Parecía que también se hacían apuestas sobre cuánto duraría aquel matrimonio. Suponía que hasta que a la vieja le diese un jamacuco. O, a lo mejor, le daba antes a Tofun en la noche de bodas. Imaginarse la escena fue tan cómica que tuvo que contener una carcajada. Y entonces, con los fuegos artificiales sobre el cielo, lo vió.

¡ESE SÍ QUE ES UN GRANDULLÓN! — Había visto al wotan. ¡Cómo para no verlo con esa envergadura!

Los ojos azules de Asradi se abrieron de par en par y no dudó en saludar al enorme coloso marino. No lo conocía y suponía que sería uno de los invitados de Tofun. Pero siempre era agradable tener a un camarada oceánico por los alrededores. ¿Cuánto comería esa cosa? Seguro sería capaz de acabar con toda la comida del banquete de un par de sentadas. La sirena le sonrió ligeramente, antes de que su atención y su vista continuasen curioseando por el lugar. Había marines, lo que le puso un poco nerviosa. Miró de reojo a Ubben, el cual se había presentado con otro nombre, y le sonrió con cierta complicidad. No solo por Ubben, sino también por ella misma.

Por inercia sus manos se dedicaron a recolocar, con naturalidad, el disfraz que llevaba, sobre todo en la zona de la espalda, no dejando que ni una sola porción de piel de dicha zona se pudiese ver. Y, sobre todo, lo que había debajo de esa tela. Al volver a echar un vistazo entre los marines, vió una cara conocida. Galhard le había saludado de manera tímida, casi. Pero es que estaba demasiado gracioso. Recordaba lo serio y bien portado que había sido en aquella ocasión, con ella, en la playa y demás.

Y no se contuvo.

¡GALHARD, MENUDO PLATANOTE TE CARGAS! — Ahí, a todo pulmón y acompañado de una gran, y melódica, carcajada.

Y eso que todavía no había bebido ni gota de alcohol, pero es que había sido totalmente inevitable. Al volver a mirar al pelicastaño, Asradi tenía una sonrisa esplendorosa, traviesa y los ojos brillando de la misma índole. Era una desgracia con cola cuando se lo proponía. Una desgracia para los demás, todo sea dicho.

Contenido a tener en cuenta
#13
Nagaki
Medusa
Tras inspeccionar la zona y comprobar que todo iba bien pronto la gente empezó a alegrarse y a animarse a hacer más cosas. Eso significaba que tendría más trabajo al tener que estar controlando todo lo que pase, pero al mismo tiempo me daba más pie a poder moverme de aquí allá.

Todo se quedó en nada y quedándome las ganas porque al poco Stan llamó la atención para empezar el evento. Tendría que buscar un hueco para hablar con esa persona, tenía entendido que era un empresario de éxito y que sus transportes eran muy veloces y requeridos por todo el East Blue. Si conseguía hablar con él le pediría que me enseñara alguno de sus famosos barcos, o incluso podría llegar a algún acuerdo para cuando abra mi aserradero en un futuro. Sería un buen negocio para ambos, ¿no?.

Al poco del carraspeo entró por fin la novia, vestida de... ¿coco? ¿coco y piña?. Bueno, al menos no iba de pizza, tenía entendido que ese tema era un poco peculiar tratarlo estos días después de que llegasen rumores de ciertos rufianes piratas que atacaron al Baratie no hace mucho. Aunque sorprendiera decirlo por la edad que tenía, realmente la novia aparentaba mucho menos de los años que tenía. Tenía pinta de ser la típica abuelita encantadora que consiente a los nietos y les da unos berries a escondidas de los padres en cada celebración. Aunque el disfraz de coco tenía que pesar una barbaridad porque la verdad es que iban muy lentos caminando por el pasillo. Eso o no quería tropezarse con el disfraz y salir rodando por la pasarela y acabar tirando a Tofun y a Stan como si fueran unos bolos. Aunque sería bastante divertido para que engañarnos.

Durante el discurso notó que sus palabras aunque las palabras de Stan estaban cargadas de sentimientos, a partir de la tercera palabra me encontré en un estado donde no me enteraba de la mitad de lo que decía y al mismo tiempo tampoco entendía gran parte de las palabras sofisticadas de la otra mitad del discurso. ¡Pero era un discurso muy bonito por lo que estaba entendiendo!

Cuando por fin se besaron me quedé paralizada por un segundo, sin poder procesar lo que estaba sucediendo. Pero tras un momento de empezar a entender la situación y ver que nadie se sobresaltaba empecé a reírme con los ojos brillando de sorpresa y felicidad. Era la primera vez que veía el confeti, y aprovechando la celebración, comencé a aplaudir mientras el confeti se posaba en mi sombrero de ballena y en mi disfraz. Miré a mi alrededor y vi a otros invitados riendo y celebrando, algunos incluso saltando de alegría. 

- ¡Esto es increíble! -pensé y dije en voz alta- ¡Vivan los novioooos!


Virtudes y Defectos
#14
Galhard
Gal
Galhard, cumpliendo su deber de seguridad, no pudo evitar sonrojarse cuando escuchó la carcajada clara y llena de energía de Asradi. Su mirada se encontró con la de la sirena, quien, con una enorme sonrisa traviesa, le había gritado a todo pulmón:

—¡GALHARD, MENUDO PLATANOTE TE CARGAS!

El impacto de las palabras fue tal que Galhard sintió cómo sus mejillas se calentaban al instante. Su tez, que normalmente se mantenía tranquila y serena, comenzó a enrojecer hasta un punto casi cómico. Podía jurar que sentía literalmente el calor subiendo por su cuello hasta sus orejas, y en su mente solo podía imaginarse como un verdadero plátano gigante, no solo por el disfraz que llevaba, sino por la vergüenza que estaba pasando en ese preciso instante.
Como si fuera poco, el toque final fue que, de pura vergüenza, empezó a "echar humo" por las orejas, aunque no literalmente. Cualquiera que lo viera notaría la incomodidad mezclada con una risa nerviosa en su rostro. Los ojos de Asradi seguían brillando con una picardía tan intensa que solo lograba aumentar su ¿incomodidad? o era otro sensación. Nunca se había sentido tan expuesto en su vida, ni siquiera durante los entrenamientos más duros.

— ¿Qué? ¿Quée? N-Noo... — murmuró para sí mismo, intentando cubrirse con sus manos y recuperar la compostura mientras miraba alrededor para asegurarse de que nadie más le había oído... pero claro, en un evento como ese, con invitados tan pintorescos y todos disfrazados de alimentos, Galhard tenía pocas esperanzas de que aquello pasara desapercibido.

Decidió que lo mejor que podía hacer era disimular. Se llevó, esa vez, una mano a la nuca y rió con una mezcla de nerviosismo y diversión. Quería quitarle hierro al asunto, pero, honestamente, no estaba logrando calmarse tan fácilmente. "¡Ay, qué vergüenza!", pensó para sus adentros.

Galhard, aún ruborizado, miró hacia la mesa más cercana. Su mirada se fijó en una jarra de lo que parecía ser algún tipo de licor. "Quizá un trago me ayude a relajarme un poco... o a olvidar este momento", pensó, y antes de que pudiera detenerse, se acercó a la mesa con determinación.
Con una mueca casi decidida, vertió un buen chorro del líquido en su vaso y, con un rápido movimiento, bebió de golpe. El alcohol bajó por su garganta como fuego, lo que le hizo toser un poco pero al menos le sirvió para apartar momentáneamente la sensación de bochorno que lo invadía. La verdad, no estaba acostumbrado a beber en eventos como ese, pero sintió que esa era una ocasión especial… o más bien, una excusa.

El sabor del licor era fuerte, con un toque afrutado, lo que no dejaba de ser irónico considerando que él mismo estaba vestido de banana. Por un momento, pensó que quizá era mejor perderse en la risa del evento y dejar de preocuparse tanto. De todos modos, estaba en una boda completamente ridícula donde los invitados se vestían como alimentos. Si alguien debía ser el plátano de la fiesta, él lo aceptaría… al menos por ese día.
Galhard sonrió, ya más relajado, y levantó su vaso en dirección a Asradi con un gesto amistoso, como si estuviera brindando por el chiste que ella había hecho.
—¡Salud! —gritó desde la distancia, aún sonrojado, pero ahora decidido a disfrutar de aquel evento tan surrealista.
Al fin y al cabo, era una boda para recordar... aunque no estaba seguro de que quisiera recordar todo lo ocurrido, aún así pese a lo ocurrido se acercó a Asradi, había pasado mucho tiempo desde que se habían encontrado y él la echaba de menos.
#15
Tofun
El Largo
La boda era un absoluto caos, y eso me encantaba. Estaba seguro de que no era el único disfrutón. La conexión entre Ragnar y mis ex-compañeros era evidente: se estaban desmadrando como si no hubiera un mañana. Umibozu, el titán marino, por fin había llegado, y ahora que gran parte del protocolo había terminado, era el momento de acercarme a el, señalando su barril gigante.

¡Ese es el tuyo, compañero! ¡Hip! Shahahahaha — Reí a carcajadas mientras aceleraba el paso. Cuando llegué junto a él, le indiqué que parara antes de vaciar el barril de un solo trago, como parecía estar dispuesto a hacer. Me acerqué a su boca y le susurré, como si estuviera a punto de revelarle el mayor secreto del mundo. — Tienes que probar esto, lo hice para ti. ¡Sí, coño, acércate!

Probablemente pensaba que le iba a gastar una broma, pero lejos de eso, mi intención era darle a probar un chupito que había diseñado especialmente para él. Le entregué mi dedo en gesto solemne, como si estuviera ofreciéndole el cáliz sagrado.

[Imagen: Screenshot-2024-09-18-01-33-55.png]

Después de eso, la fiesta continuó como una montaña rusa descontrolada. Me acerqué a saludar a algunos marines que me habían conocido en la cárcel en el pasado. Fui simpático con los que me trataron bien y, por supuesto, vacilé descaradamente a los que me habían tratado como un saco de patatas podrido. — ¿Te acuerdas cuando me metiste en aquella celda sin ventanas? Qué tiempos, ¿eh? ¡Hip! ¡ Y mírate ahora! — Les dije, mientras les daba una palmadita en la espalda. 

Después me dirigí a Ragnar, exigiéndole que me presentara a sus amigos. Ahí estaba, panza hacia adelante, manos en la cadera, sintiéndome como un rey pirata.
Soy Tofun, El Largo, encantado de conoceros, camaradas. — Dije con una reverencia tan exagerada que casi me caigo de bruces.

Mientras me presentaba, me quedé un rato mirando al tipo vestido de salsa de soja. Ubben, Ubben... Me sonaba su cara, y también su nombre, pero no lograba recordar de dónde. Seguro que me debía alguna bebida o me había derrotado en algún concurso de eructos. Bueno, mejor no pensar mucho en eso, lo arreglaríamos con más alcohol.

Después de eso, seguí recorriendo la boda, saludando a unos y a otros, contando mis historias de aventuras a Rizzo, preguntándole a Stan cómo hacía para tener tanto éxito y hablar tan rápido sin que le estallara la cabeza. Y, cómo no, terminé bailando un frenético baile tropical con mi nueva esposa. Sí, esposa. Que raro se me hacía decirlo en voz alta, pero ahí estaba, con Gertrudis, dándolo todo en la pista.

¡Mira esos pasos, nena! ¡Ni 104, ni 105. Esos huesos no tienen caducidad! — Le gritaba mientras ella movía las caderas al ritmo de la música.

Después de varias horas, me vi subido encima de Pepe, atravesando el césped como si estuviéramos en una carrera de caballos de pura sangre.

¡Vasmosss, Pepeeee! ¡Hip! ¡Eiauuuuuuu! ¡Ea! Uuuue ue. ¡Eeeeeeeeeoooooo!

Pepe, por supuesto, no era un simple perro. No, aquel animal era una auténtica fiera. En el pasado me había enfrentado a cánidos durante mis misiones de infiltración: los había tenido que derribar, dormir o huir de ellos. Pero ninguno de los que me había encontrado era rival para Pepe. ¡Qué tío! Y en medio de la locura, me imaginé lo que sería haber tenido a Pepe cuando, de joven, me persiguió una  horda de gallinas rabiosas. Sí, gallinas. No sé cómo ni por qué, pero esas condenadas aves me atacaron en un mercado mientras yo intentaba robar... ejem... "recolectar" unos huevos. El alcohol hacia que mi mente vagase por lugares y pensamientos que ni si quiera recordaba, lo mas gracioso es que lo conectaba con vivencias del presente, que bueno era estar borracho... Así, entre saltos, risas, y algún que otro susto, la boda continuaba su curso. ¡Y qué curso! ¡Qué día!



Meto post un poco a modo de resumen para dar continuidad y no frenar el progreso social de este gran evento. ¡A tope gente!
#16
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Airgid se bebió su cola más pancha que ancha mientras observaba los diferentes rostros que habían acudido a la boda. Se dio cuenta de que allí conocía a alguien al que no había esperado ver en un acontecimiento como ese. Se trataba de Nagaki, esa chica medusa que conoció hace unos días y que le vendió esa página tan valiosa. La gyojin le saludó con la mano, un poco tímida, como si por alguna fuerza mayor no pudiera acercarse a ella a saludarla con propiedad. Fue en ese momento cuando se dio cuenta, joder, era marine. No tenía buenas experiencias con los marines... no es como si Airgid fuera una criminal buscada ni nada parecido, pero siempre había tirado más hacia el lado rebelde, más que la rectitud de la autoridad, ya me entendéis. Aún así, aquella mujer le caía bien... bah, menuda tontería. La rubia levantó el brazo entero en el aire, zarandeándolo y devolviéndole el saludo a la medusita. — ¡NAGAKIIII! — Le gritó, pues estaba algo lejos de ella. Ahora parecía ocupada con el curro, así que un poco más tarde se acercaría a saludarla como debía. Qué más da que fuera marine.

También llegaron por fin Ubben y Asradi con disfrazes conjuntados, una iba de sushi con su colita de sirena y el otro de salsa de soja. La rubia se echó una buena carcajada viéndoles, coño, si es que parecía que lo tenían entrenado incluso. Pensó en acercarse a ellos, pero la verdad es que tenía más ganas de ir donde Ragnheidr, sobre todo cuando vio que el novio había aparecido y estaba ahí con él. Dejó su regalo en la mesa donde se encontraban los demás y se acercó al grupo de Ragn y los enanos, con la mala pata de que Tofun tenía que pirarse ya camino al altar. Llegó solo a despedirle suavemente con la mano mientras se largaba. De todas formas no importaba mucho, la postboda sabía que iba a ser increíble. El gigantón estaba que no cabía en sí de gozo, tirando enanitos por los aires, bebiendo de su chupito y con su nuevo amigo Pepe. Al acercarse, la rubia hizo una pose típica de concurso de culturismo, mostrando los buenos músculos de sus brazos de piruleta. — ¿Qué? ¿Te gusta mi disfraz, pollito? — Le preguntó con la coña. Pasó un chico con una bandeja de huevos rellenos así que con descaro tomó uno de ellos y se lo zampó. Joder, que divertidas eran las bodas, era la primera vez que iba a una pero si podía comer sin pagar nada ya valía la pena. Asradi y Ubben se acercaron también, aunque no estuvieron mucho rato antes de dirigirse a la zona de los invitados. Parecía que no iban a despegarse durante toda la boda y tenía sentido, pues iban a juego y además era él el encargado de llevarla a todos lados.

Entonces comenzó la ceremonia como tal. Toda la atención se centró en el pequeño Tofun y Gertrudis, que desafiando todas las expectativas, también se había colocado un disfraz de coco. Se escucharon risillas, gritos de ánimo, de ilusión, opacaban un poco esos susurros de decepción que provenían de la parte de la familia de la mujer. Vaya unos estirados, no dejaban divertirse ni a una mujer a la que le quedaba un telediario. Casi le dio dolor de cabeza cuando escuchó hablar a ese tío que no paraba, no paraba, no paraba. Debía tener los pulmones más poderosos de todo el East Blue. Pero finalmente, los novios se besaron y el público explotó en aplausos, silbidos, gritos. — ¡¡VIVAN LOS NOVIOOOOOO!! — Airgid cómo no, se sumó al caos, lanzando un fuerte silbido y aplaudiendo con todas sus ganas. Se lanzaron fuegos artificiales, las bebidas volaron, si es que había de todo. Ahora comenzaría el desmadre como tal. Apareció un wotan, Asradi se emocionó que flipas, había un marine vestido de plátano, en fin, muchas cosas. También se acercó Tofun para saludarles y presentarse a los amigos de Ragn que aún no conocía, ella incluída. — ¡Airgid Vanaidiam! ¡Felicidade por cierto! — Se presentó por su parte, dándole también la enhorabuena por aquella unión. — ¿Rondita de chupitos? ¡A beber a bebeerrrrr! — Tenía ganas de marcha.

Fueron pasando las horas, Airgid cada vez más jodidamente borracha, ya le costaba incluso dar saltitos con su única pierna sin caerse de morros contra el suelo. — ¡RAAAGN, CÓGEME! Que me canso, nene. — Se lanzó sobre él y le escaló hasta alcanzar sus hombros, sentándose en uno de ellos, ya harta de tanto salto y tanta tontería. Desde esa nueva y enorme altura podía ver mucho más allá de lo que se imaginaba, podía verlo TODO. — ¡Mira Tofun encima de Pepe! — Señaló en su dirección y estalló en carcajadas, sin poder creerse lo que estaba viendo. Ahí subida sobre los hombros del buccaner, se pudo a peinarle el pelillo y a hacerle pequeñas trencitas, agradeciendo un poco de descanso. Gracias a que se movía con una sola pierna había conseguido tenerla increíblemente musculosa y fuerte, pero al final todo el mundo tenía un límite, y es que dar saltos era un absoluto coñazo.
#17
Umibozu
El Naufragio
Mi presencia pareció pasar bastante inadvertida, cosa que me sorprendió y agradecí a partes iguales. Generalmente ver a un coloso de dimensiones cuasi gigantes era suficiente para alterar y/o asustar a más de uno, pero esta vez no pareció ser el caso. No tardaría en comprender por qué. Un grito a pleno pulmón hizo que mirase en esa dirección. ¿Eso era una sirena? El disfraz era de la habitante del mar era tremendamente conveniente, arrancándome una sonora carcajada, pues inicialmente yo había tenido la misma idea. Además, el disfraz estaba increíblemente logrado y disimulaba perfectamente lo que para mí era evidente. Quizás los humanos creyeran que aquella cola no era más que otra parte muy conseguida del disfraz, sin embargo para un wotan era más que evidente que no. Devolví el saludo con efusividad.
Gente hablando aparentemente sola, alcohol a raudales, sirenas, marines, una bestia marina… ¿Qué clase de persona era Tofun? ¡Aquella boda parecía el capricho de un Dragón celestial! ¿No sería…? No. Descartado que no. El humano hormonado que hablaba solo y sangraba por la boca supuse que debía estar o muy drogado a estas alturas o hablando con diminutos seres de la raza del Nanoplancton. A juzgar por sus reacciones y tiempos de espera, supuse que sería lo segundo. Además, era lo más lógico pues el viejo y legendario tontatta no se casaría y dejaría fuera a sus compañeros de los que tanto me había hablado. Y hablando de tontattas.

-¡Gracias-lurk! – extendí la palma de la mano para que el enano me pusiera la bebida - ¿De verdad-lurk? – sin embargo la realidad fue algo muy distinta y bizarra. Tofun se acercó a mi boca y extendió su dedo. Ya sabía que tenía la capacidad de generar alcohol, así que recogí la mano al ver que no habría vaso para mí, sino que tendría que beber directamente del manantial, saqué la lengua y envolví con ella a mi diminuto amigo, haciendo presión. Me lo llevé a la boca y comencé a exprimirlo haciendo una ligera presión con la lengua contra el paladar, igual que lo haría un alevín humano con el pezón del pecho de su madre. ¡El se lo había buscado al ofrecerse como fuente primaria de mi vicio! ¿Acaso no pensaría que con su minúsculo dedo podría beber directamente, no?

-¡Delicioso-lurk! – la mezcla de sabor del ron dulce con el suave sake, aromatizado con el toque de algas marinas era increíble - ¡MUY delicioso-lurk! – apreté con algo más de fuerza. Quizás demasiada y pudiera hacerle algo de daño, pero quería exprimir aquel sabor al máximo. Rápidamente sentí como el líquido generaba el típico calor alcohólico allá por donde pasaba, revigorizando y haciéndome sentir más enérgico y vigoroso. Exprimí un poco más para saborear las últimas gotas y cesé la presión, abrí la boca y sacando la lengua liberaría de nuevo al alambique humano sobre la palma de la mano, la cual llevaría hasta el suelo para Tofun descendiese y pudiera seguir atendiendo al resto de invitados. Completamente babeado, sí, pero mejor eso que devorado, ¿no?

Permanecí en el acantilado dejando que tan solo mi cabeza y parte del cuerpo se viera. Me resultaba más cómodo eso que no subir donde el resto y terminar pisando a alguno de aquellos pequeños seres. Bailaba desde mi posición, recordando como había destrozado ese mismo acantilado días antes en mi combate contra Tofun cuando el mar, caprichoso, nos unió de aquella manera tan peculiar. Ahora a plena luz del día el destrozo era más grande de lo que había pensado en un primer momento.

-¡Yeeeeeee pescao!

Miré al suelo, pero no había nadie. Sentí un terrible deja vu que me dejó ligeramente desconcertado. Unos instantes más tarde caí en la cuenta que debía tratarse de alguno de los tontattas amigos de Tofun. Me agaché y acerqué el rostro al suelo lo máximo posible. Allí estaba. Otro enano de tamaño diminuto que saludaba enérgicamente. Dada su edad, era posible que se quebrase algún hueso si no controlaba un poco el entusiasmo

– Así que tú debes ser la bestia marina de la que Tofun nos ha hablado – asentí.

-¡Ay…

-… va!

-¡Pero si era verdad!

-Creíamos que…

-… se lo estaba inventando

-Tofun el Grande nunca inventa-lurk – respondí al trío tirando de ironía. Los cuatro reímos a carcajadas. Entre los tontattas había un par de gemelos que habían llegado la conexión fraternal a otro nivel. Se completaban las frases el uno al otro y cuando no, ¡decían exactamente lo mismo al unísono! Mágico. Poco después se presentaron como El Chino y los gemelos Piki y Miki. Faltaba un cuarto tontatta, el Máquina.

-¡Bebamos-lurk! ¡Kampai-lurk!
#18
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
Estaban pasando muchas cosas, y el vikingo cada vez tenía más capacidad para concentrarse en solo una y no en doscientas. Que si Airgid de piruleta, que si Ubben y Asradi de ... Algo que no parecía reconocer el futuro revolucionario. Le pareció incluso ver al Blackmore que conoció tiempo atrás, pero eso era imposible, ¿no? Luego le pareció ver algo que parecía un truño azul gigante, eso ya si que le descuadró completamente, sus ojos comenzaron a enfocar regulin, pero eso si que era imposible, nadie podía hacer cagadas tan imponentes, ¡ni los gigantes!

Todo le daba vueltas, qué cojones era lo que el enano le había dado. Tal era la imprudencia de Ragn en aquella boda, que ni siquiera se paró a oler el chupito y él solía olerlo todo antes metérselo en la boca. Sí, el chiste es fácil, cállate. El Buccaneer se quedó allí sentado mientras todo pasaba, bromeando con las uvas, saludando de vez en cuando a gente a la que no conocía y ni siquiera le devolvían el saludo. Creyó escuchar a Asradi decirle algo sobre su disfraz, pero tampoco le contestó ... — Dios mío, qué hambre tengo y no sé donde está la comida. — Miró goloso a una de las uvas que parecía estar preocupándose por el estado del vikingo, superamable. — Encima estos van de ... Me encanta la uva. — Comenzó a salivar, pero se le vino a la mente la imagen del ñordo azul gigantesco y se sacudió la cabeza. — ¡COMIIIDAAAA! — Gritó. Y apareció Airgid. Después Tofun. Como es debido, Ragn no los presentó, pues no podía ni mirarles a la cara, estaban como borrosas.

Así pasaron unos minutos ... Los ojos de nuestro protagonista se cerraron, las uvas se marcharon, pero Airgid se quedó por ahí. Para cuando despertó, sentía la cara adormecida. El efecto del chupitazo había pasado, por suerte, pero dejaba todo el rostro medio dormido. — Ved skjegget til Odin. Hva i helvete var den drinken, munnen min føltes nummen og blodig, brant den brennevinen så mye? — Como siempre, la rubia era un motor de energía inacabable e incluso había pillado algo de comer. Ragn no lo dudó y se lanzó cual depredador, metiéndose toda la mano derecha de Airgid en la boca y masticando (no fuerte) para ingerir el alimento que tenía en ella. Le babeó toda la mano, pero la carita de a gustito que se le había quedado al Buccaneer no tenía precio, qué va. Ni tiempo para reponerse, le llegó más alcohol. Ni sabía que era, tan solo abría la boca con cuidado y tragaba. Había entrado en el modo "chica borracha de pueblo" cuando pasabas cierto límite, ya podía entrarle lo que fuera, nada podía tumbarla.

Airgid escaló por el musculoso cuerpo de Ragn al tiempo que este se levantó al fin, medio tambaleándose. Se le subió al hombro derecho. — ¿D-done ... Ssstarrr Ubbiiin y Mm ... Eh ... Srrdi? — Intentó preguntarle a Airgid, aunque tampoco esperó que le contestara. La llevó a paso firme hasta un puestecito de comida, donde arrasaría con todo sin ningún tipo de piedad. La mirada de un joven muchacho de la familia de la novia era un poema. Estaba cerca, se quedó anonadado mirando como aquel tipo se lo comía todo. Entró en llanto, fue en ese instante en el que Ragn se percató de su presencia. Pero continuó comiendo, eso sí, mientras lo miraba fijamente. — ¡Niño mirrrrón! — Ojos abiertos como platos, boca a reventar de canapés, pollito en lonchas ... Alguna que otra fruta ahí mezclada con todo aquello ... Pocos dirían que se le daba bien el arte de la cocina y los sabores, mezclándolo todo dentro de su boca.

Debido a la indiscreta mirada del niño, sus llantos y la posterior protesta de los familiares, el Buccaneer tomó la decisión de comenzar a moverse por la boda. La inmensa torre de músculos hizo sombra a Asradi y a su compañero de charlas. Tenía una bandeja titánica en su diestra, repleta de comida, en la zurda una jarra de casi un metro y en su hombro, cuál loro de capitán pirata, una rubia de una sola pata. — ¿Cómo irrrr? — Escupió pedacitos de comida sobre ellos al intentar hablar. Era muy brusco. — ¿Serrr novio?
#19
Asradi
Völva
La risa de Asradi tardó un poco en apagarse. ¡Había conseguido hacer sonrojar a Galhard! Con eso ya se daba por satisfecha, de momento. Miró hacia Ubben al cual dedicó una enorme sonrisa. Se lo estaba pasando en grande. Al principio había acudido y estaba algo dudosa de estar con tanta gente que no conocía. Siempre había sido bastante cuidadosa y desconfiada, pero por una razón de peso. Una que llevaba escondida en su espalda, y que conjuntaba con la cola de sirena que, ahora, disimulaba el disfraz.

Se hizo con una jarra de cerveza cuando una bandeja pasó cerca de ella, dando un buen trago. También alzó la mano para saludar al wotan de nuevo. Cuando vió como Galhard se aproximaba para saludar, se le ensanchó ligeramente la sonrisa. Se mantuvo, por su parte, ahí acomodada, bien en el papel de sushi, tal y como iba disfrazada.

No pensé que te vería por estes lares. — Comentó una vez el pelicastaño estuvo lo suficientemente cerca como para poder entablar conversación de manera cómoda. Sin mucho reparo, Asradi le miró de arriba a abajo. Se le escapó una nueva risita, aunque esta vez mucho más comedida.

El disfraz de plátano era una verdadera joyita y, lo peor de todo, es que le sentaba de maravilla. La sirena sonrió de nuevo, esta vez con un aire juguetón en su mirada.

Y mucho menos con esta pinta. Pero te queda bien. Espero no haberte avergonzado mucho. — En realidad lo decía por decir, porque se lo estaba pasando teta de haber hecho sonrojar al marine. Luego miró un poco más allá, a ver si veía a más marines disfrazados como Galhard, pero ahora era el pelicastaño quien tenía toda su atención.

Hacía tiempo que no nos veíamos. ¿Cómo te ha id-...? — Asradi no terminó la frase.

Sintió la sombra de una mole a sus espaldas, y cuando echó un poco la cabeza hacia atrás y la mirada hacia arriba, vió y reconoció a Ragnheidr, con Airgid colgada de su hombro. Sonrió.

¡Hey! — Dijo, a modo de saludo. Incluso alzó una mano para quitarle a Ragn, de la bandeja, un pequeño tentempié, muy gustosamente. — ¡Come antes de hablar, animal! — Le regañó al gigantón rubio, sobre todo cuando algún trocito le cayó en el medio y medio de la cabeza.

La sirena bufó un poco en descontento, pasándose la mano por la zona para retirar las migajas. Luego miró de reojo y alternativamente a sus amigos y a Galhard.

Os presento: Gal, estos son Airgid y Ragnheidr, son unos amigos que he conocido hace poco. — Le guiñó un ojo a ambos, aunque le encantaba el disfraz de piruleta de la rubia. — Chicos, él es Galhard. Un marine que conocí en Kilombo hace ya... ¿Cuánto ha pasado? — Miró al pelicastaño. — Un año ya.

Sonrió levemente. Había sido un encuentro corto, pero agradable.

Y no, no “ser novio”. — Corrigió a Ragn, dándole una palmadita en el muslo. O donde llegase, vaya.
#20


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