Galhard no podía quitarse de la mente el misterioso encuentro con el marine solitario en la isla Yotsuba. Las palabras del extraño resonaban en su cabeza: "La valentía y el poder deben ser premiados". No había dejado de pensar en lo que esa prueba podría implicar y en la recompensa prometida. Con un mes por delante, sabía que debía prepararse a fondo para estar listo para cualquier desafío que se le presentara.
De vuelta en la base G-23, Galhard se presentó ante su superior inmediato, el sargento Ahab, un hombre conocido por su severidad y disciplina implacable. Ahab se especializaba en entrenar a marines destinados a hacer misiones de reconocimiento e infiltración en terrenos hostiles, tanto de manos de piratas como de revolucionarios. Galhard confiaba en que, bajo su tutela, podría alcanzar el nivel de preparación necesario para enfrentar la prueba que el misterioso marine le había propuesto.
Ahab escuchó con atención la historia de Galhard sobre el encuentro en la isla Yotsuba y la promesa del marine solitario. Sin decir una palabra, el sargento dio una profunda calada a su puro y se levantó, llevando a Galhard a una sección aislada del cuartel, un área reservada para entrenamientos especiales.
—Galhard, no puedo decirte a qué harás frente en esa prueba, pero veo coherente someterte a un entrenamiento que ponga a prueba cada fibra de tu ser. No solo tu fuerza física, sino también tu mente y espíritu —dijo Ahab mientras volvía a dar una calada a su puro — Aquí no solo aprenderás a pelear, sino a sobrevivir. ¿Estás listo para esto?—Exclamó en un tono severo, tirando algo de ceniza de su puro.
—Sí, sargento, estoy listo —respondió Galhard con determinación.
El entrenamiento físico comenzó al amanecer con una rutina agotadora. Ahab diseñó un programa que combinaba fuerza, resistencia y agilidad. Galhard corría largas distancias con peso adicional, levantaba pesas y realizaba ejercicios de calistenia hasta el agotamiento. Cada día, los desafíos aumentaban en intensidad, algo que fue especialmente estresante para Galhard dada su tendencia a holgazanear.
—No se trata solo de ser fuerte —decía Ahab mientras Galhard hacía flexiones en la arena —Se trata de tener la resistencia para seguir adelante cuando tu cuerpo quiera rendirse.—
Las sesiones incluían combates cuerpo a cuerpo con diferentes oponentes, desde marines algo más experimentados que Galhard hasta reclutas recién llegados. Ahab no solo quería que Galhard fuera fuerte, sino también adaptable. Le enseñó cómo utilizar el entorno a su favor. La adaptabilidad era crucial, especialmente en entornos desconocidos y potencialmente hostiles como las ruinas de la base de isla Yotsuba.
—En una situación de vida o muerte, tu habilidad para adaptarte y utilizar lo que te rodea marcará la diferencia entre la vida y la muerte —decía Ahab mientras encendía esta vez un cigarrillo.
Una parte esencial del entrenamiento fue aprender a detectar y desactivar trampas. Ahab, con su experiencia en combate y supervivencia, conocía bien las técnicas utilizadas para atrapar y neutralizar a los enemigos. Galhard practicó con trampas reales, aprendiendo a identificar los signos reveladores de una emboscada y cómo desactivar mecanismos sin desencadenarlos.
El sargento preparó un campo de entrenamiento lleno de trampas escondidas. Galhard tuvo que atravesarlo repetidas veces, cada vez con nuevas trampas añadidas. Pisó trampas de cuerda y evitó fosos ocultos.
—La paciencia y la atención al detalle son tus mejores aliados —le recordaba Ahab mientras observaba a Galhard desactivar una trampa de arco tensado —Un solo paso en falso puede costarte la vida.— Exclamó con dureza.
Además del entrenamiento físico y de supervivencia, Ahab insistió en la importancia de la fortaleza mental y la estrategia. Cada noche, después de las agotadoras sesiones de entrenamiento físico, Galhard se sumergía en estudios tácticos. Analizaba mapas y escenarios de batalla, aprendiendo a pensar como un estratega.
Ahab organizaba simulacros de batalla en los que Galhard tenía que liderar pequeños grupos de marines contra fuerzas superiores. Estos ejercicios no solo ponían a prueba su capacidad de liderazgo, sino también su ingenio y capacidad para tomar decisiones rápidas bajo presión.
—La batalla no siempre se gana con la fuerza bruta —le decía Ahab mientras fumaba otro puro, como ya era costumbre. — A veces, la estrategia y la inteligencia son tus armas más poderosas—
Para fortalecer su mente, Ahab sometió a Galhard a pruebas de resistencia psicológica. Lo intentó mantener despierto durante largas horas, muchas veces sin éxito, lo expuso a condiciones de estrés extremo y lo hizo enfrentar sus miedos más profundos, aunque no consiguió superar su fobia a las arañas. Todo esto con el objetivo de endurecer su mente y prepararlo para cualquier desafío que pudiera encontrar en la isla Yotsuba.
Finalmente, Ahab decidió enseñarle algunas habilidades especializadas que podrían ser útiles en la prueba. Esto incluía entrenamiento en el uso de armas no convencionales, como cuchillos arrojadizos. Galhard también aprendió técnicas de sigilo y camuflaje, esenciales para moverse sin ser detectado en entornos hostiles.
El entrenamiento de sigilo fue particularmente riguroso puesto que era la especialidad del sargento. Ahab diseñó escenarios donde Galhard tenía que infiltrarse en áreas vigiladas sin ser detectado. Aprendió a moverse en silencio, utilizar las sombras y disfrazarse utilizando el entorno.
Al final del mes, Galhard había pasado por un entrenamiento que lo había fortalecido. Su cuerpo estaba algo más fuerte y ágil , su mente más clara y sus habilidades mejoradas. Había enfrentado y superado desafíos que lo pusieron al límite, todo bajo la guía estricta del sargento Ahab.
El último día, Ahab reunió a Galhard y a quienes fueron sus compañeros de entrenamiento. Les habló sobre la importancia del sacrificio, el honor y la valentía.
—Galhard, has demostrado dedicación y determinación. Estás listo para enfrentar casi cualquier desafío que se te presente en la isla Yotsuba. Recuerda, la valentía no es la ausencia de miedo, sino la capacidad de seguir adelante a pesar de él. Confío en que superarás cualquier prueba que enfrentes.— Habló de serena, esta vez sin ningún cigarro o puro cerca.
Con esas palabras, Galhard se despidió de Ahab y de sus compañeros. Aunque no sabía exactamente lo que le esperaba en la isla Yotsuba, sabía que había hecho todo lo posible para prepararse. Había entrenado bajo buenas directrices y había fortalecido muchos aspectos de su ser. Ahora, solo quedaba demostrarlo
De vuelta en la base G-23, Galhard se presentó ante su superior inmediato, el sargento Ahab, un hombre conocido por su severidad y disciplina implacable. Ahab se especializaba en entrenar a marines destinados a hacer misiones de reconocimiento e infiltración en terrenos hostiles, tanto de manos de piratas como de revolucionarios. Galhard confiaba en que, bajo su tutela, podría alcanzar el nivel de preparación necesario para enfrentar la prueba que el misterioso marine le había propuesto.
Ahab escuchó con atención la historia de Galhard sobre el encuentro en la isla Yotsuba y la promesa del marine solitario. Sin decir una palabra, el sargento dio una profunda calada a su puro y se levantó, llevando a Galhard a una sección aislada del cuartel, un área reservada para entrenamientos especiales.
—Galhard, no puedo decirte a qué harás frente en esa prueba, pero veo coherente someterte a un entrenamiento que ponga a prueba cada fibra de tu ser. No solo tu fuerza física, sino también tu mente y espíritu —dijo Ahab mientras volvía a dar una calada a su puro — Aquí no solo aprenderás a pelear, sino a sobrevivir. ¿Estás listo para esto?—Exclamó en un tono severo, tirando algo de ceniza de su puro.
—Sí, sargento, estoy listo —respondió Galhard con determinación.
El entrenamiento físico comenzó al amanecer con una rutina agotadora. Ahab diseñó un programa que combinaba fuerza, resistencia y agilidad. Galhard corría largas distancias con peso adicional, levantaba pesas y realizaba ejercicios de calistenia hasta el agotamiento. Cada día, los desafíos aumentaban en intensidad, algo que fue especialmente estresante para Galhard dada su tendencia a holgazanear.
—No se trata solo de ser fuerte —decía Ahab mientras Galhard hacía flexiones en la arena —Se trata de tener la resistencia para seguir adelante cuando tu cuerpo quiera rendirse.—
Las sesiones incluían combates cuerpo a cuerpo con diferentes oponentes, desde marines algo más experimentados que Galhard hasta reclutas recién llegados. Ahab no solo quería que Galhard fuera fuerte, sino también adaptable. Le enseñó cómo utilizar el entorno a su favor. La adaptabilidad era crucial, especialmente en entornos desconocidos y potencialmente hostiles como las ruinas de la base de isla Yotsuba.
—En una situación de vida o muerte, tu habilidad para adaptarte y utilizar lo que te rodea marcará la diferencia entre la vida y la muerte —decía Ahab mientras encendía esta vez un cigarrillo.
Una parte esencial del entrenamiento fue aprender a detectar y desactivar trampas. Ahab, con su experiencia en combate y supervivencia, conocía bien las técnicas utilizadas para atrapar y neutralizar a los enemigos. Galhard practicó con trampas reales, aprendiendo a identificar los signos reveladores de una emboscada y cómo desactivar mecanismos sin desencadenarlos.
El sargento preparó un campo de entrenamiento lleno de trampas escondidas. Galhard tuvo que atravesarlo repetidas veces, cada vez con nuevas trampas añadidas. Pisó trampas de cuerda y evitó fosos ocultos.
—La paciencia y la atención al detalle son tus mejores aliados —le recordaba Ahab mientras observaba a Galhard desactivar una trampa de arco tensado —Un solo paso en falso puede costarte la vida.— Exclamó con dureza.
Además del entrenamiento físico y de supervivencia, Ahab insistió en la importancia de la fortaleza mental y la estrategia. Cada noche, después de las agotadoras sesiones de entrenamiento físico, Galhard se sumergía en estudios tácticos. Analizaba mapas y escenarios de batalla, aprendiendo a pensar como un estratega.
Ahab organizaba simulacros de batalla en los que Galhard tenía que liderar pequeños grupos de marines contra fuerzas superiores. Estos ejercicios no solo ponían a prueba su capacidad de liderazgo, sino también su ingenio y capacidad para tomar decisiones rápidas bajo presión.
—La batalla no siempre se gana con la fuerza bruta —le decía Ahab mientras fumaba otro puro, como ya era costumbre. — A veces, la estrategia y la inteligencia son tus armas más poderosas—
Para fortalecer su mente, Ahab sometió a Galhard a pruebas de resistencia psicológica. Lo intentó mantener despierto durante largas horas, muchas veces sin éxito, lo expuso a condiciones de estrés extremo y lo hizo enfrentar sus miedos más profundos, aunque no consiguió superar su fobia a las arañas. Todo esto con el objetivo de endurecer su mente y prepararlo para cualquier desafío que pudiera encontrar en la isla Yotsuba.
Finalmente, Ahab decidió enseñarle algunas habilidades especializadas que podrían ser útiles en la prueba. Esto incluía entrenamiento en el uso de armas no convencionales, como cuchillos arrojadizos. Galhard también aprendió técnicas de sigilo y camuflaje, esenciales para moverse sin ser detectado en entornos hostiles.
El entrenamiento de sigilo fue particularmente riguroso puesto que era la especialidad del sargento. Ahab diseñó escenarios donde Galhard tenía que infiltrarse en áreas vigiladas sin ser detectado. Aprendió a moverse en silencio, utilizar las sombras y disfrazarse utilizando el entorno.
Al final del mes, Galhard había pasado por un entrenamiento que lo había fortalecido. Su cuerpo estaba algo más fuerte y ágil , su mente más clara y sus habilidades mejoradas. Había enfrentado y superado desafíos que lo pusieron al límite, todo bajo la guía estricta del sargento Ahab.
El último día, Ahab reunió a Galhard y a quienes fueron sus compañeros de entrenamiento. Les habló sobre la importancia del sacrificio, el honor y la valentía.
—Galhard, has demostrado dedicación y determinación. Estás listo para enfrentar casi cualquier desafío que se te presente en la isla Yotsuba. Recuerda, la valentía no es la ausencia de miedo, sino la capacidad de seguir adelante a pesar de él. Confío en que superarás cualquier prueba que enfrentes.— Habló de serena, esta vez sin ningún cigarro o puro cerca.
Con esas palabras, Galhard se despidió de Ahab y de sus compañeros. Aunque no sabía exactamente lo que le esperaba en la isla Yotsuba, sabía que había hecho todo lo posible para prepararse. Había entrenado bajo buenas directrices y había fortalecido muchos aspectos de su ser. Ahora, solo quedaba demostrarlo