Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
[Común] [C - Pasado] Tres marines atípicos
Nagaki
Medusa
Seguía enfrascada en la tarea más importante que tenía hasta la fecha: lograr que ese tocón de madera pareciera un barco. Y estaba fracasando estrepitosamente. ¿Cómo podía ser tan difícil hacer una cáscara de nuez... pero enorme?.  Con cara de concentración comencé a centrarme lo más profundamente posible en mi tarea, intentando visualizar cada detalle y cada línea que ese barco necesitaba para cobrar vida en mis manos.

Hasta 3 milisegundos después que Meitetsu señaló al enorme reloj en el edificio de la cafetería y me distrajo completamente. Pero estando en fase pólipo no era para nada difícil conseguirlo. 

Justo cuando intentaba ajustar un poco el ángulo de una astilla, un sonido salió de mis labios - Puuuufufufu -dije sorprendida en un intento de silbar, técnica que habría aprendido recientemente por mis compañeros de la Marina pero que claramente no dominaba todavía- ¿Tú sabes arreglar ese tipo de cosas? ¡Tienes que ser alguien muy talentoso! ¡Que guay! -Mi excitación era palpable. Me levanté en el asiento, sintiéndome como un pequeño torbellino de energía.-Yo... yo no sé qué es descansar– continué, sintiendo que necesitaba compartir mis pensamientos. –El jefe de mi escuadrón dice que como soy medio medusa, vivo la vida más rápido y que algo sobre mi rejuvenecimiento hace que sea muy hiperactiva, al menos en esta fase–. Mis palabras fluyeron atropelladamente, como si tuviera que contarle todo lo que sabía sobre mí en ese preciso instante, aunque la mayor parte de la información eran explicaciones que había escuchado una y otra vez.

De repente mi Senpai comentó que medita en su tiempo libre. Con una calma impresionante, empezó a mover su cuerpo y se colocó en una posición de meditación bastante elaborada. Todo en él parecía estar en perfecta armonía. -Seguidme- comentó.

Esa simple frase fue el fuego que avivó mi curiosidad. Al escucharla, sentí como si me hubieran dado un caramelo a un niño pequeño. No pude resistir la tentación, así que me agaché, dejando de lado el tocón y la gubia, y en un abrir y cerrar de ojos, me levanté con la energía renovada. Me sentía como un resorte a punto de estallar.

Con los ojos como platos y con brillitos en los ojos empezó a dar vueltas al banco para ver al Senpai desde todos los ángulos posibles para intentar imitarle. Impaciente, me aseguré de que estaba lista para realizar la postura Se sentó al lado del Senpai e intentó imitarle todo lo posible. Subí y apoyé los glúteos sobre el borde del respaldo del banco, erguí la espalda, levanté la barbilla, pero no cerré los ojos puesto que estaba concentrada en intentar hacer el siguiente paso bien.

El desafío llegó con el último paso: levantar las piernas, cruzándolas entre sí mientras mantenía el equilibrio. Usando mis tentáculos como soporte adicional, comencé lentamente a elevar las piernas. La emoción me rebosaba. –¡Lo estoy consiguiendo! ¡Lo estoy consiguiendo! ¡Já!– grité con orgullo.- ¡Lo estoy! ¡ª! -justo cuando celebraba mi logro, la gravedad decidió jugar en mi contra. Perdí el equilibrio y caí de espaldas, llevando mi cabeza de medusa al suelo con un sonoro "boing", junto con una sensación gelatinosamente cómica que hizo que rebotara ligeramente hacia un lado.


Al final, aunque caí de una manera que podría haber sido desastrosa, no pude sino reirme de la situación tan patética que había pasado: – Jajajajaj ¡estoy bien!– dije rápidamente para asegurarme de que no se preocuparan.- jajajaja, menudo porrazo me he dado, jajajaja. A... ahora me levanto, no os preocupéis. -Comentaba mientras pataleaba en el suelo de la gracia que me estaba haciendo la situación.
#11
Meitetsu Nishimura
Escafranda
La respuesta ofrecida por la gyojin medusa a mis palabras me dejaba clara una suposición con respecto a lo enérgica que era. A pesar de que mi base se encontraba cerca de una zona dónde abundaban aquellos que compartían su misma raza nunca se había encontrado a otro gyojin de esa especie por lo que empecé a pensar en realizarle una propuesta a la joven. Aunque antes de decir nada Lovecraft nos invitó a ambos para acompañarlo o imitarlo en lo que venía siendo una meditación - Esto no es nada nuevo para mi - Pronuncié con una sonrisa oculta mientras lo tomaba como referencia ya que dejando de lado el momento en el que repasaba planos mentalmente y viajaba dentro de ellos en mi cabeza tampoco había utilizado la meditación de otras maneras.

Así pues me crucé de piernas, colocando mi espalda recta y las manos sobre mis rodillas
- Fuuu... - Se me escapó al suspirar con los ojos cerrados, que con la voz metalizada que salía de la escafandra se notó un poco más. Entonces en mi cabeza se empezó a formar una simulación de todo lo que le rodeaba, siendo esto por los gajes del oficio, incluyendo a las dos personas que le estaban haciendo compañía.

Antes de que pudiera si quiera decidir que hacer con aquella imagen mental un fuerte sonido me sacó de ese estado de concentración al que había llegado
- ¿En serio te encuentras bien Nagaki? No ha sonado muy bien ese golpe - Pregunté a la vez que me levantaba algo alertado, ya que después de todo aunque el cuerpo de la joven parecía ser más elástico que el de un humano podría ser que se hubiera hecho más daño de lo normal. Yo mismo era un ejemplo de que algunos gyojin pueden tener características mucho más débiles que otros, aunque fuera una burda mezcla genética que no había heredado nada bueno de ellos - Disculpa por interrumpir la lección, Lovecraft - Pronuncié mientras acercaba mi diestra hacia Nagaki en el suelo invitándola a tomarla para ayudar a levantarse.
#12
Gautama D. Lovecraft
-
Desde ese viaje de introspección que la meditación regalaba a todo aquel que quisiera profundizar con ella, me planté fijo y perenne sobre aquel borde del respaldo. Fijo en mi respiración y dejando pasar todo tipo de pensamientos intrusivos, quizá no era el ambiente más idóneo en el que meditar, pero el contexto de la situación tampoco invitaba a realizarla con un fin idílico, solo para demostrar a los jóvenes el proceso inicial para comenzarla y empezar esa primera toma de contacto con tal beneficiosa práctica.

Mi rostro se destensó, pude cerciorarme por el oído que Nagaki se animó a realizarla, así como Meitetsu. Me alegraba sentir que los jóvenes no repudiaban aquello, podría mostrarse como algo espiritual, una pantomima sin más que se percibía como una pérdida de tiempo, pero todo lo contrario. Meditar tiene una multitud de beneficios a nivel corporal y mental que solo aquellos que la han incluido en su hábito pueden dar buena cuenta de ello, en tal hábito, incluir meditaciones al inicio del día y antes de ir a dormir, introduce a la persona en el día que ha de afrontar y la prepara para el descanso. La meditación es el acceso más sencillo al alcance de la mano para todo aquel que quisiera conocerse mejor e incluso explotar sus cualidades.

Allí, en aquel banco, nos dispusimos a realizar una breve demostración, no obstante, para el detrimento de la efusiva Nagaki, pareció que quiso comenzar la casa por el tejado, y se dispuso a colocarse y a imitar plenamente mi posición. Perdió el equilibrio, pero estaba prevenido, pues era algo que veía venir y en el momento en el que la pobre iba a dar el espaldarazo, mi brazo más cercano se accionó rápidamente para envolver su cabeza desde atrás, aguantando aún la posición meditativa en la que me encontraba.

Esbocé una sonrisa para la joven, Meitetsu también se involucró en saber si estaba bien, y de manera fraternal la ayudé a incorporarse hacia delante, indicándole acto seguido que lo intentase de nuevo pero sobre la base del banco. Por otro lado, Meitetsu se disculpó por el momento, pero con una palmada fraternal sobre su hombro le di a entender que no era algo malo, restándole importancia al momento. ¿Quién no se había caído alguna vez en su vida?

Volví a retomar la posición, enseñándoles con gestos de mis manos algunas recomendaciones para mantener una buena postura, pues mantener una buena posición del loto, era primordial para iniciarse en la práctica y comenzar el camino satisfactoriamente.

- Loto importante, respiración... -

Indiqué, haciendo énfasis en el conjunto de mi cuerpo. Marcando cada extremidad, la espalda, el cuello, etc. y también la respiración, su recorrido hacia dentro, su salida, con un movimiento de muñecas que hacían que los dedos simularan el flujo del aire por nuestro interior. Abrí los ojos para ambos, esperaba a que estuvieran prestando atención y tras ello, ahora me percataría de que lo hicieran correctamente.
#13
Nagaki
Medusa
Tras mi torpeza intentando imitar a mi sensei y caerme me vi en un momento cómo el rápido brazo de mi Senpai en el lugar perfecto para no hacerme daño y al mismo tiempo no perder su postura de meditación.

Mi compañero, Meitetsu se preocupó por mi preguntándome como estaba.

Su voz me hizo sentir un poco más tranquila y menos avergonzada por mi torpeza. -Claro, ¡no pasa nada!- respondí, mientras aceptaba su mano para levantarme. Sentía que el apoyo que me ofrecía no era solo físico; era una conexión genuina, podríamos ser buenos amigos. Miré a Lovecraft, quien sonrió y me indicó que lo intentara de nuevo.

Con esa energía renovada, me senté una vez más, esta vez sobre el borde del respaldo del banco. -Voy a hacerlo bien esta vez-, pensé mientras seguía sus indicaciones meticulosamente. Lovecraft comenzó a guiarnos. Su calma era contagiosa.

-Loto importante, respiración... -dijo, mientras enfatizaba cada parte de su cuerpo.

Desaté una pequeña carcajada silenciosa. Con su voz metálica y su seriedad, parecía el maestro Zen perfecto. Pero en mi interior había una confusión juguetona. -¿El loto? ¿Qué es eso?- me pregunté, mientras movía mis manos de manera torpe para intentar seguir sus movimientos.

-¡Respiración! ¡Eso suena simple! - pensé. Lovecraft me miraba, y podría jurar que quería que hiciera todo bien. Así que decidí enfocarme, sintiendo cómo el aire penetraba en mí, de manera similar a cómo el agua rodea a una medusa. - Centrarse es clave, solo sigue el flujo- me repetía para mis adentros.

Mientras tanto, Meitetsu se había mantenido a mi lado esforzándose por meditar e imitar a nuestro compañero. Con su presencia calmada, la intuición me decía que estaba bien. -Eso es lo que más necesito: amigos que me apoyen- reflexioné, mientras trataba de mantener mi equilibrio en esa posición de loto.

Con cada respiración profunda, sentí una paz interior que nunca antes había experimentado. La caída se había transformado en una lección. Sabía que los errores son parte del proceso y, a veces, se requiere más que el talento y la energía para levantarse. Se necesitaba valor, y aquí estaba, con mi Senpai y mi amigo al lado, listos para celebrar cada pequeño paso hacia adelante.
#14
Meitetsu Nishimura
Escafranda
Suspiré al escuchar las palabras de la joven diciendo que se encontraba bien - Aún así, por favor, pasa por la enfermería cuando puedas para que te echen un vistazo - Indiqué mientras volvía a mi posición anterior con relativa calma - Los golpes en la cabeza son traicioneros - Añadí mientras que instintivamente llevaba mi zurda hacia la zona en la que se debería encontrar mi mejilla izquierda, tapada por el escafandra. Después de todo el no tener visibilidad en ese lado me había propiciado varios problemas y alguna visita a cuidados intensivos tras algún golpe fuerte en la cabeza que no pude ver o detectar.

De nuevo en el suelo y habiendo pasado el susto seguí de nuevo las indicaciones de Lovecraft, cruzando mis piernas y colocando ambas manos sobre las rodillas. También mantener la espalda erguida mientras respiraba acompasadamente con los ojos cerrados. Entonces ahí estaba de nuevo, en su mente se volvió a formar una réplica del lugar dónde me encontraba pero en esa situación estaba de pie y podía caminar libremente por los alrededores. Había empezado a bordear a mis dos compañeros cuando una voz de fondo volvió a devolverme a la realidad
- La verdad es que a mí sólo me recuerda a una planta acuática... Tiene que ver con ello, ¿no? - Comenté por responder a Nagaki aunque buscando la confirmación de Lovecraft. Aún así traté de mantenerme en la misma posición buscando de una vez encontrar la verdadera calma que esperaba de la meditación.
#15
Gautama D. Lovecraft
-
Pareció que el incidente se quedó finalmente en un mero susto sin trascendencia, Nagaki, pudo reincorporarse sin complicaciones ni aparentes lesiones que pudieran ser de vistas como urgentes de tratar, y por su bien, el joven Meitetsu incluso veló por su estado, precavido, el chico le sugirió que no estaría de más poder ir a la enfermería para una revisión que descartase una posible complicación.

Notaba en ellos una buena aura, sana y humilde. Ambos, a pesar de sus flaquezas y fortalezas como todo el mundo, demostraron algo más allá de cualquier virtud o defecto superficial, y por mi experiencia, podía comprobar conforme iban sucediéndose los momentos que los chicos tenían una energía especial, cálida como un abrazo en invierno y fresca como una brisa marina en plena primavera.

De nuevo intentaron recomponerse su posición, en especial Nagaki, que tras la caída la había perdido totalmente, y por su contraparte, Meitetsu volvió a colocarse en su lugar y los 2, teniendo en cuenta mis indicaciones gestuales, retomaron esa iniciación a la meditación, el punto de partida hacia el camino del loto. Cogí de nuevo una soberbia respiración, y mis pulmones abrieron mi pecho, este se levantó ligeramente y, tras 4 segundos, fui soltando el aire poco a poco por mis labios, que formaron un pequeño orificio para darle salida.

- Buen marine, loto... -

Volví a decir, reforzando mis palabras con un gesto de ambas manos que, darían a entender señalando la postura en la que estábamos que, una vez tuvieran interiorizada la posición y la practicasen habitualmente, verían como se convertirían en unos mejores marines, pues para hallar la paz, primero se debía de encontrar una paz interior, un encuentro en el que la parte espiritual y física de la persona confluyan armoniosamente, y en la que el propio ser, se beneficie de esa comunión. Hoy en día, la parte física y superficial era la que imperaba en todo el mundo, era una parte mecánica, promovida por la lógica principalmente, y muchas veces débil al ego, ya que era la que más se exponía para tratar con él.

Sin embargo, el interior, nuestra otra identidad aguardaba al día de ser activada, y eso era lo que promovería en la marina, esa capa más profunda de los marines, de las personas que éramos al fin y al cabo, y que tanta falta hace para que el mundo la vea. Pues todos contábamos con ella, de una manera u otra, de un color más oscuro, más claro, más azul o más cálido, pero debíamos de esgrimir esa energía que llevábamos dentro, seguir el camino del loto, y hacerlo florecer.
#16
Nagaki
Medusa
-Oh, muchas gracias por preocuparte Meitetsu-kun, pero como soy super alucinante y fantástica -dijo con la confianza que los niños tienen- me curo bastante rápido, de hecho a los médicos de la Marina les desconcierta mi caso. Dicen que como crezco muy rápido mis células se regeneran enseguida, pero yo no noto nada... ¿todo el mundo crece muy rápido no? Por eso dicen que el tiempo se va volando... ¿no?


Cita:La verdad es que a mí sólo me recuerda a una planta acuática... Tiene que ver con ello, ¿no? -Dijo Meitetsu.

El comentario hizo que mi mente se deslizará hacia imágenes de un estanque sereno y tranquilo, donde los lirios flotan sobre una superficie de agua reflectante. Una planta acuática... Mi mente, seducida por esa idea, comenzó a trazar dibujos mal elaborados en su mente, imágenes de un loto convertido en coral o un alga que florece en la inmensidad de lo desconocido. No eran obras maestras; más bien, eran garabatos infantiles que capturaban la esencia de su pensamiento: una conexión con aquel bello ser que se adentra en la luz mientras sus raíces permanecen firmes en el fondo del agua.

Volví a centrarme en la meditación. Consciente de la atmósfera tranquila que me rodeaba, tomé la postura adecuada, como había aprendido de mi Senpai. Mis manos se unieron en una posición que simulaba un loto, los dedos entrelazados de una forma casi delicada, como si quisieran ser parte de la naturaleza misma. Inhalé profundamente, llenando mis pulmones de aire fresco y puro, sólo para liberarlo lentamente, como si soltara todos mis pensamientos y preocupaciones al viento. Repetí esta acción varias veces, lo suficiente como para que la tranquilidad comenzara a apoderarse de mí.

Al llegar a la décima repetición, abrí los ojos, aunque sin realmente ver nada tangible. Más bien, estaba en un estado de introspección, una suerte de conexión profunda entre mi ser y el universo. En ese instante, mi mente comenzó a recordar cosas del pasado: fragmentos de mi familia, esas risas compartidas con mis amigos, el calor de la base en las noches frías. También llegaron a mí recuerdos de La Corriente, ese viaje que había hecho hasta aquí. Un viaje lleno de incertidumbres y aprendizajes, que ahora se desnudaban ante mí como las páginas de un viejo diario.

Pero, al igual que un río tranquilo que se torna turbulento, los recuerdos felices comenzaron a ser eclipsados por los miedos y traumas que había estado guardando. Venían a mí como sombras danzantes, susurros de momentos difíciles, las decepciones y los enfrentamientos con los que había tenido que lidiar a lo largo de mi vida. Tenía que recordar que esta información era clasificada solo para la Nagaki en fase adulta; era ella quien podía rebuscar entre aquellos recuerdos y hallar la manera de aprender sin caer en la desesperación.

Y allí estaba yo, en el proceso de transformación, una Nagaki en la fase pólipo alcanzando niveles de comprensión que normalmente solo la mente en calma podía lograr. Sentí que el miedo se desvanecía un poco en este espacio que había creado para mí. Era un refugio, una burbuja de paz que me permitía observar mis propias sombras con compasión y curiosidad, sin juzgarme. ¿No era eso lo que un niño haría? Aceptar todo lo que vendría con los ojos abiertos y el corazón dispuesto.

Las imágenes se fueron deslizando y comenzando a tomar forma. Cada dolor, cada miedo, cada sueño no cumplido era parte de mí, como una alga que crece en lo más profundo del mar. Reconocí que esas experiencias difíciles eran solo eso: experiencias. Y con cada respiración, podía sentir un ligero destello de esperanza abriéndose paso entre la niebla de mis pensamientos.

Respiré una vez más. Exhalé el miedo y dejé espacio para el alivio, permitiéndome simplemente ser. Meitetsu seguía a mi lado, sumergido en sus pensamientos. Era un recordatorio de que aún en medio de las complejidades de la vida, hay una simple belleza en la conexión entre los seres.

El tiempo se sentía más ligero, y con cada latido, me daba cuenta de que quizás no siempre se trataba de crecer rápido, sino de aprender a fluir con el proceso de la vida, como un loto que florece en un estanque, encontrando su propio ritmo en la danza del universo.
#17


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