Hay rumores sobre…
... un algún lugar del East Blue los Revolucionarios han establecido una base de operaciones, aunque nadie la ha encontrado aun.
[Autonarrada] Sparring a medio dia (T1)
Lykos silver
Drake
1 De invierno del 724.

Apenas empezaba a amanecer, pero el cazador se encontraba... nervioso, había descuidado demasiado su entrenamiento y se estaba quedando algo atrás de sus compañeros de gremio, los cuales habían desatado una serie de habilidades poderosas y extrañas que no era muy capaz de entender, pero que le sorprendían muchísimo, no pasó mucho tiempo hasta que se puso en marcha. El sol aun ni siquiera se asomaba del todo en el horizonte, pero ya se filtraban destellos dorados entre las casas altas que bordeaban el camino, la poca hierba seca del desierto soltaba un aroma fresco, mientras que las mas aun escasas aves, aun somnolientas, intercambiaban sus primeros cantos matutinos. Lykos avanzaba con paso firme, ligero, como si su cuerpo fuera un engranaje que estaba entrenado para esas cosas, tenía claro un objetivo en mente, estaba en busca de un viejo conocido que tenía en la isla de sus tiempos en los que aun se consideraba joven, alguien con el que había compartido entrenamientos y sudores, alguien con quien, después de tantos años, esperaba que se acordara de el y que pudieran compartir un par de golpes amistosos como habían hecho ya hace años, era momento de volver a entrenar como lo hacía antes.

Aunque a decir verdad, confundir a Lykos era algo bastante raro, no por que fuera especial, si no por que era un hombre MUY alto, de complexión fibrosa que a pesar de su apariencia intimidante siempre tenía una expresión bastante serena y que siempre tenía un brillo intenso en su interior, así que esperaba que ese viejo compañero le reconociera y aceptara amablemente ayudarle a entrenar, si no, pues ya no sabría realmente que hacer. Ese día iba vestido de forma normal, Pantalones de una tela resistente, botas de cuero flexible, una camiseta blanca y por encima un chaleco resistente, que le permitía moverse sin restricciones. También llevaba un par de brazaletes de metal bruñido, no por adorno claro, sino por que le proporcionaba un pesto justo para mantener sus músculos siempre conscientes, listos para la acción, alrededor de la cintura, el cinturón portaba una pequeña bolsa de cuero con lo mas básico: una cantimplora, algo de fruta seca y una moneda ya desgastada por el tiempo, pero que era lo único que había compartido con su amigo aquella vez hace mucho tiempo.

Ciudad naranja era la ciudad que había visto al Bucaneer crecer como guerrero, la mayor parte de su entrenamiento la había hecho ahí, junto a su maestro que era un viejo anciano ya en ese momento, pero que estaba seguro de que seguía con vida, un hombre con las manos duras y un corazón de noble que lo había tomado bajo su tutela cuando apenas era un adolescente que se había escapado de casa y no tenía donde caerse muerto para sobrevivir. En ese tiempo, conocería a la persona que estaba buscando hoy, un joven llamado Ralkin, un muchacho casi de su misma edad pero mucho más robusto, Ralkin tenía una fuerza bruta que impresionaba a todos, y aunque a veces pecaba de arrogante, con Lykos siempre había sido leal. Juntos habían recorrido las calles polvorientas, habían saltado muros de piedra en busca de frutas maduras y, eventualmente, habían afilado sus habilidades en incontables duelos amistosos en el campo de entrenamiento.

Sin embargo, el tiempo. Como acaba haciendo siempre, los había empujado por sendas distintas, Lykos abandonó Organ hace mucho tiempo para poder mejorar su técnica en otros lugares, viajando con su maestro. Llevándolo a ciudades costeras donde aprendería a controlar su respiración frente al mar, a pueblos de las montañas donde se enfrentaría al aire enrarecido y al rigor del frío, a Islas boscosas donde el silencio era tan denso que cada movimiento requería el triple de cuidado, pero todo eso acabó cuando conoció a su esposa, tuvo a sus hijos y se dio cuenta de que echaba de menos la vida que tenía por lo que pues montó el gremio, (visita a sus hijos regularmente), y cuando volvió a la Isla Organ, un calor se encendió en su pecho cuando se acordó de su viejo amigo. Había oído rumores de que su viejo amigo aun se encontraba por allí, algo de que se había convertido en guardia o algo así en la zona sur de la ciudad, Lykos no tenía ni pajarera idea, pero la idea del reencuentro le obligaba a formar una sonrisa en su cara, que por momentos, destellaba en su rostro antes de volver a su usual neutralidad. 

El sendero que conducía a Ciudad naranja era... largo, y caluroso, recorrer el desierto no era fácil al fin y al cabo, conformo el Bucaneer iba andando ya empezaba a asomarse el sol por el horizonte, y con ello, la vida. Pasó junto a lo que parecía ser el carro de un mercader que iba conducido por un robusto mulo. El mercader, confuso por el viajero solitario, se detuvo a saludarlo, a lo que el cazador no pasaría la oportunidad.

-Disculpe buen hombre. ¿Está ciudad naranja muy lejos? no se si me he perdido... Tsk. 
-No mucho hombre, si sigues caminando con paso firme... diría que llegarás al mediodía, ¿vienes de Meruem? estás loco por no haber pillado transporte- El hombre respondió, acariciando el cuello de su mulo, para después seguir su camino tranquilamente.

Lykos asintió complacido, Iba a buen ritmo entonces, si llegaba a medio día, tendría tiempo para buscar a Ralkin antes de que el sol llegara a las horas difíciles de aguantar, el objetivo que tenía en mente pues era sencillito: Encontrarlo y proponerle un sparring, un intercambio de técnicas, como en los viejos tiempos. Quería ver como había cambiado su amigo, su postura, su guardia sus golpes.. siendo guardia pues tenía que haber aprendido mucho, ¿no?, en su momento, recordaba que no era demasiado bueno en términos de técnica, pues no le importaba el refinarla demasiado, que pensaba que con simple fuerza bruta iba a vencer rapido a la gente.... y claro, normalmente eso le funcionaba bien, pero Lykos quería ver como lo hacía ahora, el había pulido bastante su forma de combate ¡Así que estaba seguro de que Ralkin no podría vencerle!

Conforme el sol ya empezaba a alzarse bien en el horizonte, ascendiendo poco a poco hasta el zenit, Lykos podía observar a los lejos la ciudad naranja, ya podía dejar de observar el monótono paisaje del desierto, ahora mas verde por la cercanía con aquella zona. al llegar por la zona este de la ciudad, el bullicio del mercado no tardaría en hacerse de notar: vocería de comerciantes, risas de niños, el olor dulce de los pastelitos recién horneados y el agrio de las cabras pasando con sus vendedores, entraría sin prisa, dejándose llevar por el ambiente que lo rodeaba. Caminar por las calles de naranja fue una experiencia agridulce. Por un lado, el lugar conservaba su alma: la misma disposición de los comercios, la misma fuente, el mismo ruido lejano de metales siendo golpeados de la armería. Pero por otro lado, imaginaba que muchos de sus antiguos compañeros se habrían ido, estarían casados y felices por otra parte, algunos incluso podrían haber muertos ya que los humanos vivían menos, Primero se dirigió a la puerta sur, la mas cercana al camino que suponía que Ralkin habría estado patrullando si lo que había escuchado era cierto, Allí, dos guardias conversaban. Uno era un hombre de espesa barba negra, el otro una mujer alta y espigada con mirada penetrante. Lykos se acercó con paso decidido, mostrando las palmas de las manos en un gesto de paz.

-Buenos días, Tsk.-dijo con una leve inclinación de cabeza- Estoy buscando a un viejo amigo, Ralkin, que según tengo entendido trabaja de guardia aquí en Organ. ¿Podríais ayudarme a encontrarlo?

La mujer, con un movimiento pensativo, respondió:

-Ralkin está asignado esta semana a la puerta oeste. Intercambiamos turnos cada ciertos días. Ahora deberá de estar terminando su ronda matutina.- Lykos sonrió con agradecimiento.
-Muchas gracias. ¿La puerta oeste sigue en el mismo lugar que antes, junto a las casas de madera?
El otro guardia, el de barba, soltó una breve carcajada.
-¿De antes? Pues sí, sigue allí. No hemos movido la puerta, mi amigo. Solo ve al final de la calle principal, gira a la derecha en la fuente de los cisnes y continúa recto. Lo encontrarás sin problema.

Volvería a asentir, sin ofenderse por la broma, era razonable que se comportaran así, ¿Cómo iba a moverse una puerta? solamente quería comprobar que su memoria siguiera intacta después de tanto tiempo. Seguiría las indicaciones que le dieron y se abrió paso entre la gente, de vez en cuando se detenía para mirar un puesto de frutas, comida o diferentes artesanías para poder disfrutar bien del ambiente, se fijaría en un niño que corría sujetando una cometa de tela azul y en una anciana que tejía una bufanda morada encima de un taburete, esas escenas cotidianas lo tranquilizaban bastante, siendo Meruem una ciudad de... antiguos cazarrecompensas, marines retirados... pues no era muy normal ver esas cosas.

Al llegar a la plaza, se detuvo un instante, allí había había jugado con Ralkin innumerables veces. Recordó cómo de niños, solían correr alrededor de la fuente gritando, descalzos, intentando no resbalar, mientras apostaban quién podría dar más vueltas antes de marearse. (obviamente era el) Después, con el estómago revuelto, se tumbaban en la hierba y se reían a carcajadas. Lykos notó que el tiempo le había dado a la fuente una pátina oscura, pero prácticamente seguía siendo la misma, todo le daba demasiados recuerdos, no había pisado esa parte de la ciudad desde que llegó en verano, así que podía evitar sentir una nostalgia tremenda, casi le daba ganas de llorar, estar con todo lo del gremio le había quitado bastante tiempo, la verdad, pero por lo menos ahora lo estaba aprovechando bien. Salió de la plaza doblando a la derecha, y tras unas calles silenciosas en las que se notaba que había menos comercios, llegaría hasta la puerta oeste, allí, apoyado contra una lanza con gesto distraído se encontraba Ralkin, mas anciano que Lykos en todos los aspectos pero se notaba que era el pues seguía teniendo aquel porte robusto, imponente y unos hombracos capaces de intimidar a cualquiera, con su cabello que antes era de un marrón rojizo vibrante habiéndose tornado algo mas oscuro, se había dejado crecer una barba que le daba un aire mas maduro (aunque teniendo 53 años pues era maduro, sabes?), vestía una armadura ligera de cuero endurecido, con el emblema de la ciudad en el pecho, la verdad es que de todos los trabajos que había imaginado para el, ser guardia no entraba en ninguna de las listas, la verdad. 

se detuvo a unos pasos, contemplándolo en silencio. No quería parecer un extraño, ni un pervertido raro, se aclaró la garganta tratando de llamar la atención.

-¿Ralkin, Tsk.?
El guardia levantó la vista, frunció ligeramente el ceño intentando ubicar ese rostro que le hablaba. Al cabo de unos segundos, la sorpresa afloró.
-¡Por los dioses! ¿¡Lykos?!- exclamó Ralkin, y su voz retumbó con alegría contenida-. ¡Mírate! ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿20 años? cabrón, SIGUES IGUAL, un poco mas mayor.. pero joder, se nota que no eres humano, macho jajaja. ¿con que te alimentas?, ¿Píldoras de la eterna juventud? pásate unas pocas hombre.
-Algo así Tsk.-respondió Lykos, sonriendo de oreja a oreja- Has cambiado, amigo. Pareces más fuerte todavía Tsk.
Ralkin soltó una carcajada. Su risa era igual a la de antes: profunda, sincera, capaz de contagiar buen humor.
-Yo iba a decir que estabas igual, pero, ¿Cuánto mides acho? si eres mas alto que un edificio pequeño, diría que unos 5 metros ma o menos. ¿Dónde has estado?.
-He andado por muchos sitios, comiendo de todo. Pero mis músculos siguen aquí- dijo Lykos, palmeando su propio brazo—. Quizá no se vean tan abultados, pero te aseguro que están más afilados que nunca, el viejo me entrenó bastante bien. Tsk.
Ralkin alzó una ceja con gesto socarrón.
-¿Ah, sí? ¿Y a qué debo este reencuentro? ¿Vienes a saldar alguna vieja apuesta?
Lykos negó con la cabeza, sin dejar de sonreír, entonces suspiraría levemente.
-No exactamente. Me gustaría proponerte algo que no hacemos desde que éramos adolescentes revoltosos: un buen sparring. Nada serio, solo cruzar unas técnicas, medir fuerzas. He estado entrenando con maestros de otros pueblos y quiero ver qué tan oxidado estás o si has mejorado, Tsk.
Los ojos de Ralkin brillaron con un fuego familiar. Ajustó la lanza entre sus manos y miró fijamente a su antiguo compañero, aunque la verdad es que le daba un poco de miedo enfrentarse a tremendo gigante el cual hace mucho tiempo llegó a ser su amante
-¿Un sparring, eh? ¡Suena divertido! Pero mi turno termina dentro de unas horas, al mediodía. Podríamos encontrarnos en el claro de entrenamiento, aquel donde solíamos practicar con el maestro. ¿Sigue existiendo ese lugar?
Lykos asintió, recordando el prado al norte, más allá de las murallas, donde el maestro Lendor les hacía repetir patadas y puñetazos hasta que no se sentían las piernas.
-Sigue allí. Me parece perfecto. Yo iré a refrescarme y a ver si consigo un poco de pan y queso. Nos vemos al mediodía. Tsk-
Ralkin miró el sol, que ya estaba considerablemente más alto en el cielo. Faltaba poco, un par de horas quizá.
-Trato hecho. Cuando mi relevo llegue, iré directo allí, total, tampoco tengo demasiado que hacer hoy, y mi mujer pues está ocupada en casa con los niños... ¿Tu tienes niños?, seguro que son igual de grandes que tu.... pena me da tu mujer.-
En ese momento el bucaneer empezaría a reír como un desgraciado.
-Pues mas o menos, un poco mas pequeños aun por que aun son enanos, pero claro, yo espero que me superen, la verdad, aunque la mas pequeña ha salido totalmente humana, esa se quedará mas pequeña, la verdad. Pero no pasa nada por que sus hermanos la quieren mucho, tsk.-

Aprovecharía el tiempo para recorrer la ciudad con más calma, encontró una panadería que le resultaba vagamente familiar y para poder comer algo antes del entreno se compraría algo de pan recién horneado y unos bollos, ¡era grandote así que necesitaba una buena cantidad de comida!, también se compraría un buen cacho de queso semi curado y una gran jarra de leche fresca, sentándose en un banquito a la sombra que le quedaba algo pequeño, pero bueno, no pasaba nada. se pasaría el tiempo que le quedaba comiendo tranquilo, disfrutando del sol, de la comida, y de las pequeñas brisas fresca que sentía en mucho tiempo, ya era invierno, o por lo menos eso decían los lugareños.. estaba ansioso por la pelea, quería dar lo mejor de sí mismo y demostrar que era fuerte, aunque bueno, no sabía si sería capaz de darlo todo al 100%, aunque después del entrenamiento del otro día, era capaz de sentir como una energía nueva iba creciendo dentro de el, un poder que capaz y lograba rivalizar contra las frutas del diablo de sus compañeros, miraría al cielo, concentrado en lo que podría ocurrir en cualquier momento, la vida de cazador era dura.. por eso quería entrenar, quería ser fuerte, quería proteger a sus compañeros... pero ahora tenía que enfrentarse a Ralkin, si ganaba, se demostraría a si mismo que era capaz de eso y mucho mas. Estaba listo.

Pero eso es una historia para otro momento
#1
Moderador Doflamingo
Joker
¡RECOMPENSAS POR AUTONARRADA T1 ENTREGADAS!


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#2


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