Arthur Soriz
Gramps
29-12-2024, 07:58 PM
Sientes cómo tus palabras resuenan en el silencio que se ha instalado entre los muchachos que se miran entre ellos y a veces te miran a ti. Has visto antes esa expresión en sus ojos... la mezcla de rabia y desamparo que solo pueden sentir quienes han sido heridos por el mundo demasiado pronto. Esos chicos intentan sostenerse en una fachada de dureza pero tú puedes ver más allá de eso. Lo reconoces porque lo viviste. Porque esa misma mirada alguna vez fue la tuya.
La primera en romper el silencio es la chica. Notas que intenta mantener la cabeza en alto pero sus hombros tiemblan levemente.
— Yo... yo tengo un hermano menor. — confiesa... su voz apenas un susurro. Hay un brillo en sus ojos que delata las lágrimas contenidas aunque parpadea con fuerza para retenerlas. — Tiene seis años. Cree que la Navidad es mágica, ¿sabes? — baja la mirada al suelo, sus dedos apretados alrededor de las mangas de su abrigo. — No quiero que pierda esa ilusión... no como nosotros.
La sinceridad de sus palabras hace que los otros dos chicos se miren entre ellos. El chico de la bufanda roja quien hasta ahora parecía el más agresivo suelta un suspiro largo... derrotado.
— Tengo una prima... — murmura sin atreverse a mirarte a los ojos. Aprieta los dientes y cuando sigue hablando su voz está cargada de una rabia impotente. — Es como mi hermana pequeña. Sus papás... bueno, ya no están. La cuido yo desde hace un tiempo. — se pasa una mano por la cara como si intentara borrar la emoción que lo invade pero solo logra humedecerse las mejillas con sus propias lágrimas. — Ella todavía cree en Santa Klaus. Siempre espera los regalos... y yo le digo que todo estará bien. Pero... ¿Cómo puedo decirle eso cuando sé que es una mentira?
El líder, el más alto de los tres, parece resistirse por un momento. Su mandíbula está tensa y sus manos están cerradas en puños tan apretados que los nudillos se le ponen blancos. Finalmente, cierra los ojos y deja escapar un suspiro pesado.
— Mi hermano menor tiene diez años. — dice con una firmeza que intenta disimular el temblor en su voz. Abre los ojos y te mira directamente con una mezcla de desafío y vulnerabilidad. — Y no quiero que termine como yo. Pero... es difícil. Es difícil no odiar todo esto cuando ves cómo te lo arrebatan.
Poco a poco las palabras de los tres adolescentes van entrelazándose en una confesión colectiva. Hablan de su dolor... de las cosas que han perdido, de cómo intentarían proteger a los más pequeños en sus vidas de las mismas heridas que ellos llevan. Intentan no sollozar y aunque ninguno de ellos derrama una lágrima de forma abierta, puedes ver que están al borde de hacerlo.
Cuando mencionas al otro lagarto blanco la chica parece estremecerse, como si el recuerdo la incomodara profundamente.
— Es como tú... pero diferente... — dice con su voz temblorosa. — Es más grande, creo. Lleva una capa negra con capucha, y... siempre hay una mariposa dorada con él.
— Sí... — añade el chico de la bufanda roja con un leve temblor en las palabras. — Lo vimos en los callejones. Caminaba como si no le importara nada... como si el resto del mundo no existiera. Pero desde ese día no lo hemos vuelto a ver.
El líder parece esforzarse por darle un sentido lógico a todo esto, como si necesitara comprender lo incomprensible.
— No fuimos nosotros los que robamos esas cajas... — dice con firmeza aunque su tono está cargado de frustración. — Las cajas estaban en el almacén abandonado. Lo sabemos porque las pusieron ahí los organizadores del festival. — te mira con un destello de desafío en los ojos. — ¿De verdad crees que nosotros tres podríamos robar todas las decoraciones? Apenas pudimos con una caja.
Sientes la sinceridad en sus palabras. Y cuando mencionas la gema 'Corazón de Aurora', notas que incluso en ellos hay una mezcla de asombro y respeto hacia ese objeto.
— Es enorme. — dice la chica, alzando las manos como si intentara mostrar el tamaño de la gema. — Tiene forma de corazón y el color de un rubí. La ponen bajo el árbol navideño cada año, como un símbolo de buena fortuna para el nuevo año.
De repente el líder se tensa y su mirada se fija en algo a lo lejos.
— ¡Allí está! ¡El lagarto blanco!
Giras la cabeza y lo ves. Es una figura alta, encapuchada, con una capa negra que roza el suelo. La mariposa dorada revolotea a su alrededor, irradiando una luz tenue pero hipnótica. No puedes evitar sentir una extraña conexión con esa figura una sensación que no logras explicar. El asunto con los niños ya ha terminado, por lo que no puedes perder esta oportunidad de oro. Si decides seguirlo, notarás que él parece moverse casi que a la misma velocidad... manteniéndose casi a tu alcance pero nunca lo suficiente. Eres capaz de moverte rápido esquivando a las pocas personas que caminan por las calles, pero el lagarto blanco siempre parece estar un paso adelante. Es como si el mundo conspirara para mantenerlo fuera de tu alcance.
Dobla esquinas, se desliza por callejones, y aunque haces todo lo posible por alcanzarlo siempre mantiene una distancia imposible. Hay algo casi sobrenatural en su andar como si no estuviera realmente limitado por las mismas leyes que tú.
Finalmente, lo alcanzas en una calle estrecha llena de gente. Se detiene y por un momento el tiempo parece congelarse aunque es tan solo la percepción de la adrenalina corriendo por tus venas. Gira lentamente la cabeza hacia ti, y bajo la capucha, puedes vislumbrar unos ojos brillantes rojos que te miran directamente, parecen dos rubíes. Hay algo en su mirada que te resulta desconcertantemente familiar, como si estuvieras mirando un reflejo distorsionado de ti mismo.
Levanta un dedo índice y lo lleva a sus labios, en un gesto universal de silencio. No dice una palabra pero el mensaje es claro... No hables de esto con nadie.
Antes de que puedas reaccionar se da la vuelta y desaparece entre la multitud como si nunca hubiera estado allí.
Te quedas parado allí, con la respiración agitada y la mente inundada de preguntas. ¿Quién es ese lagarto? ¿Por qué parece tan similar a ti, y qué relación tiene con todo esto? Y esa maldita mariposa dorada... juras haberla visto antes, meses atrás.
El mundo sigue moviéndose a tu alrededor pero dentro de ti algo puede haber cambiado. Sabes que tienes que seguir adelante, informar sobre lo sucedido y resolver el asunto de las decoraciones. Pero la imagen del lagarto blanco y su mariposa dorada queda grabada en tu mente y probablemente lo hará por quién sabe cuánto tiempo.
La primera en romper el silencio es la chica. Notas que intenta mantener la cabeza en alto pero sus hombros tiemblan levemente.
— Yo... yo tengo un hermano menor. — confiesa... su voz apenas un susurro. Hay un brillo en sus ojos que delata las lágrimas contenidas aunque parpadea con fuerza para retenerlas. — Tiene seis años. Cree que la Navidad es mágica, ¿sabes? — baja la mirada al suelo, sus dedos apretados alrededor de las mangas de su abrigo. — No quiero que pierda esa ilusión... no como nosotros.
La sinceridad de sus palabras hace que los otros dos chicos se miren entre ellos. El chico de la bufanda roja quien hasta ahora parecía el más agresivo suelta un suspiro largo... derrotado.
— Tengo una prima... — murmura sin atreverse a mirarte a los ojos. Aprieta los dientes y cuando sigue hablando su voz está cargada de una rabia impotente. — Es como mi hermana pequeña. Sus papás... bueno, ya no están. La cuido yo desde hace un tiempo. — se pasa una mano por la cara como si intentara borrar la emoción que lo invade pero solo logra humedecerse las mejillas con sus propias lágrimas. — Ella todavía cree en Santa Klaus. Siempre espera los regalos... y yo le digo que todo estará bien. Pero... ¿Cómo puedo decirle eso cuando sé que es una mentira?
El líder, el más alto de los tres, parece resistirse por un momento. Su mandíbula está tensa y sus manos están cerradas en puños tan apretados que los nudillos se le ponen blancos. Finalmente, cierra los ojos y deja escapar un suspiro pesado.
— Mi hermano menor tiene diez años. — dice con una firmeza que intenta disimular el temblor en su voz. Abre los ojos y te mira directamente con una mezcla de desafío y vulnerabilidad. — Y no quiero que termine como yo. Pero... es difícil. Es difícil no odiar todo esto cuando ves cómo te lo arrebatan.
Poco a poco las palabras de los tres adolescentes van entrelazándose en una confesión colectiva. Hablan de su dolor... de las cosas que han perdido, de cómo intentarían proteger a los más pequeños en sus vidas de las mismas heridas que ellos llevan. Intentan no sollozar y aunque ninguno de ellos derrama una lágrima de forma abierta, puedes ver que están al borde de hacerlo.
Cuando mencionas al otro lagarto blanco la chica parece estremecerse, como si el recuerdo la incomodara profundamente.
— Es como tú... pero diferente... — dice con su voz temblorosa. — Es más grande, creo. Lleva una capa negra con capucha, y... siempre hay una mariposa dorada con él.
— Sí... — añade el chico de la bufanda roja con un leve temblor en las palabras. — Lo vimos en los callejones. Caminaba como si no le importara nada... como si el resto del mundo no existiera. Pero desde ese día no lo hemos vuelto a ver.
El líder parece esforzarse por darle un sentido lógico a todo esto, como si necesitara comprender lo incomprensible.
— No fuimos nosotros los que robamos esas cajas... — dice con firmeza aunque su tono está cargado de frustración. — Las cajas estaban en el almacén abandonado. Lo sabemos porque las pusieron ahí los organizadores del festival. — te mira con un destello de desafío en los ojos. — ¿De verdad crees que nosotros tres podríamos robar todas las decoraciones? Apenas pudimos con una caja.
Sientes la sinceridad en sus palabras. Y cuando mencionas la gema 'Corazón de Aurora', notas que incluso en ellos hay una mezcla de asombro y respeto hacia ese objeto.
— Es enorme. — dice la chica, alzando las manos como si intentara mostrar el tamaño de la gema. — Tiene forma de corazón y el color de un rubí. La ponen bajo el árbol navideño cada año, como un símbolo de buena fortuna para el nuevo año.
De repente el líder se tensa y su mirada se fija en algo a lo lejos.
— ¡Allí está! ¡El lagarto blanco!
Giras la cabeza y lo ves. Es una figura alta, encapuchada, con una capa negra que roza el suelo. La mariposa dorada revolotea a su alrededor, irradiando una luz tenue pero hipnótica. No puedes evitar sentir una extraña conexión con esa figura una sensación que no logras explicar. El asunto con los niños ya ha terminado, por lo que no puedes perder esta oportunidad de oro. Si decides seguirlo, notarás que él parece moverse casi que a la misma velocidad... manteniéndose casi a tu alcance pero nunca lo suficiente. Eres capaz de moverte rápido esquivando a las pocas personas que caminan por las calles, pero el lagarto blanco siempre parece estar un paso adelante. Es como si el mundo conspirara para mantenerlo fuera de tu alcance.
Dobla esquinas, se desliza por callejones, y aunque haces todo lo posible por alcanzarlo siempre mantiene una distancia imposible. Hay algo casi sobrenatural en su andar como si no estuviera realmente limitado por las mismas leyes que tú.
Finalmente, lo alcanzas en una calle estrecha llena de gente. Se detiene y por un momento el tiempo parece congelarse aunque es tan solo la percepción de la adrenalina corriendo por tus venas. Gira lentamente la cabeza hacia ti, y bajo la capucha, puedes vislumbrar unos ojos brillantes rojos que te miran directamente, parecen dos rubíes. Hay algo en su mirada que te resulta desconcertantemente familiar, como si estuvieras mirando un reflejo distorsionado de ti mismo.
Levanta un dedo índice y lo lleva a sus labios, en un gesto universal de silencio. No dice una palabra pero el mensaje es claro... No hables de esto con nadie.
Antes de que puedas reaccionar se da la vuelta y desaparece entre la multitud como si nunca hubiera estado allí.
Te quedas parado allí, con la respiración agitada y la mente inundada de preguntas. ¿Quién es ese lagarto? ¿Por qué parece tan similar a ti, y qué relación tiene con todo esto? Y esa maldita mariposa dorada... juras haberla visto antes, meses atrás.
El mundo sigue moviéndose a tu alrededor pero dentro de ti algo puede haber cambiado. Sabes que tienes que seguir adelante, informar sobre lo sucedido y resolver el asunto de las decoraciones. Pero la imagen del lagarto blanco y su mariposa dorada queda grabada en tu mente y probablemente lo hará por quién sabe cuánto tiempo.
![[Imagen: KpHFGcS.png]](https://i.imgur.com/KpHFGcS.png)
y ya sabes, como siempre a las órdenes para llevarte lo que quieras
![[Imagen: 95fa77531754675c202aa20ac4047d602acade5e.gif]](https://64.media.tumblr.com/bf838d8a1dbfe5887cdb552b2929e81c/b96a408ed129b262-7e/s500x750/95fa77531754675c202aa20ac4047d602acade5e.gif)