Alguien dijo una vez...
Iro
Luego os escribo que ahora no os puedo escribir.
Reencuentro en la urbe
MC duck
Pato
Parecía un edificio más, un lugar mas en toda la ciudad portuaria, un lugar que no tenia relevancia alguna para las luchas de poder, la marina y el gobierno mundial controlaban la isla, los piratas que venían bajaban la cabeza, los revolucionarios ni siquiera soñaban con este lugar, estaba muy apartada de los conflictos que ayudarían a una revolución, aquí la mayoría de gente era feliz y si tenían problemas, problemas financieros o de negocios no acudían a los revolucionarios sino al inframundo. Las mafias intentaban mantener un perfil bajo en la ciudad, controlando los negocios lucrativos que no serian bien vistos en el marco legal, en especial el contrabando, ya que en esta ciudad portuaria era el negocio mas fácil de ejecutar, pero también el mas perseguido por los marines, pocos contrabandistas famosos se atreverían a desembarcar con alguna mercancía, sabiendo que les esperarían.

Es ahí, donde entran los desesperados, pescadores que habían fundido su dinero en bares, apuestas o simplemente eran incapaces de pagar deudas con el gobierno mundial. Hay quien decide venderse al diablo para evitar la condena de dios. 

Mc Duck, no era el mas famoso o el mas poderoso de los señores del crimen, no era mas que un encargado mas de una larga cadena de engranajes que movia el inframundo, pero se había extendido el rumor de que el pato, era el mas "honorable y diplomático", no mataba a la gente que le hacia perder el tiempo, y era bastante versátil buscando soluciones diplomáticas.

-¡Por favor Pato! digo... MC Duck, debe haber una solución.

Gritaba ese hombre poniéndose de rodillas mientras a su mujer he hija le ponían esposas de acero, no había podido pagar la deuda contraída con un narcotraficante, al parecer trabajo de contrabandista, pero al verse rodeado de la marina arrojo la carga al agua, evitando la justicia, pero contrayendo una terrible deuda.

-tienes una deuda con los Chettony, debes saldar esa deuda, págale, esto no tiene que acabar así.
-¡Por favor, Mc Duck! Sois el mas compasivo, por favor, alguna manera habrá de solucionar esto... 
-vende tu barco. Cuack
-NO!, es mi unica forma de ganarme la vida, sin él...
-Aun estarías vivo, tendrías a tu hija y tu mujer.
-¡¿No podría pagarlo usted?! es un pato no necesita...
-¡COMO OSAS! Mc Duc te recibe de brazos abiertos y tu...
-CUACK
grazno acallando a su sirviente antes de volver a mirar en silencio al pobre hombre.
-te he dado una solución ... tomate el tiempo de considerar tus prioridades,  necesito un descanso.

Sus criados asintieron mientras tomaban el cojín de transporte y lo ponían cerca del sillón donde estaba sentado para pasar del sillón al cojín. y luego el criado lo cargara como si fuera alguna especie de palanquín, mientras lo sacaban a la calle no podía evitar pensar, que habría habido un tiempo en que habría sacado dinero de su bolcillo para salvar a aquel hombre... pero luego vendría otro, y otro y otro... ¿era malo por preservar lo suyo? ¿lo ganado con esfuerzo? Por otro lado, aun siendo un pato honorable trabajaba con quienes trabajaba, y a veces se sentía tan responsable como sus compañeros del inframundo.

 "Me he convertido en la muerte, el pato destructor de mundos"
#1
Secundino Morales
El tio la vara
Habían pasado 4 años desde la última vez que había visto a el pato y bajo ningún concepto se esperaba un rencuentro. En estos últimos 4 años la vida no había sido compasiva con Secundino, trabajo, duro trabajo. Sus músculos, aunque delgados, se habían fortalecido, su rostro compartía algunas facciones con las de un hombre pero su bondadosa sonrisa estaba intacta. Su padre había decidido vender su ganado. ¿Que mejor lugar para ello que Loguetown? Secundino había decidido acompañar en el viaje a su padre para conocer, por primera vez, como es la vida fuera de su pequeña isla.

Escucha, guaje —dijo Eladio, con tono áspero—, no tengo tiempo pa’ estar cuidándote. Si quieres comer algo hoy, tendrás que buscarte la vida. Yo tengo que tratar de vender el ganado, y si no cerramos el trato, no hay ni un berrie pa’ nosotros. Así que búscate algo que hacer, o te quedas sin comer, ¿entiendes?

Secundino sintió cómo se le hundía el estómago, y no solo por el hambre. Llevaban tres días en Loguetown, y en ese tiempo apenas había probado bocado. Su padre había estado tan preocupado por encontrar un comprador para el ganado que no le había prestado atención en absoluto. Mirando a su padre, el joven trató de protestar.

Pero, papá... ya son tres días sin comer de verdad. Solo he podido pillar algo del establo... —Secundino intentó apelar a la poca compasión que su padre pudiera tener.

Eladio lo interrumpió, más irritado que antes.

¿Y qué? —bufó—. ¿Crees que el mundo es fácil, eh? ¡Pues no lo es! Yo a tu edad ya me buscaba la vida, así que haz lo mismo. No me importa cómo lo hagas, consigue algo pa' comer o aguanta el hambre. Trabaja, roba... no sé, pero no me molestes más. Yo tengo mis propios problemas.

Sin esperar respuesta, Eladio giró sobre sus talones y comenzó a alejarse, dejando a Secundino solo entre la muchedumbre. El joven se quedó inmóvil por un momento, viendo cómo su padre se alejaba. Sabía que no tenía sentido discutir. Suspiró y bajó la cabeza, llevándose una mano al estómago, que rugía de hambre.

Pues nada... —murmuró para sí mismo, resignado—. A ver cómo me las arreglo...

Comenzó a caminar sin rumbo fijo, perdido entre las calles de Loguetown. No tenía dinero, no quería robar, ni ideas claras de qué hacer, pero sabía que debía encontrar alguna forma de saciar el hambre antes de que el día terminara.  De pronto, un trilero captó la atención de Secundino, estaba sentado en una silla, frente a una mesa, con 3 cubiletes y una bolita, anunciaba a grito pelado que le daría 200 berries a quien adivinase dónde estaba la bola. ¡Un negocio redondo! Pensó Secundino al ver que una persona ganaba mas de 1000 berries jugando, lo que el chico no sabía es que el participante era un compinche del trilero. Estaba apuntado de caer en una trampa.
#2
MC duck
Pato
El Pato aún le daba vueltas a la cabeza al dilema, quería ayudar a esa familia, y creia tener la solución a la punta del pico, pero los narcos no eran gente con la que se pudiera negociar demasiado, pese a ser aceptado como operativo del inframundo, muchos lo consideraban más una “mascota del inframundo” como un lavado de cara o una mascota exótica que cuando llegara el momento podrían vender o comer.De momento les era útil, pero depende enteramente de Mc. Duck escalar esa pirámide del poder criminal o ser un mero Operativo de Inframundo, un tipo cualquiera, el resto de su vida. Y no ganaría puntos si se dejaba engatusar por cualquiera, se tragaba cuentos lastimeros y excusas baratas.
Su objetivo era buscar soluciones prácticas, y esforzarse por conseguirlas era su credo, pero a veces, se sentía algo superado, a veces el trabajo duro es en balde. Y por eso necesitaba tomar aire, el paseo le ayudaba a sentir el viento en sus alas, en su pico, haciéndole soñar con aventuras fantásticas lejos de ahí, a veces deseaba salir volando a buscarlas, pero ¿Adonde? no tenía adonde ir, no podía vivir como pato, y en el mundo de los hombres era un hazmereir de pies palmeados, un mal chiste que repugna a algunos y desternilla al resto.

Pero algún día se ganaría su respeto, y también su lugar en este mundo, ese fue su juramento, cuando decidió que le daría un sentido a su vida.

El paseo por el puerto siempre era agradable, algunos lo miraban con respeto, otros confusos o asombrados, mucha gente venía solo de visita y Mc Duck no era tan conocido aun. Pero de entre todos, se quedó con una cara, una que nunca olvidaría, o eso quería pensar ¿era él realmente? Habían pasado 4 años, y su mente había cambiado mucho en ese tiempo.

-Cuack…
dijo de repente, haciendo que el sirviente acercara su oreja a su pico, para que así le pudiera susurrar unas palabras. El sirviente asintió, y Mc.Duck con su compañía se aproximaron al puesto callejero, mientras la furibunda mirada del pato miraba al encargado.

-Al señor MC Duck no le agradan los timadores que timan a niños… por favor, ¿podría ser tan amable de recoger sus cosas y marcharse? -dijo el sirviente en un tono cordial, mientras se llevaba gestualmente la mano a un bolcillo como simulando que tuviera un arma ahí.-El señor Mc Duck será generoso en esta ocasión y hará la vista gorda... Pero les recuerda que este territorio tiene propietario ¿Tienen acaso su permiso?
#3
Secundino Morales
El tio la vara
Una voz interrumpió la escena, los dos timadores (el trilero y el gancho) elevaron la vista para ver como el pato y su sirviente interrumpían su jornada laboral, ambos arrugaron sus rostros enfadados por la intervención. Asintieron a desgana a sabiendas de que no eran duchos en el combate, su punto fuerte era el engaño, una técnica que no funcionaba contra "la mafia". Recogieron sus pertenencias y abandonaron el lugar sin mediar palabras, dedicando una última mirada de impotencia al joven campesino, totalmente sorprendido por la situación.



Una voz formal y seria interrumpió mi intento de participar en aquel desafío, de esas que tiene la gente que ha estudiado y sabe comportarse. Me giré de inmediato mientras los estafadores recogían su puesto y mis ojos casi se salen de sus cuencas. - ¿¡Pato!? - Grité sorprendido. Yo era un desgraciado, no sabía nada del mundo exterior, no sabía leer ni escribir. Pero si que sabía del campo, de sus costumbres, de los animales, podía reconocer a cualquier oveja de mi pueblo por la forma de su lana. Y eso me llevaba a reconocer a aquel ser, su pelaje sin imperfecciones, la curvatura de su pico ligeramente torcido, el tamaño de sus patas palmeadas. ¡Era el! ¡El pato que tiempo atrás me había hecho reflexionar! Era algo que había olvidado de mi memoria pero ahora el recuerdo había sido reactivado como un recuerdo de mi injusto destino. Estaba suspendido en un cojín que sostenía su... ¿Su sirviente? ¿Qué le había ocurrido? ¿Qué hacia ahí? ¿Cómo seguía vivo? ¿Porqué estaba sobre un cojín? Mi mente estaba tan aturdida que mi mandíbula se movía pero las palabras no salían de mi boca, aquello superaba mi imaginación. - ¡Eres tu! ¡Mírate! - Logré decir tras hacer el mejor de mis esfuerzos, me acerqué para observarlo mas de cerca elevando entonces la mirada para mirar al sirviente que los sostenía. - ¿Y tu quien eres? ¿Su dueño? - Tras preguntar miré a aquel tipo de abajo arriba y de arriba abajo, tenía menos pinta de granjero que el sobrino de Benito.
#4
MC duck
Pato
Mc Duck no cuestiono que Secundino lo reconociera enseguida, si alguien podría diferenciarlo de cualquier otro pato del mundo, sin duda debía ser él, lo peor es que no lo conocía para asegurarlo, era su instinto, su recuerdo de aquel chico de hace 4 años era el que lo guiaba a creerlo, hablamos de esa vez en que un niño que no lo conocía de nada que lo salvo de una muerte segura, sin esperar nada a cambio, simplemente era una acción nacida de la pureza de su corazón y de su alma, y eso es algo que hasta un pato puede notar.

Mc Duck se hizo de rogar, guardando silencio, mientras extendía sus alas, como si fardara de su elegante aspecto a los ojos de Secundino, antes de que este preguntara a sus lacayos sobre si eran dueños del Pato.
-OH, no, solo somos humildes sirvientes contratados por MC Duck. Nos paga por ayudarlo en sus quehaceres diarios o evitarle algunos problemas por... su condición de pato.
-Cuack cuack cuak... - soltó el pato en plan risa mirando a Secundino- Han pasado 4 años... pero no pareces haber cambiado nada.
Obviamente lo hacia intencionalmente para ver la reacción del niño al ver que el pato podía hablar, mientras agitaba las alas elegantemente para llamar la atencion de sus sirvientes.
-mis ropas por favor...- los sirvientes rápidamente sacaron extrañas prendas de sus bolsillos, uno se acerco al pato para ponerle unas polainas en las patitas solo que ¿no eran muy grandes para él? -No te sorprendas, ser un pato con capacidad humana no es la gran cosa.- el pato dio un salto agitando las alas mientras se dirigia a aterrizar al suelo, mientras gritaba- Wisdom Point

Ante los presentes el pato sufrió una extraña transformación haciendo su cuello mas pequeño, mientras su cabeza y cuerpo crecían, engrosando las alas y perdiendo su habilidad voladora a cambio de brazos con pulgares oponibles, mientras esta transformacion ocurria, los sirvientes entregaban otras prendas que se colocaba con bastante rapidez, una chaqueta y un cinturon, permitiendo a Mc Duck estar casi completamente vestido.

-Pero eso no es mi verdadero poder, mi poder esta en el dinero que me he ganado con mi duro trabajo y esfuerzo. ¡Ha mi bastón gracias... y el sombrero?

[Imagen: scrooge_mcduck_by_tjweave_dbcwtjg-414w-2...nH6Coykfl0]
-Tu, pequeño niño humano, tu salvaste mi vida hace 4 años- dijo mientras notaba como su energía se iba agotando por la transformación, pero esta ocasión era especial, merecía la pena el esfuerzo- Y por ello quiero recompensarte... Mi nombre es MC Duck ¿Cuál es el tuyo?
#5


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