Hay rumores sobre…
... que existe una isla del East Blue donde una tribu rinde culto a un volcán.
[Diario] [D-Pasado] Camino hacia el escenario
Qazan
Qazan
Como cada vez que salía a subasta, me colocaban un lazo al cuello con el que poder estrangularme sin olvidarse de los grilletes en las muñecas, las cadenas en los tobillos y varias bolas enganchadas a la cola para evitar cualquier intento de fuga. Mis hermanos y hermanas sacaban las manos de entre los barrotes de sus respectivas celdas.

Durante años había hecho y visto hacer ese camino incontables veces, algunos tenían suerte y jamás volvían mientras otros aguardábamos una segunda oportunidad. En mi caso las oportunidades se habían terminado, si nadie pujaba por mi esta vez sería mi fin.

A paso lento pues mis ataduras no me permitían demasiada libertad de movimientos, cada paso era como un clavo en un ataúd, claro y certero. El repiqueteo de las cadenas a cada paso hacían ver aquel tramo como una procesión.

Poco a poco mis hermanos de penurias veían como mi figura se hacía más y más pequeña hasta prácticamente desaparecer en el pasillo. Estando ya detrás del telón me costaba aguantar los nervios, estaba muy inquieto, nervioso. Escuchaba la muchedumbre, por lo poco que distinguía parecía que ya habían anunciado mi turno, este lugar tiene una particularidad que solo los que llevamos tanto tiempo conocemos, y es que nunca hay postores nuevos. Esto quiere decir que lo que me esperaba detrás de la cortina no iba a ser si no una constante de burlas e insultos, si en estos diez años, nunca le llamé la atención a ninguno de esos malnacidos, ¿Por qué iba a ser hoy el día?

Justo así sucedió, fue poner un pie en el escenario y empezar aquella tortura. Nada más abrirse el telón anclaron las cadenas que me tenían preso al suelo, a su vez, los carceleros retrocedieron y se limitaron a apuntarme con sus lanzas. En ese momento fue cuando lo comprendí todo, no se había anunciado mi subasta, si no mi ejecución.

–La familia Blackmore quiere agradecerles su apoyo y fidelidad con este pequeño espectáculo–. dijo el subastador haciéndome entender que mi vida no valía literalmente ni un Beri. Era una posibilidad muy remota, pero conservaba la esperanza de que alguien de entre todos aquellos bastardos se apiade de mi. Craso error por mi parte.

Armados con piedras, frutas podridas y hierros oxidados comenzaron a lanzarme de todo. Los muy malnacidos, para colmo, tenían una fijación con mi cabeza y mis aletas. Sin ninguna duda tenían un fuerte odio hacia mí. Al principio no sentía ningún daño, ya que tantos años de tortura me habían insensibilizado al dolor físico, ya que el dolor emocional, eso era otra historia. Vejación tras vejación, llegó un momento en que podía sentir como la poca humanidad que quedaba dentro de mí, se desvanecía. Era consciente de cómo mis instintos animales más primarios se apoderaban de mi ser emergiendo así una sed de sangre que solo deseaba arrancar una a una cada extremidad de los allí presentes.

Luego de varios minutos, las pedradas comenzaron a hacer heridas por todo mi cuerpo. la sangre emanaba de cada herida, el dolor, cada vez se hacía más intenso y así como sentí que la poca humanidad que me quedaba me abandonaba también podía sentir como poco a poco, iba perdiendo el conocimiento. Con los ojos medio entornados y la vista de color granate no podía hacer otra cosa, sino sucumbir ante el dolor.

Instantes antes de perder el conocimiento, mi mirada se quedó clavada en uno de los allí presentes no me sonaba haberlo visto en anteriores subastas aunque tampoco estaban en condiciones como para distinguir entre caras. Lo siguiente que recuerdo es como una pedrada errada, golpeaba el andamio que sostenía el escenario, quien fuera que le diera sin duda, tenía una fuerza extraordinaria, ya que del golpe hizo tambalear toda la estructura consiguiendo que esta se venciese con la gran desgracia, de pillarme a mí justo debajo, cuando cayó el contrapeso que movía el telón. Un golpe tan fuerte como para abrirme la cabeza es lo último que recuerdo con claridad.

Después de aquello los recuerdos los tengo entrecruzados recuerdo el calor de las llamas, el haber sido arrastrado durante un largo recorrido Y también el vago recuerdo de tener toda la parte blanca de mi piel, cubierta de un rojo intenso producto de mi sangre. También recuerdo el traqueteo de un carro, el cual, sin previo aviso, detuvo su camino sea cual fuese. -Este es un buen lugar, ayúdame a tirar esta escoria-. Entre varios carceleros trataron de avanzar mi cuerpo por el borde de un puente. Ni siquiera se molestaron en retirar la bola de hierro de mi tobillo, nada más caer al mar mi cuerpo se hundía como si de una piedra se tratase.

-Pobre chico, de verdad que tenemos que hacer algo con esa familia, esto no puede seguir así-. Mi conciencia iba y venía, no terminaba de poder ordenar todos aquellos recuerdos tan difusos. -¿Se pondrá bien el chico?-. Escuché decir a una voz desconocida. El golpe que lleva en la cabeza no es moco de pavo, me sorprende que siga con vida. ¿Cómo le has encontrado?-. Preguntó extrañado aquella voz. - Llevo varios meses investigando a esa familia del demonio, no traen nada bueno entre manos.

-Como médico no puede hacer más que rezar porque algún día se despierte-. Supongo que hablaban de mí, no podía moverme pero era consciente de lo que ocurría a mi alrededor. Aunque por otro lado, también es cierto que no sabía cómo había llegado a aquella situación. No tenía recuerdos anteriores a escuchar aquellas dos voces hablar, no sabía quién era ni cómo había acabado allí. No era consciente de cuánto tiempo había pasado hasta que un día de pronto sucedió. Pude recuperar la conciencia.

Con un gran dolor de cabeza y la luz, colándose entre mis párpados, por fin puede despertar. Estaba tumbado en una cama hecha de paja, a la izquierda de esta había una ventana que dejaba ver el cielo azul, sin motivo aparente, no podía evitar quedarme embobado, mirando a través de esta, parecía que nunca hubiese visto antes el cielo. Un dolor punzante en la cabeza hizo que me llevase las manos a la cara. En ese mismo momento entraba por la puerta un gyojin regordete cubierto de espinas. - hombre chico, por fin despierta bienvenido al mundo de los vivos-. Me sentía muy desorientado. No sabía quién era ni cómo había llegado hasta allí. Tanto el gyojin como yo fuimos a hablar, pero justo en ese momento fuimos interrumpidos por el rugido de mi estómago hambriento.

-No me extraña que tengas hambre hace semanas que estás durmiendo-. dijo aquel hombre que se acercaba al mueble de la esquina de la habitación para coger varias manzanas y ofrecérmelas. -Come despacio chico no me gustaría tener que volver a asistirte-. Por lo que me daba entender ese hombre se había estado ocupando de mí desde hacía ya algún tiempo. -Gracias por ocuparte de mí-. no sabía que había podido pasar para que de pronto no tuviese ni un solo recuerdo de mi vida hasta el momento de abrir los ojos, pero fuera como fuese, le debía la vida.

Invirtió gran parte de su tiempo en explicarme todo lo sucedido estas últimas semanas. Un buen amigo suyo había visto como un grupo de personas lanzaban mi cuerpo desde un puente Y que nada más ver lo rápido que en un día se metió al agua para tratar de ayudarme y que una vez logró sacar mi cuerpo flote, me trajo hasta esta cabaña nadando. También se entretuvo en explicarme, porque ahora tenía una cicatriz en la cabeza con un patrón geométrico, por lo visto, tuvo que cauterizar la herida ya que sale mucha sangre de ella. -por cierto, no me he presentado me llamo Fugu-. me disponía presentarme yo también cuando me di cuenta de algo, no recordaba mi nombre. Fugu sorprendido, trató de elaborar un remedio casero para intentar recuperar la memoria Ya que por mucho tiempo que pasábamos hablando, no era capaz de recordar absolutamente nada de mi vida anterior.

El tiempo seguía pasando y poco a poco iba recuperando la movilidad después de tanto tiempo encamado, sentía como todos los músculos de mi cuerpo se habían atrofiado un poco luego de tanto tiempo sin poder moverme. Por otro lado, Fugu ya, empezaba a cansarse de intentar combinaciones nuevas de aquel remedio para la memoria, en muchas ocasiones, echaba la culpa asimismo por su falta de conocimientos y no poder desarrollar una cura para la pérdida de memoria. -no te preocupes, Ya me acordaré de todo cuando sea el momento-. Le decía siempre para tratar de quitarle algo de peso a esa carga que él mismo se había impuesto.

Más pronto que tarde, desarrollé algo parecido a un sentimiento paternofilial hacia Fugu esa manera de cuidar de mí, junto al hecho de que no tenía recuerdos de nada anterior, a él, hacían la mezcla perfecta para qué le consideras desee como mi propio padre alguien del cual sin duda aprender muchísimo tanto por sus principios y valores como por su propio saber hacer. Sí que es cierto que la curiosidad y la intriga de saber quién era empezaban a ser mas bien una necesidad descubrir más sobre mí mismo, quién era o cómo había llegado hasta la cabaña de Fugu y también por qué este evitaba de manera constante el tema de cómo acabé en su hogar.

-Oye Fugu…-. Dije sin saber muy bien cómo sacarle el tema-. ¿Crees que podrías enseñarme a sobrevivir solo?-. Le pregunté esperando una negativa por su parte. -Vaya chico por fin ha llegado el día ¿eh?-. Dijo él casi profetizando que este momento acabaría llegando. -Como puedes ver, no soy más que un viejo doctor retirado sin embargo, puedo enseñarte lo básico de nuestra raza. Sobrevivir, ya dependerá de ti y tu voluntad-. Casi parecía que aquella era su primera lección, llegó el momento de que el padre enseñase al hijo. -Aunque primero deberíamos buscarte un nombre-.
#1


Salto de foro:


Usuarios navegando en este tema: 1 invitado(s)