Alguien dijo una vez...
Crocodile
Los sueños son algo que solo las personas con poder pueden hacer realidad.
[Diario] Marine Pride
Arthur Soriz
Gramps
[Imagen: VN4FbLR.png]

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día 3 de verano
año 724
¿Cómo lo vas llevando, Arthur?
Preguntó el Sargento Viren, a lo que casi de inmediato Arthur hizo el característico saludo Marine respetuoso poniéndose erguido y mirando al frente.
¡Señor, muy bien señor!
Descansa, soldado... solamente soy yo.
Aún así... ¿en qué le puedo ayudar? — preguntó el anciano, relajando su postura y cruzándose de brazos; para mayor comodidad. — Creí que estaría ocupado con otras cosas, honestamente.

Ah... sobre eso, no te preocupes. Y ya te dije que puedes tutearme, joder. — rechistó el joven Sargento, renegando suavemente con la cabeza para inmediatamente seguir hablando luego de suspirar ligeramente. Era incapaz de todos modos romper esa terquedad profesional que mostraba Arthur... no de momento al menos. — Quiero que socialices un poco con los demás soldados rasos, estás todo el día trabajando y entrenando... van a pensar que eres un 'workaholic'.
¿Un qué, señor...?
... Nada, que hables con los demás Marines, es una orden.
¡Señor, sí señor!

Tras decir esto último, Viren giró los ojos en blanco y se retiró a seguir haciendo sus cosas, frustrado de que el viejo no se relajara un poco aunque sea y disfrutara de la vida... no todo era trabajo incluso para un Marine, pero al parecer su ferviente deseo de ser uno no le permitía tomarse las cosas con calma, aún no. Así el anciano recorrió la base, charlando con algunos de los reclutas, otros de su rango o incluso mayor, pero siempre con un respeto profesional, al menos hasta que se aproximó a una figura femenina, alta y esbelta.

Aclaró su garganta, no queriendo ser descortés por si estaba ocupada con algo. Su cabellera rojiza como el fuego y ese par de cuernos que asomaban le dejaban inquirir que no era una humana.

¡AHEM!~ Disculpe, señorita...

Buena manera de comenzar una conversación. Esperó a que se diera vuelta si es que acaso lo hacía, tampoco es que pensara obligar a todos aquellos con los que se cruzaran en su camino a entablar una conversación con él, pero sí que era agradable intercambiar algunas palabras con los que estaban ahora mismo en la base siempre y cuando mostrasen interés.
#1
Manon S. Du Soleil
Mao/Drine
¡Amaba los viajes! Me encantaba surcar los mares en barco, escuchar el sonido de las olas y observar cómo impactaban, muchas veces violentamente, contra el casco; sentir la brisa marina acariciando, o golpeando, mi rostro, volviendo la piel pegajosa en más de una ocasión; trabajar incansablemente en las reparaciones, varias de las cuales no estaban dentro de mi campo de especialización, pero tendrían que estarlo porque en más de una oportunidad no había un carpintero que pudiera encargarse; discutir en muchas situaciones con algunos compañeros, porque la causa de las reparaciones acababa siendo yo, aunque actualmente no sucede tanto como antes. Quizás suene sarcástico, pero, de todas formas, ¡Adoro los viajes! A pesar de que este se estaba sintiendo demasiado largo. Venía desde Loguetown hacia Kilombo, y tuve que viajar desde el Archipiélago Conomi hasta Loguetown… Bueno, quizás el orden era un poco enrevesado, ya que primero había viajado desde Conomi hacia Loguetown y luego desde allí a Kilombo ¿Mejor?

El caso es que aún tendría que ir y venir entre las dos islas los próximos días, por lo que mantenía mi maleta cerrada, sin desarmar, hasta estar segura de que me quedaría por un tiempo largo y tendido en una de las dos bases, a fin de cuentas estaba cumpliendo con mi deber, pero volver al Archipiélago era uno de mis deseos, después de todo la base en la que solía quedarme por más tiempo estaba allí mismo. Me desplacé por la base rápidamente, hablando con uno que otro marine, socializar siempre fue sencillo para mí, desde pequeña, aunque buscar problemas también, pero ese tipo de información era fácil de deducir tras conocerme ¡Ja! Quería saber qué pensaban de mí los marines de este lugar dentro de una semana. Lo malo con algunos compañeros de trabajo es que les cuesta abrirse y están dedicados en demasía al deber.

No es que yo no lo estuviera, pero, inclusive estando en el trabajo, me divertía en muchos aspectos, desde hablar o discutir con compañeros, hasta capturar criminales y hacerles caer todo el peso de la ley, porque muchos de ellos realmente merecían las penas máximas, otros quizás no tanto, pero ¿Quién puede corroborar que no volverán a cometer actos ruines? Mejor acabar con la maleza desde la raíz y evitar que crezca nuevamente, como la hydra, cuando cortas una cabeza, crecen dos más, mejor cauterizar la cabeza cortada o encargarse del cuerpo principal. Si. Mientras dialogaba con una mink murciélago; era la primera vez que veía uno, después de todo los murciélagos son los únicos mamíferos capaces de volar, y no se los suele ver precisamente muy seguido, más bien, se encuentran ocultos la mayor parte del tiempo, por lo que sus parientes humanoides debían ser igual de esquivos, o al menos eso es lo que me explicó la misma mink; escuché los pasos resonantes de alguien.

Intenté no darle importancia, ya que no sería la primera ni la última vez que oía ese tipo de marcha en cualquier base marine, el paso de oca suele ser algo muy común.

. – Creo que es un poco extremo querer que la mayoría de los criminales sean ejecutados, quizás encerrados, pero ¿Ejecutados?

. – Nadie dice que no podrán escapar, no sería la primera vez, además, si escapan causarán estragos, lo que significa que realmente no sirve mantener a muchos de ellos encerrados. –Apoyé una mano en mi cintura, dejando el brazo en jarra, mientras movía mi mano libre para hacer ademanes, acompañando mis palabras– ¿Qué te asegura que se comportarán por fuera de los barrotes y no tendrás que atraparlos de nuevo? Quizás suene muy extremo, pero la justicia debe impartirse para que la maldad no se extienda y…

Parpadeé cuando escuché un carraspeo detrás de mí, interrumpiendo la conversación, no me molestaba realmente, quizás era alguien que deseaba aportar y estaba tratando de llamar nuestra atención para entrar en la conversación. Por eso, di media vuelta, encontrándome con un marine mayor: Era un hombre relativamente más alto que yo, con una masa muscular sorprendente, vestido de azul, negro y amarillo, con una barba y cabello canosos, este último ligeramente largo, atado en una coleta baja. Sus brazos cubiertos de vendas indicaban que entrenaba a diario o se metía en peleas a diario, y las cicatrices decían que se trataba de un hombre que había visto sus batallas. Una sonrisa amistosa apareció en mi rostro cuando me giré completamente hacia él, no esperaba que me llame señorita.

. – ¡Hola! ¿Qué tal? ¿Necesita algo? ¿O quiere unirse a nuestro debate? –Pregunté directamente, inclinando ligeramente la cabeza, y dejando que la cascada de cabello carmesí y dorado cayera por mi hombro– ¡Ah! Me disculpo, primero las presentaciones, me llamo Manon Du Soleil ¿Quién es usted, caballero?
#2
Arthur Soriz
Gramps
El carraspeo escapó de mis labios sin intención de interrumpir... honestamente fue tan solo un reflejo destinado a llamar la atención de quien estaba ahora frente a mi. Sin embargo pareció haber funcionado. La joven Marine frente a mí giró sobre sus talones de manera veloz... probablemente agarrada desprevenida por mi presencia, enfrentándose a mí con una mirada llena de curiosidad y una sonrisa franca que, para mi sorpresa no contenía ni un rastro de fastidio por haber tenido que interrumpir dicho debate.

Su postura era firme pero no rígida... y su expresión mostraba una seguridad que no siempre se encuentra en los jóvenes que recién comienzan su vida en la Marina.

Al escucharla hablar, su tono fue cortés y amistoso, como quien está acostumbrado a afrontar las cosas de frente. Había algo admirable en eso, y cuando mencionó su nombre... "Manon Du Soleil", no pude evitar pensar que le quedaba bien. Un nombre fuerte, brillante, como si estuviera destinado a dejar una marca en este mundo, como el sol de la mañana.

Me tomé un momento antes de responder, evaluando la escena con la paciencia que solo los años te otorgan. Detrás de ella, un grupo de reclutas gesticulaba y debatía animadamente sobre algo que seguramente consideraban trascendental. Desde mi perspectiva probablemente era una de esas discusiones que solo importan cuando tienes toda la energía... y el ímpetu que la juventud trae consigo. Aun así no podía juzgarlos, después de todo yo también había sido joven alguna vez y mi buen número de debates habré tenido tal como ellos ahora estaban teniendo.

Volví mi atención a Manon. Había algo en su semblante que me hizo querer medir mis palabras con más cuidado... como si este encuentro mereciera ser tratado con un poco más de respeto y cuidado. Enderecé mi espalda, lo justo para destacar mi altura y mi porte sin parecer imponente, y dejé que una sonrisa se asomara en mis labios. Me sorprendió un poco que me llamara "caballero." No era algo que escuchara mucho desde que me uní a la Marina... la mayoría simplemente me llamaba "viejo" o evitaba referirse a mí directamente.

Encantado, señorita Du Soleil —comencé diciendo, mi voz grave resonando con un tono calmado y firme... como si cada palabra fuese tallada en piedra—. Arthur Soriz, recluta de tercera. Un viejo novato, si se quiere, recién llegado.

Hice una pausa breve, el tiempo suficiente para que mis palabras se asentaran, y luego incliné ligeramente la cabeza en un gesto respetuoso. A pesar de ser mayor que ella en años me presentaba con el mismo respeto que todos se merecían por igual, en especial al no saber si era de mayor rango que yo.

Respecto al debate que tienen aquí, dependerá del tema. — dije en principio. Mis ojos viajaron brevemente hacia los jóvenes detrás de ella, antes de regresar a su rostro—. Si están discutiendo sobre la mejor manera de planchar el uniforme o quién es el mejor cocinero en la base, temo que mis habilidades no sean de mucha ayuda.

Dejé escapar una pequeña risa, grave y ronca, el tipo de risa que viene con los años y las cicatrices. Luego crucé los brazos con calma, dejando que las vendas que cubrían mis antebrazos y las cicatrices que marcaban mi piel se hicieran evidentes. No para presumir, sino para que entendiera que no estaba frente a un marine cualquiera, sino a alguien que llevaba las marcas de muchas batallas, incluso si la mayoría no habían sido libradas en el mar o formando parte de la Marina per se.

Así que dígame, ¿Cuál es el tema que tiene a este grupo tan entusiasmado? ¿Es algo que merece la opinión de un viejo como yo, o debería dejarla volver a deslumbrar a sus compañeros?

Dejé que mi sonrisa se ensanchara apenas un poco, suficiente para mostrar que, aunque mis palabras eran formales, había un aire de diversión detrás de ellas. Después de todo, incluso un viejo como yo podía apreciar los pequeños momentos de conexión entre compañeros, más cuando se trataba de jóvenes posiblemente pidiendo la opinion de un geronte como yo.
#3


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