Lance Turner
Shirogami
29-07-2024, 05:40 AM
(Última modificación: 29-07-2024, 10:16 PM por Lance Turner.)
LA SEÑAL QUE NECESITABA.
Día 23 de Invierno del año 722.
El astro rey se alzaba lentamente en el horizonte, pintando el cielo con tonos anaranjados y dorados mientras contemplaba varios veleros desde el puerto. El aire fresco de la mañana traía consigo una sensación de nuevas posibilidades y aventuras. Las tripas me rugían, y esta era una clara señal de que necesitaba comer algo.
- Me pregunto si hoy encontraré algo interesante por aquí – Me pregunté mientras sacaba de mi mochila un par de plátanos que recién había comprado en el mercado portuario.
Mientras lo peleaba intentaba estudiar cómo funcionaban los veleros, tratando de entender la arquitectura de su composición, qué cuerdas tiraban de qué velas, o cómo funcionaba el sistema del barco para navegar. La navegación nunca había sido un oficio que me llamase demasiado para estudiar, pero me gustaba divagar sobre dicho tema para visualizarme en uno de ellos recorriendo los mares.
- El mar siempre tiene sorpresas. Nunca se sabe lo que podemos encontrar – Dije en voz baja de manera inconsciente con un brillo en los ojos.
Pasado un tiempo tras comer el segundo plátano, pude divisar una silueta en el horizonte. Al principio, no terminaba de identificar qué era, pero a medida que se acercaba, me di cuenta de que era un barco mucho más grande que el resto de los que había en ese puerto. La bandera ondeaba al viento, mostrando un símbolo que reconocí al instante. No había duda alguna, era una banda pirata.
¡Mira eso! – exclamé en voz alta. - Parece que hoy vamos a tener compañía. – Concluí mientras intentaba ver desde lejos más detalles sobre estos piratas.
No pasó mucho tiempo hasta que llegaron al puerto, y fijaron su barco. Era realmente majestuoso, y estaba especialmente cuidado. Se notaba que en aquella banda cuidaban de su navío como si su vida dependiese de ello.
El capitán de la nave, un hombre robusto con una barba tan larga como su historia de aventuras, se presentó como Capitán Roderick nada más tomar tierra.
- ¡Bienvenidos a Tierra Firme! – Le dije desde mi posición con un tono de voz amigable.
El capitán, aunque se mostró algo extrañado por mi bienvenida, pronto se acercó lentamente con una amplia sonrisa de oreja a oreja.
- Soy el Capitán Roderick. – Dijo presentándose mientras se giraba hacia sus compañeros. – Y estos son mis valientes compañeros. ¿Qué le lleva a usted, a saludar tan animadamente a unos terribles piratas como nosotros?
La risa entre su tripulación era bastante sonora, pero lejos de amedrentarme, me provocó reírme a mí también, relajando un poco la postura.
- Mi nombre es Lance Turner, ¡Capitán Roderick! – Le contesté aun a sabiendas de que no había hecho intención alguna de saber mi nombre. – Creo que si fuesen realmente tan terribles piratas, no habrían llegado tan tranquilos a estas tierras, pudiendo atacar desde la distancia con sus cañones.
Parecía que mi respuesta le había sorprendido, aunque dudo que fuese por mi deducción, tanto como por mi naturaleza respondiéndole. Había vivido entre bandidos durante mucho tiempo, y los piratas, son en cierto modo bandidos de la mar.
- ¿Qué le parece si les invito a una ronda en la taberna? Podría explicarle algunas cosas de este sitio, y ustedes contarme vuestras historias en la mar.
Era extraño que fuesen tan abiertos conmigo, no obstante, es posible que fuese por prudencia y seguridad. Por una parte, es evidente que me ganaban en número, tenían todas las de ganar si quisiera robarles o algo similar. Pero por otra parte, estaban en territorio nuevo para ellos, así que llevarse bien con alguien de aquí podía beneficiarles a la hora de comprar suministros.
Las próximas horas se fueron volando, formando un vínculo estrecho con la banda del capitán Roderick y en especial con él. Sintiéndome sorprendentemente cómodo, expliqué brevemente mi historia y mi deseo de encontrar un propósito más allá de la vida de bandido. También le concreté que había enfocado mi mira en la piratería, y que por ello, había sido tan abierto con ellos, deseando tener más información de primera mano.
El capitán Roderick se rio de buena gana, mostrando con su cabeza un gesto de aprobación. El resto de su tripulación casi parecía estar felicitándome por mi iniciativa, y desde luego, se sentían muy cómodos y agradecidos por mi invitación. La comida de aquel pueblo era bastante buena, y su cerveza, de las mejores en esta zona del mar.
- Bueno, muchacho, has dado con la gente correcta. – Me contestó con un gran orgullo. - Nosotros también buscamos la libertad, pero también creemos en la camaradería y en disfrutar de las buenas cosas de la vida. ¿Te gustaría unirte a nosotros por un tiempo? Prometo que no te arrepentirás.
Aunque me pilló por sorpresa tener su propuesta tan rápido, más rápido aún se la acepté con gratitud. Así comenzó una nueva etapa en mi viaje, lleno de emoción por descubrir si de verdad era esta la vida que quería llevar. La tripulación de la Dama de Esmeralda era un grupo diverso y alegre. Cada miembro tenía su propia historia, llena de aventuras y experiencias únicas, y todas mis historias durante mi etapa como bandido parecía gustarles también. Desde el primer día, fui tratado como uno más de la familia, compartiendo comidas, bebidas y muchas historias sobre el mar.
Una noche, después de una jornada de navegación sin incidentes, la tripulación se reunió en la cubierta principal para disfrutar de una cena festiva. El cocinero del barco, un hombre llamado Finn, y con un talento excepcional para cocinar cualquier pescado en una delicia culinaria, había preparado una comida que dejó a todos impresionados. Estaba con el estómago lleno y el corazón ligero, como se suele decir, escuchando atentamente las historias que se contaban alrededor de la hoguera improvisada.
- Y así, con solo una mano y una pata de palo, nuestro querido Capitán Roderick logró derrotar al Rey Marino que había estado aterrorizando estas aguas durante semanas - Relató un miembro de la tripulación, gesticulando exageradamente mientras narraba la hazaña con todo tipo de detalles. Era evidente que llevaba contando las historias de la banda mucho tiempo.
Las risas y los vítores llenaron el ambiente, y no pudo evitar sentirme parte de algo mucho más grande. Cada historia, cada risa compartida, cada sueño compartido, fortalecía los lazos que nos unían, casi como una verdadera familia. Aunque es muy probable que ese casi sea únicamente por mí, ya que ellos llevaban ya mucho tiempo viajando juntos.
A medida que los días se convirtieron en semanas, me di cuenta de cuánto había cambiado desde que abordé la Dama de Esmeralda. Aunque mis habilidades en combate se habían refinado aún más gracias a los entrenamientos diarios con la tripulación, era aún más importante, cómo había evolucionado mi perspectiva de la vida, había mejorado aún más las ideas que tenía sobre ser un pirata. Aprendí a valorar la camaradería, la lealtad y la importancia de vivir el presente. Lejos quedaba ya, aquel bandido que una vez fui.
Una tarde, mientras observaba el horizonte desde la proa del barco, el Capitán Roderick se me acercó.
- Lance, he notado que te has adaptado muy bien a nuestra vida a bordo. – Me dijo con una sonrisa. - Pero también veo en tus ojos que buscas algo más, algo que quizá nosotros no podamos darte.
Debo admitir que esas palabras calaron hondo en mí, ya que ni yo mismo me había dado cuenta. Asentí tímidamente, sabiendo que el capitán tenía razón.
- He aprendido mucho con todos vosotros, y estoy agradecido por cada momento que hemos vivido, ha sido un tiempo inolvidable. - Respondí abriéndome a él. - Pero siento que mi viaje aún no ha terminado, o mejor dicho, siento que mi viaje no debe ser exactamente así… quiero formar yo una familia igual que esta, una de la que sentirme orgulloso, conozca a cada uno hasta lo más profundo de él, ayudarles a conseguir sus sueños... En esta banda me siento muy cómodo, querido, pero siento que sólo soy un invitado temporal, y yo necesito ser el que forme una familia desde cero.
El capitán, lejos de sentirse ofendido o mal, se limitó a asentir con una sonrisa, comprendiendo perfectamente mi anhelo, aunque es muy probable que él supiese todo eso antes que yo.
- Siempre tendrás un lugar en la Dama de Esmeralda, amigo. Si alguna vez nos necesitas, recuerda que las puertas de esta nave siempre estarán abiertas para ti.
No pude evitar levantarme para fundirme en un abrazo con él, había demostrado en todo momento ser un capitán maravilloso, y del que tenía mucho que aprender. Esa misma noche, la tripulación organizó una gran fiesta en mi honor, y no pude evitar emocionarme. Hubo música, baile y, por supuesto, más historias de aventuras. Me di cuenta de cuánto había cambiado en tan poco tiempo. La sensación de vacío que solía acompañarme, había sido reemplazada por una renovada esperanza y determinación.
Al día siguiente, con el corazón lleno de gratitud y la mente enfocada en el futuro, me despedí de la Dama de Esmeralda. Mientras se alejaban en su velero, observé cómo la tripulación me despedía con sonrisas y vítores, sabiendo que nuestros caminos volverían a cruzarse algún día.
Por mi parte, estaba más decidido que nunca a seguir mi destino, listo para enfrentar cualquier desafío que el mar pudiera presentarme. La vida de pirata me había enseñado mucho, pero lo más importante, me había mostrado que el verdadero tesoro no estaba en las riquezas materiales, sino en los vínculos que vamos forjando por el camino, y en la búsqueda de un propósito noble. Con el paso del tiempo, el mar, con sus infinitos misterios y posibilidades, se convertiría en mi hogar, y yo viviría cada día con el corazón lleno de esperanza y determinación, hacia un futuro brillante y lleno de promesas.