Lawliet D. Giorno
Iceberg de la Marina
20-01-2025, 06:55 AM
(Última modificación: 20-01-2025, 08:29 AM por Moderador Usopp.)
~ ¿Escuero? Escuero. ¡Escuero, Escuero! ~
Isla Tortuga
~ Día 4 de Invierno del año 724.
El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte de las costas de Isla Tortuga, pintando el cielo con tonos anaranjados y dorados. Giorno, de pie junto a la orilla, tenía la mente mientras con su mano derecha generaba vapor de escarcha, meramente para entrenerse y practicar un poquito su Hielo control. Concentrado, extendió una mano hacia el agua, congelando una pequeña sección del mar con un movimiento fluido.
Perfecto. Estoy seguro que podría mantener este hielo por horas, quizás dias. Aunque por ahora prefiero no dejar rastros. Murmuró para sí mismo, mientras evaluaba su progreso. Con un ademán brusco, deshizo el hielo, dejando que el agua volviera a su estado líquido.
De repente, un ruido entre las olas llamó su atención. Giorno frunció el ceño, girando la cabeza hacia la dirección del sonido. Una pequeña tortuga marina, con una expresión sorprendentemente descarada, emergió del agua. Tenía una concha azul brillante y ojos que parecían llenos de travesura.
¿Y tú quién eres? eguntó Giorno, arqueando una ceja.
¡Escuero! Respondía el animal, inflando el pecho como si fuera un capitán pirata orgulloso.
Giorno ladeó la cabeza, confundido.
¿Escuero? Ese es tu nombre o… ¿solo sabes decir eso? Intentó, mientras daba un paso hacia la tortuga. Escuero respondió con otro alegre: ¡Escuero!, levantando una de sus pequeñas patas como si lo saludara.
Muy bien. Escuero, entonces. —Giorno sacudió la cabeza con una sonrisa apenas perceptible antes de volverse hacia el mar para continuar con sus ejercicios, aunque su expresión seguía seria. Sin embargo, cuando extendió una vez más la mano para congelar el agua, Escuero decidió interferir.
Con sorprendente velocidad, la tortuga corrió hacia la orilla y se lanzó de panza sobre el hielo recién formado, deslizándose como si estuviera en un parque de diversiones.
¡Oye! ¡Acabo de hacer eso! Protestó Giorno. ¡ESCUERO! Soltaría Escuero de pura felicidad, girando sobre su concha como si estuviera mostrando sus mejores movimientos.
Giorno suspiró profundamente.
No tengo tiempo para esto. Estoy entrenando. Con un ademán, deshizo el hielo nuevamente, dejando a Escuero flotando en el agua. Pero la tortuga no se dio por vencida. En cuanto Giorno comenzó a formar otra capa de hielo, Escuero saltó nuevamente sobre ella.
¡Escuero! Dijo con un tono que sonó desafiante, como si estuviera retando a Giorno a detenerlo.
¿Es en serio? Giorno apretó los dientes, claramente frustrado. Intentó ignorar a la tortuga, pero Escuero no estaba dispuesto a pasar desapercibido. Con un movimiento ágil, lanzó un pequeño chorro de agua hacia Giorno, impactándolo directamente en la cara.
¡Oye, no puedes hacer eso! ¡Estás atacando a un marino! Exclamó, congelando el agua con la mano y quitándosela del rostro para tirarla en la arena. ¡Escuero, escuero!! Escuero simplemente respondió con otro alegre ¡Escuero!, claramente divertido por su propia travesura.
Decidido a alejar a la tortuga, Giorno creó una pequeña muralla de hielo entre él y Escuero. Pero para su sorpresa, la tortuga escaló la barrera con una destreza sorprendente y saltó hacia el otro lado, aterrizando justo frente a él.
¿Qué eres, una especie de ninja marino? Bufó Giorno, cruzándose de brazos. La tortuga simplemente ladeó la cabeza, como si estuviera considerando seriamente la pregunta.
A pesar de sus intentos por ignorarlo, no podía evitar sentirse intrigado por el fastidioso animal. Había algo en su descaro y persistencia que resultaba... entrañable. Pero no iba a admitirlo. Aún no.
Escucha tort... digo, Escuero. Tengo cosas importantes que hacer. No puedo estar aquí jugando contigo todo el día. ¡Vuelve al agua! Dijo, apuntando hacia el mar.
Escuero, por supuesto, no obedeció. En lugar de eso, comenzó a imitar los movimientos de Giorno, levantando sus patas delanteras como si también estuviera controlando el hielo. Aunque obviamente no pasaba nada, el esfuerzo de la tortuga era tan exagerado que Giorno no pudo evitar soltar una risa sonora.
De acuerdo, lo admito. Eres algo gracioso. Pero eso no significa que me puedas seguir molestando.
¡Escuero, escuero, escuero, escuero! Escuero respondió aún más alegre, y esta vez Giorno interpretó que significaba algo así como ¡Lo tomaré como un sí! Sin darse cuenta, el marino empezaba a sentirse más comodo alrededor de la compañía de la tortuga. Incluso comenzó a improvisar pequeños trucos de hielo para entretenerla, creando pequeños toboganes y plataformas donde Escuero podía deslizarse y brincar con su caparazón.
Finalmente, después de varias horas de juegos y bromas, Giorno se dejó caer sobre la arena, exhausto. Escuero se sentó a su lado, observando el atardecer junto a él. Escuero... Escuero. Diría, con una sonrisa bien satisfecha, mirando el cielo.
Supongo que no eres tan malo, después de todo. Admitió Giorno, mirando a la tortuga. Pero esto no significa que me puedas seguir a todas partes, ¿entendido?
¡¿ESCUERO?! Respondió la tortuga, mirándolo con ojos brillantes.
Giorno suspiró.
Bueno, quédate si quieres. Pero que conste, sólo porque hoy no tengo nada mejor que hacer. Mañana, vuelves al agua.
Escuero, por supuesto, no le creyó ni una palabra. Y así, bajo el cielo estrellado de Isla Tortuga, comenzó una amistad inusual entre un marino serio y una tortuga descarada.
Cuando Giorno finalmente decidió retirarse al Zenit Nirvana, Escuero se las ingenió para seguirlo. Cada vez que Giorno intentaba despistarlo, la tortuga encontraba la manera de reaparecer a su lado, a veces deslizándose sobre su propio caparazón o escondiéndose detrás de las rocas. Al llegar al barco donde Giorno finalmente planeaba descansar, Escuero estaba justo a sus pies, mirando con ojos grandes y brillantes.
No, no puedes entrar aquí. Esto es un barco de la Marina. Le advirtió Giorno.
Escuero muy triste se apartó. Escuero........ Escuero.... Giorno sentía cierta lástima hacia Escuero, le habría ganado cariño, pero no podía adoptarlo mientras estaban perdidos en Tortuga. No era el momento.
Lo lamento, Escuero. No puedes quedarte.
Escuero...
Finalmente, Escuero se iría, cabizbajo y triste, no estaría más con su amigo. Giorno se despidiría de él y se iría a dormir. Un sentimiento de pesar abarcaba el frío corazón de Giorno, y verdaderamente, en su ser, se arrepentía de haber rechazado a Escuero. Una parte de él quería seguir jugando con él, pero él era un Marine, y no podía simplemente llevarse a Escuero, no podía.
Esa noche, mientras Giorno dormía, volvería al barco y Escuero se acomodaría en una esquina de la habitación, no sin antes robarle unos lentes de sol que Giorno poseía, extremadamente facheros. Se quedaría dormido en el caurto, emitiendo suaves ronquidos que, aunque al principio molestos, terminaron siendo casi relajantes.
Giorno despertaría y vería a Escuero en esa esquina.
¿Qué voy a hacer contigo? Susurraría, tras despertar. Dejaría a Escuero dormir. Y él también se iría a dormir, pero esta vez con una sonrisa.
En el fondo, sabía que ya no tenía escapatoria. Escuero había decidido que Giorno era su nueva familia, y Giorno, aunque aún no lo admitiera, comenzaba a sentirse igual.
¡ESCUERO!