¿Sabías que…?
... existe la leyenda de una antigua serpiente gigante que surcaba el East Blue.
[Aventura] [T4] Control de plagas
Octojin
El terror blanco
La taberna de la posada, esa misma donde empezó tu reciente aventura, vibra ahora con una energía renovada. Lo que antes era un lugar marchito y deslucido, con mesas medio vacías y un aire de melancolía flotando entre los parroquianos, ahora parece haberse convertido en un modesto pero vibrante refugio para viajeros y locales por igual. Las mesas están ocupadas, las jarras de cerveza fluyen con frecuencia, y el rumor constante de conversaciones llenas de risas y chismes resuena entre las paredes de madera desgastada.

El eco de tu reciente combate en el dojo del Este no solo ha llegado a oídos de los interesados en la katana, sino que ha dado vida al rumor de que fue aquí donde empezaste tu travesía en DemonTooth. El nombre de la posada ha ganado un brillo inusitado, y la gente parece llegar con curiosidad, como si en cada esquina del lugar pudieran encontrar un pedazo de esa historia épica. Muchos se detienen a beber algo, algunos incluso se quedan para escuchar a los más audaces narrar, con creciente exageración, cómo una guerrera oni venció al mejor discípulo del dojo en un enfrentamiento que sacudió los cimientos de la tradición. Y aquellos que se pasan con la bebida, tienen opción de dormir un rato.

La mujer de la posada, la misma que te recibió con amabilidad mientras su padre mostraba un semblante agrio, está exultante. Se mueve entre las mesas con una sonrisa genuina, sirviendo bebidas y charlando con los clientes, agradecida por este inesperado respiro que su negocio necesitaba con desesperación. De vez en cuando, lanza una mirada hacia ti, como si no terminara de creer que aquella guerrera que había pasado por su puerta no solo se había ganado el respeto del dojo, sino que además estaba ayudando a reflotar la taberna casi sin proponérselo.

—Sowon —te dice con una mezcla de gratitud y entusiasmo mientras te entrega una jarra de agua helada—. No sé cómo agradecerte lo que has hecho. La posada no ha tenido un día así en meses. Mi padre no lo dirá, pero también está agradecido. Esto ha sido un gran alivio para nosotros.

Se detiene un momento, como si estuviera evaluando si su siguiente propuesta sería demasiado. Pero finalmente sonríe, decidida.

—Por favor, acepta alojarte en nuestra suite. No es mucho, pero es lo mejor que podemos ofrecerte. Considera esto nuestra forma de darte las gracias.

La suite, como el resto de la posada, tiene su propio encanto rústico y tradicional, aunque el tiempo también ha dejado su huella en ella. Subes por una escalera de madera que cruje ligeramente bajo tus pasos, y al abrir la puerta de la habitación, encuentras un espacio más amplio de lo que esperabas. Las paredes están cubiertas por paneles de madera oscura, algunas con tallas que, aunque deslucidas, denotan un intento pasado de añadir un toque artístico. El suelo de tablones cruje con suavidad, y las ventanas son pequeñas, con contraventanas de madera que dejan pasar solo la cantidad justa de luz, creando un ambiente acogedor.

En el centro de la suite hay un futón ancho, aunque algo gastado, cubierto con mantas de colores cálidos que parecen haber sido cosidas a mano. A un lado, una pequeña mesa baja de madera oscura se encuentra rodeada por cojines que, aunque viejos, son cómodos a la vista. Una tetera de cerámica está dispuesta junto a un juego de tazas desiguales, y sobre la mesa hay un pequeño florero con una flor silvestre recién recogida, un detalle sencillo pero que transmite cuidado. No será la suite más nueva y mejor acondicionada, pero seguro que es una de las que más detalles tiene, sin duda.

El rincón más llamativo de la habitación es una bañera de madera situada en un extremo, junto a un biombo que apenas ofrece intimidad pero que añade un toque de elegancia al espacio. Aunque se trata de un baño privado lujoso, la bañera tiene un aire de tradición que combina perfectamente con la atmósfera de la posada. Unos estantes con toallas y jabones de hierbas completan el espacio.

Hay también un pequeño escritorio junto a una ventana, con una lámpara de aceite y un par de rollos de pergamino sobre la superficie. Si el mobiliario parece viejo, es porque lo es; pero el cuidado con el que está dispuesto demuestra que, aunque los recursos sean limitados, los propietarios se esfuerzan por ofrecer lo mejor de sí.

En un rincón, un perchero de madera, ligeramente torcido, parece esperar por tu espada y armadura, mientras que un pequeño cofre de madera con cerradura, posiblemente para guardar pertenencias, completa el mobiliario de la habitación. El ambiente, aunque sencillo, invita a relajarse y a disfrutar de un momento de paz tras los intensos días que has vivido.

La suite, pese a su austeridad, parece un lugar perfecto para reponer fuerzas. La mezcla de lo funcional con los pequeños detalles personales le da un encanto único, y aunque la estructura de la posada sigue mostrando su desgaste, se siente como un refugio acogedor y seguro. Una noche aquí podría ser todo lo que necesitas antes de enfrentarte a lo que DemonTooth tenga preparado para ti en tu próxima aventura.

Holaaaa
#1
Sowon
Luna Sangrienta
Personaje


La fama, el reconocimiento, no era algo que a la rubia estuviese acostumbrada y aunque lo disfrutaba sentía que no había hecho demasiado para merecer semejante atención por parte de los viajeros tampoco esperó que en apenas unos días desde aquel combate los rumores sobre el resultado corriese como la espuma por los diversos lugares. Se encontraba sentada donde todo había empezado, en aquella taberna que cuando la Oni había llegado poco o nada se parecía a esta renovada vitalidad era como el resurgir de un gigante dormido. En el dojo uno de los instructores había dicho que la vida de aquel lugar era la muchacha que se dedicaba a atender, la realidad era que su labor era incluso más admirable que la hazaña de Sowon, era sencillo ir y arriesgar la vida por una emoción o por la promesa de un combate legendario pero muy pocos soportarían los malos momentos de un lugar con el carisma de esa joven. Cruzó sus brazos al verla acercarse, aceptando el agua con una sonrisa mientras bebía, incluso la calidad del servicio había mejorado y ya no era aquel trozo de líquido casi arenoso que le habían ofrecido la primera vez.

― No tienes nada que agradecerme guapa, la realidad es que eres tú la que atrae y retiene tanta gente con esa sonrisa. Te lo dije una vez en broma, podrías ser una esposa grandiosa pero nuestros caminos a lo mejor puedan afligir ese corazón tan cálido. No quisiera ser la responsable de empañar tu sonrisa, de llenar tu mente de preocupaciones ahora que finalmente este lugar por el cual has luchado está saliendo a flote. Te aseguro que mientras tu corazón siga transmitiendo esa calidez este lugar será un barco dorado en el tenebroso océano. ―

Vaya, se había puesto bastante metafórica de un momento al otro, se mordió la lengua al notarlo prefiriendo escuchar la invitación de una suite para ella sería mejor que seguir lanzando esos comentarios tan melosos indignos de una Oni como ella pero que alguien tan carismática despertaba sin mucho esfuerzo. Recordaba como esa chica jamás le había juzgado, intimidado y le hacía sentir una más entre hormigas una clara sensación de confort que desde Onigashima no sentía tan cercano.

― No sé si merezca tanto cariño, de verdad es un espacio muy bonito y hasta lujoso para lo que soy... ―

Declaró impresionada ante el lugar, no importaba que las cosas estuviesen viejas ni el ligero crujir de la madera le hacía sentir insegura, tener un baño privado y un espacio tan amplio para su evidente tamaño era una caricia al alma que pocas veces le habían ofrecido. Limpió una leve lagrima que intentaba escapar de sus ojos mientras colocaba su espada y se desprendía de su armadura sin mucho pudor para estirar sus brazos y comenzar a caminar hacia la bañera, sus ojos analizaban los diferentes elementos del lugar habiendo dejado las pertenencias de valor en el cofre y el pequeño den den mushi sobre el escritorio.

― ¿Quieres unirte? A lo mejor necesitas un descanso de tanto trabajo, no quisiera retenerte mucho tiempo pero si gustas venir más tarde a darte un chapuzón no tengo inconvenientes. Ahh, esta agua se siente tan natural como la de las montañas, necesitaba un tiempo de descanso... ―

La rubia no era fea, su cuerpo pese a mostrar un estado trabajado y atlético no perdía el atractivo femenino, si se omitiese su tamaño desproporcionado que le hacía estirar las piernas fuera de la bañera era muy parecida a cualquier modelo de revista. Más cuando dejaba a su cabello libre, desatado de aquellas cadenas que le retenían para no perder maniobrabilidad en los combates. Sus pechos tampoco eran pequeños pero para su tamaño no eran gigantes como para asustar, se notaba que la Oni era muy segura con su cuerpo, su atractivo pero pese a esto no lo utilizaba intencionalmente para ganarse nada siempre con aquel respeto o distancia ceremonial.

― ¿Quién lo diría? Llegué sin nada, buscando algo que hacer y ahora me consideran una leyenda entre murmullos... A lo mejor era una broma del destino hacer que nuestros caminos se cruzaran. ―

Bromeó tras el baño vistiendo con un kimono simple mientras peinaba su cabello sentada sobre el borde de la cama, una imagen casi irreconocible de esa mujer fiera que parecía salida de alguna selva cercana, incluso llegaba a verse tierna si se omitían los cuernos negros que adornaban con orgullo su cabeza y los cuales lejos de ocultar dejaba bien a la vista. Era su carta de presentación, observó por la ventana el paisaje nocturno, relajada y crujiendo sus nudillos junto a los dedos totalmente relajada.

― ¿Puedes contarme algo más de la Isla? ¿Cómo viven y que trabajos hay además del Dojo? Me interesa aprender sobre cada lugar por donde suelo pasar y si necesitan mano de obra mis brazos están a disposición. ―

Se recostó sobre la cama con los brazos detrás de su nuca y dejando un lugar por si la joven deseaba unirse a descansar un rato, su actitud seguía mostrando aquella seguridad y un ardiente deseo por dejar su cuerpo en beneficio de otros. Como si su gen mercenario fuese dominante en cada decisión, sus pasos seguían el sonido del dinero a lo mejor de su curioso método para ayudar o tomar un trabajo que le garantizara un beneficio a futuro. Podría acostumbrarse a esa vida de hacer cosas sin esperar nada a cambio y cuanto menos se lo esperase terminar en un sitio como ese, con aquel aroma rústico pero relajante de dormir entre cuatro paredes aislada de los peligros más grandes de una naturaleza que todavía desconocía.
Inventario

Temporalidad
#2
Yoshi
Yoshi
Personaje

Yoshiro era un Cazarrecompensas por lo cuál salir de su Isla natal era algo que debía hacer por trabajo, ahora líder de un Gremio su presencia era mucho mas requerida que antes por obvias razones pero eso no evitaba que se quedara en su hogar natal siempre que podía. DemonThooth es y será su hogar siempre, aquí está su taller donde mantiene las enseñanzas de su padre vivas, desde artesanías sencillas, diseño de ropa, mochilas e incluso armaduras y armas de todo tipo, seguro la mayoría de armas de la gente de la isla han sido creadas o modificadas por el muchacho y su difunto padre.

Yoshiro siempre busca mejorar como persona y por ello adquirió habilidades de carpintero para ayudar a los pescadores con sus barcos o a las personas de la Villa Shimotsuku con las fugas de sus hogares y aunque actualmente se encuentra en un proyecto personal no evita salir un rato a caminar y hablar con sus vecinos.

Fue entonces cuando el muchacho se enteró del rumor sobre una gigante Oni rubia que venció al mejor estudiante del colmillo Este, lo cual lo sorprendió bastante, Yoshiro siempre ha respetado y admirado a todos los estudiantes de ambos dojos y saber que alguien había logrado tal hazaña hizo querer saber más.

Gracias a la información de un buen amigo de su padre supo donde se encontraba aquella legendaria combatiente, era un bar de la isla poco conocido, Yoshiro no era alguien de beber por lo cuál no lo conocía realmente pero con buen ánimo entró al lugar y se acercó a la barra donde un señor parecía estar atendiendo.

Buenas ¿Que tal? ¿Ha visto a la Oni de quién tanto hablan? Estoy bastante interesado en hablar con ella-el muchacho sonrió de forma amistosa en espera de alguna revelación, la verdad es que le habían dicho que estaba en la taberna pero no la veía a simple vista, solo a gente comiendo carne, pollo, arroz e incluso un buen conejo mientras lo acompañaban con una buena jarra de cerveza.

¿Que cuáles son sus intenciones? Pues, reclutarla obviamente, Yoshiro necesitaba más gente en su gremio y alguien poderosa sería una buena adquisición. En el caso de no lograr convencerla, al menos podía divertirse confirmando su fuerza ¡Tenía mucho tiempo sin combatir!
Aclaración

inventario
#3
Octojin
El terror blanco
La mujer se sonroja ligeramente ante tus palabras, desviando la mirada como si buscara ocultar su reacción. La verdad es que su reacción es algo infantil, aunque denota mucha ternura. Aun así, su sonrisa persiste, una mezcla de calidez y algo de vergüenza que la hace ver aún más encantadora. Parecía dispuesta a darte compañía, pero, como si recordara sus obligaciones, se excusa con una pequeña reverencia antes de marcharse.

Poco después, escuchas un leve golpeteo en la puerta de la suite. Es ella nuevamente, trayendo consigo algunas toallas limpias y de mayor tamaño, uno perfecto para ti, y una bandeja con comida. En cuanto entra, el aroma del pan recién horneado y de los huevos revueltos te invade, acompañado de un toque de carne cuyo origen aún es un misterio, pero que promete ser deliciosa.  Sin duda esta mujer te está cuidando más que a un cliente común, y no es para menos. La mujer coloca la bandeja sobre la mesa baja con cuidado y, tras asegurarse de que todo esté en orden, se detiene un momento para contestar tu pregunta.

—La verdad es que esta isla tiene mucho que ofrecer. Es un lugar lleno de profesiones, cada cual más interesante —se desplaza hasta una esquina de la cama, en la cual se sienta—. En las zonas del muelle, los pescadores son los más comunes, llevando sus redes al amanecer y regresando al anochecer con sus capturas, las cuales venden en comercios locales que se encargarán de transformarlos en manjares para sus clientes. Luego están los carpinteros, que pasan el día talando árboles en las zonas más boscosas y convirtiendo esa madera en cualquier cosa que se te ocurra. Los herreros también son esenciales; fabrican desde espadas hasta herramientas para los pescadores y los agricultores. En fin, aquí todos encuentran algo que hacer para ganarse la vida. ¿Hay algo en particular que te interese? —te pregunta con amabilidad, mientras muestra una mirada curiosa que espera tu respuesta.

Sin embargo, cuando le sugieres que se quede contigo, la mujer se ruboriza aún más y agita las manos nerviosamente. Desde luego es bastante tímida, aunque hay una parte de ella que desearía quedarse.

—Oh, no... no puedo. Tengo mucho trabajo en la taberna, pero... gracias por la invitación —dice con una sonrisa algo tímida, aunque en sus ojos puedes notar que, en el fondo, quizás le habría gustado aceptar. Antes de marcharse, hace una pequeña inclinación y cierra la puerta tras de sí, dejándote sola en la habitación.

Sobre la mesa, la comida espera por ti. El pan desprende un aroma cálido y acogedor, como si acabara de salir del horno. Los huevos revueltos están esponjosos y humeantes, y la carne, aunque desconocida, luce jugosa y bien cocida. Si decides probarla, descubrirás que se trata de una especie de cerdo local, con un toque de especias que le da un sabor intenso y reconfortante. Es una cena sencilla pero deliciosa, perfecta para recuperar fuerzas tras el baño y el agotador combate. Desde luego puedes descansar porque no sabes qué te deparará el día siguiente.

La suite sigue ofreciéndote su particular encanto, con sus paredes de madera que crujen suavemente con cada movimiento y su ambiente rústico pero cálido. Desde la ventana, puedes ver cómo las luces del pueblo empiezan a apagarse poco a poco, mientras la luna baña la isla con su luz plateada. Este lugar, que al principio parecía tan humilde y olvidado, ha terminado dándote más de lo que podrías haber imaginado. Ahora es tiempo para descansar. Los ruidos de la taberna parecen haber decaído bastante. Buenos sueños, Sowon.



—Aquí no hay nadie así, joven—te comenta el hombre, visiblemente cabreado y con cara de pocos amigos. Tampoco es que tuviera mejor cara antes de recibirte.

Puedes ver que tras tu pregunta el resto de la gente empieza a mirarte, y no tardarás mucho en percibir que no son miradas muy amigables. Muchos de ellos cuchichean y no te apartan la mirada. Creo que es una situación un poco complicada. Y seguro que bastante incómoda.

Yoshi
#4
Sowon
Luna Sangrienta
Vaya, no podía negar que le sorprendía en cierta medida la timidez de alguien que de cara al público era tan extrovertida y con tanto carisma, pero lejos de decepcionarle le hizo admirar aún más a esa muchacha quien apenas dejaba esas muestras de timidez de cara al cliente. No lo iba a negar, le gustaban los retos y las mujeres que no eran fáciles de convencer, un pequeño juego que tenía cuando no estaba pensando en cortar troncos o personas que considerase rivales. Un contraste notorio entre la mujer de acción y la que ahora se deleitaba como una niña con tantos mimos que recibía en forma de toallas, regalos y comida una bastante deliciosa pese a que su sabor no era muy común en su paladar no le producía desagrado si no todo lo contrario. Comiendo con tanta energía como la que empleaba al blandir su espadón, de fondo, escuchaba las palabras de la muchacha y como hablaba de aquella isla con mucho más cariño del que podía esperar por otros lugares. Cuando describió las profesiones, la rubia se dedicó a mirar el techo, recordando su propia labor como artesana aunque lejos de usarla para ganarse la vida la utilizaba para armarse a ella misma por ejemplo la armadura era una pieza que ella había confeccionado hace poco además de que su espada era afilada y cuidada cada cierto tiempo por sus propias manos.

— En mi caso, mis manos son herramientas tanto para usar la espada como para forjarla, soy una artesana esas cosas que porto siempre han sido forjadas o corregidas por mis propias manos aunque no diría que me gano la vida forjando. Mi trabajo principal se basa en aceptar encargos, ayudar a las personas a cambio del dinero, atrapar bandidos, proteger mercancías, cazar a ciertas amenazas... Si sabes de algo o alguien que necesite una mano con algún problema puedes avisarme. Estaré encantada de darle una mano a cambio de una humilde suma de dinero. —

Sus precios no eran muy altos, hasta podían ser mínimos dado su falta de recorrido y su fama poco notoria para los posibles clientes, aunque la Oni no se preocupaba por el dinero aunque tuviera bastante no lo aparentaba y a veces parecía que la emoción o el deseo de ser de utilidad le pesaba mucho en su decisión que podía bajar el precio sin dificultad solo por conseguir el preciado trabajo. Su familia le había inculcado la doctrina de trabajar duro, todo en la vida se pagaba con sudor y no había un camino fácil. Debía entrenar si quería ser fuerte, trabajar si quería comer y poner una buena sonrisa si deseaba a una mujer a lo mejor por eso su rostro se encontraba relajado en una sonrisa preciosa que hechizaría cual canto de sirena a cualquiera o eso pensaba, el ego de la rubia era notorio en lo referido a su natural belleza.

— Oh entiendo, no te preocupes, no es mi deber interferir en tu trabajo. Pero la oferta sigue abierta, por si gustas visitarme más tarde, solo golpea primero suelo tener un sueño algo pesado. —

Bromeó mientras asentía y se sentaba nuevamente para seguir comiendo la cena, sentía que había hecho un buen trabajo casi sin notarlo, como si no todo dependiese de ganar o perder cumpliendo una promesa que había iniciado como un mero gesto de bondad. Tras sentirse satisfecha con la cena, dejó los platos sobre el lugar mientras el sueño comenzaba a hacerse presente en su cuerpo, giró sobre la cama para mirar desde su posición a la noche y las estrellas, la suave brisa veraniega ingresaba, haciendo que el calor de las mantas se sintiese extremadamente ameno su cuerpo cansado tras la batalla no tardó en caer presa de morfeo. Lo último que pudo ver fueron las estrellas, hasta que un sonido invadió la habitación, era como el motor de un carrito, aunque en realidad era el ronquido de la joven guerrera quien ya se había movido mil veces desde su posición inicial y ahora quedaba boca arriba con los brazos extendidos. ¿Soñaba o simplemente había caído en uno de esos cortes de luz? Lo cierto es que tras chasquear un poco la lengua y balbucear algo volvió a girarse, pero esta vez dando la espalda a la ventana y continuó roncando pero mucho más leve. El sonido de la taberna no pareció molestarle en lo absoluto, a lo mejor la visita de esa muchacha o más probablemente la luz del amanecer le ayudarían a abrir los ojos para volver a la realidad, de momento flotaba en una nube de aventuras en el mundo onírico. ¿Oni rico? A lo mejor un juego de palabras que pegaba bastante con la gigantesca mujer.
#5
Octojin
El terror blanco
El amanecer llega despacio, pero con la fuerza suficiente para abrirse paso por las contraventanas de madera de tu suite. Los primeros rayos de sol entran tímidamente, bañando la habitación con una cálida luz dorada. La brisa matutina se cuela por alguna rendija, fresca y reconfortante, invitándote a abrir la ventana. Si lo haces, te encontrarás con una temperatura bastante agradable, unos catorce grados que, tras el calor del combate reciente y el abrigo de las mantas, se sienten como un abrazo reparador. La brisa trae consigo una mezcla de olores que no consigues descubrir de dónde vienen. Probablemente del muelle. Es una mezcla de olor a pan tostado, pescado y salitre. Rara, cuanto menos.

El murmullo de la taberna comienza a despertar junto con la isla. Aunque el bullicio de la noche anterior ha disminuido, puedes escuchar el tintineo de platos y tazas provenientes del piso de abajo. El leve repiqueteo del metal al chocar sugiere que los desayunos ya están en marcha, y con ello una nueva posibilidad de llenar el estómago. Eso nos gusta, ¿no? Es un sonido constante, acompañado por pasos apresurados y algunas risas apagadas que emergen de la planta baja. Parece que, incluso en las primeras horas del día, este lugar sigue en movimiento. ¿Será todo gracias a ti? ¿O ya tendrían algunos clientes fieles antes?

El día ha amanecido perfecto, con un clima templado y una sensación de calma que no es común en una isla llena de actividad como DemonTooth. Qué envidia… Quizá sea el momento ideal para bajar, tomar un buen desayuno y planear lo que venga después. ¿Qué te deparará este día?

Si decides bajar las escaleras, notarás que la taberna está mucho más tranquila que anoche. Apenas hay un puñado de personas repartidas por el lugar. Dos hombres están en una mesa al fondo, hablando en voz baja mientras sus tazas de café humean sobre la mesa. Más cerca de la barra, tres ancianos comparten sus historias entre sorbos de té, con sus arrugas marcadas por la vida y sus risas por recuerdos compartidos. Por último, un par de parejas, jóvenes y despreocupadas, ocupan mesas dispersas, disfrutando de un desayuno lento y sin prisas. ¿Quién tendría prisa en un día así?

Tu amiga, la mujer tímida y carismática que anoche trajo un aire renovado a la posada —y casi a tu habitación—, no está por la mañana. Tal vez sea demasiado temprano para ella, o quizá el turno de los desayunos simplemente no sea su responsabilidad. Sin su presencia, el lugar parece menos vibrante, menos lleno de energía, aunque sigue siendo acogedor. ¿Será que sus sonrisas y su trato amable son el verdadero alma de este lugar? Creo que ambos creemos que sí.

En cualquier caso, la calma de la mañana ofrece una oportunidad para pensar. Este nuevo día te brinda la libertad de hacer lo que quieras. ¿Te quedarás en el pueblo, explorando más sobre sus habitantes y sus oficios? ¿Buscarás otro desafío, tal vez en el dojo o en algún rincón desconocido de la isla? O tal vez simplemente te dejes llevar por lo que el destino ponga frente a ti. El día está comenzando, y DemonTooth tiene mucho que ofrecer a alguien como tú. ¿Qué harás?

Puede que el señor mayor que sirve los desayunos —sí, el de la primera vez, de este no nos podemos librar—, tenga alguna información relevante. O los carteles que hay en el tablón de anuncios te arrojen algo de luz. Quién sabe dónde puede haber algo de información relevante.

Contenido Oculto
#6
Sowon
Luna Sangrienta
Un buen descanso siempre era bienvenido en la vida de la imponente mujer, se levantó mientras abría la ventana para sentir a la ciudad recibirla, ese aroma tan peculiar de pescado y salitre que extrañamente le abría el apetito. Recordó que había muchos pescadores que según la mujer se dedicaban a convertir esas redes llenas de pescaditos en verdaderos manjares y los comerciaban en el puerto, una actividad que parecía extenderse en la isla al aprovechar más el mar que las tierras complicadas de la región aunque si afinaba la vista llegaba a ver el principio de lo que parecían arrozales decorando alguna de las colinas más lejanas. Se estiró mientras se cambiaba a su ropa usual, es decir, colocarse la armadura y la espada a la espalda antes de iniciar el día, decidió dejar su cabello sujeto a una coleta aunque volvería a su tradicional moño en caso de encontrar algo que le llamase la atención. Su mente se debatía entre el trabajo y seguir su rutina diaria, sin darse cuenta había bajado a la taberna, sumida en sus pensamientos mientras su cuerpo reaccionaba por inercia con algún saludo a los presentes.

Era obvio que ahora que estaba descansada y su cuerpo había recuperado las energías le exigía que encontrase algo para hacer, un evento que le permitiese utilizar todo lo que guardaba escondido. Sin embargo, su fiel compañera de rumores no se hallaba presente, al parecer no empezaba a trabajar desde temprano y tras el día anterior era hasta evidente que merecía un buen descanso, nunca había estado tan llena la taberna y por lo que llegó a escuchar no se detuvieron hasta muy tarde a lo mejor con menos clientes pero con todo ese trabajo acumulado en un manojo de horas. Su cuerpo se estiró en la silla mientras colocaba su espadón a un lado para tenerlo a mano, era como una parte más de su cuerpo y a veces lo llevaba más por costumbre que por ánimos de luchar.

— Es bueno verte tan alegre esta mañana, a lo mejor puedas ayudarme. —

Expresó de una manera algo irónica la rubia, ese señor siempre tenía aquella cara de amargura aunque desde que tantos clientes habían comenzado a llegar su expresión se había suavizado o eso querían creer sus ojos esmeralda cuando se detenían a observarlo. Mientras comía su desayuno, se le ocurrió iniciar una conversación quizás porque el silencio llegaba a molestarle un poco y a lo mejor porque veía en ese viejo alguien con mucha más experiencia cuyos oídos habían escuchado rumores de un lado y del otro. Además, alguien que había estado en una situación límite era a quien muchos recurrirían cuando las cosas fueran bien, como un viejo amigo a quien vuelves a recibir tras unos malos años.

— ¿Sabes de algún rumor o petición de ayuda? Está claro que podría tomar algún cartel de esos, pero tampoco tengo una licencia para cazar y no quisiera meterme en problemas. Sin embargo, como mercenaria muchas veces me han contratado para lidiar con tareas como animales sueltos o perdidos. —

Preguntó con la sinceridad habitual, estaba claro que buscaba desafíos y uno de ellos era salir de su zona de confort, si se dedicaba siempre a hacer lo mismo progresaría de manera mucho más lenta. Sin embargo, era consciente de los problemas usuales en las islas, la fuga de animales, los rumores sobre depredadores y a veces una combinación de ambas. En Kilombo los granjeros a veces acusaban a criaturas extrañas de destrozar sus cultivos y dejar señales, otros vivían armados para espantar a posibles plagas, en una isla tan tranquila como lo parecía DemonTooth dudaba de que medidas podrían tomar en el campo. A lo mejor, eran muy supersticiosos o sus armas no estaban preparadas para contener las posibles amenazas, pero era en esa situación donde entraba en acción y su presencia de seguro podía ser bien aprovechada por los diversos hombres que buscasen una salvación.
#7
Octojin
El terror blanco
El hombre detrás del mostrador levanta la mirada con lentitud al escuchar tus palabras. Su rostro, tan marcado por el paso del tiempo como por una aparente falta de entusiasmo, apenas muestra una reacción inicial. Frunce ligeramente el ceño, como si evaluara tus intenciones, pero no responde. Tal vez ya intuya que no has terminado de hablar y que pronto vendrá una segunda pregunta que lo forzará a interactuar.

Cuando finalmente preguntas por rumores o peticiones de ayuda, él suspira con resignación. Su mirada te recorre de arriba a abajo, deteniéndose un segundo más en tu espada y en los cuernos que adornan tu cabeza, antes de volver a clavar sus ojos en los tuyos. Su expresión parece debatirse entre el desinterés y la certeza de que inevitablemente tendrá que hablar.

—Vino un granjero hace un rato —dice al fin, con la voz grave y algo apagada—. Colgó unos carteles en el tablón.

Señala hacia un rincón de la taberna donde un tablón de anuncios, cubierto de papeles de distintos tamaños y estados, lo cierto es que destaca entre las paredes de madera desgastada.

—Parecía bastante afectado, diría que hasta preocupado. Hizo lo mismo en un par de sitios más, o eso mencionó —añade, encogiéndose de hombros, como si ese fuera todo el interés que le había prestado al asunto.

El hombre no parece inclinado a decir nada más. Su gesto indica claramente que, para él, ya ha cumplido con lo que podría considerarse su deber en la conversación. Sin embargo, sus palabras son suficientes para darte algo en lo que pensar. Un granjero preocupado, carteles repartidos por la isla… Parece que hay un hilo del que tirar si estás buscando algo que hacer.

El tablón de anuncios, aunque en su mayoría cubierto de notas viejas y descoloridas, podría esconder entre ellas el cartel que dejó el granjero. Tal vez ahí encuentres una pista sobre lo que lo ha llevado a buscar ayuda de esa manera. El día es joven, y las posibilidades están ahí para quien quiera explorarlas.

¿Qué te deparará esta búsqueda?

Cositas
#8
Sowon
Luna Sangrienta
La voz del viejo le dio aires de esperanza a la mujer que se acercó de inmediato al tablón de anuncios mientras escuchaba que el granjero parecía bastante preocupado por la situación, en una isla donde las cosechas parecían tener una escasez de espacio la presencia de alguna criatura por muy revoltosa que fuese podía perjudicar mucho aquel negocio. Suspiró rascando su cabeza mientras leía el anuncio, solo hablaba de una bestia y no había muchos detalles más, podía ser un lobo, un conejo o incluso un mamut mutante del infierno. No solía tomar trabajos con una descripción tan ambigua pero la realidad era que bien podía atrapar al granjero si estaba cerca pegando carteles, asintió al hombre de la taberna dando las gracias antes de ajustarse la espada a la espalda y salir por la puerta al grito de "vuelvo más tarde" agitando su mano con plena confianza en su capacidad para lidiar con situaciones similares. 

Recordaba sus primeros trabajos en otras islas, los cuales solían iniciar igual, recuperación de animales o controlar ciertos depredadores alejando a estos de una zona rural. En el campo era muy común ver lobos, osos y algunos otros animales grandes hambrientos que al ver invadida su zona natural solían rondar por las zonas más apartadas. A lo mejor eso había ocurrido, la humilde isla estaba en pleno proceso de expansión, la fauna salvaje podría haberse vista desplazada y aquel depredador en realidad estar en busca de un nuevo lugar para anidar y formar una familia. La rubia se debatía las posibles opciones, si bien podría intentar un acercamiento moderado, la realidad era que desconocía de que tipo de criatura se trataba y si podía razonar con esta. Lo probable por el anuncio es que otros hubieran ya intentado espantarle, incluso el tono del aviso solicitaba una tarea de caza más que de simple domesticación. Desenfundar su arma por una criatura podía ser interesante, había muchas leyendas en su tierra sobre animales guerreros y siempre había soñado con vivir de primera mano aquella sensación de enfrentarse a algo completamente diferente a un humano para ver si estaba más cerca de la civilización o de la barbarie con la cual muchos le asociaban.

— Disculpen, ¿Han visto al hombre que pegaba estos carteles? ¿Saben algo sobre la bestia que describe? A lo mejor pueda ayudar... —

Sowon decidió acercarse a los locales donde veía los carteles de la bestia en busca de más detalles, un horario donde pudiera encontrar a la bestia, como lucía e incluso el paradero del campesino para que le diese más detalles del comportamiento de la misma. No quería ir a ciegas contra una bestia que desconocía por lo cual toda ayuda por muy pequeña que fuese le ayudaría a no caer sin preparación, buscó de un lado a otro recaudando lo posible y buscando pistas. Conocía el camino al Dojo y había sido una fortuna que no le hubieran atacado cuando se dispuso a cruzarlo, por lo que descartaba que atacase en horarios cercanos al mediodía por propia experiencia, lo mejor que podía hacer era esperar al atardecer en caso de no encontrar mucha información montar guardia en el punto descrito vagamente y esperar escondida a que fuera lo que fuese apareciera.

Pero la mujer confiaba en su carisma, quizás en su sonrisa y en su belleza sin igual para obtener pequeños fragmentos de información que ayudaran a completar el cartel sin dejar nada a la suerte. La búsqueda del campesino seguía en pie, por muy veloz que fuese pegar tantos carteles debería alertar su paso y permitirle a la Oni a alcanzarlo, además si este mismo veía que alguien revisaba cada uno de los carteles y preguntaba tras sus pasos el murmullo de la ciudad pronto le informaría que una mujer le buscaba interesada en encargarse del trabajo, por lo general esto no sería muy persuasivo pero al sumar la altura, los cuernos y el enorme arma que esta portaba sobre la espalda a lo mejor hiciera que sus ojos brillasen más que al encontrar una mina de oro.
#9
Octojin
El terror blanco
Cuando sales a preguntar, no tardas en encontrarte con un par de ancianos que parecen estar disfrutando de la tranquila mañana en un banco cercano. No parecen ser los mejores destinatarios ante tus palabras, pero oye, se suele decir que la edad es experiencia, ¿no? Seguro que saben dónde mandarte. Sus ropas gastadas y sus posturas relajadas reflejan precisamente eso, años de experiencia observando el ir y venir de la vida en la isla. Al mencionar el cartel y al granjero, ambos asienten lentamente, como si recordaran algo que acabaran de presenciar.

—Sí, hemos visto al hombre que pegaba esos carteles —dice uno de ellos, con una voz ronca y pausada—. Parecía muy preocupado. Algo sobre una bestia que anda haciendo estragos en su granja.

—Ahí, esos jóvenes le estaban ayudando a pegar los carteles —interviene el otro, señalando a dos muchachos que están conversando y riendo un poco más allá, cerca de un poste donde otro cartel similar cuelga.

Siguiendo la dirección que te indican, podrás encontrar a los dos jóvenes. Parecen tener unos quince años, con la energía propia de su edad reflejada en sus movimientos inquietos y constantes que buscan quemar esa energía antes de irse a casa. Uno de ellos es delgado, con cabello alborotado y ojos oscuros que brillan con curiosidad. El otro, más robusto y con el cabello recogido en una coleta, tiene una expresión algo más seria, pero ambos te miran con asombro y algo de nerviosismo al verte acercarte con tu imponente figura y tu espada a la espalda. No es para menos, ¿no?

—¿Vienes por lo del granjero? —pregunta el más delgado, casi tartamudeando al principio, mientras intercambia una mirada rápida con su compañero.

—Sí, es una bestia enorme —continúa el otro, más confiado, aunque baja la voz como si temiera que la criatura pudiera escucharlo desde la distancia—. Un cocodrilo gigante, pero… no es un cocodrilo normal. Es diferente, más grande, más rápido. Debe ser alguna especie distinta.

Ambos asienten con firmeza, como si esto fuera un hecho comprobado. El más delgado se adelanta, gesticulando con entusiasmo.

—Dicen que vino del mar. Desde que apareció, ha estado cazando ganado y destrozando los cultivos por donde pasa, debe pesar un montón de kilos, o incluso toneladas. Es como un huracán, ataca, se lleva lo que quiere y desaparece. Suele aparecer a media tarde o media noche, por lo que hemos oído. Siempre lo mismo: caza y corre por los campos, dejando un desastre detrás. Y además hace un ruido extraño y desagradable que nos hace temernos lo peor cada vez que lo oímos.

El de la coleta se cruza de brazos, mirando a su compañero antes de dirigirse a ti.

—Hay tres luchadores en la granja intentando detenerlo, pero no han tenido suerte. Han intentado de todo, pero no consiguen ni herirlo lo suficiente para hacerle frente. Están desesperados.

—Tienen trampas en la granja —añade el otro—. Las han preparado por si la bestia cae en alguna, pero no consiguen hacer que pase por donde quieren. Si quieres, te podemos llevar hasta allí. Está a un rato caminando, pero seguro que te explican más sobre lo que han intentado.

Ambos jóvenes parecen genuinamente interesados en ayudarte, ya sea porque ven en ti una posibilidad de éxito o porque la idea de acompañar a alguien tan impresionante les emociona. Seguro que mañana cuentan esta aventura en el cole y sus amigos lo flipan. Sus palabras te ofrecen un nuevo rumbo, una dirección clara hacia el corazón del problema. La granja, con sus trampas y sus defensores, puede ser el lugar donde comience el enfrentamiento contra esa criatura que está sembrando el caos en DemonTooth. Esa criatura que está pidiendo a gritos ser exterminada por un increíble guerrero.

Ahora, la decisión es tuya. ¿Les pedirás que te guíen hasta allí o preferirás planear otro enfoque para enfrentarte a la amenaza? El día sigue ofreciéndote posibilidades, y parece que la acción no tardará en llamar a tu puerta. La cuestión es cómo la afrontamos.
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