Alguien dijo una vez...
Monkey D. Luffy
Digamos que hay un pedazo de carne. Los piratas tendrían un banquete y se lo comerían, pero los héroes lo compartirían con otras personas. ¡Yo quiero toda la carne!
[Común] [pasado] Bases para un negocio
MC duck
Pato
Día 67 de primavera, Loguetown, Casino Missile.

La verdad de todo negocio, su regla más importante es que siempre deben dar beneficios, cualquier empresa que no esté destinada al beneficio, no será ni negocio, otro asunto, es cómo y de qué formas se obtiene dichos beneficios, si de una manera justa y honorable, o si exprimiendo a aquellos que puede con toda su fuerza, hasta solo dejar una pulpa aplastada y arruinada.

Los casinos tienen varias características que las hacen muy buenas exprimiendo a sus clientes, en primera, la ilusión de ganar, ganar es una adicción, ganar pequeñas batallas y pequeñas partidas te lleva a un estado de euforia, donde te incita a apostar mas y mas. Por si crees que eso no es suficiente se le suma la clara intención de hacerte perder la noción del tiempo. Los casinos de verdad no tienen ventanas, y poseen fuertes sistemas de aire acondicionado y focos de luz que se aseguran de hacerte creer que siempre es de día.
Si no te das cuenta de lo tarde que se te hace del tiempo que le dedicas no verás los errores que se cometen por la falta de sueño, no te limites pensando en regresar a casa.

Obviamente los juegos de máquinas trampa o barajas trucadas no iban a ser todos si haces, habían cámaras que vigilan el comportamiento de los clientes, así que además de vigilar a los tramposos, también estudiaban a sus clientes. detrás de todo negocio hay un estudio exhaustivo, todo está planificado y cuantificado, y como los casinos son el mejor ejemplo de negocio, hay estaba MC Duck, forma sabia examinando el local, mientras movía su bastón, a la vista de algunos que lo miraban asombrados.

-Parece que lo tienen todo estudiado... me pregunto si la distribución de mesas tendrá también algún significado.
-¿quiere jugar cab...llero pato...?
-No gracias, si rompo la línea de jugar una vez mi dinero, volveré a hacerlo mas fácilmente, No es No para mi.
Si, jugar, aunque fuera solo una vez, es mas fácil de lo que parece, pero esa linea delgada te separa de la quiebra, una vez pagas, aunque solo sea una vez, estaras mas predispuesto a hacerlo otra vez, un truco psicológico que emplean estas trampas de negocio.
#1
Byron
Hizashi
Por fin, por fin había llegado a lo que para él era su tierra prometida, él inició real de su aventura comenzaba allí. Por desgracia, había puesto pie en ella antes de lo previsto, pues él, había acordado ese lugar de encuentro aproximadamente en unos cuarenta días, en la veintena de verano, con todos aquellos a los que había ofrecido un puesto en su recién formada tripulación, si es que ya podía considerarse una, pues el tema del barco seguía siendo complicado de abarcar. Aun así, sabiendo que llegaba pronto, no dudó en comprar el billete para aquel montarse en aquel barco de pasajeros, no todos los días se tenía una oportunidad así, así que sin pensárselo mucho decidió hacer tiempo en aquella isla. Quien le diría que, por los caprichos del destino, tendría que abandonar aquella isla, y volver llegando a duras penas a la fecha acordada, que gracioso podía llegar a ser el destino, por suerte para Byron, desconocía los hilos por donde sería guiado.

Allí se encontraba, postrado en una lujosa barra de madera pulida y barnizada, reluciente, elegante, disfrutando el momento al desconocer el futuro que le aguardaba. Las filas de bebidas alcohólicas, de las mejores marcar, de las mejores calidades, afiladas en las estanterías cristalinas que reposaban sobre la lujosa barra, un coctelero dedicado atendiendo con delicadeza y destreza a los caballeros que buscaban su atención, dando forma a los hielos con maestría con ayuda de un punzón metálico, que deslizaba por sus dedos con la perfección que solo podía ofrecer un maestro. Todo esto, solo para dar una mejor impresión y apariencia a las copas que eran servidas en el local.

Las luces ostentosas iluminaban con descaro aquel lugar, rebotando por los múltiples materiales cristalinos que había en las salas del recinto. Había conocido lo que algunos llamaban lujo en alguno de los lugares que había visitado, los trajes que vestían los presentes dejaban en evidencia la poca clase de los tipejos con los que se había topado, aquel lugar sí que se tomaba en serio el cuidado de su presencia. Aquí es donde realmente se reunían los poderosos, sin necesidad de esconderse, mostrando su posición sin la búsqueda da miradas y atención, pues allí, en su gran mayoría, todos compartían el privilegio que otorgaba el tener unos cuantos millones bajo su caro colchón de plumas.

Y allí estaba él, reflejado en el propio cristal de la mesa que se encontraba al lateral de su lujoso asiento, realmente el juego no iba con él, ese tipo de sitios solo eran un engaña amasa fortunas, o un lugar de encuentro protegido para aquellos que querían tratar temas privados. Byron desentonaba con el resto de los presentes, que lanzaban miradas incrédulas ante su mera existencia en aquel lugar, dejando en claro que no pertenecía a ese mundo, claramente el traje barato, negro pardo, que había comprado para la ocasión, no engañaba a los hábiles ojos de los ricachones.

Girando el hielo esférico de su cara consumición, whisky proveniente de Tequila Wolf, con su pequeño dedo meñique evidenciaba su falta de clase, aunque tampoco buscaba esconderla. Con las piernas cruzadas y copa en mano, sentado en su asiento de piel, observaba las miradas a las que poca importancia daba, después de todo, no estaba allí para exhibirse, sino para hacer contactos analizar los lugares que solían transitar aquellos que vivían en el bajo mundo, seguramente el Casino Missile sería una de las ubicaciones más frecuentadas por aquella calaña, por lo menos los que vivían en aquella ciudad.

Terminó su copa, y la soltó con indiferencia y pocos modales encima de la mesita de cristal, de haberlo hecho con un poco más de brusquedad, los cristales de ambos objetos habrían estallado. Sin importarle, desabrochó un poco la pajarita negra que también había comprado, dejándola más suelta, y colgando en su cuello sin sujetar el abrochado cuello de su camisa granate perfectamente ceñida a su figura corporal. Para finalmente levantarse del asiento y transitar lentamente la sala dirigiéndose a las principales mesas de juego que aglomeraban a los ricos ciudadanos en sus extremos.

Debía reconocerse que, los encargados de mesa sabían hacer bien su trabajo, pues continuamente le ofrecían al muchacho pararse para jugarse una partida distendida, viéndolo como una presa fácil al ver su inocente y bobalicón rostro que todavía se encontraba flipando en colores con los deslumbrantes juegos de luces que ofrecía el establecimiento. Siempre negó con un tímido gesto, al encontrarse fuera de lugar, se encontraba un poco aturdido, y no se mostraba con la confianza que solía reflejar en su simple mirada.

Sin casi prestar atención a donde miraba, pues todo de si estaba puesto en observar las jugadas que no entendía de las mesas de juego de los alrededores, y sobre todo, la gente que las hacía, intentando descifrar cuál de todos ellos era el que dirigía el cotarro, deambulaba tranquilo hasta terminar chocando con un extravagante ser. 

De unos cuantos palmos más bajo que el muchacho bendito por el sol, con un sombrero de copa que le tapaba la vista, una azul gabardina de buena apariencia y un elegante bastón... Un pato parlante, había chocado con un colosal pato, que se erguía sobre sus dos patas y lo miraba pareciendo exigir una disculpa con aquellos grandes ojos.

- Un jodido pato, un puto pato... Sí que es buena la mierda que sirven en este sitio, desde luego tiene ganada su fama a pulso, lástima que alaben las cosas equivocadas.- Murmuró para sí, aunque lo suficientemente alto para que el pato lo escuchase.- Espera... Que es real.- Prosiguió flipándolo aún más.

Tuvo el impulso, el fuerte impulso de acariciarle la cabeza, era demasiado mono a pesar de ser jodidamente raro. Era la primera vez que observaba un pato con capacidad de raciocinio, y siendo un pato, le generaba más admiración, pues los patos molan demasiado. Se puso de rodillas en señal de arrepentimiento, tocando el suelo cubierto por una elegante alfombra roja, suplicando perdón y mostrando el respeto que un ser así debía tener.

- ¡Lo siento mucho maestro! Culpa mía, espero no haberlo importunado, si quiere, puedo acompañarle en su velada de esta noche, seré el encargado de encenderle los cigarros, señor.- Dijo con entusiasmo, después de todo, si alguien había captado su atención era aquel monstruoso, pero lindo ser, quien no querría tener una bonita noche acompañado de un pato con esa clase. Aun que, los deseos que más se arremolinaban en su pecho, eran la posibilidad de haber encontrado a alguien del bajo mundo, solo porque la idea de un pato mafioso, le hacía gracia.
#2
MC duck
Pato
Mc Duck seguía avanzando, admirando la estructura del edificio, cada rincón tenía un secreto a la vista, y organización del local, sin duda tenía significados y intenciones detrás, siguió caminando casi sin ver por dónde iba, mientras estudiaba la colocación de las cámaras y mesas, ¿Estarían los dueños del casino controlando las cartas del jugador, podía averiguar si…

Entonces chocó contra alguien, un inútil que no sabía con quién se estaba chocando, aún así MC Duck fue a formular una disculpa, pues él no miraba por dónde iba, hasta que aún sin entender mucho, veía como el tipo murmuraba en sus narices, algo que irritó al pato.
¡HE! ¡¿Estas ciego o qué?! ¡Mira por dónde caminas muchacho!

Tenía una de esas caras ingenuas que te dan ganas de estafar todo su dinero, o de educarlo en una nueva forma de vida, y convertirte en el refuerzo paternal que nunca tuvo de pequeño, y guiarlo a una mejor versión de sí mismo. La pregunta es… ¿Cuál de las dos sería?

—Hum… ¿Un lamebotas? Si, por qué no, normalmente no fumo, pero un habano no me matará.- dijo mientras abría su chaqueta azul y sacaba un Habano- Dime muchacho ¿A qué te dedicas? - siguió llamándolo muchacho a pesar de que seguramente tuvieran la misma edad,- hum… interesante, poco práctico, pero interesante.

Casi todo el mundo tenía o un oficio o un sueño, y los sueños raramente daban de comer, así que aquellos que no tenían oficios debían esforzarse más que los demás en conseguir sus metas. O caerían en el abismo del olvido más absoluto.

Dime muchacho ¿Cuál crees que es el poder más grande del mundo?- parecía una pregunta simple, pero en un universo donde existían tantas razas y poderes extraños y voluntades capaces de doblegar la mente de los débiles, era difícil decir- ¿El poder del diablo sobre los mortales? ¿La ira de un rey justo? ¿El mar y las bestias que lo habitan? … ¿He?

Dejo un poco de tiempo para que lo medirá, y sacará su propias conclusiones, antes de decirle.

—No amigo, ambos lo sabemos, el mayor poder de este mundo no es la magia de las akumas, ni la voluntad de un hombre fuerte… - MC Duck señaló entonces con su bastón a un hombre, que prácticamente pasó a su lado sin mirar a ninguno de los dos, como si no fueran nada, menos que basura, de esas personas que cagan más dinero del que MC Duck y Byron son capaces de apostar en un todo o nada- El mayor poder de este mundo es el DINERO, pero no cualquier dinero… hablamos de MUCHO Dinero.

El ricachón siguió su camino, mientras Mc Duck miraba a Byron con cierto aire apesadumbrado.

—¿Acaso no estás cansado de vivir marginado mientras esos ricachones pasan a tu lado con sus caros trajes y ni siquiera se voltean a dirigirte la mirada?
#3
Byron
Hizashi
Tras escuchar las palabras de aquel señorial pato, Byron siguiendo su juego de admiración se metió rápidamente la mano en el bolsillo de la chaqueta, cogiendo de este la caja de cerillas para prenderle el puro que acababa de sacar aquel ser de uno de los bolsillos de su gabardina. Sin querer perder tiempo, y con unos ojos cargados de ilusión ante tan peculiar porte, encendió una de estas, y mientras él hacia el gesto de llevárselo a la boca, correspondió el movimiento prendiendo con eficacia, como si toda su vida hubiese estado haciendo este tipo de cosas, nada más alejado de la realidad, pues no estaba acostumbrado a mostrar servidumbre. Disfrutó como un niño viéndolo saborear la primera calada y la exhalación del humo, que este prácticamente le soltó en la cara, en aquellos instantes él veía eso como un precioso gesto de su increíble jefe.

- Me complace que me haga esa pregunta su excelentísima.- Dijo dejándose llevar en su actuado papel de siervo. - Podría decirse que no tengo ocupación en estos instantes, dejémoslo en que actualmente soy algo así como un espía, alguien de incógnito analizando este tipo de ubicaciones y a quienes las transitan... Para saciar tu pregunta seré algo más concreto y hablaré algo de más.- Dijo incitando la curiosidad del sujeto.- Digamos que no pertenezco a estos mundos, pero me interesan sus gentes, las informaciones que circulan entre estas paredes, hacer contacto con aquellos que buscan algo más que gastarse su dinero, seguro que entiendes lo que me refiero y...- Hizo una pausa, para que prestase más atención a esto último que iba a decir. - Algo me dice que tú puedes darme lo que busco.- Dijo con un tono más serio, cambiando el ambiente, con la intención de ser él quien sostuviese la sartén por el mango.

Se levantó de forma tranquila, sacudiendo el polvo que podría haber quedado en sus ropas. Al acabar lo miró fijamente, analizando todos los detalles de aquel pato parlante que se deleitaba con el sabor del puro que acaba de encenderle. Le sonrió tranquilo, con una de esas sonrisas falsas que dejaba ver que tenía intenciones ocultas detrás de esa interacción casual, no la ocultaba, quería que la viera, que entendiese que aquella amabilidad o complacencia no era más que una fachada, y servirle no era precisamente lo que quería. Si, su primera impresión fue verdadera, esa sorpresa, pero el resto fue más un teatrillo para llamar su atención.

Bajo su atenta mirada, le hizo una singular pregunta, "¿cuál crees que es el poder más grande del mundo?", que le hizo quedarse pensando durante unos segundos. La respuesta para él era simple, la libertad, no había otra condición que le otorgase a una persona las facilidades que esta podía ofrecer, gozando de ella, teniendo su bendición, podías aprovechar la situación para hacerte con cualquier fin, pues la atenta mirada del gobierno cerraría los ojos cuando mirase para su lado. Con ella podías conseguirlo todo, incluso el mundo, no muchos entendían lo que este privilegio podía darte, incluso en un sitio como este en el que las garras de la ley no podían llegar a tocarte, era cuestión de tiempo que notases su fiero aliento tras la nuca.

Su respuesta fue simple y directa, el dinero, ni los poderes que te otorgaba una fruta del diablo podían compararse. No pudo evitar pensar en que, transformase en una hiena era algo grandioso, después de todo aquel tipo de Kilombo le demostraron de que eran capaces aquellas frutas. Aunque no pudo negar que su forma de hablar de aquel bien material lo hizo emocionarse un poco, sí, el capital era muy importante, en eso no estaba equivocado.

Rio de forma sincera antes las declaraciones de aquel pato al que le encantaban las monedas de oro, no podía negarse que aquel ser tenía carisma, desde luego que llamaba su atención. Sobre todo cuando daba el matiz de no ser solo el dinero lo más importante, sino "MUCHO DINERO" una fortuna.

- Jajajaja, siento ser descortés maestro, no puedo estar de acuerdo con usted, la libertad es un bien mucho más preciado, siendo libre, puedes conseguir todo el dinero que te propongas.- Dijo mirándolo desde lo alto a tras luz de las luces que iluminaban aquella sala del casino.

Se fijó en el hombre que este señalaba, sin entender que era lo siguiente que iba a decir. El hombre que los pasó era elegante, su traje perfectamente elegido para la ocasión y transpiraba la propia palabra dinero, a simple vista podías darte cuenta de lo lujosas que eran las galas que vestía. No los miró ni por un segundo, aun teniendo un pato marqués delante, parecía verlos insignificantes, el solo dedicarlos una mirada, algo de atención, era para él una pérdida de tiempo. Aquel pato rompió el silencio, haciendo una nueva pregunta, Byron sonrió, y lo incitó a seguirlo hasta la barra, prefería contestar aquella preguntas sentado con una copa.

Una vez en la lujosa barra pidió dos copas del whisky que había degustado antes, con la intención de invitarlo, y sentado sobre el elegante taburete dio un trago en cuanto esta fue puesta. Le había gustado la ardiente sensación que dejaba aquella bebida en su garganta. Una vez sació su sed, lo miró de nuevo con los ojos llenos de determinación, para que entendiese que sus palabras no eran ningún tipo de broma.

- No, la verdad, siendo sincero me da igual la poca atención que pueda darme gente de alta cuna, yo lo que busco es relacionarme con aquellos que comparten establecimiento con ellos para evitar las miradas no deseadas.- Respiró calmado mirándolo a los ojos, mientras juntaba sus manos hasta que las yemas de sus dedos tocasen las del contrario. No comentó su intención de sacar tajada de estos, pues no sabía si él era alguien perteneciente a aquel mundo.- Con mi objetivo... No, no objetivo, con lo que yo ambiciono el dinero solo será una consecuencia, una herramienta que podré usar a mi gusto, pero no el fin... El dinero se queda pequeño con lo que yo conseguiré, es un placer conocerlo, mi nombre es Byron, ¿el suyo maestro?
#4
MC duck
Pato
Normalmente no se dejaba agasajar más que por gente de confianza, pero aquel chico, era como si le sonará de algo, de un sueño olvidado o simplemente le recordaba a alguien conocido, pocas veces había podido interactuar con gente desconocida por temor a que le robaran, timaran o lo quisieran cocinar, pero ahora que tenía poder, era diferente, se podía permitir lujos como aquel habano, el cual fue encendido rápida pero delicadamente por el joven, lo que le permitió a MC Duck dar una profunda y deliciosa calada al puro tabaco puro importado de Grand Line.
El humo era espeso, y dejaba un extraño sabor en la boca, pero a la vez, le hacía sentirse mucho más relajado, con menos peso en los hombros, como si respirara, cuando se supone que es todo lo contrario a respirar, incluso contamina sus pulmones, la droga, que se le va a hacer… Pero expulsar esa calada se sintió liberador.
-Muy bien chico, la iniciativa es el mejor rasgo para los negocios, Cuack. Al menos tienes lo que hace falta para empezar… pero… solo necesitas un par de lecciones. Cuack.
Si no tienes iniciativa olvídate siquiera de despegar, o arrancas o te comen vivo, en este mundo de los negocios no podías andar sin hacer nada, tienes que lanzarse, pero con precaución.
-Puede que te pueda ayudar, puede que no… Cuack, pero el consejo mas importante que te puedo dar, es que nadie hace nada gratis muchacho. Un momento, tengo la voz seca,,, ¡Un whisky con hielo seco! por favor… Cuack, cuack…- el habano le secaba la garganta, y estaba hablando mucho, MUCHÍSIMO, pero ¿valdría la pena la inversión?- ¿Tu quieres algo de beber?

Mc Duck recibió la bebida rápidamente, pagó al camarero, pero no mandó a pedir la bebida de Byron, solo le preguntó si quería algo no que se lo fuera a dar, porque como dijo antes, nadie regala nada. Primera lección aprendida, o eso esperaba.

Mientras escuchaba las palabras del joven sacaba conclusiones de sus propios pensamientos, sus propias deducciones existenciales.

-¿La libertad? Es una buena respuesta… cuack, de principiante, pero es buena.- Mc Duck dio un sorbo de su refrescante bebida alcoholizada, mientras miraba como Byron lo miraba- Y… ¿Qué te da la libertad muchacho? ¿Crees que ya la tienes? ¿Qué necesitas? ¿un barco? ¿una isla? ¿hombres fuertes dispuestos a luchar por ti?... dime muchacho ¿Quién crees que puede permitirse esas cosas? ¿Quién podría romper las leyes y salir impune?... gente con MUCHO dinero Cuack..

No importaba como quisieras girarlo, puedes buscar la sencillez de la libertad más pura, y aun así tarde o temprano, libertad implicaría cierto gasto económico, cierta necesidad de sustancia financiera.

-Incluso si tiráramos a lo más simple… vivir, familia, amigos, mascota… todo cuesta dinero, el tiempo que tienes se puede cuantificar en dinero. El tiempo que inviertes en un trabajo es lo que te pagan Cuack, pierdes tiempo de vida solo por dinero, para comer, vivir en una casa, mantener a una familia o mascota, o incluso mantener la amistad suele requerir cierta cantidad de gasto mínimo. CUack.

Entonces Mc Duck, en vez de presentarse, sacó un reloj de bolsillo y miro la hora.

-Hablando de tiempo, tu cerilla no vale más de 5 minutos de mi tiempo, así que si quieres seguir escuchando mis consejos millonarios o saber mi nombre… Cuack, te costará un 1 berrie al menos.

Espera ¿le estaba cobrando por escuchar? ¿por aprender de sus sabias palabras? ¿o solo tiempo de su vida? no quedaba claro, exceptuando una cosa, que puto abaro el pato.

-No me mires así, mozalbete, te lo he dicho, nadie hace nada gratis, y el tiempo es dinero, paga o deja de hacerme perder dinero. Cuack, digo, tiempo. cuack cuak cuak…
#5
Byron
Hizashi
El discurso de aquel ávaro pato por un momento le hizo poner un gesto de incredulidad. No sabía si la inteligencia lo había abandonado o era un genio incomprendido, sus palabras acerca de la importancia del dinero se quedaban en la superficie de lo que significaba el mundo. Apretó los puños con algo de rabia, aunque no podía negar su carismático ser, los aires de superioridad con los que le trataba golpeaban el ego más profundo del muchacho de cabello violeta, aquel singular pato, no sabía donde se estaba metiendo. ¿Acaso no podía verlo? ¿No era consciente de la estupidez que estaba diciendo? Es más, ¿no se había dado cuenta de que aquel pequeño papel de siervo no era más que para acercarse a él? Una simple escusa la estaba tomando como una intención total, aunque hablaba con la soltura de alguien versado, definitivamente solo era una de esas "personas" que se consideran inteligentes, más que serlo realmente. Aun así, no dejó que aquel pequeño cabreo rompiese su fachada cordial, después de todo aquel tipo aún lo interesaba.

- Es usted muy gracioso señor pato, sin querer llegar a ofenderlo, acaba de hacer gala de la ignorancia más absoluta. - Dijo dando un trago a tu copa y comiendo la pequeña aceituna que se encontraba en el palillo que decoraba aquel objeto de consumo.- Verá, siendo libre puedes conseguir todo el dinero que necesites, no niego que sea importante, pero desde luego es un objetivo banal y superficial, el ansiar conseguir una herramienta es de tener cortas miras. Obviamente no me refiero a una libertad efímera, no a la que cree que puede adquirir alguien echándose al mar, aunque puede ser plena si tienes las habilidades para luchar contra la sombra del gobierno que innegablemente buscará hacerte caer.- Terminó su copa con el trago que dio, y con un leve gesto pidió otras cinco más, para mostrar que su cartera no sufría con aquel pequeño gasto. - No, con la libertad que yo busco, tus movimientos no serán juzgados, los ojos de aquellos que mueven los hilos no se girarán ante ti, fingirán no verte, como si fueses invisible... Y eso puede conseguirse, paradógicamente primero hay que labrarse un nombre... Pero después, dejarás de sentir sus garras en el cuello... Cuando tienes ese tipo de libertad, el dinero se queda pequeño, pues sabiendo moverte con unas delicadas manos desprovistas de atención, solo es cuestión de tiempo que ese bien que deseas llegue. Cuando ansias el mundo, hablar de una simple herramienta es una completa tontería, repito, no niego que sea útil, pero, ¿realmente queda ahí tu deseo? Pensé que serías más interesante.- Dijo viendo llegar las cinco delicadas copas que había pedido, y sacando de su chaqueta su abarrotada cartera, dejando la cantidad necesaria para pagar y algún berrie más sin preocuparse de mirar. - Quédate el cambio.- Agarró una de ellas para verse servido.- Ah, esas puedes retirarlas, no las quiero, a no ser que mi agradable compañero quiera una de ellas. - Dijo, casi como forma de reproche al rechazo que había recibido antes.

Escuchó atentamente sus siguientes comentarios acerca de la importancia del dinero, como lo necesitabas para cualquier tipo de objetivo que quisieras cumplir, desde comprar un barco hasta mantener las bocas de una familia. No pudo evitar llevarse una mano a la frente, ocultando con ella su mirada cansada ante aquellas superfluas declaraciones, todo aquello le parecían los alegatos de alguien que ansiaba vivir una vida vacía, totalmente carente de sentido.

- Sí, sí, sí... El dinero, le quiero entender, de verdad, pero insisto, ¿no ve con esos grandes ojos lo poco que abarca esa respuesta? Sinceramente, pensaba que la gente que vivía en el bajo mundo contaba con aspiraciones más grandes, empiezo a pensar que me equivoqué con usted.- Dijo seriamente mostrando el claro desagrado en su semblante. - Veamos, digamos que montas un negocio, ¿no crees que teniendo libertad total para hacer tus tejemanejes puedes amasar más dinero que simplemente dejando que el gobierno saque su tajada? Desde luego no es a lo que yo aspiro, pero te pongo un vago ejemplo que seguro que tu cabecita podrá entender. Esa es la libertad de la que hablo, ¿no crees que se pueda conseguir? Estás en todo tu derecho, pero de ser así estás mirando el reflejo en el lago, y no la gigantesca montaña frente a ti.

El siguiente comentario que aquel pato soltó por su pico, terminó con la paciencia del muchacho, podía notarse claramente en su rostro. La forma en que tenía de ningunearlo le provocaba un fuerte ardor en el estómago, quería mantener la calma, pero era imposible, era él quien debía estar complacido por compartir su tiempo con el muchacho, de haber tenido su espada, lo hubiese hecho poder el polvo y arrastrarse a sus pies para que conociese su lugar. Sacó de su bolsillo su cartera, que seguía totalmente llena a pesar del anterior gasto, y con un gesto de magnificencia se lo tiró al pecho a aquel pato que intentaba cobrarlo por hablar con él.

- Quédatelo, tengo de sobra, un millón por escucharme, inútil engreído, no sé quién diablos te crees para creer que tus consejos tienen algún tipo de valor para mí, al final de día, ambos nos encontramos bajo el mismo techo.- Señaló su traje barato y siguió su discurso.- ¿Es este traje lo que hace que piensas que soy inferior o que necesito tu consejo? Lo compré barato porque no me gusta vestirme de estas guisas, quedas como uno de estos imbéciles de los que te quejas porque te miren por encima del hombro... Solo sé una cosa, maestro, aquellos que ansían en dinero es porque no lo poseen, y vendiendo tu tiempo por un mísero berrie dejas en claro lo tan desesperado que estás por poseer riquezas. Seguramente tengas menos bienes de los que yo poseo, y aun así, aquí estás, creyéndote mejor que yo... Eres patético, no negaré que tienes coraje, pero con tus cortas miras, estoy seguro de que no perteneces al selecto grupo que busco.

Ajustó su chaqueta por la cantidad de aspavientos que hizo dando sus opiniones ante aquel cretino, alguien así, no podía pertenecer al bajo mundo, y si así lo hacía, tenía que replantearse con que clase de gente quería codearse. Abrirse paso en aquel submundo solo era de interés para él, si conseguía lo que quería.

- Y ahora si me disculpas, voy a ver si encuentro alguien que realmente tenga un objetivo digno, y no disfrute siendo un pez más de la pecera.- De estar totalmente maravillado con el aspecto de aquel hombre, a desear ahorcarlo en la plaza pública.
#6
MC duck
Pato
Mc Duck poco a poco fue mirando más en serio al joven mientras le decía aquellas cosas, eran cosas bastante más absurdas de lo que esperaba, ingenuo, estupido, moralista. Típicas ideas de un chiquillo que se hace a la mar para ser devorado por reyes marinos en la oscuridad de la primera noche de viaje, su mediocridad saltaba por todos lados, Pero igualmente enfadaron a Mc Duck.
Solo tenía 4 años de humano, pero en su forma sabia es como si hubiera vivido 8, como si se hiciera más viejo mentalmente, iluminado por la sabiduría de sus conocimientos, pero a la vez lo hicieran más obsesivo, más avaro, más carcamal, de cabeza dura como la roca.

Pero en esa imagen de superior, permitió que aquel engreído hiciera su galantería moral sobre la libertad ¿Qué sabría él lo que es la libertad? literalmente era un pato, había volado a lugares que los hombres no habían pisado en eones, él desconocía la soledad, la desesperación, el horror… Y ese conocimiento le hacía tener la cabeza en alto mientras terminaba el whisky y empezaba con las bebidas pedidas por Byron sin miramiento.

¿Algo Más interesante que un pato humano? me gustaria ver eso.

-El tipo de libertad que buscas, no existe… sin dinero. Sin poder. Solo. Palabras vacías amigo, no dicen nada, estás creando castillos en el aire, pero nadie vive de sueños.

Siguió bebiendo tranquilamente mientras se ponía a hablar de lagos, reflejos y montañas.

-¿Y exactamente cómo vas a conseguir esa libertad? ¿Qué significa esa libertad? Desde mi perspectiva todo tiene un precio. Tu pretendes saltarte la caja … eso implica convertirte en criminal.

Lo único en lo que estaba de acuerdo MC Duck con Byron, es que el otro era un ciego insensato que no podía ver la verdad que estaba delante de él, tan evidente.

-¡¿CÓMO TE ATREVES?! Mocoso ¡te voy a…ufff.. me estoy cansando - bebió la siguiente copa servida por Byron.- eres ingenuo estupido y solo sueñas estupideces ¡¿Como te atreves a desperdiciar un millon asi?! ¡¿Crees que aceptare tu calderilla? ¿Te crees que cae del cielo? ufff… qué sed.

Mc Duck, bebió otra copa y otra, pero estaba claro que algo le pasaba. Y cuando Byron se alejó, la forma de MMC duck cambió y de repente solo había un pato, que se apresuro a guardar las cosas, incluso el millón, se colocó bien la corbata y pensó.

-¿Qué estaba haciendo?...cuack, espera… ese tipo me acaba de pagar por… ¿10 minutos de conversación? cuuuack… iba a ser un berrie… pero me pagó un millón… - empezó a hacer cálculos matemáticos mentales, no eran lo suyo pero estaba seguro de estar bastante acertado- odio cuando me pasan estas cosas… cuack cuak…

El pato saltó de la silla del bar y empezó a seguir a byron, como haría un patito con su madre.

-cuack, cuack, cuak…

MC Duck seria muchas cosas, pero en todas sus formas era un pato de negocios, y por tanto un pato de palabra, si el cliente había pagado dinero por estar con el, debía estar con él, aunque fuera un crio insoportable, o eso le sonaba en la neblina mental que se le había formado.
#7


Salto de foro:


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