Alguien dijo una vez...
Crocodile
Los sueños son algo que solo las personas con poder pueden hacer realidad.
Tema cerrado 
[Aventura] [Tier 1] Caprichos de ricachones...
Rengetsu D. Tenji
Príncipe Ciego
Isla de Cozia
Afueras de Ciudad Kuhulu
Día 4 - Verano - 8:00 AM

- ¡Ya veras hermano, hoy volveré con la cabeza de un león! - Proclamaba erguido un hombre de complexión delgada y cabellos de un castaño claro, mientras apuntaba a la nada con un lujoso rifle de caza - Je, más quisieras, aunque yo espero que nos crucemos con un elefante, hace tiempo que quiero un par de colmillos cruzados en mi despacho - El otro hombre era considerablemente más bajito pero mucho más esférico, seguramente a pesar de la diferencia de altura tiene una mayor masa que su compañero. Este segundo permanecía menos impaciente simplemente teniendo su arma apoyada en el hombro.

Moddy Brand
Moddy Carl
 

- No se preocupen señores Moddy, hoy parece que hará un buen día, así que podremos encontrar muchos animales fácilmente - Les respondería Teddy el asistente del resort que estaba allí para atender todas sus peticiones y quejas, mientras estaba acabando de afianzar las riendas de los caballos al lujoso carro con techo plegable que habían preparado desde el resort para el safari.  

Teddy


Un poco más lejos observando la escena de los dos ricachones algo gallitos podíamos encontrar aun grupo de cinco personas reunidos con el director del resort y organizador de estos safaris tan lujosos. Los individuos que lo acompañaban a su punto de vista no eran más que un grupo de matados que habían respondido al trabajo de guardaespaldas de los más baratos, aunque evidentemente a los clientes les vendió el asunto como que estaban contratando a lo mejor de lo mejor del East Blue y por ello les habían cobrado un buen dinero. Con el fin de ir a buscar a las islas donde se encontraban los miembros del equipo de seguridad y luego devolverlos allí hubo un considerable incremento en las tasas de los señores Moddy, aunque realmente las embarcaciones en las que los trajeron eran poco menos que algún barco mercante e incluso de pescadores, nada lujosos y buscando que costara lo menos posible.

Director Marvin


- Se que apenas habéis podido descansar algunos puesto que habéis llegado a la isla hace muy poco rato, pero en principio no será un trabajo muy duro - El hombre parecía un poco muerto en vida por su cara, como si durmiera poco - Me gustaría que dos de vosotros acompañarais a esos dos y mi ayudante en el carro para que no les pase nada y evitar que se pongan en líos, mientras que los demás deberíais acompañarlos por los alrededores, buscando sobre todo espantar algunos animales hacia su campo de visión para que puedan cazarlos y si podéis dar algún golpe o herir al animal para que sea un blanco más fácil para ellos, mejor - Un hombre que tenia las cosas claras y que sabia que cuanto más contentos estuvieran los clientes con la caza más dinero gastarían luego y seguramente repetirían en otra ocasión.

- Bueno si no tenéis preguntas yo volveré a las instalaciones - Dio aun así unos segundos de margen antes de comenzar a moverse por si alguno de los cinco guardianes quería hacerle una consulta, para luego comenzar a caminar cojeando un poco hacia el complejo turístico que el mismo gestionaba, aunque cuando ya estaba a un par de metros del grupo - Ahh, si se me olvidaba, recordad no dejarlos ir a cazar al otro lado del rio, queremos evitar problemas - Sin detallar mucho más sobre esa advertencia prosiguió su camino, aunque sabia que para más detalles de ese tipo ya tenían a su asistente Teddy.

El grupo tenia unos momentos para poder hablar entre ellos y organizarse, aunque tampoco mucho porque rápidamente un grito llegaría desde el carruaje - ¡Disculpen guardianes, si están listos nuestros estimados clientes quieren partir cuanto antes! - Teddy les llamaba ya desde la parte frontal del carro con las riendas de los caballos en las manos, y los clientes en la parte posterior lanzando miradas de impaciencia.

OFF
#1
Terence Blackmore
Enigma del East Blue
Personaje


Isla de Cozia
Complejo hotelero de Ciudad Kuhulu
7:30 AM
Estaba un poco hastiado, aunque aquello no era del todo palpable en mi rostro.
Lo sabía bien porque había practicado bien mis gestos, mi complexión e incluso el alcance y tonalidad de mi voz.
La sociedad era un curioso juego de voluntades que danzan al son del poderoso, y en este juego de tinieblas manejar con habilidad el subterfugio era una clara demostración de férrea personalidad y de mente capacitada de gobernante.

Si quería conocer y entrenar los tenues errores que pudiera encontrar en mi ámbito social, tenía que exponerme a situaciones aún más límite y odiosas, como simular ser una oveja más del rebaño, una que en este caso custodiara a miembros simples que jugaban a creer que tenían poder, extrapolando su simple condición de riqueza sobre el dominio físico más primitivo.
Ridículo.

Me encontraba algo trasnochado, disimulando unas ligeras ojeras bajo mis gafas de montura de plata y cristal violeta que velaban un semblante que odiaba madrugar. ¿Por qué nadie se da cuenta de lo plácido de la noche? El mejor momento para desplegar la imaginación, dedicarse al estudio o amar.

Caminaba por la planta baja de un complejo hotelero perteneciente nominalmente a la Ciudad Kuhulu, concretamente por su restaurante donde personas con cierta pudiencia blandían sus cubiertos y copas con aires de distinción vacía y ademanes y aspavientos exagerados más propios de un mimo que de un auténtico noble. El lugar pretendía ser considerado como ostentoso mas no era tan lujoso como quería hacer creer. Estaba presente en la vajilla que había observado transportar a las damiselas que servían en el buffet. No era auténtica porcelana de calidad, y los cubiertos ni siquiera estaban engastados en metales preciosos.
Una fachada triste, pero que ciertamente engañaba a la casta.

Paseé un poco más, saliendo de la sala de fiestas reacondicionada que suponía el restaurante, y pretendiendo salir del resort, a grandes pero elegantes zancadas y atravesando el hall de entrada del hotel para finalmente atravesar una puerta rotatoria de cristal barato y dirigirme al punto de recogida.

En el exterior, el clima era seco y cálido, aunque no en demasía por la hora del día que era, y bendije durante unos instantes la elección de ropa que había tenido, pues consistía en una camisa de lino gris con motivos florales bastante traspirable y abierta cuyos puños estaban remangados sobre el antebrazo con una doblez simple, unos pantalones de corte pesquero pero ajustados, simples de color beige de tela resistente, probablemente una fibra sintética. Para finalizar mi atuendo, se encontraban unas botas bajas negras bien atadas, perfectas para deambular en terrenos inhóspitos. 

-"Bueno, parece que nos vamos de Safari" - pensé para mis adentros mientras me paraba a sentarme sobre una roca del terreno y tomaba unos segundos para ver lo bonito y único de aquel paradisiaco pero hostil entorno. Mi mano encontraba mi frente y me mecía el ondulado cabello de color perla que nacía en ella y me ajustaba las gafas con cierta curiosidad por lo desconocido. Presto, volvía a tomar la marcha en dirección al punto de encuentro.

Tras deambular unos breves segundos, y modular mi caminar para hacerlo menos altivo de lo que usualmente era y adaptarlo a mi usual máscara de ser anodino, encontré un hombre con cara seca y enjuto de complexión que hablaba con cierta empatía hacia un grupo de personas. 
Aunque me diera pereza, debía acercarme y jugar al siniestro juego de las relaciones humanas.
No di mucha cuenta en lo que habló, y simplemente escuché algo acerca de evitar un río, y me limité a sentarme en un pedrusco con cierta desgana, y me estiré todo lo que pude para poder tumbarme de cara al sol mientras me limitaba a escuchar las instrucciones y tenía a bien, ocasionalmente, bostezar.

Tras aquellas instrucciones vagas y breves, una voz masculina procedente del carro contiguo vociferaba que nos diéramos prisa. Aún indignado por ser tratado con cierta osadía, ofrecí mi mejor cara de póker y gesto humilde, y me limité a hacer un ademán disculpándome mientras me levantaba apresuradamente y tomaba rumbo al carruaje. 
Pude notar como los clientes, unos tipos tan parcos en formas como en auténtico poder, impacientemente dedicaban miradas incisivas a todo aquel a quien atravesaban con sus ojos. Si tan solo las miradas matasen, aquellas hubieran desatado una auténtica plaga.
Ciertamente, solo se trataban de gente pudiente por convicción y que solo buscaban demostrar un poder gregario que supuestamente portaban.

Pero el poder auténtico no se porta, se blande como un arma poderosa y se clava en el corazón de aquellos lo suficientemente inútiles como para querer demostrar que lo ostentan. 
Imaginé, divertido y ocioso, ocultando bajo mi faceta de persona humilde y empática, lo precioso de extirparles el poder a aquellos hombres, pero traté de mantenerme alejado de la fantasía y me limitaba a sonreír con los ojos algo entrecerrados.

Finalmente, entré en el carruaje y me senté con cierto pasotismo, mirando al bello exterior hacia el cual nos dirigíamos, un entorno claramente más interesante que las supuestas personalidades que viajaban con nosotros. El objetivo era simple, evitar que nada les pasara a estos sujetos. 
Ahora veríamos si eran realmente capaces de siquiera no ahogarse corriendo o de disparar un arma...
#2
Gautama D. Lovecraft
-
Personaje


~ Travesía por el East Blue. Astilleros de Ciudad Kuhulu.
~ 06.00h.


El itinerario de navegación que se indicó tras la oferta de cierta misión de escolta, tuvo por suerte o por desgracia una pronta llega al punto de destino. Dentro del vasto mar, y teniendo en cuenta el tiempo de salida hasta llegar a la ubicación, se llevó con una normalidad y eficiencia que ya me hubiera gustado experimentar en otros de los traslados en barco que realicé con anterioridad. A pesar de las pésimas calidades del transporte, ya que era un barco mercante, la fortuna sonrió al humilde navío para circular por las aguas más profundas, sin sobresaltos y con el viento a favor durante gran parte del recorrido.

Leguas y leguas de viaje, el capitán del mercantil me avisó con cierto tartamudeo de la pronta llegada y el desembarque inminente que íbamos a realizar. Su quebradiza voz, suponía mediante prejuicios falsas creencias hacia mi persona, dado mi aspecto, y mi conducta firme e inquebrantable durante todo el viaje, ya que me mantuve inalterable dentro del único camarote que disponía la embarcación. Al salir a cubierta, me hizo llegar la información y asentí con la cabeza para corresponderle, el rudo hombre, se retiró juntando las palmas de su mano de forma horizontal a la altura del plexo solar, con la inocente intención de agradecerme aquel gesto. Sin duda, fue lo mejor del viaje.

Una vez en aquel astillero de la ciudad, un enorme hombre con un letrero algo enmarañado de anteriores borrados de anteriores nombres, parecía buscarme con la mirada. Le dediqué un aspaviento con la mano derecha para hacerle saber que era el hombre cuyo nombre rezaba en el maltrecho letrero, y una vez llegué hasta su posición se presentó.

- Hola señor Lovecraft, mi nombre es Kotaro, seré el encargado del resort para llevarle hasta este, el director Marvin los reunirá más tarde... llegó muy temprano. -

El hombre quedó algo perplejo al no hallar respuesta por mi parte, y transmitiéndole con cierta reverencia mi satisfacción por encontrarle y por sus indicaciones, lo seguí sin más tras su invitación para subirme a un carruaje de madera tirado por 2 caballos que manejaría, a los costados de este, el sello del complejo resaltaba en tonos y identificaba a aquel carro como tal.

Me pasé la media del viaje en el sumo silencio que me caracterizaba portar, y en una pose meditativa, soporté las inclemencias de los baches del trayecto e hicieron este mucho más ameno, los caminos de la sabana a las afueras de la ciudad parecían estar algo maltratados. Una vez el carro se paró a las puertas del imponente y exclusivo edificio hotelero, Kotaro con un gesto de su mano, me invitó a bajar para alcanzar la entrada y acceder al vestíbulo.

- Señor, espere aquí hasta ser llamado, iré trayendo a los demás escoltas. Puede reposar en cualquiera de los sillones o tomar algo fuerte en el bar, lo que usted guste. -

Y repitiendo el patrón del capitán del barco, Kotaro en un acto inocente, viendo mi aspecto y mi actitud, intentó torpemente realizar la misma reverencia, acompañándola con las manos unidas frente al pecho y siendo correspondido por un gesto gentil por haberla realizado. 

~ A fueras de Ciudad Kuhulu. Complejo hotelero.
~ 06.33h.

En aquel vestíbulo, pude divisar todos los elementos que componían una aparente lujosa estancia, para alguien con buen ojo, fácilmente podría reconocer que las dudosas calidades de los materiales disimuladas esos si, por una impoluta limpieza, eran rasgos esenciales para saber que en aquel lugar se intentaba disimular un vanidoso servicio con el que sacar los cuartos a la gente con un mayor poder adquisitivo, pues eran principalmente aquellos que disfrutaban los servicios del hotel, algo absolutamente alejado de las humildes calidades de las que yo provenía, pues el Templo Gautama, disponía de lo necesario y nunca disfrutó de excesos, menos aún de una falsa fachada.

Descarté la idea de pedir algo en el bar-restaurante del fondo, y me limité a tomar asiento en un voluminoso sofá para reposar y dejar pasar el tiempo. Su tapiz confirmaba la dudosa calidad que lo envolvía, pues su estampado animal, parecía corresponder poco al tanto de la procedencia que provenía y más a lo sintético, estaba confirmado. Al cabo del tiempo, y para mi sorpresa, reconocí a una figura que me resultaba familiar mientras cruzaba el hall del hotel. Reaccioné llamando su atención, por su nombre, y en un tono neutro, sin sobresaltos.

- Hola Terence -

El mismo sabía que yo era de pocas palabras, tiempo atrás habíamos coincido en Rostock intercambiando pareceres, y encontrarlo de manera fortuita aquí era algo que me congratulaba. Recuperé la verticalidad y le dediqué una reverencia cordial, debido a que también lo conocía, y acto seguido lo seguí hasta salir de allí, para después emprender el camino hasta donde se fijaría el encuentro. Llegamos hasta lo que parecía ser un instructor que daba indicaciones a los supuestos compañeros que cooperarían con la escolta, y me aproximé hasta el grueso del grupo mientras Terence se dejó reposar sobre una piedra cercana.

Uno de ellos, rompiendo con la normativa humana tan extendida en el mundo de hoy, se me acercó con una vitalidad que cautivaría mi atención, le dediqué una sutil sonrisa, su espontaneidad y jolgorio desprendían buena vibra, y a pesar de que no lo conocía, accedí de buena manera ante su propuesta de unir esfuerzos en aquella misión. Cualquier otro habría dudado de su físico, de sus cualidades o de lo que fuera, yo, por el contrario, aposté por aquel ser dicharachero, inclinando mi cuerpo hacia él para dedicarle la reverencia y el respeto que merece como otro cualquiera, y tras eso, extendí mi brazo derecho, con la intención de que se subiera hasta mi hombro y juntos fuéramos hacia lo que deparase la charla.

Tras la charla, nos dio paso el conductor hasta alcanzar un carruaje con capota, el cual tras los puntos a tener en cuenta, era el que debíamos de custodiar para el servicio. A priori, no quise juzgar nuestra posición allí, pero irremediablemente, no me resultó del todo cómodo tener que realizar la tarea que se nos había encomendado, pero haciendo de tripas corazón, opté por la opción de asumir con madurez mis responsabilidades, no sin antes devolver con la mirada aquellas impacientes que fueron lanzadas hacia el grupo, incluyéndome. Puede que estuviera al servicio de ellos, pero el ninguneo era algo que quedaba fuera de todo límite, y ayudado por mi porte intimidante, sin tener siquiera que imponer palabra alguna, clavé mis incisivas pupilas sobre ellos. Les hice saber a aquellos 2 clientes ricachones, que aunque fueran los que iban a disfrutar de la experiencia, no debían de sobrepasarse en cuanto a comportamientos impropios se refiere, por mucho que estuvieran acostumbrados a hacerlo.
#3
Jim
Hmpf
Personaje


Contexto para el lector
Jim se ha criado en una isla del East junto a una camada de suricatos, siempre observó a los humanos indígenas de las tribus de su isla pero nunca había interactuado con especies no animales. Hace poco, entro en contacto con contrabandistas que habían parado en su isla, acabo siendo estafado y obteniendo una deuda absurda de 3Millones. Como no la puede pagar lo han citado para un trabajo el día 5 en la isla de Cozia, aún faltan 4 días para ello y tiene tiempo libre. Jim no tiene ropa, solo una pequeña mochila a modo de carcaj donde guarda sus flechas y un arco en su hombro. Huele a salitre, hierba y tierra. Nunca ha estado en un pueblo, no sabe casi nada de la sociedad.




Tsss… Eh tú, si tú, bombón. ¿Vas muy arreglada hoy no? ¿Tienes algo que hacer luego? — Nada, otra paloma que no me respondía, ya iban tres esta mañana. Cómo levantaba el vuelo… — Menuda loba… — Susurré, no me había enterado de prácticamente nada de lo que el tipo flacucho había dicho. Me había quedado con la copla de “acompañarlos por los alrededores”, nada más. ¿Qué porque estaba en aquel asunto? Había ido a Isla Cozia a realizar un trabajo para pagar una deuda, hasta entonces tenía unos días libres y sin entender muy bien que estaba haciendo acepté un trabajo asegurando ser un guía experto. Yo era un guía experto en todas partes, menos en la civilización, no entendía ni una sola costumbre humana, son tan raros… Pero en la naturaleza… ¡Ahí sí! ¿Qué hace falta olerle el culo a un jabalí? Jimbo se ocupa. ¿Qué hace falta empotrar salvajemente a una zarigüeya para obtener información de un rastro? ¡Jimbo se ocupa!

Tenía cuatro compañeros, no les había prestado especial atención hasta ahora, pues estaba muy ocupado disfrutando de los encantos alados de Margarita, la paloma a la que casi conquisto. Tres de mis compañeros eran jóvenes, delgados, con pelos de colores, y el cuarto era un viejo. Ese me gustaba a mí, los animales viejos siempre sabían más y eran más cautos, tenía que juntarme a él.

¡Hola! Compañero, deberíamos de ir juntos. Tú sígueme. — No tenía mucha pericia en las conversaciones, al menos no por ahora. Hinché el pecho, y comencé a andar hacia el frente con gestos muy marcados, al pasar junto al tipo que nos había dado las instrucciones le dediqué unas palabras, estaba escuálido y yo podía echarle una mano. — ¡Tienes que comer más! Te traeré unos saltamontes si consigues decirme dónde tiene el nido esa belleza. — Señalé al horizonte, aún podía ver como la paloma se alejaba. Continué la marcha con el pecho hinchado hacia el carruaje, pasando junto a los dos tipos a los que había que escoltar (o algo así). — ¡UIBA! Ustedes sí que saben comer eh. jejejeje — Miré fijamente a la panza del tipo más gordito, era enorme, seguro que era el jefe, los jefes comían más y por eso solían estar más gordos. Después me separé del carruaje hacia la zona derecha de la pista mientras me arrastraba por el suelo para olisquear con la nariz y, ya de paso, arrastrar el pandero, siempre me daba gustito. Miré hacia atrás para comprobar que el humano anciano me seguía.


Hi

#4
Hyun Yeon
Tsubaki no Ken
¿En qué momento he acabado en esta situación? Cuando se me ofreció un trabajo de escolta, salté a la oportunidad sin pensarlo. No estoy en posición de rechazar dinero, mi familia cuenta conmigo. Trabajar como escolta no me había sonado mal, al menos en un principio. Claro está, me había imaginado que sería cubrirle las espaldas a alguien realizando un viaje, no amañarle una cacería a unos hombres ricos. ¿Hacer daño a animales por la vanidad y entretenimiento de aquella gente? La mera idea me asquea. Sin embargo, ya he aceptado el trabajo. No voy a rechazar y dejar que esta gente, por estúpida y rastrera que sea, acabe en peligro por ir con un guardia menos. Eso sí, la próxima vez me aseguraré de saber exactamente qué estoy firmando.

Mientras su asistente mantenía a los clientes entretenidos, el director nos explicó la situación. Se trataba de un hombre de aspecto decrépito, escuálido y con profundas ojeras. Su aspecto me despertó cierta curiosidad profesional. Parecía que su condición estuviera causada por algo más que falta de sueño o de cuidado personal, aunque también podía ser que tuviese una constitución particularmente esbelta y una apariencia engañosa. En cualquier caso, procuré que mis intereses no me distrajesen más de la cuenta de la situación. Teníamos que dividirnos las tareas entre los... ¿cuatro? Creía recordar que me habían indicado que seríamos cinco. Mi sorpresa fue mayúscula cuando una voz aguda salió de un punto entre nuestras piernas. ¡Era un pequeño animal peludo el que hablaba! Me tragué las dudas y mi confusión, asumiendo que se trataba de la mascota del anciano caballero que nos acompañaba. Mi otro compañero era un chaval de edad similar a la mía, aunque por su estilo de vestimenta y cuidada apariencia diría que estábamos a mundos de distancia en muchos aspectos. Parecía encajar más en el mundo de la alta sociedad que entre mercenarios y guerreros.

- Descuide, señor director. Nos aseguraremos de que no cometan imprudencias y vuelvan sanos y salvos - Aunque pretendía mantener mi promesa, algo me decía que sería más difícil de cumplir que de decir. Mientras el director Marvin se giraba para irse, eché mano por costumbre a mi cinto, buscando comprobar que mi tonfa estaba asegurada a su sujeción. Me volví hacia mis compañeros con intención de presentarme y preguntarles quién pretendía proteger el carro y quién iba a espantar y debilitar a los animales, pero cada cual estaba en su mundo. La mascota estaba parloteando de tal manera que casi parecía que hasta entendiera realmente lo que decía. El otro joven se había adelantado a todo el mundo y estaba encaminándose al carruaje; parecía haber asumido que él adoptaría el papel de protector. El anciano, por otro lado, parecía estar ocupado en un duelo de miradas con los clientes. Por último, había otro joven pelirrojo de aspecto intrigante. Suspiré, tomé aire y esbocé una sonrisa amistosa - Soy Hyun. Encantado, compañeros - aunque el viaje no empezase bien, nunca he sido cenizo ni maleducado, no iba a empezar ahora. Saludé con la mano a Teddy, el asistente, para que supiera que le había oído y me encaminé al vehículo. Subí al pescante junto a él. Sería una buena posición desde la que otear los alrededores en buscar de presas o peligros - ¿Qué clase de fauna podemos esperar? Es mi primera visita a la isla - pregunté a Teddy. Procuré no alzar mucho la voz, dudaba que los clientes se tomasen con buenos ojos que el resort hubiese contratado a escoltas foráneos y no a locales.
#5
Yoshi
Yoshi
Personaje

Con una deuda en su espalda que pareció aumentar en la temporada de primavera por su alergia al polen, Yoshiro necesitaba dinero extra aparte de su taller de artesanía, venta de carbón y pescado. En su necesidad de encontrar algo que pagará bien miró un wasted de un pirata con varios ceros por su cabeza, si, fue en ese momento que decidió ser un cazarrecompensas a partir de ahora por lo que se fue a probar suerte.

Y no, no fue tan sencillo como el pensaba pero al final logró ser aceptado por el gremio de cazadores, ahí podía aceptar cualquier tarea con un alto pago por lo que al finalizar su dia se sentia muy motivado por el futuro proximo.

Fue al día siguiente que tuvo la oportunidad de oro, ¡viajar hasta otra isla para ser guardaespaldas de unos millonarios! No solo saldría de su hogar por primera vez sino que también tendría la oportunidad de ganar mucho dinero, enserio era lindo ver cómo la vida le sonreía con buena suerte.

Entonces tras encadenar su casa y ponerle candados se dirigió al puerto dónde estaría aquel capitán que lo llevaría por el mar, pues, aunque Yoshiro sabía nadar muy bien no sabía dónde quedaba las demás islas y obviamente un viaje nadando sería mucho más agotador y menos cómodo.

Oh, bienvenido joven, soy el capitán Lopso, yo te llevaré sano y salvó en mi humilde embarcación-un pequeño hombre tortuga de 40 cm era el capitán de ese bote pesquero, se veía orgulloso de su capacidad para navegar y posiblemente al igual que Yoshiro estaba feliz por su futuro pago.

Muchas gracias, yo soy Yoshiro, un placer conocerlo-y tras un apretón de manos, Yoshiro buscó asiento mientras el viaje empezaba.

Durante el viaje habló bastante con el capitán, conociendo su historia y como logró conseguir su bote, Yoshiro también le habló sobre él y como solía ir con su padre a pescar en un bote de remos. Ambos compartieron algunos consejos de pesca y Yoshiro obtuvo de regalo un nuevo cebo con la apariencia de un caparazón.

Disfrute llevarte muchacho, espero volver a verte. Cuida de mi regalo hasta entonces-mencionó la tortuga mientras dependía al muchacho en terreno firme.

Lo haré, gracias por todo. Nos vemos luego-se despidió al fin con su mano en alto mientras trotaba en dirección a un hombre con apariencia de mayordomo.

Con su guia llegó hasta los demás para escuchar las instrucciones, la verdad es que quería mantener su atención a quien hablaba pero su mirada se escapaba a sus compañeros y se preguntaba por qué el grupo parecía tan raro, había un tipo rubio que parecía otro millonario ¿Sería hijo de alguno? También había un viejito bastante chupado por la vida y otro sujeto que parecía más normal y centrado. Pero lo más curioso fue aquel que habló primero, una especie de rata no tan fea que poseía un olor a tierra un tanto agradable y aunque estaba bastante delgado a Yoshiro le pareció apetitoso.

El coso raro hablaba con el viejo por lo cuál Yoshiro entendió que era la mascota del anciano, quizás eso explicaba el por qué el viejo no hablaba pero la rata casi que parecía presumir su capacidad para hacerlo.

Yoshiro mantuvo una sonrisa divertida ante toda la situación y miró a aquel hombre que decidió presentarse ante él-Un gusto, soy Yoshiro-acercó su mano y tras el apretón ambos avanzaron hasta los millonarios que estaban impacientes por la cacería.

Parecía que el rubio rico y el anciano irían arriba junto a los millonarios mientras que la rata, Hyun y Yoshiro se encargarían de caminar a su lado en búsqueda de animales. La rata parecía ser mitad sabueso ya que se ponía a investigar como uno, pero no era el único con buen olfato, Yoshiro también se arrodillo y empezó a olfatear en búsqueda de algún rastro animal, era bueno con los animales asi que no sentía peligro en esa situación.

Datos
#6
Rengetsu D. Tenji
Príncipe Ciego
Que la gente con dinero carecía de la virtud de la paciencia y el respeto era un hecho, saltaba a la vista de todos los escoltas contratados que en mayor o menor medida estaban molestos con esa actitud tan prepotente. Y en lo que el director del resort se perdía de nuevo en el interior de sus instalaciones, los guardias emprendieron el camino hacia su labor situándose con los hombres que debían proteger. Aunque eso molestara a más de uno en el fondo de su ser o incluso fuera contra sus principios y código personal, pero claro son los problemas de aceptar trabajos sin leer bien la letra pequeña de los contratos, ahora les tocaba a todos apechugar con las clausulas del encargo.

El primero que entro en ele carruaje fue Terence el cual se posicionaba como un claro ejemplo del pasotismo y desinterés que nobles de pacotilla como esos despertaban en alguien de poca monta. No obstante eso molestaba a los clientes los cuales veían al primer guardia acomodarse como si fuera un ricachón más en el carro relajándose durante el viaje - ¡Oye tu, estas aquí para traba...! - Tan solo fue una mirada, no hubo mediación de palabra alguna, pero solo basto con la figura de aquel viejo para que los dos nombres se les cerrara la boca de golpe al mismo tiempo que podríamos decir que por poco les tocaba tener pantalones marrones. Ambos se cayeron en seco y se pusieron hacia atrás de todo del carro un poquito refunfuñando por lo bajo entre ellos al mismo tiempo que se alejaba de aquel siniestro anciano de la marina, con un poco de inquietud en sus corazones hasta el punto que la ofensa del pequeño suricato llamándolos gordos no termino de poder calar en sus mentes por el shock; también influía que para decir algo a la alimaña era necesario plantarse frente al anciano y no querían.

- Por favor no sean irrespetuosos con los clientes, que han dejado mucho dinero en esto - Teddy desde las riendas se pondría un poco nervioso al ver la escena y pediría con la voz baja un poco de calma. Mientras, comenzaba a dar un poco de ritmo a los caballos para que comenzaran a avanzar al paso moviendo el carro pero lentamente permitiendo ver el paisaje. Los otros dos miembros del grupo al parecer habían hecho un poco de buenas migas, siendo los dos que parecían preocuparse más del trabajo y su objetivo, en especial Hyun que se cuestionaba seriamente en que circo se había metido. 

Entonces los dos rastreadores expertos, el suricato Jim y el medio pez Yoshi, se lanzaron al suelo aprovechando el ritmo lento del carruaje para rastrear con insistencia el terreno en busca de algún aroma que los pudiera conducir hacia alguna presa, sin duda estábamos ante dos cazadores consumados. Mientras estos rastreaban en el carruaje Hyun aprovecharía para hablar con Teddy un poco - Bueno lo cierto es que no creo que mucha cosa, muchos animales desde que empezaron la caza se fueron al otro lado del rio, aun quedan algunas manadas y de vez en cuando vuelven ha este lado, pero por ejemplo elefantes como el que quiere uno hace meses que no veo ninguno, pero podemos esperar antílopes, cebras, con suerte algún león, armadillos y alguna hiena - Comentaba por lo bajo para no desilusionar a los clientes.

El hombre llevaba el carro recto hacia el este en un camino recto y tranquilo aunque no parecía divisarse nada en el horizonte a simple vista. Pero por su parte ambos rastreadores podrían captar dos rastros, uno seria el de unos pequeños animales que a Jimbo le tendrían que resultar familiares en olor moviéndose hacia el sur, mientras que hacia el norte se captaría un olor más intenso de algún tipo de manada de animales con un cierto tamaño, la gestión de esa información quedaba en sus manos. 

Por su parte en el carruaje los dos nobles tras hablar un poco y comenzar comerse un poco la tostada entre ellos, estaban recuperándose de la impresión inicial que causo el anciano, aunque aun no del todo, y volvían a tomar con firmeza sus armas dispuestos a entrar en acción, avanzando hacia la parte frontal del carro para disparar a lo primero que divisaran, intentando evitar otro cruce de miradas con Lovecraft - ¿Veamos donde están las presas?

OFF
#7
Gautama D. Lovecraft
-
Por suerte, pude percibir que se le bajaban los humos a los 2 clientes tras enfatizar mi desapego por la conducta que mostraban, no tuve que decirles nada, había miradas que mataban, y aunque la mía no tenía una naturaleza asesina, ni mucho menos si que buscaba encontrar cierto correctivo hacia esos 2 por el bien del ambiente de la misión, y por suerte, ambos parecieron acatar que pese a su posición, podían disfrutar perfectamente de la caza sin ningunear a nadie de los allí presentes.

El carruaje se movió, y yo estaba subido en él con Terence, me crucé de brazos mientras escuchaba los murmullos al fondo de los 2 tipos, pero desinteresadamente, quise omitir esforzarme por saber que iban a decir, pues tampoco iba a tensar innecesariamente una cuerda que podría romperse. La voz de la experiencia y las canas a veces te ayudaban a entrever ciertas cosas para un bien propio, y al fin y al cabo, estábamos a su servicio. 

Por otro lado, la sorpresa de aquella tarea recaía plenamente en el descubrimiento de aquella entrañable criatura, y aunque desconocía su nombre o su raza, no tenía problema en disfrutar de la vitalidad que desprendía, pues, cualquiera capaz de ver cierta aura en los demás, podría darse cuenta en la gracia y majestuosidad de un ser con tal viveza. Pronto, todos los allí presentes con el transcurso de los minutos, podrían darse cuenta que no era alguien de muchas palabras, o más bien de casi ninguna, Terence ya estaba al tanto dado un contacto anterior que tuvimos en Rostock, pero el resto carecerían de esa información.

- Me llamo Lovecraft -

Dije, con un tono medio para que todos los allí presentes pudieran enterarse, aunque esa presentación fuera especialmente dirigida hacia el nuevo pequeño compañero que tenía, pues, por culpa de las prisas de los ricachones, a penas hubo presentaciones formales.

El movimiento del carruaje tambaleaba a merced de los baches de la calzada de tierra, algo normal en rutas tan salvajes y silvestres, supongo. Pude escuchar el comentario por lo bajo del conductor, acerca de la fauna, dando a entender que las grandes piezas estaban pasando el río que el anterior hombre nos advirtió de no cruzar, sin embargo, quizá no sería mala idea para que los 2 clientes tuvieran una experiencia más extrema y que no la pudieran olvidar. De todas formas, no estaba en mi mano decidir por ello, no tenía ni voz ni voto en ese tipo de decisiones.

Llegado cierto punto del trayecto, pude ver como los nobles tomaban sus armas y se movían hacia la parte delantera del carruaje, donde nos encontrábamos Terence y yo. También pude darme cuenta que evitaban cualquier tipo de contacto visual conmigo, y rehuían en la intención de cruzar cualquier tipo de mirada mientras divisaban la escena selvática con rifle en mano. Resultaba preocupante ver el nivel de empoderamiento que daban las armas en manos de cualquier ser humano, cuando realmente, no hubo, hay ni habrá, arma más poderosa que el corazón y la voluntad, pero, tristemente, aquellos 2 nunca gozarían tan siquiera, de un mero acercamiento hacia esa idea. Y por desgracia, como ellos muchos más.

Mi rostro, presentaba un gesto neutro y tras presenciar las ganas de disparar a cualquier cosa que se moviera por parte de los clientes, me dispuse a sacar los guanteletes que solía portar, en aras de estar preparado y no perder tiempo alguno para su colocación. Una vez ajustados, hice algunos ejercicios manuales de calentamiento, de especial dedicación hacia dedos y muñecas, primero extendiendo y contrayendo estos, para después, realizar movimientos circulares con cambios de sentido para las muñecas.

Por mi mente no pasaba el hecho de herir de muerte a un animal inocente, esa condena perpetua caería totalmente sobre esos 2 ignorantes, de lo que si no me libraría sería de ser un maltrecho cómplice, pero, no sería más que un bache en el camino que había tomado la decisión de tomar, y algunas repercusiones negativas como estas, serían seguramente, las de menor calado con las que tendría que lidiar. Estaba dispuesto.
#8
Yoshi
Yoshi
El niño bonito y refinado iría junto a viejete en la carreta como protección de los ricachones habladores que por andar apurados no le dieron tiempo a los participantes de esta mision a conocerse. Y eso le traía ciertas preguntas a Yoshiro ¿Que pasaba con todos exactamente? Primero el niño bonito parecía otro rico más, quizás el hijo o sobrino de alguno de los ricachones que debía proteger y mimar en todo el trayecto de la casería. El viejito tenía un aura un poco amenazante... O al menos de cascarrabias, no parecía ser otro millonario pero su mascota rata parlanchina no parecía normal, en realidad daba toda la pinta de ser un animal exótico que solo pocos podían darse el lujo de tener uno.

Hyun si parecía más acorde a lo que Yoshiro se esperaba encontrar como compañero pero también no pudo evitar notar su rostro que reflejaba no estar del todo a gusto con algo ¿Pero que sería exactamente?

Hyun hablaría un poco con aquel mayordomo pero como andaban murmurando no logró oírles, Yoshiro no creía que fuese algo muy importante pero aún así le daba cierta curiosidad. Poco a poco fueron avanzando y entonces la rata delgada se puso a olfatear el suelo como un sabueso, obviamente eso solo animó a que Yoshiro hiciera lo mismo y así dividirse la tarea de rastreo.

Mmm... por aquí...-empezó a caminar hacia el norte, olfateando un ligero aroma hasta que... Lo confirmo, había rastro sobre movimiento hacia el norte, por la fragancia debía ser un animal que viajaba en rebaño. 

Yoshiro se puso de pie y miró al mayordomo-Encontré un rastro. Si vamos hacia el norte seguro nos encontremos con algún tipo de herbívoro-no podía ser específico ya que nunca habia cazado un animal así pero su aroma le recordaba al ganado-Recomiendo que abandonen la carreta. Es muy grande y ruidosa, nos delataría fácilmente en nuestra cacería-no había que olvidar que los animales que vivían en conjunto con otros miembros de su especie lo hacían para que entre todos vigilaran las cercanías de posibles depredadores.
#9
Jim
Hmpf
El cabrón del viejo no me hizo ni caso, eso sí, se presentó como "Lovecraft". ¿Qué era eso? ¿Y cómo diantres iba a pronunciarlo? Comencé a practicar mientras avanzaba hacia mi posición. - Lofcra, loftcra, crat, craft, croft, la croft, larcroft... - Por otro lado los nombres de los otros eran muchos más faciles, comencé a repetirlos en voz baja una y otra vez para memorizarlos, una técnica que utilizaba en la selva para memorizar diferentes tipos de especies. - Pium y yohesido. Pium y yohesido. Pium y yohesido. - Era un crack en el tema de memorizar. - ¡Podéis llamarme Jimbo! - Fue mi única frase de presentación.

Comenzamos a avanzar en grupo, Laracroft se había metido en la casa de ruedas con el peliblanco y los gordetes. Yo iba con Pium y yohesido. De pronto capté una combinación de olores peculiar, pronto pude percibir como se bifurcaba, pegué mi nariz al suelo y primero comprobé el camino al norte, era un olor fuerte, muy diferente al que descendía hacia el sur. Al seguir este último me di cuenta, me resultó tan familiar que se me erizaron todos los pelos del cuerpo. ¿Eran de los míos? - "Encontré un rastro. Si vamos hacia el norte seguro nos encontremos con algún tipo de herbívoro." - ¡Que fino! Pero... ¿Que debía hacer? Mi impulso natural me decía que debía de ir al sur, con mi gente, ver si estos suricatos conocían a mi padre... ¡MI PADRE! No había preguntado a ninguno de esos tipos por mi padre, luego lo haría. ¡Aclárate Jimbo! No sabes que estamos haciendo aquí, quizás es mejor no poner en peligro a tus parientes.

Me acerque, sin despegar la nariz del suelo a la posición del rastreador. - Eres bueno yohesido. ¿Cómo has sabido que eran herbívoros? - Sus cualidades de rastreo superaban las mías, debía pegarme a el, seguro que aprendía algo. - Por cierto... ¿No te sonará este hombre? Se llama Guybrush. - Saqué la foto de mi carcaj y se la enseñé. Después repetí el proceso con mi otro compañero de rastreo. - Pium. ¿Te sonará un tal Guybrush de casualidad? - Le enseñe la foto tambien a el.

Foto antigua

Si fuese necesario animaría al grupo a ir al norte siguiendo las indicaciones del pelirrojo, al fin y al cabo había sido mas hábil que yo. Pero no por ello iba a rendirme ante la posibilidad de ser el mejor rastreador de la cuadrilla, ahora que tenía el rastro podía hacer gala de mis habilidades y costumbres. Busqué huellas para mirar su profundidad, su forma y su olor. Comprobé la vegetación, si estaba cortada, aplastada, rota, teñida, mas húmeda de lo normal o quizás masticada. También comprobé si en el rastro había otras especies animales, para deducir si alguna estaba siguiéndolo y también comprobar así si el rastro espantaba a los animales.
#10
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