Alguien dijo una vez...
Donquixote Doflamingo
¿Los piratas son malos? ¿Los marines son los buenos? ¡Estos términos han cambiado siempre a lo largo de la historia! ¡Los niños que nunca han visto la paz y los niños que nunca han visto la guerra tienen valores diferentes! ¡Los que están en la cima determinan lo que está bien y lo que está mal! ¡Este lugar es un terreno neutral! ¿Dicen que la Justicia prevalecerá? ¡Por supuesto que lo hará! ¡Gane quién gane esta guerra se convertirá en la Justicia!
[Evento] Lo que el rio se llevó
Hyun Yeon
Tsubaki no Ken
Estaba recogiendo ramas para preparar un fuego. Siendo realistas, no esperaba lograr tener éxito sin herramientas. No soy un cazador ni un habitante de la montaña, esta clase de situaciones me venían un poco grandes. Sin embargo, como profesional de la medicina sí que sabía que si no entraba en calor las cosas se pondrían feas, y mantenerme en movimiento al menos podría ayudar. Sin embargo, pronto tuve que detenerme en mi tarea. Un ruido ominoso en el viento me hizo ponerme alerta. Algo atravesaba el aire a gran velocidad. Dejé caer las ramas y me puse apresuradamente mis guanteletes. Entonces vi aparecer una especie de sábana voladora... o más bien algo volador tapado por una sábana. Vi dos pequeños ojos mirándome a través de agujeros y, antes de que pudiera reaccionar, la cosa empezó a chillar.

Mi corazón latió con fuerza y se me erizó el vello. Estaba llamando a algo. ¿Más como él? Algo me decía que no era amistoso. Apreté los puños y rápidamente tomé una decisión. Podría haber huido, pero decidí quedarme y afrontar la amenaza cara a cara, si es que lo era. Asomé de entre los árboles y entonces la vi: una criatura azul salida de las peores pesadillas. Ojos feroces, fauces bestiales con agudos colmillos y una expresión aterradora. Corría impulsada por una corriente de agua que surcaba el aire cual caballo espectral. En ese momento sentí miedo. Temí a aquel monstruo, y el miedo nubló mi juicio. Sin pararme a pensar, desaté todo el poder de mi akuma no mi y crecí siete metros de golpe, pasando a superar los ocho metros y medio de altura. Entonces, con un grito de guerra y pánico, apreté mi puño derecho y, sin pensarlo, ataqué. Me lancé hacia delante lanzando mi puño contra la cosa mientras aún corría hacia mí, tratando de aplastarla antes de que tuviese opción a hacerme algo.

¡AAAAAAH!

Impacto Directo
COM101
COMBATIENTE
Ofensiva Activa
Tier 1
11/8/2024
17
Costo de Energía
1
Enfriamiento
El usuario encarará de frente a su adversario propinándole un poderoso impacto directo con alguna de sus extremidades, aplicando un [Empuje] de 4 metros.
Golpe Basico + [FUEx2] de [Daño contundente]

[arma=NYS002]
resumen y cosas varias
Vida: 235/275 (-40 de este turno y el anterior)
Energía: 155/165 (Uso de akuma 18-15=3 (pasa de 3 a 5 por coste mínimo) Impacto directo: 15-15=0 (mínimo 5))
Cambios de stats: +14 a fuerza (29 total), +14 a resistencia (29), -14 a agilidad (6)

Arma: Guanteletes de cuero (Nudilleras y similares T.2)
Daño de la técnica: 100 [Ataque básico de nudilleras T2: 15+Fuerza 29=44]+[Fuerza 29x1,9=56 (55,1 redondeado al alza)]
#31
Kael
El Fantasma del Mar
El chico salió corriendo y se subió a una estátua, mientras que al mismo tiempo la chica medusa emergió del agua con lentitud, sus tentáculos brillaban con el reflejo del sol. Su belleza era innegable, pero había algo en su mirada que me provocaba desconfianza. Aquel encuentro, aquel instante, pareció encapsular mis más profundos miedos y mis más osadas esperanzas. 

-No puedo dejarme engañar, esto es otra prueba- pensé, la ardiente aprobación de Norfeo resonando en mi interior. El sacrificio no solo me había otorgado un nuevo poder; había despertado una parte de mí que nunca había existido, un instinto arcaico que me instaba a atacar, a dominar. -Soy más fuerte, más rápido; puedo acabar con ella antes de que ella tenga una oportunidad. Iré a por él más adelante-

Pero, al mirar a la medusa, sentí cómo el dilema se cernía sobre mí. En un mundo donde el odio y la venganza habían moldeado mi existencia, la imagen de esta criatura casi etérea se conectaba con algo más profundo, algo que resonaba con mi propia lucha interna. ¿Era su intención herirme o simplemente sobrevivir? ¿Podía ser que, al enfrentar a mis enemigos, también estuviera confrontando mis propios demonios?

La respiración se me hacía pesada mientras la serpiente de sus cabellos se movía como sombras susurrantes en un lienzo de luz. Me di cuenta de que el odio por mi enemigo era algo que había llevado en mi corazón durante tanto tiempo. La rabia que solía sentir contra Salazar Stone estaba ahora reflejada aquí, en esta mítica criatura que había aparecido de la nada. La vergüenza y la ira despertaban en mí una fuerza oscura que me empujaba hacia adelante.

Sin embargo, también sentí una extraña compasión. Sabía que, igual que yo, había sido moldeada por un pasado que no había elegido. La medusa estaba atrapada en su propio destino, y en ese momento, su angustia resonó con la mía. -¿Por qué tengo que hacer esto?- La pregunta se deslizó furtivamente en mi mente. La respuesta, sin embargo, era ineludible. No podía ser débil. No podía dudar.

El impulso de desenvainar mi espada creció dentro de mí, un acto casi instintivo. La hoja brilló intensamente mientras me preparaba para el ataque. Pero justo antes de liberar aquella rabia contenida, un escalofrío me recorrió al recordar las palabras de Norfeo. -Lleva contigo una espada que atraviese toda defensa.- Su advertencia recorrió mi mente, un recordatorio de que la verdadera batalla no solo era contra la medusa, sino también contra la oscuridad que amenazaba con engullirme.

La tensión en el aire era palpable. La chica medusa, saliendo del agua, parecía percibir mi tormento interno. Su mirada, en lugar de temor, transmitía una sabiduría ancestral. En ese instante, comprendí que cada sacrificio, cada lucha, era un paso hacia la redención; que quizás el verdadero desafío no residía en eliminar a un enemigo, sino en transformarlo.

Con la mano en el mango de la espada y la mirada fija, me preparé para demostrar que la batalla más importante era la que se libraba en mi interior. Decidí atacar corriendo hacia la chica medusa, con el círculo de barro alrededor de mí. Si conseguía empujarle, podría tirarle al agua del que venía y ganar tiempo para ir al chico que se había subido a la estatua.

Di un salto y descargué el ataque en diagonal hacia abajo, para que si le entrase el golpe, cayera al fondo del río y no por arriba.
Desenfunde Rápido
SAM301
SAMURAI
Utilidad Activa
Tier 3
No Aprendida
36
Costo de Energía
1
Enfriamiento
Tomando la empuñadura de su arma sin desenfundar o posicionando en la misma pose aunque este desenfundada. El usuario tomará una postura muy habitual para iniciar un duelo de espadachines para concentrar sus fuerzas en un primer movimiento ofensivo, ya sea un básico o una tecnica, junto al veloz desenfunde del arma obteniendo un incremento de [Destreza] y de daño a una ofensiva que se ejecute junto a esta postura.
+5 [Destreza] y +25 de [Daño]

Cuchillada
ESP201
ESPADACHíN
Ofensiva Activa
Tier 2
No Aprendida
33
Costo de Energía
1
Enfriamiento
Una estocada que el usuario realiza al mismo tiempo que realiza en un solo paso un [Dash] de hasta 8 metros en los que busca ensartar a todo lo que encuentre a su paso con la punta de su arma, llevando consigo a su víctima con un [Empuje] en caso de conectar hasta el final del recorrido del Dash.
Golpe Basico + [FUEx2,2] de [Daño perforante]


Resumen

Inventario

Personaje
#32
Nagaki
Medusa
Resolución del ataque de Hyun


Mientras el eco del grito de Hyun resonaba por el bosque, el tiempo pareció ralentizarse. La criatura, un chico que medía un poco más que yo pasó a ser un enorme gigante, se abalanzaba hacia mí con un impulso aterrador. En un instante, me di cuenta de que este enfrentamiento no sería una simple contienda; era una prueba de mi voluntad y mis nuevas habilidades.

Aprovechando el aumento de energía que sentía tras mi encuentro con el minion Boo, estuve listo para enfrentar el desafío. Su ataque venía directo, un golpe brutal que podría desatar un caos a su paso. Sin embargo, el entrenamiento en artes marciales comenzó a aflorar en mi interior. Sabía que debía ser astuto, ágil y, sobre todo, preciso.

- Boo, sacrifícate, por Norfeo - ordené a mi fantasma. Boo fue directo a por el puño del gigante para comerse el golpe. Que al no apartarse de su trayectoria se lo acabaría comiendo entero en caso de que no le de tiempo a reaccionar. 
Estadísticas de Boo


Concentré mi mente en el movimiento. Vi el aire a su alrededor vibrar con la inminente colisión y, como si el tiempo mismo se detuviera, me deslicé hacia un lado en el último momento. La fuerza del puño de Hyun pasó justo a mi lado, y sentí la presión de su energía como un leve soplo helado en mi rostro. La maniobra fue casi perfecta, una evasión que resonó en la esencia de mi ser. Solo había hecho lo correcto.

En el mismo flujo del movimiento, giré sobre mis talones y aproveché la inercia de la esquiva para pivotar hacia atrás, lanzando un golpe potente con mi puño izquierdo. La energía que había acumulado dentro de mí al seguir a Boo y conectar con el entorno se liberó en ese instante, dándole a mi golpe una fuerza sobrenatural. El puño iba dirigido a la muñeca de Hyun, mientras su brazo terminaba de pasar a mi lado.

Ataco con:
Picadura de Medusa
U41201
ÚNICA
Cuerpo a Cuerpo
Tier 2
14/8/2024
23
Costo de Energía
1
Enfriamiento
Al pulsar rápidamente uno de los nervios de la extremidad del enemigo, se genera una onda de choque que recorre su agua corporal, causando un gran daño y entumecimiento en la zona afectada durante 1 turno.
Golpe básico + [FUEx1,9] de daño contundente.

Daño de la Picadura de la Medusa

- Dame... tu ofrenda... o serás tu la ofrenda -Amenacé a Hyun con que me dejase cogerle la canica o no tendría piedad-
Buffs varios anteriores

Inventario y estado

Personaje
#33
Galhard
Gal
Galhard continuó rápidamente su descenso por el estrecho sendero que lo conducía al río, cada paso lo alejaba más de los horrores que había enfrentado en el lago.En unas circunstancias más apropiadas y sin estar cubierto de heridas se habría quedado para enfrentar tanto a Nagaki en su forma pesadillesca como al joven Salazar Stone, quizás en un enfermo deseo suicida, pero algo estaba claro aunque su deseo de batirse con Salazar traspasaba el mundo de los sueños y el de la realidad Ese no era el momento.

Las sombras de las montañas lo envolvían, dándole una sensación de anonimato y protección mientras avanzaba, aunque el miedo constante de ser seguido nunca abandonaba del todo su mente. Con el cazamariposas dorado en una mano y la bolsa de canicas asegurada en su cinturón, su enfoque estaba en sobrevivir un día más en este mundo distorsionado.

El río, que había sido un suave murmullo en la distancia, ahora se alzaba como una presencia dominante. Su flujo constante y el sonido del agua golpeando las rocas era un recordatorio de la naturaleza implacable de este lugar. Aunque el agua ofrecía una posible ruta de escape, también representaba nuevos peligros. Sin embargo, Galhard sabía que tenía pocas opciones, y el río era su mejor esperanza para poner más distancia entre él y cualquier posible perseguidor.

Se detuvo un momento al borde del agua, evaluando la situación. El frío del río le entumecía los pies, pero también le ofrecía un alivio momentáneo a las heridas que ardían en su costado. El cazamariposas dorado, aún resplandeciendo con un leve brillo, parecía resonar con la energía del lugar, como si comprendiera la importancia de su tarea en este mundo de pesadillas.

Decidido a continuar, Galhard se sumergió en el río, dejando que la corriente lo arrastrara mientras usaba las rocas y la vegetación para mantenerse a flote. El agua le llegaba hasta el pecho en algunos puntos, y el frío se filtraba a través de su ropa, haciéndolo temblar. Sin embargo, el dolor físico era algo que podía soportar; lo que realmente le preocupaba era la incertidumbre de lo que encontraría más adelante.

A medida que avanzaba río abajo, la corriente lo llevó a un tramo más abierto, donde las montañas se separaban y el paisaje se volvía menos opresivo. Aquí, la vegetación era más densa, con árboles altos que formaban un dosel sobre el río, creando sombras profundas que ocultaban cualquier signo de vida. Galhard aprovechó la oportunidad para salir del agua y tomar un respiro, apoyándose en un tronco caído mientras recuperaba el aliento.

Miró a su alrededor, buscando un lugar donde pudiera descansar y curar sus heridas. Sabía que no podía quedarse allí mucho tiempo, pero necesitaba recuperar fuerzas antes de continuar. A lo lejos, en la distancia, divisó lo que parecía ser una cueva oculta entre las rocas. Un refugio temporal, pero suficiente para sus necesidades.

Con un último esfuerzo, se levantó y se dirigió hacia la cueva, sus pasos más lentos pero decididos. El dolor en su costado seguía presente, pero la promesa de un lugar seguro lo empujaba hacia adelante. Cuando finalmente llegó a la entrada de la cueva, se detuvo un momento para escuchar. El interior estaba en silencio, excepto por el suave goteo del agua que filtraba desde las paredes.

Galhard se adentró en la cueva, agradeciendo la oscuridad y el aislamiento que le ofrecía. Allí, en la penumbra, se permitió relajarse un poco. Dejó su viejo cazamariposas y su nuevo dorado, colocándolos a su lado mientras se recostaba contra una pared rocosa.

Sabía que esto era solo un respiro, un momento de tregua en medio de la tormenta. Pero por ahora, estaba a salvo. Mientras cerraba los ojos, dejando que el agotamiento lo venciera momentáneamente, sus pensamientos se centraron en lo que vendría después. Las cumbres del destierro se alzaban como su próximo desafío, y aunque su cuerpo estaba herido, su espíritu seguía siendo inquebrantable.

Galhard sabía que la lucha aún no había terminado, pero estaba preparado para lo que viniera a continuación. En este mundo de pesadillas, la supervivencia era su única misión, y con las canicas y el cazamariposas en su poder, no tenía intención de fallar y ahora se dirigía hacia las cumbres del destierro. 

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#34
Norfeo
El Poeta Insomne
Norfeo flotaba sobre la isla, con una mirada aburrida y molesta. El lugar era prácticamente perfecto: aguas cristalinas, edificios relucientes y jardines que parecían sacados de un paraíso terrenal. Sin embargo, lo que más le irritaba no era la belleza de la isla en sí, sino la figura que caminaba por sus calles. Un marine de sonrisa deslumbrante, cabello dorado y una fortuna tan vasta que incluso el sol parecía inclinarse ante él. Era todo lo que los mortales codiciaban: dinero, belleza, poder. Y esa perfección, para Norfeo, era simplemente insoportable.

Ah, qué maravilla, ¿verdad? — murmuró con sarcasmo, observando al marine con desdén — Dinero, belleza... qué repulsivo...
Con un gesto de su mano, el cielo comenzó a oscurecerse. Nubes negras se arremolinaron sobre la isla, cubriendo la luz del sol. Los primeros relámpagos comenzaron a caer en la distancia, y la ira de Norfeo se concentraba en sus dedos, listo para destruir aquella isla que se atrevía a brillar tan intensamente bajo su mirada. El viento se detuvo, y todo el paisaje quedó suspendido en un silencio tenso.

Quizás este bello marine encuentre consuelo en saber que, al menos, morirá siendo millonario — dijo con una sonrisa cruel, mientras la energía destructiva crecía a su alrededor.
Pero justo cuando estaba a punto de liberar su poder, algo atrapó su atención. En sus ojos se clavó una figura esbelta y misteriosa. Nagaki, la gyojin medusa, se deslizaba con gracia a través del lugar, con sus cnidocistos ondeando suavemente a su alrededor. Había algo en su presencia que eclipsaba toda la ira de Norfeo, una belleza exótica que no podía ignorar.

El dios bajó lentamente su mano, y la tormenta que había convocado comenzó a disiparse. Las nubes se alejaron, y el sol volvió a brillar sobre la isla, iluminando nuevamente la perfección que tanto lo había irritado. Pero ahora, todo su deseo de destrucción había desaparecido, sustituido por una fascinación inesperada.
Vaya, vaya... — musitó Norfeo, observando a Nagaki con una sonrisa suave — Quizás el verdadero tesoro no es el oro ni la belleza superficial, sino lo que no se puede poseer.

Consideren esto un regalo, mis queridos mortales — dijo con una voz suave, pero cargada de ironía que resonó en todas las Cumbres del Destierro — Viven un día más, no porque lo merezcan, sino porque tienen el buen gusto de reconocer quién tiene el verdadero poder. Ahora, intenten que no se les caiga toda esa riqueza, y diviértanme, pues he decidido que ambos territorios sobrevivientes se enfrenten en una contienda sin parangón por su existencia — el prístino gigante, tomó unos instantes de calma para anunciar su propuesta y las nuevas reglas.

Todos vosotros tendréis un indicador numérico sobre la cabeza en rojo que marcará la cantidad de canicas que tenéis en estos instantes... ¡Y aquellos con canicas doradas, tendréis el mismo icono en dorado!— tomó su tiempo para exhalar una risita que casi parecía interpretada. —¡Ahora complacedme! El territorio con menor número de canicas, caerá...— comentó finalmente agotado por el entusiasmo.

Con una risa suave y sin sarcasmo esta vez, Norfeo se desvaneció en el horizonte, dejando la isla intacta. No fue por piedad ni misericordia, sino porque, en su camino, había encontrado algo mucho más interesante que la simple destrucción.

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#35
Shy
"Shy"
Nada. Se sintió bastante estúpido por haber estado agitando la bolsa de las canicas sin resultado. Imaginó que, de haber alguien acechándole, se estaría echando unas buenas risas, viéndole intentar encomendarse a la divinidad de aquella pesadilla y fallar miserablemente. Volvió a atarse la bolsa al cinturón mientras mascullaba con pesadumbre.

Incluso cuando había encontrado algo fuera de lo común -aunque nada tenía de común aquella situación- y había seguido las instrucciones, Shy sintió que había dado con otro obstáculo, otra pared invisible en aquel sinsentido de desventura. Y para colmo, el penetrante frío no cesaba. Sentía un dolor grave intensificarse en sus huesudas rodillas y codos. Iba a morir otra vez. Si a aquello podía llamársele morir, claro.

Repentinamente, el viento cesó para dar lugar a un relampagueante espectáculo. Shy se encogió de hombros. Tanto le daba ser fulminado por un rayo otra vez como morir de frío, algo que también estuvo cerca de suceder en su anterior... ¿Vida?

Algo más le sorprendió. Un número "1" flotaba sobre su cabeza. 

"De acuerdo" pensó. "Ahora sí que sí, esto es un sueño, de eso no me cabe duda. Esto empieza a desafiar toda lógica. ¿Qué querrá decir ese número? ¿Alguna instrucción? ¿Me señala como objetivo? ¿Como parte de un grupo, tal vez?

Shy caviló sobre aquella cuestión algunos minutos antes de desistir. Estaba claro que no le iba a llegar una respuesta en ningún momento. Decidió encontrar a alguien que pudiera contarle de que iba todo aquello, aunque, entre la extraña naturaleza de lo que estaba sucediendo, y su incapacidad para comunicarse con facilidad, tratar el tema iba a suponer un auténtico reto.

Shy avanzó por el pedregoso paraje, en silencio. Ahora tendría que pensar cómo proceder. Quizás bastaría con sumar algunas canicas a su haber. Aunque el latrocinio nunca había estado entre sus escasos dones.

Pronto volvió a dar con la chica que había salido corriendo, y estaba frente a lo que parecía ser un gigante. Si bien Shy sabía de su existencia y de la isla de Elbaf, aquello no suponía más que otra rareza que hacía más increíble aun la circunstancia con la que tenía que lidiar. Para colmo, ambos parecían enfrascados en una refriega.

Shy pensó en hacer gala de su agilidad natural y robar una de las bolsas en cuanto uno de los dos cayera. Así pues, se escondió tras un arbusto, esperando para proceder.

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#36
Drake Longspan
[...]
Drake Longspan, o mejor dicho, "Dogg Longspan" en ese momento, estaba en su propio mundo mientras se sacudía el polvo de la montaña de su ropa. Estaba confuso, pero eso no era nada nuevo para él. Después de todo, cuando te crees Snoop Dogg y llevas encima más "hierba medicinal" que un herbolario, las líneas entre la realidad y la fantasía se vuelven difusas.

Eyo, ¿dónde rayos estoy? — murmuró, mirando a su alrededor como si esperara encontrar una señal de tráfico que le dijera "Bienvenido a Tu Próximo Viaje Espiritual". Pero no había nada. Solo él, las montañas, y una brisa que llevaba un susurro casi melodioso a 90 BPM, como el eco lejano de un concierto de G-Funk en otro plano de Long Beach.

Drake sacó de su bolsillo lo que solo podía describirse como su "kit de supervivencia espiritual". Era una mezcla de chapas, un mechero, y por supuesto, un buen surtido de "hierbas". Todo lo necesario para navegar las complejidades de la vida, o en su caso, de donde sea que estuviera en ese momento.
Con la habilidad de un maestro artesano, liaba otro cigarro, y mientras lo hacía, reflexionaba. Pensaba en cómo la vida, como una pista de rap, tenía sus altos y bajos, sus ritmos suaves y sus compases duros. Pero siempre seguías adelante, fluyendo como el humo en el aire.

Encendió el cigarro, cerrando los ojos mientras inhalaba profundamente, como si estuviera absorbiendo el conocimiento del universo con cada calada. Al exhalar, dejó escapar una nube que se elevó, formando figuras que solo él podía interpretar. Eran símbolos de poder, de sabiduría, o tal vez solo eran el reflejo de su mente un tanto nublada.

Bow wow woah — murmuró de nuevo, su lenguaje transformado en algo más abstracto, casi poético en su simplicidad. La roca que había pateado hace unos momentos parecía tener vida propia, arrastrándose hacia él como si estuviera buscando unirse a su flow.

¿Qué demonios es esto negro? — preguntó, aunque más a la roca que a sí mismo. La roca seguía subiendo por su pierna, y en lugar de asustarse, el carpintero Longspan simplemente levantó una ceja y se encogió de hombros, liando otro cigarro mientras la roca lo envolvía lentamente. Cuando la roca llegó a su cuello, Drake ya estaba en otro nivel, literal y figurativamente. Se quitó las gafas para limpiarlas, porque si algo era sagrado para él, era mantener el estilo impecable, incluso cuando la realidad parecía desmoronarse a su alrededor. Al crecer varios metros de altura, su perspectiva del mundo cambió. Ahora podía ver más allá de las montañas, más allá de las nubes, casi como si estuviera mirando desde la cima de la Red Line. Con una sonrisa ladeada, se puso las gafas de nuevo y dejó escapar una risa profunda antes de toser y soltar más humo que una chimenea.

Esto es lo que yo llamo subir el nivel — dijo, con su voz resonando con un eco de poder y desenfado. Ahora, con su nuevo tamaño, sentía que podía conquistar lo que fuera. La montaña, el mundo, o incluso su próximo viaje "espiritual". Todo era posible cuando fluías con el ritmo correcto, y a el se le daba de lujo el Freestyle.

Y así, Drake Longspan, o mejor dicho, "Dogg Longspan", siguió elevándose cada vez más, un gigante en todos los sentidos, con su chapa en el bolsillo y su flow intacto. Para él, cada paso a cámara lenta era un nuevo beat, y cada inhalación, una conexión más profunda con el universo que lo rodeaba.

No se había ni percatado de la situación tan peliaguda del lugar, ni de la aparición de una diana numérica indicando lo que llevaba encima. Para nada producto o culpa de su consumo.


Personaje
Forma Onírica
Ishi Ishi no Mi
Información
#37
Octojin
El terror blanco
Personaje


off


Con el corazón aún latiendo con la fuerza de su devoción y la reciente bendición de Norfeo, Octojin atravesó el terreno cambiante del Abismo de los Lamentos con una gran determinación. Cada paso resonaba con el eco de su nueva misión, llevándolo cada vez más cerca de la Montaña de los Lamentos, un lugar que había escuchado en susurros entre las corrientes y aullidos del viento, pero nunca había visitado personalmente.
 
A medida que se aproximaba, las montañas se alzaban ante él como gigantes ancestrales, sus picos escarpados y rocosos parecían estar cortando el cielo nublado. El ambiente se llenaba de un aire más frío, y los vientos que azotaban las cumbres parecían cargar con ellos no solo el frescor de las alturas, sino también las voces de los caídos, aquellos que alguna vez intentaron conquistar esas pendientes traicioneras y no regresaron.
 
Las montañas, con sus laderas decoradas con templos antiguos y caminos serpenteantes, se presentaban como un desafío tanto físico como espiritual. Octojin, con la corona de laurel de oro que le había sido otorgada, sintió un profundo respeto por el lugar sagrado que ahora pisaba, convencido de que era ahí donde los Norféicos encontrarían su fortaleza y renovarían sus votos de lealtad a Norfeo.
 
El gyojin avanzó por uno de los senderos mientras sus ojos absorbían cada detalle del paisaje, desde los antiguos templos que salpicaban las laderas hasta el río caudaloso que nacía al pie de las montañas. Este último corría vigoroso, sus aguas frías y claras parecían estar murmurando los secretos de la montaña, llevándolos a través de la isla en un canto líquido que parecía purificar el aire mismo. El escualo quiso meterse ahí y nadar, escuchar esos susurros e intentar comprender a aquella isla, pero no era el momento. Era el momento de cumplir una misión. Ya habría tiempo para disfrutar de un apacible nado en aquél río.
 
El habitante del mar llegó a un claro cerca de la base de la principal cumbre, un lugar que le pareció apropiado para esperar a los otros seguidores de Norfeo. Desde allí, tenía una vista estratégica de los senderos que conducían hacia las alturas y de las rutas que serpenteaban hacia los templos. Era el lugar perfecto para formar un bastión de fe y fuerza, un punto desde donde podrían desafiar a todos los seres que se atrevieran a oponerse a ellos y así cumplir con los deseos de su amado dios.
 
Mientras esperaba, Octojin reflexionaba sobre la mejor manera de enfrentar los desafíos que sabía que venían. Su mente trabajaba incansablemente, planeando tácticas y estrategias, fortaleciendo su resolución y su fe en Norfeo. No había duda en su mente: saldrían victoriosos. Con la bendición de Norfeo y la lealtad férrea de sus seguidores, no había poder en esa isla, ni en el mundo entero, que pudiera resistir su santa misión.
 
Allí, en la sombra de la Montaña de los Lamentos, Octojin se sentó sobre una gran piedra, cerró los ojos y permitió que los aullidos del viento le hablaran, llevando sus pensamientos y oraciones al cielo, donde sabía que Norfeo observaba y juzgaba, preparando a su fiel servidor para la batalla que se avecinaba.
 
Resumen

Aspecto actual Octojin

 
datos
#38
Asradi
Völva
Personaje


Asradi solo había echado una única mirada hacia atrás, para asegurarse si Airgid les seguía o no. El resto... Bueno, era decisión de los demás. Pero esperaba que les siguiesen. Al fin y al cabo, si iba a haber una batalla campal contra otro territorio, lo más inteligente es que se juntasen todos los del mismo. Cuántos más, mejor. Primero lo importante, acabar con los otros, y luego ya arreglarían sus rencillas personales, si es que quedaba alguno en pie.

Tras haber echado una buena carrera detrás de Octojin, pudo ver cómo el paraje cambiaba. Cómo las altas montañas desgarraban la bóveda celeste con sus escarpados picos. Como parecían un muro infranqueable en el que, ahora, ellos se encontraban. Hubo una mezcla de desasosiego y fascinación, al mismo tiempo. Aceleró un poco el paso, a través del sendero, aunque fijándose en algunas plantas que no había visto jamás. De haber estado en otra situación, se hubiese detenido no solo a contemplarlas, sino también a estudiarlas y recolectarlas. Pero había algo que urgía con más premura.

Norfeo había hablado.

Asradi se ajustó la corona dorada de laurel entre sus cabellos azabaches y continuó el rumbo que el río marcaba. De aguas cristalinas y murmullo agradable. No era demasiado caudaloso, no era como el mar al que estaba acostumbrada. Pero era un lugar hermoso y poderoso al mismo tiempo.

Tras un buen trecho, llegó hasta un claro, reconociendo la mole tiburonil sentada sobre una piedra. Se acercó en silencio, poniendo una mano en el costado de Octojin antes de separar ese mismo contacto. Fue algo breve, un par de segundos. Un simple gesto que decía “Estoy aquí”. Asradi inspiró aire profundamente, embriagándose del frescor de las montañas. Parecía estar a gusto con esa temperatura, al fin y al cabo.

No sé que va a pasar, ni cuántos son los que quedan en este territorio... — Murmuró en voz baja, aunque audible. — Pero os apoyaré si todos tenemos el mismo objetivo.

Lanzó una mirada de reojo a Octojin, antes de separarse y buscar un lugar con cierta ventaja de terreno. Alguna altura con la que pudiese ver más allá del lugar en el que se encontraban. Y, al mismo tiempo, una que le proporcionase cierto resguardo. Tenía sus canicas, tenía su látigo.

Y, lo más importante: Tenía su voz.

Resumen

Stats Actualizados
#39
Lobo Jackson
Moonwalker
Re-spawn tras muerte - Vengo desde: ¿Qué pasará...?

La oscuridad... La tormenta... Un sinfín de luces y colores que confluían sobre un lienzo onírico entremezclándose a vertiginosa velocidad en un punto del espacio infinito. Su vida se vio irremediablemente arrastrada por aquel torbellino multicolor que acabó por consumir toda la existencia a su alrededor, sumiendo en tinieblas el bosque de champiñones en un abrir y cerrar de ojos.

Un parpadeo existencial que cambió el escenario en el que se encontraba.

Donde antes crecía una gigantesca venus atrapamoscas ahora había una cordillera de picos escarpados rodeados por nubes de tormenta, que rociaban el paraje con una fina lluvia que caía uniforme sobre el pedregal donde se encontraba. El leve repiqueteo del agua parecía chocar de una forma diferente contra su propio ser, como si su pelaje se hubiera vuelto rígido y metálico.

Un brillo amarillento como el de un farol de bodega llamó su atención desde el charco a sus pies, que le devolvió un reflejo de lo más extraño. Ya no era el joven y rítmico mink de la armada revolucionaria, pues donde antes había un enorme hombre lobo de pelaje color azul cobalto con un atuendo extremadamente rockanrolero, ahora se encontraba un ser de figura humanoide que parecía hecho de metal con un casco que lucía dos grandes ojos con forma de lámparas ovaladas, iluminados desde su interior con una luz blanca.

Se llevó las manos hacia el rostro y lo palpó, su morro había desaparecido y en su lugar había una superficie plana y metálica sobre la que se deslizaban las gotas de agua traídas por la lluvia. Se miró los brazos, las piernas y el resto de su cuerpo, todo cubierto por aquella inusual indumentaria que parecía una aleación de tela metálica plateada cubierta por líneas rojas.

Pero había algo más, algo que destacaba incluso por encima de su nuevo aspecto y que relucía sobre su cabeza similar a la llama de una vela: el número 01.

- Por supuesto. - Dijo para sí mismo con una voz robótica a la vez que heróica. - Soy el número uno-gara.

Hablaba con una gran convicción nacida de la mezcla entre su sentido de la justicia y su propia autoestima, pero con todo, seguía estando a solas sobre una ladera pedregosa sin nadie con quien compartir sus pensamientos. En su mente resonaron entonces las palabras que había escuchado en sueños, como un recordatorio de su propósito en aquel extraño y desolado lugar que parecía ser el salón de juegos de un alma caprichosa: "Todos vosotros tendréis un indicador numérico sobre la cabeza en rojo que marcará la cantidad de canicas que tenéis en estos instantes... ¡Y aquellos con canicas doradas, tendréis el mismo icono en dorado!"

- Así que de eso se trata, de una competición por ver quién tiene más canicas-gara. - Llevó su mano al cinto de manera instintiva y, efectivamente, aun tenía en su poder la misma bolsita que había portado durante su estancia en aquella ciénaga repleta de hongos. - Y si mi memoria no me falla, sea quien sea tiene el poder de acabar con este lugar con el mismo poder destructivo que un cataclismo-gara. -

Meditó durante unos segundos. Estaba dividido entre participar en aquel extraño juego o rebelarse contra la voluntad suprema que reinaba en aquel lugar, pues en su interior sentía un irrefrenable impulso por imponer su propia voluntad, de luchar contra aquello que trataba de usarle como un simple peón; pero por otro lado tenía curiosidad por seguir aquel extraño vals y ver hasta dónde podía llegar el retorcido baile, de encontrarse con aquellos que, al igual que él, habían sido arrastrados hasta ese lugar contra su voluntad. Pero, sobre todo, deseaba luchar para demostrar su propia valía.

- ¡Está decidido! ¡Vamos a darlo todo-gara! - Exclamó, realizando una pose muy diferente a las que solía realizar. - ¡Robot Jackson! ¡Preparado para la batalla-gara!

Y tras pronunciar estas palabras de ánimo se lanzó colina abajo en una carrera repleta de energía, siguiendo el curso de un río cercano que descendía hacia los bosques que crecían junto a la ladera y que parecía juntarse con uno mucho más grande, algo que dedujo por el sonido que escuchaba en la lejanía. Estaba seguro de que encontraría a alguien si seguía aquel camino.

Con los brazos hacia atrás y el cuerpo hacia adelante, se movía cual saeta plateada. - Primero la victoria, y luego la verdadera batalla contra el rey de los sueños-gara.


Personaje


Forma onírica


Inventario

#40


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