Hay rumores sobre…
... una isla que aparece y desaparece en el horizonte, muchos la han intentado buscar atraídos por rumores y mitos sobre riquezas ocultas en ella, pero nunca nadie ha estado en ella, o ha vuelto para contarlo...
¿Piratas? ¿En Rostock? ¡Espero que Pidan Algo Más Que Agua!
Vesper Chrome
Medical Fortress
Dia 03 de verano
Año 724
Isla Kilombo, Pueblo Rostock
La verdad era que habia pasado demasiado tiempo en esta isla, me encariñe como un pueblerino de su hogar, como un campesino de su cosecha, como un pirata de su oro, como un presidente de su país, no, eso ultimo ni sentido tiene. La cuestión es que hace días ya me estaba planteando la idea de que en algún momento tengo que partir de aquí, y a pesar de estar durante cuatro largos años sin salir de la isla, no hice ningún amigo que quisiera salir al mar conmigo, quizá mi actitud tosca, mi forma de hablar o simplemente mi rostro que siempre parece estar aburrido han hecho que las personas no decidan ir al mar con un ¿pirata? Si es que puedo llamarme así.
 
Quise ir a beber algo, ya que la ultima semana habia sido, además de aburrida, un poco tosca, no habia mucho que hacer, los pacientes usuales que tenia ya se encuentran sanos, y no es como que pasen muchas cosas por aquí, con una base de la marina, y esos tontos caminando por aquí y por allá, no hay bandidos o piratas de renombre que quieran pasar demasiado tiempo aquí, de hecho, tengo la suerte de que no hay un cartel de se busca por mí, al menos, yo mismo no lo he visto nunca.
 
Es que siendo totalmente honestos, alguien como yo, un trotamundos que habia comenzado a salir al mar por miedo a que los marines hicieran desastres en mi isla natal, como tal, siempre han pasado piratas y bandidos por aquel lugar y han sido acogidos, siempre y cuando tengan el valor de enfrentarse a la supuesta justicia que dicen defender el gobierno mundial y la marina como tal, pero esto no iba de eso, iba de que justo en ese momento me encuentro en el bar de la posada Gran perezoso en el que ahora he considerado mi hogar,  el pueblo de Rostock.
 
Entre las cosas locas que suelen pasar en la isla, habia que dejar en claro que últimamente todo estaba tranquilo, uno que otro loco se pasaba por el mercadillo intentando robar y terminaba mal herido, pero ese no era un trabajo muy digno que digamos y si la marina me encuentra ayudando a gente así, probablemente si que termine mal parado. —Tráeme otra botella de sake, tengo que despedirme como debe ser de este asqueroso lugar. — Un vocabulario que al principio todos en el local odiaban, pero tras cuatro años aguantando al médico borrachón que siempre parecía estar enojado, pues al final lo terminaron aceptando. Ya realmente estaba decidido, esta semana partiré al mar, solo, o con alguien, pero mi descanso en Kilombo tenía que acabar.
#1
Jun Gunslinger
Nagaredama
El ambiente de la taberna era bastante acogedor. Estaba cargado de risas toscas, el tintineo constante de vasos y el murmullo de distintas conversaciones. La atmósfera, impregnada de olor a comida y cerveza derramada, no era diferente a la de cualquier otra posada.

En una mesa redonda ubicada al fondo del lugar, acompañada por un grupo de gigantescos hombres corpulentos y curtidos por la vida, se encontraba Jun, nuestra joven Hafugyo de cabello azul y ojos chispeantes, sosteniendo una sonrisa tan amplia como maliciosa. Las miradas de todos en la ronda estaban fijas en las cartas, pero la de Jun, juguetona y astuta, dejaba entrever que su mente estaba varios pasos adelante. La muchacha ya había dejado fuera de juego a casi todos sus rivales, y sus repetidas victorias la habían llevado a la ronda final, un uno contra uno en el que se disputaba el premio mayor: una considerable suma de monedas que había ido creciendo con cada partida.

La tensión casi podía palparse. Con un gesto muy despreocupado, Jun arrojó sus cartas sobre la mesa redonda y reveló una mano perfecta que la declaraba indiscutiblemente como ganadora. Todos los hombres a su alrededor gruñeron y murmuraron entre dientes, frustrados al saberse derrotados por una niña, mientras que ella se echaba hacia atrás en su silla, cruzando los brazos y enseñando la dentadura con arrogancia y diversión.

¡Boom, bebé! ¡Yo gano! —exclamó, y guiñó un ojo al perdedor.

El silencio cayó sobre la mesa cuando todos vieron que la muchacha estiraba sus ágiles y pequeñas manos y comenzaba a arrastrar hacia ella el montón de monedas que conformaban el botín. Sonreía con el tintineo del metal reluciente cayendo dentro de su bolso, que era música para sus oídos.

Su rival, un hombre robusto y moreno con una cicatriz que le cruzaba el rostro desde la ceja derecha hasta el mentón, frunció el ceño y aplastó sus cartas contra la mesa. Para él había algo que no encajaba, y no se tardó mucho en descubrirlo. Mientras la joven estiraba los brazos para recoger su premio, la esquina de una carta asomó apenas desde su manga larga. Los ojos del sujeto se entrecerraron con furia al ver la trampa revelada. Su puño izquierdo se cerró sobre las cartas, arrugándolas, y su voz grave retumbó como un trueno en toda la taberna:

¡Has hecho trampa! —escupió, con rabia, y golpeó la mesa tan fuerte que hizo saltar las monedas.

¡No es cierto! —negó Jun, fingiendo inocencia e indignación, pero incapaz de ocultar la sonrisa socarrona en sus labios que delataba la burla.

Mocosa tramposa. Entrégame el dinero, ahora —gruñó impaciente el hombre, con la voz ronca llena de veneno.

¿Tramposa yo? ¡Solo soy creativa con las reglas! —dijo con tono descarado, lanzándole una mirada desafiante.

A penas llegaría a recoger las últimas monedas y apartar sus manos de la mesa cuando un cuchillo largo se clavó en la madera, justo entre sus delgados dedos paliduchos. A Jun se le pararon los pelos del susto y retrajo los puños llevándoselos al pecho, pero no se achicó ni mostró miedo y, por el contrario, enseñó una mueca de irritación y desafío. Supo que la cosa se pondría fea y decidió que si tenía que pararse de manos contra ese tipo, lo haría.

¿Qué pasa? No sabes perder, viejo sarnoso.

El hombre, iracundo, no soportó más provocación. En un arranque de furia volteó la mesa, lanzando cartas, monedas, vasos y botellas por el aire. Antes de que Jun pudiera reaccionar, la tabla se desplomó sobre ella, haciéndola caer al suelo con todo y silla. Los cristales rotos repicaron en el suelo, y ella intentó protegerse cubriéndose la cabeza con los brazos, aunque recibiendo cortes menores y golpes en el proceso.

El caos se desató en la taberna. Los que estaban en la mesa se apartaron, algunos intentando evitar los problemas, mientras otros de los presentes observaban con interés desde sus lugares. Sin embargo, el conflicto no sería tolerado por los regentes del lugar. Ese tipo de comportamientos eran inaceptables en el Gran Perezoso y, en cuestión de segundos, un grupo de hombres intercedió con eficiencia y rapidez, inmovilizando al agresor de señoritas y sacándolo a empujones de la taberna, dispersando así el alboroto.

Jun, con la respiración agitada, apartó la mesa volcada con ayuda de una camarera y se puso de pie, sacudiéndose la mugre y los vidrios rotos de la ropa. A pesar del desorden y el caos, su actitud no cambió en absoluto. Con total indiferencia levantó la silla y la acomodó para volver a sentarse en medio de todo desastre como si nada hubiese pasado. Mientras lo hacía, sus ojos recorrieron la sala, consciente de que ahora todos la miraban. Estaba bien, pero la vergüenza empezó a calar en ella a pesar de que lo disimulaba bajo su habitual expresión altanera. Al notar que uno de los presentes le clavaba los ojos fijamente, sus labios se torcieron en una mueca de molestia.

¿Qué me ves? —espetó, amenazante.

El joven, intimidado y nervioso, desvió la vista de inmediato y se concentró en su plato de comida. Jun bufó y sonrió para sí misma, sintiéndose nuevamente en control. Aunque un poco magullada, había salido de aquella situación sin tener que usar su arma y con la dignidad intacta… ah, y más importante aún, con un bolso lleno de berries en su poder.
#2
Baltazar Bonez
Dr.Bonez
Despues de unos dias de viaje Bonez habia llegado por fin a la Isla Kilombo; mas especificamente a Rostock, un pueblito que parecia ser uno de los lugares que mas destacaban de aquella isla puesto a que hace algun tiempo atras habia escuchado que aquella isla tenia muchos buenos lugares para poder beber y alguno que otro lugar clandestino en donde podria apostar, siendo una buena parada  antes de seguir su viaje por el East Blue. En esos momentos se enconmtraba paseando por las calles de la ciudad en busqueda de un lugar donde poder beber algo, ya que hacia tiempo que no se sentaba en tierra firme a beber entre bandidos y piratas, lo cual siempre podia ser gratificante si sabias como sacarle unas cuantas berrys a los borrachos de las cantinas.

Su figura llamativa y extraña pigmentación de piel atraia las miradas de aquellas personas que no comprendían como alguien podia tener aquella pigmentación tan extraña y exótica. Por su parte, Bonez ya estaba acostumbrado a que la gente le rechazara o despreciara por su apariencia, asi que el simplemente se centraba en buscar la dirección de aquella taberna llamada "Gran Perezoso" la cual parecia estar algo apartada de las calles principales, aunque se popdia notar claramente aquel cartel de grandes y coloridas letras que era adaornada de aquel perezoso tallado en madera que parecia reposar sobre aquel cartel de manera tranquila.  El chico de piel ceniza solo acomodo su sombrero antes de acercarse al bar, haciendo que se apartara antes de entrar en el interior gracias a un hombre que era sacado del bar por un grupo de piratas, el cual parecia gruñir y quejarse sobre haber sido estafado en un juego de cartas, gritando algo sobre una chica que estaba en el interior del local. 

¡Esperen, esa maldita me robo el dinero, exijo que me devuelvan lo que he apostado!. decia aquel hombre mientras era arrastrado por dos hombres que lo empujaron a la salida antes de que el otro tipo se fuera insultado y quejándose  de manera escandalosa por las calles de la ciudad. Por su parte, Bonez al ver aquella situación, se quedo con una ceja alzada antes de sonreír levemente ya que parecia que se estaba armando un buen poco de diversion dentro de aquel establecimiento, lo cual era lo que generalmente el chico buscaba en aquellos lugares.

Al momento en el que entro por esa puerta pudo ver a una chica de cabellos azulinos gruñirle a unos clientes. La chica parecia sufrir de cortes leves en su piel producto de la pelea que habría tenido con aquel hombre que sacaban del bar a la fuerza, haciendo que Bonez se quedara mirándola unos segundos ante responderle mientras los meseros colocaban todo de nuevo en orden. Parece que aquel tipo no se tomo bien el perder aquella apuesta,  termino dejándola como si hubiera perdido una competencia de bofetadas con un gato salvaje. dice Bonez divirtiéndose a su manera con aquella situación, gastandole una simple broma a la chica que aun parecia molesta por la situacion.
#3
Vesper Chrome
Medical Fortress
Personaje


Cuando me disponía a beber de la segunda botella de sake del día, detrás, casi en el fondo del bar se escuchó un estruendo, diría que es normal en un bar donde asisten borrachos y demás, pero aquí, las peleas han estado siempre prohibidas, si tienen cosas que arreglar deberían salir a la calle y darse de golpes como hombres, no arruinarle el día a las personas que intentan disfrutar del tiempo que le resta en este lugar. Es una referencia muy exacta pero obviamente me refiero a mí.  Así que miré hacia atrás y observé quien estaba haciendo aquel escándalo, un hombre de esos que se atreven apostar con jovencitas era quien daba problemas, precisamente por apostar con una niña.
 
Las cosas no fueron muy lejos, aun así, era incomodo ver ese tipo de cosas, así que evitaba el tener que mirar hacia allá, aunque la curiosidad, las pequeñas heridas que tenia la dama y sobre todo la mirada del barman me decía que al menos me acercara, entre todos los que estábamos en el bar esta vez, yo era el único médico, dudo que ella necesite ayuda médica, pero qué más da.  —¿Qué esperas Chrome, no ves una mujer herida? — Comentó en un tono burlón el barman, mi gesto principal fue el de simplemente mirarle con aquella mirada fría que mis ojos de corneas distintas denotan.
 
—¡Tsk! ¿Qué tiene que ver eso conmigo, estúpido barman? — Bufe antes de darme la vuelta para intentar ignorarle mientras esta vez, si tomaba de mi botella de sake. En eso entra un hombre de piel bastante extraña y lanza un comentario un poco burlesco como si conociera a la mujer, quien parecía desde su asiento, un perro del cual si te acercas demasiado podría morder. — Tu eres el medico aquí Chrome, ve a brindarle tu ayuda. — Tanto el barman como los que estaban conmigo en la barra comenzaron a reírse ante tal comentario estúpido de ese hombre.  No me daba vergüenza ni nada por el estilo, de hecho, para salir de ellos, me levanté para dirigirme hacia la chica, no tenia nada que perder, al final soy solo un médico ofreciendo mi hospitalidad.
 
Caminé hacia ella pasando de largo por el frente del hombre que en un principio habia entrado, de cerca es aun mas extraño, pero llamativo, parece venido de otro sitio, de un lugar donde probablemente eran distintos, tanto su piel, su cabello y vestimenta parecían de otro sitio, ni siquiera de propios de este mar. Lo miré brevemente y seguí caminando hacia la chica.
 
—Oye niña, ¿Necesitas algo de alcohol para esos rasguños? — De la pequeña bolsa que traigo conmigo saque una diminuta botella con alcohol, lo lancé hacia donde estaba la chica, al final de cuentas, esas heridas no necesitaban ser tratadas por un doctor, conque las desinfecte por si misma estaba mas que bien. Tomé una de las sillas que anteriormente habían sido tiradas al suelo y me senté frente a ella. — Veamos si eres tan tramposa como aquel vejestorio aclamaba. — Una de las camareras trajo un nuevo paquete de cartas, esperaba que simplemente esta mujer no se negara a jugar, y si alguien estaba dispuesto pues que se uniera a nosotros.
#4
Jun Gunslinger
Nagaredama
Los ojos de Jun rodaron por el establecimiento cuando escuchó una voz que, sin lugar a dudas, se refería a ella. Los orbes afilados se clavaron como dagas sobre el emisor, que ante la mirada amatista de la joven resultaría ser un sujeto muy pero muy particular.

Se erguía alto y con buen porte, de pie en medio de la taberna, y su presencia parecía arrancada de un oscuro cuento de terror. Negro el cabello, como noche sin luna, como negra la ropa que vestía de la cabeza a los pies. Destacaban en su vestimenta varios detalles en rojo, por ejemplo la pluma carmesí que decoraba con elegancia su sombrero de copa, y cuyo suave brillo daba la sensación de que estaba hecha de terciopelo. Adornos y accesorios que imitaban huesos y calaveras destacaban en su atuendo, igual que los tatuajes que asomaban donde donde la piel grisácea se dejaba ver. Sin embargo, lo más perturbador en su apariencia eran sus ojos. Rojos, como brasas encendidas, brillaban intensos y ardientes, dando la impresión de que en su interior ardían llamas vivas.

¿Acaso el diablo anda rondando por Rostock? —se preguntó Jun, sintiendo un escalofrío recorrerle la columna. Tragó saliva, sin miedo pero algo impresionada por las pintas del misterioso hombre, y desvió la vista hacia otro lado. A pesar de que sus palabras no habían sido ofensivas, le dejaron un regusto amargo de incomodidad y prefirió no responder, aunque se quedó con las ganas de contestarle.

Justo entonces, otra figura entró en escena. Jun alzó la vista nuevamente, fijándose en el muchacho que se acercaba a la mesa. Era joven, pero tenía la expresión facial de alguien que ha vivido 60 años y ya está harto de todo. Su mirada sombría, tal vez cansada, se dejaba ver debajo del cabello negro que le caía sobre el rostro. Igual que el "diablo" -con quien cruzó miradas-, tenía los ojos rojos, pero sus pupilas eran muy extrañas.

Habiéndose acercado lo suficiente, el sujeto arrojó hacia Jun una pequeña botella, la que ella hábilmente atrapó entre sus manos y sostuvo a la altura del rostro para ver de que se trataba. Alcohol.

¿No tienes del que se bebe? —preguntó, apoyando el recipiente en la mesa, con desdén.

El muchacho no se molestó en pedir permiso antes de arrastrar una silla y tomar asiento frente a ella. Por arte de magia, o como si lo hubiese ordenado, un nuevo paquete de cartas apareció para jugar, y antes de que Jun pudiera procesar lo que estaba ocurriendo, se encontró desafiada. Los ojos amatista se elevaron, cruzando la distancia que los separaba y fijándose directamente a las extrañas pupilas de su nuevo rival.

Gracias por el alcohol, aunque no te invité a sentarte aquí —dijo primero, con voz seria, mas de inmediato sonrió—. Pero si tienes tantas ganas de perder, puedo hacerte el favor. Mezcla —ordenó, elevando el mentón en un gesto de autoridad.

Sin detenerse a esperar respuesta, arrancó un pedazo de tela de su manga, que empapó en alcohol, y se preocupó y ocupó de retirar algunos vidrios pequeños que aún tenía incrustados en el antebrazo derecho, poniendo su mejor cara de "no me duele" pero apretando los dientes y maldiciendo para sus adentros por el ardor que el antiséptico producía sobre los cortes.

Una de las camareras iba terminando de trapear y limpiar lo que quedaba del desastre desplegado alrededor de la mesa. Todavía quedaban lugares vacantes, por si el "diablo" tenía ganas de sumarse y jugar.
#5
Baltazar Bonez
Dr.Bonez
Bonez dios unos pasos más hacia donde se encontraba la chica,la cual no respondió a su comentario, solamente  se quedó mirándole en silencio. El físico de la chica era particular y bastante llamativo, notándose sobretodo en ese cabello azulino o casi de un color fosforescente, igual de brillante y vistoso que esos ojos de color amatista que le observaron con ese gesto de sorpresa en su rostro. En su piel blanquecina podía ver los tatuajes de armas y balas en todas las áreas descubiertas de su cuerpo, sumado a aquellos dientes  afilados que daban la sensación de que estuviera lidiando con algún tipo de híbrido de Gyojin.

Bonez solo se quedo observándola al ver que  la chica no había respondido a su comentario, haciendo que ante la interupcion de aquel hombre que se encontraba bebiendo al otro lado del bar, el solo se quedo observando la interacción entre aquel hombre que le había lanzado una botella de alcohol desinfectante a la chica para que pudiera tratar las heridas. 

Por su parte Bonez solo se quedó en silencio observando aquella situación antes de notar a un grupo de clientes que le miraban con miedo y  desconfianza. Este en respuesta, solo los miro a los curiosos con aquellas brillantes pupilas de un rojo escarlata, antes de ofrecerles una maliciosa  y pícara sonrisa que sobresalto a la pareja, los cuales terminaron por girar la mirada rapidamente. Bonez tan solo se divertia un poco asustando a  los curiosos espectadores de la cantina mientras que aquella chica y el doctor conversaban acerca de aquellas heridas.

Sin embargo, cuando llegó el momento de hablar de un juego de cartas, Bonez volvió a atender a la conversación de ambos con gran interés, adelantándose al momento en el que  la chica pidió que se cortaran las cartas, haciendo que el chico de ojos rojos se adelantara a  tomar el mazo de cartas y tomara asiento en la mesa de aquella chica sin pedir permiso, tal y  como lo había hecho el medico.

Yo me hago cargo de esto si no es molestia. Dice moviendo las cartas, las cuales baraja con rapidez y habilidad, revolviendolas con destreza  de una mano a otra y con la facilidad que solo podía tener un amante de las apuestas y los juegos de cartas.


Después de revolver las cartas unas cuantas veces, el chico dela el mazo de cartas en la mesa y le sonrisa a ambos, ¿Alguien seria tan amable de cortar el mazo? Dice  mientras que hace a un lado unos cuantos pedazos de vidrio que habían quedado en la mesa, gracias a aquellas botellas que habia quebrado aquel hombre.
#6
Vesper Chrome
Medical Fortress
—Primero trata estas insignificantes heridas, luego tomaremos sake del bueno. — Expresé con la sonrisa más malévola que alguna vez pude darle a alguien, y es que soy alguien que sobre todas las cosas ama los retos, para mi el apostar con alguien que aparentaba ser bueno en algo, no importa lo que sea, era algo que me llenaba de vida constantemente, no me gusta vivir una vida aburrido a pesar de que mi cara siempre dice lo contrario. —Oye tú, trae dos botellas de sake para la niña y una hamburguesa, la mas grande que tengan. — Ordené a una de las camareras que pasaban por nuestro lado intentando arreglar del desastre de hace un momento.  —Por supuesto Doctor Chrome. — Simplemente respondió la chica para posteriormente retirarse a buscar lo que había solicitado.
 
La jovencita había solicitado que mezclara las cartas y cuando me disponía a ello, aquel hombre extraño de tez aún más rara se acercó, tomo asiento y comenzó a mezclar las cartas como quien estuviera pendiente de cualquier juego de azar para poder participar activamente. —Muy bien, todo tuyo Strange — No sé el nombre, no se presentó, así que lo llamaré como se me pase por las pelotas, por ahora será Strange, porque no puede negarse que el hombre es bastante extraño, muy diferente a muchos de los que he visto en mis años de vida. —Apostemos cien mil berries. — Volví a tocar aquella bolsa que siempre tengo conmigo y saque del mismo unos cuantos billetes que coloque con avidez en la mesa.  Recientemente había hecho un trato en el mercadillo en donde había ganado unos cinco millones de berries, no estaba mal, pasaría un buen tiempo viviendo en esta isla y quien sabe si gano un poco mas que eso.
 
La chica que se había ido hace unos minutos había vuelto con las dos botellas de sake y una hamburguesa, dejando todo en un lado de la mesa. Agradecí con un gesto y moví el plato hacia aquella de ojos interesantes y dientes de sierra. —Es para ti muchachita. — También puse frente a ella una de las botellas de sake y la otra la moví hacia quien se encontraba mezclando las cartas. —Strange, ¿Tomas sake? — Era una pregunta tonta, pues quien en su sano juicio entra a un bar si no va a tomar algo tan bueno como el sake. Los que solían verme diariamente estaban incluso extrañados de que esté siendo tan amable, pero es que estos dos parecían tener algo diferente al resto de los aburridos pueblerinos de Rostock, y no es como que me disgusten ellos, pero ya me encontraba bastante aburrido por estos lares.
 
Al escuchar las palabras del moreno simplemente tomé las cartas tomando dos partes del mismo mazo, colocando uno bocabajo y el otro encima de ese, no me gusta repartir así que dejaría que uno de ellos se tomara la libertad de hacerlo, al final de cuentas si los tres estamos aquí por diversión e intriga, nos divertiremos más que cualquiera fuera del bar, y con eso me refiero al vejestorio que habían sacado, conociéndole seguro vuelva a buscar problemas pero de momento tenemos que disfrutar grandemente este momento. No entiendo el motivo pero la determinación de esa chica me recuerda a mi hermana, aun sabiendo lo difícil que era vivir en nuestra isla quiso permanecer allí incluso cuando le ofrecí salir y surcar los mares conmigo, de ahí el motivo de ser amable con Jun, eran esos recuerdos lastimándome lentamente mientras intentaba sonreír.
#7
Jun Gunslinger
Nagaredama
La vista de Jun volvió a elevarse cuando su nuevo compañero de mesa habló con la camarera, pidiéndole dos botellas de sake y para la peliazul una... ¿hamburguesa?

Ya acabando de atender sus heridas, resopló, incrédula, no sabiendo si ofenderse o sentirse agradecida

¿Tengo cara de hambre? —preguntó, incrustando sus amatistas en los ojos asimétricos del otro. El tono de su voz era burlón, y a la vez desafiante.

"La más grande que tengan" había dicho él. Será que la vio demasiado pálida, o quizá muy flacuchenta. A decir verdad, Jun se parecía más a una comadreja calva con anemia, pero estaba bien y no tenía problemas de salud. Su complexión física era simplemente así.

A pesar de sentirse un poco atacada, la joven optó por no protestar. "A caballo regalado no se le ve el diente", escuchó por ahí. Y a decir verdad, si se lo pensaba un poco, al final acabaría admitiendo para sí misma que sí tenía algo de hambre.

Así que, doctor... —mencionó Jun, tan pronto como la camarera se retiró.

La conversación no pudo continuar de inmediato porque un nuevo participante decidió irrumpir y unirse al juego de cartas. A Jun se le pararon todos los pelos del cuerpo y otra vez un escalofrío le recorrió la espina de arriba a abajo; era el diablo. Bueno, tal vez no era literalmente el diablo, pero ese hombre con sombrero de copa parecía un personaje arrancado de una historia de terror vudú, con su atuendo oscuro y adornos perturbadores.

Sin pedir permiso, el misterioso sujeto tomó las cartas, ocupó un asiento y se ofreció a barajar. El doctor dio el visto bueno, mientras Jun guardaba un desconfiado silencio. Un silencio breve, porque no era alguien que pudiera mantener la boca cerrada por mucho tiempo, y cuando Chrome propuso una apuesta de cien mil berries, no pudo contenerse y los ojos casi se le salieron de las cuencas, brillando como estrellas. ¡Más dinero!

¡Muy bien! —exclamó, frotándose las palmas una con otra cuando vio los billetes sobre la mesa.

Mientras el diablo barajaba con una habilidad que llamaba la atención, llegaron el sake y la bendita hamburguesa. El plato caliente fue deslizado hacia la peliazul, igual que se le entregó una botella de alcohol, pero esta vez del que se bebe.

No necesito que me mimen, pero agradezco el gesto —dijo, queriendo sonar despreocupada mientras aceptaba la comida y bebida, y se le hacía agua la boca ante la visión de tan apetecible hamburguesa.

"Strange", le llamó el doctor al diablo, al momento de ofrecerle sake. Jun arqueó una ceja y miró de reojo, atenta a la reacción del sujeto de tez grisácea. ¿Acaso se conocían?

Su mente se llenó de nuevas preguntas y la desconfianza comenzó a picarle más fuerte. Era fácil dejarse llevar por la paranoia y pensar que algo andaba mal, especialmente cuando todo parecía un poco raro. Las cosas sucedieron de forma un tanto extraña, mas todo era así en la vida de la Gunslinger. Y como ella estaba convencida de que no era una cobarde -o al menos así intentaba mostrarse al mundo-, no se echó atrás, por mucho que el espeluznante extraño con sombrero de copa le inquietara. 

Aceptando aquel desafío estaba poniendo a prueba no solo su habilidad en el juego, sino también su capacidad para enfrentarse a lo inesperado y desconocido. Tenía interés por saber más de ese par misterioso, y eso la llevaría a tomar la iniciativa y presentarse con intención de obtener un poco de información respecto a sus rivales.

Por cierto, soy Jun.
#8
Baltazar Bonez
Dr.Bonez
Bonez se mantenía silencioso, por el momento, ordenando las cartas con suma habilidad de sus manos mientras las cartas parecían volar como si fuera algún tipo de puesta en escena por la forma de revolver esas cartas. Por su parte Bonez no tenia deseo realmente de un botín mas grande, ya que por ahora tenia lo suficiente si es que quería ir de un lugar a otro. Eso si, tenia interés por como la suerte había hecho que dentro de todo ese caos se formara una partida de póker, lo cual le hizo poner mas interés al Doc con ojos cansados y actitud malgenio y aquella chica de colores vibrantes que parecia gustar bastante de agarrarse a golpes con piratas en bares de mala muerte. Ciertamente no una reunión de nobles héroes pero si tal vez en su caso piratas con historias interesantes que contar, haciendo que Bonez sonriera de par en par cuando escucha a Vesper llamarle de aquel sobrenombre.

Strange. Me gusta, me gusta. dice asintiendo suavemente  creo que me queda bastante bien, ewa. dice con una sonrisa de medio lado mientras deja la baraja en la mesa para que alguien mas corte.

Claro "Doc", la buena suerte en un juego de póker nunca puede llegar sin algo de sake en el cuerpo. Eso es lo que me dijo un borracho que había perdido todo en el casino de Logetown. " dice con una sonrisa mas amplia esperando por el alcohol que le ofrecía Vesper.

En eso, Bonez se quedo algo pensativo por la manera en la que el "Doc" había ayudado a la chica de manera tan rápida.  Esperen ¿ustedes se conocen? pregunta Bonez ya que no había estado ahí antes de que la pelea terminara, mientras que aun se podían ver partes de las silla rota y pedazos de vidros que quedaban por barrer por todo el lugar. Pues debo admitir que has aguantado bien los ataques, despues de ver el tamaño de aquel tipo que sacaban por la entrada, debo decir que te defendiste bien si lo unico que tienes son cortes menores. Dice a la chica comoun cimplido honesto, ya que le agradaba su actitud. Bonez  espera a que el Doc ya diera la regla del tipo de póker que deseaba jugar, para poder repartir entre las cartas en el grupo. De pronto, escucho la presentación de Jun, lo cual hizo que el chico de piel gris le ofreciera una sonrisa y que se levantara brevemente el sombrero de copa de su cabeza como saludo con una reverencia de cabeza.  Mi nombre es Baltazar Bones, un "niño maldito" de una pequeña isla llena de pantanos llamada, "Isla Fantasmagoria". Pero puedes llamarme "Dr.Bonez" dice de manera amable aunque no sabia si alguien mas conocía aquella diminuta isla en medio de la nada.

Disculpen un momento, dice antes de que sacara uno de esos cigarrillos de hoja de miel los cuales eran mas oscuros pero mas dulce de sabor, ofreciendo a los presentes antes de encender el cigarrillo con un anillo en forma de calavera de su mano izquierda el cual se abre cuando el cigarro se acerca y sale una llama , dejando que diera una suave bocanda. A sus ordenes.
#9
Vesper Chrome
Medical Fortress
—¿Que importa si tienes o no hambre niña? Solo come, te estoy invitando una comida antes de que salgas sin dinero del bar. — No sé porque, pero me sentía totalmente convencido de que podría ganar esta partida, encima ganar 200mil berries de golpe no estaba nada mal, y menos ahora que pienso salir de isla Kilombo, ya era momento de superar la muerte de la pequeña Shiori y el suicidio de su padre, es momento de seguir el camino que tenía planteado desde que salí de mi isla natal. Pero por algún motivo, esta niña en frente de mi me recuerda a mi hermana, no dejo de pensar que mi hermana pudiera ser el tipo de persona que es ella si hubiera decidido embarcarse al mar como pirata al igual que yo.  

 

Escuché a la chica decir su nombre y tras esto Strange comenzó hablar también, ya de por si era incomodo ver las cartas que me habían tocado después de que una de las camareras habia repartido las cartas a los tres participantes, de por sí esta mano no era la mejor que me habia tocado, pero quien sabe si estos tienen cosas peores, mientras escuchaba a Strange hablar. —¿Conocernos? Para nada Strange, es la primera que veo a esta chica en el bar, yo por el contrario suelo trabajar en estos lares. — Comenté Mientras de las uñas de mis manos comenzaban a mostrarse unas inusuales garras con las cuales comencé a jugar con la mesa mientras escuchaba la conversación y de vez en cuando sacaba un tema de conversación con los dos presentes.  

 

—Los idiotas como ese no suelen durar mucho en Kilombo, dicen que hay un animal que asesina a ese tipo de personas por la noche. — No iba admitir que esas muertes eran atribuidas a mí, quien quiere conocer a alguien que suele matar personas, pues nadie, pero no puedo negar que estoy obsesionado con encontrar a los responsables de la muerte de mi pequeña, y eso durante mucho tiempo implicó ir cazando a todos los delincuentes borrachos de kilombo uno por uno. Volví a echarle un vistazo a mis cartas y era realmente un desastre (K♥), (10♥), (8♥), (5♥) Y (2♠), en otras circunstancias y con un poco más de suerte hubiera ganado, pero este simplemente no es mi día.  

 

Dejé de jugar con mis garras, contrayéndolas cuando escuché aquello de niño maldito, para mí era algo sumamente interesante, y es que siempre he tenido un gusto muy peculiar por aquello que supuestamente está maldito. —¿Niño maldito dices? ¿Eso es solo un apodo o qué? — Son pocos los temas que logran capturar mi interés, pero sin duda este era uno de ellos y me interesé aún más cuando escuché que se llamaba a si mismo Dr. Bonez, no pensé encontrarme con otro doctor en un bar, era bastante interesante, incluso podría decir que ¿Me estaba emocionando? —Te seguiré llamando Strange, porque bueno, olvidemos el por qué— Puede que sea un doctor, pero ¿qué tan buen doctor era? Siento que de aquí puede salir una amistad, una buena, incluso tras el caos que existe en mi vida.  

—Yo soy Vesper Freezeman Chrome, simplemente Dr. Chrome para los conocidos. — Me presenté con la formalidad que debería de haber hecho desde un principio, pero no soy tan bueno para esas cosas, las palabras nunca han sido mi fuerte, al menos no las palabras bonitas, soy más de acciones, desde mi niñez siempre intenté darle todo a quienes me caían bien, sea para que no se alejaran de mi o para demostrarles que me importaban mucho aun cuando mis palabras podrían demostrar totalmente lo contrario.  

 

—Gracias por el ofrecimiento Strange, pero yo prefiero tener mis pulmones intactos, aunque no puedo decir lo mismo de mi hígado. — Bromeé mientras este hombre encendía un cigarro frente a mí, a lo que aproveché para dar un gran sorbo de sake y poner las cartas sobre la mesa. —Esta no fue mi partida. — Mostré las cartas al ponerlas en la mesa dando a entender que la partida terminaba, fue bastante rápida, pero ni siquiera pusimos reglas, así que era algo sumamente simple. —Pero si uno de ustedes, cual sea que haya ganado, se burla de mí, les desgarraré la piel cual hiena a sus víctimas. — Una macabra sonrisa se pintó en mi rostro mientras observaba a los presentes en mi mesa.  
#10


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