¿Sabías que…?
... existe una isla en el East Blue donde el Sherif es la ley.
Tema cerrado 
[Aventura] [T5] Los Negocios del Capitán...
Percival Höllenstern
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Byron sintió el frío metal de la llave encajar en la cerradura, el sonido del mecanismo al girar le produjo un escalofrío que recorrió su espalda. No sabía qué encontraría dentro de ese maletín rojizo, pero su instinto le decía que el contenido sería decisivo para el próximo paso que iba a dar. Los ojos de Komula, el koala mafioso, se clavaron en los suyos con una mezcla de expectación y advertencia, pero no hubo ninguna señal de que lo estuviera deteniendo.
Justo cuando Byron se disponía a abrir el maletín, la puerta de la sala se abrió con un golpe seco. Las bisagras chirriaron como si fuera la entrada al mismo infierno, y la figura que apareció en el umbral llenó el espacio con una presencia imponente.

El Capitán Belmonte.

Con su uniforme perfectamente planchado, una capa que ondeaba detrás de él como un símbolo de justicia inquebrantable, y un semblante tan serio que parecía esculpido en piedra y provenía de su cara de gestos astutos, de forma similar a un zorro, Belmonte no necesitaba levantar la voz para imponer respeto. Sus ojos de un azul gélido se clavaron primero en el maletín, luego en Byron, y finalmente en el resto de los presentes, como si ya estuviera al tanto de cada movimiento en la sala.

Ese maletín, Byron Nikkei —su voz cortó el aire como un sable—. Me pert...Pertenece al Gobierno Mundial. Y me temo que su contenido está más allá de lo que puedes manejar.

El joven pirata tragó saliva, intentando no mostrar nerviosismo. Recordaba perfectamente cómo Belmonte le había requisado el Duck Duck Go nº1, su barco, a cambio de permitirle participar en esta arriesgada jugada. Lo que no entendía era por qué el capitán marine estaba tan obsesionado con el maletín, y porque ahora se había presentado.

Belmonte dio un paso adelante, sin prisa, pero con determinación. La tensión en la sala era palpable, incluso Sorvolo, que rara vez mostraba emoción, miró receloso ante la presencia del marine. Komula, por su parte, continuaba fumando su cigarro, pero sus orejas temblaron ligeramente; el koala sabía que cuando un hombre como Belmonte entraba en escena, el juego cambiaba. No fue miedo, sino interés.

Supongo que te estarás preguntando qué hay dentro —continuó Belmonte, deteniéndose justo frente a Byron—. Pero esa respuesta no es algo que un simple pirata como tú deba conocer. —Su mirada se endureció aún más, si es que eso era posible.

Byron, sin apartar la mano de la llave, levantó la cabeza y sostuvo la mirada del capitán. Había escuchado rumores sobre lo que Belmonte hacía en las sombras, misiones no oficiales, encargos que parecían estar más alineados con los intereses de ciertos nobles que con los ideales de la justicia. Este maletín debía ser parte de ese oscuro entramado.

Lo que has ganado es mi atención, Byron. Y te aseguro que no es algo que debas tomar a la ligera. —Se inclinó hacia él, bajando la voz como si compartiera un secreto peligroso—. ¿De verdad crees que eres el primero que intenta desafiar al Gobierno por un maletín como este? He visto hombres más fuertes que tú caer por intentar desentrañar lo que no deben. Así que te daré una oportunidad… dame el maletín, y dejaré que te marches con vida. No te lo pediré dos veces.

El ambiente en la sala se había vuelto sofocante. Li-Shin Qie observaba con una sonrisa apenas perceptible, saboreando la tensión entre el joven pirata y el marine. Sorvolo crujía los engranajes de sus brazos, esperando una chispa que encendiera el conflicto. Komula exhaló otra bocanada de humo, como si todo fuese una gran comedia que solo él entendía.

Byron miró de nuevo al maletín, la llave aún en su mano. Sabía que abrirlo era un riesgo, pero ya había llegado demasiado lejos. Las palabras de Belmonte solo confirmaban lo que sospechaba: lo que había dentro era mucho más importante de lo que cualquiera en esa sala podría imaginar.

Entonces apretó la llave, sintiendo su pulso acelerado, pero no retrocedió. Había cruzado una línea, y no había vuelta atrás. Con un último vistazo a Komula, Sorvolo y Li-Shin, y por último a Belmonte, giró la llave y se dispuso a descubrir el misterio que tantos habían intentado mantener oculto.

El Contenido
#21
Byron
Hizashi
Byron de forma curiosa entroducía aquella llave metálica en la cerradura de la preciada caja rojiza. Deleitándose con el pequeño sonido chirriante que se producía al unir ambos metales, aquello era para él como una dulce sinfonía que simbolizaba su primera victoria ante las presentes miradas de aquellos que le acompañaban en tan extraña velada, siendo estos personas que buscaba alcanzar, y en un futuro superar. Sonrió de satisfacción ante este hecho, ocultando sus labios en las penumbras que ofrecían la baja iluminación, y junto antes de finalmente girar la llave para abrir la cerradura, alzó el rostro, desvelando el gesto de victoria y los miró uno por uno.

- Espero esta… No, estaré a la altura.- Confirmó con sus palabras, hasta que escuchó unos pasos a su espalda, atravesando el umbral de la puerta a aquel inframundo, sintiendo como un escalofrío, el peligro ceñirse sobre él.

Con su uniforme impoluto el Capitán Belmonte irrumpió en la sala, cambiando el ambiente de la sala con su mera presencia, creando un aura de pesadumbre y tensión, no por que los allí presentes sintiesen peligro, si no por la extraña circunstancia y tranquilidad, como si los hubiesen pillado con las manos en la masa en una pequeña travesura. Las miradas y gestos desvelaban claramente que aquella visita no era deseada, desde la mirada de Sorvolo hasta el pequeño tintineo de las orejas del koala, siendo la poderosa shichibukai la que mejor mantuvo el tipo con tan solo una mueca probablemente fruto de simplemente no llevarse bien con aquel hombre. Con su peculiar bigote presidiendo su discurso avanzó lentamente con confianza lentamente, aunque quizás, fruto de ser él el más nervioso de la sala y dejando ver su fachada, dejó más información de la deseada al pronunciar sus palabras.

- Vaya vaya… Parece que le has echado valor…- Murmuró mientras observaba con calma la situación.

A pesar de las imponentes palabras de aquel capitán marine, Byron no apartó las manos de su pequeño botín, por una cuestión de ego, no entraba en sus planes darle lo que hubiese dentro de aquel maletín, después de todo lo vivido en aquellas cuatro paredes, la sombra que proyectaba su cuerpo se sentía más pequeña, menos amenazante. Escuchó con detenimiento cada sílaba pronunciada de su alegato mientras se volvía en el centro de atención, acariciando sutilmente la superficie del objeto deseado ya abierto el candado de metal pero sin levantar la tapa dejando aún sin desvelar el contenido. Con recelo, dirigía su mirada por la superficie, hasta finalmente toparse con la sonrisa disfrutona de la shichibukai, guiñandola un ojo para que no perdiese detalle de lo que iba a hacer a continuación.

Finalmente el egocéntrico marine acabó sus consejos, y Byron desveló el interior de la caja a los presentes, mostrando frente a sus ojos una akuma no mi naranja con ondulantes formas llameantes en su cáscara, el muchacho por fin entendía el deseo de aquel marine. Rápidamente agarró con una de sus manos dicha fruta, y con la otra la posó con fuerza sobre la mesa, usándola de apoyo para impulsarse y girar sobre esta con velocidad y soltura, quedando el joven espadachín al otro lado de la mesa, junto a los jugadores que tenía en su frente mientras apostaba, con el tesoro en su mano y la caja abierta frente al marine. Confiado y con el destino de su lado, giró la cara para mirarlo y soltar su advertencia.

- Te lo dije, llegado el momento espero que puedas sostener tus palabras… Para empezar, ahí tienes el maletín, es lo que me pediste, ¿cierto? Por otro lado, hablar en nombre del gobierno mundial para el beneficio propio no es algo que haría una persona responsable con su cargo, y mucho menos en presencia de una autoridad mucho mayor… No me culpes, de haber tenido suerte y valor tú mismo podrías haber ganado esto limpiamente. - Suspiró y continuó. - Haremos lo siguiente, tú ya tienes tu preciado maletín, y tú me devuelves el barco como acordamos, de esta preciosidad, me encargo yo… Quiero ver si puedo controlar la piedra como hace Drake o igual me convierto en una poderosa bestia como Vesper, o me vuelvo un almacén portátil como Kael hiehiehie…- Y finalmente, ante la mirada de aquellos poderosos hombres, dio un fuerte mordisco a aquella fruta y tragó.- Puag, sabe horriblemente amarga.

PERDÓN
#22
Percival Höllenstern
-
La Shichibukai, sin pronunciar una palabra, se recostó en su asiento, cruzando una pierna sobre la otra con una elegancia letal. Sus ojos, casi felinos, se mantenían fijos en Belmonte, analizando cada gesto, cada palabra. Aunque no dijo nada, su simple presencia era suficiente para dejar claro que no simpatizaba con la interrupción. Había un aura de poder en ella que eclipsaba incluso la altivez de Belmonte, y todos en la sala lo sabían, incluido el propio capitán.

No tienes idea de en qué te estás metiendo —prosiguió Belmonte, ahora con un leve temblor en la voz que no había estado allí antes.

Sorvolo intercambió una rápida mirada con Komula, como si compartieran un pensamiento no expresado. Li-Shin Qie, por su parte, sonrió apenas, un gesto casi imperceptible, pero lleno de significado. La atmósfera estaba cargada de una tensión palpable, y aunque Byron era el centro de atención, cada uno de los presentes era consciente de lo que realmente estaba ocurriendo. El poder había cambiado de manos, y Belmonte lo sabía.

Cuando Byron finalmente mordió la Akuma no Mi, el capitán marine dio un paso atrás, visiblemente afectado. Los demás en la sala lo notaron de inmediato. La Shichibukai entrecerró los ojos, como si midiera el nivel de su cobardía, mientras Sorvolo se cruzaba de brazos con una expresión que denotaba una mezcla de burla y aburrimiento. Komula, aunque más inquieto que los otros, dejó escapar un suave suspiro, resignado a ser testigo de lo que venía.

Belmonte retrocedió otro paso, su fachada de confianza desmoronándose ante la mirada de todos. El sudor perlaba su frente mientras trataba de mantener la compostura. Había esperado algo muy diferente de esta confrontación. Quizá había pensado que su estatus como marine sería suficiente para intimidar, o que su reputación le otorgaría ventaja. Pero la realidad era otra. Aquí, él era el extraño, el intruso, y lo sabía.

Li-Shin Qie no pudo evitar soltar una pequeña risa, apenas audible, pero suficientemente clara como para que Belmonte la escuchara. Fue un golpe directo a su orgullo. Él giró su mirada hacia ella, pero no pudo sostener su mirada por mucho tiempo. Sabía que enfrentarse a ella en estas circunstancias era suicida.

Me las pagarás, Byron —gruñó finalmente Belmonte, sin apartar los ojos de la fruta medio comida, ahora en posesión de su adversario—. Esto no quedará así... No debí haber lib... ¡BAH!

Sus palabras sonaban vacías, como si él mismo no las creyera del todo. Sorvolo soltó una breve carcajada, un sonido metálico que resonó en la sala. El koala rosado asintió casi imperceptiblemente, como si reconociera en esas palabras la típica fanfarronería de alguien que ha perdido toda ventaja.

Eso no lo dudo, jijiji... —respondió Li-Shin Qie, en tono bajo, pero firme, como si hablara únicamente para ella misma.

Belmonte, humillado, no tuvo más opción que dar media vuelta y salir de la sala. Las miradas de todos lo siguieron, pero nadie intentó detenerlo. Nadie necesitaba hacerlo. Él ya había sido derrotado, no solo por Byron, sino por el ambiente mismo que lo rodeaba. Mientras la puerta se cerraba tras él, el eco de sus pasos se desvaneció, dejando tras de sí un vacío cargado de promesas no cumplidas.

Li-Shin Qie fue la primera en romper el silencio, soltando un leve suspiro de aburrimiento antes de volver a su postura relajada. Komula apagó finalmente su cigarro, mientras Sorvolo volvía a cruzarse de brazos, como si todo lo ocurrido hubiese sido poco más que una distracción momentánea.

Pobre imbécil —murmuró Sorvolo, apenas lo suficientemente alto como para que los demás lo escucharan.

El koala, por su parte, simplemente asintió, mientras los ojos de la Shichibukai se entrecerraban en un gesto que mezclaba desprecio y satisfacción.

Bueno, ya sabes chiquillo... Ahora me debes dos. Ve, aprende a utilizar ese poder y ya hablaremos de los detalles... Y no te preocupes, mis chicos han liberado tu barco... Lo encontrarás en el Muelle 3—masculló el Koala, lanzándole una tarjeta con un elegante logo de una original forma de koala integrada perfectamente sobre un fondo negro.

Byron sentía como, sin querer, le había vendido parte de su alma al Diablo... pero por el momento era libre de abandonar el Casino, y buscar su barco.

Últimas pinceladas
#23
Byron
Hizashi
Escuchó con gozo y gloria los lamentos de aquel capitán marine, que entre trabadas de lengua y frases a medias, demostraba ante el resto su claro nerviosismo y lo poco controlada que tenía aquella situación, como si el único plan en mente fuese amedrentarlo con su posición y por tener su barco requisado. Era curioso cómo el hombre que le había mandado infiltrarse en aquel lugar, y que conocía de buena mano a los presentes, se sintiese más como el extraño en la conversación, el molesto invitado que nadie había invitado.

Por suerte para el joven Solarian, se sentía arropado y mucho más conectado con aquella gente de lo que podía hacerlo él. Con la mitad de la akuma en su mano, con un gran mordisco en ella, miraba masticando como aquel tipo hacía una rabieta típica de un niño, cuando le hacen saber que no puede tenerlo todo en la vida. Se metió el sobrante en la boca, para terminar aquel tentempié ante su mirada de zorro enrabietado, para que sus ojos violetas respondieran este acto con una mirada a la caja y un ligero movimiento de su rostro dando a entender un “ahí tienes lo que buscabas, pilla tu maletín”. Y resignado, se dio la vuelta para marcharse con las manos vacías, maldiciendo que esto no quedaría así.

El muchacho no contestó su advertencia, y aunque no le dio mucha importancia, sabía que en un futuro le tocaría volver a cruzarse con él, y aquel zorro astuto no dudaría en intentar cobrarse su venganza. Entonces cayó en la cuenta, aquel hombre no le había respondido nada sobre devolverle el Duck Duck Go nº1 y se había desvanecido en las sombras del pasillo a su frente, tenía que encontrarlo para que cumpliese su parte del trato.

La voz de la guerrera del mar apareció por su costado, con un ligero murmuro, dando por hecho que la “amenaza” lanzada por aquel hombre sería llevada a cabo. Y mientras el joven espadachín contemplaba los labios que había pronunciado aquella afirmación, comenzó a sentir en el pecho un extraño quemazón desde la boca de su estómago. La akuma no mi, se había adueñado de su cuerpo.

Por instinto, con ese ardor en el pecho, un saber recorría su mente, un conocimiento que antes no estaba ahí, y no sabía en qué momento podía haber aparecido, más se mostraba bien claro en su mente. Un ligero impulso a sus dedos, acompañado del firme latido de su corazón, y antes de que pudiera darse cuenta su semblante se vio iluminado, al haberse prendido en llamas las últimas falanges de su dedos índice y corazón de su mano izquierda. Un pequeño temblor en sus brazos, y una mueca que se transformó en una ligera sonrisa complaciente, mostrando algo de nerviosismo e incredulidad, pero sobre todo felicidad viendo el semejante poder que se presentaba ante él.

- Ahora entiendo por qué buscaba esto, es impresionante…- Dijo concentrándose para intentar apagar los dedos que ardían, escuchando el pequeño comentario de Sorvolo, haciéndole volver a la conversación. – Si… lo peor, es que estoy seguro de que se va a encargar personalmente de tocarme los cojones, todavía tiene que devolverme el barco.- Mientras se dedicaba a hacer aspavientos para intentar apagar su mano.

Komula se unió al intercambio, asintiendo el comentario del vaquero de cabellera canosa, mientras terminada de exhalar la última calada de su cigarro, para después comunicar al muchacho que le debía dos, pues su barco se encontraba en el muelle 3 gracias a él. Acompañó aquella frase, lanzándole una tarjeta, similar a la que ya tenía, pero con el dibujo de un koala, la agarró y no pudo evitar pensar si se trataba de otra organización a la que ya conocía, por el momento, creyó que era mejor guardarse esa información para él.

- Sorprendentemente eres buen tipo Komula hie hie hie, no dudes en contactar conmigo cuando necesites mis servicios.- Y giro alrededor de la mesa, hasta llegar finalmente al marco que lo devolvería “al mundo real”- Caballeros, señorita, volveremos a vernos.- Hizo una reverencia, y se marchó para buscar el Duck Duck Go n1.

Una vez de vuelta en el jaleo revoltoso y ambiente de desenfreno del casino, se acercó a la barra, pidió un trago que bebió de un golpe, y finalmente buscó la entrada del establecimiento para volver a “casa” y acabar con aquel día de locos.

POST DE CIERRE.
AGRADECIMIENTO
#24
Moderador Condoriano
Condoriano
¡RECOMPENSAS POR T5 ENTREGADAS!

Sublime jugada. No se si habrá sido cuestión de suerte o maravillosas ideas y estrategias ocultas, pero es indudable que me has tenido intrigado y hasta nervioso. Aparte de un sabor super amargo de boca, te llevas:
  • Berries: 38.456.995 - 50.456.995 (+12.000.000)
  • Experiencia: 3679.81 - 3.829.81 (+150)
  • Nikas: 5 - 35 (+30)
  • Reputación: + 80 Reputación negativa.

Y al señor Percival, por su maravillosa trama e ingenio inigualable, se le da:
  • Berries: 42.609.008 - 48.609.008 (+6.000.000)
  • Experiencia: 4077.00 - 4217.00 (+140)
  • Nikas: 4 - 39 (+35)
  • Cofres: +2 Cobrizos.
#25
Tema cerrado 


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