Hay rumores sobre…
...un hombre con las alas arrancadas que una vez intentó seducir a un elegante gigante y fue rechazado... ¡Pobrecito!
Abismo tormentoso
Byron
Que me lo otorguen
La desolación inundaba el esperpéntico cuerpo del muchacho. Habiendo perdido su voluntad inquebrantable, y la apariencia que sostenía su ego, era incapaz de hacer algún movimiento, y mucho menos tomar iniciativa para solventar la situación en la que se encontraba. La sangre verde proveniente de la profunda herida de su costado que unía al cálido rojo del lago, enturbiándola más si cabe, tornándose a su alrededor de un feo marrón que le recordaba lo lamentable y fétido de su estado. Frente a él, la única esperanza de encontrar un poco de luz en su camino de sombras, que se alejó rápidamente en cuanto tuvo la oportunidad sin cumplir su parte del trato, no la culpaba, él en su situación haría lo mismo, nadie se preocuparía de un despojo que desprendía semejante olor.

Sollozando en el agua miró al cielo nocturno que, poco a poco dejaba asomar los primeros rayos del amanecer. Suspiró hondo, deseando que esa pesadilla terminase de una vez por todas, ya había tenido suficiente de los juegos de aquel cruel dios que con dos hábiles movimientos había fragmentado su personalidad. Ya no quedaba nada de él, aquello que se encontraba flotando en el agua no era más que un frágil cascarón vacío.

- Si por lo menos hubiese visto esas dos tetas... Habría tenido una muerte algo más feliz.- Dijo como si el cielo mismo le escuchase, aceptando su muerte al notar el agua de su alrededor arremolinándose y haciéndose a la idea de lo que estaba a punto de acontecer.

El chico mestizo volvió a emerger del agua ante sus ojos, dejando ver su imponente cuerpo anguloso debido al fortalecimiento de sus escamas. Con una sonrisa sádica en el rostro alzó su brazo velozmente, la agresividad de sus movimientos, hacía que su sed de sangre fuese casi visible, aquel ser parecía estar envuelto en un aura roja descontrolada. De haber sido otro contexto, y haber tenido algo por lo que luchar, Byron hubiese soltado una sonrisa burlona ante sus cobardes acciones. Sin dudarlo había atacado al que había perdido toda esperanza, demostrando ser alguien ampliamente acomplejado por sus limitadas cualidades, un patético hombrecillo que había sido devorado por su ego al ser bendecido con algo de poder. Pero en su estado, simplemente se limitó a mostrar una sonrisa tranquila, abrazando la muerte como si esta fuese una vieja amistad, y mirándolo a los ojos, recibió su palma en el rostro.

El cráneo del chico cebolla explotó en mil pedazos, impregnando su hedor por todo el lugar, como si se tratase de una fétida bomba. El tosco brazo del pelirrojo quedó recubierto de verdes y malolientes vísceras, ese era el único consuelo que le podía quedar al muchacho, impregnarlo con su espantoso ser y dejarle la compañía de aquel asqueroso olor como castigo por sus poco nobles actos.

Byron volvió a abrir los ojos, se encontraba en una especie de limbo, el blanco de la absoluta nada y una espesa niebla del mismo color cubrían el lugar. Volvía a sentirse como antes, así como esos pensamientos de alguien carente de voluntad habían desaparecido, su cuerpo había sido restaurado al completo, incluidos sus dos testículos. No pudo evitar un pequeño suspiro aliviado, no era para culparlo, su anterior vida había sido una experiencia bastante traumática.

En la lejanía pudo ver la figura de aquel que había pisoteado su ego, no parecía corpóreo, no era él, parecía ser un producto de la mente del chico. Una forma de canalizar sus actuales deseos más profundos, una manifestación creada por su cabeza para dejar claro al muchacho quien era el enemigo, a quien debía hacer caer de ese trono autoimpuesto, después de todo, Byron nunca fue creyente, y aunque intentó aprovecharse de su poder, no iba a empezar a serlo ahora.

Con convicción llevo la mano a su hoja y la desenvainó dejando ver su brillante y pulido filo. La llevó a su frente como un rápido movimiento, posando esta sobre la resplandeciente hoja, como si se tratase del juramento de un caballero como forma de aceptar el propósito que ahora invadía su mente. Aunque no fuese capaz de llevarlo a cabo en aquel momento, cuando saliese de aquel reino de sueños tendría un nombre más puesto en su lista de objetivos.

La figura brilló, cegando a Byron, ya conocía aquella sensación, sabía lo que iba a suceder. Frente a él volvieron a formarse aquellas rocas levitantes, y el sol ya comenzaba a salir por el horizonte, siendo para Byron un detalle del astro que acostumbraba a bendecirlo, como si él mismo hubiese decidido hacer acto de presencia para anunciar su llegada y ayudarlo a cumplir con sus objetivos.

Sus pies tocaron el suelo, había renacido. Observó con un semblante serio la situación, aún tenía la sensación fugaz de su anterior vida, y a pesar de ser un ligero pesar, recordaba vividamente sus últimos y lamentables momentos. Más con un ligero esfuerzo aplacó la llama de la venganza que intentaba apoderarse de su ser, sin pensamientos intrusivos de por medio, era plenamente capaz de razonar, y en cierto modo aquel cobarde vestido de hombre pez le había librado de su sufrimiento, así que podía considerarse que estaban a mano, por lo menos por ahora.

Afirmó con su razonamiento con un movimiento de cabeza, una solución muy madura por su parte pensaba. Dejando de lado su autofelación metafórica, decidió ponerse en marcha.

Todos los presentes portaban sobre sus cabezas un número, ¿el valor de cada individuo? No se detuvo mucho a pensarlo, muchos individuos corrían hacia el norte de forma casi enloquecida hacia una dirección, definitivamente algo habia sucedido en el transcurso de su resurrección. Quien parecía liderar la cruzada era el enorme tiburón, que presa de sus delirios corría gritando cosas sobre Norfeo que posiblemente solo entendiese él. Con curiosidad echó a correr con todas sus fuerza para enterarse del escenario en el que se encontraban, por suerte al no encontrarse a una distancia lejana y ser un grupo lento, no tardaría mucho en alcanzarlos.

Una vez estuvo lo suficientemente cerca, de ellos, se dirigió a la sirena, después de todo tenía un par de cuentas pendientes con ella. Chasqueó la lengua una vez estuvo a su lado y la miró con un poco de decepción y desdén, y haciendose un poco el digno dijo.

- Tramposa, ¿podrías ponerme al tanto de la situación? He estado un poco ocupado muriendo y esas cosas.

RESUMEN
#81
Galhard
Gal
Personaje

Una pequeña silueta invade las cumbres tras un gran salto, si los que observan a la criatura podrán darse cuenta de que la misma se trata de un Gnomo ataviado con un sombrero blanco, ropajes verdes, una bolsa de canicas de la cual destaca una de color dorado y está pertrechado con una mochila y tres cazamariposas, uno de ellos dorado
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Galhard aterrizó en las cumbres del destierro con un suave impacto, su pequeño cuerpo se acomodó en la fría y rocosa superficie con agilidad. La brisa gélida que barría el terreno le recordó lo inhóspito de este lugar, pero no tenía tiempo para disfrutar del paisaje ni para pensar en las dificultades. Su objetivo era claro: sobrevivir y mantener las canicas seguras, especialmente la dorada, que parecía tener un significado más profundo en este mundo de pesadillas.

El gnomo ajustó su sombrero blanco, asegurándose de que no se cayera mientras avanzaba con determinación. Sabía que no estaba solo en estas cumbres. Había escuchado los ecos de la batalla más abajo, las explosiones, los gritos, y ahora el cielo amenazante que se cernía sobre él era testigo de la furia de Norfeo, el temible ser que parecía controlar este mundo. Galhard sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero no era momento de flaquear. Tenía que estar preparado para lo que viniera.
A lo lejos, distinguió figuras moviéndose entre las sombras. Los otros participantes en este juego mortal estaban acercándose. Galhard los observó detenidamente mientras aseguraba la mochila a su espalda y empuñaba dos de sus tres cazamariposas, llevando el dorado en la mano derecha con firmeza. No era un arma convencional, pero había aprendido que en este mundo distorsionado, las reglas eran diferentes. Todo podía ser un arma, incluso algo tan trivial como un cazamariposas.

La presencia de los números en las cabezas de los demás le recordó el peligro en el que se encontraba. Su propio número brillaba con un brillo tenue, un recordatorio constante de que estaba siendo evaluado, juzgado. Pero Galhard no se dejaba intimidar fácilmente. Sabía que su astucia y su capacidad para adaptarse lo habían mantenido con vida hasta ahora, y no pensaba dejar que eso cambiara.

Sus ojos se posaron en el grupo que se acercaba desde los puentes de madera. El autoproclamado líder, Octojin, con una extraña mezcla de seres a su alrededor, encabezaba la marcha. Galhard reconoció a algunos de ellos, recordando fragmentos de sus interacciones anteriores en este mundo. La sirena que seguía de cerca a Octojin, el Profeta que había decidido seguir el mandamiento de Norfeo... Todos estaban unidos por un objetivo común: sobrevivir, pero también por el deseo de obtener más poder en este juego.

Galhard sabía que no podía enfrentarse a todos ellos de frente. Pero tampoco podía quedarse quieto y esperar a que lo alcanzaran. Sus pensamientos se aceleraron mientras calculaba sus opciones. La clave estaba en la movilidad, en mantenerse un paso adelante.

Con un último vistazo a los que se acercaban, Galhard se preparó para moverse de nuevo. No tenía tiempo que perder. Debía encontrar un lugar seguro o una estrategia para burlar a sus perseguidores. Y mientras lo hacía, una pequeña sonrisa se formó en sus labios. Sabía que este juego aún no había terminado, y él no era alguien que se rindiera fácilmente. Con un último ajuste de su sombrero, se adentró más en las cumbres, listo para el próximo desafío.

—He llegado para continuar la batalla y aumentar mi número de canicas, quien quiera enfrentarse a mi que dé un paso al frente!!— Gritó con decisión mientras acababa de aterrizar cerca del bullicio de gente.

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#82
Silver D. Syxel
-
Personaje

Aspecto Onírico


El aire en las Cumbres del Destierro era inusualmente tenso, cargado con una energía casi palpable mientras Silver avanzaba, sus patas felinas pisando el suelo con una ligereza desconocida pero bien recibida. El sonido de voces a lo lejos se hacía cada vez más claro, y pronto pudo distinguir una figura imponente entre la niebla y las islas flotantes. Se trataba de un hombre tiburón, enorme y de aspecto feroz, que parecía estar dirigiéndose a un grupo reunido.

Al acercarse, Syxel pudo captar fragmentos de la conversación. El tiburón hablaba con una convicción casi fanática sobre Norfeo, el dios o entidad que aparentemente controlaba este extraño mundo onírico. Su discurso era apasionado, instando a los presentes a seguirlo hacia el otro territorio para enfrentarse a los que allí se encontraban y tomar sus canicas, tal como había indicado la supuesta deidad.

Llegó tarde a la fiesta, y aunque no estaba completamente al tanto de todos los detalles, comprendió lo esencial: había una batalla que librar y, para él, ninguna aventura estaba completa sin un buen combate.

Parece que el gato con botas ha llegado justo a tiempo para la acción —pensó, de nuevo en voz alta, sonriendo para sí mismo mientras se acercaba más al grupo.

Pero antes de poder integrarse plenamente, una fuerte ráfaga de viento azotó la zona, golpeándolo con la fuerza de un huracán. Sin previo aviso, sus pequeñas patas no pudieron resistir la presión, y Silver fue derribado sin remedio, rodando por el suelo con un par de volteretas.

¡Maldita sea! —masculló, levantándose rápidamente y sacudiendo el polvo de su pelaje. — Estos vientos son más traicioneros que un jodido pirata.

Mientras se incorporaba, por instinto llevó la mano al cinturón, buscando la reconfortante presencia de su petaca. Era un gesto habitual para calmar los nervios antes de la acción, pero su mano se encontró con el vacío. No estaba. No había petaca, ni alcohol.

Esto sí que es un verdadero problema —murmuró con una mezcla de frustración y resignación.

No obstante, no había tiempo para lamentarse por la falta de ron. El tiburón, junto con el resto de los presentes, ya comenzaba a moverse hacia el norte, en dirección a lo que seguramente sería un campo de batalla. Sin pensarlo dos veces, Silver se unió a la marcha, decidido a no perderse ni un segundo de la acción que se avecinaba.

El viento seguía rugiendo a su alrededor, pero esta vez se mantuvo firme, siguiendo al grupo mientras avanzaban hacia lo desconocido. Aunque no estaba seguro de lo que encontrarían al llegar, una cosa era cierta: el capitán no dejaría que esta oportunidad de gloria se le escapara entre las zarpas.
#83
Galhard
Gal
Galhard, notando que los entes presentes en las cumbres comenzaban a dirigirse hacia las montañas de las cuales él había salido, sintió una mezcla de sorpresa y determinación. Ya no estaba herido, y su cuerpo se movía con agilidad renovada, libre del dolor que lo había aquejado antes. Ajustó su sombrero blanco y se aseguró de que la bolsa de canicas y los cazamariposas que llevaba consigo estuvieran bien sujetos.

Con una decisión firme, comenzó a seguirlos, sus pasos ligeros y seguros sobre el terreno rocoso y desigual. Aunque la cumbre era un lugar inhóspito, Galhard se movía con confianza, consciente de que debía mantener a esos seres a la vista, sin acercarse demasiado para evitar ser detectado. Sabía que cada movimiento debía ser calculado; aún no estaba seguro de las intenciones de esas criaturas, pero no podía permitirse perderlas de vista.

El paisaje cambió a medida que descendía de las cumbres. La nieve y las rocas comenzaron a dar paso a un terreno más familiar, marcado por las montañas de las cuales había partido. El aire se volvía más denso, y el sonido de los pasos de los entes que lo precedían resonaba débilmente en la distancia. Galhard mantuvo su ritmo, siempre vigilante, sabiendo que el tiempo apremiaba y que debía alcanzar un punto estratégico antes de que ellos avanzaran demasiado.

Mientras continuaba su descenso, su mente se concentraba en el objetivo: debía descubrir hacia dónde se dirigían y qué buscaban. Aunque no tenía intenciones de enfrentarlos directamente, sabía que necesitaba estar preparado para cualquier eventualidad. El cazamariposas dorado que llevaba consigo brillaba con un resplandor tenue, un recordatorio de que en este mundo extraño, cualquier cosa podía suceder.

Finalmente, Galhard se dio cuenta de que estaba llegando a una bifurcación en el camino. Sabía que desde allí, podría seguir observando sin ser visto, manteniendo su distancia mientras evaluaba los próximos movimientos de aquellos que ahora ascendían hacia las montañas. Sin detenerse, continuó su avance, dejando las cumbres atrás mientras se adentraba nuevamente en el terreno que había dejado horas antes.
#84
Illyasbabel
cuervo de tiburón
Se resigno ante el escape de su rival junto con el resto de diversas criaturas, no tenía pensado moverse de allí, si no fuera por la interrupción, se hubiera quedado tomando cerveza completamente a gusto. Hizo una mirada hacía los costados y al horizonte, para cerciorarse de que estaba a salvo, ya no había más nadie, salvo por un Panda que se encontraba plácidamente echado en el suelo durmiendo, se preguntaba si había logrado dormirse, él no había tenido suerte.

 Sin demasiado preámbulo clavó sus espadas en la tierra y espero el final mientras bebía del barril. Se sumergió en sus pensamientos, esta vez algo más reveladores que la anterior vez, aquel enigmático lugar parecía ser gobernado por Norfeo, la voz anterior que se había manifestado. Estaba aliviado al confirmar que no quedaba mucho más tiempo. Hizo bien en quedarse, no faltaría demasiado tiempo para que, nuevamente, la tormenta distante, ponga fin a la  exótica pesadilla.

 Una vez más, observaba el cielo con un nuevo cigarro en boca, esperando sacar conjeturas de la identidad de aquel Dios, un mundo de nuevas posibilidades se abrían en su mente. Algo ofuscado decide volver a sus pensamientos cotidianos, preguntándose, al mismo tiempo, donde andaría el cuervo parlante. Con cada minuto que pasa, el barril de cerveza encuentra su vacío, por suerte habían dos, por lo que se dispuso a recuperar el barril que se encontraba flotando en el lago. Dio un salto y consecuentemente un chapuzón que le refrescaría la mente. - Ven para aquí...! - dijo mientras recuperaba su tesoro.

 Salió del agua para secarse una vez más. A estas alturas ya poco importara el destino de aquella isla, lo más importante sería disfrutar del manjar de los Dioses. Completamente relajado se recostó sobre el suelo mirando la profundidad del cielo, un cielo jamás visto y que nunca sería recordado, al observar la exótica gama de colores Illya no pude contener su emoción, una lagrima salió de su ojo, - oh que extraño - aquel paisaje le generaba una extraña sensación de melancolía, ¿ O sería el alcohol? No lo sabía realmente.
#85
Timsy
Timsy
El viento continuaba amenazando con derribarme. A pesar de estar poniendo todo mi empeño en evitar ser derrotado por una masa invisible de nada, sentía que estaba perdiendo por completo la batalla. ¿Pero qué demonios ocurría en este lugar? ¡¿No había ningún sitio normal sin que el entorno quisiera matarte o alguna cosa similar? El grupo de gente parecía estar ocupada en sus historias. A penas conseguía escuchar nada concreto, hasta que… El viento terminó por derribarme, empujándome de manera continua por el suelo haciéndome rodar como un vulgar rizoma de posidonia en la orilla de una playa perdida en mitad de ninguna parte. Así fue como fui a unirme al grupo.

El sonido del viento atizándome los tímpanos y el mareo del viaje con complejo de rueda de molino de agua no me dejaban procesar con claridad lo que se decía a mí alrededor. Tampoco los pajaritos que daban vueltas alrededor de mi cabeza ayudaban a mejorar la situación. Me llevé ambas manos a la testa para tratar de contener las vueltas que parecía estar dando, como si con aquel simple gesto pudiera poner fin al movimiento incesante que estaba teniendo todo mí alrededor. Todo fue en vano. Peleé por levantarme, pero una vez más el viento y el mareo no tuvieron a bien permitírmelo - ¡Grlgrlgrlgrl! - ¿ahora tampoco podía hablar?

Decidí regalarme y concederme unos segundos para recobrar la normalidad y la compostura. Centré la mirada en un único punto para forzar que todo dejara de girar. Esta vez funcionó. También ladeé ligeramente la cabeza para evitar que el viento percutiera en los tímpanos directamente, sino que golpeara lateralmente. Así al menos ya no estaría sordo a efectos prácticos. Tras esos segundos pude ver como casi la totalidad del grupo se marchaba. Debido a los recientes acontecimientos no me fue difícil suponer que marchaban a la guerra contra la otra zona, estuviera dónde estuviese. Sin decir ni una palabra, y con gran esfuerzo, me levanté y seguí al grupo dispuesto a desafiar a los desconocido.

OFF

#86
Marvolath
-
Personaje

Inventario


Un súbito ronquido lo sacó de su ensimismamiento. Parpadeó repetidamente, confuso. Un agradable calor le inundó los ojos, que agradecían el fugaz descanso. Se los frotó durante unos segundos con cansancio, escuchando el sonido del mar contra el casco, la respiración relajada de los marineros que descansaban a su alrededor, el crujido de la madera, y el ocasional restallido de las velas azotadas por el viento.

A juzgar por la poca vela que le quedaba, debía de haberse pasado casi toda la noche estudiando. ¿Pero qué otra cosa podía hacer? Pronto llegarían a puerto, y ya había asegurado que era un experto en la materia...

- Sólo un poco más. Puedes. Debes. - se dijo en un susurro.

Se inclinó de nuevo sobre los libros que tenía abiertos. ¿Cuántas horas llevaba en esa página? ¿Las letras se han movido siempre? ¿Por qué está tan osc...?

Una súbita ráfaga de viento lo despertó. Parpadeó repetidamente, confuso. Se frotó los ojos, como si sintiera que era lo que tenía que hacer ahora.
Seguía en el barco. O en un barco, al menos. Uno en bastante mal estado.

- ¿Hola? ¿Hay alguien por aquí? ¿Hemos naufragado? - Silencio - No. Este barco lleva aquí mucho tiempo. Pero ¿Cómo he llegado he llegado yo aquí? ¿Y dónde es aquí?

Se levantó de la silla, y un repentino vértigo hizo que se tambaleara. ¿Por qué el suelo estaba tan lejos? ¿Estaba volando? Sus piernas... o mejor dicho, unas piernas que conectaban con él llegaban hasta el suelo. Se palpó el cuerpo, duro y liso como el acero. Fue entonces cuando reparó en una lanza y un escudo que descansaban apoyados junto a él. Se miró en el espejo, y un rostro que no había visto nunca le devolvió la mirada.

Aspecto onírico


Recordó un poema, o quizá una canción, pero no haberla escuchado. Las canicas eran importantes, tantos como para robar o... ¿matar? Sin necesidad de buscar encontró la bolsa que colgaba de su pecho. Extrajo de ella una pequeña bola translucida, o quizá sólida. Intentó observarla a contraluz, cuando una nueva ráfaga de viento, más fuerte que la primera casi la arranca de sus manos. La devolvió a la bolsa, cerrándola con fuerza y dando unas palmaditas. Ahí estaría más segura. Se ajustó el escudo al brazo, y valoró brevemente la posibilidad de llevarse la lanza. Demasiado peligrosa.

Salió entonces al exterior, sujetándose a los restos de la embarcación, y también el sombrero -pues al parecer aquí también llevaba uno- para evitar que el viento, mucho más intenso y constante ahora, se lo llevase. El paisaje era absurdo, sin ningún sentido: ¿Qué hacían esos barcos en unas islas sin mar? ¿Y quién construiría puentes tan poco fiables cuando hay tal caída?

Un movimiento en la distancia captó su atención. Entornó los ojos para protegerse del viento, y le pareció ver un grupo de... ¿personas? dirigiéndose hacia una imponente cordillera con un aspecto no más agradable que la llanura en la que ahora se encontraba. Y, a falta de una idea mejor, corrió hacia ellos.

Resumen
#87
Illyasbabel
cuervo de tiburón
Un cielo de fantasía se cernía sobre el alto y enigmático cielo, nuevas formas e ilusiones, como estrellas de diversos tamaños y colores que eran lentamente oscurecidas por el manto de una voraz tormenta cósmica, a cada segundo, el poco cielo que había, era abrumado por el poder de una tormenta que consumía todo a su paso. Refugiado en el agua de aquel hermoso lago y disfrutando de los últimos tragos de cerveza espera que la calamidad ponga fin a su tormento. En este punto, la desesperación empieza a sumergirse en sus pensamientos, por lo que decide sumergirse una vez más en el agua, no le había prestado atención a las profundidades, el origen de la cerveza... pensó, venía perfecto para evitar el viento que empezaba a molestar de nuevo.

 Más profundo de lo que uno podía esperarse, el impacto de la cascada había sido significativo. Nadó y nadó hasta alcanzar la oscuridad plena, desde allí observo la superficie casi tan oscura como el abismo en el que se encontraba, un mundo maravilloso que pronto llegaría a su fin. Burbujas salieron de su boca al alegrarse por conseguir un tercer barril de cerveza - ssssiiiioo g  g - gritó bajo el agua. Rápidamente y con barril en mano avanzó hasta alcanzar la superficie.

 Ahora la noche había caído y no había más que oscuridad en el horizonte, la tormenta continuaba y no podía salir de allí, por lo que decidió hacer plancha y flotar un rato. Una vez más se refugiaba sobre la orilla del lago para intentar dormir pero no lo conseguía, aunque estuviera lo suficientemente ebrio, el viento y la tormenta no se lo permitían. Intentó levantarse varias veces pero no lo consiguió, fue arrastrado y nuevamente tumbado arrastrándolo varios metros dejandolo lejos del lago y la cerveza. Con el tiempo el viento cedería y conseguiría incorporarse.
#88
Takahiro
La saeta verde
Observaba como habia gente a su alrededor armando muchi barullo. ¿Habia llegado al último de sus infiernos? Era una posibilidad entre todas las que había pasado. Lo cierto era que no pensaba moverse alli.
El espadachín de cabellos verdosos continuaba reposando sobre el suelo, con la respiración calmada y sin muchas ganas de hacer algo. Cerró los ojos e intentó dormir. Al hacerlo un aluvión de sonidos penetraron por su sentido del oido, podia oir el ruido de las armas, gritos de dolor, bramidos de guerreros victoriosos... ¿En serio en algún lugar cercano estaban combatiendo? Quizá para salir de alli tenía que batirse en duelo con alguien, sin embargo, no le apetecía. Se sentía muy cómodo desplomado sobre el suelo.
Cuando abrió los ojos su vista se centró en un sujeto que atacaba a otro. Era una ofensiva por la retaguardia, sin honor alguno, a traición. Eso avivó en el marine un sentimiento de querer enseñarle el pundonor de una verdadera contienda. Asi que hizo el amago de levantarse, pero sentía como si una fuerza se lo impidiera, así que continuó tumbado.

«Otra vez será», penso, tumbándose de nuevo.
#89
Lobo Jackson
Moonwalker
Reaparición después de la muerte - Vengo desde: "Lo que el río se llevó"

Despertó como impulsado por un resorte, abriendo los ojos de par en par mientras sus manos buscaban a tientas dónde agarrarse. Sentía que se balanceaba de un lado a otro como si hubiera despertado en la bodega del barco en plena tormenta, pero frente a él estaba el cielo azul moteado con algunas nubes. Entonces, ¿qué era lo que se movía?

Al intentar incorporarse sintió que sus manos tocaban una madera trabajada, algo desgastada pero maciza, que resultó ser una tabla unida a un centenar más por varias cuerdas de hilo grueso que, en su conjunto, creaban un puente colgante entre dos islas flotantes. Dicho puente se balanceaba de lado a lado por el aire, que soplaba con fuerza a intervalos regulares como si un gigantesco ente invisible soplaste desde la lejanía.

Confundido, trató de ponerse en pie pero, para sus sorpresa, su pierna derecha había sido reemplazada por una pata de palo. Contempló horrorizado el muñón que había sido cercenado cerca de la rodilla y sobre el cual había adherida una prótesis rudimentaria, aunque bien afianzada, que hacía de soporte para permitirle caminar.

¿Qué significaba todo aquello? A duras penas consiguió mantener el equilibrio, agarrándose a las cuerdas que servían de pasarela y contempló el paisaje a su alrededor. Varias islas colgaban ingrávidas en el firmamento como decoraciones navideñas, sumergidas entre las nubes que les daban un aspecto de buques a la deriva en un mar de algodón. Entrecerrando los ojos consiguió distinguir lo que parecían ser restos de naufragios en cada una de ellas, pues había mástiles quebrados, velas desgarradas y tablas de madera desperdigadas por doquier.

Pensativo, se llevó la mano al rostro y tocó una piel carente de pelo y morro lupino, una piel envejecida por el sol y curtida por una vida entera dedicada al mar. Pero no se sorprendió, pues en su mente comenzó a rememorar los eventos de sus dos vidas anteriores. La primera como él mismo, la segunda como un robot heróico; ambas vidas segadas a manos de seres violentos y caprichosos. Incluso creía haber reconocido al pelirrojo que había acabado con su vida artificial, pero no conseguía ubicar su rostro.

Llevó su mano izquierda hacia el bolsillo interior de su gran gabardina de alta mar, como si siempre hubiera vestido una, y sacó una larga pipa de marfil tallada a mano con hermosos redondeles que se asemejaban a la espuma de mar. De manera automática llenó la pipa con tabaco y la prendió, dando una larga calada hasta lo más profundo de sus pulmones antes de exhalar con satisfacción, observando la calma del nuevo paisaje que tenía frente a él. Desde luego, este superaba con creces al fangoso bosque de setas y la miserable cordillera de montañas escarpadas.

¿Qué haría ahora? Un 01 de color rojo flotaba sobre su cabeza, pero no le importaba. No sentía intención de seguir el juego de aquella falsa deidad y decidió disfrutar durante un rato la calma que se le había otorgado. Aunque en el fondo sentía la pequeña semilla de la amarga venganza arraigando en su corazón como la ponzoña, llenándole de un rencor inesperado que alimentaba poco a poco la llama de su desidia hacia aquel tipo que tantos problemas daba: Norfeo.

El humo del tabaco se hizo hueco entre sus pulmones de nuevo... ¿Por qué? Él nunca había fumado, y sin embargo, sentía que lo había hecho desde la niñez. Tampoco importaba.

Se quedó allí, sujetándose al puente con una mano y agarrando la pipa con la otra en contemplación meditativa sin otro plan que el de existir mientras los eventos seguían su curso.

Personaje


Aspecto onírico


Inventario

#90


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