Hay rumores sobre…
... que existe una isla del East Blue donde una tribu rinde culto a un volcán.
[Aventura] El nacimiento de un sueño - Aventura autonarrada
Crispin
Cachivaches
El bullicio del puerto de Rostock siempre tenía algo de encanto para Crispin. Las olas golpeaban suavemente contra los muelles y las voces de los pescadores y mercaderes se entrelazaban en un coro constante. Esta vez, sin embargo, Crispin no estaba allí para inventar un nuevo artilugio o buscar piezas para sus proyectos. Tenía un objetivo mucho más ambicioso en mente: abrir su propia cafetería.

Caminando con determinación, Crispin se dirigió hacia el edificio donde el líder del pueblo, el alcalde, solía atender a los ciudadanos. Llevaba una pequeña bandeja con varias tazas de café humeante, todas preparadas con su cafetera portátil mejorada. Al entrar, fue recibido por una secretaria que lo guió hacia la oficina del alcalde.

—Aquí está el señor alcalde —dijo la secretaria, abriendo la puerta y dejándolo pasar.

Crispin entró y se encontró con el alcalde, que lo miró con curiosidad. Sin perder tiempo, Crispin colocó la bandeja sobre la mesa del alcalde y se quitó sus gafas de sol multiusos, mostrando una expresión de entusiasmo inusitado.

—Buenos días, señor alcalde. Soy Crispin, inventor y amante del café. Vengo a proponerle algo que creo beneficiará a nuestro querido pueblo de Rostock —dijo Crispin con una sonrisa mientras servía una taza de café para el alcalde.

El alcalde levantó una ceja, intrigado, y tomó la taza. Dio un sorbo y sus ojos se abrieron ligeramente, sorprendido por el sabor.

—Este café es... excepcional, Crispin. ¿Qué es lo que propones? —preguntó el alcalde, claramente impresionado.

Crispin se aclaró la garganta, emocionado por la reacción positiva.

—Quiero abrir una pequeña cafetería en la zona portuaria. Será un lugar donde los habitantes y los visitantes puedan disfrutar de una excelente taza de café, preparada con mi cafetera portátil mejorada. Además, será un espacio donde pueda seguir experimentando con nuevas invenciones y compartir mis creaciones con el público. Solo necesito un pequeño local y me encargaré de toda la decoración y los detalles.

El alcalde asintió lentamente, tomando otro sorbo del café.

—Suena interesante, pero, ¿cómo planeas atraer a la gente a tu cafetería, considerando que Rostock ya tiene varios lugares donde pueden tomar café? —preguntó, evaluando la propuesta.

Crispin sonrió y sacó un pequeño dispositivo de su bolsillo, un proyector integrado en sus gafas de sol. Con un clic, proyectó en la pared una serie de imágenes de sus inventos y esquemas de cómo planeaba diseñar la cafetería.

—Este no será un café común. Utilizaré mis habilidades de inventor para crear un ambiente único. Imagina mesas con calefacción integrada para los días fríos, sistemas de sonido personalizados en cada mesa para que los clientes puedan escuchar su música favorita sin molestar a los demás, e incluso una pequeña exhibición de mis inventos más recientes. Además, planeo ofrecer variedades de café únicas, como este —dijo, señalando la taza del alcalde— que no encontrarás en ningún otro lugar.

El alcalde miró las proyecciones y luego a Crispin, evidentemente impresionado por la pasión y la creatividad del joven inventor.

—Debo admitir que tu propuesta es muy atractiva, Crispin. Y este café... —dijo, tomando otro sorbo— es verdaderamente excepcional. ¿Cuáles son tus planes a largo plazo para esta cafetería?

Crispin se animó aún más, viendo que el alcalde estaba interesado.

—A largo plazo, me gustaría convertir la cafetería en un punto de encuentro para inventores y amantes del café de toda la región. Un lugar donde podamos compartir ideas y colaborar en nuevos proyectos. También me gustaría organizar eventos, como degustaciones de café y talleres de invención, para atraer a más personas al pueblo y dinamizar la economía local. Y, por supuesto, siempre estoy buscando nuevas formas de mejorar mis invenciones y ofrecer la mejor experiencia posible a mis clientes.

El alcalde se recostó en su silla, pensativo. Finalmente, asintió con una sonrisa.

—Me gusta tu visión, Crispin. Creo que tu cafetería podría ser una adición valiosa para Rostock. Voy a hablar con los propietarios de algunos locales vacíos en la zona portuaria y veré qué puedo hacer para facilitarte un espacio. ¿Te parece bien si nos reunimos nuevamente en unos días para discutir los detalles?

Crispin casi saltó de alegría, pero se contuvo, manteniendo una apariencia profesional.

—¡Eso sería fantástico, señor alcalde! Muchas gracias por su tiempo y por considerar mi propuesta. Estoy seguro de que no se arrepentirá.

Con una última sonrisa y un apretón de manos, Crispin se despidió del alcalde y salió de la oficina. Mientras caminaba de regreso por el puerto, no pudo evitar sentirse emocionado por lo que el futuro le deparaba. Su sueño de abrir una cafetería estaba un paso más cerca de hacerse realidad, y no podía esperar para empezar a trabajar en su próximo gran proyecto.

Y así, con el sol poniéndose en el horizonte y el aroma del café fresco en el aire, Crispin caminó hacia su taller, listo para la siguiente fase de su aventura.
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