Alguien dijo una vez...
Rizzo, el Bardo
No es que cante mal, es que no saben escuchar.
[Aventura] [A - T3] Quien a hiero mata, a hierro muere.
Atlas
Nowhere | Fénix
La tensión se masca en el ambiente. No por los demás, claro, que simplemente están esperando que llegue el momento. Para ellos es algo esperado y deseado. No, la tensión se masca en tu interior. Los segundos pasan tremendamente rápidos y a la vez terriblemente lentos mientras la marca de la estructura que retiene a Curtis se aproxima a la señal que hay sobre Latton. Armas disimuladamente en mano y atenta a todo, eres testigo directo del nuevo repicar del martillo en todo el barco, sólo que esta vez no habla de plegaria alguna.

—Ha llegado el momento —dice la misma voz de antes sin que la cadencia del agudo sonido del martillo cambie un ápice—. Al fin es el día en que elegiremos un nuevo guía que nos acerque aún más al camino del Dios de la Forja. La reunión de los Clanes del Hierro ha tenido lugar y estos han elegido a Latton Yunque, hijo y nieto de guías, como su candidato. ¡Que dé comienzo el ritual!

Todos los que están sentados a la mesa, que digo yo que serán los cabeza de familia, asienten ante el comentario de la lejana mientras siguen sometidos al repiqueteo del martillo. Acto seguido, ena gran mesa circular, hasta ese momento lisa, aparecen una serie de surcos que remedan un laberinto. La sangre de Curtis, hasta ese momento concentrada en un charco en el centro, comienza a recorrer poco a poco los caminos ante la atenta mirada de todos los presentes. No lo sabes, pero que no hubiese suficiente sangre para recorrer todo el dibujo sería un mal augurio para el próximo liderazgo.

Cuando el dibujo grisáceo y carmesí está completo, una pequeña zona en el centro de la mesa se alza dejando a la vista una pequeña cúpula, que enseguida se abre para dejar a la vista aquello que andabas buscando: una Akuma no Mi. Desde donde estoy no la veo bien, así que ya me dirás —si quieres— la forma que tiene y los colores que luce.

—He aquí el obsequio del Dios de la Forja, entregado solo a aquel que sea designado para ser nuestro guía. Ahora bien, ¿alguien no propuesto por el consejo se siente bendecido?

Algunas de las personas que asisten de pie a la reunión cuchichean entre sí. Es entonces cuando un joven de unos veinticinco años alza la mano. Quienes están a su alrededor le abren paso para que se aproxima a la mesa y, de una gran zancada, se sube en espera de su oponente. Latton no se hace esperar e imita a su contrincante. De pie es incluso más imponente, la verdad. Usa unos vaqueros negros y no emplea camiseta. Su torso es portentoso, pero está marcado casi al completo por quemaduras se diferentes tamaños y formas. Alguna de ellas parece haber sido bastante grave.

Ese enfrentamiento en concreto se resuelve en un santiamén. Latton se tira encima de su enemigo. No parece la persona más ágil, pero el otro tampoco es mucho mejor. La forma en la que le somete y golpea su cabeza en repetidas ocasiones contra la mesa es sobrecogedora. Lo hace hasta que deja de moverse.

—¿¡Alguien más!? —dice con una voz limpia en tono alto y claro.

Entre los asistentes había quienes habían dado un paso adelante para posicionarse como posible siguiente candidato, pero no tardan en volver a mezclarse entre los espectadores. ¿Qué me dices?
#11
Airgid Vanaidiam
Metalhead
La tensión era tan densa que Airgid podría masticarla si así lo quisiera. Con todos los sentidos puestos en lo que estaba por ocurrir en aquella habitación, acariciaba la empuñadura de su arma con delicadeza, dispuesta a sacarla en cualquier momento, cuando fuera necesario. La cadencia del martillo solo lo volvía todo aún más inquietante. Entonces, la misma voz que había sonado anteriormente volvió a alzarse, anunciando que el momento había llegado. Que los "Clanes del Hierro" se habían reunido para elegir a un nuevo "guía" que les acercaría al "Dios de la Forja". Desde luego, Airgid no entendía ni papa, no conocía esos nombres que mencionaba, pero aún así pudo intuirse más o menos de qué se trataba todo eso. Un nuevo líder para la secta de la forja. Una que podría haber formado ella misma, dada la afinidad de la rubia por aquel tema.

La mujer no hizo un solo gesto mientras observaba a la mesa revelar unas nuevas formas en su superficie, unos surcos que acabaron formando un laberinto. La sangre del hombre herido recorrió los diferentes caminos, aunque no llegó a cubrirlos del todo. Qué... siniestro. Aunque estaba muy guapo a la vez. Quizás si no fuera porque aquel hombre estaba siendo obligado a ofrecer su sangre podría interesarle más. Tardó un poco, pero finalmente el dibujo se volvió completamente rojo. Airgid no podía despegar la mirada de ese sádico ritual, pero su mirada de volvió un poema cuando vio lo que la mesa alzó. Una cúpula de cristal con una akuma no mi en su interior. El aspecto de la fruta era completamente... metálica. Y esta vez no estaba usando uno de sus inusuales formas de decir que "molaba". Es que parecía brillar como el metal. También formaba espirales y como pequeños rayos eléctricos. ¿Eso era una fruta? Airgid le tenía alergia a la fruta, cuando veía una por lo general se le revolvía el estómago, pero aquello no parecía una en absoluto. Los ojos de la rubia brillaron ante aquella visión celestial. Fue como amor a primera vista. No sabía qué tipo de poder otorgaría esa fruta, pero con ese aspecto, debía ser jodidamente increíble.

Se quedó tan absorta que no despertó de su trance hasta que la voz preguntó si alguien se sentía bendecido como para postularse a guía. El guía sería el que obtendría la fruta. La mujer se quedó ligeramente pensativa. A ver, podía intentar robarla y salir corriendo o podía postularse para ser esa "guía"... y luego huir. No sabía qué opción era más loca. Entonces un joven más o menos de su edad alzó la mano, anunciando que quería probar suerte. La mujer observó la escena con detenimiento, con curiosidad. Ambos se subieron a la mesa, ambos decididos a pelear. El tal Latton era físicamente una máquina creada para la lucha, su cuerpo era enorme, tremendamente musculoso y sus cicatrices solo eran el premio de alguien que había sobrevivido a todo. Su contrincante no duró mucho tiempo. El tío lo mató, o al menos eso es lo que parecía. Cuando acabó con él, no se movía.

La voz preguntó de nuevo si alguien más se sentía con las ganas de enfrentarse al guía propuesto por el consejo. Airgid sacó de su mochila la botellita de cola, le dio un trago y la tiró al suelo, derramando parte del líquido. Sacó la nudillera de su bolsillo, se la colocó en la mano, y luego tiró también la mochila al suelo. Se agachó para tomar sus dos escopetas. Lo hizo con calma, preparándose, seguramente atrayendo las miradas de los demás. Esbozando una sonrisa, finalmente levantó la mano derecha al aire, elevando con ello también una de las escopetas. — ¡Yo! — Gritó, con una nueva determinación en la mirada.

Dando saltitos, un poco ridículo pero increíblemente ágil a la vez, la rubia subió a la mesa, igual que había hecho el anterior joven. Miró a su contrincante, alto como un árbol, de apariencia dura como el puto metal. — Lo siento, nene, esa fruta lleva mi nombre grabao. Seré la nueva guía del Dios de la Forja. — ¿Se había venido un poco arriba, no? El caso es que decidió no esperar ni un segundo. Agarrando con fuerza la escopeta de su mano derecha, apretó el gatillo, trucando el cañón de una manera especial, provocando que el disparo saliera de forma fragmentada creando un cono de cuarenta y cinco grados en dirección a Latton.

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#12
Atlas
Nowhere | Fénix
Pues sí que se ha formado una buena. Cuando todos daban por hecho que después de esa demostración de brutalidad nadie se atrevería a toserle a Latton, aparece una mujer que había sido enviada a faro a por metal para liarse a tiros con él. No obstante, nadie pone impedimento alguno para que, como bien has deducido, puedas subir al ring —la mesa— para dirimir quién está llamado a ser el próximo guía. Aunque no sea algo que puedas saber, te informo de que las normas de la Comunidad de la Forja dicen claramente que cualquiera de sus miembros puede ser llamado por su Dios para conducir a su pueblo. Por tanto, cualquiera puede postularse como candidato siempre que pertenezca a la comunidad y, al menos por el momento, ellos piensan que lo eres.

Explicaciones aparte, como te decía, nadie se interpone en tu paso y puedes subir a la mesa sin ningún tipo de problema. Los fragmentos de metal se dispersan al abandonar el cañón de tu arma, alcanzando la anatomía de Latton en la frente, numerosos puntos del torso y miembros. Puedes distinguir que le has herido, además de por la breve mueca de dolor que ha esbozado, porque finos hilos de sangre comienzan a caer desde varios puntos. Las heridas nuevas se mezclan y confunden con las viejas, muy numerosas, no permitiendo distinguir bien dónde ha sufrido más daños.

En cualquier caso, hayan sido más o menos daños, no parece que sean suficientes como para detenerle. Tanto es así que no se ha molestado en hacer ni el menor movimiento para evadir tu tiro. Por el contrario se ha lanzado sobre ti exactamente igual que lo hizo antes con el muchacho alto. Puedes ver un frío instinto homicida en sus ojos. La determinación de una bestia salvaje acostumbrada a cazar refulge en lo más profundo de sus pupilas mientras intenta echarte el guante, intentando al mismo tiempo posicionar su cuerpo —de manera bastante hábil y estudiada, todo hay que decirlo— para que no pueda simplemente echarte a un lado sin más. Sí, cualquiera que pudiese ver vuestro enfrentamiento desde fuera diría sin temor a equivocarse que en el proceso de intenta acorralar.

En primer lugar lanza un puñetazo en dirección a tu rostro. No obstante, éste va seguido inmediatamente por otro, con el otro brazo, mucho más potente que parece ha estado preparando durante el primer golpe. Va dirigido a la boca de tu estómago y tiene pinta de resultar bastante doloroso en caso de alcanzarte de pleno.
Rechazo Indiscriminado
VAN302
VANGUARDIA
Ofensiva Activa
Tier 3
No Aprendida
36
Costo de Energía
2
Enfriamiento
El usuario irá contrayendo su pierna o brazo concentrando toda la fuerza que pueda en ellos, con el fin de liberar un directo y poderoso impacto desde su arma contra su objetivo, llegando provocar un [Empuje] por los aires hasta 15 metros. Cada Turno que canalice la distancia de empuje aumentará otros 10 metros y su daño aumenta en 30 por cada Turno. Esta técnica se podrá [Canalizar] un máximo de 3 Turnos.
Golpe Basico + [RESx2,5] de [Daño contundente]


Para las mates de Latton
Daño
#13
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Dejando seguramente a más de uno con la boca abierta, Airgid se subió a la mesa, completamente dispuesta a enfrentarse a quién fuera con tal de conseguir aquella fruta. Y de paso, quizás podría también ayudar al pobre Curtis, al que estaban desangrando como si se tratara de un cerdo. Se había armado con sus dos escopetas, sus nudilleras y se había lanzado al combate como si fuera una piscina de agua cristalina. Le sorprendió comprobar que su oponente no hizo el más mínimo intento por esquivar su ataque, por cubrirse de su disparo. Su cuerpo tomó el daño por completo y no parecía tampoco haberle hecho demasiado, con aquel cuerpo lleno de heridas y cicatrices, su escopetazo pasaba ligeramente desapercibido.

Su oponente no se quedó atrás, y se lanzó a por la rubia sin pensárselo dos veces. Airgid sonrió, le encantaba el combate, medirse con alguien en un uno contra uno, y además, acababa de comprobar que gracias a sus reflejos, pudo ver a la perfección cómo se movía en su dirección, cómo preparaba sus puños para golpearla brutalmente. Escapar de un ataque así sería complicado, si se echaba hacia atrás, sería tan fácil cómo dar un paso más para alcanzarla y lo mismo si trataba de echarse hacia un costado. Así que decidió hacer uso de su única pero poderosa pierna para dar un gran salto y pasar por encima de él, dando una voltereta en el aire con la que consiguió aterrizar detrás del hombre pero mirándole, observando su espalda.

En un instante pasaron por su mente diferentes posibilidades. Continuar atacando, intentando esquivar cada una de sus ofensivas, pues recibir un ataque suyo resultaría devastador... o también podía intentar apropiarse de la fruta lo más rápido posible. Estaba ahí, en medio de la mesa, con una cúpula de cristal protegiéndola. Podría romper ese cristal, devorarla, y... rezar por que pudiera usar ese poder y porque fuera útil en un momento tan crítico. Pero eso podría cabrear a todos los de la mesa, qué coño, al barco entero. Tenía que pensar bien antes de actuar.

Se le ocurrió algo que quizás podría funcionar. Gracias al salto, se había colocado unos siete metros por detrás de él. Desde ahí, improvisó una bala con un pequeño explosivo que colocó en la escopeta de su mano derecha, apuntó y disparó con las dos a la vez en dirección a Latton. Mientras que el disparo con la escopeta de la zurda había sido un disparo normal y corriente, el disparo con la bala manipulada provocaría una explosión bastante fuerte que sacudiría a su oponente por completo, y con algo de suerte, también rompería la cúpula de cristal de la fruta...

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#14
Atlas
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Latton asiste atónito a tu terriblemente rápido movimiento para evadir su golpe. Tú no podrás darte cuenta porque no le conoces y no estás familiarizada con sus gestos, pero está asombrado ante tu capacidad de movimiento en el espacio tan reducido que representa la mesa. No sé si es por eso o por qué motivo —tal vez tenga algo que ver que le hayas vuelto a apuntar con un arma de fuego a muy poca distancia—, pero lo cierto es que tu ofensiva vuelve a impactar de pleno sobre él. Sabe que no puede evitarlo; no será inteligente, pero tampoco es tonto. Se ha dado cuenta de que jugar a ser más rápido que tú le condenaría a la derrota. Es por ello que decide encajar como buenamente puede tu ataque y se decide por la ofensiva, descuidando en esta ocasión completamente su defensa.

Por tanto, el explosivo estalla sin misericordia sobre el torso de tu adversario, que se ve desplazado en línea recta hacia atrás hasta casi abandonar la mesa. La sangre es arrastrada por sus talones, dejando sendos surcos sobre el gris que sustenta vuestros pies antes de que, justo en el límite, Latton se detenga. Su portentoso pecho se encuentra en unas condiciones lamentables. No son pocas las zonas en las que la carne amenaza con desprenderse, dejando al aire fibras sangrantes de su pectoral e, incluso, algún trozo de hueso por debajo del mismo.

Has podido apreciar un leve ruido, como de algo resquebrajándose. Los observadores no se habrán dado cuenta, atentos al duelo que está por decidir el futuro del grupo. Sin embargo, tú, que estás pendiente a más cosas además de a Latton y a Curtis, puedes apreciar cómo la explosión logra que la cúpula que protege la fruta se resquebraje.

No sé si será la histeria colectiva o el fervor místico, pero el tipo parece ignorar deliberadamente cualquier atisbo de dolor y se muestra dispuesto a luchar hasta las últimas consecuencias. Mientras era desplazado hacia atrás, ha cargado su puño derecho y, con gran violencia, lo proyecta hacia ti. El aire se distorsiona ante el mismo, generando una suerte de proyectil que avanza hacia tu posición.
Golpe Vacuo
ARM301
ARTISTA MARCIAL
Ofensiva Activa
Tier 3
No Aprendida
35
Costo de Energía
2
Enfriamiento
Trazando un rápido y poderoso impacto hacia el frente el usuario empujara una considerable masa de aire que barrera con todo lo que se encuentre por delante en un alcance de 10 metros de distancia, cubriendo 3 metros de ancho. Si el golpe que liberara la onda de choque golpea directamente contra el cuerpo del objetivo le causara un [Empuje] minimo hasta el final del recorrido de la técnica.
Golpe Basico + [FUEx2,4] de [Daño contundente]


Él, por supuesto, ha decidido no quedarse quieto después de su primer gesto. Inmediatamente después de percutir el aire se lanza hacia ti, atento a cualquier movimiento que puedas hacer para evadir su primer ataque y así intentar cazarte en un descuido. Corre con el brazo en alto, preparando un golpe que intentará darte en cuanto tenga la oportunidad.

Cuentas
#15
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Todo estaba saliendo a la perfección. O al menos de momento, Airgid sabía que nunca podía confiarse del todo en una pelea, sobre todo cuando tenía una desventaja tan grande como el no contar con una de las piernas... Era verdad que aún así sabía moverse con bastante agilidad, como ya había demostrado, pero no dejaba de ser un coñazo que debía tener en cuenta todo el rato. La explosión surtió efecto contra su oponente, pero no solo contra él, si no también había resultado tremendamente efectiva resquebrajando el cristal que protegía aquella preciada fruta. Debía ser suya, se la había ganado, se había dejado muchísimo dinero en conseguir esa página, se había infiltrado en una secta del metal y ahora estaba arriesgando su vida por ella. De un modo u otro la conseguiría.

Vio venir de nuevo a Latton, lanzando aquel puñetazo al aire y aprovechando el momento para acercarse a ella y propinarle otro puñetazo más directamente a su cuerpo. Pero esta vez en lugar de intentar esquivarlo, Airgid elevó ambos brazos colocándolos delante de su cuerpo para tratar de protegerse del daño. Aún así, no fue suficiente para salir indemne del todo, el poder de Latton era increíblemente poderoso y pudo sentir cómo la combinación de ambos ataques le hizo más daño del que se había imaginado en un primer lugar. El ataque acabó empujándola un poco, no lo suficiente como para sacarla de la mesa gracias a su bloqueo, pero sí como para crear una leve separación entre ambos. Se mordió la lengua, en parte por su pequeño tic, en parte como una forma de paliar el dolor. No había sido demasiado, pero había sido una buena toma de contacto, una forma de recordarse a sí misma todo lo que se estaba jugando en aquel enfrentamiento y una advertencia, la de que no podía cometer ni un solo fallo contra aquel gigantesco hombre.

Una distancia que ella misma no tardaría en recortar. Airgid dio un poderoso salto con su única pierna, buscando avanzar, acercarse a él, y a la vez pasar por encima suya. En medio del aire, encontrándose encima de él, le apuntó directamente con ambas armas de fuego y apretó el gatillo de las dos a la vez, trazando con ellas una equis y liberando una presión de viento contra él. Aquel ataque de por sí ya debería dolerle bastante, pero a una distancia tan cercana, debía de ser demoledor. Una parte de su mente no olvidaba la presencia de aquella fruta, estaba segura de que a la mínima que tuviera oportunidad buscaría atraparla y hacerse con ella lo más rápido que pudiera. Si Latton no interrumpía su salto, si conseguía aterrizar de nuevo sobre la mesa, estaría más cerca de poder acercarse a ella. Era aprovechar esa ventaja como una pequeña pícara o derrotarle limpiamente antes de consumirla. Sinceramente, a Airgid le valía cualquiera de las dos opciones, lo que ocurriera primero.

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#16
Atlas
Nowhere | Fénix
Parece que las facciones de Latton se tornan en algo similar a una sonrisa cuando intentas recibir el impacto. Si me preguntas, diría que al ver que te ha alcanzado piensa por primera vez que te puede vencer. Vamos, supongo. Lo mismo está pensando en que esta noche va a cenar su plato favorito y todo no es más que una mera confusión.

Sea como sea, sus pensamientos e ideas no tienen nada que ver con lo que haces o dejas de hacer. Tal y como te propones, superas por encima la posición de tu enemigo y te sitúas en una posición ventajosa que te permite abrir fuego sobre él. Los disparos no erran, acertando en su objetivo y provocando que un nuevo aluvión de sangre se extienda por el suelo. Por primera vez, el dolor y los daños provocan que quien está llamado a ser el próximo guía de la Comunidad hinque durante unos segundos la rodilla izquierda en el suelo.

Sin embargo, si de algo hace gala tu adversario es de una fortaleza y resiliencia envidiables. En efecto, se levanta una vez más y se voltea hacia ti. La sangre gotea por sus brazos y se precipita sobre la mesa al tiempo que, no sin cierta dificultad, Latton te encara. Carga el puño derecho mientras deja el izquierdo relajado al tiempo que, despacio pero con movimientos calculados, disminuye la distancia que os separa una vez más. Sabes que está a punto de golpearte, pero entonces todo se estremece a vuestro alrededor.

Se ha podido escuchar un estruendo a lo lejos, como un disparo, y después todo ha temblado. Quienes os observan se han agachado instintivamente en previsión de que algo malo pudiera suceder y, efectivamente, así es. Una nueva explosión resuena en la distancia. Incluso desde el vientre del navío se puede apreciar el silbido del proyectil. Entonces, súbitamente, una de las paredes de la estancia salta por los aires. Los trozos de metal que dan forma al casco del barco salen despedidos hacia el interior del mismo. Algunos dañan a los asistentes, mientras que otros se clavan sin piedad en sus cuerpos y acaban con sus vidas. Latton y tú no sois la excepción sufriendo golpes y cortes que en medio del revuelo no podéis evitar.

Los fragmentos no se quedan ahí, sino que, como si estuviesen dirigidos, chocan también con la cadena que suspendía la estructura de la que cuelga Curtis. La cadena se rompe y, debido al vaivén que el prisionero tenía como consecuencia de los cañonazos recibidos, la estructura se da la vuelta y el reo cae boca arriba. Asimismo, el soporte metálico golpea la cúpula que contenía la fruta y ésta se rompe, rodando tu ansiado objetivo hasta detenerse justo al lado de la cabeza de Curtis.

¿Que qué te separa de ambos? Muy sencillo: Latton. Ambos están posicionados justo a su espalda, a apenas un metro. El tipo, con el cuerpo completamente recubierto de heridas y sangre, encadena una secuencia de dos puñetazos con los que busca golpear primero tu torso y luego tu cabeza.

Por el momento no parece que haya nuevos disparos, pero no sabemos cuánto puede durar esta pequeña tregua. Tampoco hay nada que te oriente a quién se puede estar atreviendo a atacar a esa gente. Me imagino que, si consigues salir victoriosa, tal vez puedas averiguarlo.

Mates
#17
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Aún con una sola pierna, los saltos de la rubia eran bastante increíbles. Quizás se debía gracias a todo lo que entrenaba con ella, o quizás era puro talento natural, el caso es que consiguió hacer lo que se había propuesto; pasar por encima de Latton y dispararle. La rubia había probado en sus propias carnes lo mucho que podía llegar a doler un puñetazo de ese tipo, y estaba completamente segura de que no quería volver a experimentarlo. No podía confiarse, igual que tampoco podía dudar. Sus disparos provocaron un gran daño en aquel hombre, que seguro que después de su encuentro con Airgid acababa con unas cuantas cicatrices nuevas. Pero el dolor aún no había sido suficiente, el hombre se giró hacia ella, preparando sus puños para lanzarle una nueva ofensiva.

Airgid estaba preparada para esquivarle, por nada del mundo quería volver a recibir esos golpes tan tremendos impactar contra ella. Pero de repente, todo el barco se estremeció, tembló, y finalmente explotó. No el barco entero, sino una de las paredes de la habitación, para ser más exactos. Los trozos de metal volaron por los aires, creando heridas a prácticamente todos los presentes, incluso atravesando a algunos de ellos y matándolos al instante. Todo se juntó en el mismo momento, y debido a la sorpresa, Airgid no pudo reaccionar.

Los puñetazos impactaron directamente contra su abdomen, algunos trozos de metal arañaron su piel creando heridas superficiales que no tardaron en empezar a sangrar. Pero lo peor fueron los trozos más grandes que la golpearon de forma brutal, aunque por suerte, no la atravesaron como había ocurrido con algunos de la sala. En definitiva, la rubia acabó bastante hecha mierda. Por suerte, Latton también había recibido la explosión de lleno y tardaría más o menos lo mismo que ella en recuperarse un poco. O quizás no. Debía darse prisa, pensar en algo, rápido, ya... Y entonces lo vio, vio que la cúpula de la fruta se había roto por completo y que la plataforma que sujetaba a Curtis se encontraba ahora mucho más cerca de la mesa, prácticamente al alcance de su mano. Solo tenía que deshacerse del único obstáculo que la separaba de su objetivo: Latton. Rápidamente, tomó sus dos armas, escupió un poco de sangre y se preparó, dispuesta a hacer su próximo movimiento.

Saltó de nuevo en el aire, solo que esta vez, para poder saltar más alto y con más rápidez, hizo uso de sus escopetas, apretando el gatillo y aprovechándose del retroceso del arma para avanzar más y desplazarme mejor. Buscó una vez más pasar por encima de Latton a la vez que conseguía velocidad gracias a los disparos. Y una vez que pudo colocarse al lado de Curtis y de la fruta, no dejó escapar la oportunidad de agacharse, tomarla, y directamente, metérsela entera en la boca. Pam. De una sola vez. Sabía a... gasolina, a pilas quemadas. Estaba mala como ella sola. Pero joder, lo había conseguido, ¿no? No pudo evitar esbozar una sonrisa, ignorando el mal sabor que se le había quedado en la boca. — ¡Curtis! ¡¿Tás bien!? ¡Vamos a salir de aquí, ya verás! — Esperaba que estuviera consciente... tampoco es como si tuviera tiempo para comprobarlo. Había podido aprovechar la confusión y el aturdimiento de la explosión para hacer aquel rápido movimiento sin que Latton se diera demasiada cuenta, pero ahora, cuando viera que se había zampado la fruta... se iba a cabrear fijo. Así que le apuntó con ambas armas.

A Airgid le dolía todo el cuerpo, la pierna le temblaba ligeramente debido a todo el esfuerzo que había tenido que cargar ella sola. Múltiples veces habían impactado contra ella, tanto Latton como aquellos trozos de la explosión. Tenía sangre, polvo y le sabía la boca a alquitrán. Pero joder, estaba siendo el mejor puto día de su vida hasta el momento. — Sayonara... baby. — ¿De dónde había sacado eso de repente? Es igual, el caso es que apretó ambos gatillos casi a la vez. Con el arma izquierda apuntando directamente al brazo derecho de Latton, y con el otro arma volviendo a usar el método del truco del cañón para otorgar un nuevo efecto en la bala, con el propósito de crear un área en forma de cono que le impactase de lleno. No estaba segura de si aquello acabaría con él o no... pero se notaba en las últimas, y tenía que darlo todo, era consciente del peligro.

Info Bélica
#18
Atlas
Nowhere | Fénix
Luz, fuego... destrucción. A tu alrededor todo empieza a venirse abajo. Lenta pero inevitablemente, la estructura metálica llamada barco en la que te encuentras ve sus paredes plegadas y colapsadas. Trozos de chapa y elementos metálicos de toda índole caen desde las paredes y se precipitan desde el techo. Una vez más, una nueva tanda de proyectiles agitan la embarcación con la promesa de que nunca jamás abandone las inmediaciones de Isla Kilombo.

En unos instantes volveremos sobre esto, porque es el momento de volver sobre Latton y Curtis. Aprovechando el catastrófico alboroto y la confusión que ha generado en tu enemigo, a pesar de tus heridas eres capaz de ejecutar un movimiento tremendamente ágil para posicionarte mucho mejor. Antes de que Latton se dé cuenta te has zampado la fruta. Si los espectadores siguieran observándoos seguramente habrían puesto el grito en el cielo y se habría formado una buena, una de la que no te sería fácil librarte al haber violentado el sagrado ritual que estáis llevando a cabo Latton y tú. Por suerte, todos están muertos, heridos o intentando huir, así que nada.

Sea como sea, Curtis emite algo parecido a una mezcla entre balbuceo y gruñido que indica que, aunque ha perdido bastante sangre y ha conocido tiempos mejores, sigue vivo. Sí, yo creo que si acabas con Latton podrías intentar rescatarle con la esperanza de que sobreviva. De hecho, las cadenas metálicas que le mantenían fijo a la estructura metálica se han soltado y puede ser movilizado sin necesidad de cargar con todo el chisme.

¿Cómo? ¿Tu ataque? ¡Ah, sí, tu ataque! Mira un segundito frente a ti. ¿Ves a ese tipo tan corpulento que está tendido en el suelo frente a ti, al parecer inconsciente? Pues es Latton, que ha recibido de lleno tu última ofensiva y, esta vez sí, ha caído derrotado. Cualquiera podría pensar que todo ha terminado, pero nada más lejos de la realidad. Con tu objetivo principal conseguido y el secundario, también conocido como Curtis, tan cerca de ti, ahora se te plantea el reto de abandonar el barco antes de que una avalancha de acero te sepulte y te envíe a las profundidades del mar.

En caso de que recojas a Curtis e intentes desandar el camino que te ha llevado hasta allí, comprobarás que los montones de metal que había a tu llegada han sido derrumbados. Muchos de ellos están desparramados por la cubierta y otros han caído al mar. Una de las grandes grúas, la del imán, ha sido derribada por un proyectil y también está en proceso de sumergirse. Es más, el barco en sí mismo se está inclinando poco a poco hacia la izquierda, zona en la que ha recibido los disparos. ¿Que quién ha formado semejante lío? Hasta tres barcos de la Marina dirigen sus cañones hacia ti desde la distancia. Llámame atrevido, pero quizás esos restos de barcos marines que viste ser transportados de un lugar a otro a tu llegada tengan algo que ver.

Los ocupantes del navío que siguen vivos se hacen al mar en su mayoría, mientras que los más fanáticos se aferran a trozos de metal y oran en espera del fin de sus días. Lo que más te interesa, por otro lado, es que la única pasarela que sigue en pie se tambalea bastante y no tiene pinta de que vaya a aguantar mucho más. Yo de ti me daría prisa, no se vaya a caer al mar y te quedes sin poder volver a tierra. Si te fijas en lo que hay al otro lado, en tierra firme, podrás apreciar que la señora que te encontraste herida te hace gestos desde el acantilado para animarte a que intentes cruzar. Alrededor de ella hay media docena de personas más, todos ellos ataviados con ropa de color arena y armas de fuego. Sí, igual que Curtis... ¡Mucha suerte!
Off
#19
Airgid Vanaidiam
Metalhead
Explosiones, fuego, metal volando por todos lados... y en medio de todo aquel caos, Airgid con sus dos escopetas, justo después de disparar, en una postura digna de película. Al ver que su rival caía al suelo derrotado, inconsciente o quizás incluso muerto, soltó un gran suspiro. Al fin podía respirar en paz, más o menos. Acababa de quitarse un enorme peso de encima, por un segundo lo había visto todo negro, con todas aquellas heridas que tanto él como la explosión le habían ocasionado. Pero estaba viva, un día más. Y nadie pareció haberle hecho mucho caso al hecho de que la rubia se zampara la fruta como si fuera un caramelo, muchos de los presentes estaban heridos, centrados en escapar o muertos en el peor de los casos. Ni si quiera ella, centrada en toda la acción del momento, había tenido tiempo para intentar averiguar cuales eran los nuevos poderes que debía haber obtenido. ¿Qué tipo de habilidad había ganado? Se sentía... distinta, pero aún no tenía ni idea de como controlar nada, de como "activar". La verdad es que ni sabía cómo funcionaban las frutas del todo, solo que molaban de la hostia.

A pesar del cansancio de su cuerpo, al pensar en que finalmente había conseguido su objetivo, dio un salto con los brazos extendidos en el aire. — ¡SÍ, COÑO! — Celebró para sí misma, sintiéndose toda una puta campeona. — ¡Espera, te ayudo! — El pobre Curtis seguía ahí, bastante malherido y tirado prácticamente sobre la mesa. Las cadenas de metal que le ataban a la estructura se habían soltado y aunque le costaba, podía ponerse en pie. Era un tio grande y ella estaba herida, pero la adrenalina del momento le hizo olvidarse del dolor y se pasó el brazo de Curtis alrededor de su cuello, ayudándole a caminar. Una coja ayudando a otro a andar, si es que estamos apañaos. Antes de salir recogió su mochilita y guardó una de las escopetas en su interior, quedándose con la otra por si acaso ocurría lo que fuera.

Más explosiones, más bombazos que impactaban contra el barco, cada vez más inclinado hacia el costado izquierdo e imposibilitando aún más el poder caminar por la cubierta con normalidad. — ¡Vamos, vamos, ya casi estamos! — Animó a su nuevo colegui, y observó a su alrededor cómo muchos de los fieles al Dios de la Forja se lanzaban al mar, con sus familias y todo, buscando la salvación en el agua. Otros simplemente se abrazaban al metal y le rezaban a su Dios poder sobrevivir un día más. Era increíble lo que la gente hacía por la fe.

Continuaron avanzando hasta llegar finalmente a la pasarela metálica por la que entró. Se tambaleaba que daba gusto, pero de momento parecía ser estable... de momento. Al otro lado fue capaz de ver a la mujer herida del claro, en un estado un poco mejor y acompañada de un grupete que vestía igual que ella. Todos haciéndole gestos a los dos para que cruzaran el puente. Pero antes de hacerlo... Airgid se giró hacia los hombres, mujeres y niños que aún quedaban en cubierta, observando también de cara los barcos de la marina. Alzó los brazos en el aire y gritó. — ¡Latton ha caído! ¡Los Clanes del Hierro han caído! ¡Dios no existe! ¡Vivid por vosotros mismos, por vuestras familia! ¡¡Sois libres!! — Mientras gritaba, dando aquel pequeño discurso, algunos pequeños objetos metálicos que se encontraban a su alrededor levitaron suavemente en el aire, y de repente, se le pegaron al cuerpo, como si ella misma fuera un imán. — ¿Qué? — Ni ella entendía lo que acababa de pasar, pero los gritos de los revolucionarios la trayeron de nuevo a la realidad, debía darse prisa o todo el barco se iría a la mierda, ella incluída, y ahora era una usuaria de fruta... si caía al mar estaba perdida.

Así que se dejó de más discursitos y cruzó la plataforma con Curtis, haciéndole pasar a él primero por si acaso. El reencuentro fue toda una celebración. Abrazos, aplausos, palmaditas en la espalda los unos a los otros. Airgid se derrumbó en los brazos de Thalia. — Médica... ayuda... — Le susurró con una sonrisa. La verdad es que estaban hechos mierda, pero pletóricos a la vez. Y con la tontería, Airgid acababa de hacer nuevos amigos. ¿Qué le depararía aquella amistad? Hoy todo parecía girar en torno a la revolución. Quizás no era una idea tan alocada.

OFF
#20


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