¿Sabías que…?
... el autor de One Piece, Eichiro Oda, hay semanas en las que apenas duerme 3 horas al día para poder alcanzar la entrega del capitulo a tiempo.
[Común] [C - Pasado] Un humano y un mink entran juntos en...
King Kazma
Shiromimi
40 de Primavera del 724

King necesitaba un lugar donde descansar un poco. Llevaba días sin acostarse en un sitio decente. Y no, las hamacas de los barcos en que viajaba no se consideraban decentes. Por supuesto, lo primero que hizo fue buscar un hotel recorriendo las calles de Ciudad Orange. Afortunadamente era un conejo, por lo que caminar durante mucho tiempo no suponía un gran estrés para sus piernas o pies, pero igualmente se le cansaban. En cuanto avistó uno ni se lo pensó. Entró en el edificio y se dirigió directamente a las escaleras para acceder a uno de los pisos de las habitaciones. La primera que encontró sin ocupar, fue la que eligió. Rompió la cerradura con una patada, entró y se tumbó en la cama con un suspiro. Rebuscó en su mochila y sacó un libro que ya estaba acabando. Aquel relataba la interesante historia de una familia rica de las islas Gecko. Bueno, era interesante para él, porque todos los demás no paraban de decirle que era un libro hecho para dar sueño, como si tuviera un embrujo.

Sorprendentemente nadie del personal del hotel fue allí a intentar echarlo. Tal vez andaban liados. Mejor para él, porque pudo descansar dos horas completamente tranquilo y acabar su libro sin interrupciones. Eso era lo que necesitaba. Mucho más que dormir cómodo. Un lugar cómodo y tranquilo donde leer, de lo contrario acabaría buscando pelea en un bar cualquiera. Ahora lo que necesitaba era un libro nuevo. Así que recogió sus cosas y salió de la habitación en busca de una librería.

No fue muy difícil de encontrar, estaba a un par de calles, aunque tal vez la hubiera encontrado antes si se hubiera parado a preguntarle a alguno de los locales. Nada más entrar, el dependiente se apresuró a darle la bienvenida y preguntar qué quería, acercándose más de lo que era necesario. Tenía dos opciones. Podía pedirle un libro que lo mantuviera ocupado un minuto mientras él cambiaba el suyo por otro que tuviera en las estanterías y se largaba (no podía llevar una librería entera en la mochila al fin y al cabo) o le pegaba un puñetazo y hacía la segunda parte del plan. Lamentablemente para la nariz de aquel señor, estaba demasiado cerca, invadiendo su espacio vital, así que le rompió la misma y se puso a buscar un libro mientras chillaba de dolor. Una lástima, normalmente respetaba un poco a los libreros ya que se dedicaban a lo que a él más le gustaba. Pero nada excusaba obligarle a oler el jabón con el que se lavaba sólo para venderle un libro. - La próxima vez, quédate tras el mostrador. - Le dijo, metiendo el libro nuevo en la mochila y saliendo del lugar.
#1
Jack D. Agnis
Golden Eyes
Ciudad Orange, una de las tantas ciudades que había visitado en mis viajes con mi anterior tripulación y donde se podía conseguir una excelente madera para reparar mi pequeño navío...aunque pensándolo bien debía crear uno nuevo, pero no tenia fondos para eso. Por eso no me quedaba otra mas que ir al basurero de aquella ciudad y buscar alguna madera que me sirviera para reparar el pequeño navío.
Podía perfectamente robar las madera, pero los vendedores de madera me conocían y sabrían que había sido yo si les faltaba algo. También había pensado en usar la fuerza para tomar algo de madera, pero al mirar mi brazo extirpado se me pasaba. No quería que aquello volviera a pasar, porque ahí si me convertirá en un inútil de por vida.


Tras rebuscar un poco por la basura, logré encontrar una madera que estaba algo malograda, pero solo lo estaba una de las puntas. Lo demás servia por completo.
-Hoy es mi día de suerte- mascullé por lo bajo, mientras la tomaba con mi mano y me la cargaba en el hombro. Solo era cuestión de sacar el pedazo malo y esta seria una buena tabla para mi navío.
-Espero que dure mas que la otra. Tal vez si le hecho mas barniz podría aguantar- me dije a mi mismo, mientras comenzaba moverme hacia la ciudad de aquella isla.


Ya dentro de la misma me desplacé con algo de prisa por las calles, al mismo tiempo en que intentaba no molestar a nadie con la madera.
Mientras lo hacia, noté una muchedumbre frente a una escaparate y al acercarme a la misma, pude oír cosas como “mira se movió” o algo como “¿Acaso puede hablar? Mueve su boca”. La sorpresa de esas personas, hizo que me detuviera y mirara también, logrando ver la razón por las que la muchedumbre se encontraba allí.
“Que mierda es eso?” me pregunté, mientras miraba como tomaba un libro y lo abría. Había oído sobre personas que tenían la habilidad de convertirse en monstruos animaloides, pero no sabía que había uno tan cerca.
¿Será un pirata? ¿Vendrá del Grand Line? Fueron unas de las preguntas que me hice, antes de decidir que iba a entrar a conocer a aquella cosa e interrogarla.
Sin dudarlo y tras soltar aquella madera y dejarla apoyada en una pared, y antes de que pudiera entrar a aquel lugar, aquella cosa salió de aquel lugar y me vi frente a frente con él. 


-Ey tu, el monstruo peludo. Tengo unas preguntas que hacerte, te jodería responderlas? Antes de que contestes, dejame presentarme, soy Jack D. Ignis, es un placer conocer a un monstruo como tu – dije haciendo una reverencia lo suficientemente marcada como para mostrar cierta ironia en ello.
#2
King Kazma
Shiromimi
Apenas había salido de la tienda y se encontró de frente con un coro de gente rodeando el escaparate de la tienda, impidiéndole irse de allí. - ¿Pero esto qué es? - Inquirió con tono de sorpresa. Medio segundo más tarde alguien preguntó si podía hablar. No podía creer que en aquella ciudad fueran incluso más incultos que en su pueblo natal. ¿Nunca habían visto a un mink? Vale que no eran de lo más comunes en el East Blue, pero los había. - A mí me sorprende que sepas hablar tú, ¡cerebro de acelga! - Espetó, adelantando un pie y un puño, dejándoles ver a todos que si se acercaban a él habría consecuencias físicas para ellos. Por eso no soportaba a los humanos. Salvo algunas excepciones contadas, eran imbéciles y se creían los dueños de todo. Bueno, pues él llevaba ya un tiempo demostrándoles que no eran dueños de nada, que él podía quitarles cualquier cosa cuando quisiera y no podían detenerlo.

Un humano con un solo brazo se abrió paso entre la pequeña multitud hacia él. No se le ocurrió otra cosa que llamarle monstruo. - ¡Oye! Palurdo de un solo brazo. Los humanos sois los monstruos descerebrados. - ¿A quién se le ocurría insultar a alguien al que quiere hacer preguntas? La situación era casi tan humillante como cuando las niñas del pueblo lo trataban como si fuera una mascota. Nunca lo vieron como una persona o un amigo, sólo como algo suave que acariciar. Solo que ahora pensaban que era un monstruo, algo inaudito… ¿Cuándo encontraría a alguien que lo viera como una persona y no como algo con pelaje? Viajaba y viajaba esperando encontrar a esa persona, sabiendo que con su carácter era complicado, pero igualmente lo hacía porque alguien digno de su respeto sabría cómo ganárselo.

En ese momento alguien del coro de personas le lanzó una manzana a la cabeza. No lo vio venir, así que le golpeó. ¡Esa mierda dolía! Pero sí sabía quién la había lanzado, así que la recogió del suelo y se la arrojó de vuelta con todas sus fuerzas. No le dio. En cambio, acertó de lleno en la cara de un niño, que cayó hacia atrás mientras la manzana se rompía en pedazos por la fuerza del impacto. Esa fue la señal para que todos se largaran en tropel, llamándolo de todo menos bonito. No era su intención hacer daño al niño, pero se lo tenía tan ganado como el resto de personas por estar ahí tratándolo como si fuera un animal de circo. - ¿Y tú no te largas como el resto? A lo mejor te arranco el otro brazo, ya que soy un puto monstruo y eso.
#3
Jack D. Agnis
Golden Eyes
-Palurdo, esa es buena. No sé que significa pero es buena- dije de manera divertida, mientras me erguía de aquella reverencia.
-Y no que yo sepa. Tengo entendido que los humanos tenemos mucho cerebro, pero siempre hay alguno que puede contradecirme- dije, haciendo omiso lo intolerante que aquel monstruo podía ser, pero era comprensible cuando estaba rodeado de personas que no hacían mas que mirarlo.
“Acaso se siente como un animal en el zoológico?” me pregunté, antes de ver como a este lo golpeaba una manzana arrojada por algún ciudadano que solo quería molestar.
Eso hizo que aquella cosa reaccionara de mala manera y tras tomar la manzana con la que había sido golpeado, la lanzo con fuerza hacia algún lugar, con tanta mala suerte que esta dio en un niño regordete.
Una risa salio de mis labios al ver aquello. Aquella criatura era divertida, no lo iba a negar.

Las personas al ver el temperamento de aquella criatura, decidieron irse de allí, lo cual era mejor para todos. De esa manera tendría a aquella criatura más calmada para que respondiera mis preguntas sin tener que preocuparse porque una muchedumbre lo estuviera viendo y juzgando al mismo tiempo por sus acciones o sus palabras.

-¿Por qué debería? Ya te dije que quería preguntarte cosas, si no te molesta contestar. Ven, vamos hacia mi barco. Así charlamos mientras lo reparo y si te aburren, te permitiré tomar mi brazo bueno “Si es que puedes”, ¿Qué te parece?- le pregunté, mientras me movía hacia aquella tabla malograda y tras tomarla, me la colocaba nuevamente en mi hombro.
-Estoy seguro que a donde vamos, estarás más tranquilo de todas estas personas y no te enojes tanto con ellos, la mayoría son buenas personas, pero son curiosas. Además es mejor no meterse con ellos, la marina sabe rondar porque aquí muy seguido y no querrás meterte en problema con ellos. En fin, ¿qué dices? ¿Quieres ir conmigo? Tengo algo de ron para convidarte, aunque no te aseguro calidad- le dije, mientras le hacía una movimiento con mi cabeza para que me acompañara.
-Por cierto, cómo te llamas? -
#4
King Kazma
Shiromimi
Palurdo era una palabra que se le quedaba corta a aquel humano. Le felicitaba por la pulla pero ni siquiera sabía lo que era la palabra. ¿Qué diría si le mencionaba la palabra «exiguo»? ¿Pensaría que se trataba de un caramelo? Sólo había una cosa que podía concederle, era una persona alegre, a pesar de la dificultad que experimentaba al tener un brazo menos. El simple hecho de que no reaccionara de manera negativa a lo que claramente era un insulto, aunque no lo hubiera escuchado antes, le hizo interesarse por él. Es decir, King buscaba gente distinta a lo normal, gente tolerante, gente que pudiera abrirse paso a través de su coraza. Era pronto para cantar bingo, pero al menos era una posibilidad. El contenido de su cerebro importaba bien poco si resultaba no ser un cretino.

Seguir a un desconocido hasta un barco para que pudiera hacerle unas preguntas desde luego no entraba en su lista de cosas favoritas, pero le intrigaba aquel humano y bueno… le había ofrecido ron. - Soy King. - Dijo mientras comenzaba a seguirle, respondiendo su primera pregunta. Al principio su nombre le avergonzaba, por lo que siempre se presentaba con su apellido. Sus padres no le pusieron ese nombre con mala intención, todo lo contrario, querían un futuro brillante para él, tanto como el de un rey. Pero era vergonzoso presentarse con ese nombre, como si se creyera más que los demás. Cuando escapó del hospital y de casa… ya no le importó más lo que pensaran los demás sobre su nombre. Lo diría en voz alta, orgulloso de él y los demás podían morirse si querían burlarse. Él mismo les ayudaría a morir si era necesario. Además, era un modo de recordar a sus padres, usar el nombre que le dieron.

- ¿Y qué quieres preguntar? ¿Si como zanahorias? ¿Si salto mucho? ¿Si tengo pulgas? Los humanos siempre preguntáis lo mismo. - Inquirió, queriendo acabar con el interrogatorio que Jack le tenía preparado. Lo que le interesaba no era lo que le quería preguntar, sino su personalidad, si era tal y como estaba aparentando hasta el momento o era sólo una fachada que se le pasaría en algún momento para traicionarlo y apuñalarlo por la espalda en el momento menos esperado. Podía sobrevivir solo, podía viajar solo y apañárselas solo. Pero había pasado una infancia sin amigos. Tal vez no necesitaba a nadie, pero quería tener a alguien a quien llamar amigo, o camarada. Ese era, tal vez, su sueño más importante.
#5
Jack D. Agnis
Golden Eyes
-King, muy bien. Nombre fuerte y pretencioso, pero no está nada mal. Me gusta- dije, mientras caminaba con cierta tranquilidad por aquellas calles, mientras podía notar como las miradas de todos los transeúntes iban directamente hacia nosotros, lo cual solo me hizo sonreír.
“Un manco y un conejo humanoide. No hay mejor circo que esto” pensé divertido, no obstante solo bastaba una sola mirada para que ellos apartaran sus ojos de nosotros. Aunque no lo quisiera tenia cierta aura que intimidaba a cualquiera que me mirara y aquel conejo había sido uno de los pocos que lo había pasado por alto.
Mientras caminábamos de manera tranquila por aquellas calles, el conejo habló recordándome que tenias algunas preguntas para él.
-Si, cierto. Pues no, esas no son mis preguntas, pero si tienes pulgas? Porque yo si- dije divertido, mientras me señalaba las rastas que tenia en la cabeza, aunque era una burda mentira, solo tenia piojos.
-Primera pregunta ¿Eres de esos seres de la historia que tiene poderes sobrenaturales y pueden convertirse en animales?- pregunté, al mismo tiempo en que en un rápido movimiento y sin que la dueña de aquel puesto se diera cuenta, robaría un par de manzanas y le entregaría una, mientras que la otra me la llevaba a la boca.
Muchos se preguntaran como hago eso con una sola mano y al mismo tiempo en que cargaba una tabla en mi hombro, pues la respuesta era simple, costumbre.
-Segunda pregunta...- dije con la boca llena y casi escupiendo todo -... ¿Estás viajando por el mundo o eres de por aquí cerca?- aquella respuesta era obvia, porque si fuera de aquella ciudad, las personas no se le quedarían mirando como tal, pero prefería escucharla de su propia boca.
-Tengo más, pero primero quiero que me contestes primero esas… y ven, es por aquí- le dije, mientras me desviaba del camino principal y me metía por un callejón el cual daba a otra calle, en la cual se podían ver casas más humildes y hasta pobres. Era obvio que aquel era el distrito bajo de aquella ciudad.


No tardamos mucho en llegar a lo que parecía una bar y tras rodearlo llegamos a unos “establos” que por ahora era “mi hogar” y que daban al desagüe de toda la ciudad, el cual llegaba hasta el mar.
-Bienvenido. No es mucho y es oloroso y sucio, pero por ahora es mio. Al menos hasta que deje de servirle a la señora de la casa y sabes a que me refiero.- exclamé con un guiño, antes de tomar la tabla y apostarla en un par de banquillos que hacían de soporte.
-El ron está allá. Sacalo y dame un trago. Y por cierto, ahí está mi orgullo- dije señalando un destartalado barco a remos, pero aun funcional, que se encontraba flotando en el rio de mierda.
#6
King Kazma
Shiromimi
¿Nombre pretencioso? Sí. No lo podía negar. Pero en ese momento era lo único que tenía de sus padres, así que no iba a malgastar el tiempo avergonzándose de él. – Hace tiempo que no me importa lo que piensen los demás. Pero suelen pensar que es el nombre de alguien con aires de grandeza. - ¿Tenía aires de grandeza? Lo cierto era que últimamente se creía mejor que nadie, mejor que los humanos, que aquellos chavales de su pueblo, que las personas que lo miraban con curiosidad… Tal vez sí que estuviera viviendo conforme a su nombre. – No, no tengo pulgas. Sé lo que es la higiene. Al contrario que otros. – Dijo, algo ofendido porque realmente pensara que tenía pulgas. Su pelaje era prístino y suave, se aseguraba de mantenerlo limpio y libre de parásitos.
 
Lo siguiente que dijo le sorprendió un poco. ¿Poderes sobrenaturales? – ¿Te refieres a un usuario de Akuma no Mi? Bueno, soy usuario de una fruta, pero no tiene que ver con mi aspecto así que… No, yo soy así. ¿No conoces a la raza mink? - ¿Qué clase de vida había llevado ese hombre para ni siquiera conocer a una raza entera? Atrapó la manzana, limpiándola contra su chaleco antes de hincarle el diente. – Viajo. Hace un tiempo que me escapé y ahora quiero vivir aventuras, ver el mundo y la historia por mí mismo. – Le siguió todo el tiempo mientras respondía a sus preguntas. El humano le intrigaba, pero hacer preguntas directas no era un buen método para que alguien te contase algo. Él estaba respondiendo, sí, pero podía mentir en cualquier momento. Lo mejor era dejar que él mismo contase cualquier cosa sobre él voluntariamente.
 
La verdad, lamentó haber seguido a ese hombre casi en el mismo instante en el que puso un pie en su “casa”. Un establo sucio y maloliente. Y encima el tipo se jactaba de estar haciendo favores íntimos a la dueña… ¿Quién en su sano juicio se acostaría con un hombre que vivía en el suelo de un establo? Tendría que limpiar sus zapatos después de esa visita… Llegó a la cubierta del barco de un salto y buscó el ron. Más valía que el ron estuviera bueno. No de calidad, pero bueno. Regresó al establo y quitó el tapón a la botella, de la que bebió un buen trago tras olerla. Todavía era joven, poco acostumbrado al alcohol. Pero le gustaba, y todos los adultos bebían, en especial los piratas como él. – Si te unieras a mi banda te obligaría a ducharte y a limpiar ese barco. Al menos no vivirías en la inmundicia.
#7
Jack D. Agnis
Golden Eyes
-Es que así deberías vivir tu vida, no? Si te importa lo que las personas piensen o digan de ti, nunca saldrías de la brubuja en la que te criaste, no? Créeme sé lo que se siente que te digan que nunca podrás hacer nada por ti mismo- exclamé sonriente, mientras miraba mi brazo cortado, pero aquello nunca fue un impedimento para lograr lo que quería en esta vida que era viajar por el mar y disfrutarlo.
-Pero eme aquí. Con un brazo menos y siendo carpintero, al mismo tiempo en que navego por los mares sin destino aparente y hasta ahora nadie me ha detenido, y nadie lo hará- dije divertido, mientras mantenía mi paso firme por aquellas calles.
-Uff si si, me imagino que en todos los barcos en lo que has navegado tiene camarotes para bañarte. Si si, seguro- dije bromeando. No existía marinero en este basto mundo que no haya tenido pulgas o piojos en algún momento, pero si esa era su respuesta tal vez solo era un ser de campo que apenas conocía la vida de un marinero o pirata.
“Lastima. Supongo que supuse mal en creer que este monstruo era un pirata” pensé algo decepcionado, pero no podía hacer nada as que seguir adelante y ver si realmente tenia suerte.

-¿Así se llaman? Akuna mo ni? ¿Es lo que les da los poderes sobrenaturales? - pregunté curioso, al oír sus palabras. Siempre me habían parecido fantasiosas las historias de esas personas que supuestamente tenían poderes supranaturales, pero si aquel ser, que decía ser de una raza llamada vink, decía que existían y que era uno, solo podía creerle.
-Y no conozca esa raza, pero… los vink, son de los blue o vienen de mas allá del Red Line? - volví a preguntar curioso por las respuestas que el podía darme sobre el Grand Line.

-Con que viajas, eh? Genial entonces, tal vez podamos negociar a partir de ahora en mas y estoy seguro que te gustará lo que te voy a proponer- dije con una sonrisa grande y de victoria, mientras lo miraba.
-Pero por ahora vamos a casa. Allí podremos hablar de una mejor manera- exclamé, antes de virar hacia un callejón.

-¿Tu banda? No me digas que eres de esos niños que juegan a ser piratas?- le dije divertido, mientras me acercaba a él y le arrebataba la botella de ron y le daba un largo trago al mismo.
-Como es posible que tu seas un pirata si tan solo pisaste este lugar pusiste cara de asco? Creíste que no me iba a dar cuenta?… Veo que apenas sabes lo que es la vida en el mar- dije divertido, mientras le pasaba aquella botella.
-Dime la verdad niño, realmente te interesa navegar por los mares siendo un pirata?-
#8
King Kazma
Shiromimi
Así es como debería vivir su vida, efectivamente. Y así es como estaba viviendo su vida desde que se escapó. No le había ido mal, la verdad. Sí, echaba en falta la compañía, la comodidad del hogar, una buena cama todas las noches… Pero le parecía un precio razonable a cambio de la libertad de ir adónde se le antojara. – No tendrán bañeras, pero existen los cubos y los trapos mojados. – No era un ingenuo que fuera a hacerse a la mar con una visión idílica de lo que era ser un pirata. Había leído varios diarios de bitácora que mostraban las duras condiciones de vivir en el mar y él no pretendía negar eso. Pero muchas veces la gente no trataba de mejorar las cosas por cansancio o por pereza. El orden y la higiene tenían un buen impacto en la mente de las personas, sólo que no se daban cuenta y lo iban descuidando.

- Akuma no Mi. Y sí, es lo que da poderes sobrenaturales. Y somos Mink, no vink, supuestamente nuestro origen está en Grand Line. – Respondió, corrigiendo los errores de aquel tipo mientras le pasaba su botella de ron. Podía haber estado envenenado, pero nadie montaría un plan tan elaborado para matar a un completo desconocido así porque sí. Algo le llevaba a fiarse un poco de él, lo suficiente como para que le invitara a un trago. – No juego a ser pirata. El problema está en que el término pirata ha ido adquiriendo un matiz distinto a lo que significaba en un principio. Se supone que los piratas son las personas más libres del mundo. Pero ahora sólo se les conoce por el pillaje y los asaltos. No es que no vaya a robar y matar, pero no será lo que me defina. – Comentó, viendo la piratería como algo bueno para uno mismo, aunque fuera malo para los demás, no como algo malvado per se.

- Te voy a decir que navegar no está reñido con la higiene. Puedo soportar la suciedad si es necesario, pero trataré de que no lo sea. No importa lo que hagas, siempre hay algo que no gusta, aunque tu trabajo sea lo que más te gusta del mundo. Así que sí. Me interesa ser un pirata, ir adónde quiera, vivir la historia, tener nakamas, visitar los lugares famosos del mundo… Si tú no quieres, está bien. No insistiré. Pero eres el primer humano que muestra más interés por mí que por mi aspecto. – Si habían acabado las preguntas no estaba claro, pero él comenzó a dirigirse a la salida de aquel lugar por el mismo sitio por el que llegaron.
#9
Jack D. Agnis
Golden Eyes
Al escuchar su respuesta de como se podía bañar en alta mar, agite mi mano para dejar pasar su pobre idea de lo que era bañarse en alta mar.
“Ay estos niños ¿Creen que eso es suficiente para sentirse cómodos? Total el agua siempre va a estar caliente o los días siempre serán cálidos para bañarse con agua helada. Claro que si. Ojala el clima hubiera sido así cuando navegaba antes” pensé divertido, mientras miraba aquella tabla que había traído.
La misma me servia, pero esa punta malograda, la cual parecía haber sido comida por algún roedor, no me daba confianza en lo mas mínimo, por lo que busqué una sierra y tras colocar una de mis rodillas sobre la misma, comencé a corta aquella parte.
Mientras cortaba podía notar que aquella madera no era la ideal para trabajar. Era dura de cortar y costaba que los dientes del serrucho pasaran de un lado hacia el otro. Gracias a eso me di cuenta de porqué la habían tirado, pero al no tener recursos para comprar una buena madera, esto era mejor que nada.
“Supongo que me durará hasta que llegue a otra isla y allí veré si encuentro mas madera, pero eso ya el problema de mi yo del futuro” pensé divertido. 

-¿Grand Line? - Aquello hizo que detuviera toda actividad que estaba haciendo y mirara a aquel Mink con atención.
-Asique tu vienes del otro lado del Red Line. Eso si es interesante. Y dime, es verdad lo que dicen? Que ese mar es el cementerio de piratas? Y no, no conozco tu raza. Apenas conozco a los gyojins y a los humanos con alas. A decir verdad, ni siquiera sabia que tu raza existía – dije, restandole importancia a su raza, mientras tomaba la botella y lo miraba con atención. Quería saber todo lo que me esperaba detrás de esa gran linea roja.

-Por otro lado dijiste que eras un usuario de esa akumanomi ¿Puedo ver tu poder? ¿Acaso puedes crear maremotos o manipular el fuego como muchos dicen en sus historias?- pregunté casi burlándome de aquellas historias y de los supuestamente usuarios de fruta del diablo.
“Veremos si realmente no son patrañas lo que dicen las historias” pensé mas que divertido, mientras le pasaba la botella de ron y volvía a intentar cortar esa madera. 

-Los piratas no somos libres ¿Quien te dijo esa estupidez? Somos presos de nuestros sueños y deseos, que es lo que nos impulsa a salir al mar. Y no quieras borrar lo que es un pirata realmente que es un vulgar ladrón, con la diferencia es que nosotros somos menos fáciles de atrapar y nos podemos mover por todo el mundo. Pero en lo que te pueda dar la razón es en lo ultimo que dijiste. No todos los piratas roban o matan, aunque si la mayoría. Pero si no quieres ser conocido por eso, mejor que no lo hagas, aunque te será difícil sobrevivir en el mar sin los recursos necesarios… ¿Sabias que los piratas somos pobres por naturaleza? A menos que tengas mucho poder? -le pregunté. Quería ver si realmente tenia lo necesario para ser un corsario del mar y como venían las cosas, posiblemente no iba a durar mas que un par de mes o, siendo buenos, años en el mar antes de que hartara y se volviera un granjero.

-Eh? Y que tiene que ver tu aspecto en esto? Eres feo y peludo, pero no por eso te juzgaré… Con respecto a tus otras palabras- dije divertido, mientras me acercaba a él y le daba una palmada en su hombro.
-Me gustaron. Creo que tienes valor y buenos sueños como para ser un pirata. Tienes madera de ello. Asique bienvenido a la piratería Señor King y espero que sus convicciones e ideas duren hasta que una bala o una espada lo lleven a su fin- dije divertido, mientras hacia una reverencia marcada y sacándome el sombrero.
-Dicho esto. King te propongo lo siguiente...- exclamé, mientras me erguía y tras ponerme el sombrero lo miraba con cierta diversión.
-… Vez mi orgullo, no? - dije señalando mi pequeño y destartalado navío. - Te propongo que pagues la madera y yo te haré un excelente barco para que empieces tus aventuras. Ya no necesitaras a nadie mas que tu y obviamente tu servidor, para surcar estos mares. Soy un pirata que intenta volver a las aventuras y con muchos deseos de ir hacia el Grand Line. Asique si tu aceptas puedo convertirme en tu primer tripulante y tu carpintero amigo. Te aseguro que mi trabajo es de excelencia y que mis navíos jamas te traicionaran- dicho esto, lo miraría esperando su respuesta.
“Veremos si tienes madera para ser un buen pirata niño.” pensé.
#10


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