Byron
Que me lo otorguen
06-09-2024, 08:25 PM
Después de dar su acalorado discurso, Byron sufrió un leve mareo que lo hizo mantenerse en silencio por unos segundos. El alcohol definitivamente estaba comenzando a hacer efecto, y era visible en él este hecho, pues sus sonrojadas mejillas eran más evidentes de lo normal, opacando el pálido color de su piel. Respiraba de forma agitada debido a aquella emoción con la que había soltado sus palabras, y la elevada temperatura en su cuerpo que le hacía portar la borrachera, era contraproducente para volver a encontrar la calma en su pecho sofocado. A pesar de eso, volvió a agarrar aquel recipiente, para humedecer su boca seca al haber dejado a su lengua moverse a voluntad. Seguramente a acabar aquella jarra, vería con otros ojos a la mujer que atendía el establecimiento, quizás este fuese su día de suerte.
Manteniendo la calma, reposando sobre aquel asiento de madera, escuchó la respuesta de Jun, no pudo evitar sonreír al escuchar sus palabras. En parte, era como él, lo que más atesoraba era su propia libertad, tenía alma de pirata. Quizás fuese por motivos distintos a los de Byron, pero al final del día, buscaban lo mismo, comprendía esas palabras, probablemente más que ningún otro de los sentados en aquella mesa. Aun así, declinó de formalmente su petición, aun dejando ver un posible reclutamiento en un futuro, no podía negar que le gustaba, por mucha ansia de ver mundo que tuviese, no iba a irse con el primero que le hiciese una proposición, era selecta, definitivamente la quería en su barco.
Se levantó, dispuesta a marcharse, aunque estuviese en plenas condiciones, no intentaría detenerla, después de todo, aunque pareciese grande, el mundo era capaz de caber en una sola palma de mano, tarde o temprano volverían a encontrarse, el destino estaba escrito, y Byron sabía interpretar sus señales con la exactitud que solo un elegido de este, podía lograr. La próxima vez que sus caminos se encontrasen, sabría aprovechar la oportunidad y conseguiría tenerla viajando en la cubierta de su barco, una pena por Lance, su amor no correspondido acabaría casada con otra bandera.
Paró en seco su camino, parecía que algo afligía su mente, podía notarse por sus gestos corporales como se había quedado con algo que decir. Dio otro lento trago a su bebida, usándola como si de un escudo se tratase, medio aislándose de lo que se venía, por su forma de actuar, podía ver que se venía un duro golpe, solo soltar un sagaz y crítico comentario te hacía pararte de esa manera. La cuestión era quien de los tres saldría herido, y si esto no salpicaba al resto, así que miró para otro lado fingiendo estar distraído, como si la cosa no fuese con él.
Tuvo suerte, las puntiagudas palabras de aquella mujer, no eran para él, respiró tranquilo mientras apartaba la jarra de sus labios. Demasiado directa, sin tapujos, soltando lo que pensaba realmente, le dedicó unas palabras a Drake, no buscaba su réplica, simplemente dar su sincera opinión, y aunque hiriente, Byron podía subrayar todo lo que dijo, él también lo había sentido así. No queriendo destruir el ambiente, se tragó sus palabras y se guardó su opinión para sí, ella, como un explosivo casero, detonó en la puerta de aquel castillo de naipes con el que Drake protegía su alma. Tenía razón, y seguramente era lo mejor para él, de allí, Jun fue quien mejor entendió la situación y probablemente, era lo que Drake necesitaba aunque se negase a verlo. Ahora mismo esas palabras serían como una losa en la espalda, pero esa losa caída del cielo sería la que destruía el techo de la cárcel que él mismo había creado, brindándole un lugar por el cual salir.
- Qué mujer... Le ha echado coraje, entiendo que te haya molado Lance, es guapa y con carácter.- Fue lo único que dijo, intentando suavizar el crispado ambiente que había quedado tras esta abandonar la sala. - No te lo tomes a mal Drake, estoy seguro de que no lo ha hecho con mala intenci...- El resultado de aquellas palabras le hicieron no poder acabar la frase.
Estaba seguro de que no quería escuchar eso, el brillo de sus ojos se había apagado, el alegre Drake que había compartido risas con ellos, definitivamente había abandonado el lugar. Su rostro era un reflejo de su alma rota, cabizbajo jugueteando con la moneda sutilmente en sus manos, como intentando mantener su atención ocupada para no perderse en sus pensamientos. La tiró sobre la mesa, con un ligero atisbo de frustración en aquel gesto, como si se hubiese dado por vencido en algo, y se levantó de la mesa con un semblante en el que solo habitaba la pena que lo carcomía. Con un fuerte pesar en sus palabras, masculló una frase que solo aquellos que se habían dado por vencidos, solo los que habían dejado atrás su gran ambición ante una vida más cómoda, y porque no decirlo, vacía, podían decir.
Apartó la mirada desaprobando su comentario, quizás se había equivocado con él. Agradeció la oferta y se marchó sin mirar atrás, para antes de salir agradecer por la noche vivida aquel día, no pudo decir nada, no quería interponerse en su decisión, cualquier persona era libre de tirar su vida como quisiera. No podía evitar sentir una presión en el pecho al ver a alguien tirar la toalla de esa manera, pero no todos estaban hechos para entender o sobrellevar lo que el destino había escrito para ellos. Pero entonces, ese destello, ese fulgor que había visto en su mirada cuando se dejó llevar hablando como un niño sobre buscar un lugar que llamar hogar, ese ardiente fuego que habitaba en sus pupilas cuando por un momento parecía decidido a apostar su futuro en el lanzamiento de una moneda, ¿habían sido imaginaciones suyas? Definitivamente aún había una pequeña llama en su interior que iluminaba su camino y apaciguaba su alma, como bien había elucubrado antes, pasaría unos días consumido en cenizas, para después renacer como un resplandeciente y cegador fénix. Sonrió levemente, leyendo las líneas que el destino escribía, entendiendo que ese hombre aún no estaba muerto.
- Esto es lo mejor, alguien tenía que decírselo, si tengo que adivinar, a ese hombre le depara un futuro prometedor... Este golpe ha agrietado su cascarón, solo es cuestión de tiempo... Renacerá con más fuerza que nunca, la gente con talento a veces necesitamos esto, un fuerte empujón que te haga coger coraje a la fuerza.- Dijo con la mirada perdida en la mesa.- El síndrome del impostor, o algo así era, ¿no? jajaja.- Rio tímidamente levantándose de su mesa tambaleándose por el efecto del licor.
Poco a poco, con lentos pasos y manteniéndose en contacto con la mesa de madera que habían ocupado se acercó a Lance, poniéndose a su altura, sin poder negar su ebriedad, quizás no lo tomase en serio, pero sus palabras estaban cargadas de seguridad. Le ofreció su mano, para firmar con un choque firme su rivalidad surgida de la naturalidad de sus ambiciones.
- La próxima vez... Que no encontremos... Será como rivales, espero... Espero que no caigas antes de que nos topemos. Lance... recordaré tu nombre.- Le dio la espalda, dispuesto a marcharse.- El mío te lo recordará el mismo mundo.- Y se marchó lentamente con intención de encontrar un lugar donde dormir.
Manteniendo la calma, reposando sobre aquel asiento de madera, escuchó la respuesta de Jun, no pudo evitar sonreír al escuchar sus palabras. En parte, era como él, lo que más atesoraba era su propia libertad, tenía alma de pirata. Quizás fuese por motivos distintos a los de Byron, pero al final del día, buscaban lo mismo, comprendía esas palabras, probablemente más que ningún otro de los sentados en aquella mesa. Aun así, declinó de formalmente su petición, aun dejando ver un posible reclutamiento en un futuro, no podía negar que le gustaba, por mucha ansia de ver mundo que tuviese, no iba a irse con el primero que le hiciese una proposición, era selecta, definitivamente la quería en su barco.
Se levantó, dispuesta a marcharse, aunque estuviese en plenas condiciones, no intentaría detenerla, después de todo, aunque pareciese grande, el mundo era capaz de caber en una sola palma de mano, tarde o temprano volverían a encontrarse, el destino estaba escrito, y Byron sabía interpretar sus señales con la exactitud que solo un elegido de este, podía lograr. La próxima vez que sus caminos se encontrasen, sabría aprovechar la oportunidad y conseguiría tenerla viajando en la cubierta de su barco, una pena por Lance, su amor no correspondido acabaría casada con otra bandera.
Paró en seco su camino, parecía que algo afligía su mente, podía notarse por sus gestos corporales como se había quedado con algo que decir. Dio otro lento trago a su bebida, usándola como si de un escudo se tratase, medio aislándose de lo que se venía, por su forma de actuar, podía ver que se venía un duro golpe, solo soltar un sagaz y crítico comentario te hacía pararte de esa manera. La cuestión era quien de los tres saldría herido, y si esto no salpicaba al resto, así que miró para otro lado fingiendo estar distraído, como si la cosa no fuese con él.
Tuvo suerte, las puntiagudas palabras de aquella mujer, no eran para él, respiró tranquilo mientras apartaba la jarra de sus labios. Demasiado directa, sin tapujos, soltando lo que pensaba realmente, le dedicó unas palabras a Drake, no buscaba su réplica, simplemente dar su sincera opinión, y aunque hiriente, Byron podía subrayar todo lo que dijo, él también lo había sentido así. No queriendo destruir el ambiente, se tragó sus palabras y se guardó su opinión para sí, ella, como un explosivo casero, detonó en la puerta de aquel castillo de naipes con el que Drake protegía su alma. Tenía razón, y seguramente era lo mejor para él, de allí, Jun fue quien mejor entendió la situación y probablemente, era lo que Drake necesitaba aunque se negase a verlo. Ahora mismo esas palabras serían como una losa en la espalda, pero esa losa caída del cielo sería la que destruía el techo de la cárcel que él mismo había creado, brindándole un lugar por el cual salir.
- Qué mujer... Le ha echado coraje, entiendo que te haya molado Lance, es guapa y con carácter.- Fue lo único que dijo, intentando suavizar el crispado ambiente que había quedado tras esta abandonar la sala. - No te lo tomes a mal Drake, estoy seguro de que no lo ha hecho con mala intenci...- El resultado de aquellas palabras le hicieron no poder acabar la frase.
Estaba seguro de que no quería escuchar eso, el brillo de sus ojos se había apagado, el alegre Drake que había compartido risas con ellos, definitivamente había abandonado el lugar. Su rostro era un reflejo de su alma rota, cabizbajo jugueteando con la moneda sutilmente en sus manos, como intentando mantener su atención ocupada para no perderse en sus pensamientos. La tiró sobre la mesa, con un ligero atisbo de frustración en aquel gesto, como si se hubiese dado por vencido en algo, y se levantó de la mesa con un semblante en el que solo habitaba la pena que lo carcomía. Con un fuerte pesar en sus palabras, masculló una frase que solo aquellos que se habían dado por vencidos, solo los que habían dejado atrás su gran ambición ante una vida más cómoda, y porque no decirlo, vacía, podían decir.
Apartó la mirada desaprobando su comentario, quizás se había equivocado con él. Agradeció la oferta y se marchó sin mirar atrás, para antes de salir agradecer por la noche vivida aquel día, no pudo decir nada, no quería interponerse en su decisión, cualquier persona era libre de tirar su vida como quisiera. No podía evitar sentir una presión en el pecho al ver a alguien tirar la toalla de esa manera, pero no todos estaban hechos para entender o sobrellevar lo que el destino había escrito para ellos. Pero entonces, ese destello, ese fulgor que había visto en su mirada cuando se dejó llevar hablando como un niño sobre buscar un lugar que llamar hogar, ese ardiente fuego que habitaba en sus pupilas cuando por un momento parecía decidido a apostar su futuro en el lanzamiento de una moneda, ¿habían sido imaginaciones suyas? Definitivamente aún había una pequeña llama en su interior que iluminaba su camino y apaciguaba su alma, como bien había elucubrado antes, pasaría unos días consumido en cenizas, para después renacer como un resplandeciente y cegador fénix. Sonrió levemente, leyendo las líneas que el destino escribía, entendiendo que ese hombre aún no estaba muerto.
- Esto es lo mejor, alguien tenía que decírselo, si tengo que adivinar, a ese hombre le depara un futuro prometedor... Este golpe ha agrietado su cascarón, solo es cuestión de tiempo... Renacerá con más fuerza que nunca, la gente con talento a veces necesitamos esto, un fuerte empujón que te haga coger coraje a la fuerza.- Dijo con la mirada perdida en la mesa.- El síndrome del impostor, o algo así era, ¿no? jajaja.- Rio tímidamente levantándose de su mesa tambaleándose por el efecto del licor.
Poco a poco, con lentos pasos y manteniéndose en contacto con la mesa de madera que habían ocupado se acercó a Lance, poniéndose a su altura, sin poder negar su ebriedad, quizás no lo tomase en serio, pero sus palabras estaban cargadas de seguridad. Le ofreció su mano, para firmar con un choque firme su rivalidad surgida de la naturalidad de sus ambiciones.
- La próxima vez... Que no encontremos... Será como rivales, espero... Espero que no caigas antes de que nos topemos. Lance... recordaré tu nombre.- Le dio la espalda, dispuesto a marcharse.- El mío te lo recordará el mismo mundo.- Y se marchó lentamente con intención de encontrar un lugar donde dormir.