Muken
Veritas
26-08-2024, 04:32 PM
Muken se despertó al primer atisbo de luz. Su cabaña, hecha de troncos y ramas entrelazadas, se mecía suavemente con el viento matutino. El bosque, su hogar desde siempre, lo esperaba afuera. Se vistió con rapidez, ajustando las correas de su mochila y empuñando su viejo rifle, un compañero leal a través de innumerables jornadas de caza. Muken conocía cada rincón de aquel extenso bosque. Podía distinguir las huellas de un zorro de las de un lobo solo con una mirada. Su oído, agudizado por años de práctica, captaba el más leve crujido de una rama o el lejano aullido de un coyote.
La caza para Muken no era solo una necesidad, sino una forma de vida. Con cada animal que abatía, sentía una profunda conexión con el ciclo de la vida y la muerte. Respetaba a sus presas y solo cazaba lo necesario para alimentar a su familia. Hoy, la suerte parecía estar de su lado. Tras horas de búsqueda, divisó un ciervo pastando en un claro soleado. Con un movimiento rápido y preciso, apuntó y disparó. El animal cayó sin hacer ruido, y Muken se acercó a él con reverencia.
Antes de llevarse el ciervo, Muken se tomó un momento para agradecer a la naturaleza por el regalo. Luego, con cuidado, lo cargó sobre sus hombros y emprendió el camino de regreso a su cabaña. Al llegar a casa, su abuelo lo esperaba con una sonrisa. Juntos, desollaron al ciervo y prepararon una suculenta comida. Esa noche, alrededor del fuego, el abuelo compartió con su nieto las historias de sus días como marinero, transmitiendo así su conocimiento sobre el mundo.
-Muken, ¿quieres que te cuente una historia de cuando era un joven marino como tú? Éramos tiempos de grandes barcos de madera, de velas hinchadas por el viento y de marineros que buscaban su fortuna en los océanos.
Un día, nuestro barco se encontró con una tormenta feroz. Las olas se levantaban como montañas, y el viento aullaba como un lobo hambriento. El barco se balanceaba de un lado a otro, y muchos marineros temían por sus vidas. Pero yo, con mi corazón lleno de valor, me aferré al mástil y miré al horizonte.
Cuando la tormenta comenzó a calmarse, vimos a lo lejos un barco pirata. Era una nave negra y siniestra, con una calavera ondeando en el viento. Los piratas, hombres duros y sin escrúpulos, nos atacaron con sus cañones. La batalla fue feroz, y muchos de nuestros compañeros cayeron.
Pero yo no me rendí. Con mi espada en mano, me lancé al abordaje. Los piratas eran numerosos y fuertes, pero yo era más rápido y más ágil. Luché con ellos durante horas, hasta que finalmente logré derribar a su capitán. Los demás piratas, al ver a su líder caído, huyeron despavoridos.
Habíamos ganado la batalla, pero la tormenta había dañado nuestro barco. Tuvimos que navegar durante días hasta encontrar un puerto seguro. Cuando finalmente llegamos a tierra firme, fuimos recibidos como héroes. Y yo, el joven marino que había derrotado al pirata, me convertí en una leyenda.
Muken, recuerda que el mar es un lugar hermoso, pero también puede ser muy peligroso. Debes respetar su fuerza y su poder. Y siempre debes ser valiente y decidido, como lo fui yo aquel día. -
Muken emocionado por la historia de su abuelo no esperaba mas por salir de viaje y tener sus propias historias pero para eso todavia faltaba.
La caza para Muken no era solo una necesidad, sino una forma de vida. Con cada animal que abatía, sentía una profunda conexión con el ciclo de la vida y la muerte. Respetaba a sus presas y solo cazaba lo necesario para alimentar a su familia. Hoy, la suerte parecía estar de su lado. Tras horas de búsqueda, divisó un ciervo pastando en un claro soleado. Con un movimiento rápido y preciso, apuntó y disparó. El animal cayó sin hacer ruido, y Muken se acercó a él con reverencia.
Antes de llevarse el ciervo, Muken se tomó un momento para agradecer a la naturaleza por el regalo. Luego, con cuidado, lo cargó sobre sus hombros y emprendió el camino de regreso a su cabaña. Al llegar a casa, su abuelo lo esperaba con una sonrisa. Juntos, desollaron al ciervo y prepararon una suculenta comida. Esa noche, alrededor del fuego, el abuelo compartió con su nieto las historias de sus días como marinero, transmitiendo así su conocimiento sobre el mundo.
-Muken, ¿quieres que te cuente una historia de cuando era un joven marino como tú? Éramos tiempos de grandes barcos de madera, de velas hinchadas por el viento y de marineros que buscaban su fortuna en los océanos.
Un día, nuestro barco se encontró con una tormenta feroz. Las olas se levantaban como montañas, y el viento aullaba como un lobo hambriento. El barco se balanceaba de un lado a otro, y muchos marineros temían por sus vidas. Pero yo, con mi corazón lleno de valor, me aferré al mástil y miré al horizonte.
Cuando la tormenta comenzó a calmarse, vimos a lo lejos un barco pirata. Era una nave negra y siniestra, con una calavera ondeando en el viento. Los piratas, hombres duros y sin escrúpulos, nos atacaron con sus cañones. La batalla fue feroz, y muchos de nuestros compañeros cayeron.
Pero yo no me rendí. Con mi espada en mano, me lancé al abordaje. Los piratas eran numerosos y fuertes, pero yo era más rápido y más ágil. Luché con ellos durante horas, hasta que finalmente logré derribar a su capitán. Los demás piratas, al ver a su líder caído, huyeron despavoridos.
Habíamos ganado la batalla, pero la tormenta había dañado nuestro barco. Tuvimos que navegar durante días hasta encontrar un puerto seguro. Cuando finalmente llegamos a tierra firme, fuimos recibidos como héroes. Y yo, el joven marino que había derrotado al pirata, me convertí en una leyenda.
Muken, recuerda que el mar es un lugar hermoso, pero también puede ser muy peligroso. Debes respetar su fuerza y su poder. Y siempre debes ser valiente y decidido, como lo fui yo aquel día. -
Muken emocionado por la historia de su abuelo no esperaba mas por salir de viaje y tener sus propias historias pero para eso todavia faltaba.