¿Sabías que…?
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[Evento] Lo que el rio se llevó
Qazan
Qazan
No sabía qué cable se le había cortocircuitado a meduso, de pronto empezó a hablar solo y a gritar como un loco de manicomio. Paré de correr al notar como la agua temblaba, cerca nuestra en un risco varias criaturas habían levantado de la nada un monumento muy particular, de la boca de este emanaba un caudal muy prominente de agua que en apenas segundo dejaban divisar un lago muy cerca nuestro. Aquellas criaturillas se colocaron cerca del borde viendo como el lago se llenaba a la vez que dejaban la extraña maquinaria clavada en el suelo con un cartel. 

Este reclamaba explícitamente algún tipo de sacrificio en honor de Norfeo el Insomne. ¿Estos que son ahora una secta o qué?- Pensé para mi mismo luego de leer el cartel y ver el extraño comportamiento de los seres amarillentos. Cuál sería si no mi sorpresa al comprobar en mi propio caparazón que yo iba a ser el susodicho sacrificio. Con todo aquel ajetreo y sucesos extraños uno detrás de otro era inevitable bajar la guardia, a meduso se le habían terminado de desenroscar los pocos tornillos que le quedaban y de pronto me atravesó el cráneo con su espada.

El último recuerdo que tengo luego de todo aquello, es ver en cámara lenta a la medusa ladrona abalanzándose a por mi. No tengo más recuerdos de qué pudo suceder después ya que a los pocos instantes de clavarme la espada pude notar como mi alma se separaba de aquel cuerpo, el cual de hecho, estalló, desapareció de golpe sin dejar el más mínimo rastro tras de sí. En forma de alma en pena, miré a mis manos para volver a ver nuevamente mis aletas negras, empezaba a comprender mejor lo que estaba ocurriendo en aquel lugar. Aunque para mi desgracia, mi participación en aquellos juegos terminaba ahí… O tal vez no.

Me sentía extraño, el tiempo a mi alrededor se había parado, podía contemplar la escena desde un plano aéreo mientras mi alma ascendía a los cielos, sin embargo, mi voluntad parecía no dejarme abandonar este mundo tan pronto. La vista se me tornaba en visión de túnel, poco a poco toda la periferia ocular se tornaba blanca hasta que solo quedaba un punto negro central. Luego de ver mi propia muerte, abrí los ojos bruscamente.

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#21
Nagaki
Medusa
Antes de seguir
Importante, que no lo había especificado en mi turno anterior.
Qazan intenta tirar a Gal en mi dirección, pero tiene 0 de puntería, así que sería un milagro que le tire justamente en mi dirección. Además que Gal al estar en forma de gnomo esto no varía su peso, por lo que pesaría 80kg. Según las guías, es necesario 20 de Fuerza para mover un armario, por lo que mover a una persona de 80KG se necesitaría más, y aun así Qazan sólo tiene 17 de fuerza, no podría lanzarle, pero vamos a tomar que pudo lanzarle al río un par de metros de él para no cambiar mucho lo ya planteado.

Por eso no he reaccionado al intento de robo ya que aunque no podría haberle lanzado, y aun simulando que pudo, estaría yo en el fondo del agua hasta impulsarme hacia arriba para atacar a Qazan y Gal en la superficie. Sin contar la diferencia de la velocidad de nado entre ambos.

También calculé mal el gasto de energía:
Energía de Nagaki: 190 - (23- 5 -15 (de La Montaña))= 190 - 5(al ser el mínimo) = 185 de energía.


Después del ataque al cangrejo gigante, un nuevo desafío se presentaba ante ella, y esta vez no era un adversario como el cangrejo, sino un travieso gnomo que había peleado anteriormente con el cangrejo y que ahora la perseguía. El gnomo tenía un cazamariposas que utilizaba como arma, cosa que me parecía muy extraño.

Observé al gnomo desde la orilla. El pequeño ser estaba en medio del río después de que el cangrejo le lanzara, moviéndose rápido e intentando nadar contracorriente yendo en mi dirección ahora que emergí a la superficie. El gnomo reía, ajeno a que un cazador, yo, lo observaba a pocos pasos de distancia. Aproveché ese momento para agarrar a mi otro "yo" para acercarla a la costa, lo suficiente para que hiciera pie, ya que al quedarse sobre el cangrejo había empezado a hundirse y su cara de pánico por ahogarse era bastante notable. ¿Acaso no era una gemela suya? ¿Porqué no podría nadar?.

Le di vueltas a la situación y me quedé paralizada al caer en la cuenta de algo, acababa de atacar. Peor, acababa de atacar con intención de matar a otro ser vivo. La ansiedad y el remordimiento me comían por dentro. No podía estar haciendo esto, no otra vez, no en esta fase. Me llevé las manos a la cabeza. - No... no.. no... -murmuraba para mí misma-

Miré al horizonte, allá donde momentos antes se había escuchado un ruido que se extendería por el eco entre las montañas. Sin pensarlo dos veces, salí corriendo de allí. No era seguro que estuviera allí con tanta gente. Me lancé al agua de nuevo y nadé río arriba. En dirección de donde vino aquel ruido.

Tenía 3 fases, todo el mundo lo sabía. La fase pólipo, una fase donde soy, comparándome con los humanos, una niña pequeña. La fase normal, donde soy una adolescente. Y la fase adulta que el propio nombre lo dice. Pero cualquiera que sepa de medusas sabrá que su periodo de vida es de dos meses o incluso 4 años... ¿porqué yo sólo tenía ciclos de un mes? ¿porqué vivía tan poco en comparación a mis parientes cercanos? Por la cuarta fase.

La cuarta fase sólo se ha manifestado varias veces en el pasado. La fase adulta debería ser la versión cazadora dentro de mi evolución. Es la fase más madura y más sensata de las fases que tengo y es la que gestiona los asuntos más serios para mi bien. Y entre tantas tareas, una de las más importantes es no llegar a la fase cuatro. Incluso si eso significa acabar con su propia vida hasta el punto de volver a rejuvenecer del daño auto infligido. 

La cuarta fase no es la fase cazadora, es la fase depredadora. Esta fase está pensada en hacer daño y acabar con el enemigo dejándose llevar por el instinto primario. No hay piedad, no hay arrepentimiento. Y por eso no podía dejar que pase. Y estaba pasando. Este sueño, esta pesadilla, estaba afectándome más de la cuenta hasta el punto de liberarme de mis restricciones. Había prometido no matar nunca más pero esas cadenas no estaban en este sueño, y por ser un sueño, mi instinto natural estaba despierto y sediento de sangre.

Minutos después ya lejos de toda la acción, dejé el río y remonté una montaña. Desde ahí se podía ver que se había formado un lago que previamente no estaba y un par de criaturas amarillas al lado de un cartel enorme.

-Ofrenda... Ofrenda... - una voz tenebrosa salió de mi garganta leyendo el cartel.

Sin dejar de caminar, y pegada ahora al nuevo lago voy hacia una de las criaturas amarillas y le ataco con un puñetazo directo al enorme ojo del centro (ataco el que sólo tiene un ojo) rompiendo las gafas en el proceso. Con suerte, dejándole inconsciente del golpe.

Impacto Directo
COM101
COMBATIENTE
Físico
Tier 1
15
Costo de Energía
1
Enfriamiento
Combatiente I 5 Fuerza
El usuario encarará de frente a su adversario propinándole un poderoso impacto directo con alguna de sus extremidades.
Golpe Básico CaC + [FUEx1,9] de [Daño contundente]

Agarre Tenaza
COM201
COMBATIENTE
Defensiva
Tier 2
25
Costo de Energía
18
Costo de Energía por Turno
1
Enfriamiento
Combatiente II 5 Fuerza 5 Resistencia
Uniendo todos los dedos, a excepción del pulgar, que se mantendrá en una posición enfrentada a los demás creando una forma de pinza con la mano, el usuario trazara un [Agarre] sobre una extremidad de su víctima con una considerable fuerza, impidiéndole usar dicha extremidad o alejarse.

Jōki no eikyō
KGY300
GYOJIN KARATE
Pasiva
Tier 3
Las técnicas del estilo emplean el elemento agua en ellas, con lo cual serán capaces de golpear a los usuarios de Akuma no mi que normalmente contarán con ciertas inmunidades con normalidad. Por otro lado, siempre que se encuentre en el agua o en un ambiente con una alta presencia de la misma y por lo tanto humedad sus técnicas causan +50 de Daño adicional y costarán -5 Energía (Hasta un máximo de 5 Energía).


Le agarro de una de las piernas y tiro de él con todas mis fuerzas en dirección al lago, entrando en el lago con él a rastras y desapareciendo con él en sus profundidades. Nadando cada vez más y más abajo en este infinito lago hasta el punto que es tan profundo que no se ve casi la luz del sol. Nadando tan abajo que la criatura amarilla ha dejado de soltar burbujas de aire hace tiempo. Y allí, en la profundidad, empieza a subir el color rojo (o del color que sea la sangre de estos bichos) mezclándose junto al agua cristalina y pura convirtiéndolo en un rojo clarito a medida que voy devorando y destripando a la criatura.

-Ofrenda... Norfeo... ofrenda... - en la oscuridad de las profundidades, no paro de repetir estas palabras en el proceso.
Nagaki cuarta forma

Resumen del post

Inventario

Personaje
#22
Galhard
Gal
Galhard respiraba con dificultad, cada inhalación era un recordatorio de la herida que le ardía en el costado. La sangre se mezclaba con el sudor en su piel pálida, y el dolor era un zumbido constante en su cabeza. Mientras intentaba controlar su respiración, sus ojos no podían apartarse de la monstruosa figura que Nagaki había adoptado y como Qazan había caído en combate frente a la Nagaki que hablaba como un hombre. Los tentáculos azules de la monstruosa Nagaki se agitaban amenazantes bajo el agua, y su rostro, distorsionado en una máscara de terror, le recordaba las pesadillas más oscuras que un hombre pudiera imaginar.

La escena ante él era surrealista. El lago, formado por las acciones de seres extraños y los restos de la batalla, brillaba a la luz tenue que se filtraba entre las montañas. El aire estaba cargado de tensión, como si el mismo paisaje aguardara con ansias el siguiente movimiento. Galhard sabía que cada segundo contaba.

Mientras su mente trataba de procesar lo que acababa de suceder, su mirada se detuvo en un objeto a la orilla del agua. Entre la confusión de la batalla y la furia desencadenada por Nagaki, la bolsa de canicas de la gyojin había sido descuidada. A pesar de su agotamiento, el instinto de supervivencia y la experiencia militar de Galhard lo impulsaron a moverse.

Luchando contra el dolor que lo atravesaba, Galhard se acercó cautelosamente. Cada paso era medido, cada movimiento deliberado. Se agachó con esfuerzo y sus dedos se cerraron alrededor de la bolsa. Al levantarla, sintió el peso familiar de las canicas en su interior, una sensación que le proporcionó una pequeña chispa de satisfacción en medio del caos.

Con las canicas aseguradas, Galhard se permitió un breve instante de reflexión. Miró a su alrededor, viendo cómo Nagaki se sumergía en el agua, arrastrando a una de las criaturas amarillas con ella. Su mente calculó rápidamente sus opciones: luchar aquí, en un terreno que no le favorecía, con una oponente en su elemento natural y en una forma tan aterradora, sería suicida. Sus heridas le recordaban que no estaba en condiciones de enfrentarse a tal amenaza.

La estrategia era clara. Retirarse, y vivir para luchar otro día. En su entrenamiento como marine, había aprendido que a veces la mejor manera de ganar una batalla era saber cuándo alejarse.

Galhard se giró, tratando de dejar atrás el lago y la monstruosa figura de Nagaki. Sus pasos, aunque dolorosos, eran decididos. El objetivo principal era sobrevivir, y en este mundo distorsionado, eso significaba no dejarse llevar por la arrogancia o la desesperación. Necesitaba tiempo para curar sus heridas, para restaurar su energía y prepararse para lo que venía. 

No tenía tiempo para poder dedicar una ofrenda en condiciones, más allá de lanzar hacia el lago una de las tres canicas que poseía actualmente así que alzando su voz tratando de que esta llegara a aquel extraño ser que parecía reinar sobre las grotescas criaturas amarillas 
—Si tú eres el jefe no puedo ofrecerte algo más que una canica, dadas las circunstancias puedo aventurarme a pensar que son la materialización de la vida de un ser que esté atrapado en esta pesadilla... Así que espero que sea del agrado— Tras aquellas palabras la canica que Gal lanzó se fue hundiendo en el agua, puede que sirviese de ofrenda o bien para que Nagaki recuperase la que era suya por derecho pero Galhard no tenía tiempo para detenerse a pensar más, debía de irse cuanto antes.

Mientras avanzaba por el terreno rocoso, Galhard hizo un inventario mental de sus recursos. Las canicas eran su boleto para continuar en este juego mortal, y aunque se encontraba en una situación crítica, no iba a rendirse. Cada paso lo alejaba más del peligro inmediato, pero también lo acercaba a un nuevo comienzo. Sabía que esto no era el final, sino una pausa necesaria.

El viento frío de la montaña azotaba su rostro, pero eso solo lo hacía más consciente de su propia existencia. Estaba vivo, y mientras siguiera respirando, seguiría luchando.

Al final, Galhard encontró un lugar relativamente seguro, un pequeño claro entre los árboles, donde podía detenerse y evaluar su situación. Mientras se apoyaba en un tronco para descansar, miró hacia el horizonte, pensando en los próximos pasos. La retirada había sido necesaria, pero la batalla, tanto interna como externa, estaba lejos de terminar. Con las dos canicas en su poder y un renovado sentido de propósito, estaba listo para lo que viniera a continuación en la siguiente zona que le deparase el futuro.

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#23
Hyun Yeon
Tsubaki no Ken
Personaje

apariencia en el evento


Mis últimos momentos fueron de dolor, agónico y terrorífico dolor. Traté de contenerme, pero no pude evitarlo. Grité antes de que mi consciencia se sumiera en la nada. Grité por la rabia que me provocaba aquella injusticia. Grité por la impotencia que sentía. Y entonces, desperté. Sigo vivo, de alguna manera. ¿Es esto realmente un sueño o pesadilla? ¿Ese ser, Norfeo, estaba jugando con nosotros? ¿Debía haber ofrecido alguna ofrenda como el resto? - No... no se negocia con alguien que juega así con las personas. No somos juguetes - murmuré, más para mí mismo que para nadie en concreto.

Me incorporé con esfuerzo, sintiendo un horrendo frío que me calaba hasta los huesos. Estaba en un estrecho sendero al borde de un profundo abismo. A mi alrededor se alzaban altos picos montañosos. El viento arrastraba sonidos similares a lamentos, probablemente un efecto sonoro al pasar entre las rocas... o eso esperaba. A pesar de mi muerte, estaba relativamente entero. Tenía la misma ropa y mi cuerpo estaba intacto. Bueno, por ahora. El frío no tardaría en cebarse conmigo si no hacía algo para remediarlo.

Ahora entendía los gritos de alegría que había proferido el extraño joven que había visto en su "anterior vida". Él también debía haber experimentado una muerte. ¿Seguro que no estaba soñando? Demasiadas cosas extrañas sucedían y al mismo tiempo, todo parecía tan real... procedí a pellizcarme y el dolor fue tan real como esperaba. Bueno, salvo por el entumecimiento por el frío.

Debía hacer algo. Buscar a ese tal Norfeo, encontrar una salida, lo que fuera. Pero lo primero, no estaba abrigado para la situación en que estaba. Necesitaba entrar en calor. Miré en ambas direcciones del sendero. Hacia arriba había una pequeña concentración boscosa, pinos negros. Hacia abajo, lo que parecía un lago. Escuchaba también el ruido de una cascada, por lo que podía asumir que un río o manantial lo alimentaba. Podía intentar hacer un fuego, pero llevaría tiempo y sería difícil sin herramientas. Si bajaba de altitud, tal vez encontrase una zona menos fría. Pero, por otro lado... tal vez no durase tanto sin calor. Tras ese pequeño debate interno, eche a caminar hacia los árboles mientras me frotaba los brazos para intentar entrar en calor.
#24
Kael
El Fantasma del Mar
Un silencio aterrador se cernía sobre la ciénaga, cortado solo por el susurro del viento entre las setas gigantes que me rodeaban. La gigantesca boca de una Venus atrapamoscas de 42 metros empezaba a cerrarse y con eso mi sacrificio estaría completo. Pero de la nada, una explosión surgió.

La realidad que conocía comenzó a desvanecerse, como si la ciénaga misma hubiera desaparecido. Al instante, la oscuridad rodeó mi ser, y el mundo a mi alrededor se convirtió en un torbellino de sombras. ¿Era esto lo que se sentía al morir? No sentí dolor, solo una paz inquietante, como si hubiera dejado atrás mis temores y dudas. En medio de ese torbellino, unas palabras que después olvidaría al renacer dijeron:
Cita:Qué interesante... tomar la forma de aquello que odias — susurró Norfeo —. Entonces, lleva contigo mi bendición, pero con ella, también una espada que atraviese toda defensa. Que tu enemigo se desvanezca ante ti como la niebla ante el sol.

Con un retumbante estallido que sacudió la tierra, me vi trasladado de un lugar a otro, como si una fuerza desconocida hubiera decidido que aún no había llegado mi hora. Con la vista borrosa y la cabeza dándome vueltas, al fin fui consciente de un nuevo lugar. Abrí los ojos y me encontré tendido en el suelo, rodeado de la majestuosidad de una montaña.

La cordillera se alzaba a mi alrededor, sus cumbres puntiagudas y afiladas parecían desafiar al cielo, como si quisieran tocar las nubes. El aire era más fresco aquí, y una brisa suave llevaba consigo un murmullo extraño. Miré a mi alrededor, intentando orientarme, y la belleza cruda de las laderas montañosas me dejó sin aliento. Ruinas de templos antiguos asomaban entre la vegetación densa muy lejos de mí, sus piedras desgastadas narrando historias de tiempos pasados, de héroes olvidados y traiciones.

Un rayo de sol rompió las nubes y cayó sobre mí, iluminando el sendero serpenteante que se extendía ante mis pies. Sin embargo, antes de pensar en seguir adelante, recordé los acontecimientos previos. ¿Cómo había llegado aquí? El sacrificio. La Venus atrapamoscas. Todo empezó a cobrar sentido, y una nueva sensación de inquietud se apoderó de mí.

Decidí avanzar y mientras me levantaba con ambos brazos. ¿Ambos brazos?. Observé mi cuerpo, parecía más alto, más fuerte y volvía a recuperar mi brazo y mi ojo perdido. -El sacrificio, ¡he sido bendecido por Norfeo! - dije para mi mísmo. Clavé una rodilla en el suelo y mirando a los cielos dije en alto - Oh Norfeo el Magno, muchas gracias por bendecir a tu humilde siervo, llevaré tu voluntad a cada prueba que me sometas

Me levanté y continué por el sendero, mientras lo hacía, mis pasos me llevaron hacia un río que serpenteaba a la sombra de la montaña. El sonido del agua fluyendo era reconfortante, pero mi corazón se detuvo en seco cuando me arranqué la idea de acercarme a su orilla. Necesitaba ver mi reflejo; algo dentro de mí decía que debía hacerlo.

Al inclinarme sobre la superficie del agua, el reflejo que se presentó ante mí me dejó helado. La cara que se reflejaba no era la mía. Mi piel había adquirido un tono más moreno, mis ojos eran dos pozos oscuros y vacíos, y el cabello que solía ser tan rebelde ahora caía en mechones lizos y desordenados. Allí, en ese río, me enfrenté a la aterradora realidad: me había transformado en mi peor enemigo, una versión joven de Salazar Stone. El coloso que había atormentado mis días, me miraba con una sonrisa burlona que parecía desafiarme. Mis músculos se habían vuelto más fuertes, y mi figura no era más que una versión retorcida de lo que había sido. Sentí un escalofrío recorrerme al reconocer la fuerza que emanaba de mí, una fuerza que nunca había poseído. La rabia, el odio, la venganza, todo lo que había sido Salazar en su juventud ahora se aferraba a mí como un manto oscuro.

-No...-, murmuré, la voz de Salazar resonando en mis pensamientos. -No puedo ser él. Esto no es real- . Pero la imagen no se desvanecía. Era un recordatorio constante de lo que había sido, de lo que había perdido, y de lo que estaba a punto de enfrentar.

Una oleada de confusión me llenó. El sacrificio no había servido solo para liberarme; me había condenado a cargar con el legado de mi enemigo. Las montañas vigilaban mi tormento, y el río susurraba verdades que no quería aceptar. Me levanté, la fuerza de mi nuevo cuerpo resonando en cada paso que daba. 

-No caigas en pánico Kael, esto tiene que pasar por algo. He sido bendecido, no castigado. Me parezco a él, pero también soy mucho más poderoso. Es... es una prueba más -concluí- Eso es, sacrifiqué todo lo que tenía al abismo, y el abismo me devolvió la mirada. No solo tenía que librarme de lo material, también tenía que liberarme de lo emocional. Tenía que sacrificar mi cordura y demostrarle que sigo siendo digno a Norfeo en todos los aspectos.

Con escepticismo y un renovado sentido de propósito, seguí el curso del río que descendía por la montaña. Volví a liberar mi charco de barro a mis pies, un charcho de 4 metros de radio que me sigue siendo yo su eje aunque mis pies parezcan físicos. 

Ante mí se presentaban nuevos desafíos y antiguos enemigos a los que enfrentar del modo en que mejor pudiera: recordando la victoria en mis derrotas. Las ruinas en las laderas prometían secretos, y cada paso que daba resonaba con una determinación que nunca había tenido antes.

Siguiendo el río hasta el corazón del mapa encontré una extraña pareja, una medusa medio ahogándose en el río y un joven un poco más allá en los árboles.

-Nuevas pruebas, nuevos sacrificios. -Dije llevándome la mano a la espada

Inventario

Personaje
#25
Atlas
Nowhere
Personaje
Todo retumbó en la ciénaga después de que las ofrendas fuesen brindadas a Norfeo según indicaba el letrero. A decir verdad, no tenía demasiado claro qué demonios era lo que había sucedido después de las mismas. De buenas a primeras, todo había empezado a estremecerse. Algunas setas parecían ser engullidas por la tierra mientras que otras eran lanzadas por los aires. El lago destinado a recibir las ofrendas comenzó a desaparecer cuando la tierra decidió que era el momento de empezar a engullirlo. Cuantos estábamos allí sufrimos el mismo destino. En mi caso, las grietas que recorrían el suelo y creaban abruptos desniveles me empujaron hacia las nubes, donde fragmentos de roca eran proyectados desde el suelo.

Lo último que pude recordar de la ciénaga fue un colosal trozo de piedra que se dirigía directamente hacia mí. Cuando desperté todo fue diferente a la ocasión anterior. Y es que aquella vez no sólo recordaba lo que había sucedido en la ciénaga, sino que en mi mente estaban grabados con total nitidez los recuerdos relacionados con la tundra helada. Podía recordar a la perfección a Sidd y cómo ambos nos congelábamos poco a poco, así como el cauce del río helado que terminó por engullirme. Recordaba también al enigmático y filosófico tipo de los acertijos con el que me había topado en la ciénaga, así como los hongos que te permitían llegar hasta las nubes de un salto. Y sí, era consciente de la mano de Norfeo en todo aquello. Norfeo, el Magno, quien parecía ser ese niño caprichoso que había decidido hacer de nosotros sus juguetes aquel día.

Preguntarme acerca de la naturaleza de todo aquello no tenía demasiado sentido en ese momento, pues había quedado claro que escapaba por completo a la comprensión de cualquier mortal. Tenía mucho más sentido preguntarme qué debía hacer para que, en un mundo tan real como onírico, todo saliese bien para mí. Tal vez decirlo fuera fácil, pero vista la facilidad con la que ese ente podía destrozar por completo cuanto estaba a mi alrededor, así como a mí mismo, me daba con un canto en los dientes con no salir de allí arrastrando ningún trauma.

—¿Y qué esperas de mí ahora, Norfeo, si puede saberse? —musité en voz baja al tiempo que daba un par de pasos hacia delante. En aquella ocasión el entorno designado para renacer o reaparecer era una gran montaña repleta de riscos, peligrosas cornisas y caídas eternas con afiladas rocas habitando los desfiladeros. El viento soplaba con furia, arrastrando voces de lamento y amenaza a partes iguales. Éstas gritaban en mi oído, aconsejándome sin quererlo que me marchase de allí. Pero claro, eso no dependía de mí.

No tardé en reparar en que había algunas cosas diferentes. En lugar de mi naginata portaba una totalmente diferente, algo más fina pero más larga. Sólo con mirarla se podía apreciar a la perfección que la calidad de la misma no tenía nada que ver con la mía propia. La hoja relucía por encima de mi cabeza y el resto de ella se adaptaba a la perfección a mi mano. El contrapeso era perfecto y, a pesar de parecer un poco más pesada, resultaba mucho más fácil de manejar y rápida en sus movimientos. Al igual que había sucedido en la tundra y en la ciénaga, di por hecho que en las inmediaciones habría más participantes de aquel caprichoso sueño. Si quería encontrármelos o no era algo que no tenía del todo claro por el momento. Todo dependía de a cuál de mis anteriores encuentros se asemejasen más.

Fuera como fuese, con el viento golpeando con semejante intensidad mi cuerpo —tanta que llegaba a resultar doloroso—, no tenía demasiado sentido que permaneciese allí, mirando a la nada desde un punto elevado que no me aportaba nada a mí, como yo tampoco lo hacía a él.
#26
Nagaki
Medusa
Mientras las palabras "Ofrenda... Norfeo..." resonaban en mi mente, una extraña sensación de poder y fuerza me empezó a invadir. Podía sentir cómo cada fragmento de energía se aglutinaba dentro de mí, como una tormenta a punto de estallar. Pero en medio de esa vorágine, una presencia peculiar se hizo evidente a mi alrededor. Un susurro leve, casi risueño, rompió el silencio del agua.

De repente, un pequeño minion fantasma, muy parecido al que había hecho la ofrenda pero con una sábana por encima, un color semi transparente y una expresión traviesa, apareció a mi lado. Era como si un pedazo de la realidad se hubiera desgarrado y dejado entrar a esta criatura juguetona y misteriosa.

¡Banana! —gritó el minion, señalando hacia la superficie con su manita espectral. Su voz tenía un tono divertido, pero había algo en sus ojos que parecía saber más de lo que decía.

- Ofrendas... - dije con voz tenebrosa y miré en dirección a la mano del minion- Ofrendas... ¿Norfeo? -pregunté al minión-

- Baboi, baboi, Norfeo pupete, para tú -dijo el minion mientras me señalaba insistentemente hacia arriba-

Me quedé atónita al notar que, a pesar del horror de lo que había hecho, ese pequeño alborotador apareciera. Desperdigué los restos de la criatura por las profundidades y, junto al fantasma, empezamos a ascender juntos hacia la superficie.

Cuando finalmente emergí, el aire fresco me abrazó como un amante perdido. El minion flotaba junto a mí, vibrando de alegría y subiendo y bajando en el agua, como si en vez de ser un espíritu atrapado, estuviera disfrutando de esta nueva aventura.

De repente, en la orilla del lago, noté algo que capturó mi atención: unas pisadas desiguales, marcadas en la arena húmeda. Eran recientes y, para mi sorpresa, iban en dirección a un bosque cercano. Sin pensarlo más, decidí seguir el rastro.

- Boo - le grité al minion que seguía a mi lado, bautizándolo en ese momento con ese nombre, ahora con una expresión de curiosidad- ofrenda, cerca, busca - señalé al suelo, a las huellas y señalé hacia la dirección en el que marcaban.

El pequeño ser asintió y comenzó volar hacia adelante, si volar se pudiera considerar levitar a 5 centímetros del suelo, y si volar se pudiera considerar caminar como si lo estuvieras haciendo en el suelo pero ligeramente por encima del suelo. Burlándose de los arbustos y atravesándolos, se internó por el bosque. Mientras avanzaba, la brisa me traía el aroma a tierra mojada y hierba fresca, un contraste eufórico con la sangre que aún parecía latir en mi interior.

Las pisadas parecían guiarme a algo más allá de este mundo; podrían ser la respuesta a mis preguntas o, tal vez, una nueva señal de peligro. Al seguir adelante, sentí que mi fuerza estaba refundándose. Algo dentro de mí estaba cambiando, como si la ofrenda y el encuentro con el minion hubieran despertado un nuevo nivel de energía.

Continué siguiendo al minion a través del espeso manto de árboles altos. Mientras nos adentrábamos más en el bosque, sentí una nueva fuerza en mi interior, como si cada pisada resonara en mi ser con fuerza. Descubrí que esos pasos también eran un llamado. Algo me estaba empujando hacia adelante, y el miedo que solía sentir se iba desvaneciendo ante un nuevo propósito.

Me paré al poco y empecé a calentar para sentirme más ágil con estas nuevas facultades que tenía.
Artista Marcial Iniciado
ARM300
ARTISTA MARCIAL
Pasiva
Tier 3
Calentamiento, si calienta un post gana +5 [Agilidad] y +5 [Fuerza].


Al poco de estirar, Boo empezó a gritar cerca de mi posición, a unos 20-40 metros de donde estaba - BEE DOOO! BEEE DOOOO! BEEEE DOOO! - por lo que experimenté una nueva técnica que había aprendido este cuerpo mío, lo lancé en en esa dirección y me desplacé corriendo a máxima velocidad.
Mizugokoro
JGY602
GYOJIN JUJUTSU
Buff
Tier 6
70
Costo de Energía
3
Enfriamiento
25 Destreza - 25 Puntería
Esta técnica tiene como fin manipular el agua para que el usuario envie una corriente de la misma por el aire pudiendo controlar la dirección y recorrido de la misma hasta un máximo de 40 metros, en los que puede impulsar un aliado en ella, el cual viajara a una [Agilidad] mayor y podra aprovechar cualquier punto donde el agua lo envie para impulsarse o saltar, aunque simplemente puede aterriza con la corriente cuando vuelva a caer al suelo al final de su recorrido.
+ 10 de Agilidad (En el siguiente ataque)


- Nueva.. ofrenda... ofrenda, poder, yo, más poder - concluí-
Resumen del post

Inventario

Personaje
#27
Juuken
Juuken
El cangrejo se revolvió con una búsqueda pasmosa. Me fijé, le había clavado la espada completamente, su caparazón había resultado ser muy blando para mi sable, y ahora comenzaba a desvanecerse su cuerpo.

Eso no me gustaba, si el cangrejo desaparecía como ya había hecho anteriormente aquél pelirrojo en la nieve, eso significaba que yo caería al agua, sin remedio alguno, lo cual podría provocar mi muerte casi instantánea.

Efectivamente caí al mar, el cuerpo del crustáceo se desvaneció sin dejar rastro, lo había matado sin querer, y eso provocaría mi propia muerte. ¿Cómo se puede tener tan mala suerte? Tan solo había intentado sobrevivir a la caída al mar, y por ese impulso me había condenado a mi mismo.

Las frías aguas provocaron un gran escalofrío en todo mi cuerpo, de algún modo me sentí a gusto, relajado con ese cuerpo, aun así el impulso me impedía intentar respirar. Traté de nadar, de salir a flote para evitar hundirme, pero todo intento fue en vano, cuando más trataba de forzarme a nadar, más profundo me hundía.

El fin había llegado, delante de mí podía ver algo lejana a Nagaki. Si, creo que así se llamaba, podría haberme acordado antes de que fuese demasiado tarde. Cerré los ojos, mi fin había llegado, me sentía igual a cuando aquél rayo me alcanzó en el páramo nevado.

Durante unos instantes sentí un fuerte movimiento, estaba empezando a perder la conciencia cuando de pronto volví a sentir estar fuera del agua.

¿Acaso había vuelto a ocurrir? ¿Acaso había vuelto a morir y reencontrarme en otro lugar? Me incorporé rápidamente, estaba a orillas de un río, de hecho parecía el mismo río en el que había estado con el cangrejo y  Nagaki. Miré hacia los lados, me miré las manos. ¿Por qué continuaba siendo Nagaki? Nada tenia sentido.

Me levanté rápido, la espada seguía aferrada a mis manos, me sentía demasiado extraño. Sólo entonces caí en la cuenta de una cosa. ¿Cómo era posible que si había muerto volviera a despertarme? No tenía sentido, se suponía que tras morir no había nada, solo oscuridad y soledad, pero había vuelto a levantarme, dos veces.

No entendía mucho, pero ahora sabia una cosa. Podría desquitarse, ese ser, esa criatura cuya voz vino con el viento y con la tormenta debía ser quien estaba haciendo todo eso, quería que consiguieras las canicas. Pues habrá que hacer algo, tal vez solo así se muestre y me explique lo que ocurría. Aunque seguía sintiendo que debía encontrarme con Nagaki, debía significar algo que esté convertido en ella.

DATOS
#28
Shy
"Shy"
Shy sacudió la cabeza. Ya se había percatado de que aquello era un mundo de locos que poco tenía que ver con la racionalidad y las dinámicas de causa y efecto que existían con normalidad. Debía de ser un sueño muy vívido. La mejor decisión sería ignorar a ambas muchachas, por mucho que pareciera que una necesitaba ayuda frente a la otra, y emprender la marcha con tal de encontrar un camino de vuelta. No obstante, en su cabeza resonaba aquella melodía, aquel cántico que le exigía sin cesar encontrar más canicas como la que tenía en la bolsa colgada de su cinturón. Pero, ¿cómo hacerlo? Nada de lo que estaba viendo se regía por las reglas del juego que imperaban en la realidad, y Shy solo era un capullo con unas agujas frente a una panda de mostrencos no demasiado bienintencionados. Enfrentarse a ellos directamente sería un suicidio, en cualquier caso.

Shy avanzó montaña arriba, percatándose de un singular accidente geográfico en la lejanía. Esculpido en la ladera de la montaña, un rostro heroico se alzaba a gran altura, pétreo, rodeado de una bruma poco densa, producto de la precipitación del agua que surgía de su boca a un pequeño lago bajo la mítica efigie. El cazador arqueó la ceja con curiosidad, y se dirigió allí, ansioso por encontrar una respuesta a aquel enigma.

El lacónico matón llegó, finalmente, a aquella escultura, y pudo aseverar que la faz tallada en la piedra era un bello rostro. ¡Y un mensaje! El júbilo, sin embargo, duró poco. Un tipo fornido y de aspecto intimidante, con el cabello oscuro, se dirigía ladera abajo, hacia donde las chicas de pelo azul habían corrido. El cazador se escondió tras unos arbustos y contuvo la respiración hasta que el tipo pasase. Había algo en su rostro que le resultaba familiar, como si de alguien de renombre se tratase. En cualquier caso, ni Shy era un buen entrevistador, ni tenía ganas de parlamentar con él.

Cuando aquel intimidante hombre hubo pasado, se dirigió al rostro, y leyó el mensaje allí fijado. ¿Una ofrenda? Pero si era pobre como las ratas. Tal vez fuera el único modo de salir de allí. Un rubor invadió sus mejillas. Aquello bien podía ser una broma de bastante mal gusto. Carraspeó, como si fuera a hablar, pero solo pudo pensar en lo que quería decir.

"Oh, eh... ¡Norfeo el Magno! Esto es todo cuanto tengo, tómalo y llévame de vuelta a mi hogar, te lo ruego."

Acompañaba cada oración con mover la bolsa en el aire, aunque no parecía tener resultado alguno. En cualquier caso, Shy nunca había sido muy creyente.
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#29
Galhard
Gal
Galhard, sintiendo el peso del cansancio acumulado y el dolor punzante en su costado, sabía que no podía detenerse por mucho tiempo. El claro donde había tomado un breve respiro no era más que un punto de paso. La presencia de Nagaki y la aparición de quien no podía ser nadie más que un rejuvenecido Salazar stone creaban un atmósfera opresiva que se clavaba como cuchillas en las heridas del marine. El aire frío y cortante de la montaña lo mantenía alerta, pero también hacía que sus músculos dolieran con cada movimiento. No podía permitirse flaquear ahora.

Levantándose con esfuerzo, Galhard apretó la mandíbula y echó un último vistazo al lago en la distancia. Sabía que debía seguir adelante, alejarse lo máximo posible de aquel lugar. Sus pasos, aunque dolorosos, se volvieron más rápidos. Su instinto de supervivencia estaba en pleno control ahora, guiando cada movimiento. Con cada metro que dejaba atrás, sentía cómo la presión disminuía, aunque la sensación de ser perseguido no desaparecía del todo.

El terreno se volvía más irregular a medida que avanzaba, con rocas que sobresalían del suelo y ramas que crujían bajo sus botas. Las sombras de los árboles se alargaban mientras el sol comenzaba a esconderse detrás de las montañas. Cada crujido y susurro del viento entre las hojas lo ponía en guardia, pero Galhard sabía que detenerse a investigar cualquier ruido sería un error. No podía permitir que el miedo lo paralizara.

Mientras avanzaba, sintió una leve vibración en su bolsillo. Era el cazamariposas dorado que había recibido antes, brillando con un tenue resplandor bajo la luz menguante. Aunque su apariencia dorada y su uso inicial como arma podían parecer absurdos en comparación con las espadas y pistolas que solía manejar, Galhard sabía que en este mundo distorsionado, cualquier cosa podría ser útil. No podía subestimar lo que tenía en sus manos.

El camino frente a él se estrechaba, llevándolo hacia un desfiladero rocoso. A lo lejos, podía escuchar el murmullo de un río que serpenteaba entre las rocas, un sonido que le ofrecía una tenue esperanza de encontrar un lugar más seguro para ocultarse temporalmente. Aceleró el paso, ignorando el dolor en su cuerpo, y se dirigió hacia el sonido del agua.

Al llegar al borde del desfiladero, vio un estrecho sendero que bajaba hacia el río. El terreno era peligroso, pero el río ofrecía una posibilidad de escapar más rápido si lograba seguir su corriente. Con cuidado, comenzó a descender, usando el cazamariposas como un improvisado bastón para mantener el equilibrio. Las rocas sueltas bajo sus pies lo hacían resbalar de vez en cuando, pero se mantuvo firme en su objetivo.

Finalmente, alcanzó el río. Las aguas cristalinas fluían con fuerza, pero no lo suficientemente rápido como para ser intransitables. Galhard sabía que seguir el curso del río era su mejor opción. Si lograba llegar a una zona más abierta, podría encontrar un lugar para recuperarse por completo.
El agua fría del río le hizo estremecerse cuando sumergió los pies en ella, pero continuó avanzando. Dejó que la corriente lo guiara río abajo, utilizando la vegetación cercana y las rocas para mantenerse a flote. Cada metro que recorría lo alejaba más de la pesadilla que había dejado atrás.
Sabía que su viaje estaba lejos de terminar, pero al menos por ahora, había ganado un respiro. Con la bolsa de canicas asegurada y el cazamariposas en su mano, Galhard estaba preparado para enfrentar lo que fuera que viniera después en este mundo de pesadillas.

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#30


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