¿Sabías que…?
...oficialmente el aniversario del manga One Piece es el 22 de Julio, dado que ese día en el año 1997 fue cuando se publico el primer capitulo.
Tema cerrado 
[Aventura] [T5] ¡Corre desplumado! (Parte 3)
Octojin
El terror blanco
El grito de alarma resuena como un disparo en la quietud del pasillo, seguido por el eco de pasos apresurados mientras Porter y su grupo comienzan a correr. Marek, siempre atento, intercepta a dos guardias que intentan detenerlos, chocando contra ellos con una fuerza que parece más animal que humana. Desde luego ha sido una idea genial traerlo, está placando a todo al que ve sospechoso. ¿Habrá trabajado de escolta anteriormente? Sus movimientos son contundentes y directos, bloqueando eficazmente el camino de los adversarios mientras los demás avanzan.

Tú, en el centro del caos, no pierdes un segundo. Tus espadas brillan al desenvainarse, reflejando la luz de las lámparas en el pasillo. La mirada del líder de los guardias se cruza con la tuya, y puedes notar la determinación en sus ojos, pero también una pizca de incertidumbre. Sabes que no esperaba enfrentarse a alguien como tú. Quizá, de echo, no esperaba enfrentarse a nadie directamente.

Lo cierto es que la situación no pinta bien, querido Pavo Real. Estás en medio de todo el mundo, con Marek rondando de un sitio a otro placando a gente, pero sin ser suficiente apoyo como para acabar con todos. Al menos, la parte positiva, es que Otto y los demás han conseguido pasar y se dirigen a la caja fuerte. Ojalá que lo consigan, sino vaya bajón.

Con un giro fluido, consigues liberar una poderosa ráfaga de aire cortante. La técnica se despliega como un torbellino feroz, alcanzando a varios guardias que se encuentran en el radio de su expansión. Dos de ellos caen de inmediato, sus armas resbalan de sus manos y sus cuerpos impactan contra las paredes, dejando marcas de sangre en el proceso. Otros cinco intentan resistir, pero los cortes les alcanzan parcialmente, obligándolos a retroceder con heridas visibles que, aunque no los incapacitan, los dejan desorientados.

El Den Den Mushi en el suelo es destrozado por la ráfaga, sus fragmentos vuelan en todas direcciones, eliminando al menos una posibilidad de que los guardias llamen refuerzos. Que, por otro lado, quizá no haya. Sin embargo, tu ataque no ha sido suficiente para desmoronar completamente su moral. Los guardias más alejados logran evadir el torbellino, reagrupándose rápidamente y alzando sus espadas mientras te rodean en círculo, cubriendo prácticamente todos los ángulos posibles. Estás un poco en el centro del problema. Todos los ojos recaen sobre ti, y probablemente sea lo que más te gusta en este mundo.

El líder, por su parte, se mantiene firme, protegiendo su posición central. Sus movimientos son calculados, y puedes ver que no es un adversario cualquiera. Aún así, decides aprovechar el momento y lanzarte hacia él con un tajo rápido y preciso, buscando terminar con su resistencia de un solo golpe. Tu ataque va directo hacia su cuello, pero en el instante en que el filo de tu espada está a punto de alcanzarlo, una figura aparece justo detrás de él y, al grito de  "al suelo", hace que el jefe se agache y deje vía libre a su ataque.

El espadachín que emerge bloquea tu ataque con una fuerza abrumadora, el choque de espadas resuena como un trueno en el pasillo. El impacto te hará retroceder unos pasos, y por primera vez en esta batalla, sientes la resistencia de alguien que iguala, o incluso supera, tu habilidad. Su mirada es fría y calculadora, y el modo en que sostiene su espada deja claro que no es un simple guardia. Sus ojos, la ferocidad y agilidad de su movimiento y la actitud con la que te parece estar desafiando desde luego te dará que pensar. Parece un rival digno. Estaría genial habértelo encontrado en un uno contra uno, pero me parece que las cosas aquí no están tan sencillas.

— Así que tú eres el famoso Pavo Real del Océano — dice el espadachín con una voz baja pero cargada de confianza. —. No esperaba encontrar a alguien interesante entre esta banda de rateros. ¿Ahora robas casinos? Interesante.

No tienes tiempo para responder, porque los guardias que sobrevivieron a tu torbellino aprovechan el momento para cerrar el círculo a tu alrededor. Marek sigue peleando contra los dos guardias que detuvo al inicio, y aunque parece tener la ventaja, sabes que no podrá ayudar demasiado pronto.

De repente, recibes un ataque conjunto por parte de los cinco espadachines, que atacan con una sincronización digna de estudio. Todos los ataques son con katana, y tienen como objetivo eliminarte. El jefe, por su parte, da un par de pasos hacia atrás mientras desenvaina su arma y adopta una postura defensiva. Por su parte, el enigmático espadachín que te sorprendió, adopta una pose ofensiva con su arma y flexiona ligeramente el cuerpo. Algo planea, desde luego.

Mientras evalúas la situación, Porter y su grupo logran avanzar un poco más por el pasillo, aunque sabes que su éxito depende de que tú mantengas ocupados a estos guardias. Tienes una decisión que tomar: ¿enfocar toda tu energía en el espadachín que acaba de aparecer, junto con los demás, o intentar romper el cerco que te rodea para seguir avanzando? Una cosa es segura: el escenario que estás pisando ahora requiere toda tu habilidad para salir con vida y, como siempre, para brillar en medio del caos.

Matemáticas

Contenido Oculto
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#21
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
El sonido del choque de espadas resonó como un eco metálico en el pasillo, y Mayura, a pesar de la presión abrumadora, no podía evitar soltar una sonrisa arrogante mientras bloqueaba el embate inicial. — Queridos míos... si querían un espectáculo, lo están consiguiendo. ¡Solo faltan las luces y la ovación final! — exclamó, incluso mientras el peso del combate comenzaba a manifestarse en su cuerpo. El guardia de seguridad espadachín misterioso que había aparecido de la nada parecía igualar su habilidad, anticipando cada movimiento con la precisión de un veterano, es como si el Tatsu Maki no le hubiera hecho efecto ni al líder tampoco, pues a pesar de estar al frente no se vieron doblegados en ningún sentido. "Así que finalmente alguien digno..." pensó Mayura, mientras su mente calculaba con rapidez su próximo movimiento pensando que por fin podría tener un combate digno contra alguien que fue capaz de herir ligeramente su pecho con el remanente de la colisión.
 
No obstante, sin mucho tiempo para reaccionar, los cinco guardias atacaron al unísono, el Pavo Real se giró con una ráfaga desesperada de cortes circulares a modo de acto reflejo, buscando frenar el ataque y si fuera posible terminar de una vez por todas con la basura y así concentrarse en el guardia de seguridad que si valía la pena. — ¡Qué vulgares! No pueden igualar mi elegancia... — masculló con un jadeo, antes de que el impacto acumulado lo lanzara hacia atrás, derribándolo al suelo con una teatralidad casi natural. Lamentablemente, la basura no fue tan basura y su reacción no fue suficiente… una espada se deslizó por su brazo izquierdo, otra cortó superficialmente su muslo derecho, una tercera encontró su hombro, el cuarto le hizo un corte en la espalda y el golpe de gracia, el quinto, cortó su pecho.
 
Su cuerpo giró como si el destino mismo lo dirigiera, aterrizando de espaldas con un estruendo que resonó en todo el pasillo. Por un breve instante, el silencio reinó, roto solo por los jadeos de nuestro elegante Pavo Real del Océano y el eco lejano de la alarma. Mayura, con su último aliento de consciencia, levantó una mano temblorosa. — Pueden... llamarlo... un intermedio... — dejó escapar aquel murmullo con su tono característico de histrionismo, teatralidad y soberbia antes de que su brazo cayera a su lado y su cabeza girara suavemente.
 
Pero no cayó completamente en la oscuridad de inmediato. En ese limbo entre la consciencia y la inconsciencia, su mente comenzó a llenarse de fragmentos de recuerdos, como una película que rebobinaba los momentos más significativos de su vida.
 
Primero, la imagen de su infancia en el opulento castillo de los Pavone, rodeado de lujos y expectativas asfixiantes. Recordó las palabras de su madre: "Mayura, tu destino está escrito. Debes morir para que el legado de nuestra familia continue." La sensación de asfixia lo golpeó por un segundo, pero fue reemplazada por el recuerdo de su huida, esa noche en la que decidió romper las cadenas de su familia y forjar su propio camino hacia la libertad.
 
Luego vino el rostro de Alpha, su leal compañero y cómplice tanto en aventuras como en travesuras. Recordó su primer encuentro, ese momento de conexión instantánea, y cómo juntos habían logrado una conexión tan fuerte estando ambos lejos de casa, compartiendo sueños de libertad y aventuras. Una lágrima rodó por su mejilla al pensar en la lealtad inquebrantable que sentía hacia su nakama, preguntándose en donde estaría en aquel momento.
 
Derian apareció después, con su porte altivo y esa mezcla única de peligro y encanto que tanto fascinaba a Mayura. A pesar de las bromas, sabía que había encontrado en él a un igual, alguien que entendía la danza peligrosa de la vida que tanto amaban.
 
Finalmente, el rostro de Donatella surgió entre las sombras. Su hermana, su cazadora, su espejo roto. La imagen de su mirada feroz y llena de determinación, esa mezcla de amor y odio que los había definido a ambos, lo llenó de una extraña tristeza. "No somos tan diferentes, Mayura. Ambos luchamos por lo que creemos, aunque nuestras armas sean distintas." Sus palabras resonaron en su mente, y por primera vez, una punzada de arrepentimiento se mezcló con su orgullo.
 
Mientras los recuerdos se desvanecían, una luz comenzó a envolverlo. Era suave, cálida, y en su centro, una figura majestuosa emergió. Un pavo real, con plumas que brillaban como gemas bajo el sol, extendió sus alas con gracia, como invitándolo a seguirlo. Mayura, en su estado de seminconsciencia, sintió una paz que nunca había experimentado. "Y al final, todos recordarán mi nombre... aunque sea por lo espectacular de mi caída." pensó, dejando que una última sonrisa teatral se dibujara en sus labios antes de que todo se desvaneciera en la oscuridad. ¿Había muerto? ¿Había caído en coma? ¿En serio sus compañeros lo dejarían tirado a morir? Todas esas preguntas ahora les eran irrelevantes pues en el estado en que se encontraba se veía a si mismo como un brillante pavo real que corría por una pradera fresca y reconfortante.

Si algo estaba claro es que Mayura podría dedicarle "Un Disparo al Corazon" a Porter.

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#22
Octojin
El terror blanco
La tensión en el pasillo se podía cortar con una espada mientras los guardias, ahora reforzados por su espadachín líder, cierran el círculo sobre ti. Tus palabras, aún cargadas de dramatismo, no pueden ocultar la gravedad de la situación: heridas que marcan tu cuerpo como pinceladas rojas sobre un lienzo. Pero, incluso en tu estado debilitado, mantienes esa chispa de orgullo que te hace único. Ese halo de heroicidad que hace de un simple mortal, el protagonista de una historia.

A veces, cuando estamos en una experiencia tan cercana en la muerte —tan cercana que incluso aparentemente estamos muertos—, las cosas se ven desde otro prisma. Desde una perspectiva que es la más real de todas, la que no le tiene miedo a nada ni nadie, porque ya no hay lugar para el temor. Tu luz se apaga, y lo hace lentamente, dejándote unos segundos para que todos esos recuerdos vengan de uno en uno, a decirte que esta historia que ha sido tu vida, no ha estado tan mal como podrías haber creído en un primer momento.

Lo cierto es que está bien tener confianza en uno mismo, pero meterse contra al menos diez guardias sin saber su nivel de poder, y hacerlo con una técnica que te deje temporalmente en un uno contra diez... No ha sido tu decisión más inteligente. ¿Pero qué sería la vida sin decisiones absurdas? En una función que se precie, debe haber de todo. Incluso muertes no anunciadas.

Recibes un primer corte que te pilla de sorpresa, un segundo que reafirma que estás en una posición jodida, un tercero que te hace replantearte qué haces allí, y finalmente un cuarto, que te lanza hacia atrás. Pero cuando vas a recibir el último, se te aparece la virgen. O un pavo real, si así lo deseas. Con una agilidad que no has visto hasta el momento, y cuando el final parecía más cerca, un estruendo resuena en el pasillo. Marek aparece de repente, como un trueno en una tormenta, lanzándose contra el último atacante con la furia de un animal acorralado. Su llegada fue tan inesperada como efectiva: el guardia recibe su embestida con gritos ahogados mientras el luchador lo aparta del camino. Su presencia era una chispa de esperanza en medio del caos. El tipo cae dando una voltereta al igual que sus enemigos.

— ¡Aguanta, Mayura! — rugió Marek, con la voz cargada de determinación mientras su fuerza comenzaba a menguar. Era evidente que estaba al límite de sus capacidades, pero aun así se mantenía firme, cubriendo al Pavo Real con su propio cuerpo. Al final ha resultado ser el perro más fiel de todos. Una pena que también vaya a morir, al igual que tú.

Aún estás bastante afectado por los golpes, seguramente desde el suelo has podido alzar la mirada hacia tu compañero, viendo cómo este vuelve a moverse rápidamente para anticiparse al espadachín, recibiendo un nuevo corte que claramente iba dirigido a ti y te hacen brotar una enorme herida que enseguida tiñe el suelo de rojo. Marek apenas se tambalea, siendo sus movimientos mecánicos pero efectivos. Pero algo te dice que ya no puede más.

Entonces, como si el destino quisiera añadir más caos al escenario, todas las luces se apagan. La oscuridad inunda el lugar, seguida por una alarma de emergencia que rompe el silencio de manera estridente. Apenas puedes girar tu cabeza para ver quién está detrás de esta nueva jugada. Aunque no tengas pruebas, en el fondo sabes que esa maniobra lleva el sello de Vayne, quien había desaparecido en el momento crítico.

Como seguramente te preguntes qué ha pasado, yo te lo explico. Vayne se separó cuando el combate empezó. Lo cierto es que es una persona bastante inútil en combate, y probablemente hubiese caído el primero. Así que decidió desobedecerte e ir hacia la zona de la caja fuerte a intentar quitar todas las cámaras que viese. Sin embargo, se encontró con una mina de oro en forma de un cuarto de la luz. Intentando desactivar las cámaras, cortó por error la corriente general y ahora no hay nada de luz en el casino.

En medio de la confusión, una mano firme te agarra por el hombro. Tu cuerpo reaccionará instintivamente, intentando levantar tu espada para defenderte, pero es algo que seguramente no puedas hacer. Igualmente, escucharás la voz de Otto y quizá eso te haga sentir cierta paz.

— Tranquilo, Pavo Real. No es tu final todavía. Abortamos. — Otto te sostiene con firmeza, levantándote parcialmente mientras los otros del grupo comenzaban a reagruparse.

Los rivales están gritando e intentando orientarse, pero parecen bastante perdidos. Esto es algo que obviamente no se esperaban.

Porter, junto a los demás, te guían por el pasillo hasta una puerta trasera, esa que debía veros salir con multitud de tesoros. Pero cada metro que pasa, es un recordatorio del dolor que recorre tu cuerpo. No eres consciente de casi nada de lo que pasa. Abres y cierras los ojos mientras tu cuerpo sangra. Y llega el momento en el que, finalmente, llegais hasta una casa cercana que Otto abre con cierto nerviosismo, revelando a tres hombres que esperaban adentro. La escena es surrealista, con el sonido de la alarma de emergencia como telón de fondo.

— ¡Rápido, necesitamos un médico! Mayura está al borde de la muerte, y Marek no llegará si no lo atendemos ya. — Otto gritó con urgencia, y los hombres dentro de la caseta se pusieron manos a la obra de inmediato. Mientras uno de ellos comenzaba a revisar a Marek, los otros dos se vuelcan hacia ti.

Tu consciencia oscila entre la lucidez y el delirio. Las imágenes a tu alrededor se mezclan con los recuerdos y visiones que invaden tu mente. Sientes cómo las manos de los improvisados médicos trabajaban para contener la hemorragia, pero tu percepción del tiempo y el espacio es claramente borrosa.

He de decirte que hasta tu caída es un espectáculo. O quizá debería decir, casi caída. Uno de los hombres te mira con confusión mientras trata de estabilizarte.

— Porter, no podemos salvar a los dos. No tenemos suficiente sangre para ambos. Hay que elegir.

— ¡Haz lo que tengas que hacer, pero mantenlos con vida a los dos! — ordena Otto, con su voz cargada de una mezcla de preocupación y frustración.

En ese momento, Jéneva sale corriendo de la casa, y Vayne le sigue. Se pierden entre las calles en busca de algo, vete a saber qué.

Esta historia está llegando a su fin, y aún así, no sabemos si nuestro querido Mayura seguirá con nosotros, aunque he de decir que ahora mismo todo se ve desde un prisma mucho más positivo que hace unos segundos, ¿verdad? A pesar de la situación, esa chispa de orgullo sigue ardiendo dentro de él. Después de todo, el Pavo Real del Océano nunca abandonaba el escenario sin una última ovación.

cosas

Corrección de las Matemáticas

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#23
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
La oscuridad se cernía sobre Mayura, pero él, como siempre, no podía permitirse desaparecer sin dejar una última impresión. A medida que Otto lo levantaba parcialmente, sintió el peso de su cuerpo herido, pero también la chispa inextinguible de su orgullo pues había sido salvado por el dios Pavo Real, de eso no tenía duda alguna.   Cuando las luces se apagaron repentinamente y el pasillo se sumió en la oscuridad, Mayura sintió una chispa de esperanza. — Apagón... dramático... buen toque, ¿eh? — murmuró para sí mismo, con su voz entrecortada y un tono cargado de ironía, mientras una débil risa brotaba de su garganta, aunque rápidamente se transformó en un jadeo de dolor.
 
A través del eco de gritos y pasos apresurados, las palabras de Otto llegaron a él como un ancla. Aquellas palabras, resonaron en el corazón del Pavo Real como un desafío. ¿Abortar? ¿Retirarse? No sin dejar su huella. Con un esfuerzo titánico, Mayura levantó ligeramente la cabeza, tosiendo levemente mientras se acomodaba en los brazos de su salvador. — Otto... diles a esos guardias que... su intento de opacarme... fue lamentable. — Su voz salió entrecortada con su último suspiro y una sonrisa torcida apareció en sus labios, un reflejo de su esencia teatral, incluso al borde del abismo. Aunque el dolor era abrumador y su vista casi nula, Mayura se aferraba a la realidad con la tenacidad de quien sabe que el espectáculo aún no ha terminado, más dejándose llevar del drama momentáneo para no dañar el espectáculo. ¿Quién pudiera culparlo cuando un gran y robusto hombre lo llevaba en sus brazos? Al menos yo disfrutaría el momento a pesar del insoportable dolor.
 
A medida que el grupo lo sacaba del edificio y lo trasladaba hacia la casa cercana, Mayura se obligó a mantenerse despierto, negándose a ceder a la inconsciencia, pues en ese tipo de estado caer inconsciente era casi sinónimo de morir. — El protagonista... nunca abandona el escenario... — dijo con voz débil pero firme, mirando a Otto directamente a los ojos. — Asegúrate... de que... El Pavo Real del Océano sea recordado. — finalizó antes de finalmente cerrar los ojos, no cayendo en la inconsciencia, más si tratando de recordar ese pavo real celestial que le brindó una segunda oportunidad en su vida.
 
Mientras los médicos trabajaban frenéticamente para estabilizarlo, Mayura mantenía su consciencia colgando de un hilo, sus pensamientos volviendo a los momentos clave de su vida. Hasta que ZAP, llegó a su mente, aquel pavo no había sido otro que Marek. La ironía de estar protegido por Marek, alguien que apenas conocía, no pasó desapercibida, entendía que su trabajo era hacer de escudo, pero no por eso debía lanzarse a su muerte para salvar a alguien como el pirata, para Mayura esto era confuso, el nunca haría algo así, al menos no por un desconocido. "Quizás... el verdadero arte está... en inspirar lealtad." Pensó, recordando cómo incluso en los momentos más oscuros había logrado convertir el caos en un espectáculo donde saliera victorioso, pues para él la victoria no era más que hacer lo que le plazca.
 
Finalmente, al ser depositado en la mesa improvisada de los médicos, Mayura cerró los ojos por un momento, nuevamente, no para desmayarse. Era su forma de concentrarse, de aguantar el dolor mientras los hombres trabajaban. Incluso en ese estado, su mente no dejaba de girar, planificando cómo transformar esta derrota en el preludio de su próxima gran obra. Si algo aprendió esta noche, es que debía convertirse en alguien fuerte para poder irse quinientos hombres contra el solo y no que diez basuras le dieran ese tipo de problemas. — Si no salvan a Marek, jamás se lo perdonare. — finalizó con un toque dramático, podia sentirse el dolor que sentía con cada silaba que recitaba, el pavo no se permitiría que aquel hombre que dio su vida por él y que al mismo tiempo le enseñó una lección estando tan cerca de la muerte, falleciera sin poder agradecerle.

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#24
Octojin
El terror blanco
Despiertas en una penumbra extraña, con un fuerte olor a desinfectante mezclado con la humedad de madera vieja. Tu cuerpo duele como si hubieras sido triturado por un vendaval, y el movimiento más leve provoca que una punzada ardiente recorra cada herida. Desde luego has tenido días mejores. Estás sobre una mesa de madera que ha sido tu camilla improvisada. Parpadeas un par de veces, algo que te cuesta bastante hasta que tus ojos se acostumbran a la tenue luz que proviene de un quinqué colocado sobre una mesa cercana. Es una casa, evidentemente improvisada como quirófano. Las paredes están llenas de manchas y grietas, y sobre la mesa hay instrumentos quirúrgicos que claramente no fueron diseñados para este tipo de uso.

Desde luego la planificación de Otto ha sido perfecta. Debía tener esta casa pensada por si algo salía mal, o a sabiendas de que alguna herida seguro que llevabais, lo que seguramente no se esperaba era el fatal incidente que iba a desencadenar en la casi pérdida de dos hombres.

Jeneva y Vayne están en un rincón, sosteniendo unas bolsas de sangre. Sus ropas están manchadas y sus rostros muestran una mezcla de agotamiento y tensión. El mero hecho de verlos despierta una chispa de curiosidad en ti. ¿Cómo diablos han conseguido sortear a la guardia y traer todo esto? Ya te contarán, supongo. Pero quizá recuerdes que, poco antes de dormir, habían salido a toda velocidad por la puerta. Seguramente su objetivo fuese ese.

Frente a ti, en una silla gastada, está Otto. Su postura es desgarbada, con los codos apoyados en las rodillas y las manos entrelazadas. Su mirada está fija en el suelo, pero al notar que has abierto los ojos, se endereza rápidamente, mostrando un evidente alivio mezclado con una preocupación que no termina de irse.

— Mayura... — su voz es grave, cargada de cansancio. — Es un milagro que estés vivo. Tú y Marek... ambos estuvisteis a un paso del otro lado. — Mira hacia otro rincón de la sala donde puedes ver una camilla improvisada. Marek está ahí, inmóvil, cubierto con varias mantas y respirando con dificultad.

— Marek está peor que tú. No ha despertado todavía. Pero... — hace una pausa, como si le costara continuar. — Necesitamos movernos pronto. La guardia y la Marina están por todas partes. El casino volvió a la normalidad, pero están estableciendo perímetros, registrando casas, preguntando en el puerto... Nos están acorralando y no disponemos de mucho tiempo. — Sus palabras son firmes, pero sus ojos reflejan la tensión que está soportando.

Otto se pasa una mano por el rostro y luego te señala con el dedo. Su tono cambia a uno más rudo y directo.

— Escucha, Mayura. Esto ha sido un desastre. Y todo este despliegue, este equipo, los artefactos,  los médicos... No son baratos. Vamos a tener que pagar por todo esto, y tú eres parte de este grupo. Así que, en cuanto estés estable, vamos a hablar de cómo compensaremos todo esto.

Dejas que sus palabras se asienten, aunque el dolor en tu cuerpo parece absorber la mayor parte de tu energía. Tampoco estás en una situación como para discutir nada, la verdad. Otto se levanta de la silla y camina hacia la ventana. Su silueta se recorta contra la luz que entra por las rendijas de las tablas que la cubren parcialmente.

— Lo primero es que te estabilices. Pero no tenemos mucho tiempo — Se gira hacia ti, mientras notas cómo sus ojos buscan los tuyos con una mezcla de determinación y urgencia. —. En cuanto estés en condiciones, te pondré al día. Tenemos que salir de aquí, y será difícil. Pero no imposible.

La puerta de la casa cruje suavemente, y puedes distinguir una figura apostada en ella. Es difícil discernir quién es debido a la luz tenue, pero la postura y el porte te resultan vagamente familiares. Probablemente sea uno de los tipos con los que has compartido misión, pero con la tensión en el ambiente, incluso los aliados pueden parecer extraños en este momento. Y más después de una improvisada operación y de todos los dolores que sientes en ese momento.

La alarma de emergencia que escuchabas en el casino sigue resonando en tu mente, como un eco lejano que no puedes silenciar, a pesar de que ya no es real. Las heridas de guerra no son únicamente físicas, quizá te des cuenta con ello. Tu cuerpo está débil, y aunque tus heridas han sido tratadas, sabes que aún estás lejos de estar completamente funcional. Por un momento, consideras el caos que dejó tu última acción. Fue espectacular, sí, pero las consecuencias están claras: estás en una encrucijada, y tu próxima decisión podría definir el desenlace de esta aventura.

Otto regresa a la silla y te observa en silencio, como si estuviera esperando que digas algo. Pero el agotamiento y el dolor te obligan a guardar silencio por el momento. Date unos minutos y piensa tranquilamente, aunque no tenéis demasiado tiempo. La chispa del Pavo Real sigue encendida dentro de ti, pero sabes que necesitas recuperar fuerzas antes de poder desplegar tus plumas una vez más.

cosas
#25
Mayura Pavone
El Pavo Real del Oceano
El olor a desinfectante mezclado con la humedad del ambiente y el dolor punzante en cada rincón de su cuerpo eran lo primero que Mayura percibió al despertar. Su entorno era un borrón de sombras y luces tenues, pero la incomodidad de la mesa improvisada bajo él y la fría realidad de sus heridas eran imposibles de ignorar. Sin embargo, incluso en ese estado, el Pavo Real del Océano no pudo evitar esbozar una ligera sonrisa. El show continúa... aunque el escenario sea un desastre. pensó, como si disfrutara del dolor y de la situación desastrosa en la que se encontraba.
 
A medida que sus ojos se acostumbraban a la penumbra, su mirada recorrió la sala y se detuvo en la figura de Otto, sentado en una silla más desgastada que el cuerpo del elegante pirata tras las suturas. Su tono grave y directo atravesó la neblina de dolor que envolvía la mente de Mayura, cada palabra cargada de urgencia y reproche. Un desastre, dices... Pero incluso en el desastre hay arte. Este patético sujeto se atreve a reprocharme cuando su ignorancia fue el único obstáculo real para alcanzar el oro. pensó, manteniendo su expresión compuesta, negándose a dejar que el agotamiento se reflejara en su rostro, aunque cada palabra de Otto era una puñalada más en su ya herido ego.
 
Cuando Otto mencionó el costo del equipo, los médicos y la situación general, Mayura alzó una ceja, su sonrisa torciéndose en un gesto que mezclaba sarcasmo y resignación. — Querido Otto, si el espectáculo costó más de lo previsto, es porque los actores no supieron jugar su papel. Después de todo, no hay roles pequeños, solo pequeños actores. — respondió con voz débil pero llena de su característica teatralidad. — Pero no te preocupes, sin duda es una conversación que podemos tener después. — Sus palabras estaban cargadas de ironía, pero debajo de ellas había un reconocimiento silencioso de la gravedad de la situación.
 
Con esfuerzo, observó a Marek, inmóvil en la camilla cercana, y por primera vez sintió una punzada de algo más profundo que el dolor físico. Ese grandullón me salvó sin rechistar, y el otro bueno para nada me reprocha... Quizás debo ajustar mi definición de lealtad. pensó, cerrando los ojos por un momento mientras procesaba todo lo ocurrido.
 
La figura en la puerta captó su atención brevemente, pero el cansancio pesaba más que la curiosidad en ese momento. En cambio, se concentró en Otto, quien claramente esperaba una respuesta más sustancial. — Otto, querido... dale un respiro al Pavo Real. En cuanto pueda ponerme de pie, te prometo que devolveré cada moneda que te deba. Y, si es necesario, lo haré con intereses. — Su tono era más serio ahora, pero no perdió ese aire de confianza que lo caracterizaba.
 
Con un esfuerzo monumental, Mayura levantó ligeramente la cabeza, su cuerpo protestando con cada movimiento. — El protagonista... nunca abandona el escenario... — dijo con una sonrisa torcida, sus ojos brillando brevemente con una chispa de orgullo antes de intentar levantarse. Su cuerpo, sin embargo, tenía otros planes. Mientras intentaba poner peso sobre sus pies, el mundo giró violentamente, y sus piernas cedieron bajo él. Cayó hacia atrás, aterrizando de nuevo en la mesa con un ruido seco, dejando escapar un jadeo de dolor. — Bueno... parece que el gran Pavo Real de Océano no está listo para levantarse todavía. — murmuró, su humor intacto incluso en medio de la adversidad.
 
Mientras el silencio llenaba nuevamente la sala, Mayura permitió que sus pensamientos divagaran. Marek, su inesperado salvador, ocupaba un lugar prominente en su mente. Quizás, por primera vez, sentí que la lealtad no era solo una herramienta, sino algo que podría valer más que un millón de berries. Aunque no lo admitiría en voz alta, Marek había cambiado algo en mí.Pero luego, la chispa de determinación habitual de Mayura comenzó a arder una vez más.
 
Esto no es el final. Es solo el intermedio. El Pavo Real del Océano aún tiene muchas plumas por desplegar. Otto quiere ajustar cuentas... perfecto. Pero los demás no se irán impunes. Marek me mostró la verdadera lealtad, pero a los otros... les enseñaré el precio de traicionar al protagonista o de simplemente ser ineptos.Finalmente, levantó la mirada hacia Otto y, con su tono más teatral. — Querido Otto, avísame cuando llegue el momento. Prometo que esta vez... mi acto final será inolvidable. Pero, por ahora, coincido contigo: debemos marcharnos. — Su voz se apagó en un suspiro mientras cerraba los ojos, no para caer en la inconsciencia, sino para recuperar fuerzas. Después de todo, no era el tipo de hombre que dejaba el escenario sin asegurarse de que todos recordaran su nombre. Finalmente, listo para marcharse con el equipo y seguirles el paso hasta que fuera necesario.

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