Hay rumores sobre…
... una isla que aparece y desaparece en el horizonte, muchos la han intentado buscar atraídos por rumores y mitos sobre riquezas ocultas en ella, pero nunca nadie ha estado en ella, o ha vuelto para contarlo...
[Aventura] [T4] Negocios Peludos
Arthur Soriz
Gramps
[ · · · ]

10 de Invierno
Año 724

El viaje desde Swallow fue muy tranquilo... sin eventualidades que destacar afortunadamente. En el camino te preguntas si aquellos rumores que leíste en el News Coo. eran verdaderos. ¿Será que en Lvneel hay casos de racismo y discriminación tan descarados? Era tal la tranquilidad de Kilombo que ahora mismo esto resultaba un poco desconcertante; ya habría tiempo de ver con tus propios ojos si los rumores se aproximaban siquiera un poco a la cruda realidad.

En lontananza puedes ver por fin los bordes de Lvneel asomándose en el horizonte... no falta mucho para llegar. La isla, famosa por sus astilleros y su prominente capital Montfort se extiende ante ti como una bestia imponente de acero y concreto separada de forma muy clara por una cordillera boscosa llamada Millie Voix. A lo lejos la metrópolis parece vibrar con vida, las chimeneas de las fábricas soltando columnas de humo que se alzan hacia el cielo gris. El aroma salino se mezcla con el pesado aire industrial creando una atmósfera única... un crisol de progreso y conflicto; dos caras de la misma moneda.

En el muelle los marineros en sus puestos de vigilancia parecen tensos, como si algo estuviera por ocurrir. A tu llegada, un pequeño grupo de marines te espera listos para escoltarte. Tras un breve saludo respetuoso al ser rango superior que ellos te conducen rápidamente a través de las calles de Montfort. Las avenidas aunque llenas de vida están impregnadas de un aire sombrío.

El bullicio habitual de la ciudad parece ahogado por murmullos de incertidumbre. Hay gente que te observa de reojo pero no se detienen. El ritmo de la vida continúa pero algo parece estar fuera de lugar.

Mientras avanzan los marines que te acompañan son cautelosos no sólo por la situación, sino por lo que ocurre más allá de las fronteras de la ciudad. El viaje hasta la base G-41 transcurre en silencio con la sensación de que las tensiones se palpitan en cada rincón. En el camino puedes notar las diferencias entre las zonas.

A tu paso por las calles más cercanas a la costa el bullicio es frenético, las tiendas están abarrotadas de mercancías y la vida parece desenvolverse con normalidad. Pero conforme te adentras hacia el interior la ciudad cambia. Las fachadas de los edificios se vuelven más opacas y los rastros de tanto trabajo comienzan a hacerse visibles. Los rostros de las personas parecen más tensos y evitativos. Es como si Montfort dividiera sus habitantes entre los que pueden prosperar lejos de la metrópolis en sus zonas rurales, y los que viven trabajando en ella para llegar al final del día.

Finalmente llegas a la base G-41. La entrada, custodiada por soldados en sus puestos, emite un sonido metálico mientras se abre ante ti. El interior está lleno de actividad pero hay un palpable aire de agitación. Los marines, con sus rostros serios y actitud rígida, no parecen demasiado tranquilos y las conversaciones a tu alrededor están llenas de preocupación. Los movimientos de los oficiales son meticulosos, cada uno siguiendo una rutina bien establecida pero con un toque de urgencia en sus acciones.

Te guían a una sala de reuniones en la que un Marine de alto rango te recibe. Su uniforme es impecable, pero el cansancio se refleja en su rostro y en la forma en que se desploma en su silla tras un saludo breve.

Bienvenido a Lvneel, suboficial Herald —dice con una voz grave, mirando tus ojos con una intensidad que denota su preocupación—. He de imaginar que ha venido por los rumores... ¿estoy en lo cierto?

Te invita a tomar asiento. En la mesa, varios papeles desordenados parecen contar historias de conflictos sin resolver y rumores que viajan de boca en boca como pan caliente. El Marine ajusta su gabardina y comienza a hablar, el tono de su voz grave pero medido, como si las palabras que está a punto de decir no debieran tomarse a la ligera.

Deberás saber... que la situación en Lvneel no es muy buena que digamos; es sumamente delicada. Aunque la isla es conocida por su gran industria y sus astilleros, lo que realmente está marcando la diferencia últimamente son los rumores… y la tensión que los rodea.

Hace una pausa como si estuviera evaluando qué tanto decir. Su mirada se desvía hacia la ventana, como si buscara algún tipo de respuesta en el paisaje de la ciudad.

Los minks y los jujin… llegaron hace unos cuantos años, durante la expansión de la metrópolis. La ciudad estaba creciendo rápidamente y muchos de ellos llegaron buscando trabajo. Al principio eso no fue un problema. Pero con el tiempo las tensiones comenzaron a crecer. No sé si fue por el temor al cambio o tal vez por la sobrecarga de una ciudad que se expandía demasiado rápido, pero la discriminación se hizo patente. Ahora, hay… rumores. Y no son buenos.

Vuelve a mirarte, midiendo bien cada palabra.

En su mayoría están especialmente en Vertefeuille. La gente habla de ellos de forma despectiva... como si fueran una plaga. Muchos los ven como invasores, extranjeros que no pertenecen a la isla. Y como todo grupo que se siente marginado, tarde o temprano tendrá que defenderse.

El Marine se recuesta en su silla tomando un respiro largo, como si lo que está diciendo también lo agobiara.

Algunos dicen que han comenzado a operar fuera de la ley. Hay rumores sobre mafias, sobre tráfico de bienes, sobre asesinatos por encargo. Pero todo es muy difuso... no podemos confirmar nada porque tampoco sabemos si son rumores malintencionados para arruinar más la reputación de los minks y jujin cuando en realidad son inocentes, o no.

Te observa de nuevo, fijando su mirada en ti.

Te seré honesto, tenemos demasiado entre manos ya... y una cara nueva nunca viene mal cuando se trata de meterse en la ciudad.

La conversación se detiene un momento. El Marine parece esperar una respuesta, pero no hay presión en su mirada. Como si lo que está diciendo fuera solo el comienzo, como si ahora fuera tu turno de decidir.

¿Tienes alguna pregunta? —pregunta finalmente y el tono de su voz sugiere que lo que viene ahora depende de ti.

Con estas palabras, la puerta está abierta. La información es mínima, pero eso no hace más que alimentar la sensación de que hay mucho más oculto en esta isla. Las opciones ante ti son muchas... investigar los rumores de las mafias en Vertefeuille, explorar las tensiones sociales y políticas que hierven bajo la superficie, o tal vez incluso buscar una forma de usar estas divisiones a tu favor. Solo el tiempo dirá qué camino seguirás.

Las decisiones están ahora en tus manos.


off
#1
Sirius Herald
Eleos
El viaje desde Shallow me vino de maravilla para poder poner en orden mis pensamientos, ¿Qué estaba pasando en la isla, ¿como era posible que las diferentes razas se odiaran de esa forma entre ellos? al fin y al cabo, todo éramos fruto del mismo creador, creaciones puras que fueron dejadas a vivir una vida tranquila ayudándonos los unos a otros... el hecho de que alguien fuera capaz de meterse con otra persona por el único motivo de ser diferentes hacía que algo en mi interior rugiera con fuerza a pesar de mis motivos pacíficos. Iba bien preparado, o por lo menos eso creía yo, llevaba mi uniforme de invierno y por encima mi característica chaqueta blanquiazul, a la espalda, en su funda bien guardado llevaba un arma que había estado guardando desde hace tiempo pero que no creía que tuviera sentido que usara hasta una misión tan importante como esta, una vara alargada de color rojo que tenía varios agujeros, no la solía usar por el poder que tenía, pero tenía que poder defenderme en el caso de que fuera necesario, hacía tiempo que no utilizaba el clima tact 2,0, desde la batalla de entrenamiento que tuve con Donatella, pero bueno. en mi cintura llevaba mi rifle y por ultimo, también en la espalda, tenía la funda de mi violín. mis alas se encontraban plegadas, las de la parte superior subían por el hombro y acababan en la parte superior del torso, las de abajo seguían el mismo destino pero desde la cintura, mis alas del cuello se cerraban como si fueran una gargantilla sofisticada. Al llegar a puerto, podía observar como ya había marines esperándome, les saludé con la cabeza con una ligera sonrisa y no pude evitar observar como algunos de los marineros allí reunidos haciendo su trabajo me miraban, ¿eran miradas de juicio? no estaba completamente seguro, pero tampoco podía culparlos. yo solo me dedique a mirarlos de forma sincera y calmada, relajado, no quería agitar a nadie con mi presencia.

Hay... algo en el aire que olía a misterio... y también a hollín. Lo noté en el instante en el que crucé los portones de la base, junto a esa sinfonía de metales que generaban una bienvenida a medias: no me rechazaba pero tampoco me abrazaba del todo. Es una sensación semejante a la de caer por la madriguera del conejo, pero... en lugar de conejos con chaleco, encontraba marines tensos, pasillos fríos y un capitán que me observaba a través de unos osos cansados, como si tratara de descifrar una adivinanza, parecía que lo de los rumores era cierto, la situación era desesperada.

El despechado de mi superior era algo austero, la verdad, estaba cargado de papeles desperdigados, informes, todo memorias de incontables desvelos que era seguro que el pobre alma desgraciada había tenido, normalmente suelo empezar con el silencio, pero el señor empezó a hablarme nada mas verme, por lo que sonriendo me senté en el asiento que me había concedido, una vez sentado, hablé: -Así es, mientras hacíamos el recorrido hasta aquí... no he podido ignorar los rostros turbios que se tratan de ocultar entre las personas. la situación parece grave, cuénteme todo lo que sabe.-

Me mantenía estoico por fuera, pero no podía sentir un latido sordo en el pecho, me dolía ver como una comunidad, sea cual fuera, acabe señalada como los culpables de todos los malos de una isla entera, mientras el capitán hablaba, por dentro ya empezaba a pensar en planes que podría tratar de hacer, además, si conseguía arreglar todo, ganaría reconocimiento, si ganaba reconocimiento, iría ascendiendo, pero, a pesar de eso, lo importante era salvar a los inocentes, ya fueran Minks, Jujin o simples humanos temerosos, la vida de todos tiene un valor incalculable.

El capitán iba exponiendo toda la información que sabia (o que le habían hecho saber), no podía evitar pensar en las palabras del Artífice, quien en su infinita sabiduría nos señaló que allí donde hay ignorancia, brota el odio, y donde surge el odio, surge la oportunidad de encender una vela de esperanza... ah.. lo que daría por ser capaz de despertar la mente de mas personas... En ese momento, agarraría una libreta que sacaría de la manga y me pondría a escribir lo que decía el señor capitán.

-Entiendo, capitán. Digo en un susurro mientras mis manos se juntaban como tendían a hacer cuando estaba a punto de hacer declaraciones, dándome seguridad. -La tensión que recorre las calles de Lvneel es palpable, y si uno rasca un poco la superficie es muy posible que alguien acabe sacando pus... por eso cada herida infectada necesita airearse antes de sanar, ¿Exactamente que es lo que quiere de mi? ¿Quiere que trate de desmantelar las mafias ocultas?, si salen a la luz posibles mafias Mink, eso haría que los humanos se pusieran mas a la defensiva, pero es probable que incluso ellas sean las que están haciendo rumores compinchados con otras personas para ganar beneficio, el miedo es un recurso interesante... pero muchas veces puede explotar, dando resultados curiosos... ¿Cuál es la probabilidad de que se inicie una guerra civil en cualquier momento?.

Me levantaría del asiento, empezando a dar algunas vueltas sin ningún ritmo especifico mientras cierro los ojos como si buscara una respuesta dentro de mi cabeza, trataba de presionar al capitán con delicadeza esperando desvelar mas información que estuviera ocultando por buenas razones, obviamente le reitero mi lealtad, no iba a dejarle que encontrara un atisbo de traición en un lugar en el que no los había. al fin y al cabo... trabajar en política es difícil, no te podías fiar de todos, en caso de una guerra, ¿De que bando se posicionaría el capitán? ¿Los humanos o los Minks?. en un momento me quedaría quieto, sonriéndole de forma inquietante.

-¿Como trabajan los Minks y Jujin? ¿Son eficientes? ¿Ayudaron en la expansión de la ciudad? ¿Hacen trabajos que otras personas no querrían hacer por el esfuerzo que podrían conllevar? ya sabe, maquinaría pesada en las fabricas, trabajo en los campos para los nobles o incluso propio. Me parece una información bastante importante. Yo personalmente prefiero trabajo en calle... me gustaría investigar los rumores al mismo tiempo que la mafia -En el siguiente momento, soltaría un leve suspiro y un susurro para mi mismo- Un paso en falso y la ciudad puede arder... un paso firme y es posible que la reconciliación sea posible... Artífice, ayúdame a encontrar la ruta correcta.

Posaría mi mano en mi barbilla, para después volver a mirarlo. -Obviamente necesitaré vía libre, y en el caso de que algo pueda ocurrir o obtengas mas información, me gustaría poder comunicarme con usted por Den Den mushi.

Off



Uniforme de Sirius
#2
Arthur Soriz
Gramps
El capitán te observa desde detrás de su desordenado escritorio, donde papeles y documentos se apilan en montones que podrían caerse de un instante a otro. Su sala está mal iluminada, iluminada más que nada por las lámparas prendidas ya que mantiene sus ventanas cerradas y las cortinas cubriendo todo atisbo de luz que podría entrar por estas... y con buena razón, el frío que está haciendo afuera crisparía los nervios de cualquier hombre por más fuerte que sea. Todo en él parece reflejar la presión de las semanas, meses y años interminables, los informes por revisar... las decisiones por tomar, la tensión palpable que se siente en cada rincón.

El aire está cargado de un silencio casi sepulcral, interrumpido nada más por las preguntas que le haces y tus planteos que si bien humanos y bondadosos, ya los ha oído antes muchas otras veces. Sus ojos con ojeras pronunciadas te miran fijamente mientras escucha tus palabras, pero no muestran sorpresa. Es como si a pesar de la situación que enfrenta ya estuviera acostumbrado a escuchar una y otra vez las mismas preocupaciones. Pero eso no significa que sea insensible a la gravedad de lo que dices. No es un hombre que se deje llevar por el fervor emocional... es pragmático, calculador, y sabe que en momentos como este la claridad es más valiosa que la compasión.

El capitán da un leve resoplido, un suspiro que parece de cansancio y finalmente comienza a hablar, su voz firme pero con una ligera carga de agotamiento. Sus palabras no son rápidas sino pausadas, como si estuviera sopesando cada frase antes de soltarla al aire a ver si de ese modo comprendías la gravedad de la situación en vez de guiarte nada más por tu deseo superficialmente altruista de ayudar.

Suboficial Herald... —dice en un comienzo... mirando al techo como si las respuestas se pudieran encontrar en algún rincón de la sala—. Sé que lo que propones es un enfoque noble pero esta situación no es tan sencilla. Las tensiones entre humanos, Minks y Jujin no son algo que podamos resolver en un par de semanas. Ni siquiera en meses. Este conflicto lleva décadas gestándose, más de medio siglo. No vas a lograr sanar esas fracturas en poco tiempo por muy bien intencionado que seas.

Su mirada vuelve a centrarse en ti, fija y penetrante, como si tratara de juzgar si realmente comprendes la magnitud del problema que tienes entre manos.

Lo que te estoy pidiendo es que te enfoques en lo que podemos manejar ahora mismo. Y eso, es descubrir si realmente hay mafias de minks y jujin detrás de todo esto... o al menos en parte. No te estoy pidiendo que busques una solución mágica para unir a las razas de esta isla. Te pido que investigues las conexiones entre las distintas facciones que podrían estar aprovechándose de este odio, de estas tensiones, para obtener algún tipo de beneficio. Los rumores sobre mafias circulan por toda la isla, pero hasta ahora no tenemos pruebas sólidas. Solo chismes, murmullos, pero no hay nada en firme. Tienes que ir allá... ver qué puedes descubrir. Investiga. Pero sin que eso cause un revuelo innecesario.

La sala se llena de un silencio momentáneo mientras el capitán se toma un segundo para ordenar sus pensamientos, su mirada fija en los papeles de su escritorio. Hay algo inquietante en su expresión, como si estuviera buscando las palabras para seguir pero en realidad sabe que todo lo que diga será en vano si no logras entender la esencia de lo que está tratando de decirte.

No te pido que seas el pacificador de la isla. No esperes que las tensiones entre razas se disipen solo porque has decidido actuar como un mediador. Eso está más allá de ti. No vas a solucionar eso. Ni yo ni nadie en esta base tenemos esa capacidad. No en el tiempo que tenemos al menos. El odio lleva cincuenta años, y las raíces son profundas. Así que no pierdas el tiempo tratando de arreglar lo irreparable en una semana. No es tu tarea ahora mismo, soldado.

Hace una pausa, notándose la seriedad cansada en sus ojos. Sabes que lleva una larga temporada intentando hacer lo mismo que tú quieres hacer ahora, y no ha logrado avanzar ni un milímetro. Tú mucho menos en este tiempo que residas en Lvneel.

Lo que sí es tu tarea, Suboficial Herald, es investigar si esas mafias realmente existen, si están operando juntas o si son facciones independientes. Si realmente están buscando agitar las aguas... el miedo es una herramienta poderosa para ellos. Tienes que obtener algo sólido, algo que no sea solo un rumor más. Nadie quiere que los Minks, Jujin o humanos se sientan atacados, ni mucho menos que la Marina sea vista como la que prende la chispa de un conflicto aún mayor. No necesitamos más fuego en este lugar.

Se recuesta en su silla, se pasa una mano por la frente como si estuviera agotado por la simple mención de todos los problemas que enfrenta. Es claro que su mente está dividida entre lo que él sabe y lo que no puede revelar por órdenes de arriba. A fin de cuentas, la confidencialidad depende de los rangos.

Por eso te necesitamos a ti, porque eres una cara nueva. Tienes una reputación, sí, pero esa reputación viene del East Blue. Aquí en Lvneel eres solo otro rostro. Eso te da una ventaja. No serás visto como alguien que toma partido, ni como alguien que venga a imponer su opinión. Esa es tu carta de presentación, y por eso te escogieron para esta misión. Porque nadie te conoce lo suficiente como para volverse en tu contra... al menos no todavía.

El capitán te observa de nuevo, sus ojos evaluándote de forma meticulosa.

La situación aquí es tensa. Sé que lo percibiste nada más llegar. El aire está pesado, cargado de desconfianza. No te pongas en el centro de eso. No te conviertas en un objetivo. Tu misión es investigar sin llamar la atención, sin poner un blanco sobre tu espalda. No es el momento para grandilocuencias ni para sacar conclusiones precipitadas. Es el momento de recolectar datos y encontrar respuestas claras. La discreción será tu mayor aliada.

Finalmente se pone de pie y se acerca a la puerta de la oficina, dando a entender que la reunión está llegando a su fin.

Te daré la libertad para que empieces con tu investigación. Mis hombres te escoltarán de regreso a la ciudad. Tienes vía libre para empezar de inmediato. Y recuerda, mantén una línea abierta conmigo a través del Den Den Mushi. Si encuentras algo relevante quiero saberlo lo antes posible. Y no me hagas perder el tiempo con suposiciones. Dame hechos, Herald. Solo hechos.

Hace una breve pausa antes de continuar como si pesara un último consejo en su mente.

Buena suerte. El futuro de esta isla podría depender de la información que consigas. Pero recuerda... lo más importante es actuar con cautela. Este no es un juego de grandes gestos, es una cuestión de obtener los detalles que otros no han logrado descubrir. No pierdas de vista eso.

Con ese último comentario te hace un gesto hacia la puerta, y dos de los soldados que te acompañaron desde el puerto te esperan en el umbral. Su presencia es un recordatorio de que no puedes perder más tiempo en conjeturas o ideas grandiosas de creencias religiosas.

Lvneel ahora es una carta abierta para ti, ¿por dónde empezarás? ... ¿Crees que sea buena idea ir descaradamente a Vertefeuille? ¿O quizás empezar de forma más tranquila por los astilleros? ¿Tal vez tienes otra idea en mente de a dónde empezar tu investigación? La decisión es tuya.
#3
Sirius Herald
Eleos
Cerraría los ojos por un momento escuchando al capitán, el aire de la oficina era tan espeso que casi podía sentir que se me quedaba pegado en la garganta. Afuera, el ambiente lucía cargado, ese tipo de tensión que ni un brasero encendido podía relajar. El capitán (Al cual se le seguía sintiendo agobiado) me acababa de dar las instrucciones que necesitaba. Aunque era posible que alguna que otra persona las considerara algún tipo de restricción
Su voz, seca y pragmática, resonaba en mis oídos, al parecer tenía que asegurarme de aclarar de lo que buscaba realizar:

-Lo primero, no debería preocuparse por que venga a tratar de salvar el mundo ni a sanar rencores generados por décadas, no es mi trabajo y en la situación es imposible. - Me quedaría en silencio unos segundos mientras esperaba que le que quedara claro. -En segundo lugar, mi objetivo actual sería el investigar las mafias, es necesario saber si son ciertas o simples rumores cargados de veneno. Tampoco buscaré llamar la atención más de lo que ya lo hago de normal, no se preocupe-
El capitán, con sus órdenes claras y su cansancio cada vez  mas aflorado, me dejó las cosas bien definidas: nada de heroicidades. Quiere que irrumpa en los rincones de la ciudad como un gato sigiloso (me imaginaba cubierto por la penumbra, husmeando en callejones tratando de encontrar algo), pero.. no se si yo era la persona mas sigilosa, la verdad, pero bueno. El Artífice me enseñó que no hay raza ni lengua que no merezca respeto, por lo que daría el 200% en aquella misión….
Por ultimo, el capitán, se puso de pie y me “invitó” a salir con un gesto silencioso, era obvio que quería que me fuera ya, y bueno, se que no soy un invitado de honor, era claro que era un simple peón que llegó en el momento preciso para moverse en el tablero con mayor libertad, tiene sentido teniendo en cuenta que yo mismo pedí mi movilización.

-Capitán- musité apenas. -Seguiré su consejo… y mi instinto, no se preocupe.-

Traté de disimular una pequeña sonrisa antes de irme de su oficina, aunque el me sostiene la mirada, probablemente intentando averiguar si estoy siendo insolente o si era cierto que mis palabras encerraban algo de genuino respeto. Aunque bueno9, lo cierto era que me da igual lo que interpretara. Soy respetuoso, sí, pero sé que he despertado curiosidad. Trataré de evitar más problemas a poder ser, la verdad es que no quería ni causar muchas molestias ni que me las causaran por mi.
Apenas crucé por la puerta, los soldados que me escoltaron la otra vez volvieron a tomarme, me condujeron por los pasillos, (Que eran tan grises como lo estaban siendo antes). En todo ese camino aburrido, solo tenía un pensamiento en mi cabeza: Tengo que cumplir mi misión con éxito, pero a mi manera.
No vine aquí solo para satisfacer los protocolos militares, obviamente vine porque ¡no podía quedarme quieto viendo como las tratan mal a las personas! Si… lo es, puede que sea un manipulador, eso lo reconozco sin problemas, pero si mis maquinaciones podían servir para descubrir la verdad y proteger vidas… pues oye, aceptaré lo que pueda ocurrir, al fin y al cabo, ¿Quién soy yo para decir que no al camino me que impuso el Artífice?.

Salgo del edificio y el frío me golpea el rostro con manos huesudas. El cielo encapotado de Lvneel amenaza con lloviznas heladas, y el humo de las fábricas apenas se entremezcla con un viento que me arranca un escalofrío. Aprieto mi abrigo contra mi cuerpo, preguntándome cuál será el primer paso a dar. Vertefeuille, ese barrio donde muchos minks y jujin se han instalado, podría ser la pieza central de todo el rompecabezas. Sin embargo, presentarme allá de buenas a primeras es una invitación a que me escudriñen. Soy un desconocido, sí, mas no pretendo lanzarme de cabeza al fuego antes de investigar un poco más.

Mientras pensaba que zona podría llegar a ser la major para iniciar las investigaciones, Un ligero susurro saldría de mi casi sin darme cuenta:
-Guíame, Artífice, para que mis pasos no siembren más discordia… pero dame la fuerza de separar la verdad de la mentira. -
Es un murmullo insignificante, que seguramente para el resto de personas no significara nada, y estaba seguro de que los soldados ni se daban cuenta de mi plegaria. Después de un rato, ellos me llevan al exterior de la base, donde podía observar la caminta que me quedaba hasta poder llegar a la ciudad, nadie me conocía por aquí, por lo que, ¿Quién era yo? ¿Quién es Sirius? No conocía a tal persona, durante el tiempo de mi estadía aquí, nadie conocería ese nombre.

Antes de alejarme de ellos, echaría una mirada a mis escoltas y, con un ademán casi teatral, me ajusto el sombrero la capucha antes de alzar la vista hacia las grises calles de Montfort. Si era cierto que había mafias por la ciudad, había un lugar en el que era más fácil que me enterara de las noticias, ¿Cuál era ese? Os preguntareis, pues la respuesta es fácil: El astillero. Las mafias buscan control, por lo que tendrán una red de información, ¿Y que mejor información que quien entra y sale de la isla? Y, aunque la figura del capitán se desvanecía tras de mi sobre los muros de la base, sus palabras me resonaban con insistencia en la cabeza: “No necesitamos más fuego en este lugar, Me detendría un instante para saborear esa frase. No habrá fuego si todo marchaba bien. Pero este mundo… es muy impredecible… algo que me causaba un interés constante. Pero, por ahora, es momento de avanzar, la investigación a comenzado. Me dirigiría al puerto de forma rauda, tratando de vislumbrar movimientos extraños, paquetes sospechosos, no era la primera vez que lo había hecho, ya estaba acostumbrado a tratar con cosas así en kilombo, ¿no podía ser tan difícil, no?.
Off

Referencia
#4
Arthur Soriz
Gramps
Estás en una de las esquinas del puerto y por ende en las proximidades del astillero, observando en silencio lo que allí sucede. A lo lejos los enormes muelles están llenos de actividad. Los trabajadores humanos se desplazan rápidamente con el rostro endurecido por años de trabajo arduo, mientras que todo aquel que no sea humano se encuentran más dispersos y están relegados a los rincones más sombríos y apartados... como si no merecieran estar en el mismo centro de atención.

Las diferencias son evidentes. Los humanos se mueven con una confianza y una libertad que parece estarles reservada por derecho propio mientras que los minks y jujin se ven desplazados, realizando tareas duras y repetitivas... cargar pesados barriles, limpiar las áreas más sucias, trabajar con los materiales que otros consideran peligrosos o simplemente asquerosos. No hay duda de que se ha establecido una clara jerarquía en el lugar. La segregación es palpable, y la atmósfera se podría cortar con un cuchillo de mantequilla de lo densa que es.

A medida que observas tus ojos recorren el entorno, viendo cómo los minks y jujin forman pequeños grupos entre ellos. En sus gestos, en su lenguaje corporal, se percibe un claro distanciamiento de los humanos. Sus conversaciones son en su mayoría en sus propios dialectos, murmuradas en voz baja para no ser escuchados. A veces uno de ellos se acerca sigilosamente a un miembro de su raza y le susurra algo al oído un mensaje secreto, una palabra clave quizás y luego se alejan sin hacer ruido, como si no quisieran que nadie más se enterara.

Esas pequeñas interacciones te hacen pensar que algo más grande está en juego aquí. Esos susurros podrían ser solo chismes o podrían ser algo más, algo que no ha sido dicho en voz alta. No puedes escuchar lo que se dicen pero lo que sí puedes percibir es el ambiente cargado de resentimiento que fluye entre los trabajadores de diferentes razas. Esa división, ese odio está tan arraigado que es casi palpable.

De repente ves a un capataz acercarse a un grupo de minks y jujin que descansan en un rincón. Los mira con desprecio y con un tono autoritario y despectivo les lanza una orden tajante.

¡Dejen de holgazanear y pónganse a trabajar! Para eso les pagan.

Las palabras caen como una piedra en un estanque tranquilo, pero la onda expansiva no tarda en aparecer. Los minks y jujin levantan la cabeza, algunos mirándose entre sí con el ceño fruncido. Uno de ellos, un mink de pelaje oscuro con apariencia de oso pardo se atreve a responder con voz baja pero firme.

No nos pagan lo suficiente como para ser tratados como esclavos.

La respuesta provoca una rápida reacción del asistente del capataz, un hombre robusto con una mirada cruel y arrogante. Se acerca un paso más y sin pensarlo contesta.

Si eso es lo que se merecen ser. — y sin más escupe al suelo, como si la simple acción de escupirle a la tierra fuera suficiente para aplastar cualquier tipo de resistencia.

El gesto es como una chispa en un barril de pólvora. Los minks y jujin se tensan, algunos de ellos se ponen de pie mientras otros miran a su alrededor en busca de apoyo. Hay un aire de rabia en el ambiente, como si todos estuvieran a punto de estallar pero algo los retiene. Quizás el miedo, quizás el conocimiento de que una pelea podría costarles mucho más que un simple castigo. Pero la frustración es evidente y ese desprecio tan abierto y directo ha dejado una marca profunda.

Desde tu posición eres testigo de la furia que hierve por debajo de la superficie. El ambiente es volátil, tan cargado de ira contenida que podría explotar en cualquier momento. No necesitas ser un experto en conflictos raciales para saber que esa chispa lanzada por el asistente podría prender un fuego que arrasaría con todo. Es como si la tensión de años de abuso, segregación y maltrato se ha acumulado y ahora estuviera buscando una salida.

El capataz y su asistente parecen no darse cuenta de lo que acaban de hacer. La provocación ha sido tan descarada que ahora solo queda esperar a que alguien haga el primer movimiento. Los minks y jujin se miran entre sí, como esperando que el otro sea el que se atreva a dar el primer paso. La rabia está ahí, pero la prudencia también, la conciencia de que un solo mal movimiento podría significar la pérdida de sus vidas solamente por el hecho de ser diferentes a los humanos; inferiores según estos.

Sabes que este es el tipo de situación nunca termina bien. La calma que parece haber tras el choque de palabras es solo temporal. Te preguntas si serás capaz de evitar que esta chispa se convierta en un incendio. Sabes que no deberías intervenir... tus órdenes fueron claras, no intervenir. Pero estás viendo la injusticia que se despliega frente a tus ojos, en tu corazón eres consciente de que no puedes ni quieres quedarte cruzado de brazos.
#5
Sirius Herald
Eleos
El aire helado que rodea los muelles parece colarse en mis huesos, pero la frialdad que percibía no era únicamente del ambiente. Es… algo mucho más profundo, fruto de la hostilidad que separaba a la gente como un cuchillo sin filo pero implacable. Contemplo, en silencio, ese instante colgando de un hilo: los minks y jujin, aquí, a mi derecha, con sus miradas cargadas de rabia contenida; los humanos, allá, con su desprecio que chorrea como aceite caliente sobre un fuego ya encendido. Me sentía extraño, la verdad como si de pronto estuviera en la madriguera de un conejo rabioso esperando a que alguien se le acercara para tirarse, tratando de proteger a sus congéneres.

Mientras observaba la escena, me repetía mil veces: Sirius, no intervengas.” Las órdenes del capitán se clavaban en mi mente como una cadena invisible que me apretaba el pecho. Investiga, pero sin atraer las miradas. Recoge datos, no promuevas el caos. y, sin embargo, la injusticia estaba a punto de escupirme a la cara bajo la forma de un insulto arrogante. Veo el dolor y la que esos minks estaban pasando, relegadas al trabajo de carga mientras otras personas los insultabas, ¿Somos marines, ¿no? ¿Acaso nuestro trabajo no es proteger a las personas? ¿Vosotros que hubierais hecho en mi lugar?. Un pequeño temblor sacudía mis dedos. ¿Era ira? ¿Era compasión? Probablemente se trataba de ambas cosas, sé que os creéis que soy una persona fría, cierto, pero mi instinto de proteger a todas las personas se alzaba imponente enfrente de todas mis características psicológicas, mantenerse impasible era un ultraje contra mi persona. Aun así, no debo irrumpir como un héroe de cuento; Pues hacerlo podría empeorar la situación y clavar aún más el puñal en la escena. Recordaría las palabras de mi capitán:

No es tu misión salvarlos. Solo necesitamos pruebas, datos, certezas. Nada de discursos ni de peleas abiertas.”

Miré alrededor tratando de buscar una solución. El chasquido de la madera de los barcos, el golpeteo de tambores y grúas, ¿Qué debía hacer? ¿Por qué era tan complicado buscar una solución sencilla?. No podía dejar que esto se agravara y causara un enfrenamiento en los astilleros, por que, si no, todo el ambiente de la isla podría ser perjudicado. Daría un paso hacia adelante, con cautela, acercándome al grupo, sin llevar mi insignia de marine. No trataba de ser una figura de autoridad. Juntaría mis manos en su posición habitual de rezo mientras caminaba, acercándome al señor que parecía haber causado más revuelo, pongo una cara de confusión, como si estuviera perdido, entonces desde lejos trato de llamar su atención.

-D-Disculpe señor, acabo de llegar a la ciudad y me he perdido, sabe como llegar a- En ese momento fingiría tropezarme con una piedra y empezaría a dar algún salto pequeño. -¡AAAAAA. ¡C-cuidado que voy!- Trataría de ¨Tropezarme¨ encima de aquella persona, esa escena podría hacer varias cosas, normalmente la comedia y la vergüenza era capaz de rebajar las hostilidades del ambiente.
-P-perdona señor, soy muy torpe…- sonreí inconscientemente, ¿era buen actor? Pues no lo sabía, pero carisma tenía para rato.

Off
#6
Arthur Soriz
Gramps
Tu acción de aparente torpeza agarra a los presentes de sorpresa. Has logrado desviar la situación al menos temporalmente, pero el ambiente sigue cargado de desconfianza. El capataz se detiene en seco al notar tu insignia de la Marina bajo tu abrigo. Su expresión de disgusto se suaviza solo un poco, aunque sus ojos aún reflejan un claro malestar. Le han cortado la oportunidad de seguir burlándose de esa gente a la que considera inferiores; nada más que ratas de alcantarilla.

Disculpe, no lo había visto. —dice con una voz forzada, tratando de mantener la compostura. Sus palabras aunque corteses en la superficie llevan un tono de molestia obvio. Luego le hace un gesto con la cabeza a su asistente, que suelta un bufido antes de ajustarse la gorra y alejarse junto a su superior. Ambos retroceden lentamente pero no sin dedicarte una última mirada cargada de sospecha antes de desaparecer entre la multitud.

Apenas se alejan sientes el peso de nuevas miradas. Los minks y jujin que inicialmente parecían a punto de enfrentarse a sus opresores ahora te observan con el mismo recelo. No hay palabras de agradecimiento ni gestos de alivio. Sus ojos están llenos de desconfianza como si fueras una extensión más del sistema que los oprime. Uno de ellos, el mink robusto de pelaje oscuro al que insultaron antes da un paso hacia adelante. Su mirada te recorre de pies a cabeza, inquisitivamente, y cuando habla lo hace con voz firme y cargada de resentimiento.

No necesitamos tu ayuda, marine. No te metas en asuntos que no te incumben. —su voz es como un cuchillo, cortante y directa— Tuviste suerte de que te metieras... o esos dos no habrían contado el resto de su historia. —la amenaza implícita en sus palabras es clara, sugieren que habrían actuado sin vacilación... dispuestos a llegar a las últimas consecuencias. Antes de que puedas responder un mink más joven se adelanta, colocando una mano en el hombro del que ha hablado ejerciendo una presión suave para calmarlo. Sacude la cabeza ligeramente indicándole que no vale la pena seguir con ese tono.

Tranquilo, no todos vienen a hacer daño. —dice con voz calmada tratando de suavizar la situación.

Luego su mirada se posa en ti, recorriéndote de arriba abajo como hizo el anterior. Sus ojos se detienen en tus alas, plegadas y envueltas alrededor de tu cuerpo, un detalle que no pasa desapercibido ahora que el pequeño caos ha cesado. Frunce ligeramente el ceño y tras unos segundos habla, expresando lo que los demás están empezando a notar.

Este no es humano... los humanos no tienen alas.

Las palabras del joven mink captan la atención de todos. Los minks y jujin ahora te observan con curiosidad y escepticismo. Algunos de ellos comienzan a retirarse murmurando entre dientes, aún desconfiados. Pero unos pocos permanecen, sus ojos clavados en ti, esperando una respuesta, un gesto que revele tus verdaderas intenciones.

Notas que su desconfianza no se ha disipado. No están acostumbrados a recibir ayuda sin esperar algo a cambio, y sus experiencias los han vuelto cautelosos. Sabes que cualquier intento de acercarte será visto con sospecha. Entiendes que ganarte su confianza no será una tarea fácil, pero recuerdas que tu misión no va más allá de recopilar información. ¿Decidirás ir en contra de las órdenes que te ha dado tu superior, a favor de intentar aunque sea comprender un poco la situación que te rodea? ¿O mantendrás tu lealtad a la marina y por ende a tus superiores en cuanto a órdenes se trata?
#7
Sirius Herald
Eleos
Me quedo quieto un instante después de haber efectuado mi plan, el señor había acabado yéndose del escenario, aunque no pude evitar darme cuenta de que se había fijado en mi insignia de marine… bueno, no se puede decir que no lo intente. Podía sentir las miradas de los minks y jujin taladrándome la espalda. La tensión en el aire todavía me estaba poniendo nervioso, se notaba que tenían ganas de iniciar un conflicto y yo me había metido en el momento menos indicado, ¿pero que podía hacer? No podía permitir que las cosas explotaran de repente. Me levantaría del suelo después de fingir mi caída, observando a aquellos que me miraban, acercaría a ellos con pasos cuidadosos, tratando de no llamar la atención del resto, inclino un poco la cabeza a modo de disculpa, sabía que estaban cabreados. 

-Se supone que no debía de entrometerme… lo siento, no quería importunar. - digo en voz baja- ¿Qué puedo deciros? La verdad es que me preocupaba lo que pudiera pasar a posterior, no me gustaría que nadie saliera herido.

Aunque había logrado alejar a aquel señor, no esperaba un aplauso, ni un gracias, nada parecido, tampoco lo quería, no era mis órdenes. Era fácil percibir la rabia acumulada en sus y palabras.. No podía culparles. Seguramente veían mi placa y su reacción sería desconfiar de mi. Pero…, no me gustaría retirarme sin al menos tenderles la mano, no es que no me gustara, es que no podía, todos merecían una oportunidad.

-No soy humano, no, de hecho no tengo ni un mínimo de sangre humana, soy de una raza llamada Solarian, una mezcla entre dos razas distintas que suele causar repudio en nuestra casa original. -Les confesaria aquella información, sabiendo que se verían reflejados en mis palabras, notando cómo algunas miradas se posan en mis alas pegadas, las cuales acabaría desplegando.

 -Lo cierto es que si que soy nuevo en la ciudad, eso no era ningún tipo de acto… ¿Cómo es posible que la situación esté así? Nadie debería creerse superior que nadie por ser de una forma o otra.. Mi dios, dicta que todos somos iguales pues nos forjaron del mismo fuego. Esto… si no os importa, ¿me podéis explicar como comenzó todo esto, por favor? Seguro que lo sabéis mejor que yo.

El mink más robusto me lanza una mirada recelosa, casi matadora diría yo, pero otro más joven lo calma con un leve gesto de la mano. Aun así, ninguno parece especialmente amable. Lo entiendo: han convivido con insultos y maltratos durante demasiado tiempo como para fiarse de mi.

Respiro hondo, intentando que mi voz suene sincera, al mismo tiempo que las juntaba como si estuviera en posición de rezo.

No vengo a imponer nada, ni aprovechar mi posición, tampoco quiero hacerme el héroe ni ser reconocido, la verdad es que todas esas me dan igual, no me gusta ver a nadie sufrir, absolutamente a nadie, incluso si se trata de un enemigo mío, solo os pido que por lo menos confíeis un poco en mi.. Aunque entiendo que sea difícil.

Algunos minks se miraban entre sí, inseguros. No me extrañaba claro, para ellos solo soy un extraño con un uniforme que trataba de sacarles información sin ofrecer nada a cambio, daría un pequeño paso atrás, esperando que lo vieran como un gesto de respeto, tratando de darles espacio y los miro con una sonrisa amable, sin forzarla. Solo guardo silencio, esperando ver sus reacciones. Posiblemente la mayoría se alejaran y se fueran, ¿Por qué hablar con un tipo tan extraño que hablaba de un dios?. A lo mejor uno de ellos se atreviera a hablar…. En fin, lo que haga cada cual es cosa suya, claro, pero yo tengo la esperanza de que, poco a poco, se den cuenta de que mi intención era genuina. Si, lo se, muchos de vosotros que observais estáis diciendo: ¿Pero, y que hay de lo que dijo el capitán?.... En ese caso, yo os responderé: ¿Qué clase de marine sería si dejara que las injusticias se produzcan delante de mis narices? ¿Qué clase de marine abandonaría a la gente para seguir una moral inventada? Ese no es el tipo de marine que yo quería ser, por muchas órdenes que me dieran. Mi trabajo es ayudar a los necesitados sin esperar nada a cambio, eso está por encima de todo.
#8
Arthur Soriz
Gramps
El murmullo de los demás disminuye mientras el mink más grande se cruza de brazos y rechista con claro desinterés. Sus ojos se entrecierran y con un movimiento lento y deliberado gira los ojos en blanco. Ese gesto solamente significa una cosa para ti... aunque hayas revelado que no eres humano, para muchos de los presentes tu apariencia humana sigue siendo motivo suficiente para desconfiar. Su ceño fruncido y la forma en que se aparta ligeramente transmiten desprecio y resignación. La barrera de prejuicio es evidente, sólida como una muralla que ha crecido durante años de opresión.

Entre los pocos minks y jujin que permanecen, el joven mink que previamente había intervenido vuelve a tomar la palabra. Sus ojos reflejan cansancio. Con un tono firme que no deja lugar a la duda te dirige sus palabras... su voz cargada de la misma experiencia amarga que han vivido todos los presentes.

Lo único que ganarás haciendo este tipo de cosas son dolores de cabeza. —dice el joven mink, sus palabras surgen como un consejo más que una reprimenda—. Muchos han intentado lo mismo que tú… y todos ellos acabaron en el fondo del mar, con cemento como zapatos.

La atmósfera se torna más densa con cada palabra que el joven mink pronuncia. Sus ojos no se apartan de ti mientras continúa, su voz claramente demostrando la frustración que siente. Incluso cuando intentaste ayudar, no has logrado absolutamente nada. Tan solo detener un problema de los cientos de miles que se desarrollan a lo largo de cada día en Lvneel.

Si de verdad quieres hacer las cosas bien, empieza a tomar acciones contra los humanos que nos acosan y maltratan constantemente. —hace una pausa, dejando dejando que sus palabras caigan con fuerza—. Haz algo con esa gente que se cree superior cuando nosotros tenemos el mismo derecho a vivir aquí. Trabajamos igual o incluso más que ellos, y aun así nos desprecian. —su voz se endurece al decir eso—. Y ni hablar de los que viven en las zonas más pudientes... son los peores.

El joven mink resopla ligeramente, como si al decir estas cosas tan solo le hiciera recordar muy malos momentos que preferiría dejar atrás. Se pasa una mano por el rostro como intentando mantener la calma pero la rabia es palpable en cada una de sus expresiones.

Es desagradable, pero es la verdad. —continúa—. Con nosotros no conseguirás nada… solo perderás el tiempo. Si realmente quieres un cambio, atrapa a aquellos que nos siguen maltratando. Mételos presos. Solo entonces tal vez veamos algún cambio. Si no lo haces tendremos que hacerlo nosotros. —su voz baja un poco, pero el fervor en sus palabras se intensifica—. Defendernos es nuestra única opción, aunque sea con uñas y dientes.

El silencio que sigue a su declaración es ensordecedor. Los minks y jujin se miran entre sí, asienten brevemente y uno a uno comienzan a retirarse. El joven mink es el último en marcharse, echándote una última mirada de reojo... como evaluándote, antes de girarse y seguir a los demás. Quedas solo, el bullicio del trabajo reanudado casi de inmediato. Sabes que las decisiones que tomes a partir de ahora en adelante no solo afectarán a ti sino también a aquellos a estás intentando proteger incluso cuando no los conoces en absoluto.

¿Cuál será tu siguiente acción, Sirius?
#9
Sirius Herald
Eleos
Todavía podía sentir la mirada de aquel joven mink clavada en mi nuca mientras se alejaba con los suyos, no parecía estar juzgándome, mas bien era como si simplemente me viera con.. ¿decepción? probablemente pensaba que mi lucha no servía para nada, pero también... tenía pinta de que algo dentro de el quería llegar a creer en que lo que yo predicaba era algo cierto, que todo podía llegar a cambiar... bueno, no lo sabía. Sus palabras resonaban en mi cabeza, me dejaban un amargo sabor de boca. Quería ayudar a que la pelea no se desarrollara por que ellos podrían salir heridos, tanto humanos como Minks, además.... una pelea de ese tipo solo iba a agravar la reputación.

Me quedé un rato mirando a mi alrededor, el lugar donde estaban antes ahora estaba vacío, era... era algo sencillo de entender, cada uno de ellos cargaba años de humillaciones y rechazo, su rencor no brotó de la noche a la mañana... y era imposible cambiarlo de forma rápida, como una herida que tarda años en curarse. Me dolía ver tanta desconfianza, Si el Artífice me concediera un milagro, lo usaría para tratar de parar la discriminación. pobres... atrapados en la cadena del odio por opresores que no saben cual es su verdadero valor.

Los minks tenían sus exigencias, querían encerrar a esos opresores, que demostráramos que no estábamos a favor de los abusos, ¿Qué había hecho la marina de Lvneel? ¿Por que no había elegido un bando? muchas veces mantenerse como un objetivo neutral solo ayudaba a que los peligros se incrementaran, si no hacíamos nada... la guerra civil se vería cada vez mas próxima, si se demostrara un castigo a los abusadores ¡No se atreverían a hacerlo mas! ¿POR QUE NADIE HA HECHO NADA?, el capitán decía que se encontraba cansado, que no podían agitar el avispero, pero, ¿como vas a eliminar el daño si no te atreves a tratarlo?, lo se, lo se, no hace falta que me lo digáis así, Sé que no es tan sencillo como pedirlo y ya, pero, tampoco puedo quedarme con los brazos cruzados. Si logro demostrar que la Marina puede atrapar a los abusadores, podría lograr que los Mink confiaran mas en nosotros...

Con ese pensamiento en mente, me inclino en el suelo, desplegando mis alas en su totalidad, para después empezar a batirlas poco a poco, generando fuertes corrientes de aire debido a su envergadura, acabando por emprender el vuelo, abandonando el astillero y encimándome hacía el mercado (o debería decir, Envolandome), estaba seguro de que los humanos se moverían con mas soltura por esa zona, no sabía aun como iba a abordar la situación, pero información acabaría llevándole al capitán, si o si. 

En el aire, no paro de repetirme que he de mantener la calma, había mucha tensión en cada calle, pero... lo siento, Si alguien abusa de cualquier persona, no dudaré en hacer lo correcto, aunque me cueste el ganarme enemigos, Por algo soy parte del Kaigekitai
#10


Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 4 invitado(s)