
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
16-02-2025, 11:10 AM
(Última modificación: 16-02-2025, 11:42 AM por Ragnheidr Grosdttir.)
El sonido de la madera crujiendo bajo el peso de los pasos de los subordinados de Neul se desvaneció en la lejanía, dejando a ambos sumidos en un silencio sofocante, como la calma tensa antes de un vendaval. La tenue luz de las velas danzaba en la estancia, proyectando sombras alargadas y espectrales en las paredes de piedra. Marian, todavía cerca de la ventana, respiraba hondo, sintiendo el aroma ferroso de la sangre que impregnaba el aire. Sus dedos recorrían la superficie de su bastón, tiñéndolo con la esencia morada que fluía desde su propia carne. Un juego. Una ceremonia. Una ofrenda. Neul lo observaba. Desde la penumbra, inmóvil, con una expresión que apenas se sostenía en el fino hilo del autocontrol. Sus pupilas, antes resguardadas en un halo de calculada indiferencia, ahora se dilataban, consumiendo la luz ámbar de su iris como si un abismo se abriera dentro de él. Su mandíbula se tensó, un ligero tic recorrió su mejilla. Ese niño. Ese Dracul arrogante. El chasquido de su lengua fue lo único que se escuchó antes de que la contención se quebrara. Neul se movió como un relámpago. En un pestañeo, su mano ya estaba aferrada al cuello de Marian, sus dedos largos y gélidos cerrándose en torno a su piel con una presión firme, implacable. Un sonido seco resonó cuando tu espalda chocó contra la pared con la violencia de un látigo. El aire escapó de tus pulmones en un suspiro entrecortado, pero su mirada—oscura, imperturbable—no titubeó ni un instante. —¿Quién te crees que eres? —Neul siseó, su voz impregnada de un temblor febril, un gruñido contenido que delataba el monstruo que se agitaba dentro de él. Lo elevó.
Los pies de Marian se despegaron del suelo, dejándolo suspendido en el aire como un insecto atrapado en una red. Su cuello crujió levemente bajo la creciente presión, pero él no apartó la mirada, ni siquiera cuando la respiración se tornó difícil, cuando su propio pulso retumbó con furia en sus sienes. Neul se inclinó sobre él, acercando su rostro con un ansia apenas disimulada. —Ah… —un suspiro escapó de sus labios mientras sus ojos se clavaban en la mano ensangrentada de Marian.— La sangre…— Su lengua, húmeda y tibia, se deslizó lentamente sobre la piel, trazando el recorrido de la sustancia carmesí con una devoción perversa. Era un gesto que oscilaba entre lo profano y lo íntimo, entre la adoración y la desesperación. Un estremecimiento recorrió su cuerpo, una exhalación temblorosa escapó de sus labios. Chupó con un ansia animal, succionando con lentitud, disfrutando el sabor, como si estuviera degustando un elixir prohibido. Marian, sentirás el aliento de Neul, cálido y gélido al mismo tiempo, su boca aferrándose con un hambre descarada, enfermiza. Sus colmillos rozaron la piel en un roce apenas contenido, como si en cualquier momento fueran a perforarla. Era un depredador. Un ser primigenio dominado por sus impulsos más oscuros. La presión en su cuello aumentó por un instante antes de aflojar levemente, permitiéndole tomar una bocanada de aire. Neul se separó apenas unos centímetros, relamiéndose los labios, con la sombra de una sonrisa torcida dibujada en su rostro. —¿Sabes lo que has hecho? —su voz era un susurro entrecortado, entre la furia y la excitación. —¿Has liberado esto en mí a propósito? —Neul lo zarandeó ligeramente, como si estuviera debatiéndose entre romperlo en ese mismo instante o continuar degustándolo.— ¿O eres tan ingenuo como para no saber qué efecto tiene esto en mí?— Su mano libre viajó hasta el rostro de Marian, rozando su mandíbula con los dedos antes de descender por su cuello, sintiendo el pulso acelerado bajo la piel. —Eres un maldito problema.— Pero no lo soltó. Porque, al fin y al cabo, los problemas eran su vicio favorito.
El aliento entrecortado de Neul era lo único que perturbaba el silencio entre ellos. La presión en el cuello tu cuello persistía, lo justo para mantenerte en el aire sin llegar a privarte del todo de oxígeno. Tu piel ardía bajo el agarre helado de Neul, un contraste extraño y casi febril que enviaba escalofríos eléctricos por cada terminación nerviosa. Su pecho se alzaba y descendía con parsimonia, intentando recuperar la calma a pesar de la situación. No podías oponer resistencia, ni siquiera cuando los dedos de Neul se hundieron un poco más en tu piel, como si quisiera marcar su propiedad en cada célula de su cuerpo. Pero lo peor no era la fuerza que lo mantenía suspendido, ni el aire que comenzaba a faltarle en los pulmones. Era la manera en que Neul te miraba. Como un animal que ha encontrado su presa después de una larga cacería. Como un depredador que por fin se ha permitido ceder ante su naturaleza insaciable. Sus ojos dorados brillaban con una intensidad malsana, la pupila apenas un punto negro en la inmensidad ámbar. No había humanidad en su expresión, solo un deseo profundo, hambriento y crudo, uno que parecía ir más allá del simple instinto asesino. Su lengua aún conservaba el rastro de la sangre que había lamido, y Neul entrecerró los ojos por un instante, como si estuviera saboreándola, como si estuviera dejando que cada gota se fundiera con su esencia, intoxicándolo poco a poco.
Por un momento parece quedarse como en trance, y notas como su agarre pierde fuerza ... Quizás sea tu momento, el momento donde de verdad puedes tomar las riendas, aunque sea un poco. Neul está a otro nivel, parece. A uno que escapa a comprensiones de un rato, a uno que quizás requiera de pensamientos posteriores, los que uno tendría en noches largas. Puedes ver por la ventana, como los seguidores de La bruja y los trabajadores de Neul comienzan una batalla campal sin miramientos. Todo ha empezado y el monstruo que sujeta tu cuello, se ha quedado completamente quieto, sujetándote.
Los pies de Marian se despegaron del suelo, dejándolo suspendido en el aire como un insecto atrapado en una red. Su cuello crujió levemente bajo la creciente presión, pero él no apartó la mirada, ni siquiera cuando la respiración se tornó difícil, cuando su propio pulso retumbó con furia en sus sienes. Neul se inclinó sobre él, acercando su rostro con un ansia apenas disimulada. —Ah… —un suspiro escapó de sus labios mientras sus ojos se clavaban en la mano ensangrentada de Marian.— La sangre…— Su lengua, húmeda y tibia, se deslizó lentamente sobre la piel, trazando el recorrido de la sustancia carmesí con una devoción perversa. Era un gesto que oscilaba entre lo profano y lo íntimo, entre la adoración y la desesperación. Un estremecimiento recorrió su cuerpo, una exhalación temblorosa escapó de sus labios. Chupó con un ansia animal, succionando con lentitud, disfrutando el sabor, como si estuviera degustando un elixir prohibido. Marian, sentirás el aliento de Neul, cálido y gélido al mismo tiempo, su boca aferrándose con un hambre descarada, enfermiza. Sus colmillos rozaron la piel en un roce apenas contenido, como si en cualquier momento fueran a perforarla. Era un depredador. Un ser primigenio dominado por sus impulsos más oscuros. La presión en su cuello aumentó por un instante antes de aflojar levemente, permitiéndole tomar una bocanada de aire. Neul se separó apenas unos centímetros, relamiéndose los labios, con la sombra de una sonrisa torcida dibujada en su rostro. —¿Sabes lo que has hecho? —su voz era un susurro entrecortado, entre la furia y la excitación. —¿Has liberado esto en mí a propósito? —Neul lo zarandeó ligeramente, como si estuviera debatiéndose entre romperlo en ese mismo instante o continuar degustándolo.— ¿O eres tan ingenuo como para no saber qué efecto tiene esto en mí?— Su mano libre viajó hasta el rostro de Marian, rozando su mandíbula con los dedos antes de descender por su cuello, sintiendo el pulso acelerado bajo la piel. —Eres un maldito problema.— Pero no lo soltó. Porque, al fin y al cabo, los problemas eran su vicio favorito.
El aliento entrecortado de Neul era lo único que perturbaba el silencio entre ellos. La presión en el cuello tu cuello persistía, lo justo para mantenerte en el aire sin llegar a privarte del todo de oxígeno. Tu piel ardía bajo el agarre helado de Neul, un contraste extraño y casi febril que enviaba escalofríos eléctricos por cada terminación nerviosa. Su pecho se alzaba y descendía con parsimonia, intentando recuperar la calma a pesar de la situación. No podías oponer resistencia, ni siquiera cuando los dedos de Neul se hundieron un poco más en tu piel, como si quisiera marcar su propiedad en cada célula de su cuerpo. Pero lo peor no era la fuerza que lo mantenía suspendido, ni el aire que comenzaba a faltarle en los pulmones. Era la manera en que Neul te miraba. Como un animal que ha encontrado su presa después de una larga cacería. Como un depredador que por fin se ha permitido ceder ante su naturaleza insaciable. Sus ojos dorados brillaban con una intensidad malsana, la pupila apenas un punto negro en la inmensidad ámbar. No había humanidad en su expresión, solo un deseo profundo, hambriento y crudo, uno que parecía ir más allá del simple instinto asesino. Su lengua aún conservaba el rastro de la sangre que había lamido, y Neul entrecerró los ojos por un instante, como si estuviera saboreándola, como si estuviera dejando que cada gota se fundiera con su esencia, intoxicándolo poco a poco.
Por un momento parece quedarse como en trance, y notas como su agarre pierde fuerza ... Quizás sea tu momento, el momento donde de verdad puedes tomar las riendas, aunque sea un poco. Neul está a otro nivel, parece. A uno que escapa a comprensiones de un rato, a uno que quizás requiera de pensamientos posteriores, los que uno tendría en noches largas. Puedes ver por la ventana, como los seguidores de La bruja y los trabajadores de Neul comienzan una batalla campal sin miramientos. Todo ha empezado y el monstruo que sujeta tu cuello, se ha quedado completamente quieto, sujetándote.