Alguien dijo una vez...
Rizzo, el Bardo
No es que cante mal, es que no saben escuchar.
[Aventura] [T5] El Rey de la Selva
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Isla Momobami, Selva Profunda, 17:00 de la tarde


La selva de Momobami, un lugar tan peligroso que ni siquiera, los pocos que viven en la isla, se atreven a pisarla durante demasiado tiempo. Y es que los animales que allí habitan no son simplemente grandes, ni solamente feroces, sino que incluso parece haber mutaciones entre ellos, mezclas híbridas de una especie con la otra, dando lugar a verdaderas pesadillas. Una carta de presentación de lo más bestial y aterradora, motivo por el que no muchas tripulaciones se atreven a desembarcar allí. Pero ese no es el caso de nuestro protagonista.

[Imagen: Eur-MHfv-WQAYyu-Rk.jpg]

A media tarde, en mitad de la frondosa jungla, la luz del sol apenas podía llegar a filtrarse a través de la enorme cantidad de hojas de las copas de los árboles. Troncos altísimos, llegando algunos de ellos incluso a los diez metros de altura, que proporcionaban una capa protectora frente al calor del astro, proyectando prácticamente una sola y gigantesca sombra. Las raíces de los mismos eran tan gruesas y el suelo estaba tan inundado de ellas que muchas se veían forzadas a sobresalir, entorpeciendo el paso de quién osase adentrarse. La iluminación se tornaba ligeramente fría, con tonos azulados y verdosos debido a la gran cantidad de vegetación, tan variada en sus tamaños y formas. El ambiente era tan húmedo aquel día que la ropa se pegaba tanto a la piel que era como si quisiera fusionarse con ella. Por suerte, donde nos encontramos, hay también un gran y profundo lago de aguas aparentemente apacibles, tranquilas, algunos nenúfares en la superficie. Aunque la frondosidad de la selva no deja ver del todo hasta dónde llega, pues se extiende más allá de lo que las ramas dejan ver. Y por supuesto, los sonidos de la jungla. Y es que nunca es silenciosa. Cada insecto exala su propio sonido, como los grillos y las cigarras; los sapos y las ranas croban como si siguieran un patrón; las aves, cada una con su propio cantar, algunos más estridentes y otros más suaves y melodiosos; incluso se podía escuchar el grito de algo que parecía ser un grupo de simios, probablemente pasando de liana en liana. Allá a cada lugar que mirabas, podías ver una gran araña, un ciempiés, una serpiente o una culebra, animales silenciosos, pero igual de abundantes.

Lo cierto es que Momobami estaba lleno de vida. Una increíble variabilidad de especies, tanto conocidas, como las anteriormente mencionadas hibridaciones. Sería el lugar ideal para un biólogo, sino fuera tan peligroso. Y es que aunque de momento, los animales parecen estar tranquilos, cualquier cosa podría llegar a cambiar eso.



Indicaciones
#1
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
Personaje


Día 36 de veranito

El sol comenzaba a descender, y aunque la luz de la tarde teñía la selva con un tono dorado, apenas lograba penetrar las densas copas de los árboles. Ragn, ahora en su segundo día de entrenamiento en la inhóspita selva de Momobami, sabía que era momento de partir. Había venido en busca de algo más que fortaleza física, quería probarse a sí mismo en el terreno más brutal que había escuchado mencionar. Pero después de dos días enfrentándose al hambre, al agotamiento, y a criaturas que parecían sacadas de las peores pesadillas, entendió que había algo más poderoso que superar, el respeto por la selva misma. Mientras ajustaba su equipo rudimentario, una mochila hecha con lianas trenzadas y piel curtida de algún animal que había cazado, Ragn contempló el lugar donde había pasado la noche. Era un claro diminuto al borde de un lago, donde las aguas reflejaban el cielo tan perfectamente que parecía un portal hacia otro mundo. Los nenúfares flotaban como pequeños oasis en miniatura, y un grupo de ranas cantaba con un ritmo hipnótico, casi como si intentaran calmar el alma del intruso humano que había perturbado su hábitat. Respiró profundamente, dejando que el aire húmedo y cargado de vida llenara sus pulmones. Cada gota de sudor que corría por su piel se mezclaba con la suciedad y las cicatrices que cubrían su cuerpo, creando un mapa de su tiempo en esta tierra salvaje. El camino de regreso sería largo y peligroso, pero también le daría una última oportunidad de apreciar la naturaleza indómita de Momobami.

Ragn apenas había avanzado unos pasos cuando una leve vibración en el suelo lo detuvo en seco. Sus sentidos, aguzados después de años de batallas y entrenamiento, lo pusieron en alerta. Se giró hacia el lago, donde las aguas tranquilas comenzaban a agitarse. Al principio pensó que era el viento, pero no tardó en darse cuenta de que algo más grande se aproximaba. Esta puta isla no cesaba de entregar terrores nuevos cada día. Del centro del lago emergió lentamente una criatura que desafió toda lógica. Una tortuga de proporciones titánicas, su caparazón cubierto de musgo y líquenes que le daban la apariencia de una isla flotante. Su cabeza, del tamaño de un barril, giró lentamente hacia Ragn, sus ojos observándolo con una inteligencia profunda y misteriosa. Ragn exhaló, sintiendo un extraño alivio. Había algo casi sagrado en ese encuentro, una conexión con la naturaleza que rara vez experimentaba. Sin embargo, sabía que no todos los habitantes de Momobami serían tan pacíficos. Siguió su camino. A medida que avanzaba por la selva, Ragn comenzó a notar algo extraño. Cada vez que giraba una esquina o miraba entre los árboles, creía ver una figura fugaz. Era alta y esbelta, con una presencia etérea que no encajaba con el entorno salvaje. Al principio pensó que su mente le estaba jugando una mala pasada, producto del cansancio y la tensión constante.

Pero entonces, en un claro pequeño, la vio claramente. Una mujer de cabello negro como la noche, con ojos que parecían contener todo el misterio del universo, lo observaba desde detrás de un tronco. Aunque su figura estaba parcialmente oculta, Ragn sintió que la conocía. Era Nosha, la diosa de la muerte que había marcado su destino. —¿Nosha? —Susurró. Ella no respondió. En su lugar, se retiró más allá del árbol, desvaneciéndose entre las sombras. Ragn corrió hacia el lugar donde la había visto, pero no encontró nada. Solo el viento agitando las hojas y el constante murmullo de la selva. Aunque no pudo explicarlo, el encuentro lo llenó de una extraña energía. Nosha no necesitaba hablar para que su mensaje fuera claro, su presencia era un recordatorio de que la muerte siempre estaba cerca, pero también de que la vida debía ser vivida con intensidad.


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#2
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Un intruso se encontraba en la selva aquella tarde, un intruso que llevaba ya dos días utilizando aquel entorno hostil y completamente salvaje para entrenar, como si sobrevivir en la jungla se tratara de un pasatiempo, de algo que hacer por diversión y entretenimiento. Aquel comportamiento extrañaría a cualquiera, normalmente tachándole de loco por atreverse a tal temeridad. Pero lo bueno, es que pocas personas sabían de la presencia del buccaneer en aquellas tierras, no había un alma en la jungla que pudiera juzgarle; solo él en una infinita soledad humana, donde los animales eran los únicos testigos de sus acciones. O al menos, eso debía creer.

Pero lo cierto era que, entre la maleza, las altas hojas y las lianas, se escondía una presencia de la que Ragnheidr aún no se había percatado, o al menos no lo parecía, desde luego. La mujer en cuestión pensó en aquella ocasión que el enorme hombre rubio finalmente la había pillado, pues parecía estar buscándola, como si hubiera visto a alguien. Pero la pronunciación de aquel nombre, "Nosha", le hizo entender que no era a ella a quién estaba viendo. Parecía haber sufrido algo similar a un espejismo, llamando a alguien que claramente no se encontraba en aquel lugar.

La mujer se movió con sigilo y silencio, acostumbrada a balancearse entre las ramas, a escalar las cortezas musgosas de la selva, alcanzando finalmente una de las lianas más altas, a tres metros por encima de la altura del gran hombre. Era como si fuera parte más de la naturaleza, un animal en perfecto balance con el enterno que les rodeaba, como si llevara allí tanto tiempo que hubiera olvidado la existencia de la civilización. Iba vestida de forma que podía camuflarse perfectamente con el verde ambiente, pero aún así, decidió ocultarse tras unas hojas que eran casi tan grandes como todo su cuerpo, cola incluida.

En el refugio de aquel escondite, la mujer alzó la voz por primera vez después de pasar días siguiéndole la pista al hombre, después de observarle y analizarle, y aún así, encontrarle completamente misterioso. — ¿Qué camino sigues, gran hombre? ¿Cuál es el origen de tu intrusión? — La voz resonó por los árboles con eco, pronunciadas con perfección y una profunda entonación que provocó que los pajarillos que se encontraban cercanos levantasen el vuelo, asustados. La mujer no quería hacerse ver, no aún, pero lo cierto es que se sentía intrigada por aquella presencia, y es que nadie se había atrevido a pasar tanto tiempo en la selva de Mombami, no que ella hubiera presenciado. Mientras tanto, los animales se mostraban extrañamente en calma, como si la presencia de los dos no les perturbara lo suficiente como para cambiar su comportamiento... de momento.



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#3
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
Personaje


La figura de Ragnheidr se recortaba contra el abrumador verdor de la selva, una presencia poderosa y casi fuera de lugar en aquel entorno donde la naturaleza parecía reclamar todo espacio posible. Su musculatura se tensaba bajo la humedad opresiva del aire. Cada fibra de su cuerpo estaba marcada como un mapa de su fuerza, los hombros amplios y definidos se movían en sincronía con los leves giros de su cabeza mientras escrutaba su entorno, atento a cualquier cambio. El sudor se acumulaba en su frente y descendía en finas líneas por su rostro curtido, definiendo aún más sus pómulos altos y su mandíbula cuadrada. Su cabello rubio, normalmente atado hacia atrás, estaba húmedo y comenzaba a pegarse a su nuca, enredándose con pequeños mechones sueltos que caían sobre su frente. Las gotas resbalaban por su cuello y se mezclaban con la suciedad acumulada de dos días de exploración, dejando un rastro brillante sobre su piel bronceada. La selva que lo rodeaba era un mundo que parecía ajeno al hombre. Altísimos árboles formaban una bóveda natural sobre su cabeza, sus copas entrelazadas bloqueaban la mayor parte de la luz solar, permitiendo solo que pequeños rayos de sol atravesaran para iluminar esporádicos detalles del suelo cubierto de hojas húmedas y raíces retorcidas. Una niebla tenue flotaba cerca del suelo, añadiendo un halo etéreo al lugar. Todo allí parecía vivo. El crujido ocasional de una rama, el movimiento apenas perceptible de algo entre los arbustos, los chillidos lejanos de los monos, y el canto constante de los insectos componían una sinfonía que envolvía cada rincón del paisaje. Los pájaros de plumajes coloridos pasaban fugazmente entre las ramas, sus alas batiendo con rapidez antes de desaparecer como manchas de pintura en el lienzo verde que predominaba.

Los movimientos de Ragn eran deliberados, pero no torpes, sus pies calzados en botas resistentes se hundían en la tierra blanda sin producir más ruido del necesario. Las venas de sus antebrazos, visibles bajo la piel tirante, pulsaban con cada apretón que daba a su propia mano. Aunque parecía en calma, había una tensión latente en su postura, como si estuviera preparado para desatar una tormenta de fuerza en cualquier momento. La humedad de la selva lo envolvía como una capa invisible, haciendo que su respiración, aunque profunda y controlada, pareciera cargar un peso extra. De vez en cuando, un ave más valiente se aventuraba a posarse cerca, observándolo con curiosidad antes de alzar el vuelo con un batir de alas que llenaba el aire con un leve susurro. Ragn no apartaba la vista, pero tampoco se detenía. Era un forastero en un reino salvaje, pero su porte y presencia parecían desafiar la idea de que perteneciera a algún otro lugar. Las pisadas de Ragn se detienen en el justo momento que una voz femenina y profunda entra en contacto con él. Era una presencia que había pasado completamente inadvertida, quizás porque Ragn no tenía bien dominado el haki de observación o porque simplemente no podía detectarla. Lo cierto de la historia es que el vikingo estaba comenzando a comprender ese haki y muchas veces iba a pecho descubierto, sin utilizarlo. En esta ocasión, lo haría, activando esta habilidad.

Percepción III
KENB601
KENBUNSHOKU
Haki intermedio
Tier 6
22/11/2024
9
Costo de Haki por Turno
2
Enfriamiento
Permite al usuario percibir con precisión la presencia de otros seres vivos en un área, siendo capaz de apreciar las emociones que exterioricen y de forma superficial las hostilidades que realmente tienen. Así como estimar de forma general quién es alguien más fuerte o más débil que él. Si lo activa puede anticiparse a un ataque obteniendo para ello un bono de +10 [Reflejos].
Área: [VOLx15] metros | +10 [REF]


El mundo a su alrededor se abrió, cual radar, localizando formas de vida y por supuesto la sensación de aquella persona. Había dicho intrusión, un palabro que el Buccanner no conocía. — ¿Selva serrr tuya? — Preguntó al aire. — ¡Dejarrr de serrrlo cuando llegarrr yo! — Provocó. En situaciones extremas como era aquella selva, uno debía sacar toda la masculinidad posible. La testosterona sería la que lo sacaría de ese problema, encarar los problemas, afrontarlos como un verdadero rey de la selva. Si estaba pisando aquella tierra húmeda, es que aquella tierra húmeda era suya, hasta que alguien le arrancara las piernas.

¡Muestrrrate! —Gritó, al tiempo que apartaba los cabellos de su cara, colocándolos detrás de sus respectivas orejas. El cuerpo de Ragn comenzó a expulsar gas, aunque este se concentró únicamente alrededor de sus brazos y piernas, como pequeñas nubes de humo que entraban y salían de su cuerpo. Era gas arsénico, por el color violeta que tenía.

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#4
Airgid Vanaidiam
Metalhead
En aquel momento, lo que la mujer de la selva, Derya Tyhr, sentía, era sobre todo curiosidad. ¿Qué propósito tendría aquel hombre al adentrarse en la jungla, un entorno para nada amable con sus visitantes? ¿Acaso estaba buscando algo? ¿Como lo que ella misma estaba haciendo? Fue, mientras le observaba a escondidas, cuando activó su haki de visión y pudo notar cómo el contrario lo activó casi a la misma vez que ella. Frunció el ceño, concentrándose en aquel invisible poder para esconder su presencia ante el haki de Ragnheidr. Y es que el haki de Derya resultó ser más fuerte, más elevado. A su vez, la mujer fue capaz de detectar las emociones y el poder del medio gigante. Estaba... peligrosamente cerca de su nivel, y notó la ira y la fuerza que irradiaba, cómo estaba completamente preparado para la batalla.

La hostilidad no era algo que le agradara a Derya, de hecho, solía detestarla. La retó abiertamente, invitándola a mostrarse, seguramente para comenzar una pelea. Derya no tenía motivos realmente para enfrentarse a él, esperaba poder mantener una conversación, de hecho, pero si insistía... la mujer esbozó una sonrisilla desde su escondite, a la vez que se colocaba las nudilleras y sacaba su Clima Tact de la mochila. — No, la selva no es mía. — Habló de nuevo con aquel eco que hizo su voz resonar por todos lados. Creó un par de esferas con el Clima Tact, una fría y una caliente. — Pero sí que quiero protegerla de la violencia. — Las dos esferas comenzaron a ascender, uniéndose en el aire, formando poco a poco una gran nube en las copas de los árboles. La nube cubría unos diez metros de diámetro, oscureciendo ligeramente la zona en la que ambos se encontraban. — Y tú irradias violencia.

Tras decir esas últimas palabras, la mujer dio un salto, saliendo de su escondite. Aprovechó la altura y preparó su puño para, mientras se encontraba en el aire, lanzar un puñetazo a su oponente. Aunque no buscó acercarse demasiado, pues su golpe no necesitaba un contacto directo; en su lugar, Derya usaría, como gyojin, las partículas de agua del húmedo ambiente de la jungla para lanzarlos fuertemente en dirección al rubio. — ¡Te lo repetiré una vez más! ¿¡Qué haces aquí!? — Preguntó de nuevo, esta vez más directa. No había que ser demasiado avispada para darse cuenta de que aquel hombre no hablaba el idioma igual de bien que ella, y puede que no hubiese entendido su pregunta la primera vez. Eso solo le generaba más curiosidad, la verdad. Derya esperaba, por contrario que pudiera parecer, poder hablar con él tranquilamente. Pero en aquel mundo lleno de guerreros, lleno de hombres que querían grabar su nombre en la historia del mundo, a veces había que intercambiar unos cuantos golpes antes de obtener las respuestas que buscabas.

Alrededor de ambos, la selva comienza a inquietarse. La relativa paz que mostraban los animales hacia la presencia intrusa de ambos, a pesar de que Derya llevaba allí bastante más tiempo, se había mantenido gracias a la tranquilidad y a la nula acción ofensiva. Pero un combate en un lugar como ese... no era muy buena idea. Los animales más pequeños comienzan a huir de la escena, despavoridos, asustados por el poder de ambos guerreros.



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NPCs

Info Bélica
#5
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
La voz de la mujer se volvió a escuchar. Esta vez dejando claro que ella detestaba la violencia y claro, Ragn la representaba (a ojos de la fémina). — Selva estarr llena de violenssia. Forrrmar parrte de naturralessa. — Sacudió sus nudilleras, haciéndolos chocar y liberando algo de gas violeta, el cual, parecía estar cambiando su tonalidad a uno azulado. Sobre la copa de los árboles se fueron formando nubes extrañas, algo difícil de explicar. — Debe tener algún poder especial, seguramente de akuma no mi. Esto es extraño. — Meditó, ojeando con precisión cada cosa que ocurría. Los músculos de Ragn le pedían acción. Esos días pasados en la selva, donde cualquier cosa quería matarlo habían despertado al salvaje que vivía en el. La posterior noticia de la muerte de Tofun también resultó ser un duro golpe para el apasionado Buccanner.

La mujer parecía que tenía un potencial de batalla muy elevado y eso que si ni siquiera Ragn podía medirla con exactitud, puede que incluso más que el del propio Ragn. Cuando le ocurría esto con un enemigo, solía ser que estaba ante un monstruo. Determinar eso era complejo, pues ni los rangos, ni la experiencia, ni siquiera la suerte determinaba con precisión quién podía ser más poderoso que el otro. La tipa al fin apareció, saltando y atacando de una. Resultó ser una gyojin. Tenía una coleta rubia y larga, bastante estética y unos trapos verdosos cubrían su cuerpo, mínimamente. Aquello figuró una sibilina sonrisa en el Buccanner, que inmediatamente comenzó a ejecutar su ataque.

¡Qué te imporrrta! — Gritó. Todo su brazo derecho comenzó a vibrar. Con el, las plantas de su alrededor y me atrevería a decir, de toda la zona. Retrasó todo lo posible su extremidad y la lanzó hacia delante sin contemplaciones. Liberando una fuerte onda en forma de cono que vibraba a una potencia descomunal. Como dato curioso, de cintura para arríba, salvo la cabeza, todo el cuerpo de Ragn estaba cubierto de una fina capa negruzca, su haki. El haki que sí dominaba y de qué manera. Además, añadido a esto, el cono iba rodeado por el gas azulado que había estado generando antes, cubriendo casi el total de la ofensiva, formándose como una capa extrerna.
Hasshoken Ogi Shinku Nami
HAS501
HASSHOKEN
Ofensiva Activa
Tier 5
19/10/2024
55
Costo de Energía
3
Enfriamiento
El usuario ejecuta un rápido y poderoso golpe hacia delante que busca expandir todo lo posible la propagación de las ondas creando un pulso que se expandirá en forma de cono de 90 grados desde el usuario hacia delante en una distancia de 20 metros, a pesar de no ser un golpe muy dañino al tratarse de una onda de vibración atravesará cualquier obstaculo física que se encuentre dañando de forma interna a sus víctimas.
Golpe Básico + [FUEx3,2] de [Daño Contundente]

Refuerzo III
BUSO601
BUSOSHOKU
Haki intermedio
Tier 6
15/11/2024
10
Costo de Haki por Turno
2
Enfriamiento
Permite al usuario recubrir medio cuerpo y múltiples armas con haki, tornándose estos de un color oscuro y brillante como el metal, siendo capaz de golpear los cuerpos de todo tipo de Akumas. Obteniendo un bono de +30 en los daños que aplique el Haki y +15 [Resistencia] ante daños y efectos. (En caso de querer recubrir solo pequeñas zonas del cuerpo, inferiores a la mitad del recubrimiento máximo el coste bajara a la mitad)
+30 en los daños físicos desde área afectada y +15 [Resistencia] ante daños y efectos en el área recubierta.


La ofensiva avanzó, chocando de lleno contra la de su enemiga. Los vientos alrededor del impacto se arremolinaron, elevando el polvo de la arena, volviéndolo todo una locura.

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#6
Airgid Vanaidiam
Metalhead
La respuesta de Ragnheidr le resultó curiosa, desde luego, y descarada sobre todo, aunque con una naturalidad que hizo sonreír a la gyojin a pesar de encontrarse en pleno conflicto. ¿Puede que hubiera resultado ser demasiado agresiva, preguntándole de aquella forma tan inquisitiva qué es lo que hacía en la selva? Quizás, quizás era producto de llevar en la jungla varios meses sin apenas relacionarse con nadie más que los animales. El caso es que el vikingo no se quedó atrás al ver cómo ella le atacaba, reaccionando a la ofensiva con otro rápido y poderoso puñetazo que chocó de frente con el de Derya.

El despliegue de poder fue increíble. Ambos ataques lanzaron una onda en forma de cono hacia el contrario, arrasando con prácticamente todo lo que se encontraba a veinte metros alrededor de ellos. Levantando hojas, ramas, lianas, incluso algunos troncos más finos y débiles salieron volando en el cruce de ondas, como un repentino huracán que había azotado la zona sin piedad. Los pocos animales que quedaron cerca salieron corriendo, los pájaros que descansaban en las copas de los árboles alzaron el vuelo al notar cómo se revolvían o se arrancaban de raíz con violencia. Aún así, el ataque de Ragnheidr se sintió más agresivo y peligroso que el de Derya, la gyojin no necesitó mirar a su alrededor para notar que, de no haber sido ella tan fuerte y resistente como era, aquella onda vibratoria la habría atravesado sin ningún tipo de piedad. Y es que a sus espaldas, en el cono que Ragnheidr había formado con su puñetazo, apenas quedaba tierra, solo tierra y polvo.

Sin embargo, eso no fue lo que más llamó su atención, sino que rápidamente notó, con el tacto del vikingo, un dolor repentino en la mano que incluso le hizo dar un pequeño espasmo. Seguro que debía de tratarse de aquel gas azulado que le rodeaba, probablemente fruto de alguna fruta del diablo, ¿pero cuál? ¿De qué tipo? Por suerte, no sintió dolor por el golpe, lo que dejaba su mente despejada y atenta para no perderle la pista a su oponente ni un solo segundo. Lo cierto es que no deseaba alargar la pelea demasiado tiempo, pensó que quizás con un ligero intercambio de golpes, podría "domar" su bestial carácter, y quizás así descubrir si sus intenciones en Momobami eran buenas o todo lo contrario. Pero se negaba a hablar con ella, a responderle, y aún así... no detectaba maldad en él, quizás solo pura desconfianza ante una desconocida en una jungla. Totalmente lógico, la verdad. — ¡No deberíamos pelear aquí! — Gritó, tratando de convencerle de parar aquella estupidez. No estaba dentro de las intenciones de Derya herir a nadie, menos aún matar a nadie. Y aún así, ya bastante se había extralimitado, afectando a la flora y fauna de la zona, a su delicado ecosistema. — Las bestias son sensibles, podemos llamar atención no deseada. Dime lo que quiero saber y paremos de una vez. — No sabía si iba a ser capaz de convencerle, pero lo cierto es que había comprobado de primera mano lo letales que podían llegar a ser los animales de aquella jungla. Y no quería tener que herir a ninguna más.

Derya finalmente aterrizó en el suelo, manteniendo activo su haki de observación, pendiente ya no solo a las posibles acciones del rubio, sino también a los animales de su alrededor, pues es que se le podía notar que se encontraba preocupada por lo que pudiera llegar a perturbarles o no. La mano afectada por la fruta del vikingo le escocía, incluso le quemaba, pero se mantuvo estoica, con aquella figura atigrada y robusta, y es que a pesar de su delgadez, se mostraba como una persona poderosa.



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Info Bélica
#7
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
Personaje


Ragn permaneció inmóvil tras el intercambio, observando a la mujer pez con una intensidad que parecía traspasarla. Sus ojos azules, gélidos como el hielo del norte, centelleaban con un brillo peligroso, pero también había en ellos un destello de curiosidad. Su puño aún ardía por el impacto, una sensación que mezclaba calor y escozor, como si el golpe hubiera dejado una marca no solo en la carne, sino en algo más profundo. Aquel gas azulado que envolvía a su adversaria era inquietante, sentía un punzante hormigueo que se propagaba por su brazo como un recordatorio persistente de que la mujer no era simplemente fuerte, sino también letalmente singular. Pese al dolor, una sonrisa salvaje y torcida se dibujó en el rostro del vikingo, esa expresión que mezclaba la euforia de la batalla con el respeto hacia un oponente digno. El aire alrededor parecía cargado, vibrando con la energía residual de sus ataques. Sin embargo, el grito de Derya irrumpió en la tensión como una súplica desesperada, rompiendo momentáneamente el encanto de la batalla. Ragn alzó una ceja, confundido. Ragn activó su haki de observación de forma instintiva, y lo que percibió le hizo detenerse un momento. La mujer no trataba de ocultar su presencia. Su esencia estaba abierta, cargada de emociones crudas, preocupación genuina, una voluntad tan feroz como las olas que azotaban las costas nórdicas, y un poder latente que emanaba como una corriente marina, implacable y peligrosa. Era formidable, sin duda, pero había algo extraño en ella, no buscaba destruir indiscriminadamente. Esto, más que la fuerza bruta, resultaba desconcertante.

Ragn relajó ligeramente su postura, aunque no del todo. Sus pies firmes seguían anclados al suelo como raíces, y su puño derecho aún chisporroteaba con energía vibratoria, esa fuerza destructiva que podía desgarrar rocas y carne por igual. Dio un par de pasos hacia adelante, los tablones destrozados del suelo crujían bajo su peso, y su voz grave resonó por encima del zumbido del viento que agitaba ramas y hojas como si las retara a unirse al conflicto. —¿Detenerrr? —Dijo con intensidad, alargando la última sílaba como si saboreara la ironía de la propuesta, algo habitual. Una risa seca y cargada de burla brotó de su garganta, resonando como un tambor de guerra. — Primero golpearr con toda tu fuerrrsa, arrasar este lugarrr, y luego dessidir que no deberrríamos pelear. ¡Erres grassiosa, mujerrr! —Vociferó, extendiendo un brazo para señalar el campo devastado, donde el suelo estaba resquebrajado y las marcas de su breve pero intenso enfrentamiento decoraban el paisaje.

Sus ojos, azules y afilados, recorrieron el terreno. Los restos de árboles yacían dispersos como si un huracán hubiera pasado, y no muy lejos, algunos animales muertos añadían un matiz sombrío a la escena. Aquello no pasó desapercibido para él, vio cómo el rostro de la gyojin se crispaba apenas al observar a las criaturas caídas. Algo en su expresión, una mezcla de pena y culpa, le indicó que esto no era indiferente para ella. Un punto débil, pensó, aunque no tenía intención de explotarlo de inmediato.

Sentía su brazo derecho entumecido, un recordatorio de que estaba lidiando con alguien que no debía subestimar. El deseo de seguir combatiendo ardía en su pecho, pero algo en el aire -quizás la súplica de Derya, quizás la extraña calma en los ojos de la mujer- lo obligó a cambiar su tono. —¿Dónde querrer pelearrr? —Preguntó finalmente, bajando los brazos aunque aún en guardia. Su cuerpo seguía tenso, como el arco de un cazador que, aunque no dispara, está listo para hacerlo en cualquier instante.

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#8
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Cada uno podía leer los sentimientos y las emociones del otro, al menos de forma superficial, y eran capaces de detectar lo mucho que distaban entre ellos. Derya mostraba un sentimiento más parecido a la preocupación, mientras que Ragnheidr parecía confundido a la vez que ardía en deseos por continuar aquel combate con un rival de un nivel tan excepcional como ella. Incluso daba la impresión de estar cabreado por la insistencia de Derya en frenar la lucha. Y la verdad es que no le faltaba razón para encontrarse desconcertado.

El rostro de la gyojin mostró una expresión más relajada cuando le escuchó hablar, a pesar de que gritaba, ligeramente desesperado, parecía comprender y respetar sus deseos de no continuar las hostilidades. Lo malo es que no estaba entendiendo que Derya se refería a toda la jungla, en general, no solo a esa zona... sin mencionar que aún no se había dignado a responderle acerca de sus intenciones en dicha selva. Puede que no fueran de la incumbencia de la revolucionaria, pero no era común encontrarse a nadie deambulando tan tranquilamente por ahí, resultaba sospechoso. O quizás solo fuera que Derya era un pelín desconfiada, aunque no siempre había sido así, se trataba de un aspecto que adquirías con la experiencia de los años. Más aún cuando dedicas tu vida a una causa que se trama en secreto.

Estuvo muy cerca de explicarle lo que realmente quería saber, pero... se quedó pensativa unos segundos, antes de responder. — No quiero pelear contigo. Puedes continuar con tus asuntos, viajero. A pesar de tu... hostilidad, no creo que tengas malas intenciones. Lo detecto. — Dijo, haciendo referencia al haki de percepción que estaba analizando sus emociones. — Te ataqué porque pensaba que eras un peligro para esta selva. Pero no lo eres, no más que yo, al menos. — Estaba un poco avergonzada por esto último, viendo los alrededores... — Aunque te recomiendo que te vayas rápido de esta isla, las bestias de aquí... no son como nada que hayas podido ver antes. — Ni siquiera ella, que había recorrido un vasto camino, se había encontrado con animales tan extraños y agresivos. El hecho de que aún no hubiera aparecido ninguno solo le generaba más inquietud, le ponía los vellos de punta, si los tuviera, claro, pues su piel estaba cubierta de escamitas muy pequeñas en realidad. — ¿Puedo saber tu nombre, antes de irme? Tu acento me resulta familiar. — Sonrió levemente, una sonrisa plácida y amable, libre de hostilidades, aunque se torció suavemente al notar el escozor del veneno en su mano.

La levantó para mirársela, observando en ella un color azulado o morado que parecía ser el origen del dolor, era del mismo color que el gas que rodeaba la poderosa figura del vikingo frente a ella. — Una fruta del diablo, ¿verdad? — Cubrió entonces su extremidad en haki armadura, y concentrándose por un segundo, hizo desaparecer la marca de su mano. Tan pronto como terminó de eliminarlo, desactivó también el haki armadura, revelando el cambio de manera visual. Menos mal que había llegado a dominar dicha habilidad, pues no sabía el alcance que podía tener aquel veneno desconocido en ella.



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Info Bélica
#9
Ragnheidr Grosdttir
Stormbreaker
Ragn observó a la mujer-pez con la misma intensidad que antes, aunque ahora sus ojos estaban cargados de una mezcla de curiosidad y leve irritación. Sus músculos aún estaban tensos, como si la posibilidad de otro enfrentamiento lo mantuviera listo para atacar en cualquier momento. Pero al escucharla hablar, y especialmente al notar cómo se relajaba su postura, sus labios se torcieron en una sonrisa, no tan salvaje como antes, pero aún desafiante. —¿Detectarr, eh? —Dijo irónico, con ese tono entre burla y seriedad que era tan suyo. Asintió ligeramente al escucharla mencionar el haki, mostrando un destello de reconocimiento en sus ojos. No era extraño que alguien de su calibre supiera usarlo, pero sí le impresionaba que lo usara con esa precisión, algo que él rara vez hacía por pura terquedad. Dio un paso más al frente, dejando que el suelo bajo sus botas crujiera como si marcara su presencia— Dirrrías que no tengo malas intenssiones... perrro no quitarr que seas desconfiiada. —Una carcajada corta brotó de su garganta, más grave que antes.

Sus ojos se desviaron hacia su propia mano cuando ella mencionó el veneno, y luego la siguió con la mirada mientras cubría su extremidad en haki y neutralizaba los efectos de su gas. Interesante. Eso le decía mucho, no solo tenía poder, sino también control. Apreciaba eso en un adversario, aunque no lo diría en voz alta. —Sí, frruta de diablo. —Admitió, con un encogimiento de hombros que parecía restarle importancia.—No sé tu nombrtte exacto, ni me interrresa. Interrese tu fuerssa. Pero si poderrr desssir nombre, mejor ... —Levantó su puño derecho, aún chispeando levemente con aquella energía vibratoria que lo había envuelto antes. La nube de gas azulado que rodeaba su figura parecía intensificarse por un momento, antes de disiparse gradualmente. —Ragnheidrr, de Elbaf. Liberrador de Oykot. Así llamarrr. Aunque si mi assento te paresse familiarr... —La sonrisa volvió a su rostro, burlona pero cargada de orgullo— …Quissás sea porque conosserrr la tierra de guerreros de verrdad.

Hizo una pausa, ladeando ligeramente la cabeza mientras la observaba de arriba a abajo con una expresión pensativa, como si tratara de medirla más allá de la fuerza que ya había demostrado. —Tu nombre, mujerrr-pez. Quierro saber quién es la que me ha hecho perrrder sentido de brasso por un tiempo. —Flexionó el hombro derecho, como si aludiera al entumecimiento que aún sentía tras el golpe inicial. Pero no parecía enfadado por ello, más bien lo decía con un tono de respeto encubierto por su rudeza característica. Cuando mencionó las bestias de la selva, su expresión se endureció ligeramente, y algo en su mirada se volvió más serio, incluso más calculador. —¿Bestias que nunca he visto? —Se rascó la barba de varios días con la mano, como si procesara aquello.— Me lo pondrrán interrresante, al menos. Perrro… —La miró directo a los ojos, su voz grave resonando con una claridad que cortó cualquier sonido de fondo.— Aún no dessirrr qué hasserr aquí. Si no quierrer pelear, bien. Pero quierro saberlo. No gustarr idea de toparrrme con alguien con este tipo de poderrr sin saberrr qué es lo que busca.

Era directo, casi brutal en su forma de preguntar, pero había algo en su tono que denotaba una genuina curiosidad. Ragn no era del tipo que se involucraba en los asuntos de otros, pero tampoco podía evitar querer desentrañar los misterios que se cruzaban en su camino. Además, aunque se resistiera a admitirlo, empezaba a sentir cierta afinidad con esta gyojin que le había hecho cuestionarse si la lucha era siempre la mejor respuesta. — ¿Tnerrr comida? —preguntó sin venir a cuento, al escuchar a su estomago quejarse. Necesitaba comer, YA.


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