Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
El pirata de un solo ojo, un solo brazo y dos piernas.
Vina y Greta
Somos La Salsa
Día 7 de verano, mediodía.
Reino de Oykot, Baja Oykot, Los Viejos Almacenes.
Venimos de aquí.

- Déjame mirar a mí. - Dijo Greta.

- Quita, no seas pesada, me toca a mí. - Contestó Vina, haciendo un hueco con el codo hasta que se las apañaron para colocarse de tal modo que ambas podían mirar por aquella pequeña ventana.

- ¿Ves? Estoy segura, tiene que ser él. Un hombre de un solo ojo y un solo brazo. Es lo que nuestro jefe estaba buscando. - Afirmó Greta.

- A mí me suena que tampoco tenía las dos piernas… - Susurró Vina, sin estar muy convencida.

Las jóvenes estaban suspendidas sobre una torre de cajas de madera en la parte exterior de uno de los almacenes menos transitados del puerto. En el interior, la sala era enorme, al menos quince metros de largo, diez de ancho y cinco de altura. Era un lugar grotesco, con una iluminación escasa proveniente de las pequeñas ventanas orientadas a un callejón. Había goteras, fácilmente detectables por la gran cantidad de charcos de agua que invadían el almacén; la madera del techo pedía a gritos una reforma. Unas cajas amontonadas de cualquier forma en una esquina, unas grandes tuberías acumuladas contra una pared y, en el centro, debajo de una gotera, una silla con nuestro protagonista atado de pies y manos. Estaba encorvado hacia adelante, estaba inconsciente, con la boca tapada con una tela atada a su nuca, y era vigilado desde la puerta metálica, que estaba escasamente entreabierta. Allí, un guardia de Karina no le quitaba el ojo de encima. Kael despertaría pronto; las intermitentes gotas de agua que caían en su nuca funcionarían como un despertador para el pirata.

- ¿Y ahora qué hacemos? Broco lo quiere vivo. - Preguntó Vina preocupada, el rumor de que el pirata que andaban buscando estaba en aquella isla se había extendido rápidamente.

- ¡Tenemos que sacarlo de ahí! - Exclamó Greta, elevando ligeramente el tono de voz. Estaba nerviosa, ansiaba el éxito y mejorar la imagen que Broco Lee, su líder, tenía de ellas. Llevaban poco en la banda de los Piratas Veganos pero habían ascendido rapidamente. Al parecer el pirata que tenían delante había sido el segundo al mando de su banda antes de su ingreso.

- ¿Eh? - El grito de Greta no pasó desapercibido para el guardia de Karina, que entró en el almacén para comprobar su procedencia. Ambas se agacharon de inmediato, intentando no ser descubiertas. El guardia se acercó a la zona de las ventanas, pero cuando estaba cerca percibió que Kael se había movido.

- ¡Se está despertando! - Gritó el guardia, sin apartar la vista de Kael, había llegado el momento.
#1
Kael
El Fantasma del Mar
Mi mente divagaba. Los últimos recuerdos que tenía en la mente era ver a Karina, imponente y majestuosa acercándose hacia a mí y una vez estuvo demasiado cerca, paz. Todo se volvió negro, todo el dolor desapareció. ¿Es esto lo que significa estar muerto? ¿Esta paz que sentía era lo que me esperaría?.

De repente cambié de escenario, dejé de ver el fondo negro para encontrarme de repente en mi casa. No, no en mi casa, en mi casa hace 5 años. Todo estaba tal y como recordaba pero al mismo tiempo no parecía real. Los colores de la casa estaban apagados, difuminados, como una foto que ha perdido el color que una vez tuvo.
-Como un recuerdo que cada vez está más enterrado y olvidado- añadí para mis adentros. ¿Pero qué hacía ahí? ¿este es el cielo?,¿este es mi cielo?. Volver al lugar donde tenía gran parte de los mejores años de mi vida no parecía mal sitio para pasar el resto de la eternidad.

Pero algo no encajaba. Allí, sentado en una de las sillas de la mesa del comedor de nuestra pequeña casa, sentía que faltaba un vacío, algo que llenase ese hogar para sentirlo completo del todo, y como si lo estuviera deseando, la puerta se abrió. Una luz cegadora entró cuando la puerta se abrió, dejándome deslumbrado al mirar a la puerta y lo único que pude ver es una silueta negra en medio de tanta luz que con una voz suave y dulce que dijo: -Cariño, ya estoy en casa

Me desperté sobresaltado, como si un impulso hubiera recorrido todo mi cuerpo haciéndome temblar ligeramente. Aun mirando al suelo, abrí mi ojo poco a poco para recuperar la visión y saber donde estaba. Notaba cómo gotas de agua iban cayendo directamente contra mi nuca, que seguían su camino por mi espalda formando hilos de gotas de agua hasta caer deslizándose por mi cuerpo y algunos escociéndome en la herida que me había provocado el primer latigazo de Karina, mientras que otras gotas seguían por otros hilos hasta ser absorbidos por la tela de mis pantalones, prácticamente ya empapados por la zona de la cadera. 

¿Cuánto tiempo llevaría ahí? Porqué estaba ahí, para empezar. Debería estar muerto, no... donde quiera que esté. Hice un pequeño repaso mental de la situación de mi cuerpo en ese estado. La herida de mi espalda escocía bastante, mi cabeza todavía no se había recuperado del todo, mi lado izquierdo del torso seguía malherido del choque contra el suelo. Además de ser esposado de mi brazo y piernas sin contar la mordaza en la boca. Y al menos, no notaba hambre, por lo que tendrían que haber pasado algo menos que 3 días desde que luché con Karina.

Una voz habló cerca de mí (guardia) pero no entendí bien lo que dijo, aun aturdido de haberme levantado de la inconsciencia. Levanté la cabeza lentamente y sin sobresaltos para que el hombre que tenía delante y aproveché para mirar un poco detrás de él para situarme. Aproveché el levantar la cabeza tan lentamente para intentar estirar un poco la espalda y moverme lo suficiente en el asiento para apoyar la espalda contra el respaldo y que la gota del tejado ahora me caiga sobre mi frente, refrescándola.

Me encontraba en una sala un tanto peculiar, pero por el estado de las goteras y la disposición de la sala lo más probable es que esté retenido en alguna parte de los muelles. No estaba muerto después de todo. Suspiré como pude con la venda en la boca. Mirando al hombre delante de mí y esperando su reacción.
#2
Karina
La indomable
Una corpulenta figura cruzó el umbral de la puerta, no habían pasado ni treinta segundos desde que el guardia le había dado la voz de aviso. Vina y Greta volvieron a levantar sus cabezas, observando cómo Karina, con una determinación inquebrantable, entraba en escena. Sus pasos firmes resonaban en el almacén desierto, llenando el espacio con una autoridad silenciosa. En su mano derecha, sostenía un cubo de agua, mientras que su látigo descansaba enfundado a su costado, un recordatorio de su poder contenido.

El guardia, al ver a Karina acercarse, dio varios pasos hacia atrás, alejándose prudentemente mientras las dos observadoras se mantenían ocultas, apenas conteniendo el aliento. Karina, sin titubear, se acercó al prisionero y, con un gesto calculado, elevó el cubo, lanzando el agua gélida directamente al rostro de Kael. El impacto fue inmediato. —Despierta —ordenó Karina, sin necesidad de elevar la voz. No era el volumen lo que le daba poder a sus palabras, sino la firmeza implacable con la que las pronunciaba. Cada sílaba caía con el peso de la ley, haciendo innecesario cualquier grito.

Dejó el cubo vacío en el suelo con un sonido seco que resonó en la quietud del almacén, y, sin perder tiempo, agarró a Kael por el pelo, levantándole la cabeza con una fuerza que no admitía resistencia. —Así que eres de aquí, ¿eh? —dijo con un tono que no ocultaba su desdén. Karina se había informado bien en las últimas veinticuatro horas; sabía que el chico era de Oykot, y esa revelación no hacía más que alimentar su furia. ¿Cómo alguien de su propia tierra podría haber cometido un acto tan vil? Sus puños se cerraron con fuerza, los nudillos blancos, mientras luchaba por contener la indignación que bullía en su interior.

Sin embargo, Karina no era la única que tenía interés en Kael. Broco Lee, el líder de Vina y Greta, también tenía cuentas pendientes con el joven. Las gemelas, ocultas y nerviosas, comenzaban a susurrar entre ellas, intentando tramar un plan para salir victoriosas de aquella situación que se tornaba cada vez más peligrosa. Pero sabían bien que había factores fuera de su control; si Karina decidía acabar con Kael allí mismo, no habría nada que pudieran hacer. Eran plenamente conscientes de la abrumadora diferencia de poder que las separaba de la ballenera.

¡Despierta, inútil! Vas a tener que responder a muchas preguntas. ¿Quién te ordenó hacerlo? ¿Fueron los de Alto Oykot? ¿La nobleza? ¿Los Blackmore? —La voz del guardia, en contraste con la calma de Karina, era un torrente de nerviosismo y frustración. Sus palabras salían atropelladas, más rápidas de lo que su mente podía controlar, rompiendo la tensión silenciosa que la líder había mantenido.

Karina, manteniendo su imponente presencia, levantó la mano izquierda y extendió la palma en un gesto autoritario que exigía silencio. El guardia, comprendiendo de inmediato, agachó la cabeza y cerró la boca, el eco de sus últimas palabras aún reverberando en el aire. El contraste entre la serenidad peligrosa de Karina y el nerviosismo del guardia no pasó desapercibido para nadie en la habitación, subrayando quién realmente tenía el control.
#3
Kael
El Fantasma del Mar
Unos pasos poderosos llegaron pocos segundos después de haber recuperado la conciencia y, sin darme tiempo a abrir el ojo para ver quién había llegado, un potente chorro de agua me chocó tan fuerte que la silla se levantó unos centímetros sobre sus patas delanteras del empujón hacia atrás. Junto a la silla, mi cuerpo se movió hacia adelante por la inercia, dejándome mirando hacia abajo con el pelo cubriendo mi cara y chorreando agua. Al menos tenía algo positivo, la fuerza del agua y el movimiento brusco hacia adelante había hecho que la mordaza de mi boca perdiera fuerza.

Levantando la cabeza y abriendo el ojo volví a sorprenderme. Karina estaba aquí. ¿Porqué estaba aquí? Me habían capturado y capturado, sin posibilidad de escapatoria, y cualquier matón del tres al cuarto sería capaz de interrogarme y hacerme daño si quisiera información. ¿Porqué ha venido ella en persona?.

Tenía que jugar bien mis cartas. Moví con la lengua y la mandíbula la mordaza dejándome hueco suficiente para poder hablar en lo que el hombre soltaba una retahíla de preguntas. Ese hombre había metido el rabo entre las piernas por el simple gesto de Karina, así que o estaba a sus órdenes o era lo suficientemente sensato para no enfadarla...- No más de la cuenta al menos -pensé para mis adentros. Sin dejar de mirar a Karina respondí:

- De... Debería estar muerto. Y sin embargo sigo aquí. Te debo la vida Karina, responderé a todo lo que quieras y haré lo que me mandes hasta saldar esa deuda.

Esperé unos segundos por si querían añadir algo en lo que me recostaba de nuevo contra el asiento de la silla. Continué con su pregunta primero.

- Sí, nací en esta isla y llevo toda la vida en ella. Tengo una... casa, si se puede llamar a eso casa, en el extremo del Bajo Oykot, la parte más pobre de la zona.

Sin mirar al hombre, al ver que ambos estaban ahí uno al lado del otro, entendía que tenían que ser aliados o tener alguna relación comercial. Decidí responder a esas preguntas también por si acaso.

- Nadie me envió. No trabajo para nadie. Sólo soy un imbécil que escuchó un rumor sobre el robo de un barco la noche anterior. Cuando llegué al barco vi que ya había sido abordado pese a ser casi las primeras horas del alba. Ataqué a los asaltantes para evitar el robo, y vi que en el puerto habían muchos más. Bajé del barco, pero cuando intenté pedir explicaciones varios de los "lideres" me atacaron al mismo tiempo. Y creo que lo demás ya estabais presente -Dije mirando a Karina- Hay un dicho cerca de donde vivo que es "nadie roba la bolsa de un vagabundo". Si alguien quiere robar ese barco significa que algo de valor tiene. Y si alguien pierde un barco con valor habrán consecuencias. Consecuencias que no irían a los responsables, sino a los trabajadores del puerto y sus familias. Quería evitar esas consecuencias.

Dejé el tema en el aire esperando a más preguntas.
#4
Karina
La indomable
Todos estaban expectantes cuando Kael comenzó a hablar, salir victorioso de aquella batalla verbal era algo casi imposible. Sus primeras palabras parecían estar bien encaminadas pero ante "Te debo la vida Karina" apareció el primer bofetón a mano abierta. - Esta deuda no se puede saldar. - Respondió con una voz aspera y seca, parecía que sus propias palabras le hacían daño al pronunciarlas. - Saldar la deuda... - Repitió con rabia. ¿Cómo podía considerarlo deuda? ¿Saldarla? Un nuevo bofetón, sería el último. Los presentes escucharon la historia del chico, les parecían tan absurda como inverosímil, no había piedad, no les gustaba y lo que había hecho no tenia perdón de dios. 

- Prepáralo. Lo ahorcaremos en público. Avisaré a las familias. - Karina le dedicó una mirada más de desprecio a Kael antes de darle la espalda. Tenía claro como actuar, había sufrido en sus propias carnes la dureza de los golpes de la vida, no le temblaría el pulso al quitarle la vida en público, sangre por sangre. El guardia con su rostro inundado de odio, avanzó hacia una mochila que había tirada junto a una de las paredes del lugar para sacar de ella mas cuerda, cuerda marinera, gruesa y resistente. Poco a poco y sin mediar palabra comenzó a añadir mas nudos a las extremidades de Kael, pronto tendría que cortar la cuerda que le uní a la silla por lo que tenía que dejarlo todo preparado.

Mientras lo hacia, Kael podría ver en la puerta por dónde Karina había salido como dos jóvenes gemelas entraban en el almacén siendo extremadamente silenciosas gracias a andar de puntillas, poco a poco se acercaban hacia su posición por la espalda del guardia. Se hacían gestos la una a la otra y, a Kael, le mandaban callarse y prestar atención.  - Pienso orinar en tu cadáver cuando te quitemos la soga. - Soltó el guardia con un tono gruñón.
#5
Kael
El Fantasma del Mar
No podía creer lo que estaba escuchando, como si el mundo hubiera perdido su rumbo y se hubiera deslizado a un abismo de locura. El eco de las palabras de Karina resonaba en mi mente, y cada una de ellas caía como un martillo sobre mi cabeza.

-“Lo ahorcaremos en público”.- dijo Karina.

¿Tan fácil sería despojarme de la vida como si fuera un simple objeto sin valor? Mis ojos se abrieron de par en par, llenos de incredulidad, mientras intentaba que la desesperación no me consumiera. Si lo que quería era ejecutarme en público podría haberlo hecho ese día, delante de todos los presentes. ¿Para qué si no me había mantenido con vida?

El guardia se acercaba lentamente, concentrado en amarrar más nudos. Era el momento adecuado. Mi mente comenzó a trazar un plan, algo desesperado pero que podría darme las mínimas oportunidades que necesitaba. A medida que el guardia se agachaba y se concentraba en su tarea, ví como dos chicas con paso sigiloso iban entrando por la puerta. Por los gestos que me hacían, entendí que no eran aliadas del guardia. Pero si no eran aliados, ¿qué hacían aquí? ¿qué interés podían tener de mí?. No sé qué querrían, pero hay una cosa que está clara: las oportunidades hay que aprovecharlas.

Comencé a murmurar, con un tono de voz suave, casi tembloroso, tratando de llamar la atención del guardia.

Yo... no le dije todo a Karina. —dije, manteniendo la mirada baja con un temblor de voz, mientras por mis labios corría un hilo de sangre que emanaba del labio partido por los bofetones recibidos- Sabía que si decía todo no le sería útil.. -Dije comentando con un tono de voz cada vez más bajo, fingiendo que los golpes me habían afectado mucho más de lo que realmente me habían hecho.

El guardia giró un poco la cabeza, visiblemente confundido pero intrigado por mi obstinación, atrayendo su atención  lo que había provocado el sutil gesto de las gemelas a mis espaldas. Su postura se relajó, sólo un instante.

¿Qué dices? —me preguntó, con un tono burlón—. ¡Dímelo todo!

Aproveché esa fracción de momento, sabiendo que las gemelas estaban ahí, que su presencia invisible podría hacer la diferencia. Continué murmurando, manteniendo la calma mientras el guardia se acercaba un poco más, sus ojos fijos en mí y completamente desatendido de lo que sucedía a su alrededor.

Cuando sentí que el guardia estaba lo suficientemente cerca, mis músculos se tensaron. La adrenalina recorrió cada rincón de mi cuerpo, y en un movimiento súbito y lleno de rabia, llevé mi cabeza hacia atrás y escupí un chorro de sangre y saliva directos a los ojos del guardia.

La sala se sumió en un instante de caos, y con él, la posibilidad de escapar surgió, mientras el guardia se tambaleaba y murmuraba maldiciones, aún intentando comprender lo que acababa de suceder. Era mi oportunidad, y no iba a dejarla escapar. Miré con detenimiento a las dos chicas para que pudieran retenerle y desatarme.
#6
Vina y Greta
Somos La Salsa
Kael entendió la situación y comenzó a aprovecharse de ella, soltando susurros y frases a medias que enfurecían al guardia. El hombre estaba a punto de adelantarse al juicio del joven y cobrarse su vida con sus propias manos, pero se contuvo. La ejecución pública sería un escarmiento ejemplar para cualquier delincuente que osara cometer un delito contra la población de Oykot. El escupitajo de Kael en la cara del guardia hizo que este se llevara las manos al rostro con un gesto de asco y enfado, brindando a las hermanas la oportunidad perfecta para actuar.

Vina y Greta se movieron al unísono, aprovechando la distracción del guardia. Una de ellas se abalanzó por detrás y agarró los brazos del hombre, inmovilizándolo, mientras la otra le colocó un paño blanco sobre la nariz y la boca. En cuestión de segundos, el guardia se quedó dormido, y su cuerpo cayó al suelo con delicadeza. Las hermanas comenzaron a desatar a Kael, cada una trabajando en una parte de los nudos.

- Vamos a sacarte de aquí. - Dijo Greta con determinación.

- Si no lo hacemos, te ahorcarán. ¿Puedes andar? - Preguntó Vina, con un tono urgente.

Aunque el tiempo apremiaba, las hermanas, experta en estrategia y coordinación, trabajaron con eficacia. Mientras deshacían los nudos, Vina comenzó a explicar la ruta de escape a Kael.

- Tenemos un bote en la zona más alejada del puerto. Yo puedo adelantarme mientras Greta te da cobertura. Saldré con el bote y me acercaré para recogeros aquí, en frente. No tenemos mucho tiempo.

Con los nudos finalmente deshechos, las chicas se posicionaron a cada lado de Kael y le ayudaron a levantarse, cogiéndole por los hombros para que pudiera caminar con más facilidad. Aunque Kael estaba empapado, las hermanas no se dejaron desanimar por la situación. Tenían un objetivo claro: salir de allí con vida. Si todo salía según el plan, Vina saldría corriendo hacia el gran portón del almacén y se dirigiría al amarradero donde tenían el bote. Greta guiaría a Kael a través de los callejones poco transitados de la isla, para esperar en un callejón cercano al mar, donde finalmente se reunirían y escaparían.

Atención
#7
Kael
El Fantasma del Mar
¡Lo había conseguido! Aún sentía el ardor en la piel por el golpe de Karina y la confusión llenaba mi mente. Pero a través de toda esa neblina de desesperación y miedo, estas dos chicas aparecieron, todavía no se habían presentado, pero para mí es como si fueran los ángeles que nunca había esperado. Pero, ¿por qué? ¿Por qué se arriesgarían por mí, un completo extraño?

Mientras ellas deshacían los nudos que seguían oprimiendo mis muñecas, mi mente corría a toda velocidad, intentando entender qué era lo que las había llevado aquí. No tenía ninguna relación con ellas, ni sabía si compartían alguna conexión con lo que había sucedido. Yo era solo un prisionero a punto de ser condenado a un destino horrible.

¿Por qué lo hacéis? —logré preguntar en voz baja entre el aliento entrecortado, aún sintiendo la resistencia de los lazos que iban desapareciendo poco a poco.

Vina me miró de forma intensa y decidida. Esa mirada desafiante me hizo sentir que, tal vez, había esperanza. Pero el tiempo corría. Greta, que seguía trabajando en los nudos de mis manos.

Pero no me conocen. No tienen por qué ayudarme. - pensé, mientras la incredulidad se apoderó de mí. ¿Cómo podían, en medio de todo este caos, estar dispuestas a arriesgar tanto por mí? Enfadar a Karina tan abiertamente teniendo el reflejo de lo que pasa en caso de intentar hacerlo justo delante de ellas.

Mi brazo estaba libre al fin, y me escudé en la sorpresa por la situación.  Ayudé como buenamente podía con una sola mano a desatar las cuerdas de mis piernas. La idea de que me vieran como alguien que merecía ser salvado era abrumadora. Mientras Vina se preparaba para salir en dirección al puerto, vi la preocupación dibujada en su rostro.

¿Puedes andar? —me preguntó Vina, su tono era urgente. Sus ojos no se alejaban de mí, esperando una respuesta que podía determinar nuestro futuro inmediato.

Tragué saliva, el sabor de la sangre aún persistía en mis labios. - Sí... creo que puedo. - respondí, aunque podía sentir que mis piernas temblaban bajo mi peso tras tanto tiempo sentado en esa silla. -Dadme unos minutos y podré caminar sin apoyo, pero me temo que no seré de mucha utilidad en caso de tener problemas, mi espada se habrá quedado tirada en el puerto donde me sorprendió Karina.

A medida que Greta me sostenía del brazo, comenzamos a movernos a través de los callejones sombríos. Cada paso parecía pesado con la ansiedad, pero la determinación en las miradas de esas chicas me empujaba a seguir. De camino, conseguí quitar de una línea de ropa una camiseta blanca de manga larga, que pese a tener bastante uso, se conservaba bastante limpia. Si buscaban a alguien semi-desnudo escapando por las calles llamaría menos la atención estando vestido. Pensé sobre la marcha. Ya podía caminar sólo, pero aun así me fui al otro lado de Greta y puse la manga sobrante de mi brazo izquierdo (el que me falta) sobre su hombro izquierdo, como si le estuviera pasando por detrás. Tenía que dejar el brazo bueno preparado para cualquier cosa, pero si buscaban a un manco, así parecería que tendría dos brazos.

-Si nos sorprenden, fingid que soy un pobre borracho al que estáis intentando llevar a la cama para sacarme dinero, o que soy vuestro primo que se ha metido en una pelea de bar, cualquier cosa que se os ocurra os seguiré la corriente.-dije, sintiendo mi corazón acelerarse mientras contemplaba la posibilidad de que el tiempo se nos escapara.

Aquellos callejones daban una sensación de laberinto, pero la mirada concentrada de Greta me guiaba.  Sin poder evitarlo, una oleada de admiración me atravesó. ¿Quiénes eran realmente? Eran como sombras en la noche, luchando por lo que creían. Continuamos avanzando, cada paso acariciando la promesa de la libertad, y mientras lo hacíamos, me preguntaba si realmente merecía lo que estaban haciendo por mí.

OFF
#8
Vina y Greta
Somos La Salsa
Las hermanas no respondieron a las preguntas iniciales de Kael, simplemente colocaron sus dedos índices frente a los labios, indicándole que era momento de permanecer en silencio. Escucharon con atención las sugerencias de Kael sobre cómo moverse por las calles de Oykot y, siguiendo sus indicaciones, lograron pasar desapercibidos. El plan fue un éxito. El pirata se mantuvo fuera del radar el tiempo suficiente para que Vina llegara con la embarcación. Ella estaba al timón, con una capucha sobre la cabeza, perfectamente preparada para la huida.


Greta y Kael abordaron el barco sin problemas. Al subir a bordo, Vina les entregó a ambos una capa, parte del disfraz que completarían en alta mar. Sin perder tiempo, Greta ayudó a ajustar las velas mientras Vina giraba el timón para orientar la proa hacia el horizonte. La salida fue impecable; nadie los detectó. Estaban dejando atrás la isla de Oykot sin incidentes, demostrando una vez más que las hermanas trabajaban con seriedad y profesionalismo.


El silencio persistió hasta que la isla de Oykot se convirtió en una pequeña mancha en el firmamento. Fue entonces cuando el ambiente a bordo cambió completamente, y las hermanas suspiraron aliviadas.

—¡Buen trabajo, Vina! —dijo Greta, sonriendo.

—¡Buen trabajo, Greta! —respondió Vina, dejando el timón firme para acercarse a Kael.

—¿Estás bien? Puedes relajarte. Yo soy Vina y ella es Greta. Nos encomendaron la misión de rescatarte. Toma, te vendrá bien —dijo Vina, ofreciéndole una botella de agua. Greta tomó el relevo de la conversación.

—Encantada. Me alegro de no haberme cruzado con Karina, esa mujer es una leyenda en este mar. Puedes descansar si quieres. Tienes comida en esa caja, tardaremos unas cuantas horas en llegar —dijo Greta, acercándose a una caja en la esquina de la cubierta. Abrió la tapa y comenzó a comer fruta. Dentro de la caja solo había alimentos veganos.

—¿Tú comes carne? —preguntó Greta mientras le lanzaba una manzana a Kael.

Resumen
#9
Kael
El Fantasma del Mar
Mientras la brisa marina jugaba con mis cabellos y el sonido del oleaje se convertía en un suave murmullo, me encontré inmerso en una nube de pensamientos. No era solo el sabor salado del mar ni el resplandor del sol sobre el agua lo que cautivaba mi mente, sino la magnitud de lo que acababa de suceder. Las hermanas, Vina y Greta, eran un refuerzo inesperado, un alivio que, aunque bienvenido, era también un recordatorio de mi fragilidad. Miré hacia atrás, viendo cómo Oykot se desdibujaba en el horizonte como un recuerdo borroso. La isla, un lugar de opresión y desesperanza, se alejaba y, con ella, la vida que había intentado desenterrar de entre las sombras.

La pregunta de Greta sobre mis preferencias alimentarias me tomó por sorpresa. "¿Tú comes carne?" resonó en mi mente como un eco. Una pregunta sencilla, pero que revelaba más sobre ella de lo que comenzaba a entender. 

- ¿Comer carne? ¿En el Bajo Oykot? A lo mejor en la parte más cercana al centro de la ciudad puedas encontrar algo decente, pero donde vivo yo ya te digo que para el precio que tiene la carne desearías que al menos fuera carne real. -Suspiré-  Yo... hubo un tiempo que sí, de hecho era pescador. Pero desde que pasó el accidente en el que perdí a mi mujer.. bueno, digamos que pescar es muy complicado con un solo brazo. Ni te digo cazar ni mucho menos atrapar nada teniendo un ojo menos. La poca comida que consigo es a base de recolectar -o robar, pensé- y las pocas plantas que he conseguido cultivar. No me dá lo suficiente, pero al menos a base de sopas y mendrugos de pan voy tirando.

Mientras una manzana volaba hacia mí, caí en cuenta en que probablemente hacía más de un día que no comía, todavía podría aguantar un poco más pero decidí comerme la manzana para agradecer el acto de que la hubieran compartido conmigo. Vina y Greta estaban allí, camaradas en esta odisea, pero también eran representaciones de un camino que necesitaba explorar: el de la libertad. "¿Qué significa ser libre?", me cuestioné en silencio. ¿Era salir de Oykot? ¿Era poder elegir lo que comía, lo que vestía, lo que pensaba? O tal vez, era algo mucho más profundo, algo que se ocultaba entre las capas de mis experiencias y emociones.

Vina me ofreció una botella de agua, un gesto simple pero significativo. Podía sentir la sinceridad en su mirada y su disposición a ayudar. ¿Habría podido encontrar aliados en un lugar como este? A lo largo de mi vida, había aprendido a desconfiar; la traición siempre estaba al acecho, disfrazada de buenas intenciones. Sin embargo, las hermanas parecían genuinas en su misión, desafiando mi comprensión del mundo. Sentía un conflicto latente entre mi instinto de supervivencia, que me decía que mantuviera la guardia, y una curiosidad emergente por conocerlas más allá de la situación inminente.

Al observarlas sonreír y compartir momentos, me pregunté- ¿Qué tipo de vida se habían labrado - En un instante, comprendí que, a pesar de las cicatrices visibles e invisibles que llevamos, siempre había espacio para el crecimiento. Este viaje, quizás, no solo sería una huida, sino también una oportunidad para renacer, para descubrir quién era yo realmente en un mar de posibilidades, lejos de las cadenas que me habían atado. Debería... ¿debería buscar gente? ¿una tripulación donde poder tener compañeros como ellas dos?

Mientras tomaba un bocado, el dulce sabor me recordó que podía seguir adelante, que el pasado, por más oscuro que fuera, no definía mi futuro. Había aprendido a sobrevivir, pero era momento de aprender a vivir. Tal vez, con las hermanas a mi lado, pudiera aprender algo más sobre eso.

- ¿A donde nos dirigimos? ¿Faltaría mucho? Una siesta la verdad es que me vendría de lujo, pero si necesitáis que os eche una mano con lo que sea despertadme, soy de sueño ligero (virtud) -Dije mientras me tapaba por completo con la capa con capucha que me habían dado y me recostaba en la barca-
#10


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