Alguien dijo una vez...
Crocodile
Los sueños son algo que solo las personas con poder pueden hacer realidad.
Tema cerrado 
[Aventura] Un rayo de luz entre las tinieblas [T.3]
Lance Turner
Shirogami
Un rayo de luz entre las tinieblas
[Imagen: cxdyyga.jpeg]
Isla Yotsuba
Día 33 del verano 11:35 am

El sol hacía ya unas horas que estaba iluminando el mundo. Tiempo atrás, a estas horas ya llevaría muchas horas despierto, bien por una guardia nocturna, o por la disciplina que una vez tuve como marine, tiempos en los que debía estar en pie varias horas antes del amanecer. Sin embargo, mucho ha llovido desde entonces, para mí, eso ya no significa nada. Otro día. Otra mañana igual a la anterior. Abro los ojos, pero es como si no viera. Solo el vacío y este techo con la pintura ya cayéndose a trozos por la humedad.

A mi lado, la botella me espera. Ni siquiera me acordé de cerrarla y estaba ya medio abierta desde la noche anterior. La cogí por el cuello de la botella y me la acerqué a mis labios. El líquido bajaba por mi garganta como un fuego cálido y amargo. Esa quemazón es lo único que me recordaba que seguía vivo, pero ya no sé si eso es un alivio o una maldición, o peor aún, me negaba a siquiera pensarlo. Es el primer trago del día, como cada mañana.

Reincorporándome sobre mi mismo en la cama para quedar sentado en ella, me mantuve con los codos apoyados sobre las rodillas y dejé la botella con cuidado en el suelo, todavía medio llena. Mis ojos, cansados y secos, se clavan en las grietas del suelo. A veces me pregunto cómo llegué a estar así, pero ese era un pensamiento que rápidamente desechaba en mi cabeza por mi propia salud mental, o lo que quedaba de ella. Deshacerse de dicho pensamiento se había vuelto tan automático como respirar, no tiene sentido intentar buscar respuestas cuando ya no me importa la pregunta.

El silencio que llena la habitación solo es interrumpido por un sonido que me trae de vuelta, aunque sea solo un poco, los ladridos de mis amados perros. Siempre están ahí, siempre a mi lado, fieles y pacientes. Me esperan con una devoción que no siento que merezca. A pesar de todo, ellos siguen confiando en mí, como si nada en el mundo pudiera desmoronarse mientras yo siga en pie. Pero ellos no saben que ya estoy roto, o quizá ellos mismos lo sepan mejor que nadie.

Uno de ellos, el más viejo, empujaba suavemente su hocico contra mi pierna. Sus ojos grandes y oscuros me miraban con esa mezcla de ternura y urgencia que solo los animales parecen entender. Suspira y ladea la cabeza, esperando una señal de que me voy a mover. Los otros se suman, con pequeños gemidos y sus colas golpeando el suelo con impaciencia. Son mi única razón. Si no fuera por ellos, no tendría motivo alguno para levantarme de esta cama cada mañana.
- Pequeños granujas... - Les contesté con una voz ronca por no haberme hidratado correctamente todavía. - Yaaaa voy, yaaa voy. - Les contesté con una pequeña risa, que sólo ellos lograban sacarme. 

Con esfuerzo, me incliné hacia adelante, acariciando su pelaje suave y cálido. El contacto me hacía sentir algo más allá del entumecimiento, aunque sea solo por un instante. Era hora de ponerse en marcha, así que con dificultad me puse en pie dejando escapar un pequeño gruñido involuntario. Dirigiéndome hacia la puerta me sorprendí notándome mareado, ya que estaba tambaleándome ligeramente por culpa del alcohol que aún corría por mis venas.

Los perros salieron disparados antes de que abriese completamente la puerta, corriendo al exterior de aquella sala, hacia los restos de lo que alguna vez fue una isla habitada. Ahora, este lugar era solo una ruina. Como yo, y al igual que en mi propio caso, todo era mi culpa. Mis manos acarician el marco de la puerta mientras me esforzaba por no caer en mis pensamientos, no quería pensar en lo que fui. No quiero pensar en lo que dejé atrás. No quiero revivir aquello otra vez.

Saliendo al exterior, el aire frío me golpeó el rostro. Me tomó un momento ajustar mi vista a la luz del sol, sufriendo entonces un agudo dolor de cabeza que me provocó una mueca de dolor. A lo lejos, podían verse a varios de los animales de la granja. Vacas, ovejas… era irónico que estas criaturas requieran de tanto cuidado, aunque en cierto modo, eran ellas las que me cuidaban a mí.

Comencé a caminar por la tierra con pasos lentos, observando cómo los perros corrían entre los cultivos, jugando entre ellos, felices en su ignorancia. A veces envidio esa capacidad de simplemente existir, sin preocuparse por lo que vendrá o por lo que ya pasó. Quizás por eso los mantengo a mi lado. Son mi ancla a algo más sencillo, algo más puro.

Debo reconocer que estos últimos días había sentido algo de valor para hacer, había estado trabajando en un rompecabezas para él, ese chico que estuvo aquí hace un tiempo. Era algo para probar su inteligencia y su capacidad de adaptarse. Lo veía como una forma de prepararlo para lo que vendrá, aunque ni siquiera yo puedo saber qué le depararía en el futuro. Lo he observado en silencio, desde las sombras. No llegué a hablar con él mucho, pero cada gesto y cada mirada, me decía más de lo que él sabe. Tiene bastante potencial, eso está claro. Pero ¿Será capaz de superar todo aquello que tuve que enfrentar?

Me detuve por un momento, observando el paisaje desolado de la isla. Aquí, en este lugar abandonado, es fácil olvidar que existe algo más allá de estas costas. Pero ese marine me recordaba algo vital, que el mundo seguía girando, aunque yo esté atrapado en este ciclo interminable de días iguales. Quizás este rompecabezas que le preparé sea una forma de sentir que todavía puedo hacer algo importante. Quizás sea mi manera de contribuir, aunque sea desde las sombras.

Sacudí la cabeza, tratando de despejar esos pensamientos. No tenía sentido darle tantas vueltas. Todo lo que necesitaba hacer es mantenerme en pie un día más. Cuidar de los perros, los animales, el huerto… y quizás, solo quizás, ver si ese marine vuelve y logra descifrar lo que le he dejado.

Los ladridos de los perros me devolvían al presente, sacándome de esos pensamientos oscuros que siempre amenazan con consumirlo todo. Me agaché para acariciarlos una vez más, sonriéndoles con un profundo sentimiento de amor hacia ellos. Quizás mañana sea igual que hoy, o quizás no. No importa. Mientras ellos estén aquí, mientras tenga algo que cuidar, algo que hacer, seguiré adelante.

Porque, en el fondo, aunque no lo quiera admitir, hay una parte de mí que todavía quiere vivir. Aunque sea solo un poco.

Extra
#1
Galhard
Gal
Personaje
 

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El día de la prueba había llegado, Galhard caminaba con paso firme por la playa de Isla Yotsuba mientras empujaba su embarcación hacia la arena, la brisa del mar acariciaba su cara y agitaba su pelo castaño. El ruido de las olas rompiendo en la orilla era en parte algo tranquilizador, en contraste con los pensamientos que recorrían la mente de Gal en aquel momento.

Ya había estado en la isla antes, la misma, le daba una bienvenida menos lúgubre con la luz de la mañana, aquella otra vez, durante su incursión nocturna le reveló la naturaleza abandonada y melancólica del sitio. Sin embargo, aunque aquella vez todo parecía envuelto en sombras, como si la misma isla susurrara secretos que no quería revelar. Esta vez, el sol de la mañana iluminaba la isla, bañando a la misma con una apariencia menos tenebrosa, pero menos inquietante.

Su pequeña tartana, ahora asegurada en la arena, lejos de la marea, parecía fuera de lugar en el escenario desolado de la isla. Como un visitante en un lugar que ya no pertenecía a nadie. Tras empujarla hasta quedar firme en la playa, Galhard respiró hondo para luego soltar un suspiro de alivio después del esfuerzo. Sabía que lo que le esperaba hoy no era una simple exploración por las ruinas de una ciudad olvidada. El viejo marine que había conocido la vez anterior le había preparado una prueba, una que prometía desafiar tanto su cuerpo como su mente.

— Bueno, por ahora todo parece estar en calma...— Murmuró mientras avanzaba hacia las ruinas de la cuidad, observando el entorno con la atención de alguien que ha aprendido a no dejarse llevar por los juicios iniciales de aparente tranquilidad. El ambiente en Isla Yotsuba, aunque menos lúgubre bajo la luz del día, todavía emanaba una sensación de abandono. Los edificios a medio derruir, las calles desiertas y el eco del viento entre las ruinas le recordaban que este lugar había sido testigo de mejores tiempos, tiempos en los que las personas vivían aquí, en lugar de la soledad que se adueñaba de la isla.

Galhard había tomado todas las precauciones posibles antes de volver. Se había preparado meticulosamente, entrenando bajo la tutela del sargento Ahab, también se había preparado en cuanto a su equipo y mentalizado para la prueba. Sabía que el desafío que le esperaba no sería sencillo. El viejo marine no le había dado muchos detalles, pero el hecho de que fuese alguien tan curtido por el tiempo y la experiencia en la preparación de trampas le hacía pensar que no sería una simple prueba física. —Después de las trampas que esquivé e hice frente aquella noche puedo esperar que aquello solo era una pequeña demostración de sus habilidades de trampero— reflexionaba en voz bajja mientras avanzaba entre las ruinas, acercándose cada vez más al lugar donde esperaba encontrar a aquel hombre que le había ofrecido ese desafío.

Recordaba bien la mirada del viejo, cargada con un peso que solo aquellos que han visto demasiadas batallas pueden portar. Sabía que el marine, aunque desgastado por los años y el alcohol, no había perdido completamente su sentido del deber. Tal vez esta prueba era tanto para Galhard como para él mismo, una manera de recordarse que todavía había algo por lo que luchar.

Mientras recorría el camino, una parte de él no podía evitar sentirse algo nervioso. Aunque confiaba en su capacidad, sabía que este tipo de desafíos solían sacar a relucir lo inesperado. Pero más que miedo, lo que sentía era una mezcla de curiosidad y determinación. Quería demostrar no solo al viejo marine que podía enfrentar lo que fuera que le tuviera preparado.
#2
Lance Turner
Shirogami
Mi corazón pegó un pequeño vuelco al ver el comportamiento de los perros, quienes se habían detenido en silencio mirando todos hacia sus 11 menos cuarto. Esto sólo podía significar una cosa, y es que alguien acababa de llegar.  Formaba parte del adiestramiento que habían recibido desde cachorros, y aunque me costó un poco educarlos, ya que al comienzo se lanzaban en manada para ver al nuevo invitado de la isla, hoy día saben limitarse a mirar en silencio, para después coger posición en la entrada del cuartel esperando mis instrucciones.

Bastó un ligero gesto con la mano para que se relajasen, e incluso el más pequeño de ellos, todavía sin terminar su adiestramiento, se relajó de más viniendo hacia mí con la inocente intención de ser acariciado. No puedo negar la ternura que me provoca verle así, siendo inevitable que terminase agachándome para darle cariño.
- Bueno, parece que hoy vamos a tener de vuelta a un antiguo visitante… - Le dije amistosamente al pequeño. – Parece que ha vuelto, exactamente un mes después.

Aún me faltaba confirmar que realmente era él, pero la coincidencia era mucha como para pensar que no. Justo hoy hacía un mes desde que le dije que viniese pasado dicho mes. Y justo hoy, aquí estaba, puntual como un buen soldado. Sin embargo, aún faltaba confirmar que se trataba de él.

Di indicaciones a los perros para que aguardasen en sus posiciones dentro del cuartel, y entré en la vieja casa del viejo Ronney. Los recuerdos de cada habitante de aquel lugar me invadían siempre que pasaba por sus casas, pero no podía permitir que estos me refrenaban cuando alguien acababa de llegar a la isla.

Cogí una botella que había dejado días atrás en la mesa de dicha casa, y levanté la alfombra de la sala principal, levantando con ella cantidades ingentes de polvo y tierra. Bajo la alfombra, ahí estaba, la entrada al sótano.

La mayoría de estos hogares disponen de un sótano desde mucho antes de mi propio nacimiento, pero tras aquel fatídico día, decidí conectarlos entre sí para poder moverme en la isla activando diferentes trampas en distintos puntos. Fue una tarea titánica, pero sin duda, mereció la pena cada segundo que invertí en ella. Si había resistido tanto tiempo aquí sin ser descubierto, era en buena medida por los túneles.

Viajé bajo tierra justo hacia el punto más cercano a la costa noroeste, donde los perros habían detectado cierta actividad anteriormente. No me llevó más de 10 minutos caminando a paso ligero, tiempo más que suficiente para sorprenderlo por la espalda. Esto era previendo que el joven marine, o el nuevo visitante, estaría invirtiendo sus primeros minutos en asegurar que su barco estuviese seguro de las mareas.

Una vez que llegué al límite noroeste de los túneles, subí con sumo cuidado para no ser escuchado, asomándome por la salida poco a poco, para evitar ser descubierto si alguien se encontraba cerca. Al comprobar que era seguro, procedí a moverme fuera de la que una vez fue la casa de Elizabeth, mirando con sumo cuidado el entorno. Buscaba encontrar algún rastro que indicase si había pasado o no por aquí el nuevo visitante. En cada entrada de la isla siempre dejaba ceniza blanca, que contrastaba con el resto del suelo. Gracias a ello, dar con posibles huellas de los nuevos visitantes era más fácil, y efectivamente, así fue. Observándolas, pude deducir que sin duda, el visitante iba sólo y acababa de pasar por aquí.

Observé a ambos lados por seguridad, no fuese a haber otro visitante más atrasado, y tras comprobarlo alcancé a ver de lejos al joven marine de la otra vez al fondo de la calle. Siendo sincero, no pude evitar tener una sonrisa en mi rostro al comprobar que realmente había venido. Era extraño, pero sentía que por fin alguien había vuelto a confiar en mí, o que me tenía en estima, tras tanto tiempo sin ser así. Extrañaba este tipo de sentimientos.

Siguiendo dichos pasos del joven visitante, aceleré el paso para recortar distancia, y a poco más de diez metros de él, carraspee un poco para que me escuchase.
- Primera prueba superada, chico. – Le dije forzándome a tener un tono austero a modo de darle una bienvenida seca. - Has demostrado ser alguien de palabra volviendo sólo justo en la fecha indicada... 

[Imagen: 1Q6AUPt.png]

Tras dicha intervención, saqué un puro que guardaba en mi bolsillo para este día, y lo encendí en mi boca, sin cambiar mi semblante serio. Me lo había ganado sin duda, y esta era además, una ocasión especial. Se podría decir que lo raro sería no haber bebido en un momento como este, de celebración.
#3
Galhard
Gal
Aunque las palabras de Oliver, el viejo marine, podrían haber dado un susto a la mayoría de personas por surgir de la nada, Galhard se mostró sereno. Con una calma propia de alguien que había enfrentado desafíos antes, giró su cuerpo para verle directamente a los ojos. El viento que soplaba suavemente desde la costa agitaba su cabello castaño, pero su mirada permanecía firme. Había hecho una promesa y, para alguien como él, las promesas no se rompían fácilmente.

—Buenos días, soy una persona a la que no le gusta decepcionar. Teníamos una promesa, y no iba a romperla— respondió Galhard con convicción. Una sonrisa de emoción nació en su rostro al pronunciar esas palabras, y no intentó ocultarla. Sabía que lo que le esperaba no sería fácil, pero estaba más que dispuesto a enfrentarlo. Había algo en el desafío que le motivaba, una chispa interna que hacía que sus músculos se tensaran no por el miedo, sino por la anticipación. Oliver, con su postura imponente y su mirada cansada, parecía haberlo esperado.

—Espero que no se te hayan hecho los días tan largos como a mí—agregó el joven marine con una risa suave, rompiendo un poco la tensión del momento. Aunque el entorno seguía siendo el de una isla desolada y envuelta en un silencio inquietante, Galhard no podía evitar sentir un toque de camaradería al hablarle a Chop. Era extraño, el oven marine sentía algo cimentado en el respeto mutuo en a misma organización y en el sentido del deber de oliver pese a que no quedaba nadie más que él y sus animales en aquel lugar.

Sacando con cuidado una botella de whisky de su mochila, Galhard se la ofreció al viejo marine, quien observó el gesto con sorpresa y curiosidad. No seria la primera vez que alguien intentaba suavizar una situación con una bebida, pero el gesto genuino de Galhard evitó que el silencio se adueñase de el espacio que compartían.
—Tampoco me olvidé de mi otra promesa —dijo Galhard, alzando la botella ligeramente.—Es de la mejor calidad que he encontrado. Unos baristas del Baratie me lo recomendaron, así que tengo fe en que te gustará.— Gal hizo una breve pausa mientras le acababa de acercar la botella a su compañero marine. — bueno... ¿Por donde comenzamos?— Preguntó con una curiosidad candida
#4
Lance Turner
Shirogami
El chico había guardado bien la compostura ante mi pequeña estratagema de aparecer por sorpresa a sus espaldas. La mayoría de visitantes solían gritar asustados, o al menos girarse con rapidez para estar listos en caso de un ataque sorpresa. No obstante, el joven marine se había girado, rápido, pero sin sobresaltos ni movimientos caóticos. Sin duda, estaba bien acostumbrado a enfrentar situaciones inesperadas, y ese era un paso fundamental en su formación.

Inspiré profundamente para darle una buena calada al puro, para luego expulsar el humo en grandes cantidades. Al tiempo que hacía esto, comencé a caminar hacia su posición mientras le analizaba de abajo a arriba. Primero comprobé sus zapatos, prestando atención a qué suela estaba más desgastada que la del paralelo, posibles desperfectos del calzado con el uso del tiempo. De esto podía sacar cuál era su pie dominante, patrones de movimiento al comenzar a moverse, o si usaba sus pies para el combate. Posteriormente miré cómo llevaba de abultados sus bolsillos y su equipamiento, de esto deducía su forma de distribuir lo que solía llevar encima. Una mala colocación podía hacerle perder cosas mientras corre, e incluso entorpecer su movimiento en la situación más crítica. Su mano estaba firme, sin nervio, y el estado de esta también me permitía leer cuánto uso le daba a estas. El uniforme estaba en correcto estado, y su mirada, mostraba determinación, aunque todavía tenía un brillo que hacía mucho que no veía.

El joven marine parecía querer engatusarme con sus palabras, eso, o estaba realmente emocionado por esta situación. Aunque era algo que extrañaba y me gustaba, no le encontraba sentido a ilusionarse ante un viejo decrépito como yo que nada tenía que ofrecer al mundo. Poco a poco se mostraba más emocionado, y al no ofrecerle respuesta alguna comenzó a tomar de nuevo la palabra.
- Espero que no se te hayan hecho los días largos como a mí. – Dijo sonriente para luego soltar una pequeña risa.
- Primer error, joven marine. – Pensé para mis adentros mientras me reía un poco. Esa es una información que nunca debes revelar. 

Decidí guardar silencio, y ver qué más tenía que decir. Continuaba caminando a su alrededor, a paso lento, mientras le observaba. Presté atención a cómo sacaba la botella de Whisky y me la ofreció, vendiéndomela como si se tratase de una muy buena calidad. No lo descartaba, pero empezaba a ser demasiado evidente su trato de favor para caerme en gracia. Cogí aquella botella, y la empecé a descorchar riéndome un poco, en tono sarcástico.
- Me dices que se te han hecho los días largos tras nuestro último encuentro… - Dije guardando una pausa después para sacar el corcho con los dientes y guardarlo en mi bolsillo. – Me traes una botella del mejor Whisky que has encontrado… - Añadí para después tomar un trago de esa misma botella y así probarla antes de terminar ese pequeño comentario jocoso que tenía en mi cabeza. - Empiezo a pensar que quieres conquistarme, joven.

Me acerqué a una de las casas más cercanas y dejé en ella las dos botellas que tenía encima. Se acercaba el momento de la prueba y no quería estar cargando con ambas encima. Regresé sobre mis pasos y soltando una carcajada di un golpe en la espalda al chico.
- Tienes madera, sin duda has sido bien adiestrado, pero hay muchas cosas que no te enseñarán en la academia… una de ellas, es que debes aprender el valor del silencio, chico. Si comienzas a hablar y hablar, como si tuvieses miedo de él, sólo estás dándole información al otro. Muchas veces es más importante estar en silencio y observar, suele provocar nerviosismo en otros, haciendo que se pongan a soltar información para que no exista ese clásico silencio. – Di otra calada profunda y empecé a caminar por esa misma calle en dirección al que una vez fue el campo de entrenamiento del cuartel.– No le tengas miedo, chico, usa el silencio a tu favor.

Pecaba de prepotente, al final yo no era más que un desgraciado cobarde que había cavado su propia tumba por mis decisiones. Mostrarme ahora como alguien sabio era ridículo, si de verdad fuese tan inteligente, esta isla no estaría como está ahora, y es únicamente mi responsabilidad.
- Sígueme, muchacho. – Dije en tono seco mientras continuaba el camino, tratando de desviar esos pensamientos de mi cabeza. Irónico, yo soy el único de verdad teme al silencio.
- A continuación, nos dirigimos al campo de entrenamiento. Allí otros muchos marines han entrenado arduamente, incluso yo mismo cuando era un jovenzuelo… Hace años que nadie le da un buen uso, pero creo que tú, se lo vas a dar hoy.

Guardé silencio mientras me perdía en mis pensamientos, recordando aquellos tiempos donde este lugar estaba lleno de vida, y yo era un pequeño recluta cargado de ilusiones. Ignoré si me había dicho algo el simpático visitante, no de manera consciente, sino porque estaba sumido en aquellos malditos recuerdos cargados de una dolorosa y nostálgica felicidad.

Pasados unos minutos, llegábamos a lo que parecía un laberinto enorme. Eso me sacó de mis pensamientos, y miré el rostro del chico en busca de su reacción. Realmente, esto era lo primero de lo que me enorgullecía en muchos años.
- ¿Qué te parece? ¿Te atreves con este pequeño reto? - Pregunté antes siquiera de dar la información al respecto, queriendo, pues quería escuchar su respuesta. 

Comentarios
#5
Galhard
Gal
Galhard observó con curiosidad cada movimiento del marine mientras caminaba a su alrededor, analizándolo. Sabía que estaba siendo evaluado, no solo por su apariencia física, sino por su actitud, su compostura y, en cierto modo, su alma. Mantuvo una expresión serena, a pesar de sentir que estaba bajo una lupa. Cuando el dueño de la isla finalmente habló, riendo de manera sarcástica y probando el whisky que Galhard le había traído, una pequeña sonrisa se dibujó en los labios del joven marine. Sabía que el viejo le estaba probando, buscando descubrir su verdadero carácter más allá de las palabras.


—Oi oi oi— Respondió con su muletilla —Aunque conquistarle no entra en mis planes tampoco creo que fuera tan fácil —Añadió Galhard en tono de broma, pero con un respeto implícito en su voz. El comentario sobre no hablar demasiado resonó en su mente. Sabía que el viejo marine tenía razón. Hablar sin propósito era entregar más información de la necesaria, y en el campo de batalla, la información era poder. Guardó ese consejo, sabiendo que era uno de esos conocimientos que solo se adquieren con la experiencia y las cicatrices.

Cuando el viejo marine comenzó a caminar hacia el campo de entrenamiento, Galhard lo siguió sin decir nada. Sabía que el silencio podía ser tan valioso como las palabras, y este era uno de esos momentos en los que no era necesario llenar el aire con charla. Mientras avanzaban, su mente volvía a los días de su propio entrenamiento. Había pasado por muchos campos como ese, pero algo en la forma en que Oliver hablaba de este lugar le hacía entender que sería diferente.
Finalmente, llegaron a un laberinto gigantesco que se alzaba ante ellos, una construcción que parecía desafiar tanto la mente como el cuerpo. Galhard entrecerró los ojos, evaluando el terreno y las posibles dificultades que enfrentaría. Aunque no sabía qué esperar exactamente, el desafío le emocionaba. Giró la cabeza para mirar a del marine, cuya expresión parecía buscar una reacción en él.

—Por supuesto, para esto he venido aquí— Respondió con firmeza, sus ojos brillando con determinación —Me atrevo con este reto. Estoy listo— Añadió mientras seguía inspeccionando la estructura con sus ojos

El marine joven sabía que esto no sería un simple ejercicio físico. Este laberinto probablemente pondría a prueba no solo su fuerza, sino también su ingenio y su resistencia, pero Galhard había venido preparado, no solo por las herramientas en su mochila, sino mentalmente. Había llegado a Isla Yotsuba para demostrar su valía, tanto al vieo marine como a sí mismo.
#6
Lance Turner
Shirogami
Para mi satisfacción, el marine parecía aceptar bien mis comentarios, e incluso recibía alguno con humor. Es posible que nada más llegar, sus ganas de enfrentarse al reto o volver a reencontrarnos le hiciese pecar de iluso, mostrándolo de más y dejándome ver algunas fallas en su formación, pero tras mis pequeñas críticas estaba tomándoselo más serio.
- Vamos avanzando, sí señor. – Pensé con una sonrisa ladeada que no pude evitar ocultar.

Le había tendido una pequeña emboscada lanzándole una pregunta disfrazada de inocencia para observar si se lanzaba sin dudar al laberinto, cayendo de lleno en la primera trampa. En esta ocasión, ya no estaba tan confiado, ahora se limitó a confirmar que estaba listo, con una mirada cargada de determinación.

Estuve reflexionando por unos instantes si darle luz verde a su desafío o no, para castigarle en cierto modo por haber confirmado que estaba listo sin informarse previamente de los riesgos que hay. No obstante, me sentía algo mal por haber sido tan duro anteriormente, o quizá la razón real era que su mirada cargada de emoción me había puesto algo más sensible. Fuese lo que fuese, decidí no ser tan estricto en esta ocasión.
- Verás, joven. Cuando un superior te manda algo, es parte del código aceptarla, lo entiendo. – Comencé a decir mientras me agachaba para recoger un palo de más de un metro que estaba colocado a un lado de manera intencional. – Pero es importante que antes de aceptar una misión, o quizá un reto como este, estudiar el terreno, o los riesgos, de ser posible.

Comencé a andar hacia la entrada del laberinto cargando el palo sobre mis hombros. Mientras tanto, observaba con detenimiento el estado de los primeros pasos dentro del reto para asegurarme que todo estaba como debía. Giré nuevamente hacia el joven y volví a dirigirle la palabra.
- He intentado que todo eso se pueda deducir si observas con detenimiento cada paso que das, pero lo cierto es que hay alguna que otra casilla que debería ser muy complicado de detectar a simple vista. – Le dije mientras lanzaba el palo con fuerza hacia la primera loseta del laberinto.

Cuando el palo impactó con fuerza en la loseta, lejos de caer al suelo después, rebotó con violencia hacia el cielo, rompiéndose este a medida que ascendía en menos de un segundo. Este efecto vino acompañado de un fuerte sonido explosivo que provenía de la propia loseta, la cual se había fracturado un poco tras el impacto que había causado dicha trampa.

Miré al marine con una cara de absoluta seriedad, queriendo transmitirle que se estaba jugando la vida con esta prueba, y para nada era un simple reto de niños. Tras ello, comencé a caminar hacia una de las casas que había cerca del laberinto mientras retomaba la palabra.
- Y bueno, ahora que tienes esta información, y no sabes cuál será tu beneficio en todo esto… te lo preguntaré nuevamente... – Dejé la frase sin terminar para que en su cabeza completase la frase antes de que lo hiciera yo, y así ya le esté dando vueltas a la cabeza sobre que responder.

Suspiré pegándome a la pared externa de la casa, mirando hacia arriba para calcular mejor los tres metros que había hasta el tejado. Aunque mi cuerpo estaba ya algo oxidado, mis piernas seguían recordando el movimiento, la memoria muscular seguía ahí. Dando primero unos pasos atrás, cogí algo de carrerilla para dar el primer salto, lo suficiente para aferrarme con la mano derecha a un saliente del tejado, que cedió un poco bajo mi peso. Una ligera torsión del cuerpo, y mi pie encontró apoyo en la pared.

Sentí la presión en las rodillas al levantarme sobre un segundo impulso, aferrándome con los brazos hasta engancharme con ambos codos en el borde del tejado. Mis músculos protestaron un poco más de lo que recordaba, pero mi respiración, aunque acelerada, no estaba fuera de control. Un último empuje, y me levanté.

El tejado crujió bajo mis pies cuando finalmente me enderecé. No era tan fácil como antes, pero aún podía hacerlo. Sonreí, más por la nostalgia que por el logro. Acto seguido, cogí carrerilla hasta saltar a la casa vecina, que era más alta, y desde donde podía contemplar todo el laberinto.
- Vaya, esto me ha costado más de lo que pensaba… - Dije en voz baja para luego volver a mirar al chico mientras me sacudía la suciedad de los pantalones – Bueno, ¿Qué? ¿Aceptas el reto?

Información
#7
Galhard
Gal
Galhard observó en silencio mientras el viejo marine hacía su demostración con el palo, permitiendo que el objeto rebotara violentamente sobre la loseta del laberinto, revelando la naturaleza hostil de la prueba. Su rostro permaneció sereno, aunque internamente se mantenía alerta y consciente de la seriedad del desafío. La explosión y la fractura de la loseta no eran algo que pudiera ignorar, pero tampoco eran algo que lo hiciera dudar.

El joven marine tenía una confianza inquebrantable en sus habilidades, pero no era por arrogancia. Galhard había aprendido, tanto en los entrenamientos como en el campo, que la observación y la paciencia eran a menudo las mejores armas en situaciones difíciles. No se trataba solo de fuerza o destreza física, sino de saber cuándo y cómo moverse.

Cuando el viejo marine le preguntó nuevamente si aceptaba el reto, la respuesta de Galhard llegó sin vacilación, pero con la calma y determinación que lo caracterizaban.

—Acepto el reto, señor. Estoy aquí para superarme, y cada paso, cada decisión, forma parte del camino—respondió, con un tono serio pero lleno de respeto hacia el veterano.

Galhard se acercó a la entrada del laberinto, deteniéndose un momento para analizar el entorno antes de dar su primer paso. Recordaba bien las palabras de Oliver: no se trataba solo de actuar, sino de observar. Así que, antes de tomar una decisión, se permitió unos segundos más para estudiar las opciones.

"¿Izquierda o derecha?", se preguntó mentalmente, dejando que sus ojos recorrieran el terreno, buscando alguna señal que pudiera orientarlo. Comenzó por observar los detalles más evidentes: la disposición de las losetas, las pequeñas variaciones en el suelo, los patrones de sombras, o incluso posibles rastros de algún desgaste o fractura que indicara el uso reciente.

Sabía que las trampas estarían ocultas en detalles sutiles. Cualquier irregularidad, por mínima que fuera, podía ofrecerle pistas. Se inclinó ligeramente hacia adelante, notando que la loseta a la izquierda parecía menos marcada, sin señales evidentes de desgaste, mientras que las de la derecha presentaban le hacían sospechar, como si alguien o algo hubiera caminado por aquella dirección dando poca confianza a Galhard de seguir aquella travesía.

Su entrenamiento le había enseñado a confiar en su instinto, pero también en su capacidad de análisis. Optar por la izquierda parecía la decisión más sensata, pues la derecha ya mostraba signos de actividad previa, lo que podría significar peligro inminente.

—Izquierda —dijo en voz baja, más para sí mismo que para el otro marine.
Sin perder la compostura, Galhard se preparó para el siguiente movimiento. Con paso firme, pero calculado, avanzó por la izquierda, consciente de que cualquier error podría ser fatal.
#8
Lance Turner
Shirogami
El joven aceptó el reto a pesar de contemplar lo que hizo la prueba con aquel palo, algo que no me sorprendió viendo que realmente había regresado para esto, y que estaba dispuesto a todo. La respuesta que dio, hinchó mi pecho de orgullo, la primera parte de la prueba ya la había superado con su actitud.
- En ese caso, ¡Adelante! ¡Valeroso marine del mañana! ¡Avanza y elige tú mismo cuál será tu destino!

El joven, avanzó hacia el laberinto, observando todo a su paso nada más adentrarse en él. Llevé mi mano a mi barbilla para rascármela mientras analizaba cada uno de sus movimientos, tratando de ponerme en su lugar, y cómo razonaría yo la situación si fuese él. Para mi malestar, no había aprovechado la primera pista que le había dejado, la loseta rota. Si lo hubiese hecho, ya sabría más sobre este laberinto y sus trampas, lo cual podría llegar a usar a su favor. Sin embargo, decidí guardármelo para mí con el objetivo de no estropear su experiencia, ya que comunicárselo la alteraría.
- ¡En esta prueba, joven, no sólo te enfrentas al laberinto! – Le grité con una pequeña risa después. - ¡También te estás enfrentando contigo mismo, ten cuidado!

El chico llegó finalmente a la primera prueba, la más sencilla. En ella, se detuvo algo más de un minuto, analizando cada lado de los caminos. Aún no había demasiados rastros en ese punto, así que finalmente sólo quedaba ver cómo había sido construido todo, la forma en la que todo se había colocado, o los patrones que habían entre un tipo de construcción u otro. Hacía bien, ya que ante la falta de cualquier otra pista, había que ir descartando por niveles de probabilidad. Si hubiese algunos rastros de ataques, violencia, o sangre, la respuesta podría ir orientada hacia ello, pero por el contrario, la ausencia de estas pistas te llevan a tener que descartar hasta encontrar la opción menos probable de ser errónea.

Finalmente pisó la loseta izquierda, la cual no parecía haber dado respuestas de nada al ser pisada. Era la loseta correcta, sin embargo, al pisar la siguiente loseta, se activaría una trampa de humo. Era un humo cuyo único efecto, además de la sorpresa, era dificultar la visión, nada más.
- ¡Has elegido bien, muchacho! – Le dije desde mi posición con un tono alegre, pensando que quizá creyese que era la mala al saltar el humo. – Sin embargo, incluso cuando lo hacemos bien, sucede algo que lo complica todo ¿Verdad? – Dejé unos segundos de silencio para que toda esa información cayese por su propio peso en su conciencia y continué hablando. - Avanza si quieres, en 5 pasos tendrás que elegir nuevamente. El humo se irá disipando en 2 o 3 minutos.

Dicho esto, me incliné un poco hacia delante para tratar de observar mejor sus movimientos a través del humo. Si el chico proseguía su camino, se encontraría con una división de caminos que vería sin problemas, dándole tres opciones. En el primer camino, el de la izquierda, podría llegar a ver a través del humo, como el musgo rodeaba las primeras losetas, con lo que parecía huellas de lobos. En el segundo camino, el del centro, podría encontrarse unas botellas rotas, charcos de alcohol, unas prendas íntimas de mujer rotas, y pequeños rastros de sangre. En el tercer camino, el de la derecha, vería una bandera pirata, más alcohol, monedas tiradas y restos de uniformes marines rotos.

Todo esto lograría verlo con dificultad a través del humo si no se ha disipado todavía, y en esta ocasión, no le sería tan sencillo como observar cómo habían sido colocadas las losetas.
- ¿Qué camino tomarás ahora, joven marine? – Me pregunté intrigado queriendo obtener respuesta cuanto antes.
#9
Galhard
Gal
Galhard se quedó inmóvil por un momento mientras el humo comenzaba a disiparse a su alrededor. El efecto sorpresa de la trampa aún lo mantenía alerta, pero se forzaba a mantener la calma. Sabía que estaba siendo observado, y que cada decisión que tomara ahora influiría en su progreso en esta prueba. Aunque había elegido correctamente la primera loseta, el humo le había demostrado que, incluso cuando hacía las cosas bien, las dificultades no cesarían.

"En esta prueba, no solo te enfrentas al laberinto", recordó las palabras del marine que lo observaba desde la distancia. "También te enfrentas contigo mismo."

Galhard soltó el aire en un largo suspiro, observando con cuidado los tres caminos que se desplegaban frente a él. A través de la neblina que aún se desvanecía, pudo distinguir las señales distintivas de cada ruta: huellas de lobos y musgo a la izquierda, botellas rotas y rastros de violencia en el centro, y una bandera pirata con restos de uniformes marines a la derecha.

Las opciones no eran claras ni sencillas. Cada camino prometía sus propios peligros, y Galhard podía presuponer que la decisión no se trataba simplemente de avanzar; estaba siendo puesto a prueba. El camino de la izquierda, con las huellas de lobos, parecía ofrecer un desafío físico, uno que tal vez podría manejar, pero también era impredecible. El camino de la derecha, con la bandera pirata y los restos de uniformes, le resultaba un recordatorio de lo que más odiaba: la injusticia y la corrupción.

Sin embargo, fue el camino del centro el que captó realmente su atención. Botellas rotas, rastros de sangre y prendas rasgadas. No era un peligro claro ni directo como los lobos o los piratas, pero los restos de violencia contenían algo más perturbador, algo más ambiguo y difícil de interpretar. Este camino no ofrecía respuestas fáciles, pero quizás, precisamente por eso, era el que debía tomar. La vida, como la justicia, no siempre era clara ni directa, y Galhard era conocedor de que a menudo debía enfrentarse a situaciones complicadas, llenas de incertidumbre y dolor.

"El camino más difícil no siempre es el más evidente", pensó, recordando las muchas veces que había tenido que tomar decisiones complicadas, decisiones que lo obligaban a confrontar verdades incómodas.

Sabía que había riesgo en ese sendero, pero también sentía que debía enfrentarse a esa ambigüedad. Los rastros de violencia, las botellas rotas, los signos de caos... eran todas señales de un conflicto más profundo, uno que reflejaba los problemas más grandes del mundo en el que vivía. No eran solo huellas de lobos o símbolos piratas; eran los restos de una sociedad rota, la misma que había jurado proteger y sanar.

"Si quiero ser un verdadero marine, debo aprender a enfrentar no solo a los enemigos externos, sino también a los fantasmas de este tipo de destrucción."
Con esa convicción en mente, Galhard dio un paso decidido hacia el camino del centro, dispuesto a enfrentar lo que este trayecto tenía preparado para él. Sabía que no sería fácil, y que cada paso lo acercaba más a la confrontación con las verdades que más temía. Pero también sabía que, para lograr su sueño de un mundo más justo, debía estar dispuesto a caminar por el sendero más oscuro si quería encontrar la luz al final.
#10
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