Ares Brotoloigos
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22-11-2024, 12:42 PM
A medida que avanzaban el ambiente cambiaba casi de manera drástica, sobre todo cuando comenzaron a adentrarse por ciertos callejones. A medida que lo hacían, se podía percibir la dejadez y la suciedad. El lugar olía a humedad y a orín, mientra algunas tabernas de mala muerte permanecían abiertas en pos de aumentar todavía más la decadencia de eses lugares. Aparte, también en algunas esquinas, Ares pudo contemplar algunas mujeres que ofrecían sus cuerpos a cambio de unas monedas. Esas zonas eran la parte más oscura de Loguetown. Donde la pobrezay los abusos reinaban por doquier.
Los ojos rojizos del diablos se iban fijando en todas y cada una de estas escenas. Estaba en guardia, aún así y podía escuchar el caminar de Iris a su lado. Hubo un momento en el que el mismo marine se distrajo, frunciendo levemente el ceño cuando un par de hombres borrachos se caían sobre un charco de... algo. Barro o mierda, no estaba seguro y tampoco quería saberlo. Esa gente era la peor de toda, a sus ojos. Piratas, maleantes, borrachos. Personas que no deberían de seguir vivos y todavía continuaban campando a sus anchas por ahí. ¿Qué era lo que estaba haciendo la Marina? Rascarse los cojones, a sus ojos. Si fuese por él, los habría mandado a todos eses al cadalso, por despojos. O, mejor aún, los habría matado con sus propias manos de ser posible.
Todavía no tenía el rango, todavía no tenía el poder. Pero tiempo al tiempo. Estaba cansado de ver como “personas” como esas terminaban abusando de otros y de como, a veces, la justicia parecía hacer oídos sordos o mirar hacia otro lado porque no le convenía. Sí, la justicia era ciega, pero en el mal sentido.
— No te separes. — Mencionó con voz ronca a Iris. Pero la chica ya no se encontraba a su lado. — ¿Iris?
El enorme ser escamado se dió la vuelta solo para contemplar la decadente escena. De inmediato se le escapó un gruñido gutural mientras intercambiaba miradas entre la chica y el desgraciado aquel que intentaba manosearla y la trataba como si fuese una simple puta.
— ¡Oye, tú! — Dió un par de pasos al frente. Ya estaba mostrando los colmillos y cerrando uno de los puños para romperle la cara cuando fue Iris quien, en realidad, le dió la sorpresa. Una grata sorpresa, todo sea dicho.
Ares se detuvo en su amenaza viendo que, efectivamente, la chica se había valido muy bien por sí misma. Aún así, contempló de reojo, y con mala mirada, hasta que el otro se terminó perdiendo por el callejón aledaño.
— ¿Estás bien? — Preguntó, al momento de recibir el par de palmaditas y mirándola de soslayo desde su altura.
La cola del diablos se movió ligeramente, en un gesto casi acechante, antes de asentir a las palabras de la chica.
— Esa gente debería estar muerta, las cosas como son. No seguir al amparo de la ley, como quien dice. — Era lo que más le molestaba de todo aquello. — Tendrías que haberle pegado el tiro.
Y lo dijo tan ancho, con toda la tranquilidad del mundo.
Los ojos rojizos del diablos se iban fijando en todas y cada una de estas escenas. Estaba en guardia, aún así y podía escuchar el caminar de Iris a su lado. Hubo un momento en el que el mismo marine se distrajo, frunciendo levemente el ceño cuando un par de hombres borrachos se caían sobre un charco de... algo. Barro o mierda, no estaba seguro y tampoco quería saberlo. Esa gente era la peor de toda, a sus ojos. Piratas, maleantes, borrachos. Personas que no deberían de seguir vivos y todavía continuaban campando a sus anchas por ahí. ¿Qué era lo que estaba haciendo la Marina? Rascarse los cojones, a sus ojos. Si fuese por él, los habría mandado a todos eses al cadalso, por despojos. O, mejor aún, los habría matado con sus propias manos de ser posible.
Todavía no tenía el rango, todavía no tenía el poder. Pero tiempo al tiempo. Estaba cansado de ver como “personas” como esas terminaban abusando de otros y de como, a veces, la justicia parecía hacer oídos sordos o mirar hacia otro lado porque no le convenía. Sí, la justicia era ciega, pero en el mal sentido.
— No te separes. — Mencionó con voz ronca a Iris. Pero la chica ya no se encontraba a su lado. — ¿Iris?
El enorme ser escamado se dió la vuelta solo para contemplar la decadente escena. De inmediato se le escapó un gruñido gutural mientras intercambiaba miradas entre la chica y el desgraciado aquel que intentaba manosearla y la trataba como si fuese una simple puta.
— ¡Oye, tú! — Dió un par de pasos al frente. Ya estaba mostrando los colmillos y cerrando uno de los puños para romperle la cara cuando fue Iris quien, en realidad, le dió la sorpresa. Una grata sorpresa, todo sea dicho.
Ares se detuvo en su amenaza viendo que, efectivamente, la chica se había valido muy bien por sí misma. Aún así, contempló de reojo, y con mala mirada, hasta que el otro se terminó perdiendo por el callejón aledaño.
— ¿Estás bien? — Preguntó, al momento de recibir el par de palmaditas y mirándola de soslayo desde su altura.
La cola del diablos se movió ligeramente, en un gesto casi acechante, antes de asentir a las palabras de la chica.
— Esa gente debería estar muerta, las cosas como son. No seguir al amparo de la ley, como quien dice. — Era lo que más le molestaba de todo aquello. — Tendrías que haberle pegado el tiro.
Y lo dijo tan ancho, con toda la tranquilidad del mundo.