Hay rumores sobre…
... una plaga de ratas infectadas por un extraño virus en el Refugio de Goat.
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[Pasado] Un encuentro poco común [privado Galhard/Asradi]
Galhard
Gal
Galhard escuchó con atención y un sentimiento de entendimiento las palabras de Asradi, notando cómo su sonrisa y su mirada hacia el mar reflejaban un cambio sutil pero significativo en su percepción de la humanidad, y en especial, de aquellos que, como él, deseaban hacer del mundo un lugar más justo. La sinceridad en su voz y el brillo de esperanza en sus ojos le confirmaron que, a pesar de todo, el camino que había elegido era el correcto.

—Las reglas que se imponen sin justicia o compasión alguna deberían cuestionarse, sí.—respondió Galhard con una sonrisa amable, animado por la actitud de Asradi. La noche alrededor parecía menos oscura con cada palabra compartida, cada gesto de confianza.

La mención de la sirena sobre las dificultades de cambiar un sistema tan arraigado no hizo más que reafirmar su determinación. —No será fácil, es cierto, pero cada paso en la dirección correcta cuenta. Por suerte tengo más compañeros que piensan así... Si logramos inspirar a otros, poco a poco podemos hacer una diferencia.— Dijo con decisión mirando la palma de su mano

Cuando Asradi mencionó la necesidad de una prenda para cubrir su cola, Galhard asintió comprensivamente, ya pensando en cómo ayudarla de la manera más práctica y respetuosa posible.

—Mañana por la mañana, traeré algo que pueda servirte. Un vestido largo quizás, algo que te permita moverte libremente y al mismo tiempo te brinde la privacidad y la comodidad que necesitas.—ofreció, su tono lleno de un compromiso genuino.

—Y si te parece bien, estaré encantado de acompañarte como tu escolta mientras estés aquí. No solo para asegurarme de que tienes todo lo que necesitas, sino también para garantizar que no tengas que enfrentarte sola a situaciones incómodas o peligrosas.—continuó, su oferta era sincera, deseando protegerla no solo de los peligros físicos sino también de los prejuicios que podrían herir.

Galhard se levantó, extendiendo su mano hacia la luna, como si quisiera capturar un poco de su luz plateada.

—Deja que la luna y el tranquilo rumor del mar sean nuestros testigos esta noche, Asradi. Estoy aquí no solo como un marine, sino como alguien que te respeta y admira tu fuerza y tu coraje para aventurarte tan lejos de casa.— Murmuró con calidez mientras observaba la luna. 

La sonrisa sutil de Asradi bajo el brillo de la luna era todo lo que Galhard necesitaba ver para saber que había hecho bien en ofrecer su ayuda y compañía. En ese pequeño gesto, encontró más motivación para seguir su propio camino, un camino que, con suerte, lo llevaría a encontrar más aliados como ella, dispuestos a buscar un mundo mejor, más allá de las fronteras de tierra y mar.
#11
Asradi
Völva
Inspirar a otros... Eso sonaba muy bien, pero también demasiado lejano. Era consciente que no se podía cambiar el mundo, ni la mentalidad de las personas, de buenas a primeras. Ojalá, pero la cosa no funcionaba así. Si así fuese, ella no hubiese tenido que irse de la isla Gyojin o abandonar la protección de los suyos. A veces todavía le dolía ese hecho. Hizo una mueca, casi imperceptible, de incomodidad. La arena todavía se pegaba a algunas zonas de su cola, de donde sobresalía la aleta dorsal en la parte más superior. Por eso estaba acomodada de lado, para que dicha aleta no se clavase en la arena. De vez en cuando jugaba con el extremo de dicha cola, haciendo formas extrañas en la propia superficie húmeda.

Con una falda larga o algo así me será suficiente. — Algo simple que cubriese esa parte de su anatomía.

No es que se avergonzase, ni mucho menos. Por el contrario, tenía en alta estima a su especie, a su raza, y se enorgullecía de ello. Pero en la superficie era otro cantar. Admiradas y temidas, las sirenas podían despertar muchos tipos de emociones. Unos buenos y otros malos. Y prefería evitar los malos, todo sea dicho.

Aún así, esbozó una suave sonrisa dedicada, expresamente, al marine. Parecía ser buena gente, al menos de momento. No confiaba del todo en él, pero al menos habían dado un paso en el entendimiento. Y eso era también importante para ella.

Pero todavía es de noche, podemos disfrutar un poco más de este lugar y del arrullo que el mar nos ofrece. — Se fijó, entonces, más en sus rasgos. Para ser un humano era atractivo a su manera, aunque no estaba interesada en esas cosas ahora mismo.

Cuéntame más de ti, de este lugar. — Quiso saber, ávida por un poco más de información. O, más bien, por cómo era la vida en la superficie.

Le miró con una sonrisa encantadora, mientras se acomodaba más en la arena, con el vientre apoyado parcialmente sobre dicho lugar. Poco a poco sus cabellos se iban secando con la suave brisa marina nocturna.

Quizás no había terminado en tan mal lugar, después de todo.
#12
Galhard
Gal
Bajo el suave resplandor de la luna, la arena se teñía de tonos plateados, y el sonido de las olas acariciaba la cala en un tranquilo vaivén. Galhard, sintiendo la serenidad del momento, se acomodó un poco más en la arena, su postura relajada reflejando la comodidad que empezaba a encontrar en la compañía de Asradi.

—Entiendo tus preocupaciones, y tienes razón. Cambiar el mundo es un proceso largo, a menudo más lento de lo que nos gustaría —respondió Galhard, su tono suave y considerado. Observó cómo Asradi jugaba con la arena, su cola dibujando patrones abstractos en la superficie húmeda, y sonrió levemente ante la simplicidad y belleza del gesto.

—Mañana buscaré algo apropiado para ti, una falda larga que te permita moverte con libertad y seguridad. Algo que respete tu naturaleza y, al mismo tiempo, te brinde la discreción que deseas —prometió, pensando ya en cómo conseguiría la prenda adecuada para ella.

A la invitación de Asradi de disfrutar un poco más de la noche, Galhard asintió con gusto. El ambiente relajante de la playa y la conversación agradable eran una combinación perfecta que no deseaba interrumpir precipitadamente.

—Es un lugar especial, Rostock —comenzó, respondiendo a la curiosidad de Asradi sobre su entorno—. Es uno de esos lugares donde el tiempo parece moverse al ritmo de las olas. La gente aquí es diversa, vienen de todos los rincones del mundo, y aunque cada uno trae sus historias, hay una especie de entendimiento mutuo... una paz que se siente difícil de encontrar en otros lugares.—

Galhard se tomó un momento para escoger sus palabras, deseando compartir aspectos de su vida que resonaran con la sirena, que parecía valorar tanto la sinceridad como la profundidad.

—Mi vida ha estado dedicada al mar y a entender las diversas culturas que lo rodean. Como marine, mi misión ha sido proteger y servir, pero a lo largo del camino, he aprendido que servir a menudo significa escuchar y aprender, no solo imponer. Y creo que es allí donde podemos comenzar a hacer un cambio real, en el encuentro de culturas y el intercambio de ideas—explicó, su voz cargada de una pasión tranquila por su vocación
.
Mirando hacia el mar, luego de nuevo hacia Asradi, añadió:

—Nací en una familia noble del North Blue —comenzó, su voz llevando un matiz reflexivo mientras miraba hacia el horizonte oscurecido por la noche—. Desde pequeño, me vi rodeado de riquezas y privilegios, pero eso nunca llenó el vacío que sentía. Había algo en ese mundo de opulencia y expectativas que simplemente no resonaba conmigo.—

Galhard pausó un momento, recogiendo sus pensamientos antes de continuar.

—Mi educación fue una mezcla extraña de indulgencia y severidad. Mis padres, aunque me querían, estaban más enfocados en prepararme para tomar el mando de la familia. Pero cuanto más intentaban moldearme, más me resistía. No quería ser parte de algo que sentía que estaba fundamentalmente mal.—

La mención de su escape a la marina iluminó su expresión, un destello de la pasión y la determinación que lo habían llevado a cambiar el curso de su vida.

—Cuando finalmente dejé mi hogar para unirme a la Marina, fue en búsqueda de un propósito que fuera genuinamente mío. Quería limpiar el nombre de mi familia, sí, pero más que eso, quería hacer algo bueno con mi vida. Luchar contra las injusticias que había visto crecer, como el comercio de esclavos que, lamentablemente, es protegido incluso por aquellos en los más altos niveles de poder.—

Galhard se volvió hacia Asradi, su mirada intensa y seria.

—La justicia absoluta, esa idea de que todo debe ser blanco o negro, me repugna. Creo que la verdadera justicia implica compasión, entendimiento y, sobre todo, un deseo genuino de mejorar la vida de las personas. Eso es lo que trato de llevar a cabo cada día. No siempre es fácil, y a menudo es un camino solitario, pero encuentros como este... —hizo un gesto hacia ella y el entorno sereno que compartían—...me recuerdan que no estoy completamente solo en este empeño.—
Al decir esto, se permitió una sonrisa suave, una que hablaba de desafíos y de esperanzas compartidas.

—Asradi, cada uno de nosotros tiene su lucha, pero quizás, al compartir nuestras historias, podemos encontrar algo de fuerza en la comprensión mutua. Me alegra mucho haberte encontrado esta noche, y espero que podamos ayudarnos mutuamente, aunque sea solo ofreciendo un oído comprensivo o una compañía en un momento de necesidad.—

Con una mirada al cielo nocturno, Galhard sintió que, a pesar de todo, había algo de verdad en el optimismo que Asradi había mencionado antes. Quizás, solo quizás, podrían hacer una diferencia, cada uno a su manera.

—Y esta noche, hablando contigo, me siento afortunado de tener la oportunidad de entender un poco más del mundo bajo las olas, y espero poder ofrecerte la misma comprensión sobre la vida aquí, en la superficie. ¿Puedo yo ahora saber un poco de ti?— Finalizó con una cálida sonrisa mirando esta vez a los ojos de la sirena.

El viento marino jugaba con los cabellos de Galhard mientras hablaba, y la suave brisa nocturna parecía llevar sus palabras hacia el mar, como si invitara al mundo entero a escuchar y aprender. En la quietud de la noche, con solo el murmullo del mar como acompañamiento, ambos compartían un momento de genuina conexión, un pequeño pero significativo puente entre dos mundos muy diferentes.
#13
Asradi
Völva
Le sorprendía un poco que Galhard se quisiese tomar la molestia de conseguirle, él mismo, la prenda solicitada. En realidad con qué le dijese donde, ella podría ocuparse. Tendría que ser cuidadosa tanto para aproximarse al lugar como para robar dicha pieza de ropa. Pero bueno, si él le facilitaba esa tarea, y gratis, no iba a quejarse. Solo esperaba que, efectivamente, continuase siendo de confianza.

Cuando el de cabellera castaña comenzó el relato, ella se limitó a escuchar, con una mezcla de fascinación y calma. Así que ese lugar se llamaba Rostock. Por inercia miró hacia el faro que continuaba avisando a los barcos de la cercanía de la costa, para que no tuviesen peligro de encallar. Era un lugar tranquilo, al menos de noche, por lo que le resultaba bastante agradable. Si no fuese porque, seguramente, al amanecer estaría más concurrido, no le importaría dormir ahí las horas que faltaban hasta el amanecer. Pero, por ahora, estaba a gusto con aquella conversación.

Suena muy idílico cuando lo dices. Espero que sea verdad, que esa diversidad que hay en este lugar ayude a que haya ese entendimiento que comentas. Lo he visto en pocas ocasiones. — Por no decir casi nunca. No decía que no lo hubiese, pero era consciente de lo escaso que podía ser. La punta de su cola se movía, suave y distraídamente. — Servir...

Esa palabra la dijo en un murmullo, pensativa. Sonaba un poco pasivo eso, pero terminó entendiendo a qué se refería Galhard al respecto. Asradi asintió de manera breve. Ella también “servía”, pero a su manera.

Quien impone no es un verdadero maestro. Mi forma de “servir” es curando las heridas y dolencias de los demás. — Era la última generación, por ahora, de curanderas de su familia. Y se había escapado de casa.

Seguro que estaban echando pestes de ella. O no. A estas alturas, aunque le dolía, prefería no saberlo. Pero no iba a consentir que decidiesen por ella en lo que respectaba su vida. Estaba dispuesta a seguir el linaje materno en cuanto al tratamiento casi druidico de las dolencias del cuerpo. Pero no a unirse a un hombre que no conocía de nada.

Se le dibujó, apenas, una arruga en el ceño al recordar tal cosa. Sobre todo al escuchar que, de una manera u otra, al marine le había pasado algo parecído. El que le quisiesen imponer cosas que a él no le agradaban o con las que no se encontraba a gusto.

He escuchado que eres del North Blue. — Eso le hizo sonreír ligeramente. — Yo nací en los mares del norte. Mi familia proviene de ahí, de las frías aguas norteñas. Aunque luego nos mudamos a la isla Gyojin. — Por eso siempre se encontraba mucho más a gusto en climas más fríos. No soportaba bien el calor excesivo.

Había escuchado parte de la historia de Galhard, pero... ¿Debía compartir la de ella? Había cosas que prefería resguardar para sí, aunque no le parecía justo el no contarle nada. Miró de hito en hito al marine durante unos segundos, pensativa más bien.

Mi historia no tiene nada relevante. Provengo de una familia normal y corriente, aunque con cierta influencia política dentro de algunos círculos entre los gyojin y sirenas. — Sonrió quedamente. Su padre era bastante severo, aunque un buen tipo. Tenía buena afinidad con él, a pesar de seguir las costumbre maternas. — Podría decirse que he vivido bastante bien, aunque nunca me ha gustado el tener que hacer lo que los demás me decían. O, más bien, que decidiesen por mi.

Siempre ocurría eso y siempre había conflictos al respecto. Aunque parecía muy modosita, Asradi tenía carácter. A veces demasiado, si le tocaban las aletas.

Así que hace poco decidí irme. Quiero ver mundo más allá de los mares. Quiero descubrir otras zonas del océano y conocer más gente. — Comprobar si, efectivamente, la superficie era tan terrible como la pintaban.
#14
Galhard
Gal
Galhard escuchaba con atención mientras Asradi compartía fragmentos de su propia historia, mostrando una apertura que resonaba profundamente con él. Aunque sus mundos eran distintos, encontraba paralelismos en sus deseos de libertad y autodeterminación que fortalecían el vínculo incipiente entre ellos.

—Es valiente de tu parte emprender un viaje para descubrir el mundo más allá de tus fronteras conocidas —comentó Galhard, su voz llevando un tono de respeto y admiración. La brisa nocturna jugaba con la arena, creando pequeños remolinos que parecían danzar al ritmo de sus palabras. —Es una búsqueda que comparto, en cierta manera. La necesidad de ver más, de entender más allá de los límites que nos son impuestos, ya sea por la geografía o por la sociedad.— Añadió sin poder evitar sentirse identificado con la sirena.
La mención de que Asradi se había movido desde las frías aguas del norte hacia la isla Gyojin captó su interés. Era un testimonio de adaptabilidad y coraje, características que Galhard valoraba enormemente.

—North Blue siempre será parte de quien soy, pero como tú, busco algo más... una comprensión más amplia del mundo. Las historias de los mares del norte siempre son fascinantes. Es un lugar de belleza inigualable y misterios profundos al menos para mi—dijo, dejando que un tono de nostalgia tiñera brevemente sus palabras antes de volver al presente.

—Y en cuanto a la prenda, me alegra poder ayudarte. Considera eso una pequeña parte de mi gratitud por esta conversación y por la oportunidad de aprender de alguien con tus experiencias y perspectivas ¿Algún color en especial para la falda? —aseguró y preguntó sonriendo cálidamente.

El ofrecimiento de Asradi de compartir más sobre su vida parecía un regalo en sí mismo, y Galhard lo valoraba como tal. La noche los envolvía en su manto tranquilo, y el sonido del mar les ofrecía un concierto privado que solo añadía magia al momento.

—Tu deseo de explorar y vivir según tus propias elecciones es algo que respeto profundamente. No todos tienen el coraje de seguir su propio camino, especialmente cuando se enfrentan a expectativas y tradiciones arraigadas. Espero que tu viaje te traiga las respuestas y las aventuras que buscas —afirmó, su expresión seria pero amable.

—Y quién sabe, quizás en este vasto y diverso mundo, encuentres esos lugares y esas historias que hacen que la vida valga la pena ser vivida a plenitud. Con cada nueva costa que explores, cada nueva cultura que encuentres, espero que también encuentres la aceptación y la belleza que mereces.—Finalizó con una cálida sonrisa, aunque Galhard sabía la peligrosidad del viaje algo le hacía pensar que encontraría buenos compañeros para su viaje, una lástima que sus deberes como Marine le impidieran acompañarla.
La luna seguía alta en el cielo, bañando la playa en una luz suave que hacía que el encuentro pareciera suspendido fuera del tiempo. En esa cala, bajo ese cielo estrellado, Galhard y Asradi compartían no solo comida y conversación, sino también un fragmento de sus sueños y temores, un intercambio tan real y tangible como las olas que rompían suavemente a su alrededor.
#15
Asradi
Völva
Era gracioso. Había desconfiado de él al principio y ahora parecía que tenían unos cuantos puntos en común. Definitivamente, el océano era caprichoso y te juntaba con las criaturas que uno menos se esperaba. Esta vez, Asradi había tenido suerte. Se había topado con un buen hombre, al menos en primera instancia. Ojalá muchos fuesen como él o, al menos, aprendiesen a pensar así, a ser más abiertos.

Se desperezó un poco, señal de que estaba totalmente a gusto. Incluso parecía haber bajado un tanto la guardia en el proceso, tras escuchar la historia de Galhard.

Quizás alguna vez podamos volver al norte, aunque sea de visita. — Esbozó una sonrisa suave hacia el castaño. Era una idea que podría surgir a futuro, nunca se sabía.

Cuando Galhard le comentó sobre la prenda en cuestión, Asradi se quedó pensativa. No era caprichosa en ese sentido, sino que más bien bastante práctica. Aunque claro, le gustaba vestir bien si tenía la ocasión. Pero aquella era una situación un tanto más atípica.

Creo que algo sencillo. Es decir... — Se tomó un par de segundos para explicarse. — Creo que colores opacos o que no transparenten sería lo ideal. — Era una pena, porque le gustaban las prendas frescas. Pero si la tela era muy fina, podría transparentarse y notarse lo que resguardaba bajo esa misma falda.

Y era un riesgo que no estaba dispuesta a correr por ahora. No viajando sola, al menos.

Finalmente, le dedicó una sonrisa un tanto más agradecida, suave, que realzaba sus rasgos. Y, sobre todo, dejaba ver un par de colmillos más puntiagudos, que revelaba la sangre de tiburón que llevaba.

Con eso será suficiente, ¿cómo puedo agradecértelo? — Le sabía mal el recibir tanto a cambio de nada.

Le había compartido de su comida, le estaba ofreciendo protección, al menos durante el día siguiente, y conseguirle una prenda para resguardar y esconder su cola.

Entonces, se acordó de algo. La mochila (bien cerrada) que llevaba siempre a sus espaldas, donde resguardaba la medicina y alguna que otra cosa de utilidad, la acomodó frente a ella. Tras abrirla, comenzó a revolver un poco, hasta que encontró lo que buscó. Se le dibujó una sonrisa más amplia y, acto seguido, le hizo entrega a Galhard de un tarrito. No muy grande, más o menos del tamaño de la palma de la sirena.

Ten. Es un ungüento para las quemaduras. Lleva aloe vera y alga roja. — Lo había hecho ella misma, con los conocimientos que tenía. Y que, todavía, quería seguir mejorando. — Te las aliviará y refrescará. Y es un buen cicatrizante.

Era lo único que, ahora mismo, podía ofrecerle.
#16
Galhard
Gal
Mientras la noche se fundía lentamente con las primeras luces del alba, Galhard observaba con atención a Asradi, quien detallaba sus preferencias para la prenda que ayudaría a ocultar su cola. Aunque le ofreció un tarrito de ungüento como agradecimiento, Galhard levantó su mano en un gesto de renuncia, sonriendo con calidez.

—La memoria de esta noche y tu sonrisa son más que suficiente pago para mí —expresó suavemente, su voz llena de sinceridad. —Guarda el ungüento para aquellos que puedan necesitarlo en tus viajes. Estoy seguro de que será de gran ayuda para alguien en el camino.

A medida que el ambiente nocturno daba paso a la frescura del amanecer, Galhard se sumió en sus pensamientos, contemplando las tareas del día siguiente. Estaba decidido a encontrar una prenda adecuada para Asradi, algo que no solo cumpliera con sus necesidades prácticas sino que también le ofreciera comodidad y discreción.

El cielo comenzaba a iluminarse con tonos cálidos de naranja y rosa, señal de que la noche estaba llegando a su fin. Galhard, sintiendo el cambio en el aire, sugirió que era momento de prepararse para el nuevo día.

—Pronto, el mercado estará lleno de vendedores y compradores. Encontraré algo perfecto para timurmuró, más para sí mismo, mientras planeaba su ruta hacia el mercado local.

Galhard, conocedor del área y de sus recursos, ya tenía en mente algunas tiendas que frecuentaba, donde sabía que podría encontrar telas de calidad y prendas adecuadas.

—Aquí te traeré la prenda, alrededor de media mañana—comentó, marcando el lugar en su mente y en el suelo con un pequeño montón de piedras, una señal discreta pero efectiva.

Con la llegada del alba y el cielo iluminándose cada vez más, Galhard se despidió de Asradi con un gesto de la mano, una sonrisa serena adornando su rostro. No necesitaba palabras para expresar su gratitud por la noche compartida ni su compromiso con la promesa hecha.

Se alejó con pasos firmes hacia la ciudad, su mente ya repasando las tareas del día. Tenía que asegurarse de que la prenda que escogiera no solo fuera funcional sino que también respetara la dignidad y la naturaleza única de Asradi.

A medida que el mercado comenzaba a despertar, con los primeros vendedores desplegando sus mercancías y los primeros rayos de sol tocando los tejados, Galhard se sumergió en el bullicio matutino. Su búsqueda fue meticulosa, examinando telas y cortes, siempre con el pensamiento de Asradi en mente.

Finalmente, después de varias tiendas y muchos tejidos, encontró lo que buscaba: una falda larga, de un material duradero pero suave, que ofrecía cobertura completa sin sacrificar la movilidad. Satisfecho con su elección, compró la prenda y la guardó cuidadosamente en su mochila.

Con la falda asegurada y el sol ya alto en el cielo, Galhard regresó al punto de encuentro, colocando la prenda cuidadosamente sobre las piedras que había apilado como señal. Ahí esperaría a Asradi, listo para entregar lo que había prometido y continuar su día con la tranquila certeza de haber ayudado a alguien, un pequeño pero significativo acto en su búsqueda de un mundo más justo.
#17
Asradi
Völva
Galhard estaba rechazando, de manera amable y elegante, el obsequio que ella le estaba intentando entregar. Lejos de sentirse ofendida, Asradi sonrió de manera suave y volvió a resguardar el pequeño tarrito en el interior de su mochila.

Está bien, lo guardaré para alguien que lo necesite. — Le aseguró al pelicastaño. Lo dejó a buen recaudo y cerró la bolsa, con cuidado. No llevaba muchas pertenencias, solo alguna prenda pero, sobre todo, las medicinas que solía preparar por si tenía que tratar alguna herida o dolencia. No solo para ella, pero sobre todo por si se encontraba a alguien necesitado. Era algo complicado, al mismo tiempo, porque también tenía que ser cuidadosa para que no descubriesen su verdadera naturaleza. Sobre todo si se trataba de gente de la superficie.

Aunque estaba comprobando que, de vez en cuando, se encontraba excepciones como Galhard.

Poco a poco la noche fue pasando. Y de manera amena, como ella no se hubiese esperado. La compañía era agradable. Podía decir que, efectivamente, había tenido bastante suerte. Podría haber sido peor, podría haber sido cualquiera y que sus intenciones no fuesen las mejores. Ya había tenido intentonas de captura, para venderla como esclava o como entretenimiento colectivo.

El amanecer fue asomándose lentamente, pero iluminando y acariciando la playa y el horizonte con sus rayos suaves y rosados, indicando el inicio de un nuevo día.

Siento no poder acompañarte. — En realidad podía, pero era demasiado arriesgado.

Podía moverse parcialmente por tierra, pero era muy torpe y vulnerable. Más aún si su cola iba expuesta. Era lo peor que podía hacer. Así que decidió esperar ahí a que Galhard regresase. Esperaba que lo hiciese, para ser sincera.

Pero te esperaré por aquí. — Asintió cuando él acordó la hora. Lo mejor que podía hacer ella, ahora mismo, era esconderse. No quería correr el riesgo de ser vista por más personas. No así, al menos.

Cuando Galhard se alejó, ella hizo lo mismo. Asradi regresó al agua y se fue a refugiar entre las rocas cercanas. Era un buen lugar. La marea rompía con algo de violencia en ellas, pero a la sirena le servía como refugio. Podía verlo que sucedía en la playa sin que nadie la viese a ella, al menos en primera instancia.

Las horas pasaron y ella esperó pacientemente, también disfrutando del oleaje y del buen clima que había. La tormenta ya había pasado la noche anterior, y ahora el mar estaba más tranquilo en cierto aspecto. Cuando el sol estuvo ya en lo alto, volvió a asomarse, percatándose de la llegada de Galhard. A la sirena se le escapó una breve sonrisa antes de brincar de la roca hacia el agua, en un sutil chapoteo y bucear de nuevo hasta la orilla.

Emergió de la misma manera que lo había hecho horas atrás, durante la noche.

Has vuelto. — Sonrió, contemplándole nuevamente desde el borde de la playa. Se impulsó un poco más para que su abdomen y la parte superior de su cuerpo estuviese un poco más alta, más a la altura de él, apoyándose en la cola. — ¿Cómo te ha ido? Por aquí todo ha estado bastante tranquilo.

Por fortuna.
#18
Galhard
Gal
El sol ya estaba alto en el cielo cuando Galhard regresó a la cala, su silueta proyectada por los primeros rayos de la mañana. La noche había sido tranquila, y aunque su mente se mantuvo alerta durante toda la travesía, una parte de él no podía dejar de pensar en la sirena que había dejado en la seguridad del mar.

Mientras caminaba por la playa, sus botas hundiéndose ligeramente en la arena húmeda, Galhard divisó el destello de escamas plateadas que anunciaba la presencia de Asradi. La sirena emergió del agua con la misma gracia que la noche anterior, su cola brillando bajo la luz del día. Galhard no pudo evitar sonreír al verla, aliviado de que todo hubiese marchado bien en su ausencia.

—He vuelto—respondió, acercándose a la orilla. Asradi se había impulsado ligeramente fuera del agua, lo que le permitió mirarla casi a la misma altura, una imagen que le resultaba casi surrealista en medio de ese tranquilo paraje. Galhard llevaba consigo una bolsa, en cuyo interior se encontraba la prenda prometida, un sencillo vestido de tela opaca, lo suficientemente largo como para cubrir completamente la cola de la sirena.

—Todo ha ido bien —añadió mientras depositaba la bolsa en la arena junto a ella—. No encontré muchos problemas, por suerte Rostock es un pueblo con mucha paz, pero me aseguré de que nadie sospechara nada. Aquí tienes, espero que te sirva. Es simple, pero debería hacer el trabajo de mantener tu secreto a salvo.—Finalizó confiado de su elección y con curiosidad de ver como le queda aquella prenda a Asradi

Se apartó un poco para darle espacio, su mirada recorriendo el horizonte mientras le daba privacidad para revisar la prenda. Mientras lo hacía, las palabras de la sirena resonaban en su mente. Había algo en su forma de hablar, en su manera de aceptar la ayuda sin reservas, que le hacía pensar en lo mucho que ambos compartían, a pesar de sus diferencias.

Volvió a mirarla, sus ojos llenos de una mezcla de compasión y determinación.

—No puedo prometer que todo será fácil, pero mientras esté cerca, me aseguraré de que estés a salvo. Después de todo, es lo mínimo que puedo hacer por alguien que ha decidido confiar en mí viviendo tu mundo donde la confianza es un lujo que escasas veces puedes permitirte—. Habló con calma y dulzura en sus palabras, puede que para otros fuera poco pero, para él, poder tener su confianza era un preciado tesoro.
El viento marino sopló suavemente, trayendo consigo el olor a sal y la promesa de un nuevo día. Galhard sabía que, aunque su tiempo en Rostock podría ser limitado, había algo en esta interacción que lo marcaba profundamente. Era una señal de que, tal vez, el mundo no estaba tan perdido como a veces parecía.

—Cuando estés lista, podemos movernos hacia el pueblo. Lo haremos con cuidado, y yo me encargaré de cualquier problema que surja. Pero recuerda, estás bajo mi protección —concluyó con una sonrisa tranquila, esperando su respuesta.
#19
Asradi
Völva
Una sonrisa suave se iluminó en el rostro de la sirena al comprobar que Galhard había regresado. Solo y bien. Ahora podía mirarle cara a cara, tras haberse ella erguido un tanto sobre su cola. Aunque Asradi seguía siendo no muy alta, pero eso parecía no importarle. Pequeña y aerodinámica, como ella solía decir.

Me alegro. — Y lo decía con sinceridad. Tras otear un poco los alrededores, por costumbre y por si acaso, se quedó bastante más tranquila. Incluso se acomodó un tanto más en la arena, aunque permaneciendo erguida, pero más relajada.

Siguió con la mirada el movimiento de la mano de Galhard y como depositaba la bolsa en la arena. Con el consabido permiso, Asradi fue a hurgar en su interior, encontrándose con la prenda. La sirena sonrió más ilusionada, incluso extendió el vestido delante suya para verlo mejor, dejando que se ondease un poco con la brisa del aire.

¡Es perfecto, muchas gracias! — No podía creerse su buena suerte. Siempre había escuchado muy malas cosas de los humanos y ahora se topaba con uno que parecía buena gente. Y que la estaba ayudando de manera totalmente desinteresada.

Era verdad, había muchos prejuicios, tanto hacia los humanos como hacia los gyojin. Y, al fin y al cabo, no se diferenciaban tanto los unos de los otros. Eran muy similares, aunque a algunos no les gustase escuchar eso. Le dedicó una mirada agradecida, antes de comenzar a ponerse el vestido. Curiosamente, era de su talla. Y, lo más importante, le cubría la cola hasta que no se le veía nada. Solo tenía que flexionarla un poco en la parte final y todo solucionado.

Asradi se miró, dió un par de vueltas sobre sí misma, de manera graciosa y luego acomodó apenas la prenda.

¿Estás seguro de que quieres acompañarme? — Iba a ser arriesgado, aún así. Ella solo quería ver un poco la zona y, en todo caso, hacerse con algunos víveres o plantas que pudiese usar de forma medicinal. — Ya te has arriesgado mucho ayudándome. Si te ven conmigo, si descubren lo que soy...

Había la posibilidad de que, por algún motivo, la descubriesen. Y que, por ende, la tomasen con Galhard. No era algo que ella pretendía, ni mucho menos. Y sí que se notaba algo preocupada al respecto.

Dió un par de saltitos o, más bien, un caminar extraño hasta quedarse un tanto a la altura de Galhard. Le miro fijamente durante unos pocos segundos, antes de sonreír una vez más.

Pero, aún así, no me vendría mal la compañía de un experto. — Le guiñó un ojo, esta vez con cierta coquetería natural.
#20
Tema cerrado 


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