Hay rumores sobre…
...un hombre con las alas arrancadas que una vez intentó seducir a un elegante gigante y fue rechazado... ¡Pobrecito!
[Común] [Pasado] Hoy por mi mañana por ti
Ares Brotoloigos
A medida que avanzaban el ambiente cambiaba casi de manera drástica, sobre todo cuando comenzaron a adentrarse por ciertos callejones. A medida que lo hacían, se podía percibir la dejadez y la suciedad. El lugar olía a humedad y a orín, mientra algunas tabernas de mala muerte permanecían abiertas en pos de aumentar todavía más la decadencia de eses lugares. Aparte, también en algunas esquinas, Ares pudo contemplar algunas mujeres que ofrecían sus cuerpos a cambio de unas monedas. Esas zonas eran la parte más oscura de Loguetown. Donde la pobrezay los abusos reinaban por doquier.

Los ojos rojizos del diablos se iban fijando en todas y cada una de estas escenas. Estaba en guardia, aún así y podía escuchar el caminar de Iris a su lado. Hubo un momento en el que el mismo marine se distrajo, frunciendo levemente el ceño cuando un par de hombres borrachos se caían sobre un charco de... algo. Barro o mierda, no estaba seguro y tampoco quería saberlo. Esa gente era la peor de toda, a sus ojos. Piratas, maleantes, borrachos. Personas que no deberían de seguir vivos y todavía continuaban campando a sus anchas por ahí. ¿Qué era lo que estaba haciendo la Marina? Rascarse los cojones, a sus ojos. Si fuese por él, los habría mandado a todos eses al cadalso, por despojos. O, mejor aún, los habría matado con sus propias manos de ser posible.

Todavía no tenía el rango, todavía no tenía el poder. Pero tiempo al tiempo. Estaba cansado de ver como “personas” como esas terminaban abusando de otros y de como, a veces, la justicia parecía hacer oídos sordos o mirar hacia otro lado porque no le convenía. Sí, la justicia era ciega, pero en el mal sentido.

No te separes. — Mencionó con voz ronca a Iris. Pero la chica ya no se encontraba a su lado. — ¿Iris?

El enorme ser escamado se dió la vuelta solo para contemplar la decadente escena. De inmediato se le escapó un gruñido gutural mientras intercambiaba miradas entre la chica y el desgraciado aquel que intentaba manosearla y la trataba como si fuese una simple puta.

¡Oye, tú! — Dió un par de pasos al frente. Ya estaba mostrando los colmillos y cerrando uno de los puños para romperle la cara cuando fue Iris quien, en realidad, le dió la sorpresa. Una grata sorpresa, todo sea dicho.

Ares se detuvo en su amenaza viendo que, efectivamente, la chica se había valido muy bien por sí misma. Aún así, contempló de reojo, y con mala mirada, hasta que el otro se terminó perdiendo por el callejón aledaño.

¿Estás bien? — Preguntó, al momento de recibir el par de palmaditas y mirándola de soslayo desde su altura.

La cola del diablos se movió ligeramente, en un gesto casi acechante, antes de asentir a las palabras de la chica.

Esa gente debería estar muerta, las cosas como son. No seguir al amparo de la ley, como quien dice. — Era lo que más le molestaba de todo aquello. — Tendrías que haberle pegado el tiro.

Y lo dijo tan ancho, con toda la tranquilidad del mundo.
#11
Iris
La bala blanca
— No sería la primera vez que lo hago, pero no quería dar una mala impresión a un Marine. — Respondió al chica con toda la naturalidad del mundo— Cuando te crías en ambientes como estos tienes que saber apañártelas por ti misma. 

Y era verdad, desde que tenía uso de razón había tenido que sacarse las castañas del fuego ella sola. Suspiró, apartando aquellos pensamientos intrusivos que empezaban a formarse en su mente. Tenía que estar al tanto de lo que le rodeaba o sino aquel viaje no habría servido para nada. Iris siguió a Ares procurando mantenerse a su lado, no porque tuviera miedo de que la escena volviera a repetirse sino porque era un coñazo tener que aguantar a babosos. 

No tardaron en llegar a aquel almacén de poca monta. Le sorprendió que en una ciudad como esa estos negocios estuvieran en plena vista, ¿Qué pasa que los Marines no trabajaban en esa ciudad o que?  Hacía poco que había caído la noche así que el lugar estaba atestado de gente dificultando la movilidad de la chica, que no dudó en propinar algún que otro codazo o pisotón a aquel que se cruzara en su camino. 

— ¿Quieres algo de beber? — Le preguntó a Ares — Te invito. 

Acto seguido la Solarian se dirigió a la barra pidiéndose un calimocho — que por suerte tenían— y la bebida que el Diablos prefiriera. Aprovechó ese viaje para analizar el lugar, sí estaba lleno pero cualquier local de Jaya era mucho mejor que ese sitio: La organización brillaba por su ausencia, sí había una mesa de apuestas pero estaba todo el mundo apelotonado enfrente de esta, haciendo que los pobres trabajadores no tuvieran ni espacio para moverse. El ring estaba delimitado por unas vallas las cuales tenían manchas de sangre, al igual que el suelo de este. De momento no había nadie peleándose y parecía que iban a abrir dentro de poco las inscripciones. Iris miró a su acompañante, con una sonrisa picara. 

—¿Te hace una pelea, grandullón? No te preocupes que si te encuentras en peligro puedo ayudarte. 

Iris nunca rechazaba la oportunidad de ver una buena pelea y por lo que había podido presenciar hacía dos días en el casino aquel chico sabía como darlas. Además sería una buena oportunidad para saber hasta donde llegaban sus habilidades. Por si tenia que salir corriendo.
#12
Ares Brotoloigos
¿Me ves pintas de marine habitual? — El más alto esbozó una media sonrisa afilada. Era obvio que no lo era. No estaba cortado por el mismo patrón que por la mayoría de reclutas comunes y más genéricos, como quien dice. — No me habría importado verlo.

Pero quizás había sido mejor así. Ahora mismo lo que menos necesitaban era llamar la atención porque, de lo contrario, todo el asunto de ir de incógnito se habría ido al garete. Y no era plan joderlo por un baboso que no sabía controlar lo que tenía bajo los pantalones.

Aunque estoy de acuerdo. — Mencionó mientras continuaban caminando. — Hay que saber apañárselas por uno mismo, nunca se sabe con lo que te puedes encontrar. — El mismo Ares no había tenido la mejor vida de todas. Y las calles de Arabasta tampoco eran mejores que las de Loguetown. Siempre había mierda de ese estilo en todos lados, por desgracia.

Cuando llegaron a la zona en concreto, fue un chasquido de lengua, disconforme, lo que brotó de entre los labios reptilianos del más alto. Habían llegado al almacén en sí. Totalmente a la vista, sin vigilancia de la Marina ni tan siquiera de camino a dicho lugar. Por una parte, no le sorprendía. Y, por la otra, le decepcionaba en gran medida. Para él eso solo significaba una cosa: O que la Marina no estaba enterada de tales actividades ilícitas, lo cual solo confirmaba que eran unos inútiles mayoritariamente. O que, simplemente, pasaban del tema, lo que le confirmaría que eran una panda de corruptos. Fuese cual fuese el caso, la Marina no terminaba bien parada a ojos de uno de sus más recientes reclutas.

Una cerveza bien fría. — Fue lo que le dijo a Iris cuando la chica mencionó de invitarle y ambos se acomodaron en la barra. En lo que esperaba su bebida, Ares echó un vistazo analítico por el lugar. Estaba lleno de gente de la peor calaña, la mesa de apuestas también abarrotada de personas y una organización que brillaba por su ausencia.

Escuchó, poco después, el tintineo acristalado de la jarra cuando se la pasaron, y sin quitar la mirada de encima del ring, le dió un buen trago a la fría espumosa que bajó, agradablemente, a través de su garganta. Los ojos rojizos del diablos se entornaron y sonrió afiladamente con la propuesta de Iris.

Nunca le digo que no a una buena pelea. Pero espero que apuestes por mi. — Matarían dos pájaros de un tiro.

Primero, una buena pelea le abriría el apetito, aplacaría un poco sus ansias y, con suerte, podría arrancar un par de manos. Ya casi se estaba relamiendo con ello. Y, por otro lado, les serviría para meterse más en el meollo de la cuestión. Para pasar más desapercibidos.
#13


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