¿Sabías que…?
... Este foro se abrió el día de One Piece?
[Aventura] [T3] Suffer
Arthur Soriz
Gramps
El viejo pirata se toma su tiempo al momento para indicarte el lugar al que deberás ir, disfrutando del suspenso que su actuación genera. Ves cómo desliza su mano callosa entre los dobleces de su gastada gabardina con movimientos lentos y deliberados. Su postura parece despreocupada pero percibes una precisión calculada en cada gesto. Mantiene la brújula oculta esquivando cualquier intento tuyo de desentrañar el misterio que guarda con tanto recelo.

Ahora, vamos a ver… — murmura de manera apenas audible, como si hablara consigo mismo o con esa brújula.

Sin revelar la brújula realiza un giro sutil de la muñeca, ajustando su agarre mientras su ojo entrecerrados parecen medir el horizonte. De repente señala hacia un punto cualquiera, un gesto que aunque aparentemente casual lleva una intención medida. Su expresión no delata nada, pero captas un destello fugaz en su mirada, como si le encantara tu curiosidad juvenil; algo que hacía mucho tiempo no tenía la oportunidad de gozar.

Allá, muchacho — te dice con un ademán suave pero firme, indicando una dirección que se pierde entre las callejuelas de Champa. —. Allá encontrarás mi ron favorito.

Sigues la dirección que te ha señalado, y no pasa mucho tiempo antes de que encuentres una taberna en el camino. Con tantas en Champa, cualquier indicación podría llevarte a un lugar similar pero eso no por eso tiene que disminuir tu entusiasmo; esto podría haberle sucedido a cualquiera y a diferencia de los demás con los que intentaste hablar, al menos el viejos se ha tomado las molestias de contarte cosas. Sean verdades o no pues eso ya depende de ti descifrar.

La taberna que eliges está bien surtida, y pronto te encuentras de regreso con una botella de ron en la mano.

El viejo te espera donde lo dejaste y apenas llegas te arrebata la botella de las manos con una destreza sorprendente. Sin siquiera agradecerte, arranca el corcho con los dientes escupiéndolo a un lado y se empina la botella para tomar un largo trago. El ardor del licor le provoca un carraspeo áspero, pero eso no parece importarle.

Ah…~ — exhala con satisfacción, limpiándose los labios con el dorso de la mano. — Nada como un buen ron para abrir la mente y aflojar la lengua, ¿no crees?

Se reclina contra los barriles que le sirven de asiento y notas cómo su semblante se relaja, ofreciéndote un trago de ese ron. Si acaso te dignas a aceptar su invitación de compartir un poco de ese brebaje destilado, es tan fuerte que te arde toda la boca y el comienzo de la garganta. Bueno para calentar el cogote y las tripas en un día frío de invierno. Pésimo para el hígado.

Los Tribulantes, esos fantasmas... — comienza de nuevo, su voz adoptando un tono conspirador. — No todos saben que Ætherius, su líder, tenía un anillo. Un anillo que según cuentan podía conjurar tormentas o calmar los mares con un simple giro. Fue forjado en el corazón de un volcán, por un herrero que perdió su alma al crear algo tan poderoso.

Hace una pausa dejando que sus palabras llegasen a ti, su tono ahora más oscuro y grave. Sus manos se mueven ágilmente, llevándose el pico de la botella de nuevo a la boca y dándole otro buen trago al ron antes de seguir hablando. Arrastra un poco las palabras pero te das cuenta que el viejo tiene su buen aguante; cultura alcohólica andante.

Pero no fue el anillo lo que lo hizo legendario, no… fue el haber hecho de isla Tortuga lo que es ahora, ¡él mismo mató a la tortuga de mar sobre la que ahora estamos parados! — suelta una sonora carcajada, llevándose una mano al estómago casi cayendo de espaldas al suelo. Pero se vuelve a erguir, y continúa hablando. — Con sus propias manos, es por eso que nadie quiere hablar de ello. Y escribió todas sus hazañas en la colina de los huesos.

Las historias fluyen de sus labios con facilidad... cada una más elaborada que la anterior, queriendo mantenerte atrapado entre lo creíble y lo fantástico. Es en ese momento cuando te das cuenta de que será tu tarea separar la verdad de la ficción en el mar de historias que el viejo te ha contado.
#11
Horus
El Sol
No me quiso revelar el funcionamiento de aquella misteriosa brújula. No me importaba; no es como si quisiera robársela ni nada parecido. Es más, opino que tener ese artefacto haría mis viajes muy aburridos, porque no tengo interés en alcanzar un destino fijo. Aunque tenía curiosidad por un detalle: si a lo que apunta la brújula es a lo que uno más desea, y en mi caso está el deseo de hallar lo desconocido, disfrutando del viaje, en lugar de apuntar directamente al destino, iría hilando pistas y guiándome a ellas. Esa era una intriga que me recorrió por un momento, pero no le di muchas vueltas; la brújula no me pertenecía de todos modos. Así que solo aguardé a que el hombre me señalara la dirección.

— ¡Enseguida vuelvo! — salí corriendo.

Dejé a Isis vigilando la zona por si pasaba cualquier cosa. Me habían mirado mal algunas personas; si nos habían seguido hasta ese lugar, podían poner en peligro al anciano, y no quería que eso ocurriera. Me gustaría poder viajar a toda velocidad en un instante, casi como si tuviera un poder que me permitiera hacerlo, pero ahora mismo no era el caso, así que simplemente corrí con todas mis fuerzas en busca de una taberna en la dirección señalada por el anciano. Finalmente, di con una. Me paré un momento, trazando con mis dedos, el sol y los edificios que observaba, una pequeña triangulación con el fin de asegurarme de que este sitio estaba en la dirección correcta, y así era. Entré y compré sin ningún problema una botella de ron de buena calidad; tampoco es que en el local hubiera licores extremadamente costosos, dado que antes de pagarlos en esta isla los robarían, pero contaba con una gran variedad.

Regresaría al muelle. Al ver el vuelo calmado y natural de Isis, noté que no había ningún tipo de problema en el lugar, así que solo regresé tranquilo con la botella en mi mano. En cuanto se la enseñé al hombre, me la arrebató de las manos al instante y comenzó a tragar de forma brusca y descontrolada, como si fuera agua tras cruzar el desierto; ese recuerdo me hizo sentir nostalgia de aquella vez que traté de cruzar Arabasta a pie y olvidé el agua. Llegué desesperado a Yuba y bebí de una forma parecida a la de ese hombre.

— No puedo negárselo; precisamente frecuento tabernas para escuchar las historias que fluyen gracias a la magia del ron, entre otros licores — le respondí al hombre.

Tras ver que el hombre se acomodaba, haría lo mismo a su lado, viéndole disfrutar de su botella de ron. Aun habiéndosela dado, el hombre me ofreció un trago; lo acepté sin mucha ceremonia y le di un sorbo para inmediatamente devolvérsela, mientras notaba cómo los fuertes grados de ese alcohol descendían por mi garganta hasta mi vientre, calentando todo mi cuerpo de una forma intensa que me hizo sentir un escalofrío por la intensidad del ardor. Sin embargo, no puse mala cara ni nada parecido. El alcohol me gustaba como a cualquiera y disfrutaba de sus placeres.

El hombre volvió a retomar la historia desde donde la había dejado. Volviendo a resaltar la figura de Ætherius, quien ahora quedaría inmortalizado en mi diario como el fundador de la isla Tortuga, un hombre con el poder suficiente para matar a una tortuga colosal del tamaño de una isla y con poderes para controlar los mares gracias a un anillo mágico. Todo eso me resultaba fascinante hasta tal punto que había sacado mi diario de anotaciones para tomar nota de todo.

— Ese anillo, desde luego, suena como una reliquia muy poderosa e interesante, pero me llama más la atención el hecho de que Ætherius fuera el fundador de esta isla; es decir, él quiso fundar un refugio para los piratas del mar, aunque no sé si apruebo que tuviera que matar a una tortuga gigante para lograrlo. Pero eso me genera algunas hipótesis y dudas, la verdad — le diría muy animado antes de empezar con mi propia verborrea.

Evidentemente, como buen explorador y aventurero, me hacía muchas incógnitas y preguntas cuando iba obteniendo información de uno de mis objetivos; debía empezar a cuestionarme todo y atacar el misterio desde todos los ángulos posibles con el fin de encontrar la verdad oculta.

— Puedo entender que Ætherius era el capitán pirata de una tripulación llamada los Tribulantes, y que alcanzaron esta isla Tortuga buscando un tesoro; más lo que descubrieron al hacerlo los sorprendió de gran manera. Quizá la muerte de la tortuga fue con el fin de acceder a dicho tesoro, o como una medida para establecer la ciudad y evitar así que ciertas personas buscaran esta isla... Aunque ahora bien — haría una leve pausa.

A continuación, iría de forma calmada y pausada, con la emoción genuina que apenas se puede llegar a ver en un niño, pero sin elevar el tono para que no llamáramos la atención de quien no debíamos.

— Primero de todo, ¿tan malo fue que matara la tortuga para fundar esto como para que nadie quiera hablar de los Tribulantes? Me ha sorprendido el hecho de que se cerraran tan en banda ante ese nombre — sería la primera pregunta.

— En segundo lugar, ¿sabe más o menos cuándo pudo ocurrir eso? Según me dijo, esa brújula se la dio alguien que afirmaba haber viajado con los Tribulantes, pero eso puede abarcar muchos años de antigüedad o muy pocos. Me sorprende que, si es algo reciente, la gente de la isla lo considere una leyenda o mito; es decir, incluso por el North Blue sería una noticia resaltable que una tortuga gigante había sido asesinada — la segunda cuestión.

— Mi tercera cuestión sería un poco relacionada con la primera: si está mal visto hablar de los Tribulantes, ¿es algún tabú o prohibición en la isla tratar de investigarlos? Porque aun así lo voy a hacer, pero me gustaría saberlo por si tengo que cubrirme las espaldas mientras busco los escritos en las colinas de huesos — sobre todo quería proteger a Anaka, Anubis e Isis.

— Y la última por ahora, y si no es mucha molestia... ¿Quién es usted? Es decir, sabe mucho, tiene esa brújula, se mueve con soltura por la ciudad; no puedo evitar interesarme por su persona o quién llegó a ser antaño... Ah, sí, por cortesía, al preguntar por usted debería presentarme: mi nombre es Horus, provengo de Arabasta — culminaría por mi parte.

Quizá era un poco descortés abrumarle con tantas preguntas, aunque tal vez la menos cortés fue la última de ellas. Pero no podía evitar tener cierto interés por aquel hombre; incluso mi instinto me había guiado hacia él nada más verlo, y con el tiempo parecía como si él hubiera querido que lo encontrara en todo momento.
#12
Arthur Soriz
Gramps
El viejo pirata se acomoda en su improvisado asiento, recargándose contra los barriles y por un momento parece olvidar todo lo que lo rodea. Su mirada antes fija en el vacío se ilumina con un brillo travieso... como si el ron hubiera despertado un fuego que había estado dormido en su interior. Sus palabras se vuelven más rápidas, entrecortadas pero cada una de ellas lleva consigo una emoción palpable que parece revitalizarlo. Ya no es solo un anciano decrepito que arrastra sus recuerdos por las alcantarillas de su mente... ahora es un hombre lleno de historias que nunca fueron contadas, un narrador que siente cómo su alma se eleva mientras habla.

¡Ah, muchacho! — exclama, golpeando el suelo con el talón de su bota en un ritmo casi descontrolado. Su cuerpo se bambolea al igual que sus pies colgando del muelle mientras su rostro se retuerce en una mueca de satisfacción y alegría. Su voz antes áspera y rasposa, se va tornando más viva, como si cada palabra fuera una explosión de viejos recuerdos que finalmente tienen la oportunidad de salir al aire. — ¡El puto Ætherius! ¡El hombre que domó a la tormenta y mató a la tortuga!

El ron parece darle una energía renovada y las palabras comienzan a fluir sin descanso. Habla de Ætherius como si hubiera sido su compañero de vida, como si las hazañas del líder de los Tribulantes fueran suyas. Es un torrente de emociones y sus gestos se vuelven exagerados... casi cómicos. Levanta los brazos al cielo como si intentara mostrar la magnitud de lo que cuenta y su rostro se contorsiona de tal manera que parece que pudiera deshacerse en mil pedazos para luego recomponerse. Los años de vida en alta mar se reflejan en cada línea de su expresión pero ahora esos años son fuentes de historias maravillosas.

¡No es que fuera un tipo cualquiera! ¡No, no, no! Ætherius... ¡ese hombre podía hablar con los vientos, muchacho! ¡Con los vientos! — ríe ruidosamente y casi se cae de espaldas de la exageración pero rápidamente se agarra a uno de los barriles para mantenerse en su lugar. El ron le arde en la garganta con cada trago que le da pero parece disfrutarlo más mientras lo escupe de vuelta al aire mezclado con saliva, como si fuera un joven y no un anciano que ya ha cruzado demasiados mares. — Cuando la isla Tortuga estaba a punto de hundirse, ¡él se encargó con sus propias manos de que se mantuviera a flote! Todos esos hombres, todos los Tribulantes, temblaban ante su voluntad. Le decían "El que no tiene miedo a nada", porque vaya, ¡¿cómo podría tenerlo?! ¡Ni siquiera la muerte quería acercarse a él!

De repente la atmósfera cambia. El viejo pirata se pone serio y sus ojos antes chispeantes se oscurecen. Mira hacia el horizonte, como si realmente pudiera ver lo que ocurrió hace tantos años. Las palabras se suavizan... se vuelven más lentas, como si la gravedad de lo que cuenta lo estuviera aplastando.

Pero… claro… no todo era tan bonito como parece. Ningún líder es perfecto. — su tono se vuelve más sombrío, y su mirada fija en el vacío, como si viera a los fantasmas del pasado. — Los Tribulantes… la mayoría no lo sabe, pero Ætherius hizo mucho más que fundar esta isla, ¡mucho más! Cuando mató a la tortuga, la sangre… — hace un gesto con las manos como si estuviera pintando el aire con el relato —. La sangre empapó las rocas de la colina de los huesos. Y esa sangre… esa sangre... ¡se decía que le daba poderes a todo aquel que la tocara! Un sacrificio, muchacho, un sacrificio terrible.

Hace una pausa y por un momento parece perderse en sus propios pensamientos. Los años parecen pesarle de nuevo y el brillo en sus ojos se apaga por un segundo. Luego se sacude, como si despertara de un sueño. Su rostro antes sombrío se ilumina de nuevo con una sonrisa torcida, mientras se balancea de un lado a otro.

¡Eso es lo que te traigo, chiquillo! — se interrumpe a sí mismo, riendo otra vez. Su voz es más fuerte, como si tuviera que soltar toda la energía acumulada. — La verdad y nada más que la verdad.

Por un momento se nota cómo su mirada parece un poco desconfiada, como si todo lo que estuviera diciendo fuera lo más importante de su vida y el habértelo dicho significa que pueden ser juzgadas. Luego tras una última carcajada se recuesta contra uno de los barriles soltando el aire de golpe, como si acabara de contar un secreto que ni él mismo quería que se supiera.

Y así entre risas y gestos exagerados se queda en silencio, observando el mar. Al poco tiempo, se vuelve hacia ti, sus ojos chisporroteando con una vitalidad renovada. Con una mueca traviesa, habla nuevamente.

¡Ah, claro! Se me olvidaba. Me llamo Dolos, muchacho. Un placer, aunque no parezca. Y no olvides escribir todo eso que te conté, porque si no lo haces, no servirá de nada. — se frota las manos como si estuviera disfrutando de un logro secreto. — Y ahora, ¿qué vas a hacer con toda esta información? ¿Vas a quedarte con la boca cerrada o vas a hacer algo con ella?

El viejo ahora más vivo que nunca se toma otro sorbo largo de ron, sonriendo a medias. Consciente de que alguien lo está escuchando de verdad, luego de tantos años.
#13
Horus
El Sol
Ambos reposábamos contra aquellos barriles viejos y destartalados del muelle desértico. Sin duda, ese lugar destacaba por contar con una cierta paz que parecía imposible en aquella ciudad atronadora y llena de alborotadores. Pero era interesante ver que, incluso en una ciudad sin ley, uno podía encontrar pequeños espacios para el descanso y el reposo con completa tranquilidad. En ese momento, éramos tan solo dos personas charlando sobre mitos y leyendas, uno de mis temas favoritos, sin lugar a dudas. Me relamía ligeramente el rastro de ron que me quedaba entre los labios con el fin de recordar el sabor del mismo, que revivía en mi interior el calor y ardor del licor. Me planteaba comprar alguna botella más de esas para cuando en alguna noche hiciera mucho frío. Pero a Anaka no le gustaría que desperdiciara el dinero en algo como alcohol, aunque nunca le pregunté si le gustaba la bebida; igual no hacía daño una.

Sin duda, el ron había logrado que el hombre anciano soltara su lengua, más no parecía estar escuchándome mucho. Era como si tuviera una historia que contar, algo que albergaba en su corazón y tenía la necesidad de entregar esa historia a una nueva generación antes de que su vida expirara. Gracias al embriagador licor, una chispa leve comenzaba a brillar y arder en su mirada, dándole una chispa de juventud más viva que nunca. Aunque bien podría ser una última ascua en la hoguera antes de apagarse y extinguirse por completo. Me daba un poco de lástima que pasara sus últimos años de vida en una ciudad como esa, con los maravillosos lugares que había por el mundo. Pero, sin duda, si alguien de su edad se refugiaba en esa isla, era porque en su pasado no había precisamente buenas acciones.

La historia del tal Ætherius era bastante fascinante. Sin duda, tuvo que ser una leyenda viva en su momento: el domador de las tormentas, aquel que derrotó a la gran tortuga, quien cargó la isla Esqueleto sobre sus brazos. En fin, unas historias increíbles y legendarias que parecían una auténtica fantasía. Me encantaba esto; nada más llegar al North Blue ya estaba encontrando nuevas historias sobre una figura legendaria que no conocía. No cabía en mí la emoción y era incapaz de dejar de plasmar en mi diario las palabras de aquel hombre sobre aquel que no tiene miedo a nada. Los detalles de la sangre por las colinas de huesos me llamaron la atención, pero creo que todo lo relacionado con ese lugar sería mejor ir a contemplarlo directamente por mí mismo.

— La verdad está ahí fuera y es mi objetivo descubrirlo — le diría emocionado.

El hombre terminó de contar todo lo que tenía que contar. Era como si, por fin, se hubiera quitado algo de su conciencia; había pasado el testigo de esa historia a posiblemente la única persona que, en esos momentos, estaba en la isla dispuesta a escucharla y averiguar sobre ella. Esta charla había sido muy enriquecedora; Dolos era una persona fascinante con mucho que contar y, al parecer, ya tenía que heredar esa historia. Estaba muy feliz de ser quien podía tomar el testigo de esa leyenda.

— Un placer, Dolos, y no se preocupe. Lo tengo todo bien anotado en mi diario. Esta leyenda, sin duda alguna, saldrá a la luz y la conocerá el mundo entero, estoy seguro de ello — le diría con emoción mientras trazaba la última línea de mis anotaciones — Y sobre lo que haré en estos momentos, lo tengo muy claro: iré a investigar las colinas de huesos con toda la información que me ha dado. Para poder contar la historia de los Tribulantes y de Ætherius, necesito encontrar los escritos que dejó ese hombre en aquellas colinas. Hoy me prepararé y mañana partiré en su búsqueda — le diría, levantándome de nuevo.

En mis ojos se contemplaba el brillo de la determinación y la férrea convicción de que estaba haciendo lo correcto. Ya había logrado alcanzar la primera pista sobre un nuevo y misterioso enigma. Ahora solo tenía que seguir descifrando las pistas y encadenándolas hasta encontrar la verdad sobre los Tribulantes. Pero, antes de despedirme de mi compañero, tenía que hacerle unas últimas preguntas a mi nuevo amigo.

— Dolos, si me permite dos últimas cuestiones: ¿de casualidad, qué será de usted ahora? ¿A dónde irá? — una pregunta curiosa sobre el destino de ese hombre — Y, de casualidad, ¿ha sido esa brújula lo que lo condujo hacia mí? — claramente, el hombre buscó que fuera a su encuentro; guardaba mis sospechas.
#14
Arthur Soriz
Gramps
Todo parece calmarse una vez le dices esas últimas palabras... esa pregunta, de sincera curiosidad; todo parece quedarse en silencio por unos segundos de más que se sienten eternos. Pero entonces Dolos suelta una carcajada que rompe el silencio como una ola contra las rocas. Es una risa profunda y extraña... llena de vida, como si el mero acto de reír le devolviera años de juventud. Mientras ríe, Dolos se encoge de hombros de manera teatral como si la pregunta sobre la brújula fuera una de esas cuestiones que ni el tiempo ni el destino se preocupan por responder. Te mira de forma juguetona, sus ojos brillando con ese fuego que el ron ha despertado.

¿La brújula? — dice, sacudiendo la cabeza con una sonrisa torcida. — Ah, muchacho... esas son cosas que uno tiene que descubrir por sí mismo. No te rompas la cabeza con eso.

Te agradece con una inclinación ligera de la cabeza, sus movimientos torpes pero llenos de una dignidad peculiar. Su mano se posa sobre la botella de ron ahora casi vacía y la levanta en un gesto de gratitud. Sus dedos tiemblan ligeramente pero no es por debilidad sino por la emoción que le embarga después de contar todo lo que ha dicho hasta ahora. La verdad es que su actuación... su labia, la forma en la que ha relatado cada uno de lo sucesos de estos supuestos Tribulantes llenaría de emoción a cualquiera y recibiría aplausos de pie.

Gracias, muchacho... por escuchar las tonterías de un viejo pirata. Y por el ron, claro. No sabes cuánto lo necesitaba.

Se levanta de manera tambaleante, sus piernas flaquean un poco bajo la torpeza culpa del alcohol que corre por sus venas. Sus movimientos son un tanto lentos, como si el suelo bajo sus pies se balanceara con las olas del mar que una vez navegó. A pesar de esto hay una cierta gracia en su desaliño, una coreografía improvisada de un hombre acostumbrado a caminar sobre cubiertas inestables.

¿A dónde iré? — pregunta de forma retórica porque tampoco es que espere respuesta, mirando al horizonte como si allí pudiera encontrar la respuesta. — Quién sabe, muchacho. Pero recuerda mis palabras... a veces dar un salto adelante significa dejar algunas cosas detrás. No te preocupes por mí. Si esta isla lo quiere volveremos a vernos.

Con esas palabras se despide con una rapidez que desmiente su estado tambaleante. Se ajusta la chaqueta con un gesto que en otro contexto podría parecer hasta elegante y empieza a caminar. Sus pasos lo llevan poco a poco hacia los callejones de Chamba. Su silueta se desvanece pronto entre las sombras tambaleándose ocasionalmente, apoyándose en las paredes... pero siempre avanzando.

Te quedas ahí, con la brisa marina acariciando tu rostro y un sinfín de pensamientos girando en tu mente. La historia que Dolos te ha confiado y la curiosidad por los misterios de los Tribulantes y Ætherius resuena en tu cabeza como el eco de mil campanas, interminable. Sabes que tienes mucho que procesar y la sensación de que este encuentro ha sido solo el comienzo de algo mucho más grande solo te da más ganas de seguir aprendiendo sobre los secretos que esta isla tiene preparados para ti.

Dolos... ¿de qué te sonará ese nombre?
#15
Horus
El Sol
Con todo en calma, Dolos adoptaba un semblante más relajado. Había sido una buena y productiva charla, además de a un precio extremadamente módico, que era una simple botella de ron. Mi pregunta sobre la brújula fue respondida de forma esquiva, sin una contestación muy directa y asertiva; quedaba un poco a mi imaginación y criterio imaginar si era una certeza o solo mi imaginación. Dolos no lo dijo con esas palabras, pero eso me hacía pensar que realmente utilizó ese artefacto para dar conmigo. Desconocía el motivo y la razón por la cual el deseo de ese hombre fue, por un momento, encontrar a alguien como yo, pero me resultaba interesante pensar que así era.

El hombre se mostraba animado, como si se hubiera quitado un gran peso de encima por haber revelado y transmitido esa historia, por fin. Debía ser una carga que guardaba muy dentro de él. Y no podía culparle; en vista de cómo se comportaban en aquella isla con quienes preguntaban por los Tribulantes, debía ser imposible que contara esas historias a alguien de la misma y que se las tomara en serio o las quisiera escuchar. Tenía que ser triste vivir en una ciudad donde los sueños habían muerto, más si habías tenido una vida de delincuencia y tu cuerpo ya no estaba para surcar los mares; era imperativo buscar refugio en un antro como ese.

— Fue un placer escucharle. Podamos encontrarnos de nuevo o no, le llegarán noticias de mí y los Tribulantes, téngalo por seguro — le diría con cierta seguridad.

Con esas últimas palabras intercambiadas, el hombre se desvanecería entre los callejones de aquella ciudad, como una silueta perdiéndose entre las estructuras solitarias hasta que mi vista lo perdió por completo, incapaz de anticipar exactamente por dónde podría haberse movido. Esto me revelaba que, de haber querido, no le habría podido seguir hasta este puerto en una primera instancia. Desconocía si Isis había logrado observar algo, pero tampoco quería estar curioseando demasiado su vida; ya había sido una buena charla, era mejor dejarle descansar.

Por mi parte, ya había pasado demasiado tiempo en aquella ciudad. Anaka estaba sola con Anubis y el pulpo globo en una playa cercana; era mejor ir ya con ellos para no hacerlos esperar más, sobre todo tras descubrir que aquella era una isla llena de piratas. Solo Dios sabe qué podría pasar si, por lo que fuera, empezaba a circular el rumor de que había una sirena en la costa cercana; comenzaría una cacería casi seguro para venderla como esclava. Problemas de las ciudades infestadas de criminales por todas partes. Pero nunca permitiría que le pasara nada; enseguida nos pondríamos a buscar un buen refugio para escondernos, alejados de Champa y más cerca de la colina de huesos. Por cómo me habló Dolos de ese lugar, no parecía una zona muy transitada.

Así que, finalmente, también me adentraría en las calles de la ciudad para regresar por mis pasos hasta la salida. Había hecho las compras que consideraba imprescindibles para poder iniciar nuestra aventura: tenía algunos víveres, materiales de navegación, ropa de abrigo y un medio para comunicarnos Anaka y yo. Por lo tanto, ahora solo restaba hacerle una señal a Isis para que regresara conmigo hasta el punto de encuentro con los demás, donde naufragamos.
#16
Moderador Doflamingo
Joker
¡RECOMPENSAS POR AVENTURA T3 ENTREGADAS!


Usuario Horus
  • Berries: 6.175.000 -> 8.675.000 (+2.500.000)
  • Experiencia: 995.000 -> 1085.00 (+90)
  • Nikas: 10 -> 25 (+15)
  • Reputación: +30 Reputación Positiva

Narrador Arthur Soriz (Narrador Estudioso)
  • Berries: 33.800.000 -> 35.000.000 (+1.200.000)
  • Experiencia: 2080.00 -> 2190.00 (+110)
  • Nikas: 100 -> 119 (+19)
  • Cofres: +Cofre Gigante x2
#17


Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 10 invitado(s)