¿Sabías que…?
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Abismo tormentoso
Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
Personaje

Siddharta Gautama



Desde las estancias del más allá, pude cobrar algo de la conciencia que contenía los últimos rastros de existencia de mi ser. Abrí los ojos, pude contemplar una oscuridad insondable, en un ambiente neutro que hasta me resultaba confortable. Froté mis ojos como un acto reflejo que intentaba despejar sin éxito toda ensoñación.

- Diablos... ¿Eso fue el apocalipsis? -

Me pregunté, pero ese pensamiento retumbó por todos lados, a pesar de que no articulé ninguna palabra. ¿Qué era ese espacio? Retuve toda imagen de aquel infierno blanco, el frío, la nieve, el desaliento y aquella tormenta sin fin de devastadores truenos, que juraría por mi sangre que acabó con todo rastro de existencia en aquella tundra helada, sin dudar. Palpé mi cuerpo, mis manos retomaron el tacto como si fuera la catarsis que vaticinaba una resurrección. Notaba mi piel, mis huesos, mi ropa, e incluso la dichosa y de momento misteriosa bolsa que estaba amarrada a mi cintura, dentro de ella, las 3 canicas que sustraje de aquellos 2 desconocidos con los que me topé en mis andadas dentro de ese páramo de hielo.

¿Había sobrevivido?, pero ¿Dónde lo había hecho? Pues aquello no se parecía en absoluto a nada concebido de naturaleza terrenal, deambulaba flotante cual espectro en un manto oscuro de infinitos límites, ¿Acaso era eso ya al fin la verdadera muerte? Pasaría el tiempo, sin ningún tipo de noción de este, seguro que las horas y las horas habían pasado corriendo, el sueño de nuevo me invadía, cerré los ojos y ahí sería cuando perdería de vista aquella estancia.



Unas voces que provenían de algún lugar, junto a la luz de la tarde me despertaron de aquel extraño letargo, parecía haber vuelto al plano terrenal. Visualicé mientras me incorporaba levemente en el interior de una cavidad de madera algo derruida, ligeramente desmoronada y presentando graves signos de violencia. Tenía evidentes rasgos que me hacían entrever que era el interior de un navío, pues la madera gruesa y tosca transmitía algo de humedad y cierto aroma a carcomido.

No obstante, aunque me quedaba aún por confirmar donde me encontraba, las voces del exterior era el principal factor que llamaba mi atención. Nuevos desconocidos parecían mantener un tenso encuentro ahí a fuera, ¿me rentaba aparecer tan imprudentemente? Me acerqué sin hacer ruido y evitando los tablones más perjudicados de lo que creía que era la cubierta del barco, para no hacer crujir ni romper ninguna madera, hasta una abertura pequeña que dejaba pasar la luz, desde ella, acerqué mi ojo izquierdo para analizar un poco la circunstancia de ahí a fuera

Mi visión furtiva me hizo saber que hasta un total de 7 tipos presenciaban lo que parecía ser un desencuentro entre una joven armada que amenazó a un tipo con alas negras y un fiero gyojin con aspecto de tiburón. El primero sin titubear, agarró su bolsa y la tiró al suelo en la distancia intermedia que los separaban de la pistolera, ese signo terminó corroborando para mí la importancia de esta en el macabro capricho divino en el que me encontraba, definitivamente, todo esto estaba alejado de la realidad. Y el espadachín de alas negras, parecía tener claro que estábamos en algún tipo de sueño.

Un tipo nuevo apareció desde el cielo, surcando este con una extraña tela con hilos en sus extremos que le permitían descender con seguridad. Si todo aquello era surrealista, empezando por el contexto en el que me encontraba, el apocalipsis y esa especie de renacimiento, el baile de aquel joven no era para menos, y se disputaba el primer puesto con el cataclismo de la tundra para ver quien era capaz de alterar más la percepción de la realidad. Bailó, bailó como si le fuera la vida en ello y a continuación gritó a los 4 vientos que estaba vivo.

- ¿?¿?¿? -

Culminó de dudas mi mente el joven, ¿acaso estaba él también en aquel paraje helado?, demasiada coincidencia saber que él también era consciente de esa resurrección. Quizá estaría en una parte de la tundra diferente, pero tenía la certeza de que el joven tenía algún tipo relación paralela con mi situación. Por último, un panda cercano al trozo de barco donde me escondía hizo acto de presencia, chocó contra este y la ruina del navío comenzó a pudrirse más y más, ¿Qué había hecho?, la madera comenzaba a mostrar un aspecto peor del que ya tenía, aquel mink con algo que escapa a mi entender, había desmejorado la estructura al contacto.

Todo empezaba a volverse más y más extraño, y en algún momento u otro, tenía que salir de allí fuera como fuera. Un plan dibujó un esbozo en mi mente, con ciertos huecos que debería de suplir para que no fuera tan imprudente, pero que al fin y al cabo, me diera la capacidad de salir ileso de allí, ya fuera huyendo o abriéndome paso a golpes.

resumen
#21
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Personaje


Lo único que hizo que Airgid apartase un momento los ojos de los dos hombres frente a ella fue el sonido de una voz que conocía. Pero no pudo permitirse desconcentrarse del enfrentamiento que estaba viviendo. Esbozó una sonrisilla al darse cuenta de que ya no estaba sola, si esos dos querían movida, tendrían que lidiar con ambas mujeres al mismo tiempo. La morena caminó hasta colocarse a su lado. — No te fíe'. — Susurró, de forma que solo ella escuchara sus palabras.

Entonces, el hombre alado en un acto por intentar apaciguar las aguas, lanzó su bolsa hacia delante, dejándola caer entre ambos grupos. Su compañero tiburón le imitó, arrojando también su propia bolsa al lado de la otra. — A'radi, acércate a coherla', depacito. No quiero que movái ni un zolo mú'culo. — Advirtió la rubia. Su idea era que la morena agarrase las bolsitas con cuidado y despacio mientras ella apuntaba a los dos con sus metralletas. Y al mínimo movimiento, dispararía sin dudar ni un segundo.

Un nuevo hombre apareció en el lado de sus rivales, su tamaño comenzó a aumentar drásticamente, pero no tuvo tiempo de fijarse en él. Una ráfaga de viento les interrumpió, empujando a la rubia hacia atrás. — ¡Cuida'o! — Gritó más por su compañera que por ella misma. El aire le venía de frente, y a la vez que Octojin fue empujado hacia ella, Airgid fue arrastrada hacia atrás, en la misma dirección. Inevitablemente volvió a caer al suelo, recorriendo los metros dando alguna que otra voltereta sobre sí misma.

Cayó de culo, observando cómo el tiburón también caía frente a ella. Fue incapaz de ponerse en pie debido al fuerte viento, y desconocía si el gyojin sufrió su mismo destino o si realmente quiso ir a por ella, pero cada vez la situación era más tensa, así que decidió finalmente atacar. Apuntó a su brazo derecho con la metralleta que sujetaba con la diestra y disparó. Quizás eso le disuadía, quizás provocaba el efecto contrario, y con algo de suerte, quizás dejaba aquel brazo inutilizado. No se fiaba de él y no quería ser la que recibiera el primer golpe.

A su lado acababa de aterrizar del cielo otro hombre que de repente comenzó a bailar y gritar. Efectivamente, la escena cada vez era más extraña. — ¡TOR MUNDO QUIETO ME CAGONTÓ, QUE TENGO MUSHO PELIGRO! — No dejaba de aparecer gente, cada uno más raro que el anterior. Era imposible prestarle atención a todo. ¿Eso de ahí era un panda?




Resumen y apariencia
#22
Asradi
Völva
Personaje


A medida que se acercaba a Airgid, la morena no apartaba la mirada de ambos varones. Tanto el alado como el gyojin tiburón. También asintió a la rubia cuando ésta le susurró. Podía estar frente a uno de su especie, pero eso no lo hacía menos peligroso, inclusive hacia ella misma. La mandíbula de la sirena se tensó ligeramente, contemplando las bolsas que, ahora, yacían en el suelo, a pocos metros de ellas.

¿Todo ese jaleo estaba siendo ocasionado por eso? ¿Por esa minucia? Por inercia, Asradi también rozó la bolsa de su cinturón con la mano. Continuaba ahí, junto con la chapa en su interior. El sentimiento era extraño y contradictorio. El afán por resguardarla y, al mismo tiempo, esa sensación de revoltijo en el estómago. Como si algo le dijese que era una trampa. Se le había metido eso en la cabeza.

¿Estás segura? — Miró a Airgid de reojo, preguntándole en un susurro. ¿Por qué hablaba tan raro, a todo esto?

De todas maneras, no le hizo mucha gracia el que hubiese sacado las armas, apuntando hacia Illyasbabel y Octojin. Pero es que también entendía la situación tensa y peligrosa en la que se encontraban.

Y, aún así... No, no estaba bien. Algo en su fuero interno hacía que esa situación le repatease.

Airgid... Baja las armas... — Comenzó a susurrar.

Y también estaba alzando una mano con intenciones de posarla, suavemente, en el hombro de su amiga, cuando todo hizo aguas.

¡No, espera!

Fue todo de repente y al mismo tiempo. Una fuerte ráfaga de viento que le vino de frente arrambló con ella hacia atrás, haciéndola caer de culo al suelo un par de metros más allá. Se quejó inmediatamente, pero se obligó a espabilarse porque en ese momento el gyojin tiburón se había lanzado hacia Airgid.

Alguien más aterrizó cerca de la rubia, pero la sirena no estaba pendiente de eso, sino de la peligrosa situación que les rodeaba.

¡Basta! — Alzó la voz. El tono era melodioso, pero firme y demandante al mismo tiempo.

No sabía si le iban a hacer caso, todo sea dicho, pero tenía que intentarlo. Y tener esperanza de que esa ventolera, de alguna manera, frustrase un tanto el embate entre rubia y tiburón. De hecho, estaba cabreada por la situación. No entendía que estaba pasando, no sabía donde estaba, no sabía quien era toda esa gente.

¡BASTA LOS DOS! — Eso fue prácticamente un gruñido. Literalmente mostraba ahora los dientes. Afilados, tiburoniles.

Quizás no tan potentes como los de Octojin, pero podían arrancar un buen trozo de carne de cuajo. Miró, de hecho, al gyojin tiburón, quien había empezado con la ofensiva, de una manera u otra y, por supuesto, Airgid había respondido a ello con un par de tiros. Asradi tenía el ceño fruncido. Las escamas de las piernas continuaban reflejando los rayos del atardecer. Por fortuna no se había dañado la aleta dorsal con tanta caída y revoltijo por culpa del viento.

Uno de sus dedos señaló directamente a Octojin, aún sentada irremediablemente en el suelo, y con el pelo revuelto.

¿Así pretendes que nos respeten? ¡Si buscas respeto con violencia, solo generarás más violencia de los humanos hacia nosotros! — Sí, eso era un regaño en toda regla. Le importaba poco y nada el cómo se lo tomase el gyojin. — Así solo conseguirás que la gente de la superficie deteste más a los nuestros. ¡Así que relaja las aletas!

Con todo el prejuicio que ya había de por sí. Finalmente, Asradi suspiró. No era belicosa, aunque tenía un carácter endiablado cuando se lo proponía.

Miró a Airgid.

Baja las armas, por favor... — Musitó. Casi rogándole con la mirada. Luego, dirigió su atención hacia el hombre alado. Parecía el más racional, de momento, de aquel dúo. También se percató de que había más gente. Esperaba que no viniesen a ponerse violentos.

Se dirigió, ahora, directamente a Illyasbabel.

No sé que está pasando. Pero creo que todo está relacionado con eso. — Señaló las bolsas. — Es como si algo, o alguien, buscase que nos enfrentásemos todos a propósito.

Era una corazonada que tenía. Aquella voz que había susurrado en su cabeza, cuando despertó en aquel lugar extraño, todavía resonaba, provocándole un escalofrío.

Resumen y apariencia
#23
Yoshi
Yoshi
Bueno... Una nueva chica apareció desde el barco, era guapa y parecía ser mitad Tiburón al igual que Yoshiro ¿Por eso la veía guapa? Era posible, sus piernas eran brillantes con esas escamas tan bonitas pero este no es el tema a discutir hoy. La cosa es que parecía ser amiga de la chica rubia que quería robar a la fuerza las bolsas del tipo con alas y el tiburón. Cosa que iba bien, pues lanzaron sus bolsas como señal de rendición, Yoshiro dió unos pasos cautelosos ya que quería intentar tomar las bolsas antes que las chicas, no entendía aún su importancia pero la extraña voz que lo revivió le dijo que debía coleccionarlas.

De pronto, una feroz tormenta destruiría el paraje helado donde el muchacho había muerto y este cambio de clima tan drástico trajo consigo un fuerte vendaval. Este feroz viento hizo que un chico gigante cayera encima del barco y el resto de personas (incluyendo Yoshiro) cayeran hacía el sur, así que algunos cayeron de cara y otros de culo.

Pero claro, el fuerte viento no solo afectó a la gente, también afectó a las bolsas tiradas en el suelo que volaron en dirección a la rubia, esta estaba más ocupada sosteniendo sus armas y disparándole al tiburón, así que Yoshiro pudo maniobrar en el aire para tomar una y caer al suelo de espaldas mientras la otra se iba lejos ¿Caería en la catarata?
El viento aquí es demasiado fuerte...-el muchacho se sujetó de una piedra que sobresalía del suelo para intentar no salir volando muy lejos. Era una lastima que la rubia no haya caído encima de él ¿Quizás para la próxima?
Personaje
Resumen
#24
Illyasbabel
cuervo de tiburón
La situación empeoraba a cada segundo, mientras que la tormenta generaba la suficiente presión en la atmosfera para arrastrarlos y derribarlos durante un buen tiempo, a tal punto, que la mayoría terminaba aferrándose a los restos del barco o anclándose en la tierra, como era el caso de illya, que con una de sus espadas clavada en la tierra evitaba ser más desplazado, un escenario de constante cambio, que pondrían al viejo cuervo en un dilema.

Todo sucedía al mismo tiempo que un gigante caía a sus espaldas destruyendo en gran medida la estructura del barco. Quizo esquivarlo, pero no pudo, a su suerte el gigante cayó a pocos metros de distancia, lo observó por unos momentos completamente sorprendido - ¿Hola? - preguntó, luego volteó rápidamente, para ver otro sujeto pelirrojo que volaba por los aires hasta atrapar la bolsa. -¡HEY! - gritó Illya, en un gesto de sorpresa, aparentemente sus bolsas eran un tesoro deseado.

¿ Una bala perdida ? se preguntó al escuchar el sonido de un disparo, aunque hubiera querido moverse no lo habría conseguido, por lo que repaso su cuerpo con una fría y rápida visión esperando buscar heridas. Intentaba moverse, pero no podía, observo una vez más al Gyojing quien se encontraba, de igual modo, tumbado en el suelo, inclusive la mujer rubia, la cual continuaba con sus amenazas, pero el humo proveniente de su arma serían la prueba suficiente para Illya, debía escapar de aquel lugar de locos.

- Eso mismo, y no me gusta nada - Respondió Illyasbabel, prácticamente gritando, a la mujer sirena, que al igual que él, parecía bastante confundida, - tsk... - sus ojos iban y venían observando nuevas apariciones de personajes muy particulares, motivo suficiente para quitar su actitud relajada y poner manos al asunto. No le gustaba para nada estar rodeado de gente y menos gente armada.

- OYE, ¿Qué te parece si volamos un rato? - Detuvo su mirada una vez más en el Gyojing mientras el viento ejercía una constante y molesta presión,  esperando respuesta de vida, no sabía si el disparo le había dado, por lo pronto intentaría ayudarlo a componerse, por lo que con un esfuerzo casi sobrehumano empezó a moverse lentamente hacía él, y en cuanto el viento hubiese calmado, se elevaría por los aires junto con el tiburón en sus brazos. Se elevaría 12 mts por los aires y se alejaría unos cuantos metros más de la escena, para continuar observando desde los aires. Llegado el momento justo, se encargaría de descender al Gyojin.- Ya veo, esto parece un juego, ¿ Tu que crees? - 

OFF
#25
Octojin
El terror blanco
Octojin yacía en el suelo, aturdido, con la mente embotada por la confusión y la rabia. El viento, implacable y feroz, lo había lanzado a los brazos de una batalla que parecía no tener fin. Su mente estaba en otro lugar, atrapada en una ilusión tan vívida que no podía distinguirla de la realidad. ¿Acaso era un sueño dentro de otro? ¿O solo era uno? ¿O quizá todo aquello era real?

Durante su estancia en el suelo había oído golpes de todo tipo. Alguien se debía haber estampado contra el barco, oía cuchicheos e incluso pasos a lo lejos. Pero aquello permanecía en un segundo plano. Quizá tan segundo que fuese otra ilusión de su mente.

Al menos lo que si que parecía que había ocurrido es que el viento lo había arrastrado hacia la tiradora. La furia que hervía en su interior, alimentada por la presencia de la mujer y su insolencia, ardía como un fuego incontrolable.

Sin embargo, estaba claro que aquel ataque que había preparado había sido fruto de… ¿Una ilusión? ¿O puede que fuera otro sueño?

Pero entonces, algo cambió. El viento pareció detenerse de golpe, y la furia que lo había estado empujando hacia adelante se desvaneció, dejando en su lugar una sensación de vacío. Su cuerpo, que un momento antes había estado impulsado por una fuerza imparable, ahora parecía pesado, como si cada movimiento requiriera un esfuerzo titánico. Intentó levantar los brazos, pero estos no respondían. Quiso gritar, pero no salió ningún sonido de su garganta. Todo lo que podía hacer era mirar, inmovilizado, mientras la tiradora, unos metros más alejada de lo que al tiburón le gustaría, seguía empuñando sus armas de fuego.

Se llevó una mano temblorosa a la cabeza, intentando comprender. ¿Había atacado a la tiradora? ¿La había derribado? Todo parecía borroso, como si su mente hubiera sido envuelta en una densa niebla que le impedía ver la verdad.

—¿Qué... qué ha pasado? —murmuró para sí mismo, su voz ronca y apenas audible.

Miró al cielo, donde las nubes oscuras se movían lentamente, como si nada hubiera ocurrido. ¿Había sido todo una ilusión? ¿Un sueño causado por el viento, por la tensión de la batalla? Pero la sensación de furia, de determinación, había sido tan real... Casi podía sentirla aún ardiendo en su pecho, aunque ya se estaba desvaneciendo, como una llama que se apaga lentamente.

El gyojin tiburón se obligó a levantarse, mientras sus músculos protestaban con cada movimiento. Se tambaleó un poco, apoyándose con el brazo derecho para mantener el equilibrio. Respiró hondo, llenando sus pulmones con el aire frío de la noche, y dejó que el silencio lo envolviera.

"No fue real", se dijo a sí mismo, tratando de convencerse. "Nada de eso fue real". Pero, al mismo tiempo, no podía evitar preguntarse si tal vez, en algún nivel, lo había sido. La furia, la sensación de poder, la necesidad de demostrar su valía como gyojin... Todo eso seguía ahí, latente en su interior.

Sacudió la cabeza, intentando despejar esos pensamientos. Necesitaba concentrarse, volver a la realidad, a lo que podía ver y tocar. Pero la sensación de que algo había cambiado, de que algo dentro de él había despertado, no desaparecía por completo.

Apenas había dado un paso cuando un estruendo desgarrador rompió el silencio de la noche. Un disparo. Antes de que pudiera reaccionar, sintió un dolor agudo y abrasador en su brazo derecho.

El impacto lo golpeó como una ola de energía pura, y un alarido de dolor escapó de sus labios. Miró su brazo, aturdido. Un agujero oscuro y sangrante marcaba el punto de entrada de la bala, justo por encima del codo. El dolor era intenso, punzante, extendiéndose desde la herida hasta cada fibra de su ser. Intentó mover el brazo, pero el dolor le arrancó una mueca y lo obligó a dejarlo caer inerte a su lado.

Todo ocurrió en un segundo, pero ese segundo pareció eterno. Su instinto de supervivencia, forjado en innumerables peleas, se activó de inmediato. Se giró en dirección al disparo, buscando con la mirada a su atacante. Y quién si no, la mujer rubia que había cumplido sus amenazas.

Octojin apretó los dientes y retrocedió un par de pasos. La adrenalina comenzaba a fluir por sus venas, amortiguando el dolor, pero no del todo.
Aún podía sentir el calor de la sangre fluyendo por su brazo, empapando el resto de su costado.

El gyojin tiburón respiró hondo, tratando de mantener la calma. La situación había cambiado en un instante, y ahora, cada movimiento contaba.

Entonces, la otra mujer, que parecía estar en el mismo bando que la rubia, decidió abroncar a Octojin. Al escuchar su voz, el gyojin se dio cuenta de que era la mujer que había lanzado varios gritos incitando a que parasen aquella pelea.

Mientras era abroncado, el tiburón se dio cuenta de que era una de los suyos. Y la bronca venía precisamente por ello. Por actuar en contra de lo que parte de los habitantes del mar buscaban. 

—Deberías controlar la lengua de tu amiga primero—se limitó a contestar de forma tajante—No hay respeto para quien no merece ser respetado.

Y, sin más dilación, el hombre alado se posicionó detrás suya y le invitó a un viaje aéreo. El gyojin jamás había estado en las alturas, por lo que realmente le llamó la atención. Además, aquello presumiblemente sería una pausa en medio de todo el conflicto. 

Aceptó, dejándose cargar mientras intentaba que su cuerpo fuese lo más fácil de agarrar por el hombre alado, intentando facilitar así lo que ya de por sí debía ser complicado; cargar a una mole como era el tiburón. En el aire serían un blanco fácil, pero al gyojin en aquel momento le daba igual.

—¿Acaso tienes carnet para hacer esto?—comentó una vez estaban ascendiendo en un intento por sonreír sin mucho éxito—Aerolíneas… 

La idea era que aquel hombre se presentase formalmente. Octojin no podía mirar al suelo. Pese a que la altura era irrisoria, le producía una sensación de angustia aquella mínima elevación. El gyojin pensó que debido a su peso, el hombre no podía ascender más.

Una vez descendieron, apretó los dientes, dispuesto a sobrevivir, como siempre.

—Parece uno y muy intenso—comentó a la par que se señalaba el brazo herido, del cual había un rastro de sangre—. ¿Qué crees que deberíamos hacer? Ah, por cierto, en mi bolsa no había ninguna estúpida canica. ¿En la tuya si? Parece que esas cosas son valiosas…

Resumen
#26
Hyun Yeon
Tsubaki no Ken
Fuera se estaba montando un caos de primera categoría. El viento rugía como nunca hasta ahora, gente gritaba y corría y nuevas voces se sumaban al cuarteto inicial, incluyendo a alguien que parecía celebrar seguir vivo. ¿Y qué hay de mí? Yo seguía atascado atravesando el casco del barco como una especie de flecha gigante, salvo que las flechas no tenían piernas ni se revolvían tratando de desclavarse. Entre que el espacio entre el techo y la cubierta inferior era demasiado estrecho para mi tamaño actual y que mi ropa se había enganchado en la madera rota, no encontraba una manera de escaquearme fácil. No quedaba más remedio: tendría que desactivar mi poder. Empecé a decrecer hasta volver a mi tamaño original... y entonces me encontré con un segundo problema. ¿Qué ocurre cuando decreces cuatro metros de golpe mientras tu ropa está enganchada en un agujero en el lateral de un barco? Para cuando me di cuenta, estaba colgando boca abajo de mi gabardina por el exterior del barco.

- Hm, esta es una situación curiosa - comenté, cruzándome de brazos. Soplé para quitarme varios largos cabellos de la cara (ahora recordaba por qué ya no llevaba melena) y examiné al resto. Entre gente gritando, un extraño panda corroyendo la madera del barco y la morena dando un sermón a todo el mundo, aquella escena era digna de una comedia. Ahora que me fijaba, la extraña no era humana. Tenía una aleta dorsal y dientes afilados. ¿Alguna especie de medio-gyojin o algo así? No estaba muy versado en las especies y tribus extrañas de los mares más allá de mi tierra natal. En cualquier caso, lo que decía la morena sonaba sensato y me hizo replantearme la situación. ¿Qué hago aquí, me pregunto de nuevo? ¿Cómo he llegado a parar a este lugar? - Creo que ella tiene razón - comenté, señalándola y alzando la voz para hacerme oír por encima del viento - Paraos a darle vueltas. ¿Alguno recuerda por qué hemos venido a parar a este lugar? ¿O qué motivo teníamos para venir?

Con un sonoro desgarrón, mi gabardina se rompió y caí de nuevo al suelo. Me las apañé para evitar llevarme un golpe en la cabeza interponiendo los brazos y encogiendo mi cuerpo, aunque lo pagué con unas bonitas magulladuras nuevas y estropeando las mangas de mi ropa. Me incorporé sacudiéndome el polvo y continué hablando como si nada hubiera ocurrido - Hay muchas explicaciones posibles para esta situación, pero me inclino a pensar como esta chica. Alguien está jugando con nosotros. Personalmente, no me siento cómodo con la idea de ser manipulado y preferiría encontrar al responsable y darle una lección - hice una pausa y me encogí de hombros - Siempre podemos seguir partiéndonos la madre, pero me parece poco sensato. ¿Qué opinas tú, belicosa bandida rubia? - pregunté, mirando a la chica de las metralletas. Parecía la más agresiva del grupo, así que probablemente el que siguieran peleando o no dependería de ella.
#27
MC duck
Pato
Era extraño, cuanto menos misterioso, nada en ese lugar tenía explicación, las montañas parecían flotar en el aire, como lo hacían las islas en el agua, siguiendo dicho símil, las islas estaban conectadas por puentes colgantes, como lo hacían las rutas de comercio entre las islas.
Cascarones vacíos de lo que fueron barcos, flotaban en el aire, como si fueran testigos mudos de las aventuras que sus tripulantes habían llevado. Como los miles de barcos hundidos que aún reposaban en fondos de coral, como si fueran su tumba acuática.
Vidas e historias pérdidas y deformadas en esa extraña dimensión. Sin explicación, sin transfondo.
Pero nada de eso preocupaba a MC Duck, el cual también tenía una forma extraña e inexplicablemente elegante, tal vez una visión extravagante de sí mismo, de lo que quería ser algún día. Un pato de éxito, aventurero y decidido.
Personaje

Aspecto de MC Duck

—Asombrosas cosas tiene la vida, Cuack… - dijo al chasquear su chapa en el aire y ver como el efecto de esa extraña gravedad lo hacía caer más lento, la Garro en el aire y la volvió a meter en su petate, siendo curiosamente, su única pertenencia aparte de su escopeta que le hacía - ¿que misterios aguardan en este lugar? ¿Qué historia guarda detrás? Cuack…

De momento en su posición no había nadie, mientras avanzaba por el puente colgante entre islas, mirando los restos de naufragios antiguos y misteriosas rocas. Salto a los barcos, examinando su interior, no buscaba solo oro, buscaba cualquier información, mapa, cargamento, bandera, algo que indicará alguna información sobre qué tipo de barco era, su destino o la facción a la que pertenecen… pero no encontró casi nada al respecto. Era un misterio, y a MC Duck le gustan los misterios.
Lamentablemente su tiempo de soledad, acabaría, por qué pronto empezaría a escuchar, gritos disparos y gente aparentemente peleándose por algún motivo.

Echó un vistazo, y vio a variadas personas en una situación similar a la suya, mujeres, hombres y criaturas que portaban petates similares al suyo, seguramente con la misma chapa que la suya ¿Como llego a esa conclusión? Bueno, no estaba seguro, pero instintivamente llevó su mano al petate como si quisiera protegerlo.

—Esto no me gusta nada, Cuack…

Tenía interés en seguir su investigación de este extraño mundo onírico, pelear no estaba en sus planes inmediatos, por el momento, así que decidió no intervenir o dirigirse a nadie, quería seguir su camino, aún así tenía mano en escopeta, la gente de este lugar parecía tan rara y extraña como este mismo lugar, era mejor no confiarse.

acciones
#28
Byron
Que me lo otorguen
Celebraba de forma inconsciente, se sentía en la privacidad e intimidad de su propia habitación. A pesar de estar prácticamente rodeado de gente, el chico estaba experimentando una especie de abstracción, para él, todo estaba oscuro en ese momento, con un pequeño foco de luz enfocando a su persona, como prueba de su propia victoria a la muerte. Los gritos y silbidos que acompañaban su escena mental, no hacían más que crecerse al muchacho, elevado en el escenario, ante un público imaginario formado por todas aquellas mujeres con las que había compartido el techo de distintas habitaciones.

Un fuerte ruido hizo desaparecer aquel teatrillo. El foco se apagó, las figuras de las doncellas se unieron unas otras hasta formar una amalgama informe que explosionó como un globo insonoro. La claridad del atardecer era la que iluminaba la escena, el sonido imprevisto de aquel disparo hizo volver a Byron de sus ensoñaciones. Rascó su cogote de mala gana, su pequeño momento de gloria personal había sido interrumpido, ni el hecho de que alguien volviese de las garras de la muerte era digno de respeto en aquel lugar.

Mosqueado, escupió al suelo, y se dedicó a observar la situación real en la que se encontraba. Siendo sinceros el chico no entendía nada, hacía escasos minutos había sido volatilizado en una gran explosión purpura en un páramo helado. Y ahora, había llegado a unos peñascos flotantes, con restos de embarcaciones en su superficie, por medio de una extraña fantasía que casi se apodera de él, de lo real y convincente que se sentía, es más, su cuerpo seguía cambiado. Había algo que le llamaba todavía más la atención, no recordaba cómo había conocido a la chica con la que yacía antes de aparecer en aquel infierno helado.

Se llevó la mano a la barbilla, dubitativo, y le dedicó una mirada al resto de sujetos en aquella roca. Varios parecían haberse estrellado contra la embarcación naufragada, uno de ellos, casi tan grande como esta, ¿era responsabilidad de aquellos situados en el centro? ¿Algún ataque los había hecho salir volando?

Dos mujeres, una hermosa rubia con coleta, con buenas curvas y bien tonificada, alzando unas armas de fuego que expulsaban humo por sus cañones debido al reciente uso. Y una morena de largas, peculiares y preciosas piernas de escamas relucientes que desembocaban en unas tersas nalgas, que se veían eclipsadas, desgraciadamente, por la curiosa aleta situada en el centro de su espalda. Simplemente por estos dos caramelos, Byron se sentía mucho más optimista.

Cuanto más observaba la situación, la sentía más personalizada. Llevaba un rato barajando la posibilidad de que todo fuese un sueño, así encajarían las inverosímiles situaciones que había vivido hasta ahora. El no recordar cómo había conocido a aquella mujer, los dos pasteles que se encontraban frente a él, y lo más importante, aquel ser de alas negras que parecía salido del más profundo y oscuro recuerdo de su memoria.

Junto aquel ser de pesadilla, un enorme hombre tiburón. Parecían enfrentados a aquellas dos, pero increíblemente, con el don de la palabra y unas cuantas preguntas bien hechas apaciguó los fuegos de discordia.

Con más calma el hombre alado intentó ganar algo de distancia junto a su compañero. Mostró la intención de cargar a aquel monstruoso ser de al menos cuatro metros y 200 kilos de peso, dando un espectáculo jocoso para los espectadores. No se movieron ni un centímetro, el alado tiró y tiró, pero fue incapaz de elevar aquel cuerpo gigante, dejando una imagen ridícula ante el resto, ¿no era consciente de su condición? O era un ingenuo o se sobreestimaba demasiado.

Alguien más se unió a la conversación, aquel hombre gigante que estaba estampado y encallado en el navío. Corroboró las ideas de la chica tiburón sospechando que alguien o algo estaban jugando con ellos ¿aquella figura que vio en la tormenta? Podrían no estar muy desencaminados.

En ese momento, un fuerte viento arremetió contra Byron, haciéndolo volar un par de metros y quedando tirado boca arriba. Esto era lo que le había sucedido a aquellos estampados contra el barco. En esa posición alzó uno de sus brazos para llamar la atención de los presentes y procedió a apoyar las palabras de aquellos dos.

- ¡Un momento! ¡Tengo algo que decir! Para empezar, sospecho desde hace rato que esto es un sueño, pero, mierda, sonáis demasiado realistas y convincentes, no habláis como se habla en sueños, ya sabéis, que ni recuerdas las conversaciones bien porque tu cerebro no necesita mucho para engañarte. – Hizo una pequeña pausa para coger aire, y pensarse bien el orden de sus palabras.- Quiero decir… Joder, todo esto parece salido de mi imaginación, dos preciosas doncellas con curiosos trajes que cumplirían mis fantasías eróticas de los miércoles, la pesadilla de alas negras de mi pasado, ¡aunque no negaré que el real imponía más!  Y lo más importante, yo había muerto hace escaso minutos, y aquí estoy, en otro cuerpo, pero aquí estoy! – Gritó tumbado en el suelo, aun sin poder moverse. – Entonces, con esto dicho os pregunto, ¿sois reales o me estoy volviendo loco?

DATOS
#29
Gautama D. Lovecraft
El Ascendido
Siddharta Gautama


Durante aquel vistazo por aquella pequeña brecha en el barco, pude ver como un tipo iba agigantándose mientras era empujado brutalmente contra la parte del barco donde me encontraba. Sin dudarlo, me lancé hacia mi izquierda aunque su cuerpo se clavó unos metros más allá, hacia la derecha, pero quería evitar todo lo posible el impacto.

Por lógica, aquello no respondía a ningún tipo de razón. Crecer de esa manera hasta llegar a los 4 metros, era algo tan impensable como quizá normal en aquel escenario de ensoñación. Comprendía que la escena se las traía consigo, a cada cual de los actores que la componían más particular. En mí, no dejaba de generarse un debate interno entre la obtención de esas extrañas canicas que tanta discusión generaban, así como el pasado cataclismo que había acabado conmigo, con aquella tierra de hielo y por suposición, con toda vida que hubiera en aquel paraje helado, ¿Podría correr la misma suerte aquella gente y esa zona? ¿Qué tan importante eran las canicas? Me incorporé, un plan se empezaba a dibujar por mi mente mientras sacaba los guanteletes y comenzaba a calentar mis muñecas y mis dedos, aunque intentaría llevar unas buenas intenciones al realizar mi aparición, desconocía las del resto.

Artista Marcial Iniciado
ARM300
ARTISTA MARCIAL
Pasiva
Tier 3
7/8/2024
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Preparado y con las palabras definidas en mi cabeza, salí por la parte derruida de la proa del maltrecho navío mientras seguía haciendo movimientos circulares con las muñecas. Levanté mis brazos hasta adquirir una postura de en cruz (†), para transmitir una apariencia profética que pudiera llamar la atención de todos los presentes y alertarlos. Puede que me tomasen por un lunático, que pasaran de mí o se me echasen encima, puede también que sembrase el pánico allí porque me tomaran en serio, que el caos se adueñase más si cabe de ellos, pero vi necesario propagar aquella información para que no cogiera a nadie de imprevisto, y sin desviarme tampoco de mi meta.

- ¡¡DESVIADES Y DELIRANTES DESCONOCIDEEES!! -

Clamé a los 4 vientos, para que todos me pudieran escuchar. Con la barbilla ligeramente levantada, y los brazos en horizontal, seguía moviendo las muñecas y haciendo extensiones de los dedos. Aquello, según mi percepción, me daría un voto que reforzase la creencia de lo siguiente que tenía que decir, y si esta no estaba muy desvariada, así sería, a no ser que causara el efecto inverso con tanto movimiento.

- Vengo desde el más allá con un mensaje importante para todes les mujeres, hombres, niñes, gyojens, pandes o gigantes.... ¡¡¡¡¡¡EL APOCALIPSIS ESTÁ PRÓXIMO!!!! -

Grité a pleno pulmón lo último, quizá, el más próximo a mí que era el panda parlante quedaría atónito ante tal noticia. Fui levantando levemente más y más los brazos un par de grados hasta cierto punto(como si fuera una Y), mi intención era generar un silencio tenso, acaparar sus miradas y oídos, mi minuto de fama.

- La ruina... LA RUINA..... ¡¡LA RUIIIINNAAAAA VAAA A VENIIII!!! -

[Imagen: d659b2962b3df41913a983eab3f998577fcdd641.gif]

Con un tono sumamente dramático grité para alertarlos del cataclismo que yo mismo había vivido en mis carnes, sin tener una noción fiable del tiempo que había pasado desde entonces, pero con la voz de la experiencia poseyéndome para transmitírselo a esos pobres desdichados, mientras mis muñecas seguían rotando y mis dedos extendiéndose y contrayéndose para enfatizar mi mensaje.

- Y en forma de una tormenta calamitosa, barrera con destrucción toda vida que se encuentre a su paaaaa... ¡!¡!¡! -

Y ahí fue cuando inevitablemente, una intensa y traicionera corriente de aire me zarandeó. Lo sentí como si un cañón de viento me hubiera acertado de lleno, impidiéndome terminar las últimas palabras que tenía que comunicar. El profeta que veían, podría ser la mayor pantomima que pudieran presenciar, o un desafortunado zahorí que había sido derribado.

Cualquiera como fuera aquellas conjeturas que pudieran tener hacia mí, salí despedido hacia el panda que se encontraba a mi costado izquierdo, chocaría contra él de frente, haciéndome el afortunado favor de que no fuera más allá por el viento y fuera arrastrado. Por su corpulencia y peso, puede que ni se inmutara, o puede que cayera, de lo que si que estaba seguro era que su mullido pelaje me hizo no dañarme tan estrepitosamente y la caída al suelo no resultase más aparatosa.

Me quedé tendido tras la caída tras rodar un par de veces por el suelo, quedando a unos 3 metros del gran osito, avergonzado por aquel acto tan ridículo que pudiera haber protagonizado. Sin embargo, desde allí, alcé la mano pidiendo ayuda, en este caso, el más cercano era el del amigo peludo.

- Por favor... ayúdame a incorporarme, menudo tropiezo -

Le imploré, buscando que pudiera levantarme, aunque el golpe me había dejado casi fuera de juego, además de que por otro lado, no sabía si el panda se mostraría colaborativo o simplemente se iría de ahí, dejándome tirado.

resumen

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#30


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