¿Sabías que…?
... existe una isla en el East Blue donde el Sherif es la ley.
[Diario] [D - Pasado] Tartana de huesos
Picollo
Daimaku
Primavera 3, Archipiélago de Tequila Wolf, Diario de Picollo 

Una mañana de primavera brillante en el archipiélago de Tequila Wolf, y Picollo ya estaba inmerso en su trabajo, volviendo a la costumbre luego de su largo viaje por East Blue como ayudante de un viejo comerciante del East Blue. El taller se mantenía tal y cual lo había dejado, salvo por cumulos de arena y polvo que no demoro en acondicionar, en un rincón olvidado del puerto junto a un sencillo astillero, lejos de las miradas curiosas y críticas de los humanos que habitaban las partes más ricas de la isla, era su santuario de creatividad y habilidad, allí nadie lo molestaba más que alguno de sus jefes a la hora de hacer un pedido. Las herramientas estaban dispuestas con meticulosa precisión, y la madera, cuidadosamente seleccionada, esperaba ser transformada por sus manos expertas en una nueva pieza para la reparación de un Barco de carga.

El aire fresco traía consigo el aroma salino del mar y el sonido de las gaviotas resonaba como una sinfonía natural de Puerto junto a su activa gente. Se movía con la gracia de un artista en su elemento. Sus manos, firmes y seguras, guiaban el cincel con una precisión casi mágica, no pretendía desilusionar a su empleador ni mucho menos a sus contratistas usualmente malhumorados.

De repente, un golpe en la puerta interrumpió su concentración. Era su viejo amigo Grog, un hombre de aspecto rudo pero con un corazón amable. -Buenos días Daimaku ha!ha!, veo que no haz envejecido nada -, exclamó Grog, entrando con su característica sonrisa. -Escuche algo interesante en el puerto, un barco desconocido ha sido avistado cerca de la isla y según lo que dicen se conduce solo... ¿¿Puedes creerlo??- Picollo levantó la vista -Es curioso, Grog. Pero dejale ese asunto a alguien que le importe...- Respondió en tono amargado.

La conversación quedó en el aire mientras Picollo volvía a su labor, el misterio del barco poco le importaba. Continuó trabajando con diligencia, terminando una reparación importante para un barco de la Familia Blackmore. Su destreza como carpintero naval era conocida, y aunque no era del todo aceptado por los humanos, su habilidad le había ganado un cierto respeto entre los maestros afines a la madera, usualmente sus obras eran presentadas por su Jefe y no por El, solo para mantener el " status " de la empresa, le daba igual mientras le pagaran.

Al mediodía, Picollo decidió tomar un breve descanso. Vistió su viejo sombrero de tela y caminó hacia el muelle, donde la actividad era constante. Los comerciantes pregonaban sus mercancías, los marineros compartían historias de sus viajes, y los niños jugaban alegremente. El bullicio del puerto hacía contraste con la calma de su taller pero no por eso era menos atractivo.

Se detuvo junto al agua mientras comía un palito de pescado, observó las olas que se estrellaban suavemente contra los pilares de madera y piedras de la costa. El rumor del barco desconocido seguía presente en su mente. -¿Se conduce solo? La gente imagina cosas... - pensó. Su mente, siempre ávida de conocimiento, buscaba nuevos enigmas, pero era bastante difícil razonar con sus propios prejuicios.

Al mediodía regresó a su taller, sumergiéndose una vez más en su trabajo, probablemente tendría unas horas más hasta finalizar aquel primer encargo. El tiempo de oficio le permitían a esta altura tomarse con calma algunas tareas que quizá años atrás hubiera demorado días en finalizar, sin duda sus años de servicio le proporcionaron habilidad y sabiduría.

Llegó la hora acordada y su jefe Bilis Ters Nuka se hacia presente en el ingreso a su taller, - DAIMAKU! Sabía que no me fallarías! bien hecho...- La reparación de aquella placa de madera había sido un completo éxito, había finalizado con tiempo de sobra el cual le permitió lustrar un poco la pieza. Su jefe le entrego la paga y el viejo Picollo se retiró sin mediar demasiadas palabras. Ya estaba por irse cuando fue nuevamente interrumpido por Bilis, - Oye tengo un trabajo más para ti, he!- . Picollo lo observo para luego asentir y seguir sus pasos hasta el muelle de descarga. - Ese de ahi!- señalo Bilis, un barco extrañamente repleto de huesos en su interior, como si hubiera sido atacado pero sin rastros de destrucción o batalla, aquel pequeño barco cubierto entero por un pintura negra se encontraba completamente lleno de huesos, como si sus tripulantes hubieran sido quemados vivos pero sin fuego. Sin duda un suceso misterioso que mantenía al margen al resto de trabajadores que se rehusaban a ingresar a la cabina por miedo a ser malditos. La tarea indicada para el bastardo de Bilis ( Picollo)  que se mantenía escéptico y poco le importaba las invenciones místicas o historias inventadas de la gente, para El era solo un barco convertido en cementerio. - ¿Y que se supone que haga?- Preguntó Picollo, - Te tocara limpiarlo y acondicionarlo, este barco ahora es de nuestra empresa, necesito que lo dejes como nuevo - Respondió Bilis, - Ya ya, tardare unos dos días.... -

De un salto ingreso a la pequeña embarcación atada al muelle de reparaciones. Un escalofrío recorrió su cuerpo al notar la cantidad absurda de huesos que cubrían la escotilla y superficie del barco, ignoró su pudor y continuo con su labor, primero intentar detectar agujeros en la nave pero no tuvo suerte, el origen de la tripulación seguía siendo un misterio. ¿ Como era posible que llegase hasta allí sin tripulación? un enigma sin resolver, pero que cierta manera no le correspondería resolverlo. Pasados unos minutos tomo un saco de cuero y empezó a juntar los huesos y barrer la mugre del lugar. Mientras continuaba el aseo tuvo tiempo de identificar los años de la madera lo cual nuevamente le trajo nuevas dudas al viejo Picollo. Aquel barco delataba por lo menos 10 años de océano y olas, 10 años sin mantenimiento implicaban rastros de musgo en la madera, hoyos, pequeñas termitas, y cientos de rastros que le sugerían al experimentado carpintero que aquel bote no había sido acondicionado en mucho tiempo y era urgente su reparación.

Observó al muelle para pedir asistencia a algunos de sus compañeros, asi poder sacar al bote del agua y preparar la estructura que lo sostenga. Media hora atando cabos y preparando la embarcación para luego elevarla con ayuda de la grúa y posicionarla sobre una estructura de acero y madera que se encargaría de sostenerla fuera del agua, esto le daba acceso a la parte baje del bote para así analizar y destacar al detalle cada grieta y el desgaste mismo. Era momento de rascar y rascar, apoyado de sus siempre fieles herramientas, se encargaría de quitar todo resto de Mo y coral que se formaron sobre la "quilla".

Bajo el reparo de aquel sencillo Galpón Picollo continuaba con su labor, el tiempo se esfumaba entre sus pensamientos críticos de carpintero, lo que tenía frente a El era una reliquia, se preguntaba como habría llegado hasta allí. Mientras continuaba quitando los restos de podredumbre bajo el barco, escucho un sonido en su interior, como si algo hubiera dado unos pasos y luego se hubiese caído. -... Debe ser un ratón...- pensó, debía encargarse de El. Dejo su herramienta y guantes a un costado para luego tomar la escalera y elevarse hasta la cubierta de la pequeña Tartana. Todo se mantenía tal y cual lo había dejado horas atrás, salvo que la bolsa de huesos que se había encargado de recolectar, estaba abierta y algunos huesos fuera de ella. ¿¿?? Deben haber sido las ratas se dijo así mismo, por lo que procuro ingresar en la Cabina principal para terminar de acondicionar el barco, era imprescindible quitar cualquier alimaña que se encontrara abordo. Le dedico varias horas, inclusive coloco algunos cebos con trampas, espero en silencio, al final del día  no encontró nada, normalmente sus trampas siempre daban resultado por lo que empezó a cuestionar el origen de tan inteligente animal capaz de evadir sus deliciosos quesos.

Descendió del bote y decidió continuar con el aseo al día siguiente, tenía varios días para el terminar el encargo. Acostumbrado a trabajar solo continuó con la segunda parte del mantenimiento, una vez quitado todo resto de vegetación de la quilla y alrededores era momento de aplicar un solvente para quitar impurezas y luego una buena lijada a la madera. Durante los próximos días continuaría con su labor al punto de dejar completamente nueva aquella Tartana antigua, salvo por algunos detalles rústicos en la madera que no se permitió rediseñar por miedo a dañar la estructura, aparentemente su antiguo dueño se había encargado de marcar el barco con varias firmas, una típica calavera con una serpiente en su ojo, este ere el Logo de la Tartana de Huesos, una embarcación que en cierta manera se manifestaba en algunas ocasiones con ruidos de huesos chocando o "gente caminando", pero que al intentar dar con el origen del Sonido nunca encontraba nada, el viejo carpintero omitió este detalle a la hora de entregarla por miedo a prejuicios y desvalorización de su Labor, al fin y al cabo ¿ Quien le creería?.
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