¿Sabías que…?
... existe la leyenda de una antigua serpiente gigante que surcaba el East Blue.
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[Diario] [D-Pasado] El rencor de una niña
Anko
Médica Despiadada
17 de Otoño del 718

Sentada en el suelo de tierra y pasto de un pequeño acantilado a las afueras de la Isla DemonTooth, Anko miraba el cielo anaranjado con ojos de tristeza. Su cabellera marrón se movía levemente hacia el lado derecho con el viento, si bien no era un cabello demasiado largo, siempre fue suficiente para hacer una pequeña coleta. Un suspiro profundo se escapó por la nariz de la niña, su mente fue inundada con los recuerdos de una mujer muy cariñosa y gentil con una apariencia física casi idéntica a la de Anko; se trataba de su madre.

La niña aún no podía digerir lo que había sucedido, en un momento sin previo aviso, su madre había abandonado el plano terrenal de manera abrupta. Anko no podía creer que, hasta hace pocos días, se encontraba peleándose con su madre por querer ir a entrenar en Jigoku No Tsuno en lugar de hacer sus deberes escolares y ayudarle con los quehaceres de la casa, y ahora, aquella mujer ya no estaba. Su madre había muerto a manos de una banda pequeña de piratas que arribó a DemonTooth con la intención de generar disturbios y tomar algunas cosas para ellos.

Para su mala suerte, la madre de Anko se encontraba en ese puerto, lista para comenzar a atender a sus pacientes como de costumbre, con servicios profesionales y de mucha calidad a un bajo precio. La mujer no sabía nada sobre lucha o defensa, pues siempre se enfocó más en el estudio que en lo bélico, dejándole ese trabajo a su esposo Koshiro, padre de Anko y Teniente de la marina. Con estos antecedentes, la fémina fue un blanco demasiado fácil para estos piratas, sumando qué la familia de Anko no eran precisamente pobres, claramente, una muy buena recompensa para los amantes de lo ajeno.

Para cuando Koshiro llegó al puerto, el desastre ya estaba hecho y los piratas habían partido, otros se habían escondido en las zonas selváticas de DemonTooth, esperando a que las autoridades abandonaran el lugar para poder huir. Koshiro advirtió a la peli marrón sobre el peligro al que se podía exponer si iba al puerto detrás de él, casi ordenándole que debía quedarse en casa, pero, para alguien como Anko, es difícil seguir ese tipo de órdenes, más cuando su sueño es unirse a la marina algún día. Los ojos negros como la noche de la niña pudieron ver de primera cuenta a su madre en el suelo, sin vida y con visibles signos de violencia, con un poco de sangre manchando su ropa.

Pero el dolor no fue solo para Anko, Koshiro también sufrió al ver la desgarradora escena de su esposa muerta frente a él, en ese momento, el Teniente de la marina se sentía inútil, insatisfecho consigo mismo por haber llegado tarde al lugar, pero no había sido su culpa, pues se encontraba algo lejos del puerto como para asistir de forma rápida, pero en momentos de dolor, los pensamientos más derrotistas inundan la mente de las personas.

Lágrimas de dolor y tristeza empezaron a fluir por las mejillas de Anko, sus labios se apretaban el uno al otro con fuerza mientras se preguntaba el porqué el destino había querido ser cruel con ella, arrebatándole a su madre. El arrepentimiento de no convivir más tiempo con ella empezó a inundar su corazón, causándole aún más dolor emocional. Este suceso pudo haber desencadenado un trauma tan grande y profundo que podría afectar su presente y destruir por completo su futuro, pero la voluntad de Anko era más fuerte. En ese momento, sus puños se cerraron con fuerza, casi generando un dolor agudo en sus dedos, el ceño de la niña se frunció mientras suspiraba y se levantaba del suelo frío.

— Malditos criminales… ¡Los odio! ¡Los haré pagar a todos! —. La combinación de ira, rencor y tristeza se apoderaron de la cabeza de la peli marrón. Ahora más que nunca, estaba decidida a convertirse en una justiciera que velara por el bien de las personas, queriendo hacer todo lo que estuviera a su alcance para lograr su objetivo. Y para ello, debía entrenar con más intensidad, dedicarle aún más tiempo del que ya le invertía, su mente estaba totalmente enfocada en alistarse en la marina y formar parte de aquella fuerza militar que cuida el orden y mantiene los mares y calles del mundo a salvo de la criminalidad.
#1
Anko
Médica Despiadada
Aquel grito no salió de su boca, todo se quedó en su interior, en ese momento no se sentía capaz de hacerlo, por alguna razón. Anko no tenía mucha experiencia aún y estaba lejos de convertirse en marine, aquello sólo era una promesa vacía y sin fundamento, al menos en ese momento. Nuevamente, su cabeza se dejó caer, la mirada de la niña quedó enfocada en el suelo de tierra del pequeño acantilado, su respiración estaba levemente acelerada mientras sus lágrimas caían al suelo desde su rostro. Una escena dolorosa para quien sea que pudiera verla.

A la lejanía, en una pequeña zona boscosa, se encontraba el Teniente Koshiro. Uno de los progenitores de Anko y la principal inspiración para la niña. El hombre miraba con dolor y pena la escena de su hija, él también sentía dolor al haber perdido a su esposa, pero su carácter tan fuerte no le permitía llorar o mostrar debilidad alguna, al menos no en público, porqué algo estaba claro, el sujeto había llorado bastante tiempo desde que su mujer falleció. Esa actitud tampoco le permitía ser un padre amoroso como el que se esperaría, preferiría esperar a que Anko se despejara de todo ese dolor para luego hablar con ella. Se podría decir que era amoroso y responsable a su manera.

El saco blanco de la marina sostenido por los hombros del imponente hombre se meneaba ligeramente con el empuje del viento, sus brazos cruzados remarcaban su imponente figura y su cabello negro brillaba con la luz del atardecer. Un leve suspiro salió de su boca y se giró, dando una última mirada a su hija antes de empezar a moverse hacia su hogar en Shimotsuki. Ya habría tiempo para hablar con Anko cuando regresara a casa. Por otro lado, la niña seguía perdida en el dolor y la tristeza, sin saber que su padre había estado viéndola todo ese tiempo, desde que estaba sentada descansando. — Creo… que… debí pasar más tiempo contigo… —. Pensó la niña mientras usaba las palmas de sus manos para limpiar las lágrimas que salían de sus ojos.

— Prometo que haré algo de lo que te sientas orgullosa… —. En ese momento no sabía qué, pero estaba decidida a hacer algo para honrar la memoria de su madre. Lo ideal debió ser abandonar el sueño de convertirse en marine y dedicarse enteramente a algún trabajo civil, pues era lo que su madre esperaba de ella, de ahí que surgieran discusiones cuando la peli marrón negaba esto al decir que su sueño era seguir la senda se Koshiro. Pero si abandonaba la meta de alistarse en la marina, talvez no podría limpiar al mundo de criminales. Sólo quedaba una última opción, estudiar por aparte aquella profesión tan complicada que su madre había tomado, la medicina.
#2
Anko
Médica Despiadada
Con ese último pensamiento, la pequeña Anko sellaba su meta, quería sellar su destino. Estaba decidida a convertirse en marine ya la vez, ejercer la profesión de medicina. Su tristeza y rencor se vio levemente opacado por la determinación en sus ojos, ella no quería defraudar a nadie, menos a sus padres. Curiosamente, ninguno de los dos progenitores de la niña se sentirían defraudados en caso de un fracaso por parte de ella, pero cuando a Anko se le mete un pensamiento en la cabeza, es difícil hacerla salir de él, más si se trata de una meta tan importante como la que ahora tenía y que definirían sus próximos pasos en la vida.

Nuevamente, un suspiro salió de la nariz de la peli marrón, suspiró que rápidamente fue opacado con el suave viento que golpeaba la isla. Ahora ya estaba más relajada, aquello le había servido pata liberar un poco esos sentimientos tan profundos que se había guardado por algunos días. Si bien, seguían en presentes en ella, ya no eran tan intensos como antes, haciéndola una persona más calmada y decidida. Anko se giró sobre sus talones y dio una última mirada al mar de DemonTooth por encima del hombro antes de comenzar a moverse.

Ya se había desahogado y se sentía más plena, por lo que podía volver a su casa en Shimotsuki, en donde Koshiro ya la esperaba, talvez con la cena lista, pues la luna ya empezaba a emerger en el cielo oscuro y estrellado. El sonido de la suela de sus zapatos chocando con el suelo lleno de tierra y pequeñas rocas resonaba en el ambiente, creando una combinación con el sonido de las hojas moviéndose levemente con el viento. Este ambiente tan relajante hizo que la niña se relajara aún más, olvidándose por un momento de la tragedia que había vivido pocos días atrás.

Ya en las inmediaciones de Shimotsuki, la gente que la conocía la miraban con unos ojos de pena, claramente tristes por la actual situación de Anko, uno que otro le daba algunas palabras de aliento antes de continuar con sus labores del día. Esto también subía el ánimo de la peli marrón, no estaba sola en aquella situación de duelo y realmente había gente que sentía empatía por ella. Aunque su padre siempre trataba de estar ahí para apoyarla, ese pequeño plus de la gente la hacía sentir muchísimo mejor.

Sus pasos finalmente la llevaron hasta su casa en la villa Shimotsuki, una casa algo acomodada y que a simple vista se veía de una familia prestigiosa, y claramente lo era, pues su dueño era un Teniente de la marina, talvez un rango no tan alto e importante, pero si le hacía ganar una buena cantidad de reputación y prestigio al hombre. Anko caminó por el camino de piedra que se elevaba ligeramente sobre un bonito jardín bien cuidado, jardín que a menudo era cuidado por su madre, talvez ahora ella tendría que hacerlo a partir de ese momento, pues Koshiro no podía hacerlo por mucho que quisiera.

Su diestra fue directamente hasta el bolsillo de su chaqueta y luego de rebuscar un poco, una pequeña llave fue tomada y liberada del calor de la bolsa. Anko jugueteó un poco con la cerradura antes de poder abrirla e ingresar en el interior de la cómoda casa. Dentro, y tal cual como ya se lo solía, estaba Koshiro, sin el uniforme de la marina; una escena un tanto rara de presenciar, sirviendo dos platos en el comedor. El aroma era delicioso y una sutil sonrisa se dibujó en el rostro del padre y de la hija cuando estos se vieron directamente a los ojos, preparándose para degustar de aquella cena agridulce, juntos, pero sin la mujer que ambos, tanto amaban.

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#3
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