Byron
Que me lo otorguen
13-10-2024, 09:16 PM
Aquella mujer le dejó tomar a él la decisión, era dura de seducir, a tal punto de sacarle de sus casillas, se había topado con la única mujer que parecía no caer ante los atributos del joven Solarian, complicado sacarle partido a aquella virtud teniéndola a ella como rival, más su plan había cambiado los últimos minutos, ya no deseaba su cuerpo, solo verla caer. Sonriendo de forma satisfactoria, aprovechó la oportunidad, de haber sido ella la que tomase la decisión, al menos sería responsable de su castigo, de esta forma, el joven de cabello violeta se aseguraría de entrar en el local más caro del lugar, de forma totalmente perversa, haría que las ganancias de aquella venta cayeran al suelo en picado.
- Entonces... ¿Qué te parece aquel lugar?- Dijo señalando un restaurante del cual se podía oler el dinero que costaban sus platos al salir sus aromas por sus lujosas ventanas. - Tiene pinta de haber buena carne.- Dijo señalando a uno de los comensales que se llevaba a la boca un buen pedazo de un jugoso entrecot.
Ante su afirmación, ambos caminaron de forma calmada hacia el pulcro establecimiento, decorado con un limpio blanco en las maderas pulidas que formaban su entrada, y grandes ventanales desde los cuales se veía a los clientes disfrutar de una delicada cena a la luz de las tímidas velas que presidían la mesa.
Un metre en la entrada, los recibió con elegancia y soltura, haciendo una leve reverencia antes de indicarle el camino a una mesa libre. Byron midió sus palabras en todo momento con los trabajadores del lugar, pareciendo más recatado y refinado de lo que realmente podría decirse que era, pero esta vez, actuaba como si estuviese acostumbrado a un código de comportamiento que siendo honestos le resultaba totalmente desconocido, más sabía solventarlo con su buen hablar y carisma innatos.
Una vez sentados sobre una de las mesas, bastante alejada de la entrada pareciendo la más intima de la sala, Byron ojeó la carta de vinos escrita con una elegante tipografía que resultaba más presuntuosa que funcional, solo por ese pequeño detalle ya sabía que aquel licor costaría un riñón. Sonrió levemente al encontrar en primer lugar el recomendado por los anfitriones, sobre todo al darse cuenta de que se trataba del más caro, 1 millón de berries para ser exactos.
- Un día es un día...- Murmuró para sí, pero con la intención de que tanto Asradi como el camarero le escuchasen.- La recomendación de la casa un Terence Bond del 53 (XD).- Le dijo posando la carta en sus manos y haciendo un gesto para que ser marchase.- Estás más hermosa todavía a la luz de las velas...- Le dijo en cuanto abandonó la escena.
Así, no tardó el camarero en volver con la botella, sumergida en un cubo de plata que albergaba en su interior agua y hielo. Les mostró la botella, y Byron, cómo si de un experto se tratase asintió. La botella fue descorchada, y les sirvieron a ambos una copa de aquel vino, lo cató e hizo un gesto al metre para hacerle saber que todo estaba perfecto. Una vez volvió a abandonar la mesa, Byron se acabó la copa servida, e inmediatamente se sirvió otra, e hizo un gesto para rellenar también la copa de su acompañante.
- Si me disculpas, my lady, tengo que abandonarte un momento para ir al baño.- Y así se levantó, preguntando en el camino a un miembro del personal para que le indicase el lugar.
Una vez en el baño, hizo sus necesidades, se limpió la cara, y observó la ventana que se encontraba en este, la abrió, y con un poderoso salto salió por esta, abandonando el restaurante de forma rápida, y dejando a la doncella que se encontraba esperándole, con el trabajo de pagar la cuenta. En aquel momento, cualquiera que hubiese visto al joven espadachín correr, pensarían que se trataba de la persona más rápida del planeta.
- Entonces... ¿Qué te parece aquel lugar?- Dijo señalando un restaurante del cual se podía oler el dinero que costaban sus platos al salir sus aromas por sus lujosas ventanas. - Tiene pinta de haber buena carne.- Dijo señalando a uno de los comensales que se llevaba a la boca un buen pedazo de un jugoso entrecot.
Ante su afirmación, ambos caminaron de forma calmada hacia el pulcro establecimiento, decorado con un limpio blanco en las maderas pulidas que formaban su entrada, y grandes ventanales desde los cuales se veía a los clientes disfrutar de una delicada cena a la luz de las tímidas velas que presidían la mesa.
Un metre en la entrada, los recibió con elegancia y soltura, haciendo una leve reverencia antes de indicarle el camino a una mesa libre. Byron midió sus palabras en todo momento con los trabajadores del lugar, pareciendo más recatado y refinado de lo que realmente podría decirse que era, pero esta vez, actuaba como si estuviese acostumbrado a un código de comportamiento que siendo honestos le resultaba totalmente desconocido, más sabía solventarlo con su buen hablar y carisma innatos.
Una vez sentados sobre una de las mesas, bastante alejada de la entrada pareciendo la más intima de la sala, Byron ojeó la carta de vinos escrita con una elegante tipografía que resultaba más presuntuosa que funcional, solo por ese pequeño detalle ya sabía que aquel licor costaría un riñón. Sonrió levemente al encontrar en primer lugar el recomendado por los anfitriones, sobre todo al darse cuenta de que se trataba del más caro, 1 millón de berries para ser exactos.
- Un día es un día...- Murmuró para sí, pero con la intención de que tanto Asradi como el camarero le escuchasen.- La recomendación de la casa un Terence Bond del 53 (XD).- Le dijo posando la carta en sus manos y haciendo un gesto para que ser marchase.- Estás más hermosa todavía a la luz de las velas...- Le dijo en cuanto abandonó la escena.
Así, no tardó el camarero en volver con la botella, sumergida en un cubo de plata que albergaba en su interior agua y hielo. Les mostró la botella, y Byron, cómo si de un experto se tratase asintió. La botella fue descorchada, y les sirvieron a ambos una copa de aquel vino, lo cató e hizo un gesto al metre para hacerle saber que todo estaba perfecto. Una vez volvió a abandonar la mesa, Byron se acabó la copa servida, e inmediatamente se sirvió otra, e hizo un gesto para rellenar también la copa de su acompañante.
- Si me disculpas, my lady, tengo que abandonarte un momento para ir al baño.- Y así se levantó, preguntando en el camino a un miembro del personal para que le indicase el lugar.
Una vez en el baño, hizo sus necesidades, se limpió la cara, y observó la ventana que se encontraba en este, la abrió, y con un poderoso salto salió por esta, abandonando el restaurante de forma rápida, y dejando a la doncella que se encontraba esperándole, con el trabajo de pagar la cuenta. En aquel momento, cualquiera que hubiese visto al joven espadachín correr, pensarían que se trataba de la persona más rápida del planeta.