Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
[Aventura] [t1 Autonarrada] ¡Intento de homicidio en el navío restaurante!
Byron
Hizashi
Verano 1 y 2 - 724


Nuestro joven pirata, tras surrealistas acontecimientos, por fin había conseguido zarpar de forma exitosa, y sin inconvenientes graves hacia la aventura. Con el ajetreo y las prisas por salir al mar, el muchacho podría decirse que no había calculado de forma brillante las provisiones que necesitaría durante el viaje. Los rugidos de su estómago cada vez eran más frecuentes, y él poca agua que llevaba consigo estaba a punto de agotarse. Ante la situación era compresible esperar que las motivaciones del chico volviesen a tambalearse, tirado, hecho un ovillo, bien acurrucado en el centro de su embarcación, solo podía martirizarse por no haber pensado bien las cosas.

La espiral de desasosiego y mal humor de joven, parecían ser el único motivo que mantenían consciente a Byron, no parar de darle vueltas a la cabeza y el sentirse miserable, hacían que ese mal humor, fuese poco a poco en aumento, es más, no pasaron muchos minutos hasta que su paciencia finalmente se acabó. En un arrebato, con sus últimas fuerzas, se levantó, y exclamó al cielo de forma agresiva, mientras señalaba al mismo como si él fuese el culpable al inicio de su discurso y sin poder evitarlo, al final de este, llevarse las manos a la cabeza.

- ¡DIME QUE TIENES CONTRA MÍ! ¡¿POR QUÉ ME HICISTE TAN IDIOTA?! NO PUDISTE HACERME ALGO MÁS CAUTO, ¿VERDAD? ESTA IMPULSIVIDAD QUE ME DISTE VA A HACER QUE SEA COMIDA PARA LOS PECES Y GAVIOTAS.

Al apartar la mirada de su azulado enemigo, pudo darse cuenta, no a muchos metros de él, un gran navío se hallaba frente a él. Por un momento, la tranquilidad invadió el cuerpo del zagal, y así como esta llenó su pecho, las pocas energías que conservaba lo abandonaron. Nublándose sus ojos y tambaleándose, murmuró irónicamente antes de caer desmayado.

- Gracias al cielo, estoy salvado.- Y cayó en su bote, colapsado por el hambre.

Recobró la consciencia al notar como varios individuos cargaban de su cuerpo, subiéndolo al navío que había observado justo antes de desfallecer. A juzgar por sus ropas, cocineros, alguno de ellos claramente en mejor forma que gente común, incluso podría decirse que estaban entrenados con solo verlos, aunque lo que más llamó la atención de Byron era el cigarrillo que disfrutaba uno de los que esperaban en la cubierta. Una vez arriba, Byron aun cargado por uno de los hombres del personal, no pudo evitar estirar el brazo y hacer un gesto al fumador, incitándole a que le diese una calada. El cocinero dudó por un momento, se colocó el sombrero de chef, y le colocó el cigarrillo en los dedos, Byron se lo llevó a sus labios y saboreó profundamente la fuerte calada, soltó el humo lentamente sintiendo que lo que echaba era su alma, según la lógica del muchacho, ese pitillo a medias era la celebración por seguir con vida.

Como si la escena anterior no hubiese existido, lo llevaron a la cocina, y acomodando al chaval en una banqueta que tenían por allí lo miraron dubitativos. El joven no pudo evitar ignorarlos, debido al hambre que tenía era imposible que prestase atención a humanos corrientes. Todo en aquella cocina lo hacía salivar, todo allí gritaba "alta cocina", desde los muebles impolutos y elegantes de madera perfectamente tallada, hasta las elaboradas vajillas porcelánicas que se encontraban tras los limpios vidrios de los armarios usados para almacenar estas. Los cuchillos extremadamente afilados y cuidados, sin ningún desperfecto allá donde mirases, y las cuberterías de plata mimadas con pequeñas filigranas en relieve, todo gritaba estatus. Obviamente, lo más llamativo de aquel lugar, eran los minuciosos platos que los chefs llevaban a cabo en los fogones, los cuales con un simple vistazo parecían gritar "devorame".

Cuando la saliva de Byron llegó a gotear por su barbilla, el cocinero que antes le había dejado deleitarse con aquella calada, lo miró y riéndose dijo "tú lo que tienez ez hambre" sin decir más, se acercó y zarandeó violentamente a Byron. Las monedas de su bolsillo resonaron, e incluso algunas cayeron debido al brusco movimiento, ante esto, sonrió y dio la espalda a Byron, quien se encontraba aturdido ante semejante interacción.

Sobre un plato, tres bolas de arroz fueron puestas ante sus ojos, sería mentir si Byron dijese que no esperaba más de tal cocina, pero tampoco estaba es situación de ponerse quisquillo. Las agarró, y se metió de un golpe la primera en la boca, cuando quiso darse cuenta, su paladar estaba cautivado, ¿qué eran esos pedazos de pescado que se encontraban en el interior de la esfera?, ¿salmón? Si, pero había algo más, habían sido marinadas en una dulce, ligera y cítrica mayonesa. La receta era simple, pero efectiva, y esculpida por las manos de un profesional muy experimentado, dando un manjar que, a pesar su escasez de ingredientes podían hacer rendir a cualquier paladar. Por desgracia, cuando quiso tragar, era tal cantidad que a poco se atraganta, sufriendo cada segundo del recorrido por su esófago.

Byron tosió mientras sé dé caían un par de lágrimas debido al esfuerzo, pero allí ante sus ojos se encontraba un vaso de agua que el cocinero le estaba ofreciendo, con una cálida sonrisa a la par que burlona, como si supiese lo que iba a pasar en cuanto vio al chaval meterse la comida en la boca. Bebió para aliviar la garganta, y sin perder tiempo le propinó un bocado a la siguiente bola, esta vez centrado en disfrutarlo más, pues comer algo de tal calibre, era algo que tenía que hacerse con paciencia.

Una vez terminó, con el estómago satisfecho, bebió agua por última vez mientras hacia un gesto con la mano restante para dar a entender que la receta del cocinero había sido un éxito. Más la calma no duró mucho, pues en cuento Byron posó el vaso sobre la encimera de la cocina, el hombre que lo había cargado y que parecía ser el jefe de cocina, dio un par de palmadas acompañadas de un discurso sobre el importante encargo que tenían aquella noche.

- Bueno chicoh, bastah de ganduleah, ya sabeih que el díah de hoyh eh importanteh, hay queh seguih trabajando en lo de esta nocheh, hoyh to tieneh queh salih perfestoh, no nos convine para nah dar un mal servicio a loh afiliadoh de Blackmore. Ensimah eh unah faena sabeh, para encargoh así solemoh serrah el restaurante pa trabajarloh mejor, pero han queridoh discrecióh y que seah como un díah normah, así queh vamoh mal de tiempoh, todo el mundoh a moveh esah manoh.- Dijo con su particular acento y con una sonrisa para quitar hierro al asunto, pues nada mas mencionar a aquella familia el ambiente se volvió tenso. - Poh suerteh yo ya he dejado lista la habitasioh que nos han pedido para pasar la nocheh, así que unah cosa menoh.

Fueron varios cocineros, unos 5 creyó escuchar Byron, chasqueando la lengua como gesto de desaprovación, en particular estos, parecían estar mucho más irritados con la llegada de los Blackmore al lugar. Detenidamente el chico observó la escena, y a pesar del claro ambiente de malestar, todos se pusieron a preparar el evento de la noche, parecía que todo volvería a la normalidad hasta que uno de ellos soltó el siguiente comentario.

- Nuestros dos invitados estelares estarían mejor muertos...- Murmuró sin dejar de trabajar. - Si...- Continuó otro. Antes de que la conversación fuese a más, el que le había preparado aquel bocado a Byron cerró la conversación.- Callaoz de una vez, elloz pagan y nozotroz damoz de comer, ezo ez todo, nueztra mizión ez llenar eztómagoz no hacer juicioz moralez.- Y el resto cesó con los intentos de seguir el hilo.

El jefe hizo un gesto a Byron, para que lo siguiera afuera de la cocina, el chico asintió y siguió sus pasos, allí le comentó que para el evento de la noche, les harían falta unas manos extra, no cocinando, pero si limpiando. Como ellos habían hecho el favor de salvarlo la vida, igual podría compensar tan valeroso acto echándoles un cable. Añadió que, ellos se encargarían de darle sustento durante los dos días que se encontrase allí así que no tendría que preocuparse por los bienes básicos. Para dormir le ofreció compartir habitación con Zahel, el cocinero que lo salvó, después de todo parecía haber hecho buenas migas, aunque lo mejor era guardar el secreto hasta la hora de dormir, pues según él, estaba bastante irascible desde que se enteró del evento y al ser tarde nos ahorraríamos sus protestas hasta el día siguiente.

Indudablemente, Byron no pudo rechazar tremenda oferta, y chocando sus manos con las de Grabiel, ambos aceptaron aquella responsabilidad. En cuanto el chico pestañeó y antes de poder pronunciar palabra, Grabiel ya le había sobrepuesto su uniforme de trabajo y sobre su pecho reposaba una fregona empapada con el cubo a sus pies. Había quedado claro que el trabajo ya había empezado.

Así se pasó limpiando hasta que llegó la noche, Byron vestido con un nuevo uniforme algo más elegante, listo para limpiar cualquier líquido que se vertiese o cualquier pedazo de comida que saliese del plato de los comensales. El ambiente del lugar había cambiado, todo mucho más elegante gracias a las velas que daban una tenue luz a la sala principal, todo el mundo allí vestido de etiqueta, hasta los camareros estaban mejor ataviados que de costumbre, pero el ambiente cambió más, siendo todavía si cabe más solemne cuando los relacionados con los  Blackmore atravesaron la puerta del establecimiento.

Claramente destacaban del resto, no por sus vestimentas pues todos iban de manera adecuada en el navío, sino por su presencia, desprendían un aura distinta, casi que podía olerse. La fuerza, y sobre todo, seguridad que desprendían no solía verse en las personas de a pie, ni siquiera de alta cuna, en cierto sentido, su intimidante presencia le recordaban a aquel ser de alas negras que bailaba con las llamas de su pasado. Eran dos, una joven, de aproximadamente la edad de Byron, esbelta y de piel cuidada, con un sedoso pelo largo y cobrizo, voluptuosa donde tenía que serlo y con un largo vestido negro que arrastraba por sus talones y se abría en su pecho. El hombre en su lugar, rondaría los 50 y pocos, de cara angulosa y rasgos afilados, arrugas en sus ojos bien marcadas y una mirada intimidante, fornido pero con unos cuantos kilos de más en la barriga, que resaltaba más por el apretado traje de cuero negro. Tomaron asiento, y todo pareció proceder con normalidad.

La velada estaba llegando a su fin, cuando Byron, colocado en su puesto esperando su momento de actuar cuál limpiador profesional, notó como unas gotas de agua cayeron del techo a su frente, se secó extrañado y cuando quiso echar la mirada hacia arriba, se encontró con una lluvia dentro de la sala. Parecía haberse activado el sistema antiincendios, las gotas apagaron las velas, quedando todo el salón a oscuras, apenas entraba la tenue luz de la luna por las ventanas, todos los presentes se volvieron sombras.

Algo alarmaba al joven, es escuchaba algo entre las gotas de los aspersores chocando contra el suelo, parecía el sonido de alguien deslizándose, más o menos por el centro de la sala, afinó el oído, sí, venía desde el techo, alguien estaba resbalando por una cuerda, y la posición era más o menos la mesa de los Blackmore. Nadie parecía haberse dado cuenta, los metres intentaban que todos mantuviesen la calma, pero Byron lo sabía, algo malo iba a suceder, ¿y si alguien se había envalentonado tras la conversación en la cocina?

Byron corrió, partió el palo de la fregona que llevaba, dejando un irregular, pero servible filo en la punta del trozo que usaría como arma, y con ella en mano se dirigió a la mesa de los que él creía amenazados. Por suerte sus sospechas fueron ciertas, y cuando estaba a un par de metros pudo ver caer a un encapuchado con un afiliado cuchillo en la mano, el brillo de aquel metal deslumbró por escasos segundos el lugar, dejando a Byron intuir bien donde se encontraba su figura. Aquella sombra se inclinó hacia la mujer, esta gimió al entender que aquel sujeto buscaba su muerte, alzó el cuchillo, y Byron lanzó una estocada hacia el vientre del agresor, por desgracia este lo vio y en el último momento intentó esquivar la puñalada. El golpe de Byron fracasó, pero logró herirle, una raja en el abdomen, no muy profunda, pero lo suficiente para hacerle sangrar.

El joven de pelo violeta resbaló debido al encharcado piso, cayendo al lado de aquellos dos comensales, y el sujeto aprovechó la confusión para volver a trepar raudo por la cuerda. Cuando la caída del agua cesó y la confusión desapareció, el hombre no se encontró al priorizar proteger un posible ataque sorpresa.

Maldijo Byron mientras se levantaba del suelo empapado, y veía llegar a uno de los cocineros con un candelabro encendido, era uno de los que no se sentía conforme con la llegada de aquellos tipos. Con una mirada de sospecha observó sus interacciones, cualquier indicio podía ser una prueba para encontrar al culpable, Grabiel acompañó a los asaltados a su reservada habitación sin parar de pedir disculpas. Él no pudo ser pues se encontraba siempre cerca de ellos para contentarlos, si, a veces se ausentaba para supervisar la cocina, pero no tardaba más de 3 minutos en volver, no tenía tiempo de acción para vestirse de esa forma, además estaba el hecho de que él y el agresor compartieron espacio y tiempo.

Todos fuimos mandados a nuestras respectivas habitaciones, los comensales se fueron rápidamente debido al desastre, y en unos quince minutos estaba el restaurante vacío de clientes. Byron, sin dejar de darle vueltas a la cabeza, entró a la habitación de Zahel, ambos se sorprendieron, al entrar sin llamar se encontró a Zahel recien duchado solo con una toalla en las manos, y se tapó como pudo y Byron gritando un perdón, cerró rápidamente quedándose en la puerta bastante avergonzado ante lo sucedido.

A los pocos minutos le abrió la puerta. Se le notaba inquieto y avergonzado, era normal, después de todo Byron había visto la tremenda trompa que le colgaba entre las piernas.

- ¡Perdona lo de antes! ¡Realmente no tienes que sentirse así, deberías estar orgulloso de la tremenda arma que te ha dado dios! JAJAJAJA - Dijo entre risas para aliviar la tensión, Zahel se sonrojó y asintió.- En fin, Grabiel me ha dicho que esta noche me quedase en tu habitación, en este camarote sobra una cama, así que...- Byron soltó mientras ponía ojitos de cordero.

- Está bien, pero no quiero ruidoz, quiero dormirme ya dezpuéz de ezte día de locoz, no eztoy preparado para un azezinato dezpuéz de tanto trabajo, necezito dezcanzar.- Después de lo comentado por Grabiel, Byron se quedó sorprendido ante esas palabras, pensaba que haría mucha más pataleta, al parecer Grabiel conocía a sus trabajadores mucho menos de lo que pensaba.

Byron se duchó y acicaló para ir a dormir, cogió del armario pasta de dientes, y del cajón un cepillo de dientes nuevo que tenía Zahel de repuesto junto a lo que parecía ser hilo dental, esto último al no estar acostumbrado, decidió no usarlo, no quería hacerse daño en las encías por una utilización indebida.

Alrededor de las 5 am Byron despertó, tenía el estómago vacío, y aunque preocupado por posiblemente saltarse las normas, decidió ir a la cocina y picar algo para matar lo que hacía rugir su estómago. Abrió la nevera, agarró un cartón de leche y un poco de queso para cortar, y se lo llevó a la encimera de la cocina. Una vez allí abrió el cartón de la leche y dio un tremendo trago, dispuesto a probar también el queso giró su cabeza hacia el guarda cuchillos que se encontraba sobre la encimera, cuando fue a agarrar uno, se dio cuenta de que faltaba uno.

Cuando quiso darse cuenta, una sombra se abalanzó sobre él, el asesino había vuelto a hacer acto de presencia. Se tiró al suelo y rodó hacia atrás, quedándose frente a la sombra, que aunque parecía intimidante, en sus pasos podía notarse cierto nerviosismo y ansiedad, como si estuviese poniendo todo en este acto, parecía que si fallaba, su vida dependería de un hilo. Pero, ¿por qué atacaba a Byron? Era algo que el chico de ojos lilas no podía entender, podría haber aprovechado este momento para acabar con su víctima inicial, pero no, por su nerviosismo parecía que aquello podía esperar y Byron era más importante.

Esto, taladraba la cabeza de Byron, cuando la sombra volvió a atacar, se llevó por delante la banqueta en la que Byron había estado sentando, haciendo bastante ruido, aun así soltó un tajo. Debida a la poca luz, pues Byron no dio ninguna al intentar comer a escondidas, le fue difícil esquivar, y recibió un tajo en el hombro, se quejó y se llevó la mano a la herida, fue entonces cuando el asesino quiso rematar la faena, pero Byron se defendió pateando su espinilla con todas sus fuerzas haciéndolo tambalear.

El ruido hizo que varias voces de los trabajadores preguntados "quien había ahí" invadiesen la cocina desde una de las puertas. Aquella sombra, debido a la falta de oportunidad de acabar con Byron sin que lo cazasen corrió en la dirección opuesta y se fundió en la oscuridad.

Los trabajadores llegaron hasta la posición de Byron, el chico se encontraba sobresaltado, la respiración agitada, se podía apreciar claramente como su pecho se hinchaba y encogía por su respiración. Caminó hacia ellos agarrándose el hombro dolorido, el corte había sido uno limpio y la sangre no paraba de brotar, se tomó unos momentos para calmarse y dijo.

- El asesino, me ha atacado, no entiendo el motivo, por más que le doy vueltas no encuentro el por qué, quizás simplemente busque sangre, pero hay algo que me dice que no es así, algo se me escapa... Hay algo que debería saber, tengo que unir las piezas. Me quedaré despierto lo que queda de noche, al amanecer citen a todos en el salón principal, estoy seguro de que habré descubierto que se oculta aquí.- Dijo mientras aparecían Grabiel y Zahel por la misma puerta que habían entrado el resto. Raudo, Grabiel le hizo un vendaje al chico, y decidió quedarse junto a él el resto de la noche, Zahel parecía bastante afectado por la situación y no dijo nada, por venir a toda prisa desde la habitación se encontraba bastante sudado, seguro que tendría que tomar otra ducha. - Tranquilo Zahel, que no me he muerto jajaja.- Dijo sacando la lengua, este solo asintió y con esto, todos volvieron a sus respectivos dormitorios, menos Grabiel y Byron que esperaron en la cubierta tranquila disfrutando de la brisa mañanera.

El rostro de Byron ensombrecido al encontrarse en contra luz al amanecer, todo el mundo comenzaba a reunirse en el comedor, el muchacho, hacía exactamente 45 minutos que había encontrado la respuesta, por desgracia no podía alegrarse, pues la noticia no era de buen gusto. Tampoco le dijo nada a Grabiel quien permaneció a su lado en todo momento sin importunarle con preguntas, simplemente confió en el chico y le dejó tranquilo pensando. Finalmente llegaron todos los polizones, Byron tronó su cuello y sus nudillos, y con una mirada dispersa y un semblante serio comenzó con su discurso.

- Antes de nada, espero que ninguno de ustedes me interrumpa, a continuación detallaré con pelos y señales lo sucedido, sé quien es el asesino, bueno o intento de, estoy seguro de que no tendrá el valor de salir aunque le dé la oportunidad, así que si me permiten, voy a comenzar. - Carraspeó la garganta y prosiguió.- La mayor duda que tenía que despejar en mi mente es por qué, después del intento fallido de asesinato contra la señorita, por qué me atacó a mí. Llegó un punto en el que solo se me ocurría la venganza, por haberle herido y evitado sus planes, pero viendo la ansiedad y nerviosismo con el que me atacó, debía haber algo más. Algo que vi, ¿verdad Zahel?

- Muchacho ¿qué eztaz diciendo? Ez impozible que zea yo, zi hazta compartimoz camarote y te hice de comer. Ademáz llegué con Grabiel cuando te atacaron, y durante el ataque yo eztaba cocinando.

- Esoh es mentirah, cuando sucedioh el incidente, erah tuh turno de descansoh, y yo te encontré corriendo en el pasilloh.- Dijo Grabiel serio.

- Veo que no he sido el único que ha estado pensando.- Dijo posando su mano sobre la espalda de Grabiel. - Tranquilo dejámelo a mí, por donde iba, ah sí... Pensándolo, me di cuenta de que es lo que vi, cuando llegué a la habitación Zahel estaba recién salido de la ducha, se sobresaltó como haría cualquiera al verle la trompa al elefante, pero realmente, la parte que se tapó Zahel fue el vientre, seguramente no quería que viese la herida que acababa de coser en su abdomen con el "hilo dental" que vi en tus cajones, ¿verdad? Fue por eso por lo que tenía que morir, si realmente había visto la herida sabría que eras tú y si me iba de la lengua, sería tu fin. Por eso mismo estabas tan devastado cuando llegaste a la cocina, porque habías fallado en tu misión en acabar conmigo... Además explica el porqué no te enfadaste cuando me colocaron en tu habitación... Te venía bien para tenerme controlado...

Rápidamente un cocinero levantó la camiseta de Zahel, dejando ver la herida de la que Byron hablaba, y sin nadie preverlo, cuando Zahel iba a hablar, cayó a plomo contra el suelo. El sonido de un disparo inundó la sala. El hombre de los bajos fondos con un brazo alzando una pistola, y la madera del suelo se tiñó con la sangre de cadáver.

Dio un par de aplausos y se levantó guardando el arma, y estrechó la distancia entre él y Byron con paso firme, todos estupefactos por lo que acababa de suceder. Una vez estuvo a su altura, posó su mano sobre el hombro del zagal, y con una voz áspera y profunda dijo.

- Sígueme, tengo algo que proponerte.

Byron sin poder decir que no, dio la espalda a Grabiel y se marchó con él, despidiéndose de este último de la mejor manera que pudo.

- Ninguno queríamos que esto acabase así, pero en parte, podemos decir, que el mismo se lo buscó... Lo siento Grabiel.

- Tranquiloh chicoh, sih esoh tipoh teh han echadoh el ojoh... Noh tieneh tiempoh de preocuparteh por otroh.

Tras esa cruenta despedida, salió del navío junto aquella pareja. Los tres subieron a aquel navío, y la mujer comenzó a hablar, parecía que ella era que hablaba y él quien actuaba.

- Verás, como muestra de gratitud vamos a llevarte a la siguiente isla, imagino que no querrás estar aquí cuando la marina llegue... Y hay una cosa más, tomátelo como una propuesta, eres libre de elegir, pero piénsalo detenidamente por favor, tomate todo tu tiempo del viaje para darnos una respuesta. - Dio una calada a una pequeña pipa y continuó hablando. - Verás, necesitamos una pequeña embarcación, el trabajo solo consistirá en que tú y unos cuantos más la robéis para nosotros, si hacéis las cosas bien, no habrá heridos, no tendrá que acabar como ha acabado esto... Tu barca esta lista, estoy seguro de que mi subordinado te llevará de una pieza, una vez allí, danos la respuesta, estoy segura de que podemos llevarnos bien.

Hecho un mar de dudas, y aun asimilando la muerte de aquel amable hombre, que le había saciado el hambre, zarpó al Reino de Oykot.
#1
Moderador Bon Clay
OKAMA WAY
AVENTURA COMPLETADA CON ÉXITO


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#2


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