Rengetsu D. Tenji
Príncipe Ciego
27-07-2024, 04:33 PM
(Última modificación: 27-07-2024, 04:34 PM por Rengetsu D. Tenji.)
La vida es una sucesión de puntos de Inflexión que no somos capaces de controlar, desde un encuentro fortuito del destino, hasta una tragedia que nos marca de por vida. Y el segundo punto de inflexión en la vida de Tenji estaba por llegar, como un torrente que arrastra todo a su paso, siendo el primer punto el día que perdió su hogar. Era un día cualquiera en un puerto bullicioso de isla Kilombo, donde la brisa marina traía consigo el sonido del vaivén de las olas y los gritos de los estibadores que trabajaban arduamente. Tenji, un joven de espíritu libre y travieso, se sentó a descansar escuchando como unos operarios cargaban un barco para una entrega de materiales destinados a alguna construcción en el East Blue, sin saber que este día marcaría un cambio radical en su existencia.
En un principio, los acontecimientos se desenvolvieron con un aire de confusión y misterio. Aquella mañana, la atmósfera estaba cargada de tensión; algo no andaba bien. El murmullo de las voces de los trabajadores se apagó por momentos cuando el navio se dispuso a zarpar, cuando una embarcación algo más pequeña corto el paso de esta relevando las siluetas de unos sicarios, claramente asociados a un grupo del bajo mundo, estaban interesados en los materiales de ese envió. Quienes lo sabían, entendían que esos recursos estaban destinados al gobierno, pero los motivos de los delincuentes eran un misterio. ¿Qué plan tendrían para obtener esos materiales que levantaban tanto interés desde las sombras?
El caos estalló repentinamente cuando el Ejército Revolucionario, que se encontraba infiltrado entre los operarios del puerto, decidió intervenir. Un grupo de revolucionarios irrumpe en la escena para llevarse esos materiales, que, desde su perspectiva, eran un símbolo de opresión y abuso por parte del gobierno. El panorama se tornó surrealista: dos facciones delincuenciales, una buscando robar a las autoridades y la otra intentando robar a los delincuentes, en una absurda batalla que, irónicamente, se desarrollaba en nombre de la justicia aunque en el fondo solo había interés propia por ambas partes. Para Tenji, el gobierno siempre había sido el principal responsable de la tragedia que había vivido en su pasado, un conflicto que lo había marcado de forma indeleble dejando a su pueblo al borde del sacrificio en su búsqueda de un solo pirata. La injusticia que el veía en esos momentos lo llevó a sentir un ligero resplandor de satisfacción al ver a los agentes del gobierno en apuros siendo los que estaban siendo lanzados al agua por encontrarse en una especie de fuego cruzado, aunque solo los oía porque no podía ver.
Aunque la mente de Tenji aún estaba un poco confusa por el alboroto, su naturaleza intrépida lo llevó a actuar. En medio del pequeño disturbio, se las arregló para colarse en el navío. Con una mezcla de nerviosismo y emoción, se encontró en la sala de mando del barco, donde logro al tacto hacerse con el timón en una especie de mesa de mandos. La verdad es que nunca había navegado antes, y la idea de controlar un barco de gobierno era inquietante, pero ese rasgo pícaro que tanto lo definía lo impulsó a tomar la situación en sus manos. Sin pensarlo dos veces, Tenji se acercó al timón, encendiendo uno de los motores del navío que, como los barcos del gobierno, tenía tantos botones que parecían un verdadero laberinto, por eso pulso todos sin ton ni son. Su pulso se aceleró mientras giraba el timón de una manera casi ciega, sin saber realmente a dónde se dirigían en aquel arsenal de metal, por lo menos tenia la orientación de donde estaba el muelle.
Aquel acto espontáneo y casi suicida terminó convertiéndose en una maniobra magistral. La sorpresa le llegó cuando, a pesar de su falta de experiencia, logró dirigir el barco hacia los sicarios que pretendían abordarlo. El timón, bajo su dirección, resultó ser el arma perfecta en un enfrentamiento entre el grande y el pequeño. El impacto fue inevitable, y Tenji sintió una mezcla de adrenalina y miedo al ver cómo el buque gubernamental, imponente y resistente, se estrellaba contra el navío de los delincuentes lo que causó el hundimiento casi instantáneo del otro barco. Con esto, se facilitó la tarea de los revolucionarios que ya habían abordado y luchaban para recuperar lo que consideraban suyo. Sin duda, había llevado una loca idea hasta su última consecuencia con más suerte que destreza no pudiendo evitar reírse, aunque el desconocía si se estaban hundiendo o no.
Sin embargo, el destino tenía más sorpresas preparadas para él. Después del impacto y el revuelo que causó su acción heroica, uno de los revolucionarios se acerco a la sala de mandos viendo como Tenji estaba al timón, no sabia quien era él pero noto que no era un agente del gobierno y tampoco un sicario - Oye, no se quien eres, pero necesitamos que lleves el barco hacia el norte, allí nos reuniremos con nuestros compañeros - El hombre desde la puerta no se fijo en la condición del chico que portaba los ojos vendados. Si sumamos que aun estaba siendo un poco acalorado el asunto de sacar del barco a los sicarios del bajo mundo, todo el destino quedo en manos de un pobre chico ciego - ¡Tranquilo, dalo por hecho! - Proclamo el príncipe ciego.
No obstante, su escasa habilidad como navegante se hizo evidente cuando, en un giro torpe, casi estrella el barco contra el propio navío de los revolucionarios. Aquel segundo momento de caos hizo que la tripulación se percatara, entre risas y exclamaciones sorprendidas, de que un ciego estaba al mando de la embarcación. Tenji, ya resignado a su suerte, se disculpó profusamente, entendiendo que había metido la pata, pero aún así había logrado mantener a salvo el convoy, una vez detuvo el motor al notar que los cascos de ambos barcos chocaron y por desgracia el de los rebeldes no estaba reforzado.
A pesar del revuelo que había causado, Tenji fue defendido por algunos de los otros reclutas en el barco - ¡Él salvó nuestro trasero! - Decían entre risas y comentarios aliviados. Era un alivio escuchar eso, aún cuando él mismo se sentía culpable. La buena voluntad de defenderlo contrastó con el tirón de orejas que recibió de los lideres de ese escuadrón que lo instaron a ser más cuidadoso, y las broncas se extendieron a los demás. Mientras esto sucedía alrededor de él, un hecho importante surgió. Aunque podría haber sido la víctima del ambiente de caos que poco a poco iba dirigiendo las culpas de lo acontecido lejos de su persona; principalmente por que él solo ayudo de forma altruista y no era un miembro del escuadrón, quienes deberían haberse asegurado de tomar el control del barco y que tendrían que responsabilizarse de los daños. Tenji en lugar de quedarse inactivo tomó la palabra - Estoy dispuesto a trabajar y asumir las reparaciones del barco - Expresó con firmeza, su voz resonando entre el clamor del mar. Era un acto de responsabilidad que sorprendió a muchos. Su decisión de cargar con la culpa al ofrecer su esfuerzo desinteresado para reparar el daño causó un cambio en la percepción de su situación. No solo había tenido un papel clave en la contienda, también se estaba convirtiendo en parte de algo más grande que él mismo, algo que podía ser verdadero, algo que podía traer un cambio.
Con ese gesto, Tenji abrazó la oportunidad que se le presentaba, deseando redimirse de los errores y encontrar su lugar, incluso en un contexto caótico donde lo inesperado siempre estaba a la vuelta de la esquina. En ese instante, a pesar de la adversidad, una chispa de esperanza encendió su corazón. La vida, con todas sus complicaciones, le ofrecía la posibilidad de convertirse en alguien que podía marcar la diferencia, en alguien que, a pesar de ser ciego, podía ver un futuro prometedor cuando navegaba por las aguas turbulentas del destino. Igual el Ejercito Revolucionario era la respuesta que estaba buscando.
En un principio, los acontecimientos se desenvolvieron con un aire de confusión y misterio. Aquella mañana, la atmósfera estaba cargada de tensión; algo no andaba bien. El murmullo de las voces de los trabajadores se apagó por momentos cuando el navio se dispuso a zarpar, cuando una embarcación algo más pequeña corto el paso de esta relevando las siluetas de unos sicarios, claramente asociados a un grupo del bajo mundo, estaban interesados en los materiales de ese envió. Quienes lo sabían, entendían que esos recursos estaban destinados al gobierno, pero los motivos de los delincuentes eran un misterio. ¿Qué plan tendrían para obtener esos materiales que levantaban tanto interés desde las sombras?
El caos estalló repentinamente cuando el Ejército Revolucionario, que se encontraba infiltrado entre los operarios del puerto, decidió intervenir. Un grupo de revolucionarios irrumpe en la escena para llevarse esos materiales, que, desde su perspectiva, eran un símbolo de opresión y abuso por parte del gobierno. El panorama se tornó surrealista: dos facciones delincuenciales, una buscando robar a las autoridades y la otra intentando robar a los delincuentes, en una absurda batalla que, irónicamente, se desarrollaba en nombre de la justicia aunque en el fondo solo había interés propia por ambas partes. Para Tenji, el gobierno siempre había sido el principal responsable de la tragedia que había vivido en su pasado, un conflicto que lo había marcado de forma indeleble dejando a su pueblo al borde del sacrificio en su búsqueda de un solo pirata. La injusticia que el veía en esos momentos lo llevó a sentir un ligero resplandor de satisfacción al ver a los agentes del gobierno en apuros siendo los que estaban siendo lanzados al agua por encontrarse en una especie de fuego cruzado, aunque solo los oía porque no podía ver.
Aunque la mente de Tenji aún estaba un poco confusa por el alboroto, su naturaleza intrépida lo llevó a actuar. En medio del pequeño disturbio, se las arregló para colarse en el navío. Con una mezcla de nerviosismo y emoción, se encontró en la sala de mando del barco, donde logro al tacto hacerse con el timón en una especie de mesa de mandos. La verdad es que nunca había navegado antes, y la idea de controlar un barco de gobierno era inquietante, pero ese rasgo pícaro que tanto lo definía lo impulsó a tomar la situación en sus manos. Sin pensarlo dos veces, Tenji se acercó al timón, encendiendo uno de los motores del navío que, como los barcos del gobierno, tenía tantos botones que parecían un verdadero laberinto, por eso pulso todos sin ton ni son. Su pulso se aceleró mientras giraba el timón de una manera casi ciega, sin saber realmente a dónde se dirigían en aquel arsenal de metal, por lo menos tenia la orientación de donde estaba el muelle.
Aquel acto espontáneo y casi suicida terminó convertiéndose en una maniobra magistral. La sorpresa le llegó cuando, a pesar de su falta de experiencia, logró dirigir el barco hacia los sicarios que pretendían abordarlo. El timón, bajo su dirección, resultó ser el arma perfecta en un enfrentamiento entre el grande y el pequeño. El impacto fue inevitable, y Tenji sintió una mezcla de adrenalina y miedo al ver cómo el buque gubernamental, imponente y resistente, se estrellaba contra el navío de los delincuentes lo que causó el hundimiento casi instantáneo del otro barco. Con esto, se facilitó la tarea de los revolucionarios que ya habían abordado y luchaban para recuperar lo que consideraban suyo. Sin duda, había llevado una loca idea hasta su última consecuencia con más suerte que destreza no pudiendo evitar reírse, aunque el desconocía si se estaban hundiendo o no.
Sin embargo, el destino tenía más sorpresas preparadas para él. Después del impacto y el revuelo que causó su acción heroica, uno de los revolucionarios se acerco a la sala de mandos viendo como Tenji estaba al timón, no sabia quien era él pero noto que no era un agente del gobierno y tampoco un sicario - Oye, no se quien eres, pero necesitamos que lleves el barco hacia el norte, allí nos reuniremos con nuestros compañeros - El hombre desde la puerta no se fijo en la condición del chico que portaba los ojos vendados. Si sumamos que aun estaba siendo un poco acalorado el asunto de sacar del barco a los sicarios del bajo mundo, todo el destino quedo en manos de un pobre chico ciego - ¡Tranquilo, dalo por hecho! - Proclamo el príncipe ciego.
No obstante, su escasa habilidad como navegante se hizo evidente cuando, en un giro torpe, casi estrella el barco contra el propio navío de los revolucionarios. Aquel segundo momento de caos hizo que la tripulación se percatara, entre risas y exclamaciones sorprendidas, de que un ciego estaba al mando de la embarcación. Tenji, ya resignado a su suerte, se disculpó profusamente, entendiendo que había metido la pata, pero aún así había logrado mantener a salvo el convoy, una vez detuvo el motor al notar que los cascos de ambos barcos chocaron y por desgracia el de los rebeldes no estaba reforzado.
A pesar del revuelo que había causado, Tenji fue defendido por algunos de los otros reclutas en el barco - ¡Él salvó nuestro trasero! - Decían entre risas y comentarios aliviados. Era un alivio escuchar eso, aún cuando él mismo se sentía culpable. La buena voluntad de defenderlo contrastó con el tirón de orejas que recibió de los lideres de ese escuadrón que lo instaron a ser más cuidadoso, y las broncas se extendieron a los demás. Mientras esto sucedía alrededor de él, un hecho importante surgió. Aunque podría haber sido la víctima del ambiente de caos que poco a poco iba dirigiendo las culpas de lo acontecido lejos de su persona; principalmente por que él solo ayudo de forma altruista y no era un miembro del escuadrón, quienes deberían haberse asegurado de tomar el control del barco y que tendrían que responsabilizarse de los daños. Tenji en lugar de quedarse inactivo tomó la palabra - Estoy dispuesto a trabajar y asumir las reparaciones del barco - Expresó con firmeza, su voz resonando entre el clamor del mar. Era un acto de responsabilidad que sorprendió a muchos. Su decisión de cargar con la culpa al ofrecer su esfuerzo desinteresado para reparar el daño causó un cambio en la percepción de su situación. No solo había tenido un papel clave en la contienda, también se estaba convirtiendo en parte de algo más grande que él mismo, algo que podía ser verdadero, algo que podía traer un cambio.
Con ese gesto, Tenji abrazó la oportunidad que se le presentaba, deseando redimirse de los errores y encontrar su lugar, incluso en un contexto caótico donde lo inesperado siempre estaba a la vuelta de la esquina. En ese instante, a pesar de la adversidad, una chispa de esperanza encendió su corazón. La vida, con todas sus complicaciones, le ofrecía la posibilidad de convertirse en alguien que podía marcar la diferencia, en alguien que, a pesar de ser ciego, podía ver un futuro prometedor cuando navegaba por las aguas turbulentas del destino. Igual el Ejercito Revolucionario era la respuesta que estaba buscando.