¿Sabías que…?
... existe la leyenda de una antigua serpiente gigante que surcaba el East Blue.
[Misión de Temporada] El Gato y el Ratón - Grupo C
Drake Longspan
[...]

La liberación de Oykot marcó un antes y un después en la historia de la isla, resonando como una leyenda entre las calles y los corazones de su gente. La taberna del puerto, epicentro de historias, risas y estrategias, fue reconstruida gracias a la generosa compensación de treinta millones de berries entregados por los revolucionarios. Ahora, rebautizada como "La Taberna del Largo", honraba el sacrificio y la osadía de quienes se lanzaron al combate sin dudar. Este lugar prometía ser el alma del puerto, testigo de nuevas historias y refugio de quienes compartían el sueño de un Oykot libre.

El submarino, aquel preciado tesoro de la Guardia Real, no sería un símbolo de opresión, sino un guardián de sus aguas. Entregado al pueblo, sería restaurado y operado por la nueva Fuerza Defensora de Oykot, una iniciativa para proteger la isla y su gente, reforzada y preparada para futuros peligros. Con cada recodo y cada pieza reensamblada, la embarcación metálica sería un recordatorio de que los instrumentos de poder podían ser transformados para el bien común.

En un acto de valentía y unidad, los ciudadanos instauraron una democracia participativa, donde cada voz fuera escuchada, y donde Karina, aquella líder valiente y decidida de los balleneros, fue elegida como la primera alcaldesa oficial del Reino de Oykot. La gente depositaba en ella su confianza para dirigir un nuevo camino, el de la igualdad y el bienestar de cada ciudadano. Su liderazgo inspirador era símbolo de una era donde, por primera vez, el pueblo decidiría su destino sin temor.

Mientras tanto, Mae Sinfo y su equipo de marines entendieron el precio de haber dejado escapar a los revolucionarios, que representaban un desafío directo al Gobierno Mundial. Al asumir su responsabilidad, la suboficial Mae Sinfo decretó para todos un régimen de ayuno intermitente por quince días, suficiente para sobrellevar las noticias mientras viajaban al cuartel de Loguetown. Era un tiempo de reflexión, un sacrificio simbólico que fortalecería la lealtad de sus tropas en futuros encuentros.

Tras el colapso de la presa y su épica participación en la batalla, Umibozu ganó un apodo legendario que resonaría en la historia: Umibozu el Naufragio. Sus esfuerzos se convertirían en símbolo de lucha, resistencia y fuerza bruta. Aquella criatura imponente, que en un solo movimiento causaba tanto temor como esperanza, era ahora uno de los mitos más honrados en Oykot. "Nanbasen no Umibozu" era el nombre que susurraban los balleneros con una mezcla de respeto y admiración.

La celebración, como era costumbre en Oykot, se extendió por dos días y dos noches. La ciudad entera se unió en una fiesta desbordante de vida, donde el olor a pescado se esfumó para dar paso al embriagante aroma de fuegos artificiales, sake y comida fresca. Canciones de victoria resonaron, y las historias de cada héroe y heroína eran narradas con emoción entre los habitantes, cada relato matizando los momentos de la batalla con épica y camaradería.

El antiguo rey, en un acto de resignación y humildad, abdicó voluntariamente, renunciando al trono que había gobernado con indiferencia. La reina, en cambio, enfrentó el juicio de su pueblo y fue llevada a prisión por quienes, tiempo atrás, la habían servido con lealtad ciega. Así, el antiguo régimen se disolvía, y el Reino de Oykot se liberaba de las sombras del pasado.

El niño, con una sonrisa concentrada y los labios mordidos por la emoción, continuó agregando a los héroes de Oykot en su dibujo, sin omitir ningún detalle. Dibujó primero a una sirena cantante, rodeada de ondas musicales que parecían dar vida al papel mientras llevaba un salmón en un cubo; cada nota parecía resonar en su imaginación, como si la música fuese el alma de la isla.

Luego, añadió a una mujer de mirada poderosa, con una cicatriz donde debería estar su pierna y manos que parecían atraídas por una fuerza magnética invisible sujetando un kanabo; sus ojos destilaban fuerza y perseverancia. Al lado de ella, un imponente gigante nórdico de cabellos rubios y semblante sereno aparecía de pie, con la mano levantada en señal de victoria, como si él mismo sostuviera el cielo de Oykot.

[Imagen: jrGJa0Q.jpeg]

Con destreza, dibujó también a un pequeño pero astuto mapache de mirada avispada, quien, pese a su tamaño, ocupaba un lugar central en el dibujo, representando la astucia y la lealtad de sus compañeros.

Un ser excéntrico con una risa brillante y manos de las que brotaban manchas de mantequilla y destellos de fuegos artificiales estaba entre los más intrigantes de sus héroes. El niño esbozó su rostro alegre, que parecía iluminar la escena con un espectáculo de color y alegría.

Un ángel de largos cabellos dorados y mirada apacible flotaba en una esquina, como guardián de la paz reciente de Oykot, mientras que, en el centro del dibujo, un joven con cabello encendido en tonos de rojo y amarillo, como una llama ardiente, aparecía en una pose firme y desafiante. Sus grandes ojos dorados, intensos y determinados, transmitían un mensaje claro: Nunca más la isla volvería a estar oprimida.

La madre de aquel niño, una arquitecto de familia ballenera, observa el dibujo de su hijo con curiosidad, haciendo que sus ojos brillen al percibir la ilusión de un nuevo futuro, gracias a los libertadores de Oykot.

Este dibujo, aunque sencillo, era un homenaje sincero de un corazón joven a los héroes que liberaron su tierra. Cada trazo hablaba de valentía, esperanza y gratitud. En esos pedazos de papel, el niño había inmortalizado una promesa de libertad y valentía, mientras el pueblo de Oykot, sin saberlo, ya se movía hacia su nuevo y glorioso amanecer.

[Imagen: Fq6UVKV.gif]
Resumen de logros obtenidos

Notas
#51


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